01
AVIONES DESPEGABAN Y ATERRIZABAN EN PARIS, Katherina leía aquel manga de Kuroshitsuji mientras que la música de alguna banda pop del momento sonaba en sus auriculares, ignorando a sus hermanos menores gritar y empujarse mientras jugaban en una Nintendo Switch, o más bien en la de ella, la cual, a los dos días en que la había recibido por ganar el concurso de arte de la escuela privada a la que fue sometida a entrar contra su voluntad, Sarah su madrastra, le sonrió con falsedad diciéndole que estaba grande para esas cosas y que a sus hermanos les convenía tenerla y como su padre priorizaba su amor por su nueva mujer que de su primogénita, no tuvo más que aceptar ante las súplicas de él.
Todo lo que ella tenía —a excepción de la consola— sus hermanos lo detestaban, porque "no es de niños cool leer o ver series" o "el k-pop es para niñas lloronas", por lo que, no se quejaba en lo absoluto, además, ella se había comprado sus propios vicios.
—Katrina—la voz de Sarah le sacó de su lectura, quitándole el auricular— en dos minutos hay que embarcar, prepara a tus hermanos
Suspiro guardando su lectura en su mochila, mirando a los niños.
—Ethan, Sam... es hora de irnos—sonrió sin ganas, observándolos apagar la consola y guardarla en su bolsito.
Y fueron a la fila, sacando todos sus pasaportes junto al boleto de avión de primera clase —la cual, profundamente Katherina odiaba—, notando que de sus hermanos el de ella era otro número y letra de asiento.
—¿Ya saben sus lugares?
—Si, B01 y C01–sonrieron ambos pequeños moviendo sus pasaportes.
—Nosotros A01 y D01, vamos al medio—Sarah sonrió feliz, ignorando su presencia.
—¿Y tu, Katherina?
—J11–comentó encogiéndose de hombros, sin importarle demasiado.
—¿Pensé que habías comprado para ella cerca de nosotros?
—Oh... pero no habían, pero Katrina esta grande... ¿no te molesta?—el tono de inocencia y mirada cínica de la mujer y la mirada de preocupación de su padre estaban ahí.
Katherina había aprendido a lo largo de su vida que Sarah siempre buscaba ponerla en conflicto con su padre y que nunca le funcionaba, por eso ella trabajaba y hacía méritos para si misma, como ser primer lugar o ser casi un fantasma.
—Estaba bien papá, de todas maneras, si el avión se cae, moriremos todos de la misma manera—sonrió encogiéndose de hombros, provocando que los mocosos abrazaran a su madre.
Por otro lado, Ren estaba mirando su pasaporte mientras que ansiaba por última vez un mensaje de Mira, algo que le diera una señal para quedarse.
—Pasajeros del vuelo 507 de Paris con destino a Tailandia, por favor acercarse a las puertas A6 para comenzar el embarque
Y como si fuera una hormiga, hizo lo que los otros pasajeros hacían, acercar y mostrar el boleto, pasar por la revisión de equipaje de mano y subir.
Demoró un poco debido a que siempre subían a los de más atrás, y cuando pudo hacerlo, notó en el asiento de la ventana a una chica leyendo un cómic y podía escuchar desde ahí la música que estaba escuchando. Se sentó en su lugar, junto a ella mientras dejaba bajo el asiento delantero su bolso de mano, notando que la chica había dejado una mochila con un llavero muy bonito de una jirafa de peluche.
Se acomodó, mirando de reojo de lo que se suponía que ella leía y sonrió, usualmente no se ven demasiadas personas leyendo a estas alturas.
—¿Cómo te llamas?—se escapó esa frase de sus labios, pero no escuchó respuestas.
UNA HORA HABÍA PASADO DESDE QUE HABÍAN DESPEGADO Y REN la dibujaba, tal y como la veía, su perfil con el cabello cayendo como cascada y los delgados y finos dedos con uñas con un diseño de estampado de vaca rosa y blanco sujetaban la historieta y las páginas....
—Disculpe, señorita ...—una azafata se había acercado— señorita... ¿la conoce?—le hablaron ahora a él.
La tocó con suavidad, haciéndole sentir corrientes eléctricas por su espina dorsal y la sacó de su ensoñación.
—Lo siento... —se disculpó quitando el auricular— ¿necesita algo?
—¿Usted es Katrina?
—Katherina—corrigió, haciendo a Ren sonreír ladino para empezar un nuevo boceto de otra perspectiva.
—Lo siento señorita Katherina, pero su padre quiere saber si usted esta bien y si usted quisiera cambiar su lugar con algún pasajero de allá adelante
Ren no la conocía en lo absoluto, pero ella era agradable y lo hacía sentirse en casa, incluso, juraría que incluso, estando con Mira ya no se comparaba con este momento... Katherina, su compañera de vuelo se había ganado toda su atención.
—Estoy muy bien aquí—agradeció— no se preocupe, de todas maneras, cada asiento y pasajero tiene una posición por algo... no quiero estropearles el sistema
—No se preocupe por eso, de todas maneras, me avisa cualquier cosa...
—Muchas gracias—la asistente de vuelo se había largado.
Ren carraspeó su garganta, llamando la atención de su compañera de asiento.
—Hola, Katrina—saludo, sonriendo con su sonrisa tímida y haciendo lineas al azar para crear las sombras del dibujo que estaba haciendo.
—¿Te conozco?
—Soy Ren, ahora nos conocemos—se acomodó en su asiento.
Y la castaña soltó una risita negando con la cabeza mientras que recogía su cabello en un pequeño moñito bajo.
—¿Así que eres de esos?
—¿Esos?—preguntó confundido.
—Si, definitivamente eres de esos, Ren
Ren. Su nombre era sencillo y corto, pero saliendo de los labios de su compañera que apenas sabía el nombre le había hecho sentir su estómago revolotear, así era cuando te enfrentabas a tu segundo amor... ¿no es así?
—No comprendo nada de lo que dices, Katherina—trató de imitar la manera en que ella dijo su nombre, sin lograrlo— ¿qué es lo que lees?
—Un manga—le mostró la portada— la verdad es que el concepto de mayordomo maldito es algo fantástico...
—¿Y puedo leerlo?—preguntó tímido, fijando su mirada en la de ella, buscando alguna señal.
—Claro, solo si tu me dejas ver mis retratos—comentó extendiendo el pequeño libro, haciéndolo reír.
—Trato hecho
Hicieron el intercambio, sintiendo el castaño como el roce de manos había sido casi como tocar las nubes.
—¿Sabes cómo se leen los mangas, Ren?
—¿Se leen de manera diferente?—preguntó confundido, abriéndolo como una historieta tradicional.
—De atrás para adelante y de derecha a izquierda—se inclinó para corregirle y luego, volver la vista a la libreta y comenzar a hojearla— solo tengo ese tomo, así que, si quedas intrigado puedes buscarlo en internet cuando estemos en Tailandia
Y asintió, sintiendo como ella le colocaba un auricular y escuchando unas melodías movidas y en coreano, sus mejillas se ruborizaron y su pecho se sintió cálido... y por arte de magia, Mira ya no existía en su corazón.
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