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| Capítulo 6 |

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«Una víctima perfecta…»

Luego de ladear una sonrisa maliciosa, se introdujo dentro del salón de clases y se sentó en el pupitre al lado de la joven Graham, quien se encontraba metida en su mundo sin prestar atención a la realidad, probablemente estaba pensando en su hermana y el hecho de la posible amenaza, mientras tenía clavada la mirada de un asesino con cara inocente.

«¿Serás tan inocente como aparentas, Stephanie? Ja, ja.»

Un crujido alertó al salón entero, la puerta había sido cerrada por el profesor que había llegado a impartir las clases, este llevaba su maletín y un par de libros en sus manos mientras caminaba al escritorio donde dejó las cosas y se apoyó en la pizarra obteniendo la atención de todos sus alumnos, incluyendo a Stephanie y a Félix.

—La mayoría de ustedes son nuevos este año y por ende no se conocen, por lo que haremos una actividad para que se relacionen y dejen de ser tan asociales. —media clase estalló en carcajadas. —La persona que tienen a su lado será su compañero o compañera de trabajo durante todo el año, así que procuren llevarse bien. —Félix volteó a ver de nuevo a la chica rubia, encontrándose con sus ojos azules, viéndolo con una sonrisa tímida.

—Parece que seremos compañeros. —ella fue la primera en hablar, dedicándole una sonrisa más confiada. —¿Puedo saber tu nombre?

—Sí, a menos que quieras llamarme “Chico, cuyo nombre no sé” durante todo el año. —Graham bufó ante tal sarcasmo. —Mi nombre es Félix.

—Lindo nombre, yo soy Stephanie.

—Lo sé, te he visto en las redes sociales durante los eventos de tu familia. —ella rodó los ojos y suspiro pesadamente. —Oye… Lamento lo de tu hermana, la situación sigue siendo reciente y debe afectarte. —habló con pesar, a lo que la joven sonrió incómoda.

—Gracias, pero ya he recibido bastantes pésames durante estos meses y siento que así no se puede avanzar si me siguen recordando eso. —quiso sonar triste o algo parecido, pero el pelinegro notó algo.

—¿Se puede saber…? Como murió tu hermana? —Stephanie se sobresaltó, no esperaba esa pregunta.

—Oh, pues… Durante la tormenta… Cayó del barco cuando una ola muy grande azotó contra nosotros… No pudimos salvarla…—hablaba mientras se acomodaba un mechón de cabello detrás de su oreja y desviaba la mirada con incomodidad.

—Estás mintiendo. —murmuró.

—¿Qué dijiste? —preguntó al notar el ceño fruncido de su compañero.

—¡Ahora que se conocen! —comentó el maestro a la vez que golpeó la mesa al llamar la atención de los demás. —Empecemos con la clase.

【…】

Dieron las nueve de la mañana que indicaba la hora del receso, todos los alumnos y maestros se encontraban en el comedor escolar merendando para recargar energías, algunos estudiantes jugaban futbol y algunos otros pasaban su tiempo en los talleres de música, arte, etc.

En una mesa de la cafetería se encontraba nuestro grupito favorito disfrutando y jugando con la comida mientras platicaban a gusto de su día y sus planes para la tarde.

—¡Oh, por Ryuk! —exclamó asombrada la baterista de la banda, ganándose la atención de sus amigos.

—¿Qué pasó? —preguntó Dayana.

—Creí que estas fotos iban a desaparecer al cruzar la frontera, pero aquí siguen. —dijo con melancolía al ver a su bestia salvaje, Errier, se había encariñado con el animal volador.

—Déjame ver. —todos se acercaron a la chica para ver las fotografías que se habían tomado con los dragones y en otras partes de la isla; había muchas fotos de Angie con el dragón que aprendió a domar y también sus amigos volando con sus dragones y unas cuantas fotos vergonzosas como la de Edward intentando bañar a su dragona, en la foto se mostraba todo lo contrario, él había caído del lomo del animal y la foto se tomó en el momento exacto, ocasionando que su cara fuera digna de un gracioso meme.

—¡Borra eso inmediatamente! —chilló de vergüenza.

—¡Oblígame! —protestó.

—¡Vaya, tienes talento en la edición digital! —dijo un chico que llegó a ver que pasaba en el grupito, los demás se alertaron por las fotografías, pero luego de analizar lo que había dicho el chico solo rieron aliviados, unos segundos después de que se fuera, suspiraron pesadamente.

—Juro que casi me desmayaba. —suspiró Stephanie.

—Sí, ¿Cómo rayos íbamos a explicar esas fotos? Lo bueno que de esta dimensión nadie cree en nada. —comentó Cristian.

【…】

En una mesa del rincón estaban Félix y Héctor platicando, bueno, Héctor era el que estaba a todo hablar porque el otro estaba viendo la mesa donde el grupito se encontraba, pero específicamente tenía su atención en la chica Graham, recordando lo de hace rato…

❝ Oh, pues… Durante la tormenta… Cayó del barco cuando una ola muy grande azotó contra nosotros… No pudimos salvarla…❞

—Estaba mintiendo. —soltó de repente, haciendo que su amigo dejara de hablar.

—¿Quién? —cuestionó.

—Stephanie. —dijo simple, sin quitarle la mirada a la mencionada.

—¿Por qué lo dices? ¿Cómo sabes que mentía?

Un recuerdo llegó a su mente…

【…】

Él estaba encadenado a una silla de metal sobre un suelo mojado, mientras con los ojos humedecidos por las lágrimas, su cuerpo tiritando de miedo al ver como su padre daba vueltas alrededor suyo con un cable pelado, el cual si lo soltaba podría electrocutarlo debido a la situación en que se encontraba ahora. Gracias a un estúpido intento fallido de querer escapar de Derek fue que llegó hasta aquí y ahora ya no había escapatoria, fueron incontables las advertencias que le dijeron al querer huir, las ignoró pensando que podría salir ileso, cosa que no fue así y ahora solo esperaba el momento en el que el cable cayera al suelo y lo matara.

—¡Te lo juro, no intentaba escapar, es un malentendido! — lloriqueaba, suplicando por su vida.

—¿’’Malentendido’’? Intenta usar otra excusa, bastardo. —expresó con desagrado.

—¡No intentaba huir, solo quería dar una vuelta con Héctor, pero él había cambiado el lugar de reunión y…! —Derek lo agarró fuertemente de la mandíbula, impidiéndole seguir hablando.

—¡¿A quién tratas de engañar?! —le gritó. —Sé que estás mintiendo ahora mismo, escoria. —soltó una risa burlona. —¿Y sabes como lo sé? —soltó él, agarré de su rostro y llevó su mano al cuello del muchacho, buscando una vena para sentir su pulso. —El corazón late diferente cuando sentimos distintas emociones, y en este caso… Los nervios que sientes al tratar de mentirme hacen que se acelere.

Las lágrimas no parecían cesar, en vez de eso aumentaban, él sentía que moriría en ese mismo instante, solo estaba esperando que el cable cayera al suelo y lo electrocutara ahí mismo, apretó sus ojos dedicándose a esperar la tragedia… pero al parecer aquel hombre no tenía intenciones de soltar aquella cosa, en su lugar soltó una escalofriante carcajada.

—¿Piensas que te voy a matar? No, eso sería hacerte un favor, pero sí lo que deseas es sentir la corriente… —se levantó y salió del charco de agua donde estaba el joven gritando con todas sus fuerzas que no lo hiciera.

—¡Por favor, Derek, no lo hagas, nunca te mentiría! —gritaba aterrorizado.

—Eres un cínico de lo peor, Félix. Probemos si aguantas diez segundos…

【…】

—¿Félix? ¿Estás ahí? —Héctor movía su mano constantemente frente a los ojos de su amigo que se había quedado ido viendo a la nada.

—¡Uh, basta! —lo detuvo y volteó a verlo.

—Bien, retomando… ¿Cómo sabías que Stephanie mentía y sobre qué mentía? —volvió a preguntar.

—Estábamos hablando sobre la muerte de su hermana y cuando le pregunté cómo murió… Su corazón palpitó más rápido, como si estuviera nerviosa al intentar mentir… U ocultar algo… —mencionaba con cierta duda y sospecha.

—E-Espera, ¿oíste su corazón? —preguntó muy confundido mientras movía sus manos de un lado a otro. —¿Eso siquiera es posible?

—Sé que suena raro y hasta imposible, pero sé que lo que pasó y, si te soy sincero… —dirigió su mirada nuevamente a la mesa donde se encontraba aquella chica y de la nada, una sonrisa maliciosa se formó en sus labios junto con una mirada de la misma. —… Eso llamó mi atención.

—¿De qué manera llamó tu atención? —cuestionó.

—De muchas maneras. —soltó una risilla para volver a dirigirle su atención a su amigo. —Es un hecho que todas las personas adineradas y con mucho poder guardan secretos, no me sorprendería que con los Graham fuera así.

—Y, suponiendo que tengas razón, ¿qué ganarías revelando un secreto? —dudó.

—Caos. —se cruzó de brazos y se sentó derecho en la silla. —Si el secreto llegase a ser muy impactante, el caos que generaría sería indescriptible y sería muy divertido ver como se matarían entre sí. —miró de reojo a aquella mesa junto con una sonrisa ladeada. Su amigo lo miró con inquietud.

—Ya en serio, necesitas terapia. —expresó intranquilo.

—¿Qué tal un exorcista, mejor? —la campana sonó, anunciando el final del recreo. Ambos jóvenes se levantaron y se fueron rumbo a sus respectivos salones de clase.

En la sala de computación, a Félix y Stephanie les tocó compartir la computadora, puesto que ahora eran compañeros. Él pudo notar que los comportamientos de su compañera era muy extraños; con el más mínimo roce entre ambos, ella se exaltaba, sus mejillas parecían teñirse en un suave tono rojizo y a veces tartamudeaba y evitaba el contacto visual. A cambio, él solo se dedicaba a sonreír levemente, confirmando así sus sospechas.

Durante el transcurso de la clase, ninguno de los dos prestaba mucha atención a lo que la profesora explicaba, ambos estaban más interesados en las acciones del otro, ella por interés y él por malicia, pero no podía negarse que ambos se sentían atraídos.

【…】

—Bien, para la próxima semana quiero que me traigan un informe sobre la carrera de informática, consideren esto un puntaje extra en caso de no poder aprobar el parcial. —explicaba la maestra. —Vayan trabajando desde ahora, esa será su tarea este día.

—Rayos, hoy debíamos ensayar. —murmuraba Graham.

—¿Pasa algo? —preguntó, llamando la atención de su compañera.

—Oh, nada, solo que no esperaba llevar tarea el primer día. ¿Dónde deberíamos juntarnos para hacer el trabajo? ¿Quizá en tu casa?

—¡No! —exclamó nervioso, ella lo miró extrañada. —No…, a mi padre no le gustan las visitas y me lo tiene estrictamente prohibido. —se explicó.

—Entiendo, en ese caso, ¿qué te parece si vamos a la mía a eso de las dos de la tarde?

—Eso estaría bien, ¿me das tu dirección?

—Será complicado que te dejen entrar tan fácilmente, pasaré por ti en el parque, frente a Pizza Hut, ¿te parece? —ofreció.

—Como quieras, linda. —casi de inmediato, ella giró su cabeza disimuladamente hacia la pizarra para ocultar el color de sus mejillas, ¿acaso le gustaba? Pensamiento en la mente del protagonista, esa sería una oportunidad que no dejaría pasar.

【…】

A la salida, el grupito musical se juntó en la cafetería, para comprar algo antes de irse del colegio, y las amigas de Stephanie aprovecharon para preguntar acerca de cierto chico nuevo en su salón.

—¡Stephanie, qué suerte tienes! —chilló Rebeka.

—¿Por qué? —indagó.

—Pues porque tu compañero es el chico más guapo que he visto, ¡vi a un ángel en la tierra, amiga! —expresaba con alegría.

—Solo dale su número y termina con esto, me duelen los oídos. —se quejó Grace.

—¿Sabes como se llama? ¿De dónde es? ¿Cuántos años tiene? ¿Qué le gusta? —interrogó con ansiedad a su amiga, logrando incomodarla.

—No, porque no estoy en el FBI o la CIA, además ¿por qué debería saberlo?

—Duh, es obvio que será tu siguiente pretendiente, esto pasa casi siempre cuando un chico lindo aparece. —explicaba Grace.

—Pues ya no más, no estoy interesada en él, en lo absoluto. —aclaró.

—¡Felicidades! Entonces no interferirá con nuestras prácticas, ¿no? —Angie se metió a la conversación, saltando a la espalda de Graham.

—Eh… Somos compañeros de trabajo y tenemos un proyecto que hacer, de hecho iba a decirles que no voy a poder ir hoy.

—¡Por el honor de Wolfgang! ¿Qué maestro es? Necesito darle una paliza. —se molestó.

—Relájate, intentaré hacerlo lo más rápido posible para estar con ustedes. —apoyó su mano en el hombro de la chica y ambas se sonrieron, de repente una bocina sonó indicando que habían llegado a recoger a Stephanie. —Nos vemos mañana, chicos. —se despidieron con un abrazo grupal.

【…】

—Amigo, creo que estoy muerto. —soltó de la nada Héctor.

—¿Por qué lo dices? —preguntó.

—Porque vi un ser celestial. —balbuceó mientras su mirada estaba embelesada en nada más que Angely Roberts.

—En todo caso, ¿no sería un ser maligno? —se burló.

—Hey, ¿quién dice que los demonios no se ven así de lindos como ella? —protestó.

—Eres patético, me voy. —dijo para finalmente salir del establecimiento hacia la construcción que llamaba “casa”.

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¿Cuánto había pasado ya? ¿Minutos? ¿Horas? ¿Quién sabe? Solo supo que despertó tirado en el charco donde anteriormente había sido torturado con la corriente eléctrica, una vez su vista se aclaró, pudo distinguir cierta risa burlona detrás de él y de repente sintió como fue suspendido junto con la silla a la que seguía atado, ahora estaba devuelta en la misma posición anterior.

Sintió una fuerte presión en su hombro izquierdo, luego aquella mano subió hacia su cabeza y la giró hasta una esquina donde se encontraba colgando el cuerpo desnudo y ensangrentado de una mujer, bajando la mirada estaba un cuerpo más pequeño, como el de un niño de unos diez años en la misma situación que el anterior, sin mencionar los incontables rastros de sangre por todo el lugar.
La mano de aquel cruel ser humano lo soltó después de darle una cachetada fuerte, Derek camino hasta estar frente a su hijo u se apoyó en una rodilla mientras lo veía de forma amenazante y decepcionada.

—Creí que resistirías más, así no te críe. —se quejó. —Unos cuantos voltios y caes desmayado por cuatro horas, qué decepción. —el joven agrandó sus ojos ante lo que había dicho su progenitor, ¿tanto tiempo estuvo inconsciente?

—¡Bloody, ya nos vamos! —se escuchó una voz masculina afuera de la habitación donde se estaban. —¡Estaremos en el auto, apúrate!

—Como sea, me tengo que ir. —se levantó y camino detrás del chico para desatar lo y tirarlo nuevamente al suelo. —Limpia este desastre y hazlo bien. Si intentas escapar otra vez, habrá leones hambrientos esperándote. —ladeó una sonrisa para salir de la habitación, dejando al joven estremeciéndose del terror.

Al quedar completamente a solas en aquel cuarto húmedo, suspiró pesado y se levantó con dificultad para hacer lo que le habían ordenado lo más rápido posible para encerrarse en su habitación, el único lugar donde se sentía relativamente tranquilo.

Arrastró con fuerza los cadáveres por toda su casa hasta llegar a una puerta al final del pasillo de la planta baja, dejó el cuerpo a un lado para abrir aquella puerta con su mano temblorosa, encendió la luz de aquella habitación donde yacían más cuerpos de las víctimas de su padre, todos iguales; desnudos y con marcas de apuñaladas por todos lados, algunos mutilados y otros sin sus órganos internos.
Félix odiaba que le dejara este trabajo a él porque le aterrorizaba, entrara esa habitación donde lo había encerrado tres días, simplemente porque no había querido asesinar a un amigo suyo de la infancia, al final terminó por hacerle caso y matarlo dentro de ese oscuro cuarto. Sacudió su cabeza, apartando esos pensamientos horribles para seguir con su tarea; tiró ambos cuerpos y azotó la puerta.

No pudo contenerse más, estalló en llanto y se deslizó hacia el suelo, llorando como si no hubiese un mañana, echándose la culpa por sus desgracias, por haber nacido, por todo lo que le pasaba en ese momento; por no haberlo hecho antes. Intentó suicidarse incontables veces, pero la misma voz le decía que no, una y otra vez, cada que lo intentaba, su madre le decía que no.

Con un semblante de ira se levantó rápidamente y fue a la cocina donde tomó un filoso cuchillo y lo ubicó donde estaba su corazón, jadeó cuál canino para calmarse y poder hacerlo de una vez, pero oh, sorpresa…

«¡Félix, no te atrevas!»

Aquella frase retumbó por toda la casa, esa voz lo tenía harto, pero al intentar presionar el cuchillo este parecía no ceder, sin importar la fuerza que usaba ese no traspasa a su corazón. Gritó con todas sus fuerzas intentando acabar con su miserable vida de una vez, siendo detenido por la voz de su madre, resonando en su cabeza y en todos lados.

«¡Aún no es tiempo!»

Llevó sus manos a sus oídos para no seguir escuchándola, cayó de rodillas al suelo, suplicando que lo dejara, que se fuera, que lo dejara acabarse. Más esos ruegos no eran escuchados, por más que lo intentaba, ella no lo dejaría irse de este mundo sin antes haber cumplido con su propósito.

Félix tiró aquella cosa filosa al suelo lejos de él y volvió a estallar en llanto, levantó su vista hacia el techo para gritarle.

—¡¿Y cuándo será?! ¡¿Cuánto más quieres que me quede en este infierno?! ¡¿Por qué jodidas mierdas no me dejas matarme?! —exclamó con enojo y tristeza.

«Solo espera, mi niño. Lo entenderás pronto. »

【…】

—Me gustaría saber cuando será ese “’pronto". —dijo con pesadez frente a la tumba de su madre, dejó caer una rosa blanca sobre ella. —Pff, tú y tus acertijos. —bufó para darse la vuelta y salir del cementerio.

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