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| Capítulo 4 |

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Puede que sean los nervios, pero un nombre sigue sonando en mi cabeza...

Deadmon

Deadmon

Deadmon

Suena importante, y también familiar, pero nunca he escuchado ese nombre en ninguna boca, salvo del Consejo Real mientras hablaban con mi abuelo, escuché por accidente.

Sea lo que sea, debo relajarme, no debe ser algo tan relevante, a fin de cuentas, solo fue una pesadilla...

Una pesadilla repetitiva.

En fin, tengo cosas más fundamentales de las que ocuparme, como por ejemplo, mi novio y su apetito por sangre de vampiros.
Sí, de vampiros, las primeras semanas fue una batalla campal contra él, tenía que tener cuidado si no quería que me matara; estuvo encerrado en un calabozo durante un mes mientras buscaba la forma de controlarlo sin herirlo.

Gracias a Matt, un brujo del Aquelarre del Sol, encontramos un hechizo para calmarlo. Tal parece que se debía a que fue mucho veneno en la poca sangre que quedaba en su sistema cuando lo convertí.

Ahora todo está bien, aunque sigo teniendo precauciones.

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Finalmente, amaneció y los rayos del sol se colaban por la ventana de mi habitación hasta llegar a mi rostro somnoliento, despertándome lentamente, me removí en la cama mientras me despertaba, al abrir los ojos con dificultad gracias a la luz del sol, pude encontrarme con el rostro aún dormido de Daniel.
Se veía tan tranquilo durmiendo, tan lindo; cada facción suya era preciada para mí, esas hermosas pestañas, sus mejillas que se tiñen de un rojo carmesí muy lindo cuando está conmigo, sus labios, esos labios que gritaban que los besara sin parar.

Deslicé mi mano con delicadeza en su mejilla, repasando el contorno de su rostro con suavidad, de repente, él parecía estar despertando, por lo que me acerqué más a su rostro y le deposité un beso en su frente al cual él recibió con una risilla al estar despierto.

―Buenos días a ti también, su alteza.― dijo somnoliento, pero con su sonrisa de siempre.

―¿Cómo te sientes?―pregunté un tanto preocupado.

―Bien, ya no debes preocuparte por eso, no volverá a pasar.― sonó afirmativo, por lo que sonreí complacido, él llevó una mano a mi mejilla. ―Así que... ¿Puedes quitarme esta cadena? Es un poco exagerado. ― refunfuñó, tratando de zafarse de la cadena de su muñeca que lo mantenía atado al suelo.

―No, la última vez trataste de arráncarme un brazo, así que ni lo sueñes. Hasta que esté completamente convencido de que tu lado asesino de vampiros se calmó, ya no dormirás con eso.

―¡Oh, vamos Dylan!― reclamó, a la vez que se movía como loco. ― ¡Quítame esta maldita cadena!

―No.

―¡Dylan Redford!

―¿Qué?―pregunté incrédulo.

―¡Quítame. Esta. Maldita. Cadena!― a decir verdad, ya está siendo irritante.

Me reí de su irritabilidad unos segundos y él me dedico una mirada asesina, estaba molesto, me detuve para después posicionarme sobre él y besarlo, obviamente aceptó gustoso el beso. Luego de un rato lo solté y gritó un agudo: ¡Al fin!

Esta tarde tendríamos un duelo de esgrima, y luego veremos qué hacemos, seguro va a querer ver series... Solo que él se pone dramático al terminar de ver una.

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En El Templo BlackMoon, una Omega paseaba por los pasillos de mármol blanco, iba en camino a buscar a su hermano para ir a convencer a Dylan de que los invitara a la coronación, pues es tradición vampírica solo invitar a los de su especie a las ceremonias de coronación, pero como Alexa es una chica testaruda, le gusta romper algunas reglas.

Entró de golpe en la habitación de su hermano y para su sorpresa la habitación estaba vacía, ella rodó los ojos al no encontrarlo. Pronto, se le acercó una mujer. Maritza, la curandera.

―Buen día, Alexa.― saludó.

―Hola Mari, ¿qué te trae por aquí? ―preguntó amablemente.

―Necesito hablar con tu hermano sobre algunas cosas de la manada. Por cierto, no lo encuentro. ―en ese momento, Alexa supo exactamente dónde estaba su hermano. Suspiró y se acercó a la curandera.

―¿Sabes qué? Avísame si hay una habitación grande disponible, para dejar a Delancy y a Christopher ahí, pues pasan juntos todo el tiempo. ¡Y no es sarcasmo! ―gritó lo último mientras caminaba hacia la habitación de su cuñada.

―Estos jóvenes de hoy en día.― suspiró la mujer.

•⊱ ... ⊰•

Y, en efecto, en la habitación de la nueva Omega de la manada BlackMoon se encontraba el dichoso alfa, acurrucado en la cama con su novia entre sus brazos, durmiendo pacíficamente, siendo tapados por un cálido edredón blanco.

El ambiente dentro del cuarto era cálido y acogedor, solo sus respiraciones pacíficas eran el único sonido dentro de esas cuatro paredes, los rayos del sol naciente que se colaban por las ventanas no eran percibidos por la pareja, pues se encontraban en el mundo de los sueños.

Estos momentos se habían vuelto habituales para Delancy y Christopher, pues a la Omega le costaba dormir los primeros días, al ser un nuevo ambiente donde prácticamente solo estaba ella, pues Daniel se había ido con su novio al Castillo Negro en la Nación Vampírica, de vez en cuando el alfa llegaba a hacerle compañía.

Y entre tanto y tanto, ya se habían acostumbrado a la compañía mutua que se había vuelto normal el hecho de que ambos dormían juntos todo el tiempo, como también salir a medianoche a correr a las Montañas Nevadas, donde después de tanto correr, terminaban descansando juntos sobre la blanca y suave nieve.

Iban a levantarse, claro esta, pero a su tiempo, puesto que con la intensa de Alexa y sus actividades diarias, terminaban agotados, tanto ellos como la manada entera.

La vida de Delancy había hecho un cambio radical, pero fue bueno para ella porque su ambiente no era aquel ambiente tan tóxico con su familia, era un ambiente pacífico y alegre; fue un cambio para bien.
Y aunque extrañaba su antigua vida, aún podía comunicarse con sus amigos y su hermana, pues al estar en un mundo mágico eso no era imposible. Alexa y Christopher le enseñaron como hacer el hechizo espía para comunicarse con sus seres queridos de la otra dimensión.

Y en cuanto a la relación con las personas de la isla, su relación de amigos era divertida; cada día era una nueva aventura y nuevos lugares para visitar... Y nuevas bromas para hacer con los espíritus de zorros bromistas. La mayoría de las bromas las hacían Jian y Maylin, junto con Melody, Erick y Shaoran, y las bromas iban dirigidas a la princesa hada y a su pareja (finalmente) oficial, Dalai.

En cuanto a Daniel, pues, resulta que las primeras semanas de su vida como vampiro, las cosas fallaron un poquito y en vez de que se volviera loco por la sangre común y corriente de cualquier especie, pues... Resultó que le atraía la sangre de los vampiros. Sí, un vampiro caníbal.

Como se mencionó anteriormente, fue una verdadera batalla lidiar contra un vampiro de este tipo, paso un mes encerrado en un calabozo por el bien de todos los chupasangres, pero gracias a la cooperación del brujo Matt Lodge, y obviamente del Príncipe Dylan, controlaron a su nuevo integrante para que pudiera tener una vida tranquila dentro de lo normal y sin que nadie, ni su novio, corriera peligro alguno.

Y bueno, así es la nueva vida de dos de los integrantes del BFS en la Isla de los Dioses.

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Lunes, maldito día.

Me había quedado en casa de Héctor, no tenía ganas de volver a la mía y encontrarme con esa pesadilla viviente. Me levanté antes que mi amigo, puede ser porque yo no bebí mucho. Encendí la televisión y mientras cambiaba de canal, me topé con el canal de las noticias y casualmente estaban reportando el homicidio que cometí en el parque ayer.

Y nuevamente, no tienen ninguna pista de quien lo hizo.
Como siempre.

Me levanté del sofá y tomé mi chaqueta y me puse mis zapatos para salir de la casa de Héctor, cuando despierte me escribirá enojado preguntándome por qué me fui. Caminé hasta mi casa, maldita sea la hora en la que salí sin mi motocicleta, mientras iba caminando por el parque, vi a un par de patrullas policiales estacionadas, decidí ver que estaban haciendo y un oficial se me acercó, carajo.

―Niño, ¿Estuviste aquí ayer?―preguntó.

―Sí, ¿Por qué?― maldición, no... No pueden sospechar de mí, sería una gran coincidencia.

―Ayer asesinaron a un joven por estos rumbos, era el hijo del gerente del Banco Occidente, estamos interrogando a la gente.

―Pues yo no sé nada, ayer si vine después de matricularme.―dije calmado. ―No vi nada ni oí nada.

―¿Seguro?― odio cuando hacen esto. ―¿Te han interrogado antes? Me pareces conocido.

―No, porque no he hecho nada malo y con respecto a lo otro, nunca lo he visto hasta hoy. ―me crucé de brazos, mirándolo fijamente, manteniendo mi semblante serio.

―Ok, continua con tu día.― seguidamente se retiró a interrogar a alguien más. Lo mismo digo, oficial.

¿Qué tan importante era ese chico? He matado a muchas personas y nunca han hecho una investigación con más de un día, simplemente los dan por muertos y ya.

Como sea, después de unos minutos llegué hasta la horrible construcción que le digo casa, afuera estaba estacionado el auto de Derek y dos motocicletas además de la mía, suspiré pesado y entre a la casa que estaba a oscuras, a excepción de la luz de la sala que estaba encendida y el ruido del televisor y las risas de aquellos tres tipos.

Fui directo a las escaleras para ir a mi habitación cuando escuché que me llamó.

―¿Fuiste tú, cierto?― escuché desde la sala, y yo que no quería que me viera. Me di la vuelta y me asomé a la sala.

―Tal vez sí, tal vez no; ¿Quién sabe? ¿Por qué el interés?― dije con voz átona, y con una mueca de desagrado.

―¿Si sabes que ese niño era un "niño prodigio"?

―Ugh, a quien le importa, he matado a varios así. ― me di la vuelta para subir a mi habitación y lo escuché decir lo siguiente.

―Y antes te negabas a matar, "quitarle la vida a las personas es malo" decías, ¡Ja! Mírate ahora, te divierte.―soltó una risa maliciosa.

―¿Y de quién es la culpa? ―dije casi en un susurro y sin mirarlo, con la vista hacia el suelo. De repente, se levantó del sillón y se me acercó y dejó caer su mano en mi hombro, juro que me entró un miedo horrible.

―Yo solo te enseñé como hacerlo, tú hiciste lo demás, ¡Hasta le añadiste tu toque personal! ―comenzó a darme palmadas en el hombro y luego me apretó fuerte, eso me hizo abrir los ojos hasta su límite. ―No me culpes a mí, Félix. ―me susurró al oído, sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo.

En cuanto me soltó me encamine nuevamente hacia donde iba en primer lugar, subí lo más rápido que pude y me encerré en mi habitación.
Tiré mis cosas al suelo y di un largo suspiro de alivio. No tenía planeado hacer nada a las diez de la mañana, excepto acostarme y perder el tiempo en mi celular. Cuando de repente mi anillo comenzó a brillar otra vez, y me dio hambre otra vez, de nuevo, de sangre. Me acerqué a la hielera que tenía cerca y saqué una botella para beberla, cada que bebía sangre se sentía como un gran alivio; una sensación increíblemente reconfortante, muy adictiva y vital para seguir con vida, algo demasiado necesario.

Terminé con una botella y tomé otra, aun tenía sed, la bebí muy rápido, tanto que me manché la parte baja de mi rostro y mi camisa, arrojé la botella a un lado, me levanté para ir rumbo al baño a darme una ducha y cuando me volteé... me asusté con lo que vi...

¿Félix...?

Era mi mamá, apareció frente a mí y tenía una expresión de miedo y sorpresa, me quedé estático al verla ahí, al segundo que parpadeé ella desapareció, miré por toda la habitación y ella ya no estaba, ¿Qué mierda acaba de pasar? Creo que me emocione con la sangre... Pero ahí no se detuvo, volvió a aparecer detrás de mí...

¡Búscalo, debes encontrarlo!

Me di la vuelta al escucharla, y de nuevo volvió a desaparecer, así estuvo unos segundos más; desapareciendo y reapareciendo mientras me repetía la última frase que cada vez sonaba más aterradora y como un grito potente. Cubrí mis oídos ante los alaridos que se volvía cada vez más y más irritantes y aterradores, mis oídos dolían y al no poder contenerme más, cerré mis ojos con fuerza y grité lo más fuerte que pude...

Cuando los abrí, por unos segundos mi visión se volvió más ¿aguda?; veía tan claramente que parecía ser un día muy iluminado cuando mi ubicación estaba casi totalmente a oscuras, incluso, podía ver cosas que estaban muy retiradas desde la ventana que tenía enfrente. Y de un momento a otro pude escuchar demasiadas cosas; la televisión como si estuviera enfrente de ella, a Derek platicando con los otros dos sobre por qué grité tan fuerte... ''Déjenlo, está loco'', escuché que dijo, los automóviles de la carretera, los diálogos del programa que estaban viendo, ¡podía escucharlo todo! Eran demasiadas cosas fuertes sonando en mi cabeza, caí de rodillas al suelo tratando de buscar una posición más cómoda para soportar estas cosas, y ni habla del olor de la sangre que me abrumaba a un nivel insuperable; sentí un dolor en mis ensillas, abrí la boca intentando soltar otro grito, pero en vez de eso sentí que mis dientes dolían, solté un quejido de dolor que sonó como un ¿gruñido?

No lo soportaba, ¡y ni siquiera sabia que demonios pasaba! Y tan repentinamente como pasó, se fue; ya no sentía nada, como si nada hubiera pasado. Me quedé en shock unos minutos, viendo a la nada mientras intentaba analizar que había pasado, recordando lo último que me había dicho mi mamá, y de la nada dije algo...

―¿Su diario?― dije sin pensar. ¿Por qué su diario? ¿Que tiene que ver su diario con lo que me pasó?

De repente, mi celular sonó, me levanté casi inmediatamente y lo tomé, Héctor me estaba llamando y así que le contesté.

―¡¿Por qué te fuiste y que hiciste con mi botella?!― me gritó a través del celular.

―Tú te la terminaste ayer.― expresé obvio.

―¡No-o, mentir-a...!―habló, siendo interrumpido por un hipo repentino.

―¿Estás de goma?― pregunté.

―¿Tal... ves...?―respondió dudoso.―Como sea, estoy aburrido, ¿vamos a divertirnos más tarde?

―No inventes, ya me interrogó la policía hoy en el parque, además, deja que se te pase la goma. Mañana sin falta iremos a algún lado.

―¡Ugh, bien!―habló fastidiado y colgó la llamada.

Solo espero que estas cosas extrañas no me sigan pasando porque en dos semanas empiezan las clases y no quiero lidiar con esto, y también quiero aprovechar estas semanas para divertirme lo más que pueda, ya que con esa responsabilidad no tendré tanto tiempo libre como ahora.

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