| Capítulo 9 |
Luego de un largo recorrido por el hermoso valle, llegamos a Las Montañas Nevadas de la Isla, el hogar de los Licántropos.
Bellísimo, ¿no lo creen? Íbamos en dirección al Templo de la Luna, según lo llaman ellos, ahí es donde está ubicada la Piedra Lunar. Yo iba aferrada a Cris, solo una vez monté a caballo y no fue la mejor experiencia; casi llego a besar el suelo, y montar a un lobo no es tan diferente, pero me sentía más segura que con un caballo.
Después de un rato finalmente llegamos, bajé con cuidado y seguidamente Cris volvió a su forma humana.
— ¿Te gustó? — preguntó
— Sí... Fue mejor que andar a caballo. — afirmé.
— ¿Por qué Melody siempre llega tarde? — se quejaba Aurora mientras caminaba con los brazos cruzados.
— Pienso que está buscando a Erick. — habló Dylan. — Sabes que él siempre se tarda.
— Cómo sea, qué nos alcancen. Vamos. — dijo la hada y caminó hacia el Templo junto con nosotros detrás de ella.
Caminamos dentro de este y era tan majestuoso; las paredes eran de mármol blanco y las ventanas de cristal, había un hermoso candelabro de cristal colgando del techo y muchos grabados en las paredes que tenía forma de lobos aullando a la luna, las faces de la misma y muchas cosas más. Llegamos hasta una puerta que tenía grabado un símbolo extraño:
Los collares de Alexa y Cristopher comenzaron a brillar y con ellos, el mío.
Seguidamente, el símbolo de la puerta se iluminó por unos segundos para luego abrirse dejándonos pasar, a dentro se encontraba la Piedra Lunar, la fuente de los Licántropos.
— Delancy, esta es La Piedra Lunar, la fuente de los poderes de los licántropos y existencia de nuestra especie. — contaba Cris. — Hay una larga e interesante historia detrás de esta simple roca mágica.
— Sí, y también está conectada con las demás runas mágicas; El Rubí Vampírico, El zafiro marino, El ámbar místico y La esmeralda de la naturaleza, todas están conectadas y si algo le pasa a una le pasa a todas. — decía Dylan.
— Wow ... ¿Podré escuchar la historia completa? — pregunté, a lo que me respondieron que sí.
— Estaremos aquí un largo rato. — habló Eliza mientras se recargaba en la pared cruzando los brazos.
— Aburrida. — le dijo Dylan, tratando de molestarla, honestamente me gusta como se llevan, se nota que son unidos.
— ¡Oye! He escuchado esa y muchas historias más y creo que ya me las se de memoria.
— Si si, lo que digas.
— ¿Me van a dejar hablar? — pregunto irritado y arqueando una ceja Cris, a lo que todos bufaron. — Gracias, para empezar, todo comenzó con Los Dioses Del Olimpo...
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— Vaya... ¡Asombroso! Es increíble, pero... Eso no responde todas mis dudas. — dije, la historia fue increíble, pero me dejó con más preguntas de las que tenía.
— Tranquila, hey ¿Cuánto falta para el desfile de tus padres? — preguntó Eliza.
— Dos semanas casi, ¿por qué?
— Lo sabrás, en dos semanas. — me guiñó, dejándome más confundida.
— ¡Lamento llegar tarde chicos! — escuchamos que alguien nos hablaba, nos dimos la vuelta y era Melody junto con otro chico.
— Hola a todos mis estimados amigos y futura BlackMoon presente, soy Erick SeaWild, un placer por iluminarlos con mi presencia en este magnifico día. — decía el chico dramáticamente, creo que es actor o algo, lo saludé.
— ¿Por qué se tardaron tanto? — exclamaba Aurora, claramente no le gusta la impuntualidad.
— El señor aquí presente estaba en su "siesta de belleza". — decía remarcando las comillas con sus dedos, volteando a ver a su hermano.
— Cállate, ¿quieres? Y no estaba haciendo eso, estaba pensando en lo hermosa que es mi novia y en un hermoso futuro a su lado mientras dormía. — al decir eso el rostro de Alexa se torno completamente rojo, parecía un tomate, aunque intentaba disimularlo no podía.
— Oigan, vamos a correr un rato, estoy aburrida. — decía Eliza.
— En realidad... Quiero hablar con Delancy un momento. — dijo Cris mientras se acercaba a mi. — A solas.
— Uy, bien, ok, vámonos chicos. — dijo Aurora mientras empujaba a todos fuera de la habitación y la puerta se cerraba detrás de ellos, dejándonos adentro.
— ¿Qué sucede? — pregunté nerviosa y voltee a verlo.
— Nada, solo quiero estar contigo un momento antes de que te vallas, aunque te veré más tarde en la noche. — me dijo con una sonrisa en su rostro, mirándome directamente a los ojos. — Quiero conocerte mejor.
— ¿E-en serio? — pregunto nuevamente, mientras el se acerca a mi.
— Sí. Y si te sientes incomoda aquí, vamos a otro lugar más abierto. — propuso.
— Vamos al balcón de ahí. — señalo con la mirada. — Me gusta ver el paisaje.
— Bien. — el tomó mi mano, volteé a verlo, sintiendo mis mejillas arder, y las suyas tiñéndose de un rojo muy lindo, y esa sonrisa, oh, esa hermosa sonrisa suya. — Vamos.
Hablamos un largo rato sobre nuestros gustos y disgustos, nuestros pasatiempos y más cosas, ¿Quién diría que resultaría que tenemos muchas cosas en común? Honestamente no quería que el hechizo se acabara, porque me siento muy cómoda aquí, más con él. No suelo creer mucho en el destino pero, tal vez el que lo conociera debía pasar.
Platicar con todos los demás se siente como con mi escuadrón, después de un rato de hablar con Cristopher nos reunimos con los demás, aproveché para preguntar lo que más me causaba curiosidad.
— Oigan, ¿Por qué les interesa tanto el día del desfile de modas? — pregunté.
— Eres curiosa veo. — dijo Erick.
— Bastante, sí. — hablé en respuesta.
— Ese día habrá luna llena, y también una tormenta. — ¿Eh? ¿Y eso que tiene que ver?
— Oye, si estoy en lo correcto, la primera noche cuando tu abuela te dio el collar, ¿soñaste que estabas en el mar sola? — ¿Qué? ¿Qué tiene que ver mi abuela en esto? ¿Cómo supo lo que soñé? A no ser que...
— S-si... ¿Significa algo? ¿Qué tiene que ver mi abuela con esto?
— OK, conocimos a tu abuela, ella originalmente tenía ese collar pero pasaron un par de cosas y eso llevó a otras y ¡ay! Me llevará un siglo contar la historia completa. — dijo Alexa mientras masajeaba el puente de su nariz.
— Momento, ¿la conocieron? ¿Cuántos años se supone que tienen o como funciona el tiempo aquí? ¿Estoy alucinando o que?
— No lo estas, funciona normal pero como somos sobrenaturales, tenemos mas tiempo de vida, aunque si se podría decir que un año aquí son como diez o veinte allá en su dimensión, más o menos. — explicaba Eliza, ahora si que estoy más confundida.
— Pero ¿Por qué estoy aquí? ¿De verdad son reales? ¿Este lugar existe? ¿Por qué sólo yo puedo verlos?
— Porque eres elegida por la Piedra Lunar, eres el elemento faltan te para que la manada BlackMoon este completa, somos reales y Melissa también fue elegida pero ella no quiso quedarse, no quería abandonar su hogar.
— Se que debes estar super confundida pero no te estamos presionando, es verdad que llevamos años buscando el último elemento de la manada pero que esto no sea un peso para ti, nadie te obligará a hacer algo que no quieras, pero siempre estaremos contigo y si tienes más dudas, tu abuela podrá explicarte también.
Me explicaba Cris, ahora si que no se si ya me volví loca, ¿Cómo es que mi abuela sabe de todo esto o por qué nunca me lo dijo sabiendo que esto pasaría? ¿Debería aceptar o no? ¿Qué se supone que haga? Se que dije que si aceptaría dejar todo lo malo atrás, pero no se si estoy lista.
De pronto los collares de Cris, Alexa y el mío brillaron, vi como mis manos parecían desvanecerse, volviéndose transparentes, ¿Se acababa el hechizo?
— ¿Oigan, que pasa? — pregunté confundida y algo asustada.
— Tranquila, se termina el tiempo del hechizo pero estarás bien.
— Ya sabes a quien pedir ayuda si la necesitas. Te vemos luego, Delancy.
Tan pronto como dijo aquello, una luz blanca envolvió el lugar y a ellos desapareciéndolos, cerré mis ojos ante la intensidad de la luz y de repente, aparecí en mi habitación, regrese a mi cuerpo, se sintió extraño la verdad, como en esos sueños que imaginas que caes desde muy alto. Estaba sentada viendo mi celular, aparentemente ya había terminado mi tarea y estaba descansando.
Después de analizar que realmente había regresado me levanté de la cama y me encaminé a la puerta y salí de mi habitación, ya era de noche, vi la hora y eran las siente y media, rayos, probablemente mi abuela ya se fue a dormir, pero no me quedaré con dudas. Corrí hasta la puerta principal y en el pasillo para llegar a esta me topé con mi hermana.
— ¿A dónde vas, hermanita? — cuestionó con una vocecita infantil, tratando de interrogarme.
— Necesito hablar con mi abuela sobre matemáticas, ¿y tú a donde te diriges? — pregunté de la misma manera que ella lo hizo y evidentemente se molestó.
— Con mis amigas a comer algo. — respondió, evitando el contacto visual, clara señal de que miente.
— ¿A comer o a un bar? — ella entrecerró sus ojos en señal de molestia. — Sabes que tomar a tu edad no es bueno.
— Como sea, ¿A ti en que te afecta?
— Eres mi hermana y me preocupo por ti.
— Ajá, ya me voy. — abrió la puerta y se fue corriendo a la salida de la residencial. Nunca va a cambiar.
Seguidamente salí y me dirige a la casa de mi abuela, mientras pasaba por el vecindario, a pesar de la hora, estaba todo iluminado, los niños jugando en el parque y sus padres acompañándolos, seguí caminando unos diez minutos casi, la casa queda lejos pero quería tardarme a propósito para estar al aire libre y distraerme de esa casa un momento.
Finalmente llegué, toque la puerta y unos segundos luego llegaron a abrirla, Jackson, el sobrino de mi abuela, él pasaba tiempo con ella en las tardes y al parecer ya iba de salida, me dejo pasar y luego se fue, cerrando la puerta detrás suyo, me dirige a su habitación, toque la puerta.
— ¿Quién es? — preguntó.
— Soy yo, Delancy.
— Ah, cariño, pasa. — respondió alegre y entre, ella estaba sentada en su cama con su teléfono. — ¿Qué te trae por aquí, cariño?
— Necesito hablar contigo, es algo importante y francamente es algo que no entiendo.
— No me digas, ¿fracciones, ángulos o física elemental? — preguntó, si lo se, las matemáticas no son mi fuerte, y menos la física.
— JA JA, no es nada de la escuela esta vez, es algo sobre ... — dudé sobre decirle y que me mire como una loca o decirle y que ella sepa algo. Suspiré y le dije. — Sobre el collar que me diste, he tenido sueños extraños y- — me interrumpió.
— Parece que no me equivoque esta vez. — dijo con alivio, yo arque una ceja en señal de mucha, mucha confusión. — Siéntate, tenemos mucho de que hablar.
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