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Magic

El caso de Mitsuri Kanroji

El amor es mágico.

Es una frase muy usada cuando tratan de referirse a el.

Sin embargo el concepto de mágico toma gran relevancia en Chō no nōjō.

Un pequeño poblado cerca del monte Fuji, un lugar perdido en la espesura de la nieve del invierno, y en primavera su paisaje se ve envuelto de rosa entre las flores de cerezo que se abren paso ante los rayos del sol que da inicio a una nueva temporada.

Sin embargo, esto no es lo que hace especial al curioso poblado de Chō no nōjō, sino su gente, ya que sus habitantes tienen una curiosa habilidad que no cualquier humano ha visto antes.

«Cuando encuentres el amor, encontraras la magia verdadera»

Una simple frase que sigue revoloteando en la cabeza de Mitsuri Kanroji, quien desde pequeña ha querido verse en vuelta en la magia del amor. El cual parece huir de ella de forma estrepitosa.

"No comas así, eres una jovencita, comportante como una." "Tu ropa, debe ser más reservada, de por si tu cabello es demasiado vistoso ¿Acaso quieres dar una mala impresión a los hombres a tu alrededor?"

Solía sermonearle su madre para inculcarle lo que una mujer debía ser para poder encontrar un buen prospecto a esposo.

Y Kanronji lo intento, una y otra vez, pero simplemente la "magia" nunca ocurrió. Aquella magia de la cual había visto abrirse paso con sus amigos al conocer aquel sentimiento tan maravilloso.

"¿Sabes qué edad tienes? Mitsuri, ya no eres una niña, solo déjate de boberías, ¿Qué será de tu futuro sin un buen hombre a tu lado? Hazle caso a tu madre, acepta el matrimonio que he acordado para ti"

Declaro su madre cuando Kanroji cumplió 26, ella, aun llena de dudas, acepto el matrimonio que habían arreglado sus padres.

Pero simplemente cuando llego al altar y vio a su prometido Genya Shinazugawa su corazón dio un vuelco y sus piernas temblaron.

De pronto se vio retrocediendo a pesar de que las miradas siguieran sobre ella.

Entonces huyo.

˚◦ε❀з◦˚

—Sí, si madre, ya voy llegando, se retrasó el tren, además ¿Qué clase de poblado no está en el mapa? —se quejó el hombre de cabellera negra hasta el hombro antes de colgar y guardar el móvil. Era inicios de abril y a pesar de que la primavera ya había llegado, aun podía sentirse el frio al estar tan cerca de la montaña.

Sin embargo para cuando alzo la mirada, ya era demasiado tarde.

Ambos, Kanroji y ese joven sin querer habían chocado y sus miradas se cruzaron.

Los ojos brillantes de Mitsuri cual joyas brillaban ante las muestras de lágrimas tras haber huido, sus mejillas en cambio se encontraban arreboladas por la vergüenza, uno de sus tacones había volado al aire. Mientras, el fleco del joven se alzó mostrando el secreto de su mirada, que cada uno de sus ojos era de diferente color.

—¡Yo...! —quiso articular algo Kanroji, sin esperar que simplemente pasara lo que siempre añoro con fervor.

Todos y cada uno de los objetos cercanos a ella se habían vuelto más grandes, cerrando los ojos con fuerza, soltó un bajo pero audible "auch" cuando cayó al fin al suelo y se vio entre el verde césped.

"Esto" pensó la joven de vestido blanco. "¿Podría ser?", se levantó con cuidado tratando de ver donde se hallaba. Más su atención se apartó de las flores que crecían alrededor.

—¡¿Estas bien?! ¿No te paso nada? ¿Te lastimaste? —Escucho la preocupante voz del hombre que se hallaba frente a ella. Sin querer este le había tomado de los brazos, Kanroji en ese instante rompió en llanto al darse cuenta que era real todo lo que estaba pasando— Yo... ¡Yo lo siento! —se disculpó y en ese instante le soltó el joven. Por primera vez Iguro Obanai, siendo un hombre demasiado recto que seguía las reglas al pie de la letra -sin importar lo estrictas que fueran- había seguido sus instintos cuando desapareció tan bella mujer de su vista, sin poder ignorar su deseo de volverla a ver empezó a buscarla con desesperación— Yo lo lamento, así que por favor no llores yo... —se detuvo al darse cuenta del vistoso vestido blanco que portaba— ¿Tu eres...? —sus ojos se abrieron más de la cuenta— Kanroji Mitsuri —musito— La prometida de mi primo.

—Sí, pero... —fue lo único que pudo articular la chica, quien trataba de limpiar sus propias lágrimas con el dorso de la mano, una mueca apareció en sus labios, las sobrerreacciones del joven le habían hecho reír sin querer— Yo... —quiso proseguir, pero una fuerte ráfaga les había hecho salir volando.

Si Obanai no se hubiera sostenido del tallo de una planta cercana este también lo hubiera hecho. A pesar de que intento sujetar su mano solo pudo observar como la joven de cabello rosa con destellos verdes se alejaba de él.

Entonces Obanai cayó en cuenta de la situación. Ambos, sin saber cómo se habían encogido. Su vista miro hacia los alrededores, el pasto, las flores, los árboles, todo era realmente enorme a comparación de su diminuto tamaño.

Pensando en un plan para poder ir a buscarle tuvo que esperar a que el viento se calmara. Ya después descifraría que ocurría en ese lugar.

˚◦ε❀з◦˚

—¡Ayuda! ¡Por favor alguien! —grito Mitsuri desde la rama del árbol donde había caído. Sin querer la pomposa cola de su vestido le había ayudado a flotar hasta que simplemente se sujetó de una hoja y escalo hacia la rama.

En otra ocasión hubiese bajado por sí sola, después de todo siempre había sido muy hábil en las actividades físicas, con su increíble fuerza y flexibilidad fue elogiada desde muy temprana edad tanto en la escuela como en los alrededores, eligiendo así, al final volverse instructora de ballet cuando vio en el arte de la danza la libertad de mostrar su cuerpo sin vergüenza alguna, sin embargo en esa ocasión tuvo que abstenerse de intentar bajar al ver la altura en la cual se encontraba, puesto que apenas media a lo mucho el tamaño de una hormiga.

¿Pero que había diferente en Kanroji en comparación con los otros habitantes en Chō no nōjō, quienes caminaban como si nada por el parque central?

Por supuesto que Kanroji Mitsuri era una chica saludable como cualquier otro ser humano, nada (al menos que ella recordase) extraordinario había pasado, a excepción que esa mañana iba a casarse.

Cruzando sus brazos por encima de su pecho soltó un largo y hondo suspiro, su mirada se alzó al cielo, este era azul y las nubes se movían lentamente ante la ligera brisa -que era tan tenue como para no hacerla salir volando como minutos atrás- removiendo su rosada cabellera, reacomodo su flequillo por detrás de la oreja tratando de pensar en un plan.

"¿Qué hago?" pensó Kanroji otra vez hasta que recordó que tal vez podría llamar a alguien con su teléfono celular, sin embargo cuando bajo la mirada se percató que traía el vestido blanco y que su bolso se había quedado dentro de una de las carpas donde minutos antes se había cambiado para lo que sería el día más feliz de su vida.

Su boda.

"¿Qué hago?" volvió a repetirse y entonces cayó en cuenta, al recordar a ese joven que "él" no sabía nada de la situación.

—¡Debo darme prisa! —expreso firme, mientras sujetaba las enaguas de su vestido blanco.

Por otra parte Obanai, había tomado un par de hojas para en su ambiente, tratando de pensar en cómo encontrar a Kanroji puesto que solo había visto la dirección donde había salido volando y en base ello decidió tomar camino para ir con ella.

Sin embargo cada paso que daba era insuficiente. Al ver como todo era campo abierto, manteniendo así su opinión de que una boda al aire libre era un tremendo problema.

Entonces escucho el timbre de su teléfono.

"Puedo pedir ayuda" pensó al tomar su teléfono, viendo así que era su tía quien le marcaba, preparándose para contestar trato de pensar en que decir "tía Midori me he encogido, por favor ayúdame", obviamente era tremenda locura, más largando un poco de aire reconoció que no era momento para ese tipo de trivialidades, esa joven, si, aquella hermosa joven con una sonrisa que solo podría comparar con la de los mismísimos ángeles, también se encontraba en problemas, así que debía de darse prisa, sin embargo cuando lo coloco en su oreja la sonora voz del otro lado casi le rompió los tímpanos.

Dejando caer el teléfono se dio cuenta que al ser tan pequeño era natural que la voz de una persona de tamaño normal sonara de forma tan grave.

"¿Qué debo hacer?"

El ruido de las hojas empezándose a mover interrumpió sus pensamientos, colocándose en guardia, trato de buscar algún objeto para defenderse a su alrededor, notando así una rama no muy lejos de él.

Yendo hacia ella, para cuando su vista regreso a la maleza de dónde provino aquel ruido se halló con una gran sorpresa.

Una hormiga se encontraba a un par de pasos de él.

Mirándola con recelo la vio inmóvil, sus antenas se movían a los alrededores, y pronto alzo la cabeza el enorme animal.

Parecía estar buscando algo. De apoco empezó a caminar hacia él. Obanai siguió inmóvil, no parecía ser una especie peligrosa, pero aun así no quiso arriesgarse cuando esta olfateo cerca del bolsillo de su traje.

—Ya veo —murmuro para sí mismo al recordar lo que llevaba en ese bolsillo.

˚◦ε❀з◦˚

Kanroji se aferró fuerte de la improvisada soga que había formado al haber cortado la cola de su vestido, sabía que no podría llegar muy lejos. Sin embargo cada centímetro era un paso para lograr llegar abajo y poder ayudar a ese joven.

"¿Estará bien?" "¿Y si le paso algo?" "No, no puede ser" negó rotundamente con la cabeza, mientras seguía bajando, mordiéndose el labio inferior trato de contener las lágrimas al haber imaginado lo peor.

Porque después de todo "la magia" del amor al fin había llegado a ella.

Siguiendo su camino, su pie derecho sintió la dura corteza del árbol al encontrarse desnudo siendo que había perdido su zapatilla.

El viento de vez en cuando le hacía sostenerse con fuerza tratando de no ser llevada, sus ojos se mantenían con firmeza hacia arriba esperando que no se rompiera su soga.

Entonces poco a poco empezó a anochecer.

Sus brazos empezaban a temblar, y a pesar de que sus labios se mantenían una sonrisa amable, de sus orbes las lágrimas empezaban a brotar.

"Vamos Mitsuri tu puedes" trato de alentarse a sí misma —Recuerda eres más fuerte que el promedio —se reprendió— Además no eres la única que está en problemas, él... —recordó la mirada del joven que le había regalado cuando se encontraron— De seguro estará asustado, él parecía no ser de aquí, sus ojos, los recordaría donde fuera —las lágrimas empezaron a brotar con mayor fuerza.

Sus brazos temblaban y dolían.

Miro hacia abajo, aún era una gran altura, solo había podido bajar una tercera parte del árbol. Entonces su mirada se dirigió hacia el cielo, el cual se había vuelto naranja y recordó un viejo pasaje en su memoria.

«¿Cómo es el amor?»

Pregunto a sus padres, Kanroji alguna vez.

Su madre por unos instantes dejo la olla en la estufa y su padre había bajado el periódico.

—¿Cómo es la magia del amor? ¿Para qué quieres saber? Lo sabrás cuando lo encuentres, Mitsuri. Ese tipo de temas ¿No eres muy joven para preguntar? Además ¿No sería aburrido saberlo sin haberlo vivido?

—Pe... Pero ¿Y si nunca me doy cuenta cuando eso pase?

Como respuesta ambos adultos rieron.

—Mitsuri, la pregunta no es "¿Cómo es la magia del amor?" Sino más bien ¿Qué es vivir sin ella? —hablo esta vez su padre.

Sin embargo pronto recibió un golpecito con el cucharon de su madre.

—Querido, ¿Acaso no es un tema muy complicado de explicar para alguien de su edad?

La conversación había terminado, sin embargo, Kanroji nunca espero sentir en carne propia la falta de magia en su vida y corazón, puesto que, el tiempo pasaba y ella no lograba hallar aquella hermosa magia que hiciera vibrar con fuerza su ser e hiciera que su corazón latiera con rapidez.

Y aunque no perdía la fe, Kanroji tuvo que reconocer que tal vez ese tipo de magia no estaba destinado para alguien como ella.

Alguien tan extraña como su familia empezó a denominarle con el paso del tiempo al verla volverse una adulta.

El amor es mágico, lo entendía a la perfección. Pero tal vez, solo tal vez ella no estaba lista para conocer ese tipo de magia.

Así que lo decidió.

Anchando su sonrisa con fuerza pensó en lo muy feliz que era, a pesar de lo corto que había sido, a pesar de que solo se hubieran visto unos segundos, pudo sentirlo, pudo conocer esa maravillosa magia llamada amor, así que se daba por bien servida.

—Mamá, papá, al fin pude conocer al hombre que amaría más que nada con todo mi corazón, pero, sin querer lo he metido en problemas, yo no quiero que salga herido por mi irresponsabilidad, por eso yo...

Una de sus manos se deslizo hacia abajo.

"Si rompo nuestra conexión entonces él...", pensó con una sonrisa en el rostro, sin embargo antes de poder hacerlo escucho su voz.

—¡Kanroji! —le llamó desde abajo Obanai quien se encontraba encima de una hormiga, usando cual caña de pescar una rama con lo que parecía comida para atraer al animal que había domado.

—Tú...

—¡Por favor resiste! ¡Pronto iré por ti! —grito con desesperación al verla colgar de una sola mano.

Moviendo la carnada, un par de dulces que había tomado del comedor del tren, los uso de cebo para usar al animal y hacer que lo obedeciera.

Dando un par de palmadas a sus costados con sus pies como si se tratara de un caballo insto al animal a moverse cuando alzo la vara con los dulces.

Kanroji le vio subir de a poco por la corteza del árbol, Obanai le había dicho que subiera a la rama más cercana, así cuando ambos se encontrarán podría llevarla abajo

Asintiendo, con su mano derecha tomo con firmeza la soga y empezó a subir.

Sin embargo ninguno espero que cuando al fin ambos se encontraran frente a frente una ráfaga de viento arremetiera con fuerza.

Mitsuri trato de tomar la mano de Obanai, pero la soga se había roto y simplemente calló.

Obanai sintió como el tiempo parecía haberse detenido, una enorme opresión se estaciono en su corazón.

"¿Acaso voy a volverla a perder?"

Pensó en ese instante y sin saber cómo una corriente eléctrica recorrió su cuerpo. Sin pensarlo dos veces se lanzó desde su montura y cuando se vio cerca de ella, le tomo entre sus brazos.

Ambos pudieron sentirlo.

Como sus corazones latieron con fuerza y al mismo son, como si se tratase de una canción hecha solo para ellos dos.

Los brazos del otro se sintieron como el regreso al hogar añorado, aquel del cual se habían alejado sin saber cómo volver.

Y cuando sus miradas se cruzaron otra vez, esta vez, a pesar de la situación en la cual se encontraban una sincera sonrisa se dibujó en sus labios.

Solo duro por unos segundos, ya que Obanai atrajo su rostro hacia su pecho. Tratando de proteger a Mitsuri de todo miro como pronto se encontrarían contra el suelo.

Tratando de colocarla encima de él, espero el dolor del impacto, sin esperar que ella le aferrara con fuerza.

En ese instante Obanai no pudo evitar cerrar los ojos con fuerza mientras aferraba solo un único deseo.

"Quiero protegerla"

Entonces sus cuerpos brillaron y cuando Obanai sintió que había tocado el suelo al fin, se dio cuenta que había regresado a la normalidad.

—Pero... ¿Qué?

Fue lo único que soltó antes de notar que entre sus brazos seguía Kanroji aferrada a su regazo.

Sus mejillas se arrebolaron, pensó en miles de formas para llamar su atención y decirle que estaban a salvo, pero los nervios le ganaban, su corazón latía con fuerza.

"Solo un poco más", suplico y así fue hasta que Mitsuri levanto el rostro y se dio cuenta que en efecto habían regresado a la normalidad.

—¡Ah! ¡Yo! ¡Este...! —su voz salía estrepitosamente ante la vergüenza, mientras se encogía en su lugar y se separaba, Mitsuri miro a su alrededor, llevando su mano en forma de puño a la altura de sus labios, al final Kanroji tomo valor— ¡Muchas gracias y perdón! —bajo la cabeza.

Obanai no sabía que estaba sucediendo y las cosas solo empeoraron cuando sus familiares empezaron a llegar.

—¡Mitsuri! —le llamo Sanemi, atrás de él los padres de la chica venían.

La joven de cabellera rosa miro a su alrededor, apabullada por la multitud quiso ocultarse debajo de una roca, sin embargo, cuando vio a Obanai, retomo el valor.

Colocándose de pie, tanto el novio como los invitados y sus padres vieron el desastre que ahora representaba el vestido de Kanroji.

—¿¡Pero qué has hecho!? —le regaño su madre.

Más Kanroji esta vez no flaqueo.

Yendo hacia su prometido hizo una reverencia con su cabeza —Joven Genya, lo siento, pero no puedo casarme con usted —la multitud empezó a cuchichear a su alrededor, su madre quiso decir algo, pero fue detenido por su esposo quien miro atento a Mitsuri, su hija parecía resuelta, segura de sí misma, algo de lo cual nunca le había visto en nada en particular, por ello, quería escucharla, saber qué era lo que al fin le había hecho tomar tal coraje —Yo no puedo hacerlo, porque al fin lo he encontrado, a la persona más especial para mí, no tengo como probarlo, tal vez sea un error, pero mi corazón no puede mentir, a pesar de estar tan poco tiempo con él, mi corazón parece como si al fin hubiera despertado, despertado de un gran estupor y por eso yo no puedo casarme contigo, perdón.

Genya guardo silencio, su severo rostro, el cual parecía inmutable se relajó y al final sonrió, acariciando la cabellera de Mitsuri, esta no pudo evitar derramar un par de lágrimas.

Y tras calmarse un poco fue con Obanai.

Kanroji se encontraba totalmente sucia, su vestido blanco se había llenado de polvo y su pelo se había desarreglado por completo.

Aun así cuando tomo sus manos, para él, ella era la mujer más hermosa del mundo entero.

Entonces escucho las palabras que cambiarían su vida por completo.

—¡Por favor cásate conmigo!


El caso de Shinobu Kocho

—Chō no nōjō no es un lugar como otros —empezó Kanae Kocho, cabeza del clan Kocho y representante de la villa, su mirada tranquila y apacible voz resonó en los tímpanos de Obanai quien seguía atento a sus palabras, Mitsuri había aferrado su mano con fuerza para demostrarle su apoyo incondicional— ¿Alguna vez has escuchado la frase; el amor es mágico? —sonrió amable la mujer, Obanai siguió atento a sus palabras— La magia existe, es algo irrefutable, creas o no en ella, está ahí, presente, a veces inadvertida por el ojo humano, pero siempre está ahí en nuestro alrededor como una guía intangible entre el sendero de la vida, guiando al hombre mediante su fuerza, y aquí su energía cobra más fuerza —hizo una pequeña pausa para mirar al par— Ustedes son la muestra innegable de esta fuerza al haber estado bajo su efecto —los ojos de Obanai se abrieron un poco más— Lo que les paso, solo es la fuerza innegable del hilo que los ata, por ello cuando sus almas pudieron encontrarse la resonancia de ambas frecuencias estallo en lo que el mundo declara como magia —sonrió amable.

El joven quiso decir algo, pero antes de poder articular palabra alguna, la puerta se abrió.

—Lamento la interrupción, el té está listo —hablo una joven de cabellera negra, su cabello se encontraba recogido y detrás de este se hallaba un peculiar prendedor en forma de mariposa, su mirada era solemne, Obanai rápido encontró parecido entre Kanae, tal vez eran familiares, tal vez eran hermanas, llego a esa rápida conclusión.

Kanroji sonrió amable.

—Muchas gracias, Shinobu.

La joven asintió dejando las tres tazas de té y un par de galletas de arroz. Dando una última reverencia salió de la sala.

—Entonces ¿Cuál es su respuesta? —logro escuchar Shinobu antes de alejarse del lugar, sin querer su cuerpo se tensó y se quedó estática en su lugar. Solo cuando fue saludada por una de las chicas de la finca despertó del estupor.

Sintió un mal sabor en la boca. Era el viejo recordatorio de la antigua conversación que seguía brotando en sus recuerdos.

—¿El amor es mágico? —se burló— No son más que simples tonterías. Si es amor es mágico, entonces esto que tengo que yo es una maldición —murmuro retomando su camino.

Shinobu nunca conoció el amor, no al menos el de alguien fuera de su familia, como por ejemplo sus padres, hermanas o criados. Pero si conoció el respeto como la admiración.

"Hermosa" "Solemne" "Amable" "Virtuosa" "Inteligente", fueron adjetivos que siempre escucho por la gente cuando se referían a ella, sin embargo no eran más que solo palabras bonitas que adornaban su nombre sin necesidad, puesto que Shinobu nunca las quiso ni anhelo, aun así las apreció, porque Shinobu lo supo desde sus primeros años de edad, que solo podría amar a una persona y esa era a su hermana Kanae.

Sin embargo eso no significaba que algunos chicos y hasta chicas le confesaran sus sentimientos por ella, o que la amaran en secreto sin que se diera cuenta, aunque si bien se llegaba a enterar no era del tipo de persona que tomase ventaja ni mucho menos importancia a lo que ella solía llamar encaprichamiento.

Después de todo, ella ya lo había decidido. A la única persona que le daría su amor era a su hermana mayor, la joven líder del clan Kocho, la doncella que se encargaba de guiar a las pobres almas que buscaban consejo en sus sabias palabras.

La doncella que estaba llegando a su límite.

—¡Si no puedes estar con nadie, entonces yo me quedare contigo! —grito con los orbes llenos de lágrimas cuando cumplió cinco años, como respuesta Kanae le sonrió amable, atrayéndola a su regazo le abrazo mientras le acariciaba la cabeza con ternura.

—Pero Shinobu, algún día la magia vendrá a ti, entonces tú...

Shinobu negó fuertemente aun sujetándole del Kimono.

—¡Nunca! ¡Nunca! Nunca te dejare sola hermana.

Sin embargo el destino era cruel, la magia broto de la nada a muy temprana edad, era ese chico reservado hijo del herrero, quien presuntamente había sido la persona con quien compartiría el resto de su vida.

El incidente no pasó desapercibido para nadie, cuando el pequeño llegó a la escuela de Shinobu y de la nada sus ojos se cruzaron, todo empezó a flotar a su alrededor.

El presunto culpable no fue ni más ni menos que Giyu Tomioka, quien se mantenía al frente de la pizarra, con la mirada pétrea y difícil de leer.

Algunas de las chicas chillaron de horror ante el temor de que sus faldas mostraran su ropa interior puesto que, de por sí ya era difícil mantenerse en una posición conservadora, mientras aferraban sus faldas en el aire.

Shinobu, impaciente, frunció el entrecejo y miro al chico, quien al escuchar su reclamo por fin su rostro mostro una reacción más humana que esa mirada seria.

—¿Acaso sabes lo que estás haciendo? —espeto— ¡Detente! —Los ojos azules de Giyu se abrieron un poco más, mientras abría la boca, aunque al final no se atrevió a decir nada, desviando la mirada, el entrecejo del chico también se frunció. Shinobu, como tal, completamente indignada, empezó a usar sus brazos para impulsarse en el aire, como si estuviera nadando braceo hasta él, y cuando al fin ambos se encontraron uno frente al otro, la menor de la familia Kocho volvió a regañarle.—Te estoy hablando —le llamo, pero el chico reacio, miro hacia la dirección de la puerta, Shinobu, quien era una persona tranquila, por alguna razón sintió que el solo hecho de mirar a ese chico despertaba dentro de ella un extraño sentimiento, que comprendió como desprecio— ¡El solo hecho de desviar la mirada a los problemas que has causado es despreciable!

Soltó, y de la nada Giyu le miro perplejo, sus ojos azules temblaron y su boca se abrió, aunque de ella nada salió. Entonces de la nada, todos cayeron al piso.

Ese mismo día del incidente y tras una llamada por parte del director, tanto Giyu y Shinobu se habían quedado después de clases por petición de su profesora, que al parecer deseaba hablar con sus respectivos padres.

Kanae Kocho, llegó rápidamente tras ser contactada por el director, esa mañana en su taza de té, había notado el palito de madera flotando hacia arriba, lo que confería buena fortuna, y no fue para menos cuando la profesora Tamayo Ukyo, quien se encontraba junto el director le explicaba los detalles de la situación.

Una sonrisa complacida se extendió en el rostro de Kanae, mientras sus ojos se iluminaban llenos de felicidad.

Sakonji Urokodaki, el tutor de Giyu y padre adoptivo del niño, siendo que sus padres habían fallecido en un accidente automovilístico, escucho atento en silencio, sus brazos se encontraban cruzados por sobre su pecho y asentía con cuidado.

—Es un caso extraño, que dos personas conozcan a su alma gemela a tan temprana edad —dijo Ukyo pensativa, Urokodaki asintió.

—Pero no menos encantador —añadió Kanae con una sonrisa amable.

—Esto podría ser problemático —volvió a dar a conocer sus pensamientos Ukyo.

Kanae asintió esta vez, Urokodaki permaneció en silencio, solemne.

—Sin embargo —la voz de Kanae adquirió un tono serio, pero no menos amable ante su suave voz— Si el destino así lo ha querido, no podemos hacer nada más que proveer los cimientos para esta unión —Kanae dirigió su mirada a Urokodaki, con un movimiento suave se removió de su asiento para quedar frente a él, sus manos se encontraban por encima de sus piernas, y flexionando su espalda, se inclinó hacia abajo en una reverencia— Por favor espero que pueda aceptar a mi familia como parte de la suya —su cabeza se mantuvo abajo, la fuerza de sus palabras resonó insipientemente, Urokodaki le miro por unos segundos, para después girar su cuerpo hacia ella, y hacer lo mismo.

—Lo mismo digo, señorita Kanae.

El compromiso como tal se dio a conocer esa misma noche, tras hacer unos pequeños arreglos entre ambas partes.

Como tal, el caso de Shinobu y Giyu era uno extremadamente raro, que dos almas jóvenes pudieran encontrar a su otra mitad a esa edad era un asunto serio, siento que como tal, confería la posibilidad de que pudieran haber problemas ante la emisión de magia que podría desatarse en un arranque por pate de ambos chicos en cuestión.

Así que se decidió que Giyu se mudara a la finca de la familia Kocho. Siendo una enorme casona de varias hectáreas, no solo se le ofreció su propia habitación, sino una a Urokodaki, como un pequeño salón de herrería para su oficio.

Si bien, Urokodaki no podía simplemente cambiar la ubicación de su negocio, ni mucho menos dejar a Giyu solo, aunque confiaba en el cuidado del chico ante el lazo que le unía con la hermana menor de la cabeza Kocho, se estableció una pequeña concesión en el tiempo de estadía de los dos.

Mientras Urokodaki se trasladaba de la finca a la ciudad toda la semana, eran los fines de semana, días de descanso, donde Giyu y él volvían a su antiguo hogar, a veces solo ellos dos, y otras acompañados por Shinobu, a quien Urokodaki ya había preparado una habitación para que se quedara a gusto.

Las vacaciones, eran, por supuesto un asunto aparte, por lo regular una situación que podía ir de cero a 180 grados dependiendo las circunstancias, puesto que, al ser aun jóvenes, lo único que podían hacer para no hacer explosión de la resonancia de sus almas, era mantenerse juntos, al menos hasta que por fin dejaran de lado su testaruda forma de ser y se sinceraran el uno con el otro.

Al menos eso le había dicho Kanae a Shinobu, cuando entre sollozos se aferró a su lustroso Kimono violáceo y aseguraba que nunca se casaría ya que siempre estaría con Kanae-neesan.

—Señorita Shinobu —le llamo una criada regresándole al presente.

—¿Sucede algo, Megumi?

—El joven Giyu le espera en la entrada.

Shinobu frunció el entrecejo.

—Pensé que se iría primero, después de todo hoy tenia practica en el club ¿No? —dijo en voz alta, la chica se sobresaltó, por un momento, notándolo, Shinobu suspiro resignada y con una sonrisa dirigió su vista hacia ella— Muchas gracias por avisarme —dijo antes de irse. La sirvienta dudo por unos segundos.

—Señorita Shinobu —le llamo, como consecuencia, Shinobu se detuvo— ¿Quiere que le diga algo al joven Giyu?

Por unos segundos el cuerpo de Shinobu se tensó.

—No —respondió secamente antes de retomar camino.

˚◦ε❀з◦˚

Shinobu suspiro cuando noto al chico en la entrada.

—¿No tenías practica? —pregunto Shinobu con el entrecejo fruncido.

Tomioka Giyu quien sostenía su maletín por encima de su hombro y seguía cómodamente recostado contra la entrada, alzo la mirada al cielo azul. Shinobu resoplo, el chico como de costumbre parecía ignorarla. Así que no espero una respuesta, pero esta vez Giyu le dio una.

—Si —solo eso se permitió decir mientras empezaba a alcanzar a Shinobu quien ya había empezado a caminar.

—Estas siendo egoísta —dijo al fin Shinobu en tono de regaño— El club cuenta contigo, así que no deberías faltar solo por hacerlo.

Giyu detuvo sus pasos, por un segundo su mirada se centró en la pequeña y delgada silueta de Shinobu, como de costumbre su piel pálida parecía adsorber la luz natural del sol.

A ojos de cualquier otra persona parecería una chica de secundaria aunque ya en su último año de preparatoria.

Su boca se movió, cuando entre la ilusión de las luces que se reflejaban a través de las flores de cerezo cayendo por un segundo creyó que esa pequeña y delgada silueta desaparecía de su vista, y sin querer artículo de forma lamentable.

—Pero, yo... —sus cejas se habían arqueado hacia abajo, y su voz tembló, mientras su cuerpo se tensó cuando la chica se giró a mirarlo.

—¿Acaso dijiste algo?

Giyu desvió la mirada, Shinobu como tal resoplo, al creer que otra vez le estaba ignorando sin notar el pequeño rubor de Tomioka.

Así, caminaron en silencio hasta llegar a la escuela. Como de costumbre los ojos de los alumnos se posaron en ellos, siendo la comidilla del cuerpo estudiantil al haber nombrado a la joven pareja como la más encantadora de la academia Reihen.

Algunos chillidos se escucharon alrededor, mientras otros más murmuraban lo perfectos que lucían los dos juntos, Tomioka no se vio afectado, pero Shinobu como de costumbre forzaba una agradable sonrisa antes de separarse de su prometido para ser llevada por sus compañeras de clase, siendo ella la delegada de su grupo, tenían contemplado ese año, como de costumbre ayudar en el festival anual del poblado y aun debían de afinar detalles.

—Bien entonces nos vemos después —dijo Shinobu, Tomioka asintió antes de ser llevado por sus compañeros de clase, quienes llevaban un balón de basquetbol.

Aún era temprano, pero el plantel se encontraba asediado por los miembros de los clubes a esa hora de mañana para aumentar su desempeño en sus integrantes mediante las prácticas -dígase los clubes deportivos- o desarrollar planes de trabajo para el nuevo periodo escolar en el caso del consejo estudiantil, llamaban a sus miembros.

Shinobu se trasladó al salón de juntas. A pesar de que el tema en cuestión era de suma importancia, siendo su familia una de las fundadoras del pueblo y por supuesto quienes lideraban el festival, su mente parecía dispersa.

—¿Cómo es el amor? —preguntó Shinobu a Kanae una vez.

Kanae se lo pensó por uno segundos para después sonreír amablemente al recordar las palabras de su difunta madre —Supongo que... una serie de eventos extraordinarios.

"¿Una serie de eventos extraordinarios?" repitió mentalmente, Shinobu.

Su entrecejo se frunció levemente.

No, no podría ser así. No, porque si fuese así, entonces, ¿Por qué la segunda hija había obtenido primero lo que la primera no podía encontrar?

Sin querer, Shinobu se mordió el labio inferior.

"A este paso... si esto sigue así, Kanae tú..."

—¿Shinobu, sucede algo? —una de sus compañeras le pregunto, Shinobu fue consiente que los demás le miraban con preocupación.

—No es nada, lo lamento, por favor prosigamos con los demás detalles —sonrió amable y añadió— Tetsuya dijiste algo sobre decorar la carroza principal con flores de verdad ¿No es así?

El chico se sorprendió de ser llamado por ella, se puso nervioso, el rubor apareció en sus mejillas y pudo notarse a primera vista.

—S-si —tartamudeo sin querer— Mi familia puede proporcionarlas así que, como Shinobu-san y Kanae-san irán en esa carroza, pensé que debía de destacarse aún más y...

—Ya veo, muchas gracias —sonrió amable— Sin embargo sería un poco injusto para las demás carrozas —señalo.

—Pero... —susurro, entonces le miro con firmeza— ¡Pero si se trata de usted es normal que deba destacarse! —alzo la voz sin querer Tetsuya quien al darse cuenta se sintió avergonzado, una especie de malestar se estableció dentro del lugar— Yo, lo lamento... No quise... Es solo...

—Me hace muy feliz —le interrumpió Shinobu— Que cada uno de ustedes se esfuerce tanto por el bienestar del festival —dirigió la vista hacia los integrantes del consejo— Por favor síganme brindando su fuerza en conjunto.

Todos los integrantes asintieron con fuerza llenos de motivación ante las palabras de su delegada, procediendo nuevamente con furor dando a conocer sus propuestas.

˚◦ε❀з◦˚

Shinobu suspiro con resignación cuando su mirada se encontró mirando el cielo anaranjado, ya todos se habían marchado. Ella era la última tras terminar los informes para el plan de trabajo, si bien Natsuya y Kitara se habían ofrecido para ayudarle con los arreglos, cuando Kitara, una de sus compañeras recibió un mensaje de su novio, esta pareció lucir realmente desilusionada.

Mo, Taku-chan, no es nada de eso, es cosa del consejo y... Sí, pero, ya sabes... —dijo aferrando el móvil con fuerza contra su oído.

En ese momento Shinobu intervino y le ofreció irse, la chica de cabello castaño, Kitara Chiharu se marchó no sin antes agradecerle un sinfín de veces antes de desaparecer por el pasillo, así solo quedaron Natsuya Miriwara, una joven reservada de cabello negro y lentes con montura de metal delgada, quien tras pasar el tiempo, empezó a tocar pronunciadamente varias veces el puente de su nariz mientras ajustaba sus gafas.

—Miriwara, creo que debería de tomar un descanso —la voz de Shinobu fue suave y tranquila, como de costumbre, a pesar de su apariencia frágil y delicada, Shinobu tenía un temple y fuerza cuando hablaba con la gente, siendo una característica de ella siempre mirar a los ojos a la gente.

Miriwara por un momento quiso protestar, sin embargo al final sonrió amable.

—Ya veo, ¿Así que me veo tan cansada como para continuar, eh? —Shinobu no afirmo ni negó nada, se mantuvo imperturbable y con esto, Miriwara prosiguió— Bien, pero por favor no se quede hasta tarde.

Y con esto, Shinobu se quedó sola en el solitario salón de clases, el cual empezaba a verse más sombrío por la falta de luz natural. Siendo que empezaba a anochecer.

Shinobu guardo sus cosas en el maletín antes de tomarlo para irse. Su mirada se dirigió una vez más al gran ventanal.

El cielo azul empezaba a rasgarse entre los tonos naranjas y negros hasta consumirse por completo. Era la noche abriéndose paso.

Shinobu sonrió lastimeramente. El tiempo parecía haber pasado sin darse cuenta, sin querer ella aferro la correa de su maletín con fuerza, mientras miraba hacia la nada.

"Tiempo, si solo tuviera más tiempo", pensó, porque si hubiera un poco más tiempo, podría haber una oportunidad, o como suelen llamar los humanos, un milagro.

Una mueca apareció en sus labios antes de proseguir su camino cuando notó la pequeña silueta en la entrada.

Dando un par de zancadas en la privacidad de la estancia, suspiro con aspereza.

Shinobu detuvo sus pasos a un par de metros del chico quien le esperaba en la entrada. Con el maletín detrás de su espalda, con la vista fija hacia la derecha, apoyado de su espalda, como siempre tan imperturbable y tranquilo.

—Pensé que te habías ido —dijo tras retomar camino, su mano en forma de puño apretó aún más la correa de su maletín, cuando fue hora del almuerzo, se dirigió al salón de Giyu, el cual se encontraba a un lado de suyo y le comento sobre el hecho de que se quedaría después de clases por cuestiones del consejo estudiantil, así que, podría irse primero. Giyu le miro en ese instante, pareció querer decir algo, pero al final su conversación fue interrumpida por uno de sus compañeros, Shinobu se apartó y antes de perderse al salir, su tono adquirió uno más estricto y agudo, "Por favor, cuando regreses a casa ayuda a mi hermana con sus tareas", no era para menos que la mayoría de las personas conocieran la historia de Shinobu y Giyu, por lo cual el hecho de que vivieran juntos había sido una situación meramente practica para ellos, sin embargo para los adolescentes comunes fue un hecho que rayaba en el romance de las novelas feudales. Giyu como tal no respondió. Su vista se mantuvo fija hacia la calle, Shinobu resoplo— Te dije que estaría ocupada, deberías ser más consciente de tus actos, sigues siendo una persona despreciable al ser tan egoísta— El rostro de Giyu flaqueo y por el rabillo observo a Shinobu pasar por un costado, la chica en cuestión estaba refunfuñando— Sabes que Kanae está muy ocupada con lo del festival, además con lo ocurrido con Kanroji-san, no tiene mucho tiempo libre para sus propios asuntos ya que se encuentra aun asesorando al nuevo visitante, aunque —hizo una pequeña pausa, su semblante se torció— Tal vez eso sea lo mejor —murmuro para sí misma, y añadió en su mente; "Ya que así ella no puede pensar en eso, por eso yo, en lugar de ella..."— Si tan solo tuviéramos más tiempo... —musitó.

Sus pies se habían detenido, inmersa en sus pensamientos, Shinobu no había notado que Giyu se había acercado a ella, hasta que sintió la mano del chico en su hombro, ella subió la vista para encontrarse con el rostro de Giyu.

Shinobu pensó en protestar o algo por el estilo, por lo descortés que había sido el chico, sin embargo pronto se dio cuenta de lo que estaba pasando.

˚◦ε❀з◦˚

Las aves detenidas en el cielo, con las alas extendidas como si estuvieran aleteando en la nada seguían estáticas en el aire, y no solo ellas, sino la personas que parecían haberse congelado, Shinobu observo el reloj de mano que llevaba consigo, solo para darse cuenta que se había detenido.

Su mente se encontraba alerta, mientras corría devuelta a casa seguida por Giyu por detrás.

Las puertas de la gran finca Kocho como de costumbre se encontraban abiertas para todo aquel que necesitara ayuda, siendo un lugar de reunión para los lugareños y de asesoría por la propia familia Kocho, siendo sus padres los pilares de la comunidad, se pensó que con la muerte de ello, el poblado caería en caos, sin embargo Kanae, una joven de apenas 15 año de edad, quien era querida y amada por todo el pueblo siguió abriendo sus puertas, ganando a pesar de su joven edad la confianza de los lugareños por su madurez y por supuesto en cierto grado divinidad ante su erudición, Shinobu la hermana menor de Kanae por el contrario de sentirse celosa de su hermana, dentro de su corazón la admiración empezó a crecer abismalmente ante la habilidad innata de su hermana mayor para dirigir a las ciudadanos de Chō no nōjō.

Entonces la admiración y cariño empezaron a formar un sentimiento abrazador que Shinobu a su tierna edad de 5 años profeso en forma de deseos.

A pesar de la posición de Kanae al ser muy querida y amada por el pueblo entero, la chica no había encontrado a su alma gemela.

La mujer que profesaba sobre el amor, no parecía que lo encontraría nunca. Pero Kanae nunca se desanimó, es más alentaba y miraba con amor a todo aquel que había sido bendecido por el.

Así que Shinobu juro, no solo a su hermana sino a ella misma que si no había nadie para su hermana, entonces ella se volvería ese alguien, pero dos años después, Shinobu se vio envuelta en el encuentro de su alma gemela y la magia broto de su corazón, rompiendo así su promesa, algo de lo cual nunca se perdonó.

Shinobu ante todo, deseaba la felicidad de su hermana, por ello trataba de ser competente y por supuesto no ser una carga, ayudando en lo que podía y aceptando los consejos que ella le daba.

Sin embargo el resentimiento seguía creciendo, al igual que las dudas que se cernían cada vez que miraba el rostro de su hermana mayor.

"¿Por qué no me odias? Deberías odiarme, yo siendo la hermana menor he conseguido algo que tu aun no puedes alcanzar, ¿Por qué no estas molesta conmigo? Después de todo te mentí"

Lo pensamientos persistentes solo crecían con el pasar de los años cuando comprendió la severidad del asunto.

—¿La gente puede morir de amor?

—Así como gente puede vivir por amor, también puede morir por él.

Fue la respuesta precisa que recibió por parte de los viejos del pueblo que murmuraban con pesar la triste suerte de Kanae.

Shinobu se detuvo, colocando sus manos sobre sus rodillas, su uniforme y cabello se encontraba desarreglado, la condición física de Shinobu nunca fue buena, de pequeña siempre enfermaba con cualquier cambio de clima, había sido un gran problema para Kanae cuidarla aunque ella nunca se quejó, así que Shinobu no se sintió con fuerzas de quejarse tampoco cuando su impecable apariencia había sido destruida al haber corrido por todo el camino para ver a su hermana.

Su respiración estaba tardando en estabilizarse. Se sentía cansada, y se reprendió así misma siendo que ya era casi una estudiante universitaria, así que los pequeños detalles eran irrelevantes, lo importante era ver en ese momento como se encontraba Kanae.

Shinobu sabía sobre el estado de Kanae, su estado no sería diferente al de ninguno de los pobladores de la ciudad, quienes se habían congelado en el tiempo, sin embargo al verla de pie cerca de la entrada con la escoba barriendo las hojas y esa sonrisa amable que siempre les ofrecía a todos, no pudo evitar sentir el escozor en sus ojos ante las lágrimas que se avecinaban.

—Kanae... —murmuro caminando hacia ella.

El corazón le pesaba por la culpa. Con temor su mano se alzó para tratar de tocarla, pero al final no se atrevió.

Shinobu sabía que era su culpa, el deseo infructuoso de su corazón. Había detenido el tiempo sin querer y como resultado todas las personas se encontraban petrificadas, congeladas en la última acción que estaban haciendo.

El cielo dividido entre sus tres colores era el único testigo de su horrible pecado, junto a él que permanecía en silencio sin decir nada.

—Kanae yo...

Volvió a murmurar, sin querer sus piernas cansadas flaquearon y se dejó caer de rodillas en el suelo.

La resonancia de dos almas podía ser diferente para cada persona cuando encontraba a su alma gemela, dependiendo de la intensidad de los sentimientos y pensamientos esta podía desatarse de formas catastróficas.

Shinobu concluyo cuando los estallidos del alma de ella y Giyu eran demasiado reverberantes a comparación que un encuentro común, hasta el encuentro de Kanroji había sido uno de los más comunes a decir verdad.

Kanae le había dicho que estos extraordinarios eventos cesarían en su adultez, cuando sus corazones al fin hubieran madurado.

Si bien Shinobu se sintió ofendida, al final asintió, sin embargo cada que pasaba un evento entre ellos este empezaba a volverse más difícil de resolver.

Y en ese momento solo podía pensar que tal vez no habría forma de revertir la magia que había desatado su corazón.

Las lágrimas empezaron a caer en el suelo, cada vez con más fuerza, Shinobu se mordió los labios con fuerza tratando de aparentar ser fuerte, pero su cuerpo temblaba, y la fachada simplemente no logro engañar a nadie.

Y no es como si le molestara ser vista de forma débil, era solo, que no se sentía con el suficiente descaro como para lamentarse siendo ella la culpable de todo.

De pronto sintió como algo era puesto sobre sus hombros. Entonces se dio cuenta que era la chaqueta del uniforme de Giyu, quien se había acuclillado a su altura.

—No llores —fueron las únicas palabras que dijo, la ira creció dentro de todo su ser, Shinobu alzo la vista solo para enfrentarse contra la mirada de Giyu, como de costumbre tan seria y monótona, como si dentro de su corazón no hubiera sentimiento alguno.

—¡Tú! —le miro con despreció— ¡Como si supieras algo! —espeto— Una persona egoísta como tú no sabe lo que se siente cuando alguien que quieres está sufriendo, ¿Y cómo hacerlo cuando solo piensas en ti mismo? Sé que odias el arreglo que hizo mi hermana y tu padre, pero por una vez puedes dejar de ser... —Shinobu se detuvo, toda la ira empezaba a desbordarse como un veneno infectando cada palabra, y todo lo que decía parecía ser lo correcto aunque realmente no era así— Sé que no te importa mi hermana—dijo al fin amargamente, dejando atrás un peso encima— Pero...

—No —le interrumpió Giyu, Shinobu rio, sus labios formaron una mueca amarga y cínica.

—¿No qué? ¿Acaso algo de lo que dije esta mal?

—No —volvió a responder Giyu, el enfado de Shinobu creció, no era el momento para esto, lo sabía, estaba cansada, cansada de todo, de sí misma, de Giyu, de su larga lengua que soltaba las cosas al revés y de ese silencio que siempre estaba entre ellos dos, del destino y de por supuesto ese estúpido poder que regía al poblado.

Shinobu se levantó de su lugar, con la manga de su suéter se limpió las lágrimas, el flequillo de su cabello oculto parte de su mirada mientras caminaba adentro, tal vez, solo tal vez podría encontrar algo en los registros de la familia.

Sin embargo cuando trato de irse fue detenida.

—Shinobu —le llamo Giyu, Shinobu sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo, ¿Desde hace cuánto que le había llamado por su nombre?, Oh si, fue en su primer año juntos, cuando fue su cumpleaños, cuando Urokodaki le insto a llamarle para darle el presente que había traído para ella, Shinobu se quedó en silencio, Giyu no se movió de su lugar, mientras sus ojos seguían clavados en el suelo, su mano se aferraba con vehemencia a la mano de Shinobu, el chico poco a poco levanto la vista, en su mente el pensamiento que desde hace tiempo se originó en su mente y se repetía como un eco perdido cada vez que la veía; "Tan pequeña", siempre que la veía no podía evitar pensar en ello, que Shinobu era tan pequeña, y por alguna razón sentía que si dejaba de verla un día desaparecería para siempre de su mundo, aun así sus ojos se negaban a verla puesto que, cada vez que lo hacía sentía que sería devorado por su imponente presencia, muchas veces Giyu se preguntó cómo era posible que en un cuerpo tan pequeño y frágil se encontrara una fuerza sobrehumana, Shinobu no solo era hermosa, era fuerte, en su amabilidad radicaba su verdadera fuerza, siempre preocupándose por los demás, siempre amando con fuerza a las personas del poblado de Chō no nōjō, y Giyu se reconocía egoísta, porque deseaba que esa existencia solo fuera para sí mismo, pero eso era completamente imposible, y dolía, porque sin importar el tiempo no podía acortar la distancia que había entre ambos— Shinobu —volvió a recitar su nombre.

Pudo sentir como la chica se tensó, aun así respondió ante su llamado.

—¿Sí?

—No estás sola —al fin pudo decirlo, Giyu lo había notado, como desde hace unas semanas Shinobu parecía encontrarse en conflicto, y no tuvo que ser un genio para saber el motivo de ese conflicto, Kanae, la hermana mayor de Shinobu estaba llegando a su límite, y eso ocasionaba que el estado mental de Shinobu se encontrase inquieto y alerta, además dentro de ella la vorágine de sentimientos parecía consumirle de apoco, aunque en el exterior, parecía seguir siendo la chica impecable y honesta que todos conocían, Giyu pudo ver entre sus grietas las mentiras que empezaban a acumularse como un muro para que no dejar a nadie pasar.

—¿Hmm?

—No estás sola —volvió a repetir, Shinobu se sintió inquieta, no quería estar ahí, pero tampoco quería soltar esa mano, y luego estaba esa sensación, Giyu la estaba mirando, y no podía evitar querer ver que expresión tenía en ese momento, sin quererlo su cuerpo se movió para echar un pequeño vistazo, pero cuando sus ojos se encontraron con los de Giyu no pudo evitar quedar hipnotizada por ellos— No te dejare sola, Shinobu —Giyu lo dijo de una forma tan seria, y con un semblante aun peor de serio que el tono de su voz que simplemente no pudo evitar sentir como el calor se expandía por todo su rostro, sin poder apartarse, sin poder huir ya sea de su tacto o de su mirada, permaneció en silencio, mientras escuchaba como su corazón latía con fuerza— Encontraremos una forma —siguió Giyu— Porque sé que lo que significa Kanae para ti y... —un leve rubor apareció en sus mejillas, Giyu se forzó a no apartar la vista y Shinobu lo noto— No deseo verte llorar, nunca me ha gustado verte llorar —confesó— Es válido estar asustada, pero nunca pienses que estás sola en esto, a tu hermana ni a mí nos gusta verte así, ya que —hizo una pequeña pausa, recordando la primera vez que se conocieron, el recuerdo que Giyu más atesoraba en su corazón, cuando sus ojitos azules se encontraron con la sonrisa de Shinobu por casualidad, aunque la sonrisa que estaba ofreciendo la pequeña niña no era para él, solo pudo sentir como su corazón empezaba a latir con mayor fuerza y entonces todos estaban flotando en el aire— Eres más hermosa cuando sonríes —confeso y luego se dio cuenta de sus palabras, desviando la mirada murmuro en tono nervioso— B-bueno no, tú siempre eres hermosa, así que no importa en qué estado estés, siempre lo serás, pero me reconfortaría más que siempre estuvieras sonriendo y...

La voz de Giyu empezó a perderse entre los balbuceos cada vez más quedos, hasta que simplemente se encontró con el rostro totalmente arrebolado mirando hacia los arbustos por la vergüenza.

Shinobu recordó sin querer una ocasión cuando después de las vacaciones, Tomioka regreso a casa, si bien la separación había ocasionado estragos por parte de los dos, y ella le había regañado, cuando Shinobu recibió la pequeña caja color azul y la abrió encontrado adentro la pequeña mariposa hecha de cristal, no pudo evitar el asombro en su rostro, aún más cuando vio el rostro de Giyu, el cual se encontraba sonrojado.

El prendedor como tal, era uno que mantenía en su alhajero, y solía usarlo en ocasiones especiales, y por supuesto sin falta en cada año del festival.

«Cuando hay un problema entre dos personas, lo mejor es hablarlo, porque la preocupación que sientes hacia esa persona también se ve reflejada en ella»

Recordó las palabras de su hermana, Shinobu suspiro, corazones inmaduros, sin poder hacerse cargo de sus propios sentimientos, tratando de no terminar heridos ni herir a los demás, eso eran ellos dos, o en palabras más precisas, un par de idiotas, Shinobu sonrió, aun en sus mejillas se podía observar el rastro de las lágrimas derramadas. Y su cabello se encontraba revuelto, aun así para Giyu, Shinobu seguía siendo la chica más hermosa que había conocido, porque era su amable corazón lo que le hacía realmente hermosa para él, como para todas las personas que le conocían.

Shinobu suspiro, su mano que se encontraba aun colgando entre el agarre de Giyu, se enredó entre sus dedos sorprendiendo al chico.

Giyu y Shinobu podían mentirse el uno al otro, pero eran sus actos los que hablaban por sí mismos, y Giyu reconoció la sinceridad de su propio apretón de manos.

En ese momento el tiempo volvió a caminar y cuando Kanae se dio cuenta se encontró la peculiar escena de los adolescentes, una sonrisa sincera apareció en sus labios, y sin querer una risita salió de ellos, generando que el par se tensara, Shinobu soltó la mano de Giyu, quien completamente roja se metió adentro, Giyu le siguió no sin antes hacer una reverencia a Kanae.

Kanae rio divertida, la brisa ligera ondeo su cabello, a esos niños aún les faltaba un largo camino por recorrer, pero no por ello se amaban menos, y Kanae estaba ansiosa, porque un amor así solo podía crecer más y más y deseaba desde el fondo de su corazón ver la felicidad de ellos dos.


El caso de Aoi Kanzaki

Como cada año Chō no nōjō celebraba el festival de la flor de Glicina como símbolo de amor, y unidad. La representación de Wisteria Maiden, obra Kabuki que remonta desde la fundación del poblado, era una tradición que no podía faltar en dicho festival.

Los roles en el festival, eran por supuestos elegidos en base a sorteo, no había papel pequeño que desempeñar dentro de la celebración, solo la muestra innegable de la unión de los pobladores al colaborar entre sí para darle vida a la tradición que había perdurado por generaciones.

Aoi Kanzaki, se encontró corriendo entre las calles de la ciudad, siendo que ya iba tarde, a pesar de que esos días, dentro de la academia Suiren no había actividades escolares, todos los alumnos ayudaban en los preparativos del festival.

Por suerte ese año su grupo se encontraba a cargo de la utilería, no como el año anterior donde su grupo participo con una obra de teatro. En ese entonces Aoi se vio envuelta en el papel principal, cuando la actriz principal se torció el tobillo en un accidente, siendo la asistente, ella había memorizado lo principal del guion para servir de apoyo a los actores en sus prácticas.

No es que Aoi alguna vez se hubiera imaginado en medio de los reflectores, siendo alguien que se caracterizaba por su carácter fuerte y sin inhibiciones, el terror de estar en medio de las miradas del publico era algo que le paralizaba, y por fortuna ese año había sido elegida como un asistente tras bambalinas, sus tareas consistían en asegurarse el bienestar del personal; ofrecer una botella de agua, una toalla limpia para limpiar el sudor en los exhaustos ensayos y dar animo ya sea mediante palabras de aliento o quedándose a ensayar algunas partes con alguno de los actores que aún no estaban seguros de su actuación.

Sin embargo, no espero que la actriz principal sufriera un accidente a una semana de la función, el médico le había impuesto reposo, por lo cual conseguir a una suplente era imperativo.

Aoi entro pánico cuando sintió la mirada de todos puesta sobre ella, y aunque se negó un montón de veces, se vio así misma resignándose a tomar el papel ante el sentimiento compartido de sus compañeros de trabajo. Todos y cada uno habían trabajado tan duro, y ahora que estaban en esa situación, simplemente su fuerte convicción no le había permitido descartar su trabajo así de la nada.

Esa misma noche con dedicación trato de aprenderse las líneas restantes, para los ensayos que vendrían al día siguiente.

El primer ensayo fue sin lugar a dudas una experiencia que nunca olvidaría, no por el mar de nervios que era mientras caminaba al frente, como si se estuviera preparando para su propia muerte, sino por el estruendo que arremetió en la gran sala cuando un joven entro de la nada, abriendo de par en par las puertas con un bollo en la boca.

Aoi se dio cuenta en ese mismo instante, que si la vida real fuese tal como en los cuentos de hadas, ese chico seria por supuesto un príncipe, su rostro era fino, simétrico con facciones definidas, su cabello se encontraba atado en una cola, y sus ojos, podría jurar ella, era aún más azules que el propio azul del mar profundo. Los ojos de Aoi se movieron sin querer un poco hacia abajo notando la discordancia de su apariencia y su atuendo, siendo que llevaba la camisa del uniforme por fuera y para colmo yendo en contra de las reglas del código de vestimenta en Suiren, mostraba su pecho desnudo.

Detrás de él, un chico de cabello rubio y uno pelirrojo se encontraron corriendo tras de él tratando de atraparlo.

Las diestras habilidades del joven quien parecía estar jugando en su propio parque de juegos, columpiándose de un lado a otro, esquivo diestramente al dúo hasta que fue a parar sin querer encima del escenario.

Aoi trastabillo, uno de sus pies cayo hacia atrás, mientras trataba de alejarse cuando sus rostros se encontraron a un par de centímetros del otro.

Ambas miradas escudriñando a la otra, solo fue un segundo, sin embargo pareció haber durado toda una eternidad, como si el tiempo se hubiera congelado, no solo ella sino ese extraño chico se encontraron estáticos en silencio mirándose entre sí, sino que todos los presentes se hallaron mirándolos con atención.

Sin saber cómo, Aoi apretó el guion que llevaba en su mano, para luego mirar con el entrecejo fruncido al chico.

—¡Robando comida a tu edad, debería darte vergüenza! —le regaño, el chico en cuestión aun acuclillado, con las manos al frente apoyándose por la madera y sus piernas cruzadas, le miraron con asombro, Aoi suspiro, sacando algo de su bolsillo lo extendió al chico.

Sin embargo en ese momento, sin darse cuenta los chicos que le estaban persiguiendo le tomaron de los brazos y le instaron a bajar. Aoi pudo escuchar con atención la gruesa voz del chico que gritaba maleducadamente, siendo llevado a la fuerza, aun así logro extender su mano hacia Aoi para arrebatar el pequeño envoltorio, el chico de cabellera rubia grito algo sobre que debería de ser agradecido con la gente de buen corazón que se compadece de él, el pelirrojo en cambio empezó a disculparse una y otra vez haciendo una pequeña reverencia, mientras caminaba hacia la salida con el par.

Aoi miro su mano extendida en el aire, ahora solitaria, luego frunció el entrecejo y soltó un bajo, pero audible; "Hmp", para luego proseguir con un —¡Que chico tan extraño!

Aoi por supuesto que espero que fuese la última vez que vería al joven, después de todo, durante su estadía en la academia Suiren nunca le había visto, sin embargo, no previo que esa misma tarde encontraría un extraño objeto en su pupitre cuando regreso por sus cosas.

Eran nueces, nueces que al parecer habían sido conseguidas de forma brusca, puesto que aun podía ver el rastro de tierra y hojas, siendo que algunas aun conservaban partes de la rama de donde habían sido cortadas. Aoi las miro con atención, sacando el pañuelo que traía en el bolsillo tomo con cuidado las nueces y las colocó ahí, "tal vez una ardilla había entrado al salón y sin querer las había dejado ahí", pensó.

Fue entonces que escucho un par de voces provenir de la puerta.

—¿Kanzaki, no te vas aún? —pregunto un joven que reconoció como Souh Kaburagi, un compañero de clases. Ella le miró fijamente por unos segundos.

—En realidad ya estaba a punto de irme.

El chico sonrió con alivio.

—Bien, entonces podríamos ir juntos ¿No crees?

Aoi camino hacia la puerta, aun aferrando su pañuelo con las nueces adentro.

—Lo lamento, pero tengo que hacer algo antes.

Y no es que fuese una mentira del todo, puesto que, a pesar de su ajetreada agenda, Aoi se vio en medio de las instalaciones de la academia buscando lo que era el posible hogar de una ardilla, el hecho de que alguna ardilla hubiera olvidado su comida en su escritorio le dejo un mal sabor de boca ante los pensamientos de porque en primer lugar una ardilla hubiera entrado al salón y por supuesto hubiera dejado su alimento.

Sin embargo cuando noto que el sol se estaba ocultando, Aoi suspiro resignada, dándose por vencida, decidió colocar las nueces en el agujero de uno de los robles que se encontraba en la segunda cancha trasera de la academia, intuyendo que era el hogar de algún animal, podría el alimento serle útil.

Sin más que hacer Aoi, se retiró yendo directamente a casa, sin esperar que al día siguiente, esta vez cuando entro al salón y se dirigió a su pupitre se encontraría otra vez con nueces, de la misma forma cubiertas de hojas y ramas y algo de tierra.

Aoi frunció el entrecejo, miro hacia los lados, parecía haber sido la primera en llegar, "¿Algún tipo de intimidación?", pensó, y sus sospechas fueron creciendo con el pasar de los días cuando no solo fueron a primera hora de la mañana, sino que cuando regresaba a su salón al termino de los ensayos, ahí, otra vez se encontraban las nueces que había removido en la mañana, dándose cuenta que no eran las mismas, sino que parecían haber sido recién cortadas, Aoi suspiro, decidió no dejar sus pertenencias dentro del salón, aunque no temía que el supuesto brabucón le robara algo, nunca lo había hecho hasta ahora, así que ese día llevo sus pertenencias al salón de teatro, y cuando terminaron los ensayos simplemente fue directo a casa.

Pero al día siguiente cuando, cuando llego junto a su escritorio encontró el hecho de que había una pila de nueces amontonándose encima de el,

—Pero... ¿Qué rayos? —soltó con enfado.

Dentro no había nadie, al parecer había sido la primera en llegar aun así, la ventana se encontraba abierta, el viento primaveral removió su cabellera negra, su entrecejo fruncido se desdibujo y con un largo suspiro se preparó para limpiar su pupitre. Dejando su maletín se dirigió a la conserjería.

Cuando sus demás compañeros empezaron a llegar, Aoi ya había terminado de limpiar el pupitre, con un saludo amigable y cortés se dirigieron a ella cuando la vieron trabajando en su pupitre dando los últimos toques con la franela.

—Kanzaki —le llamo una de las chicas quien entro inclinando un poco la cabeza en forma de reverencia. Detrás de ella otras dos chicas hicieron lo mismo en forma de saludo.

Aoi asintió, su mirada se encontraba viendo la nada, aun pensando en los acontecimientos que estaban ocurriendo, lo correcto pensó es que debería informar el suceso, pero siendo que se encontraban a la vuelta de la esquina del festival, pensó que era imperativo priorizar su labor en la obra, siendo que aún se sentía insegura de su actuación. Los nervios seguían crispando su cuerpo cuando empezaba a pensar en las miradas fijas de la gente sobre su persona haciéndole sentir cohibida, algo que no era característico en ella. Aoi reconocía que era un miedo irracional, todos los habitantes del poblado de Chō no nōjō eran amables y de buen corazón, pero era esa cualidad lo que le hacía temer aún más equivocarse siendo que no quería arruinar el trabajo de los demás.

—Kanzaki —le llamo Souh cuando los ensayos terminaron, el chico en cuestión era uno de los tramoyistas, Aoi detuvo sus pasos, siendo que se dirigía hacia la salida, sus pensamientos seguían dispersos, aunque esta vez estaban puestos en algo más del incidente de las nueces, y del festival, dándose la vuelta miro al chico, quien parecía algo nervioso a pesar de tener una sonrisa en su rostro, los ojos de Souh, eran color miel, haciendo juego con su cabello castaño y piel morena, su apariencia siempre había sido la de un chico confiable y extrovertido— ¿Sucedió algo?

Souh se removió inquieto, su mirada se desvió por un segundo, para luego volver al frente y encontrarse con los ojos azules de Aoi, el chico soltó una risita nerviosa antes de hablar.

—Eso debería de preguntarte yo —por unos segundos los ojos de Aoi se abrieron ante la sinceridad del chico— Parece como si algo te estuviera preocupando, no has sido del todo tú el día de hoy.

Sus palabras fueron concisas, en su voz no hubo ningún tono de burla o regaño, simple y honesta sinceridad con un toque de preocupación.

Aoi sonrió amable, sus rasgos se suavizaron y por un momento pareció mostrarse un poco triste, frágil —Supongo que no puedo negarlo.

—¿Entonces sucedió algo? ¿Hay algo que pueda hacer para ayudar? —dijo sin darle tiempo de responder, sin darse cuenta Souh extendió sus manos hacia ella para tomarla de los hombros, Aoi parpadeo un par de veces, mirándolo fijamente, entonces el chico se sonrojo por completo mientras desviaba la mirada hacia su mano derecha, fue entonces que Aoi notó la flor en su mano, era una rosa, cuando el chico se percató de lo que había hecho le soltó apresuradamente, la rosa cayó a un costado de su pantalón cuando su mano se encontró a un lado, su rostro se desvió por la vergüenza y sin darle oportunidad a Aoi para decir o hacer algo Souh la extendió hacia ella— Para ti.

Aoi tomo la flor entre sus manos y sonrió amable.

—Gracias.

—No hay de que —respondió Souh aun avergonzado.

Sin saber que decir o hacer se quedó en silencio.

Aoi interrumpió el silencio que se estableció al hablar de nuevo.

—¿No te vas?

Souh le miro incomprensible, para luego asentir con fuerza, Aoi se sonrió satisfecha yendo a la puerta, segundos después Souh le siguió.

Al día siguiente Aoi se encontró con una montaña aún más grande nueces, sin embargo no solo había nueces esta vez, sino flores y piedras de extrañas formas. Algunos de los objetos se deslizaron hacia el suelo desperdigándose.

Aoi suspiro tratando de contener el enfado que empezaba a crecer en su interior.

El punto de quiebre fue en plena presentación del festival. Wisteria Maiden era la obra principal del festival Chō no nōjō, sin embargo antes de la presentación con la que daría inicio el cierre del festival la conmoción se originó cuando un extraño chico subió al escenario en plena puesta en escena de Intermezzo obra escrita por el mismo consejo de artes de Suiren, la historia trataba de un joven payaso quien había quedado prendado por la delicada belleza del baile de una joven bailarina.

Aoi, quien en un principio solo era un auxiliar en la presentación, había pasado de un momento a otro a ser la estrella principal, ocupando el papel de la joven bailarina Rossete, con el traje de tul rosa con encajes semitransparentes y el velo, empezó su baile en medio del escenario, las luces se habían colocado encima de ella, acentuando los detalles de su traje, la pedrería en su falda y el corset que ceñía su cintura, su cabello negro se encontraba esta vez amarrado en una cola alta, acentuando su fino rostro y mirada audaz, los ojos de todo el público se encontraban fijos en ellos, Aoi había practicado con mucho esfuerzo cada paso, su mente se encontraba completamente concentrada en cada movimiento, tratando de no equivocarse en ninguno de sus pasos, sin darse cuenta que un joven se acercaba hacia el escenario.

Si bien no era extraño que las personas se acercaran a la orilla de este, el joven no se limitó en solo apoyarse de una esquina y mirar la puesta en escena, sino que, colocando sus manos sobre la madera se instó a subir.

El baile de Aoi, interpretando a Rossete se detuvo cuando se encontró con la mirada del joven que había conocido días antes, su cabello se encontraba esta vez suelto, y su mano se hallaba extendida en su dirección.

Aoi le miro con atención, el entrecejo del chico se encontraba fruncido, aunque no dijo nada mientras seguía con la mano extendida. Aoi siguió mirándolo atentamente, tratando de grabarse cada pequeño rasgo de su presencia, perdiéndose por un momento en sus ojos, era, otra vez, esa extraña sensación, de sentirse atraída por esa mirada que no lograba comprender, fue solo cuando el chico se movió y dio un pequeño gruñido que Aoi bajo la vista para observar lo que había en la mano del chico, entre sus manos llenas de tierra y callosos dedos, se hallaban un par de nueces y un conjunto de piedras de colores.

"Hmm" volvió a instar el joven, mientras movía su mano hacia ella, Aoi entonces comprendió lo que sucedía.

—¿Para mí? —pregunto, el chico asintió.

Solo fue por un momento, el roce entre sus dedos antes de tomar el contenido, Aoi sintió la boca seca, su pulso acelerarse, una sensación cálida inundarla, pero entonces todas las miradas se volvieron hacia atrás cuando escucharon la voz de un chico gritar.

—Inosuke, ¿Qué crees que estás haciendo? —le regaño un joven de cabellera rojiza. El chico se volteó para mirarlo y refunfuñar.

—¡¡Inosuke, bájate de ahí!! —grito otro chico, quien aún trataba de recobrar el aliento, su cabellera rubia se había crispado y su kimono amarillo con pequeños detalles negros se encontraba desalineado.

—¡No! —grito

Ambos chicos se miraron entre si confundidos, el rubio parecía haber perdido la paciencia, pero el pelirrojo le trato de calmar.

—Vamos, vamos, cálmate Zenitsu, déjamelo a mí, de seguro Inosuke tiene sus razones —su voz era apaciguadora, antes de regresar a mirar al frente para ver a su compañero, el chico que al parecer se hacía llamar Inosuke —Inosuke ¿Por qué no puedes bajar ahora?

Inosuke regreso la vista al frente, para mirar con más intensidad a Aoi, quien aún mantenía su mano sobre la de Inosuke.

—¿Por qué no aceptaste lo que te di? —preguntó con agravio, Aoi miro a los extremos tratando de desviar la mirada, sus mejillas se habían arrebolado sin saber porque, entonces se dio cuenta en donde se encontraba y que se supone que debía de estar haciendo en ese momento.

Deslizando su mano de regreso hacia ella misma, la coloco por encima de su pecho, esta vez Aoi había fruncido el entrecejo.

—¿Acaso sabes lo que estás haciendo? —ante el tono fuerte e inflexible de Kanzaki, Inosuke retrocedió— Estas en medio de algo, y ese algo es la obra por la cual hemos trabajado mucho mis compañeros y yo —empezó a regañarle, Inosuke cada vez más retrocedía sin saber porque, no era que Aoi diera miedo o fuese más fuerte que él, de eso estaba seguro, después de todo se había enfrentado a chicos el doble de su propio tamaño, además Aoi era más pequeña y menuda. Aun así, su mirada y su tono irradiaba una fuerza sin igual, Inosuke se había perdido por un momento entre las tantas palabras que soltaba la chica a diestra y siniestra, que cuando volvió la atención a lo que decía ella parecía haber cambiado un poco su tono, solo unos decibeles— Así que tú eras el que dejabas esas nueces —Aoi no lo había pronunciado como una pregunta, sino como una afirmación más que nada para ella misma, aun así Inosuke asintió— ¿Por qué? —preguntó con sinceridad, Inosuke se sorprendió de su voz, sonaba tal dulce, a pesar de que solo fue un susurro.

—La galleta —pronunció sin más Inosuke. Aoi parpadeo un par de veces, entonces recordó la galleta de arroz que le había dado, Inosuke sonaba sincero, parecía que solo le estaba queriendo pagar el favor, sin embargo Aoi no pudo sentirse más enojada al recordar cuantas veces tuvo que limpiar su pupitre ante la tierra.

—Tú...

Apenas iba a soltar un nuevo regaño, cuando uno de los chicos que le estaban siguiendo, se metió y le insto a bajarse, sin embargo esta vez Inosuke estuvo atento a sus movimientos y rehuyó dando un salto lejos del borde del escenario, esta vez colocándose atrás de Aoi, tomándole de los hombros. Aoi se tensó ante el contacto, sin embargo no tuvo tiempo de quejarse cuando ambos chicos subieron al escenario para ir en busca de Inosuke quien usaba a Aoi de escudo.

La escena por lo más extraña y surrealista pareció no afectar al público quien observo la muestra como un recurso de comedia dentro la trama, lo que hizo que rieran a carcajadas mientras el par trataba de capturar a Inosuke.

Aoi suspiro recordando la tragedia del año pasado, si bien no había sido del todo una tragedia, y en parte se había salvado así misma de hablar en público -aunque lo había hecho cuando se dirigía a Inosuke para que le soltara- lo que causo más risas por parte del público cuando el chico le llevo cargando y lejos del par.

—Kanzaki —escuchó la voz de Tomoya Sakura, compañera de clases quien había detenido sus pasos junto a Watanabe Kikyo, cuando le notó llegar, ambas se encontraban llevando dos cajas con utilería.

Aoi les sonrió, antes de retomar el paso y dirigirse hacia su propio salón.

El ajetreo del ir y venir de los transeúntes que aun movían mobiliario fue un son que parecía seguir hasta el final del festival, no es que a Aoi le molestara, sino más bien era por el hecho, de que entre el ruido a veces podía oírle como un eco pausado alzándose con fuerza.

Entonces le vio yendo con sus amigos, ese chico pelirrojo y el chico rubio, aunque no se encontraban en las mismas secciones, parecían siempre coincidir, Aoi sintió sus mejillas calentarse, suspiro, sabía que lo suyo podía no ser correspondido, ya había hablado con Kanae Kocho al respecto, y sus padres le habían explicado sobre la singularidad, el amor no solo era un sentimiento, era la irradiación de energía, como un canto que sigue expandiéndose hasta que al fin alguien puede escuchar su llamado, y cuando este al fin entra en contacto con su igual el choque de ambas frecuencias causa la magia que ocasiona diversos efectos en el mundo real.

Estos efectos pueden ser minúsculos o pueden ser devastadores dependiendo de la intensidad de los sentimientos que arraigaban los usuarios.

El hecho de que una pareja muy joven encontrara a su alma gemela era en cierta medida un milagro que debía tomarse como la bendición de los dioses, si bien la edad no era un factor predominante para encontrar a su pareja destinada, había consecuencias cuando una persona no lograba encontrar a su pareja con el pasar de los años.

Aoi sabía que no debía preocuparse sobre ello, era demasiado joven, aun así, no pudo evitar sentirse un poco triste porque; ¿Si la persona que amas te amara de la misma forma serias la persona más afortunada no? En cambio si tus sentimientos no son correspondidos....

Aoi negó con la cabeza, aún tenía mucho tiempo, además sus preocupaciones deberían de estar en otra parte, así que dejando su maletín en su pupitre dejo el aula para dirigirse con los demás, aún tenían muchas cosas que hacer siendo que el festival se encontraba a la vuelta de la esquina.

Kanzaki Aoi se separó de su grupo cuando la hora del almuerzo llegó, a pesar de que algunas chicas le instaron a comer con ella, ella tuvo que declinar, como de costumbre se dirigió a las canchas del patio trasero y tomando asiento debajo de uno de los frondosos árboles tras colocar su pañuelo coloco el bento encima de sus piernas.

El pañuelo azul, se deslizo con cuidado sobre la caja negra de tres plantas. A simple vista ese tipo de almuerzo era demasiado para una chica de su tamaño, sin embargo no tuvo que esperar mucho cuando un ruido encima de las ramas sonaron y de este un joven salía de cabeza.

—Te he dicho que no hagas ese tipo de entradas, llenaras la comida de tierra y hojas —regaño Aoi, pero el chico parecía más atento a la comida, un dedo se encontraba en su boca entre abierta al ver el tempura y el tamagoyaki. Aoi suspiro, Inosuke como de costumbre parecía seguir siendo demasiado honesto para su bien —Vamos, baja de ahí Hashibira, hice tu favorito, bolas de arroz con atún y mayonesa, además esta vez probé un nuevo cortador —sonrió satisfecha tras mostrar el pequeño rábano en forma de ositos, el chico no respondió, en cambio dio un salto y se posiciono frente a ella, solo para segundos después sentarse a un lado. Aoi extendió una de las cajas, pero antes de que Inosuke pudiera empezar a comer, Aoi tomo una de sus manos y del bolsillo, saco su pañuelo con un poco de gel para lavar sus manos, las cuales como de costumbres se encontraban sucias— Debes lavarte las manos, sino un día enfermaras —Inosuke asintió en silencio— Además debes abotonar tu camisa o podrías coger un resfriado —otra vez Inosuke asintió— Bien, listo —soltó sus manos— Ya puedes empezar a comer —ofreció Aoi, esta vez Inosuke no asintió, en cambio tomo los palillos y empezó a comer apresuradamente. Y aunque no dijeron nada más, Aoi disfruto de su compañía como deseaba que Inosuke disfrutara la suya.

Aoi no se dio cuenta cuando empezaron a compartir el almuerzo juntos, solo fue, que cuando empezaron a hacerlo lo sintió tan natural, aunque nunca se habían hablado antes del incidente del festival del año pasado, y aun menos habían intercambiado palabra alguna.

Kanzaki pudo sentir en esos breves momentos que era como si algo dentro de su ser alineara, algunos dirían que era amor, pero Aoi no podría llamarlo de esa forma a sabiendas que la magia aun no brotaba de ninguno de los dos, aun así, fue paciente y dentro de esa paciencia deposito su más ferviente deseo, que la persona de la cual se había enamorado también la amara de la misma forma.

Cuando al fin termino, Inosuke dejo la caja de bento a un lado, Aoi no esperaba ninguna palabra, aun así, como de costumbre notaba una nuez en el recipiente antes de que el chico se perdiera de su vista.

El amor, en cierta medida, comprendió Kanzaki Aoi, era un sentimiento extraño y extraordinario, un anhelo profundo.

Sí, eso era el amor. Se dijo así misma antes de levantarse y partir en dirección opuesta.


El caso de Kanae Kocho

Fue un milagro, si, de eso estaba seguro.

Fue un milagro, Sanemi Shinazugawa podía jurarlo, cuando la vio por primera vez, lo supo en ese instante, había sido un milagro su encuentro.

Sin embargo para Kanae Kocho el hecho fue desconcertante.

˚◦ε❀з◦˚

—¿Kanae? ¿Estás bien? —pregunto Shinobu en la cena cuando notó como su hermana parecía estar perdida en sus pensamientos.

Kanae sonrió amable —Por supuesto, lamento haberte preocupado.

Shinobu le miro detenidamente antes de llevar otra porción de arroz a su boca —Bien... —murmuro con desgano, aun observándole con atención, siendo que no era común que su hermana se perdiera en sus pensamientos, "tal vez el festival era lo que le tenía preocupada", concluyo Shinobu, largando un hondo suspiro, apresurando su paso para terminar de cenar, tomo sus platos para comenzar con la colada, después de todo al menos quería aminorar un poco la carga que su hermana tenía.

"Es demasiado amable para su propio bien", pensó Shinobu, sin embargo era esa amabilidad lo que instaba a la gente a quererle como lo hacían.

La noche continúo de forma tranquila, y cuando ambas hermanas se despidieron para dormir, Kanae se encontró divagando nuevamente, sus ojos sin querer se posaron en el pequeño estante cerca de su cama, donde yacían los viejos cuadernos que había utilizado para colocar sus anotaciones.

Cuando Kanae se hizo cargo de la finca como heredera de la familia Kocho, fue, por supuesto un cambio abrupto que género la desesperación de los pobladores ante la pérdida del pilar que mantenía a los pobladores en unión cuando fallecieron los padres de Kanae y Shinobu.

Sin embargo, a pesar de la reciente perdida, Kanae siguió abriendo las puertas de la finca, siguiendo con el labor de sus padres, en ese entonces, Kanae, usando los viejos diarios de la familia Kocho estudio con diligencia leyendo atentamente sus páginas, para cualquier persona externa que leyera los libros, encontraría dentro anotaciones, pensamientos burdos sobre el concepto de amor, sin embargo dentro de cada verso se encontraban ocultos pequeños destellos de información que comprendió la joven heredera podrían serle útiles a futuro.

Después de todo el amor era diferente para cada persona.

Y la inexperiencia podría jugarle de fea forma, la virtud de aun no haber probado el amor romántico era en cierta forma una ventaja al observar de forma criptica una situación sin dejarse llevar por situaciones pasadas donde podría imponer una opinión para nada profesional, sin embargo, también el hecho de la ignorancia confería a no poder vislumbrar la gravedad de una situación y por lo tanto no poder detener una situación que pudiera agravarse antes de que esta causara un problema real.

Aun así, siendo Kanae una persona responsable, decidió poner todo de sí misma dejando que el tiempo fuese su mejor maestro.

Prueba y error.

Un concepto que pudo observarse aberrante, pero Kanae no solo se encontraba aprendiendo mientras seguía el oficio familiar, sino que, se encontraba poniendo en práctica lo que había estudiado por su cuenta.

Sin querer, los dedos de Kanae bailaron por sobre las cubiertas de los viejos libros, en sus labios una sonrisa se formó tras tomar el tercer libro de la derecha y cuando lo tomo, de este se deslizo, una flor.

La rama de glicina se encontraba ya seca junto a los pequeños pétalos morados de sus flores, una sonrisa se deslizo sobre los labios de Kanae quien se acuclillo para tomar la ramita con los dedos, y sin querer un recuerdo apareció en su memoria.

Una de sus primeras encomiendas.

Ichiyuki Tomoe, una joven de cabellera castaña que le llegaba hasta los hombros y flequillo se encontraba asustada ante el repentino acto que observo cuando pequeñas luces como luciérnagas empezaron a parpadear a su alrededor la noche de su llegada.

La pareja en cuestión había llegado con un pequeño como acompañante siendo que no habían tenido con quien dejarlo, al parecer la hermana del novio vivía en la capital al igual que él, quien había regresado para presentar a su novia a sus padres llevando consigo a su sobrino para conocer a sus abuelos, Kanae sabía que era natural que la gente dejara el poblado ante las oportunidades que presentaba la gran ciudad, pero un encuentro predeterminado, era, por supuesto inevitable, y la gente que debe conocerse, se conocerá.

Era ligero, Kanae pudo sentirlo al entrar a la habitación la pequeña fluctuación de energía que empezaba a ondear dentro de la habitación, para ella encontrarse con la pareja fue como observar el florecimiento de una flor en plena primavera. Así era el amor para Kanae, como una flor empezando a abrirse para mostrar al mundo sus verdaderas tonalidades con fervor.

Había miedo, pudo observarlo en el rostro de la chica quien se había asustado por las extrañas presencias que habían brotado a su alrededor, ella intuyendo algún tipo de mal presagio sintió que había sido una mala idea haber venido al poblado, el novio por supuesto, Hikaru Shinazugawa trataba de calmar su angustia.

Kanae trato de explicar con calma, de forma amable y dispuesta a ofrecer cualquier tipo de ayuda para calmar el clamor del corazón de la chica, puesto que no deseaba que las fluctuaciones generaran algún problema mayor.

A pesar de que su atención se encontraba atenta en la pareja, mientras explicaba la situación, pudo sentir como la pequeña presencia que se encontraba con ellos le miraba atento.

A Kanae no le molesto en absoluto, en su lugar cada que se encontraba con su mirada ella le sonreía con dulzura a conciencia de lo curiosos que podían ser los niños a esa edad, siendo que; tenía una hermana menor.

Kanae había presenciado muchas sesiones durante su vida, siendo invitada por sus padres para entender el oficio de primera mano, lo cual le había dado un sentido mayor de conciencia a la hora de que hacer y qué no hacer, sin embargo al termino de esa sesión hubo algo particularmente diferente.

El pequeño de 7 años se dirigió al frente cuando sus familiares procedían a retirarse, Kanae, pensó que tal vez el pequeño podría tener ganas de ir al baño, después de todo, la sesión podría haber sido algo larga para un niño de su edad, así que inclinándose hacia él, apoyando sus manos en sus rodillas le sonrió amable.

—¿Sucede algo?

El pequeño de cabellera blanca aferro el pliegue de su camisa con fuerza, con los puños bien cerrados, parecía que algo se encontraba mortificando al pequeño, Kanae sintió pesar por un momento, sin embargo el pesar pronto fue reemplazado por sorpresa ante las palabras del pequeño brotando tan abiertamente.

—Te amo —dijo el pequeño con la voz más firme que su vocecita le pudo dar y por el simple hecho de que su garganta se encontraba entrecortada ante el llanto venidero.

Fue la sorpresa lo que insto a Kanae a quedarse en silencio por unos segundos antes de que su mano empezara a acariciar la cabellera del niño.

Y sin querer Kanae recordó las palabras de su madre.

"El amor puede ser un tanto curioso, un tanto extraño cabría decir"

Escucho decir a su madre una vez cuando le pregunto sobre el amor, en ese entonces Kanae no estaba segura de porque había usado esas palabras específicamente. Tal vez solo había sido la practicidad en la abreviación de información para darle una respuesta a su hija que le preguntaba sobre ese tipo de tema.

Kanae se vio evitando soltar una risita maravillada por la astucia del pequeño quien había tomado mucho valor para confesarse.

—Eso me hace sentir muy afortunada —confeso Kanae con toda la sinceridad del mundo siendo que era verdad, nunca espero ser el primer amor de alguien— Sin embargo yo...

El pequeño con lágrimas en los ojos, aun aferrándose a no llorar negó con la cabeza con fuerza y con la voz quebrada respondió.

—No, fue un milagro —murmuro tras tomar sus manos— Nosotros dos estaremos juntos por siempre —dijo al fin con convicción y Kanae estuvo segura de que pudo escuchar un pequeño "badum" salir de su pecho.

La pareja rio avergonzada, llevando al niño con ellos se disculparon de su impetuoso actuar. Sin embargo Kanae pudo sentir la fuerza en sus palabras. Una fuerza que con el pasar el tiempo no pudo sentir en nadie más.

Los dedos de Kanae giraron la pequeña flor con delicadeza, su sonrisa se volvió más dulce, mientras sus ojos brillaron con mayor intensidad.

Con cuidado la colocó de regreso en la libreta, su mano derecha acaricio la hoja amarillenta, mientras tomaba asiento en la cama.

—Supongo que ya va siendo hora —musito en la soledad de la habitación dándose cuenta sin querer que el tiempo había pasado en un abrir y cerrar de ojos.

Kanae comparó el tiempo como un inmenso rio en constante movimiento, sin poder detenerse, a su vez dentro de este constante movimiento se veían inmiscuidos cambios que generaba fluctuaciones dentro de sus aguas, estas de vez en cuando eran suaves, pero otras, eran una fuerte ráfaga que trastocaba todo lo que se encontraba a su paso.

El cambio, por lo tanto podría ser tan ligero y prescindible, pero otras más parecía un revés forzoso e ineludible.

"Siempre, siempre estaremos juntos", sus palabras llegaron como un susurro cálido en su mente antes de prepararse para volver a dormir después de todo la señora Hiragizawa aun deseaba su opinión sobre la confección de los atuendos en el festival a primera hora de la mañana.

˚◦ε❀з◦˚

—¿Realmente cree que este bien de esta forma? —pregunto la señora mostrando ambas telas. Kanae asintió con una sonrisa amable— Pero el bordado... —se detuvo pensativa— Tal vez si agrego un poco más de dorado por aquí...

—Su trabajo como de costumbre es admirable, cada pequeño detalle es prolijo, ¡Sin lugar a dudas es un honor que pueda usar tal vestimenta que ha confeccionado Hiragizawa-san!

—Oh, para nada —rio alegre la mujer— Es un honor para mí que pueda vestir mis humildes trabajos ade...

—Por favor —le tomo de la mano Kanae con las cejas arqueadas hacia abajo, mirándole fijamente— No demerite su trabajo, usted, como cada uno de los pobladores de aquí hace un excelente trabajo —afirmo con rotunda sinceridad.

La rechoncha mujer le miro por unos segundos sin poder expresar palabra alguna, entonces asintió con felicidad.

Para los lugareños Kanae era, sin lugar a dudas una brillante luz de esperanza, que llenaba los corazones de su gente de paz.

Por ello era tan extraño que la hermosa chica aun no encontrase a su persona más especial. Si bien el hecho, en un principio era inicio de conversaciones jactanciosas donde aseguraban la mayoría de los pobladores que nadie merecía el corazón de Kanae Kocho, con el pasar del tiempo estas conversaciones se convirtieron en preocupantes murmullos siendo que cada año era un año que Kanae se hacía una mujer adulta y por lo tanto el tiempo era, una razón más para preocuparse de su seguridad.

El amor, sin lugar a dudas era un sentimiento maravilloso, por si solo podía llenar de fuerza a cualquier hombre o mujer para hacer lo impensable, sin embargo también el amor podría hacer lo contrario en una persona, generando que la soledad marchitara el corazón y su marchitar confería el presagio de la muerte.

Kanae había escuchado sobre ello antes, casos donde personas que nunca lograban encontrar a su alma gemela empezaban a decaer no solo en espíritu sino de salud, hasta que se volvían esperpentos de sí mismos y un día la enfermedad atacaba hasta que la persona moría de la peor forma, en una absoluta soledad, donde la negatividad generaba el avance de la enfermedad.

"Tan triste"

Era el pensamiento compartido de los pobladores en Chō no nōjō.

Esa tristeza se volvió un miedo sin igual cuando los años pasaban y la joven Kanae Kocho seguía sin poder encontrar a su alma gemela.

"¿Acaso en su vida pasada algo había hecho el alma de esta chica como para ser castigada por los dioses de tan vil forma? ¿Siendo ella la encargada de encaminar el camino de las jóvenes parejas para encontrar la felicidad, ella nunca podría conocer aquel sentimiento?"

Eran los murmullos que escuchaba de vez en cuando Shinobu cuando regresaba a casa. Generando que la chica apretara aun con más fuerza el cinturón de su maletín cuando sus puños se cerraban con fuerza.

Sin embargo dentro del semblante amable y cariñoso de Kanae Kocho también se vislumbraba el deseo.

Kanae Kocho nunca dudo de los encuentros predeterminados, sin embargo cuando fue el suyo no pudo evitar sentirse perturbada, había conocido a su alma gemela mucho antes de tiempo, aún más su alma gemela a pesar de ser más joven que ella, exudaba una seguridad sin igual, una que nunca había observado alguna vez.

Las palabras llenas de amor que profesaba hacia ella aseguraban la felicidad eterna en su futuro, sin embargo no pudo evitar sentirse escéptica al mismo tiempo que una extraña sensación invadía su ser, algo, dentro ella, podía decirle que aquel pequeño decía la verdad.

Kanae trato de negarlo.

Era impensable, se llevaban 8 años.

Aun así el pequeño, siendo tan obstinadamente sincero pasó la mayor parte de su tiempo -cada que se podía escapar de su familia- yendo con Kanae para dar a conocer sus sentimientos.

El primer regalo fue un diente de león que deposito a un lado de ella, cuando ambos se encontraron sentados frente al estanque de agua de la finca Kocho, Kanae le había ofrecido algo de té y algunos dulces.

En silencio ambos se encontraron sentados sin decir palabra alguna hasta que vinieron por él.

Un caso, sin lugar extrañamente singular.

Los encuentros aumentaron, generando que Kanae ya se hubiera acostumbrado a la presencia del pequeño a pesar de las protestas de su pequeña hermana quien competía por su atención.

Sin embargo el periodo de vacaciones termino y con ello el pequeño tuvo que irse junto con su familia.

La despedida solo conllevo a la nostalgia.

Si bien el concepto de amor en Chō no nōjō no difería del todo con el concepto del mundo exterior, Chō no nōjō se encontraba cubierto con una peculiar energía que generaba que cuando dos personas que estuvieran destinadas a estar juntas se encontraran esa misma energía chocaba entre sí, hasta volverse algo extraordinario. Como si de magia se tratara.

«Cuando encuentres el amor, encontraras la magia verdadera»

Solían profesar los pobladores con rostros sonrientes compartiendo su felicidad.

Si bien aquel resultado extraordinario se comprendía como el choque de dos energías anteponiéndose contra la otra, estos eventos podrían a veces considerarse para algunos; mala suerte e infortunio, lo que generaba a su vez el miedo y el terror para algunos jóvenes que se veían horrorizados ante los eventos que se manifestaban.

La perspectiva, sabia a la perfección Kocho fungía por supuesto como un imprescindible factor, siendo el anhelo oculto en el corazón de las personas lo que generaba más catástrofes cuando los pensamientos negativos se arraigaban como raíces esparciéndose dentro infectando y derrumbando cada esperanza.

La negatividad, era por supuesto veneno para el corazón de la gente, a su vez la inestabilidad de una persona podría causar problemas en una unión, como la madurez de los involucrados. Ya que no siempre las personas destinadas a estar juntas se daban cuenta de ello.

Kanae camino las calles de Chō no nōjō, pronto fue acogida por un par de mujeres quienes la llevaron con ellas.

—Nos vemos después Shinobu —se despidió Kanae de su hermana.

Shinobu asintió, cuando observo la silueta de su hermana alejarse se encontró cruzándose de brazos, sin querer lanzo un suspiro. Sin embargo su atención pronto se posó en el estruendo de un pequeño local.

Ahí enfrente de ella se encontraba Kanroji y Obanai.

Nuevamente suspiro, antes de darse la media vuelta, sentía que le daría un dolor de cabeza si seguía ahí.

—Y-yo lo siento —se disculpó nerviosamente Kanroji con las mejillas arreboladas, Obanai también le había dado una reverencia al dueño del establecimiento quien les sonrió amable y luego rio.

—Nada de eso —coloco las palmas de sus manos en sus hombros, como si de dos niños se trataran, tal vez, pensó Obanai, que para el anciano así era su perspectiva ante la diferencia de edad.

Obanai asintió antes de alejarse, sin embargo cuando aún notó que Kanroji se encontraba ahí parada, le tomo de la mano para llevarle consigo.

El acto como tal, fue natural para Obanai. Sin embargo cuando empezó a caminar con la chica se dio cuenta de la extraña sensación que empezaba a apoderarse de él ante la cercanía de la joven.

Iguro Obanai había llegado a Chō no nōjō para asistir a la boda de su primo. Sin esperar que conocería a su alma gemela, aún menos espero que su alma gemela le propusiera matrimonio, la mirada de Obanai se desvió hacia atrás solo para observar a Kanroji con la mirada gacha, su flequillo ocultaba parte de su rostro.

Las mejillas de Obanai se sonrojaron al verle, redirigiendo su mirada otra vez al frente se sintió tensó, sus manos empezaron a sudar y se maldijo así mismo por actuar como un adolescente, después de todo no era como no hubiera salido con chicas antes, es solo, que, era la primera vez que se sentía así, Obanai recordó las palabras de aquella peculiar chica.

Kanae Kocho describió el fenómeno que atravesaron como magia, sin embargo Obanai pensaba que era una locura, si bien ambos habían vuelto a la normalidad y ambos habían hablado sobre el suceso en la finca Kocho, cuando salieron de ella, una rama de glicina casi cayó encima de ambos, si Obanai no hubiera reaccionado rápidamente y atrajera a Kanroji hacia él, el suceso hubiera ocasionado un viaje directo al hospital.

Para colmo cuando el camino llegaron a una intercepción y ambos debieron separarse, un chico que pasaba con su café en mano lo derramo en la camisa de Obanai lo que ocasiono que Kanroji lo invitara a su casa ya que era la más cercana de las dos.

Kanroji le había prestado una camisa de su padre mientras la camisa de Obanai se secaba, el cómo habían terminado de estar sentados uno al lado del otro a poner toda la sala de cabeza pensó Obanai que se debía a solo su mala suerte.

—Kanroji —le llamo su madre cuando llego a casa, la mujer cuando asomo su cabeza hacia el interior se encontró con las cortinas tiradas, la alfombra manchada, la lámpara rota y rápidamente pudo oler a quemado, no dudo que el olor provenía de la cocina, la mujer entrecerró los ojos— Esto es...

—Supongo que era de esperarse —esta vez hablo su esposo llegando con ella.

—Y-Yo lo siento, lo limpiare ahora mismo y... —dijo nerviosamente Kanroji mientras se levantaba de su lugar.

—Señores yo pagare la tinto... —se detuvo Iguro cuando vio a los padres de Kanroji negando con la cabeza.

—Nada de eso, después de todo era de esperarse —sonrió la mujer. Obanai les miro con confusión— Por cierto Mitsuri, deberías llevarlo al festival, después de todo podría ser una buena oportunidad para él antes de que regrese a la ciudad —Kanroji quiso decir algo, pero se detuvo al instante. Asintiendo en silencio dirigió una mirada a Obanai.

Iguro pudo sentir como su corazón se apretujaba al instante cuando vio la tristeza en el rostro de Kanroji.

—Aún es temprano, pero tal vez te resultaría agradable como todos se encuentran ayudando en el festival así que... Tu... Bueno ya sabes... Yo...

Sin dejarla terminar, Iguro se levantó y se acercó a ella con una sonrisa amable.

—Me encantaría ir contigo.

"Ba-dum" "Ba-dum"

Claramente pudo escucharlos latidos de su corazón.

—¿Kanroji? —le llamo Obanai.

—¿Mmm? ¿Sí? —alzo la mirada la joven. Nuevamente se sonrojo cuando observo la espalda ancha y firme de Iguro.

—Por favor sígueme mostrando el lugar —pidió.

Kanroji guardo silencio por unos segundos, después asintió con una sonrisa en los labios, el rubor adornaba delicadamente sus pómulos, mientras su mano se entrelazaba con la de Obanai.

˚◦ε❀з◦˚

La magia como tal existe, no debes verla para saber que es real, hay muchas cosas más allá del ojo humano, no porque no puedan ser vistas se puede negar sobre la existencia de perturbaciones dentro del basto mundo en el cual se habita, como el hecho innegable que dentro de este parámetro real pueden habitar otros mundos sin igual.

Shinobu lo sabía a la perfección, Chō no nōjō como tal es una particularidad interesante, cada persona que pone un pie en el lugar puede despertar aquel lazo invisible que le une con la persona más especial que llegara a conocer.

Efectivamente, con esas palabras se hacía referencia sobre la persona que se amara por el resto de su vida.

Sin embargo, de vez en cuando Shinobu se veía frunciendo el entrecejo cuando su mente regresaba al mismo pensamiento.

—Esto debe ser una broma —refunfuñó en un murmullo Shinobu cuando observo a lo lejos la silueta de Tomioka Giyu.

Soltando un largo suspiro mientras la puesta de sol se reflejaba en el cielo, detuvo sus pasos para ir con él con el cuándo una voz le llamo.

—Disculpe, pero creo que me he perdido —dijo la joven de cabellera negra, el cual se encontraba atado en una coleta alta, Shinobu le miro por unos segundos, la joven parecía ser de fuera, además era, solo una chica de secundaria. Shinobu le sonrió amable.

—¿Has venido a ver el festival? —la joven asintió, Shinobu le insto a venir con ella— ¿Tienes familiares aquí?

Pregunto, pero antes de que pudiera contestar, una estruendosa voz se escuchó.

—¡Kanao!

Ambas chicas se giraron hacia la dirección de donde provenía la voz, solo para ver a un chico con pecho descubierto yendo hacia ellas y escuchar un par de gritos.

—¡Hey, Inosuke, deja de ser tan impulsivo!

—¡Inosuke, regresa!

—¡Hashibira!

Shinobu miro a la joven, su rostro parecía imperturbable, sin emoción alguna, aun así sus finos rasgos eran evidentes, ella sería una mujer muy hermosa cuando creciera, estaba segura de ello.

—Parece que han venido por ti —rio bajito, la chica nuevamente asintió.

Inosuke Hashibira, un joven imprudente, pero de buenos sentimientos se encontró usando sus propios pies para detenerse antes de chocar contra las chicas, Shinobu miro por el rabillo, cuando notó como una presencia se había acercado a ella, con una mano extendida hacia ella por si debía alejarla del lugar.

Por suerte Giyu Tomioka no tuvo que interceder.

Cuando al fin Inosuke se detuvo a par de centímetros de Kanao, no muy poco después llegaron un par de chicos junto a él.

—¡Oi, Inosuke! ¿Qué fue eso? —refunfuño Agatsuma Zenitsu tratando de recuperar el aliento.

—Vamos, vamos, no armemos un alboroto —trato de calmar las cosas Kamado Tanjiro.

Shinobu presencio la escena en silencio, los tres chicos habían empezado a juntarse desde que entraron a primer año de secundaria y desde entonces se habían vuelto inseparables, si bien se les veía mayormente discutiendo, era innegable el vínculo de los tres.

Sin embargo una figura se sumó a ellos.

Kanzaki Aoi, quien caminaba con lentitud. Su mirada se mantenía fija en Inosuke Hashibira quien le sonreía cálidamente a Kanao, sin embargo Kanao parecía estar mirando a alguien más, Shinobu noto rápidamente lo que estaba sucediendo, y cuando vio que Kanzaki diría algo, ella se adelantó.

—Supongo que ya no me necesitas ¿Verdad? —se giró a ver a Kanao quien le miro por unos segundos.

—Han venido por mí.

—Ya veo —le sonrió cálidamente Shinobu antes de mirar al trio— Por favor sean amables con nuestro invitado y muéstrenle el lugar.

—¡Por supuesto! —afirmo solemne Tanjiro.

En ese momento, Inosuke tomo la mano de Kanao para llevarla consigo dando como finalizada la conversación cuando los tres chicos salieron tras de él.

Shinobu se vio sonriendo con nostalgia, sin querer se inclinó hacia un lado apoyándose contra el hombro de Giyu, quien había desviado el rostro, Shinobu no tenía que mirar su rostro para darse cuenta del rubor en sus mejillas, ella tampoco quería mirarlo, puesto que también le mostraría su propio rubor, el acto como tal de apoyarse contra él fue instintivo, como algo inherente de su propio ser, aun así se sentía reacia a dar rienda suelta a sus sentimientos.

˚◦ε❀з◦˚

Aoi siguió al grupo con recelo. Sin querer su mente recordó un vago pensamiento.

"como salido de un cuento de hadas"

Fue el primer pensamiento que surgió cuando conoció a Inosuke, sin embargo, Inosuke no era el príncipe azul que aparecía en esos cuentos de hadas, era más, como un niño pequeño, jugando con su mundo, conociendo cada pequeña parte de el sin importarle nada más.

Un espíritu libre.

Lo contrario de ella.

—Lo siento, pero debo volver con mi familia, este año se encargan de la comida y... —Anuncio Tanjiro antes de irse.

—¡Espera no me dejes solo con este idiota! —protesto Zenitsu, sin embargo Tanjiro ya se había perdido entre la multitud y él no era el único quien seguía mirando hacia su dirección. Kanao se había quedado perdida por unos segundos mirando hacia esa dirección.

Zenitsu suspiro pesadamente. Regreso la vista al par, Inosuke se encontraba mirando un puesto de peces, y pronto la atención de Kanao se dirigió al mismo puesto cuando Inosuke jalo su manga.

˚◦ε❀з◦˚

—Supongo que nos toca ser niñeros —murmuro con desgano Zenitsu acercándose a Aoi quien resoplo y se cruzó de brazos.

El festival como tal había empezado sin problemas, no al menos tan grandes como para amenazar su apertura, sin embargo de la nada los murmullos y gritos de los niños se hicieron escuchar cuando de la nada peces aparecieron el cielo.

Peces, peces de colores vivaces flotando por doquier mientras movían sus enormes aletas y branquias como si el cielo y el aire fuesen su hábitat natural.

La multitud que caminada en el festival veía con asombro los peces entre el manto nocturno.

—¡Mira mamá, peces! —apunto el pequeño a su madre.

El problema empezó cuando Aoi observo las decenas de bolsas con peces de color dorado que había sacado Inosuke cuando empezó jugar en el pequeño puesto, las habilidades del chico quedaron de lado cuando Inosuke extendió la bolsa a Kanao, y cuando ella le sonrió, este regreso a hacer el siguiente intento.

Inosuke había extendido su mano hacia Zenitsu para pedir dinero otra vez, quien protesto por séptima vez.

—¡Oi! ¿No crees que ya es suficiente!

Protesto Zenitsu, sin embargo el chico no le escucho y cuando Aoi quiso decir algo se vio rodeada de tanta gente que observaba el espectáculo con asombro.

Y no era para menos, las hábiles manos de Inosuke se movían con destreza y precisión, la primera vez que lo había logrado ella también había quedado cautivada, sin embargo cuando vio para quien era el premio se sintió incomoda, no solo eso, sino reacia de permanecer ahí.

—Parece que dejara en bancarrota al hombre —bromeo un hombre entre el público, después de escucharlo varios se echaron a reír.

Aoi solo pudo murmurar un bajo y molesto "Hmm" antes de suspirar y empezar a caminar hacia la dirección del público.

No veía caso quedarse ahí, pero mientras más se alejaba, más incorrecta sentía la acción.

Entonces de la nada los peces de colores empezaron a navegar en el cielo nocturno.

˚◦ε❀з◦˚

Kanroji se levantó de su asiento, mientras miraba a su alrededor, tras unos segundos suspiro aliviada.

—Menos mal, no fue mi culpa —declaro con alivio, cuando vio los peces flotando pensó que había cometido algún error, si bien deseaba enseñarle más sobre el festival a Obanai, pensó que lo más seguro es que ella se mantuviera a cierta distancia para no causar problemas, sin embargo no espero que Obanai le hiciera compañía, y así los dos terminaron sentados debajo de un árbol de Glicina a un par de metros del festival.

—Por supuesto que no es tu culpa —respondió Obanai con la mayor calma del mundo, Kanroji le miro expectante— Además si ese fuese el caso, no sería solo culpa tuya, ya que ambos estamos metidos en esto ¿No? —le miró fijamente, a pesar de la vergüenza, Obanai tomo valor.

—¿Ambos? —musito Kanroji llevándose la mano a la altura de los labios, esta se había cerrado en forma de puño.

—Si —hablo paciente Obanai— Después de todo, los dos, no sé mucho sobre esto, pero por lo que entiendo, ambos, nosotros dos —sus mejillas empezaron a teñirse de rojo— Estamos destinados a estar juntos y... —el corazón de Kanroji dio un vuelco— Tú me pediste casarme contigo.

En ese instante todo el rostro de Kanroji se puso rojo cual remolacha, sintió como el calor seguía extendiéndose, su voz flaqueo y sin querer llevo ambas manos al rostro para cubrir su vergüenza.

—Y-Yo... Sobre eso... Yo...

—Me encantaría —Obanai se había levantado para dirigirse hacia Kanroji, quien descubriendo su rostro le miro con los ojos bien abiertos— Me encantaría saber más sobre este lugar —la desilusión apareció en el rostro de la chica por unos segundos para darle paso a la resignación— Pero... —Obanai le había apartado con totalidad las manos de Kanroji de su rostro— Más que nada me gustaría saber más sobre la persona de la que me he enamorado.

Los ojos verdes de Kanroji se encontraron con los ónix de Obanai. Obanai Iguro estaba seguro que la luz que reflejaba sus ojos era la visión más hermosa que jamás podría encontrar y ahora que la había conocido no podría simplemente dejarla ir.

˚◦ε❀з◦˚

Kanae escucho el revuelo afuera de la carpa, con cuidado colocó el espejo de mano sobre la mesa.

—Parece que este año, también el festival se encuentra muy animado —escucho una voz detrás de ella.

—Era de esperarse —concedió antes de levantarse y girarse hacia la persona que yacía a un costado de la puerta de carpa. La sonrisa de Kanae se extendió en sus labios mientras caminaba solemne hacia él, pronto una mano fue extendida hacia ella. Kanae la tomo con gratitud.—Me alegra que hayas podidos venir, Sanemi—rompió el silencio Kanae mientras avanzaban.

—Lamento haberme tardado tanto tiempo.

—Supe que has terminado tus estudios en Tokio.

—Así es —asintió el joven de cabellera plateada— Y he conseguido una plaza dentro las filas de la academia Suiren, supongo que me veras más seguido desde ahora.

—Eso, por supuesto me haría muy feliz.

—¿Crees que Shinobu encuentre engorrosa la situación? —Kanae le miró fijamente con una sonrisa en los labios— Que su nuevo profesor auxiliar salga con su hermana.

—Supongo que, aun debemos de considerarlo. Después de todo, ella peleaba contra ti sobre mi atención.

El joven rio.

La pareja camino directamente a donde la multitud empezó a aglomerarse. El Kimono violeta con bordados dorados se movía elegantemente mientras su cola se arrastraba.

Era, en cierta forma la caminata de procesión de una novia, algunos lugareños pudieron imaginarlo cuando los vieron pasar.

—¡Inosuke, idiota! —se escuchó la voz de una chica, el grito no inmuto a los jóvenes pasar.

La mirada de Kanae se giró hacia arriba para ver los peces de colores, grandes carpas nadando por sobre sus cabezas como si el cielo fuese el ancho mar de donde alguna vez habían sido extraídos.

"Eso sin lugar a dudas es debido a la magia del amor", concluyó Kanae. Pronto los ojos de la joven se dieron cuenta de cómo un chico, si no mal recordaba Hashibira Inosuke se había subido a uno de los postes para alcanzar a uno de los peces.

—¡Inosuke, por favor baja de ahí! —grito una chica, que reconoció Kanae cuando al fin llego con ellos, como Kanzaki Aoi, quien parecía desesperada.

—Por favor traigan las redes del almacén y un par de colchonetas —se dirigió Kanae con calma, su voz parecía un susurro, sin embargo los hombres siguieron su petición sin chistar— Vamos, no llores, te prometo que todo saldrá bien —acaricio el cabello de Aoi quien estaba llorando.

˚◦ε❀з◦˚

El amor era un sentimiento único, especial y por sobre todo inigualable, cada persona podía amar de formas tan diversas y aun así su amor no podría ser menos que el de otra persona.

—¡Eres un tonto! —le grito Aoi a Inosuke, quien se había quedado congelado cuando la chica el abrazo con fuerza —¡Tonto! ¡Inosuke, tonto! ¡Yo estaba tan preocupada por ti y tú...! —en ese momento su voz flaqueo y empezó a llorar nuevamente.

Inosuke bajo la mirada, su flequillo ocultaba su expresión, aun así sus manos se deslizaron por sobre su espalda para corresponder el abrazo.

El amor podía ser ingenuo y nostálgico ante el anhelo de algo que ya se tenía al alcance de las manos aunque las personas involucradas aún no se daban cuenta de ello.

—Vamos, vamos muévanse, aquí nada ha pasado —demando Shinobu tratando de alejar la atención, algunos pobladores hicieron caso, sin embargo otros aun divertidos por la situación persistían, si bien no era de mala fe, puesto que los fenómenos que ocurrían eran, por supuesto, cosa del diario, por lo cual trataban de tomárselo de buen humor, Shinobu estaba tratando de seguir con el orden escalonado del cronograma que habían diseñado para el festival y si tenía a medio poblado parado en medio del camino sería un enorme desperdicio por toda la gente que se esforzó en sus actuaciones —Y tu ¿Qué haces ahí parado? Ayúdame —regaño Shinobu a Giyu quien solo asintió y se colocó a un lado de ella, cuando algunos chicos menores le vieron empezaron a irse.

Kanae rio ante la escena, su hermana y su novio eran un par singular.

El amor también podía ser inmaduro, resistiéndose a pertenecer a otro, y abrazar la felicidad.

—¿Estas bien? —preguntó Tanjiro a Kanao, a quien había sujetado cuando casi cayó al suelo al tratar de detener a Inosuke cuando escalo la cola del enorme pez.

La chica se quedó en silencio por unos segundos para luego asentir.

—Menos mal —le sonrió amable Tanjiro, luego dirigió su semblante a Inosuke— ¡Inosuke! —le llamo Kamado— ¡Tsuyuri-san! Se encuentra bien.

Cuando Kanzaki escucho el nombre familiar su cerebro hizo un breve clic cuando se dio cuenta del pequeño malentendido, separándose de Inosuke, miro a la chica.

—¿Tsuyuri? ¿Cómo esos Tsuyuri? —la chica asintió y después de unos segundos hablo.

—Vine a visitar a mi primo Hashibira durante el festival de Glicina, muchas gracias por sus cuidados —hizo una pequeña reverencia como agradecimiento.

Aoi se sintió mareada, ahora entendía porque el chico le traía de un lado para otro. Además el parecido, si bien eran dos polos opuestos, cuando los miraba detenidamente había algo de solemnidad en sus presencias, al menos eso duraba en Inosuke hasta que se veía envuelto en alguna de sus tantas travesuras.

Largando un poco de aire, suspiro.

Y de la nada los peces se desvanecieron en el cielo en pequeñas luces, como si fueran luciérnagas.

Inosuke extendió sus manos cuando agarro una y jalando la manga de Aoi llamo su atención, a pesar de que solo era una estela de luz que desaparecería en un instante Aoi le sonrió con amabilidad ante el pequeño regalo que Inosuke le ofrecía.

—¿Para mí? —Inosuke asintió— Gracias —dijo antes de ir con Kanao y tomarle del brazo. Sin percatarse que el rostro de Inosuke se había arrebolado.

—¡Oi, Tanjiro! —grito Zenitsu Agatsuma yendo hacia ellos, cuando la situación se había salido de control, había ido con Tanjiro para pedir ayuda, como consecuencia ya que solo se encontraba Tanjiro y sus hermanos atendiendo el local mientras sus padres se ocupaban de la cocina, tuvo que reemplazar a Tanjiro.

Tanjiro le saludo enseguida, llamándolo con la mano extendida en el aire, sin embargo su semblante tranquilo se había fruncido al notar que Zenitsu se encontraba tomado de la mano de su hermana.

Nezuko Kamado, una chica de primer grado de secundaria con personalidad tranquila y taciturna como de costumbre se encontraba con un pan en la boca, mientras corría de la mano de Zenitsu.

Los celos de hermano mayor despertaron el enojo en Tanjiro quien corrió a separar al par.

Kanae miro la escena, solo para regresar hacia a un costado, mientras miraba a Kanao Tsuyuri quien seguía fijamente mirando a Kamado Tanjiro.

Pero también el amor podía ser sincero, un simple detalle honesto que nos indicaba lo que nuestra mente aún no estaba dispuesta a entender.

El amor por supuesto era un viaje de comprensión mutua, el reflejo de un deseo, el aria de un alma que busca encontrarse al fin con su igual.

Kanae suspiro, y se apoyó en el hombro de Sanemi, quien aún le observaba con la misma devoción con la que le miro la primera vez que le encontró.

Un milagro.

Fue un milagro, lo sabía Sanemi, al haberse encontrado con su alma gemela, aunque el tiempo no había sido el mejor, aunque la distancia les había separado, pero él no era nadie para juzgar al destino, porque un encuentro predeterminado, era, por supuesto inevitable, y la gente que debía conocerse, se conocerá.

—Te amo —confeso Sanemi, la mano de Kanae se aferró con premura a la suya.

En ese momento un nuevo estruendo se escuchó y todos observaron cómo pequeños caramelos empezaban a flotar alrededor.

No muy lejos Kanroji Mitsuri y Obanai Iguro se encontraban disculpándose con los lugareños.

"Es mágico", pensó Kanae, y ya no podía esperar por las sorpresas que el verano traería a todos aquellos que caían en las redes del amor "porque si no fuese así, jamás nos hubiéramos conocido"

—Yo también, te amo Sanemi.

La brisa de la primavera hizo volar un par de pétalos de Glicina, ese año parecía vislumbrarse de lo más interesante.

Al menos eso quiso creer Kanae, aferrándose al deseo de ver a sus seres queridos compartiendo la dicha que ella misma estaba sintiendo en ese momento.

Un sentimiento llamado amor.

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