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Durante los entrenamientos, tendía a simplemente observar y corregir. A esta hora del día es cuando el sol apenas hace una tímida presencia y es por ello que a Zero le parece el mejor momento de iniciar sus prácticas. Si son novatos, les espera un duro entrenamiento a las afueras del castillo por manos de aquel combatiente.
Era uno de los mejores caballeros que hubiesen pisado aquel castillo. Proveniente de una familia llena de caballeros y entrenado por su hermano mayor, desde temprana edad demostró ser un prodigio con la espada, por ello, siendo ya un adulto, se encargaba de capacitar a los más jóvenes y de mejorar las habilidades de los más veteranos. Incluso su nombre recorría gran parte de la región debido a estas cualidades, cualquiera con dos dedos de frente dudaría en siquiera enfrentarlo.
— Los veo mañana a la misma hora, recuerden ser puntuales. — Aplaudió un par de veces para llamar la atención de sus aprendices.
Observó a cada uno de los principiantes, lucían cansados y hasta aliviados de que su calentamiento hubiese cesado. Sin embargo, uno de ellos se acercó furioso.
— ¡Zero! — Golpeó su hombro derecho amistosamente. — ¡Te pasaste esta vez!
— No voy a disculparme, creí que ya sabías como esquivar los golpes más obvios. — Respondió con cierto desinterés, no estaba del todo preocupado por aquel sujeto ya que podía estar de pie. — Además, yo te veo completamente bien.
— ¡¿Estás bromeando?!, no siento el brazo izquierdo porque eres un bruto. — Hizo una mueca de dolor y tomó su antebrazo como si en realidad estuviese herido.
— Deja de exagerar Axl, no es como si te fueras a morir en unos minutos. — Giró sus ojos a otra dirección, le era algo molesto escuchar al menor quejarse de todo.
— Con la pandemia que hubo recientemente no estoy totalmente seguro de lo que dices. — Respondió y se cruzó de brazos.
Axl había dado media vuelta tratando de aplicar la ley del hielo contra Zero, estaba irritado por no conseguir que Zero se preocupara por él.
— No te pongas como princesa, si tu brazo realmente está herido deberías descansar. — Mencionó.
Lo tomó del cuello, de la parte de atrás para no lastimarlo. Zero tenía la mala costumbre de agarrarlo así, sin embargo a Axl no le molestaba que lo hiciera, al contrario, un escalofrío recorrió su espalda y sintió como cada parte de su cuerpo se erizaba por el contacto entre ellos dos.
— Eso significa... no más batallas para ti.
— Ugh, no me pongas en esta situación, Zero.
La postura de Axl cambió, se había, agachado ligeramente y sus manos cubrieron su rostro.
— Ya sé que estás mintiendo, me decepciona un poco viniendo de ti.
— Bueno, tampoco es como si lo que dices sea real... ¡Ni siquiera has visto mi brazo!, tengo un moretón por tu culpa. — Dio media vuelta y golpeó el pecho de Zero a modo de juego.
— ¿Por qué te quejas? Es un simple moretón. — Dijo para después tomarlo del brazo derecho y jalarlo cerca suyo. — Tranquilízate, tu "enorme" problema se irá con el pasar de los días.
— Mngh, siempre me arruinas los mejores momentos, quería ver tu rostro de preocupación, nunca lo he visto.
— ¿Mi rostro de preocupación?, ja.
Llevó ambas manos hasta el casco que usaba el más pequeño y se lo arrebato.
— ¡Zero! — Gritó mientras intentaba conseguir la parte de su armadura. — Maldición Zero, aquí no.
Acarició el cabello de Axl y posteriormente lo sacudió para despeinarlo, alzó con una mano el objeto con la intención de que el menor no pudiese alcanzarlo. Por otro lado, Axl cubría su rostro mientras intentaba atrapar su casco, obviamente, fallando en sus intentos por falta de visibilidad.
— ¿Por qué no?, tu cabello es casi tan bueno como el mío.
— No es por eso, rubia tonta. — Se quejó.
Detuvo sus intentos de conseguir el casco y escondió con ambas manos su cara.
— Sabes que luego del incidente no me gusta que vean mi cara, y aun así no te importa.
La risa de Zero se detuvo en seco. Algunos novatos no se habían retirado y entre ellos murmuraban mientras observaban el comportamiento de su superior con aquel compañero.
— Ah...lo siento mucho...
Avergonzado, colocó el casco de vuelta en su lugar.
— ...No tienes un rostro horrible, deberías agradecer que estás con vida. — Mencionó.
Con el casco de regreso, el joven se lo puso y procedió a mirar fijamente el suelo. Algunos flashbacks se hicieron presentes en su memoria y aguantó con todas sus fuerzas las lágrimas que se hacían presentes.
— Además, esa cicatriz en tu rostro te hace ver más rudo. — Le dio unas palmadas en la cabeza y tomó su mano de manera amistosa.
Axl se limitó a quejarse durante un pequeño instante, después abrazó a Zero.
— ¡Axl! — Susurró fuertemente. — No deberíamos estar así, lo sabes.
— Solo unos segundos, por favor. — Lo tomó con más fuerza y se acurrucó entre sus brazos.
Sin nada más que hacer y a modo de disculpas, decidió concederle ese pequeño deseo a Axl, de cualquier forma, era un simple abrazo. Dio un par de palmadas en su espalda y observó a su alrededor.
— ¿Podemos vernos esta noche? — Preguntó el menor levantando su mirada.
— ¿Donde siempre? — Susurró sin separarse de él.
Continuó susurrando con miedo a que hubiera algún entrometido espiando, prefería no saber qué iba a pasar si los atrapaban estando tan juntos.
— Sí, donde siempre, necesito entrenar más para elevar mi rango...no quiero quedarme como un simple escudero toda mi vida.
Axl guiñó un ojo, dando a entender que ese "entrenamiento" no era más que una excusa para estar con Zero, y este ultimo lo notó. Detuvo el abrazo del chico dando un pequeño empujón y dio algunos pasos atrás, en ocasiones esas muestras de cariño terminan por desatar algo más que sólo abrazos.
— Te veo más tarde entonces.
— ¡Muchas gracias Zero!
— No me agradezcas.
Axl estaba por marcharse hasta que se percató de la presencia de algunos caballeros. Se armó de valor y cruzó a su lado para retirarse. Un capitán que venía con ellos golpeó su hombro herido. Aquel hombre era casi un desconocido para Zero, poco o nada sabía de él y lo único que recuerda es que Axl acabó en malos términos él, ¿Red? ¿Así se llamaba?
Red aceleró el paso y se dirigió a donde Zero se encontraba.
— Tu general te llama. — Murmuró sin siquiera observar al otro.
Con una actitud pedante, Red sigue su camino y Zero frunce el ceño.
Sin perder el tiempo, el espadachín toma rumbo a donde el general podría encontrarse y en el camino se percata que no hay indicio alguno para saber donde se encuentra.
Vagando entre pasillos, nota como algunas señoritas se encuentran trabajando y conversando entre ellas.
— Disculpen, ¿saben donde se encuentra el general?
Las mujeres niegan con la cabeza, una de ellas, avergonzada, se esconde detrás de una amiga suya.
Extrañado por esto, Zero ríe para sí mismo y se retira.
— Entiendo, muchas gracias.
Aliviada, la muchacha deja escapar un suspiro y su rostro vuelve a su tono natural de piel.
— Tus interacciones con el coronel Zero serían diferentes si dejaras de hacer eso, ¿sabes?
— Lo sé, es solo que me es...complicado.
— Ay Iris...— Exclamó burlonamente.
— No lo entiendes, siento como si mi corazón se fuese a salir de mi pecho y-y mi rostro empieza a calentarse cada vez que me dirige una palabra.
De solo recordar su figura, las mejillas de la joven vuelven a tomar color. Ella solo se limita a cubrir su cara con ambas manos y a sacudir su cabeza.
— Es como si fuera otra persona a su lado, Alia.
Luego de un par de minutos y un largo recorrido, Zero finalmente puede avistar a su general, quien estaba rodeado de algunos escuderos y caballeros, parecían hablar de algo importante. El general hizo un comentario y enseguida todos dirigieron sus miradas hacia Zero, algunos de ellos analizaban de arriba abajo al de mayor rango, otros intentaban ser más discretos y solo hablaban entre ellos.
Apresuró su paso, la armadura que portaba le hacía dar una impresión más fuerte, sin hablar de ese largo cabello que infundía respeto y elegancia al caminar.
— Zero, que bueno que llegas. — Comentó el general seriamente.
— Al fin, ya nos estábamos desesperando por tu llegada. — Agregó un caballero que se encontraba a su lado derecho.
El general carraspeó interrumpiendo al chico y llamando la atención del resto.
— Llevo mucho tiempo buscándote.
Probablemente por eso le tomó más tiempo encontrarlo, ambos se estaban buscando. O al menos eso fue lo que Zero creyó.
Su superior se acercó a él y posó una de sus manos en el hombro del comandante. Apretó la mano y guío a Zero para que ellos dos estuvieran más alejados del grupo.
— Necesito que vayas al pueblo más cercano, ya sabes... A Abel, al parecer hay algunos rebeldes que se rehúsan a pagar los impuestos.
— Y como imagino... tú quieres que me encargue del trabajo sucio, ¿Estoy en lo correcto?
Zero cruzó los brazos y bajó la mirada, incluso hizo una mueca de disgusto. Lo que menos me gustaba de ser comandante, era dirigir a un grupo de caballeros para intimidar a la gente del pueblo como si de animales se tratasen. Él podía ser muchas cosas, pero sin duda alguna no era un bravucón, esa gente también tenía asuntos más importantes de los cuales encargarse, salud, comida, sus familias, etc.
— ¿Trabajo sucio?, para nada Zero, irás a avisar a los pueblerinos que deben cumplir con los pagos necesarios.
El general extendió su mano al equipo de caballeros que estaban reunidos esperándolo, ellos no despegaban sus ojos de Zero y el general. Uno de ellos le entregó un papel.
— ¿Qué es eso? — Preguntó irritado.
— Es una lista de la gente que lleva más de dos meses sin pagar impuestos, tu labor será buscar a estas personas y si no tienen el dinero suficiente los traes al castillo.
— Deberíamos concentrarnos en los 8 fugitivos que acaban de escapar, señor. — Refunfuñó
Arrebató el papel de las manos del contrario, de mala gana sabía que debía cumplir con esta orden y así mismo intuía que algunos de los que se encontraban en la lista no tenían el dinero suficiente para posteriormente ser llevados a un juicio y finalmente ser ejecutados.
Esta nueva crisis económica ha dado paso a muchas perdidas y Zero no estaba dispuesto a ser el causante de ellas.
— Todo a su tiempo Zero, por ahora concéntrate en esto... No intentes hacer las cosas por tu cuenta.
Dando por terminada esta charla, el superior dio media vuelta y se dispuso a irse, el resto de personas que lo acompañaban le siguió el paso evitando cruzarse de frente con Zero.
— Maldita sea.
El sentimiento de cólera se hizo presente, estaba furioso y de cierta manera se sentía impotente. No podía hacer nada con respecto a ningún asunto más que seguir órdenes.
Que amarga era la ironía. A pesar de ser el mejor caballero del castillo a él le era imposible hacer las cosas a su manera ¿Y cómo podría hacerlo?, si decidía oponerse a una orden eso daría como resultado manchar el nombre de su familia.
Sin saberlo, ya había estrujado el papel con una de sus manos. Respiró e intentó relajarse, no había ninguna otra opción más que obedecer.
Buscó a varios integrantes de su clan, entre ellos Axl, para ayudarle con su trabajo.
Habiendo juntado a los que quería frente a él, les explica cómo eran los hechos y que debían hacer. El pequeño aprendiz estaba ansioso por montar a caballo, salir del castillo y poder sentir el viento en su rostro al cabalgar, sin embargo, sus pies volvieron a la tierra en cuanto Zero añadió que irían en grupos de dos.
— No es justo. — Murmulló.
— ¿Qué no es justo?
Zero y Axl se dirigían al caballo del mayor mientras el resto de caballeros formaban sus equipos. De cierta forma ambos sabían que serían un equipo, por lo que la charla simplemente continuó.
— Creí que por fin podría subirme a un caballo.
— Lo más cercano que tendrás por ahora será un unicornio. — Comentó con burla mientras le colocaba el asiento y otros artefactos al caballo.
—Ja, ja, eres muy divertido Zero, ¿Por qué no eres el bufón del rey? — Acarició al animal.
— Lo seré el día que tengas tu propio caballo con el cual enfrentarme, Axl.
— Ouch.
— Ya, súbete, no quiero perder el tiempo.
Zero se subió al corcel y le hizo un espacio a Axl, posteriormente le dio unas palmadas haciendo alusión a que debía sentarse detrás de él.
— Voy a caerme si me subo a tu potro.
— Entonces quédate en el castillo como siempre acostumbran a hacerlo.
Habiendo escuchado eso, Axl se subió al asiento y abrazó a Zero.
— Déjame en paz.
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