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Capítulo 12

Narra Claudia.

Pasaron tres días y todo iba normal. Hoy es viernes y mi madre no ha aparecido aún.

Cuanto más tarde mejor. ¿Estás preparada para su llegada?

Yo creo que sí.

Yo te daré ánimos desde aquí.

Vale, gracias papá.

Me levanto de la cama, desayuno y voy a clase. Desde que me invitó a quedar, no he vuelto a hablar con Manuel. Solo hemos hablado para hacer nuestra poción y nada más. No se que está esperando, yo quiero salir ya con él. Durante un cambio de clases me pongo a hablar con Carla:

- Carla, ¿tú crees que está pasando de mi?

- Relajate, os conoceis desde hace muy poco. No creo que este pasando de ti, simplemente esta dejando que pase un poco el tiempo para saber si estás interesada.

- Esto no me gusta y, encima, estoy esperando la llegada de mi madre.

- ¿Eso es malo?

Alguna de las noches que hemos pasado juntas le he contado todo sobre ella, incluido que estaba viva.

- Sí y no. Es bueno porque hace mucho que no la veo, pero es malo porque no se que intenciones tiene. Se supone que no se nada de mi padre y que pienso que está muerta.

- Bueno, te deseo suerte.

Entramos a clase y ahí acaba nuestra conversación. En mitad de la clase de física (de 12 a 13 horas) se olle un comunicado por megafonía:

- Señorita Claudia Wilson, le están esperando en el despacho del director. Acuda inmediatamente.

Toda la clase se me queda mirando y yo miro al profesor diciendo:

- ¿Puedo ir?

- Sí, claro. No suelen interrumpir las clases si no es estrictamente necesario.

Salgo de clase y me voy mentalizando. Que me hayan llamado así solo puede significar una cosa: mi madre ha llegado.

No te pongas nerviosa, todo saldrá bien. Tiene que parecer que te alegras de verla y que no la esperabas.

Lo sé papá.

Llego al despacho y llamo a la puerta, el director me abre.

- Hola Claudia, hay alguien que quiere verte.

- ¿Quién?

- Yo - dice mi madre.

- ¿Mamá? - digo con fingido asombro y emoción.

Me quedo parada y luego corro hacia ella dándole un abrazo.

- Mamá, ¿no estabas muerta?

- No, te mentí para poder protegerte.

- ¿Protegerme de que?

- De ti misma. A estas alturas ya debes saber que eres portadora de la profecía.

- Sí.

- Pues cuando la escuchas entera te das cuenta de que llegará un momento en que tus poderes se comenzarán a descontrolar. Solo unos artefactos concretos lo pueden parar y evitar que te consumas y consumas a todos a tu alrededor.

- Mamá, me estás asustando - digo fingiendo, yo ya sabía todo esto.

- No te preocupes cielo, el primero de los tres artefactos ya lo tienes y es lo que ha evitado que se te descontrolen. Lamento decir que no funcionará para siempre, por eso he vuelto. Te traigo esto:

- Este es el segundo amuleto. Es importante que nunca te los quites.

- Vale mamá, ¿y el último de ellos?

- Ese no lo puedo conseguir yo, tienes que conseguirlo tú. Lo he intentado, pero para mi es imposible. Llegado el momento sentirás como si una cuerda tirara de ti, siguela y te llevará al artefacto. Pero ten cuidado, cuando lleves los tres podrás acceder a toda tu magia sin peligro pero ten cuidado porque es mucha.

- Vale mamá, que alegría que estés bien, pero no te voy a perdonar que me hayas abandonado desde que tenía 10 años.

- Era necesario, tenía que encontrar los amuletos.

- No es excusa, pero te perdono.

Nos abrazamos y añado:

- Mamá, tengo que ir a comer, son las tres.

- ¿Ya?

- Sí.

- Nos veremos pronto hija. Toma mi número de teléfono y así estamos en contacto.

- Vale, gracias mamá. Adiós.

- Adiós cariño.

Salgo del despacho y voy a ver a mis amigos.

Espera, lo has hecho muy bien. Me alegro de que ya tengas dos de los tres artefactos. Como ha dicho tu madre, solo tú puedes encontrar el tercero.

Vale, gracias papá. Ahora ya nos podemos ver en persona.

Es un poco peligroso todavía, pero lo intentaré planear.

Gracias, quiero poder abrazarte como dios manda.

Yo también.

Llego al comedor y Finn y Carla ya me están esperando para que les cuente el cotilleo. Viven por y para el cotilleo.

- Hola Claudia, ¿era muy importante lo que tenían que decir? - dice Carla - Te has perdido media clase de estequiometría.

- No me la quería perder, que luego no consigo engancharme a la clase, pero era necesario. Mi madre ha llegado a la escuela.

- ¿Tú madre está viva? - dice Finn en voz baja.

Cierto, Finn no sabía nada de esto.

- Perdón por no decírtelo antes, no me acordaba de que no lo sabías.

- No te preocupes. ¿Qué te ha dicho?

- Me ha pedido perdón y me ha dado esto - digo señalando la pulsera.

- Que bonita, ¿que es? - dice Carla.

- ¿Cómo sabes que no es una pulsera normal?

- Porque desprende algo, no se como explicarlo.

- Yo también lo veo - dice Finn.

- Es uno de los tres artefactos que me hacen falta para que no se me descontrole la magia. El otro que tengo es este collar.

- Guau - dicen los dos a la vez.

- Mi vida es una movie.

- Y que lo digas - dice Clara.

Acabamos de comer con tranquilidad, pero cuando salgo del comedor muchas personas me preguntan cosas como: ¿sabías que tu madre está viva? ¿Porque te han llamado para ver a Percival? No me creo que la gente me avasalle por los pasillos, ni que fuera Taylor Swift.

Pasa el resto de la mañana y la tarde igual, la gente preguntándome cosas sobre mi madre o mi visita al despacho del director. Cuando acaba la última clase de hoy, lo único que me apetece es ir a mi habitación y leer un buen libro, pero alguien me coge del brazo.

- Debemos dejar de vernos así mal genio.

- ¿Me vas a seguir llamando mal genio?

- Obvio, es mucho más divertido que Manuel.

- Bueno... Te he parado para preguntarte como estabas. He visto que mucha gente te paraba por el pasillo y que te atosigaban un poco.

- ¿Un poco? No me han dejado respirar. Estoy bien, gracias por preocuparte.

- ¿Es mal momento para hablar de esa cita que te debo?

¿A dicho cita?

- Haber, es uno como cualquier otro la verdad.

- Vale pues te comento, me gustaría llevarte a cenar el sábado que viene.

- ¿A cenar?

- Sí, también había pensado ver una peli y comer palomitas.

- Me gusta el plan, la verdad es que no tengo muchas ganas de fiesta. Algo de tranquis me viene muy bien.

- Pues te recogeré a las 8.

- Estaré preparada.

Nos despedimos con un abrazo y cada uno se va a su cuarto. Llego al mío y Carla está en su cama con el móvil.

- Hola, ¿a que no sabes con quién estaba hablando? - dice Carla.

- ¿Con quien?

- ¡Con el que me gusta!

- No sabía que te gustara alguien.

- Es alto, rubio y súper guapo. Es mago, se llama Alec Schalada y va a otra escuela diferente.

- ¿Os conocéis en persona?

- Sí, nos conocimos en verano. Cuando yo estaba de vacaciones en su pueblo.

- Me alegro mucho por ti, la verdad. Pues yo tengo otra noticia para ti.

- Cuenta.

- Manuel me ha invitado a una cita.

- Espera, ¿has dicho cita?

- Sí, él lo ha llamado así.

- Ahhhhhh - dice chillando - Lo sabía, lo sabía. Me tienes que hacer más caso. Ahora cuando se lo cuente a Finn veremos.

- No sabía que te iba a emocionar tanto.

- Vivo por y para tu chisme, ¿que esperabas?

- Bueno, dicho esto voy a leer un rato. ¿Qué me recomiendas?

- Puedes leer: "El arte de ser nosotros" de Inma Rubiales.

- Vale, gracias.

Me acerco a la estantería y lo busco, no está.

- Carla, ¿lo has cogido tú?

- No.

- Pues aquí no está.

- ¿Lo tenías en tu casa?

- No, pero tampoco tenía los demás y aquí están.

- No sé quien haya diseñado el cuarto no lo habrá puesto.

- Vale, pues lo compro.

Me acerco a la pantalla y lo compro, cojo el libro y me tumbo a leer. Al cabo de unas dos o tres horas decido dejarlo e irme a dormir.

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