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Capítulo 10

Al día siguiente.

Narra Claudia.

Estoy despierta, pero no quiero abrir los ojos. Me duele mucho la cabeza y no quiero imaginarme cuando los abra. No recuerdo nada de lo que pasó anoche.

Me muevo un poco y veo que estoy en una cama muy grande y lo primero que pienso es: ¿dónde coño estoy? Intento abrir los ojos para verlo y, al principio, no veo nada porque hay mucha luz. Pasados unos minutos veo que estoy en una habitación muy grande con algunos muebles que no reconozco y las paredes azules. Me siento y me acerco a un borde para levantarme.

- ¡Ay! - chilla alguien.

- Perdón - digo mientras veo quien es - Manuel, ¿qué haces en el suelo?

- Tú me lo pediste.

- ¿Te pedí que durmieras en el suelo?

- ¿No te acuerdas de nada?

- No.

- Pues me pediste que no te dejara sola y eso hice. No me parecía apropiado dormir en la misma cama.

Que mono.

Ves, te dije que Manuel era de fiar.

Sal de mi cabeza papá.

Vaaaale.

Gracias.

- No ha sido nada, solo me duele un poco la espalda.

- Jajajaja, estás hecho un viejo.

- Duerme tú en el suelo y me cuentas.

- Hecho, algún día lo haremos al revés.

- Te guardo la palabra.

- Por cierto, ¿me puedes contar donde estamos y que pasó anoche?

- Sabía que te lo iba a tener que contar, pero yo no quería. Estás en mi habitación, esta es mi casa de California. Respecto a lo que pasó anoche...

Pero no le dejé acabar.

- ¡¿Cómo que vives aquí?!

- No vivo, es mi casa de vacaciones.

- Me lo pones peor, esto es una puta mansión.

- Si.

Y lo dice tan normal, como si no fuera una mansión.

- Claudia, no te asustes, soy rico y tengo dos mansiones: está y donde suelo vivir.

- Vaya, no me lo esperaba.

- Respecto a lo que pasó anoche, yo tuve que controlar que la fiesta no se desmadrara mucho, por lo que no te tuve muy vigilada. No te tuve porque supuse que sabrías controlarte, pero me he dado cuenta que no. Solo sé que bailaste toda la noche y bebiste mucho, hasta que yo te saqué y te traje a la cama.

- Gracias por eso. Hay algo que no te dije: esta era mi primera fiesta y la primera vez que bebía alcohol.

- Eso me lo tendrías que haber dicho, habría estado más pendiente - dice muy asombrado.

- No quería que pensaras que soy una niña.

- No lo habría pensado.

- ¿Y la escuela? No se supone que tendríamos que estar ya allí, ¿qué hora es? - digo levantándome de la cama de un salto.

- Tranquila, son las doce y avisé a Percival de que llegaríamos hoy por la tarde.

- A, vale - suspiré aliviada - ¿Qué vamos a hacer?

- Yo tengo que recoger todo esto, porque mi madre no ha querido contratar a los limpiadores. Dice que con la magia se hace muy rápido y que no cuesta dinero.

- Razón no le falta.

- Bueno, pues tengo que limpiar y después he reservado en Magic Castle para cenar. Está en Los Ángeles.

- ¡QUÉ! Siempre he querido ir pero es carísimo, los precios van de 23 a 95 euros el plato. No puedo dejar que me invites.

- Te voy a invitar y no quiero peros. ¿Sabías que es un sitio creado por magos, pero que ha sido camuflado para que entren humanos?

- No, no lo sabía.

- Pues ya sabes algo más. Me voy a limpiar, tú puedes quedarte aquí o ayudarme.

Usa este hechizo y toda la casa quedará limpia en cinco segundos: limpium quorum. Tienes que agitar la varita dando tres vueltas sobre tu cabeza mientras dices el hechizo.

- Manuel, yo me encargo.

- No, yo he hecho la fiesta, es cosa mía.

- Si lo hago yo, en cinco segundos quedará todo limpio.

- ¿Sabes hacer el limpium quorum?

- Sí.

Cojo mi varita y la muevo como me ha dicho mi padre, cuando estoy acabando la tercera vuelta digo:

- Limpium quorum. Listo, ya debe de estar limpia toda la casa.

- Vamos a verlo.

Me pongo mis tacones y bajamos, la casa ha quedado impoluta.

- Ves, te dije que sabía hacerlo - digo.

- Me lo tienes que enseñar.

- Algún día.

- Pues, como esto ya está limpio, vamos a por mi escoba y nos vamos al restaurante.

- Pero es muy pronto.

- No creas, son las doce y hay una hora de camino. La reserva la tengo a las dos.

- Vale, pues nos vamos, pero yo no llevo ropa para cambiarme. ¿Tienes un aparato de esos que compras las cosas de forma instantánea como las del cole?

- Si, pero no hace falta que te cambies.

- Si que hace falta, es un sitio pijo, hay que ir bien arreglados.

Sigo a Manuel y me deja delante de la máquina yo miro ropa y me decido por un vestido azul largo muy elegante y los mismo tacones que llevo. Saco mi tarjeta, sin que Manuel la vea, pago y ya está en la cama de Manuel. Me meto al baño y me cambio.

- Estas muy guapa - dice Manuel cuando salgo

- Tú también.

Él llevaba puesto un traje negro con una corbata azul, que pega con mi vestido. Salimos de su casa y vamos hacia lo que creo que es el garaje. Manuel entra y saca una escoba, nos sentamos y yo me pongo detrás, cogida al palo de la escoba.

- Cógete bien, que esta escoba va muy rápido.

- Estoy bien cogida.

- Cógete a mi o te caerás.

Eso me pone muy nerviosa y no quiero que él lo note, así que digo:

- Así estoy bien cogida.

- Lo que quieras.

Manuel eleva la escoba y se mueve dos metros en menos de un segundo.

- Vale, me cojo a ti.

- Yo te he avisado.

Me hecho hacia delante y me abrazo a Manuel. Pasamos tosa la hora así y cuando llegamos, unos señores muy amables cogen la escoba y la guardan.

- ¿Vamos?

- Sí - contesto.

Entramos y Manuel se acerca a una mesa para preguntar cual es la nuestra. Me quedo flipando cuando le da un abrazo al chico y este le dice:

- Tienes la mesa de siempre preparada.

- Gracias.

Viene hacia mi y me lleva hasta la mesa. No soy capaz de abrir la boca, aún estoy en shock.

- Solemos venir mucho mi madre y yo, por eso me conocen y guardan una mesa siempre.

- Guau.

No me había parado a ver el sitio, pero parecía mágico. Obviamente se que es mágico y no se como la gente no se da cuenta de la magia. Muchas de las cosas que hay no se puedes hacer con simples trucos. La gente normal está muy ciega o, ahora que sé que hay magia la puedo ver.

Pasamos toda la comida charlando sobre nosotros y conociéndonos mejor. Cuando acabamos nos levantamos, salimos y cogemos la escoba. Me pongo en la misma posición de antes y Manuel se eleva.

- Vamos directos a la escuela o se nos hará tarde, tardaremos un poco más.

- Vale, no pasa nada.

Tardamos un buen rato en llegar a la escuela, pero no me quejo. Bajamos de la escoba y entramos, en el pasillo de las habitaciones Manuel me dice:

- Ha sido un maravilloso día.

- Habría sido perfecto de no ser por mi dolor de cabeza.

- Bueno, cosas de la resaca. Nos vemos mañana en clase.

- Nos vemos.

Voy directa a mi habitación esperando que Carla no haya llegado aún, estoy muy cansada. Mañana ya le contaré todo lo que ha pasado. Entro a mi habitación y veo que no está. Son las siete, pero me da igual, tengo mucho sueño. Me tumbo en la cama y me duermo.

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