
Capítulo 43: Un futuro incierto.
Las vacaciones habían pasado tan rápido que cuando me di cuenta, estaba sentado a la mesa de ravenclaw, de regreso en el colegio. Estas pascuas habían tenido momentos memorables como la transformación de Ron, los paseos y las visitas al mundo muggle, sin embargo, en el fondo de mi cabeza, había estado deseando volver, para hablar con el profesor Dumbledore. Hubiera preferido hablar con mi padre, pero él no estaba aquí, y si estaba en lo correcto, este asunto era demasiado complejo para ponerlo por escrito. En cuanto la cena hubo concluído, me puse en pie, decidido a no dejar pasar un minuto más, pero el profesor Flitwick me atajó. -¿A dónde vas Perit?- preguntó con su chillona voz. -Profesor, disculpe. Necesito hablar con el profesor Dumbledore. Es urgente.- Pero el profesor negó con la cabeza. -De seguro no es nada que no pueda esperar a mañana.- respondió, haciendo un gesto para que me uniera a mis compañeros en su trayecto a la sala común. -En realidad, profesor, yo preferiría...- pero no me dejó seguir con mi explicación. -Sin discutir, Perit. Estoy seguro de que el profesor Dumbledore estará aquí mañana por la mañana. Ahora, deberías acompañar a los demás Ravenclaw a la sala común.- sentenció. Quise gritarle. Grandísimo idiota, o más bien, pequeñísimo idiota. ¡Se trata de Lord Voldemort! Pero ¿de qué me serviría? Probablemente, el profesor me despacharía de igual modo, creyendo que había caído en los relatos conspirativos de Luna y no me tomaría en serio. La rabia y la impotencia me invadieron, mientras me unía a la gran ola de gente que se agolpaba en las puertas del gran comedor para salir de allí.
A la mañana siguiente, me vestí y salí del dormitorio tan temprano, que los primeros rayos de sol parecían acompañar mi recorrido hasta la gárgola que custodiaba la oficina del director. Pero, una vez allí, comprendí que no tenía la contraseña. -Humm... ¿caramelo de limón?- probé con dudas. Si Dumbledore era tan solo la mitad de lo inteligente que se lo consideraba, habría cambiado la contraseña al menos dos veces desde la última vez que había estado allí. La gargola no se movió. -¡Vamos! ¡Necesito verle!- le espeté a la estatua que sostenía su pétrea mirada, impasible. -¡Mierda!- protesté -¡El lenguaje! Señor Perit. Este es un colegio, no un potrero.- chilló la profesora que me miraba con su gesto adusto. Los labios se le apretaban en una línea finísima. -Lo siento, profesora.- Respondí contrariado. -Le puedo asegurar, que el director jamás usaría como contraseña, una palabra propia de un bruto barbaján.- soltó ella. -Y, a todo esto, ¿qué hace aquí? ¿No debería estar en el comedor, desayunando, como el resto de sus compañeros?- Suspiré con frustración y la profesora me escaneó con su mirada felina. -Necesito hablar con el director. Es importante.- tercí. Ella no mutó su gesto de desaprobación, pero se volvió a la estatua. -Cucurucho de cucaracha.- le dijo. La gárgola comenzó a girar. -Ustedes los estudiantes creen que todo es urgente.- soltó, haciendo que un hilo de ira se deslizara por mi columna. ¡Si tuviera idea! pensé. Pero no podía reprochárselo. De seguro, nadie se lo imaginaría.
Cuando la escalera me condujo a la puerta de la oficina, la golpeé con ansiedad. -Adelante.- respondió la cantarina voz de Dumbledore, al otro lado. -Buenos días, profesor. Lamento molestarlo tan temprano, pero...- el profesor esbozó una de esas irónicas sonrisas y me miró por encima de sus gafas de media luna -...es importante, supongo.- completó. -Si, así es. Se trata de Tom Riddle.- le espeté, sin hacer caso a su tono de sabiondo. -Oh, ya veo.- contestó tomando asiento, e invitandome con un gesto, a tomar asiento frente a él. -Verá... Sabe que Lilith puede entrar en contacto con las energías magicas, ¿verdad?- él asintió con interés. -Y supongo que también sabrá que ella, y Draco son pareja.- relaté. -Si, estoy en conocimiento, pero no comprendo qué tiene que ver la habilidad y la elección de pareja de la señorita Prince, con Riddle.- terció, animandome a llegar al punto. -Bien, tiene que ver, porque en estas pascuas, Lil ha estado en Grimmauld Place, la antigua morada Black, en la que ahora viven Sirius, Harry y Draco. Y...- pensé como decir "Lilith estaba intentando espiarlos" sin que arrojara a mi amiga a las vías del tren. -Y ella estaba... intentando ejercitar esas habilidades, y... notó que había dos Harry.- El director no parecía seguir la línea de mis pensamientos, pero no volvió a interrumpir. -Verá, desde la primera vez Lilith se acercó a Harry, dijo que su aura era horrible. Algo asqueroso y tétrico se movía mezclado con una energía protectora y bondadosa. Dijo que no le hacía sentido, y que por ello se sentía incómoda cerca de él. En ese momento, no lo comprendí, pero entonces, en Grimmauld Place, seguimos la energía del otro Harry, hasta... Hasta esto.- dije sacando el guardapelo, que había sujetado con fuerza en el bolsillo de mi túnica. No había notando lo fuerte que la cadena se había incrustado en mi piel, hasta que note la marca roja que rodeaba mi muñeca. Me la desenrrosqué con premura y la coloqué en el escritorio de Dumbledore, que la contempló con un silencio absorto. -Es el emblema de Slytherin, ¿no es así?- pregunte, sin necesitar la respuesta. -Si, así es.- respondió ensimismado.
-Gracias por informarme, Invitus. Creo, que deberías regresar a clases, y... preferiría que no hablaras con nadie sobre...- oh, no. El viejo estaba intentando sacarme de en medio para que volviera a ser el héroe. Le quité el guardapelo de la mano y lo volví a meter en mi túnica. -Profesor. Sé qué es esto. Es un horrocrux. ¿Verdad? Al igual que el diario que poseyó a Ginny hace un año. Estoy seguro de que si Lil pudiera verlo, sentiría lo mismo. Lo que significa que... Que Harry... Harry es... está...- pero no pude terminar la oración. Dumbledore se había salido de su estado de trance como si alguien hubiera golpeado unos platillos justo encima de su cabeza. Se puso en pie y sujetó mi muñeca. -¿Cómo sabes de los Horrocruxes?- preguntó dando un tirón. -En Uruguay no existen tópicos prohibidos, profesor. Siempre hemos reconocido e identificado la magia tenebrosa. Creemos que conocerla es la única forma de protegernos de ella.- respondí. Esta vez la sonrisa irónica era la mía. -Puede perder cuidado. En mi comunidad, los intentos de tenebrismo, son recompensados haciéndolos el plato principal de la cena de las acromántulas y los vipertooth. No tengo la mas mínima intención de matar a alguien en busca de una inmortalidad maldita, y tan endeble.- solté. El profesor pareció comprender entonces. -Invitus:- dijo con su voz severa -ni tu, ni Lilith deben decirle a Harry una sola palabra. No aún. No hasta que comprendamos la magnitud de....- me puse en pié con ira -¿de qué? ¡Sabemos que Hizo un Horrocrux! ¡Maldita sea, sabemos que hizo más de uno! ¡Si hizo dos, ¿por qué se detendría?! estoy seguro de que hizo más, lo que quiere decir que... ¡Hay pedazos del alma de Voldemort atados a objetos ocultos por ahí! Tenemos que buscarlos y destruirlos, antes de que vuelva. Si lo hacemos, habremos reducido al máximo sus posibilidades, ¿o está tan senil que no espera que regrese?- solté, dando un puñetazo en el escritorio, que vibró haciendo tintinear varios artilugios metálicos esparcidos por su superficie. -Deberías, dejar de sujetar eso.- dijo Dumbledore con calma, sin aspecto de haberse tomado personal mis improperios. Tomé aire de forma ahogada. -¡¿Qué?!- pregunté entre jadeos. -Que deberías dejar de sujetar ese guardapelos.- sentenció. -Comprendo tu urgencia, Invitus. De verdad que si, pero hasta no tener claro el siguiente paso, no sería bueno decir nada a Harry. Imagina que alguien se acercara a ti y te dijera "llevas un pedazo del alma de el asesino de tus padres en ti" y no te ofreciera ninguna solución. Solo te traería amargura. Y, después de todo el pesar que ha atravesado la vida de Harry, comprenderás que quiera ahorrarle tanto dolor como sea posible.- afirmó. Intenté sosegarme. -Bien. Esperaré. Pero necesito su palabra de que no intentará dejarnos fuera de sus averiguaciones. Confié en usted, profesor. Por favor, confíe en mi.- Y para mi satisfacción, el profesor sonrió -Si, Invitus. Cuando tenga una idea de qué... qué hacer después... se los haré saber, a tí y a la joven Prince.- sentenció juntando las yemas de sus largos dedos.
...
Hacia la hora de comer, caminaba junto a Ron, Hermione, Neville y un muy adormilado Harry, que daba pasos lentos y cuyas bolsas en los ojos eran más pronunciadas de lo habitual para un estudiante. -¡Eh. Potter, escuché que eres una bonita mascota!- soltó uno de los idiotas de Slytherin que habían molestado a Draco por ser mi novio. -¡Vaya! "Mascota" Debe haberte costado mucho aprender esa palabra, Flint.- solté con Sorna. El chico de dientes torcidos y cara desagradable, me dedicó una mirada arrugando la nariz. -¡Métete en tus asuntos, odiosa sangre sucia!- espetó. -Cuando te metes con mis amigos, lo haces mi asunto. Y la sangre pura no te exime de ser un imbécil.- respondí, fijando mis ojos en él. Podía sentir mi magia chisporrotear en la palma de mis manos. Solo necesitaba dar la orden, y lo tendría colgando de cabeza hasta el desmallo, pero a tan poco del final de año, no quería perder más puntos de Ravenclaw si podía evitarlo. Aunque Marcus Flint me estaba poniendo la elección muy difícil. -¡Ey, Flint! ¿Es que tu mediocridad te ha traído a pelear con chicas más pequeñas porque no puedes contra nadie más?- Terció Draco corriendo para ponerse a mi lado. -Miren quién llegó. Draco, amante de la inmundicia, Malfoy... Oh, quiero decir... Draco Desheredado.- soltó con veneno. Draco dio una carcajada pastosa. -¿Pretendías insultarme, Marcus? No ser un Malfoy es lo mejor que me ha pasado.- arremetió mi novio, pasando su mano con satisfacción por mis hombros. Podía sentir las miradas y cuchicheos a nuestro al rededor. Si esto no se detenía inmediatamente, no tardaría en llegar algún profesor. -¿Por qué no pides que te cambien de una vez de casa, Malfoy? Eres una deshonra para Slytherin.- terció él. Draco no respondió, pero pude sentir que algo en él se crispaba. -¿Una deshonra para Slytherin? ¿Hablan de Marcus Flint?- la voz de Thadeus se escuchó jovial y liviana por entre los cuchicheos, cuando llegó hasta nosotros, se puso delante de Harry y Hermione -Oh, lo siento Marc... es que... creí que... ya sabes, los Slytherin son ambiciosos y astutos y eso de repetir cursos... bueno... pensé que hablabas sobre eso.- Hubo varias risas al rededor. Flint se coloreó hasta alcanzar el color de los tomates. Imaginé que en breve comenzaría a echar humo por las orejas. -Cállate, mestizo. Este es un problema con el traidor y su noviecita impura.- escupió, con los ojos inyectados. Thad se encogió de hombros. -No es que sea el primer mestizo en Slytherin... Quiero decir, nuestro jefe de casa, el profesor Pince lo es, y no lo hace menos digno, ¿verdad?- Marcus volvió a hacer una mueca de asco, enseñando sus dientes -¿Snape? Ese es otro...- comenzó a proferir, con una mirada de desprecio hacia mi -Otro... ¿qué, exactamente, Señor Flint?- dijo una voz fría y honda desde su espalda. Allí de pie, estaba papá, que lo miraba con desagrado. Marcus tartamudeó. -A mi oficina. Ahora. Veamos si unas horas restregando calderos le quitan ese tartamudeo.- terció con satisfacción. -Esoooo... Fuuuueeee... Geniaaaaal... Snaaaape jaaaamaas... nooos habría defeeeendiiidooo...- Dijo Harry muy lentamente y todos largamos la carcajada.
Cuando al fin pudimos pasar por entre la aglomeración de estudiantes, me separé de los Gryffindor y Slyterin y corrí a mi mesa. Buscaba el cabello azul de Invitus, que se había salteado dos clases en la mañana. -¿Dónde estabas?- pregunté cuando al fin lo localicé y me senté a su lado. -McGonagall no estaba nada feliz cuando notó que no estabas, y te has perdido la mejor clase de Historia de la Magia en un siglo. ¡El profesor Diggs convirtió a Harry en un perezoso al notar que su pergamino sobre la fundación del ministerio de magia era dos centímetros más corto de lo que había pedido! Y amenazó con volverlo una regla la próxima vez que "holgazaneara"- dije. Pero él no estaba poniendo atención -¿Hola? Tierra llamando a Urutontis, ¿me recibes?- Invitus me miró. Sus ojos estaban más oscuros de lo que recordaba. Escuché su voz en mi cabeza. -Aquí no. Necesito hablar contigo. Y tal vez será bueno que Draco y Hermione lo supieran también.- terció. -De acuerdo.- dije en voz alta. -Pero no esta tarde, tenemos runas antiguas y luego, tengo adivinación y pociones.- enumeré. Él suspiró. -Después de pociones, entonces, asegúrate de que Draco nos vea en el refugio. Yo se lo diré a Hermione.- respondió con sequedad. -Esta bien. Pero deja de perderte clases. ¡Es el primer día después de vacaciones! No cuela decir que te sientes enfermo.- le recordé enfurruñada. El hizo un gesto de asentimiento y volvió su atención al plato de chuletas que tenía en frente.
...
-Tengo hambre.- se quejó Draco, que empezaba a recordarme a Ron. Estaba recostado en la pared paseando la mirada por la sala donde solíamos practicar hechizos. -Supongo que pronto podremos bajar a cenar.- respondí sin sacar la mirada del libro de Magos más prominentes del Siglo XVII que estaba hojeando, en busca de una referencia para mi tarea. -¿Tienes idea de a qué se debe esta reunión con tanto sigilo?- volvió a preguntar. Suspiré abatida y solté el pesado libro. Pero cuando estaba por responder que no tenía idea, la puerta de la sala de los menesteres se abrió y los dos Ravenclaw aparecieron por ella. Lilith tenía un feo pegote gris en un mechón de cabello. Al notar que mi mirada se paseaba por esa cosa que goteaba lentamente desde su cabeza soltó con indignación. -Hanna Abbot tiene tantas probabilidades de aprobar el examen de pociones, como yo de ser la próxima buscadora de la selección de Inglaterra. ¡Hizo explotar su caldero!- Draco hizo un ruidito que pudo ser una risa, y ella lo fulminó con la mirada, con lo que él guardó silencio y tomó una silla que acercó a ella y comenzó a ayudarla a desanudar el cabello de aquel emplaste gisaceo. -¿Qué demonios estaba intentando hacer?- preguntó mirando con recelo lo que salía de la cabeza de su novia. -Doxysida.- respondió desanimada. Él volvió a reír, esta vez sin velar. -Entiendo que eres chiquita, pero no tanto como una Doxy. Sin mencionar que no eres azul.- Esta vez hasta yo reí.
Pero Invitus no reía. Se veía ofuscado y se paseaba por la habitación. -Bien, si ya terminaron con su importante charla sobre el caldero explosivo, tengo una conversación sin importancia sobre Lord Voldemort que necesito tener con ustedes. Pero tómense su tiempo...- soltó sin reparos. Me estremecí al escuchar el nombre de el que no debe ser nombrado, pero fui la única. Imaginé que en casa de los Malfoy, ese nombre no debía ser uno que inspirara pavor, y luego, Invitus y Lilith no parecían temerle a nada. De pronto me sentí inusitadamente disminuída. Miré al chico Ravenclaw con atención, y los otros dos hicieron lo mismo. -¿Lord Voldemort?- repitió Lil como si estuviera salida de sí. Él asintió. -¿Ha regresado?- preguntó Draco con tono alerta. Invi negó con la cabeza. -Aún no. Y, tal vez, gracias a Lilith y con un poco de ayuda, podría no tener oportunidad de hacerlo.- soltó y entonces mi mirada y la de Daco fueron a parar a la desconcertada cara de Lil. -¡Invitus ¿qué carajos?! ¿Cómo es que gracias a mi...?- su voz se fue apagando mientras su cara mudaba en una expresión de profundo pánico. -El guardapelo que encontraste en Grimmauld Place.- dijo él por toda explicación. -No era de Harry. Era de Voldemort.- terció con severidad. -¿Qué? ¡No! Estaba imbuido de la magia de Harry.- una vez más, su voz se fue apagando, esta vez, mientras veía a su compañero de casa negar con la cabeza. Mi mirada iba de Invi a Lil como si mirara un partido de ping pong. -Está imbuido de la magia de Riddle.- Explicó él. Entonces el Slytherin se puso de pie. -De acuerdo, Perit. Vamos a necesitar un poco de contexto aquí.- Invitus lo miró como si por primera vez reparara en él. Luego volvió a mirar a la chica con la que había estado hablando. -Cuéntales lo que sentiste la primera vez que viste a Harry.- dijo, y Lil suspiró. No parecía cómoda, pero aún así, se incorporó en la silla, clavó su mirada en el piso y comenzó a relatar.
-Bien. Hum... verán. Cuando recién llegué aquí, yo no sabía como controlarme, y podía ponerme en contacto con la magia de un modo diferente. Nunca necesité de una varita para canalizar la magia y, entre otras cosas, podía sentir la magia fluir en objetos, criaturas y... personas. Quiero decir... Puedo... sentir la magia. A veces puedo verla, u olerla, percibirla de alguna manera... Usualmente, las personas tienen un aura característica...- se detuvo a tomar aire, sin mirarnos. -Verán, Invitus huele como la pólvora, y no tiene un color definido. Draco destella en plata y huele dulce e intenso, como canela, o el anochecer. Mientras que tu, Hermione... te sientes como... como la llegada de la primavera. Eres envolvente y sutil, casi imperceptible por momentos, pero enormemente presente, y... Y Harry es... confuso. Es como si hubiera más de uno. Por... Por momentos es protector, y valiente, su aura empuja fulgores rojos tan vivos como el fuego y luego... ese rojo se oscurece... Se oscurece tanto que toma el color de la sangre coagulada y huele como... como a cadáveres, como a algo podrido y... luego se aclara hasta un rosa tan pálido que casi desaparece, como una caricia. Y yo... En Grimmauld Place... Yo sentí su presencia en rojo vívido en el cuarto cuando...- me echó una mirada incómoda y yo comprendí horrorizada a en qué momento se refería exactamente. -...cuando Invitus, Luna y los Weasley llegaron.- dijo por fin. Y yo pude soltar el aire que de pronto comprendí que estaba aguantando en los pulmones. -Pero... también lo sentí en el ático. Su presencia oscura, maligna, podrida... Y... no pude ir a ver que era hasta la mañana siguiente. Cuando Invitus me descubrió husmeando por la casa, y yo, le conté lo que había sentido. Entonces, encontramos el relicario y pensé que era de Harry.- las palabras comenzaban a trastabillarse cuando sus lagrimas comenzaron a resbalar por su cara. -¡Pero yo no sabía que eso era... era de Voldemort! ¿Cómo es que puedo sentir a Voldemort en Harry?- chilló con espanto. Un estertor me recorrió la espina y sentí la imperiosa necesidad de darle una respuesta. -Por la maldición, ¿tal vez?- aventuré, pero Invitus negaba otra vez. -¿Qué saben sobre horrocruxes?- preguntó. Lil y yo lo miramos desconcertadas, pero Draco se dejó caer en la silla nuevamente, con los ojos como platos -¿Invitus, no creerás que...?- Invitus lo miró. -No lo creo, lo sé.- respondió, y Draco abrió la boca, sin poder pronunciar palabra.
-¿Qué es un horrocrux?- pregunté con la voz atenazada. Intuía que no quería saber la respuesta y podía adivinar el llanto silencioso de Lilith por los espasmos de su espalda. -Es un objeto en el que un mago tenebroso esconde un pedazo de su alma...- respondió Draco con la mirada perdida. -No es algo que se enseñe en la escuela, porque, para dividir el alma...- su voz se apagó como si fuera incapaz de seguir. -Es necesario asesinar a un inocente y cometer un ritual atroz.- Terció Invitus con una calma que me heló la sangre. Sus ojos se veían como abismos negros. -En el que es necesario comer parte del cuerpo de la víctima.- agregó Lilith compungida. Me llevé una mano a la boca, espantada. -¿Qué? ¿Pero cómo?- Lil levantó la cabeza para encontrar mi mirada -Papá tiene muchos libros en la casa Prince.- terció. -Pero, entonces...- intenté razonar. -¿entonces lo que Lil encontró fue una parte del alma de Vol... de Riddle?- Invitus sacó un collar con una piedra verde al frente, y una gran S de plata incrustada en ella. -No solo eso. Lilith puede sentir las auras. Lilith puede encontrar todas las partes en las que se haya dividido y... Lilith puede sentir la parte de Voldemort que vive aún en Harry.- sentenció.
Tras las últimas palabras de Invitus, un silencio, que pendía como una espada sobre nuestras cabezas se apoderó del lugar. Lil estaba tan alarmada, que había abierto los ojos, como si intentara imitar a Luna. Draco parecía haber sido víctima de un encantamiento obstaculizador, que le impedía dejar la silla en la que se había abandonado completamente. Invitus, continuaba caminando por la habitación con nerviosismo. Bajo la camisa blanca, se adivinaban los músculos de su espalda, tensos. Finalmente logré componer una frase medio con sentido, que me permitió recuperar el habla. -Pero... si podemos encontrar los objetos en los que habita su alma, ¿podemos destruirlos? ¿o eso solo la liberaría para que fuera de regreso a él?- pregunté. Draco fue quien respondió. -En teoría, si los destruyeras, destruirías ese pedazo del alma.- dijo mirándose las manos. -En teoría, y en la práctica.- comentó Invitus. -Cuando Potter destruyó el diario de Riddle, destruyó el primero de los Horrocruxes. Harry vio al Riddle de 17 años alimentarse del alma de Ginny, vio una magia como nunca antes había presenciado. Voldemort, estaba volviendo a la vida. Y... Cuando destruyó el diario, fue como si lo matara. Harry dijo que cuando atravesó el diario, Riddle comenzó a sangrar tinta, hasta que el hoyo del diario apareció en él y acabó desapareciendo.- sentenció. -Eso nos deja con dos problemas.- afirmó Lil. -¿Cómo se mata a un objeto? Y...- invitus asintió, Draco la tomó de la mano con dulzura -Y cómo destruir un horrocrux en un avatar vivo sin matar a Potter en el proceso.- finalizó el rubio, con el semblante oscurecido. -Supongo que con el veneno de basilisco podríamos destruir los horrocruxes, ya que el que harry destruyo fue con un colmillo de este... Pero... No se como destruir el fragmento de alma en él sin matarlo en el proceso.- Dijo Invitus abatido.
-¡O la espada de Godric Gryffindor!- Me sorprendí a mi misma diciendo. -Cuando Harry la sacó del sombrero la busqué en los libros de la biblioteca: Nada la daña, solo absorbe lo que la hace más fuerte y... ¡Y Harry mató al basilisco de la cámara de los secretos con ella!- tercí. Draco asintió -Lo que significa que está embebida de veneno de basilisco también.- Lil nos miró con un halo de duda. -Si, pero la espada solo acude a un verdadero Gryffindor en un momento de necesidad con lo que... sin ofender Hermione, pero dos Ravenclaw, un Slytherin y una Gryffindor que debería estar en Ravenclaw, no la traerán a nosotros...- todos nos removimos incómodos ante la perdida de esa posibilidad -No importa, yo tengo un vial de veneno, y en todo caso de que necesitemos mas de un par de gotas por horrocrux, le puedo pedir a mi hermano que me venda más.- Habló Invitus, haciendo que suspiráramos de alivio. -Bueno... ya tenemos como destruirlos...- Comento pensativo Draco -... pero ¿Cómo sabremos cuantos hizo? y más importante ¿Donde los escondió?- Pregunto. Este rompecabeza cada vez se volvía mas difícil. En ese momento se me vino a la mente todos los libros de psicología que había leído y se me ocurrió una idea -Si pudiéramos analizar como era él, como se comportaba y a que le daba importancia, podríamos tener una idea de que utilizo para hacerlos, y donde los dejo.- Dije, y todos me miraron esperanzados. -Dumbledore no quiere que hagamos nada por ahora, y mucho menos que se lo digamos a Harry... y en esto último lamentablemente tengo que darle la razón, ya que sin una solución que no lo maté, no le haría ningún bien. Seguiremos investigando con lo que tenemos, pero sin que nadie se entere, y si el director se demora mucho, lo presionaremos.- Dijo Invi y yo lo mire horrorizada -¡Invitus, nos dijiste todo esto en contra de la voluntad del director!- Le espeté, quizas un poco mas alto de lo que quería -¡Lo siento por no querer esperar a que la vieja cabra loca se decida a actuar! ¡En realidad no lo siento! estoy tratando de encontrar una forma de salvar al mundo mágico de un psicópata megalómano y de paso salvar a tu mejor amigo y amante.- Me respondío furioso, y me dí cuenta de que además de no tenerle mucho respeto al director, le importaba poco lo que este pensara si el consideraba que estaba haciendo lo correcto -Pero...- Comencé a replicar -... es Dumbledore, el mago de la luz más grande de los últimos tiempos.- Dije tratando de defenderme -Y si hubiera actuado correctamente, en vez de lamentarse y perdonar a todo el mundo por los traumas que le dejo el haber ayudado a su novio antes de su acenso, Voldemort no hubiera hecho tanto daño, y todos los mortífagos que estan libres y los que estan en azkaban esperando a que su amo regrese habrían sido tirados por el velo. Es inteligente y poderoso si, pero tiene demasiada compasión y aun mas autocompasión que lo han cegado, pensando que todos pueden redimirse y tomar el camino correcto.- Siguió furioso -¿Sabes por qué nunca ha salido un mago obscuro de Uruguay?- Pregunto retoricamente, y antes de que contestara, él lo hizo -Porque los matamos antes de que puedan realizarle un daño significativo al mundo, y como todos saben cual es el castigo por practicas aberrantes de magia obscura, nadie considera que la recompensa valga la pena.- Finalizo tratando de controlar la furia.
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