Capítulo 34: Amigos que si, amigos que no.
Disclamer: este capítulo contiene lemons. Si bien hemos aclarado que la narrativa contiene contenido adulto, es bueno destacar que este capítulo es +18.
El tiempo pasaba en el castillo por momentos como una babosa cornuda, y por momentos como una saeta de fuego. Gracias a nuestro grupo de amigos, todos habíamos avanzado a pasos agigantados en nuestros estudios convirtiéndonos en los mejores de todas las clases, hasta Ron y Harry que podría decirse que eran vagos y confiaban ciegamente en la ayuda de Hermione, o Neville que era muy inseguro, habían elevado sus notas hasta un supera las expectativas en las clases que más les costaban, e incluso habían solicitado la reasignación de adivinación por estudios muggles para el colorado, aritmansia para el azabache y runas antiguas para Neville (que gracias a su varita nueva había comenzado a destacar como un diamante en bruto), después de ser convencidos por su compañera de casa e Invitus sobre la utilidad de esas materias en complemento con sus puntos fuertes. Por mi parte, pasaba la mayoría del tiempo estudiando y practicando para mi segunda ronda de exámenes, que estaban a la vuelta de la esquina, pero gracias a que pasábamos casi todo el tiempo libre juntos, las tutorías no eran para nada aburridas.
-Chicos, tenemos excelentes noticias- dijo Invi, haciendo un gesto para que todos frenarán sus actividades y se reunieran en medio de la sala de los menesteres, que tenía una combinación de espacios, donde todos podíamos dedicarnos a distintas áreas -¡Ya conseguí transformarme!- dijo mi novio con alegría -Genial, muéstranos como eres, Crawler.- espetó Juliet a lo que todos asentimos -Bien, ahí voy.- dijo y sacó su varita, y después de darse un golpe con ella, paso a transformarse en una cobra real plateada, con una esmeralda romboidal en el pecho. Después de pasearse entre todos (no sin algunas muestras de asco, incomodidad o simple terror), y subirse a mi hombro, volvió a su lugar y tomo su forma humana de nuevo, observando la cara de todos -¿Y?¿qué les pareció?- preguntó, esperando la evaluación del grupo -¡Genial!- chillé y me tire encima de él, dándole besos y felicitándolo -Felicitaciones por ser el primero del grupo.- le dije, dando saltitos a su lado. -Muy acorde.- dijo Invi con cara pensativa -Y no por tu personalidad, la cual a tenido un vuelco muy positivo.- continuó el chico, mirando a quienes podían dar un comentario mordaz al respecto -Tu nombre merodeador ya me había dado algunas pistas, y sinceramente nos es muy útil para la recolección de información.- Finalizó mi amigo, dando fin a cualquier crítica despectiva, destacando su nuevo rol dentro del grupo.
Yo también tenía algo que mostrarles, y se los hice saber carraspeando -¿Si princesa?- me preguntó mi novio cariñosamente -¡Miren!- dije, y lancé mi patronus, que rápidamente tomo la forma de una esfinge, dejando a mis compañeros boquiabiertos. -Y he aquí como una niñita logra en un tiempo casi ínfimo un patronus corpóreo de una criatura mágica- dijo mi amigo y primer tutor con exasperación y orgullo -Claro, ¿solo el gran Invitus Perit puede tener una criatura mágica como patronus?- pregunté en tono mordáz -No es eso Lil- negó con aún más exasperación -El tiempo y los dolores de cabeza que invertí en lograr mi patronus... Y tú, en poco menos de seis meses lo logras como si nada.- explico, dejándome sorprendida de que había demorado menos que el -¿Cuánto tiempo te tomo?- pregunté realmente intrigada -Cerca de dos años.- dijo con un movimiento de hombros, como si realmente no le preocupara. -Las criaturas... mm, digamos, no mágicas son relativamente simples de lograr, además de que son bastante más comunes en el patronus. Pero, las criaturas mágicas son... raras, requieren una magia muy particular y mucho más esfuerzo.- Me explicó. -Bueno, si bien dos años parece excesivo, tienes un puto dragón como patronus, Invi- dijo mi rubio oxigenado, intentando levantarle el ánimo, aunque dudaba que lo necesitara, el ego y autoestima del peliazul eran tan grandes como Vipy, el real.
-¡Dobby!- chilló Draco, sorprendiéndonos a todos -¿Llamaba, amo Draco?- preguntó una criatura pequeña y orejona con la voz chillona, pero que me pareció increíblemente tierna -Si Dobby, y te dije que no me llamaras así, jamás.- le respondió él con firmeza -Se que soy tu amo, pero porque tú así lo decidiste, después de que te liberara.- El elfo se retorció un poco y se le cayeron unas cuantas lágrimas -El joven Draco es tan amable con Dobby. Dobby no se lo merece- y estuvo a punto de golpearse antes de ser detenido por Harry -Gracias... Primo. Dobby, te ordeno que jamás te castigues, tu te mereces ser bien tratado, como cualquier criatura.- Eso dejo caras de sorpresa en más de uno. Si bien mi novio había cambiado radicalmente, pude ver en la mente de Invi que jamás se esperaría que Draco "mi padre se enterará de esto" Malfoy, fuera bueno con una criatura que los sangre pura como mi "suegro" trataban como basura esclava. Eso demostraba su gran transformación: mucho más que el hecho de poder transmutar su cuerpo al de un reptil de plata. -¿Podrías traernos bocadillos y bebidas para todos?- preguntó al pequeño elfo, e inmediatamente despareció para cumplir con el pedido, mientras en el centro de la sala aparecía una mesa y los asientos de la primera vez en que estuvimos en la habitación -Bueno amigos, es hora que comiencen los próximos en la lista, que son Luna, Juliet e Ignatius bajo mi supervisión, mientras que Ron y Neville continúan con ayuda de Draco- Sentenció el peliazul, haciendo que Juliet e Ignatius chillaran de emoción -¡Maravilloso! Un paso mas cerca de saber en qué nos convertiremos.- Espetó el Hufflepuff abrazando a la Gryffindor y ambos dando saltitos de emoción similares a los míos. -¿Para cuando seremos todos animagos?- pregunté, impaciente por poder ver todas las formas, y poder salir a explorar y aprender todo lo que podríamos hacer transformados -A este ritmo, supongo que para finales del próximo verano todos seremos animagos.- dijo mi amigo, alegrando a todo el grupo.
...
El día había pasado volando, cómo todos los fines de semanas que pasábamos encerrados en la sala de los menesteres. Después de todas las cosas que aprendimos, y los descansos para jugar o comer que tuvimos, acordamos que los siguientes en la lista de animagos comenzarían con la próxima luna llena, y los que quedaban de la vez anterior seguirían bajo la supervisión de Draco. Ya estaba por acostarme, cuando alguien golpeó mi puerta, que al abrirla dejo al descubierto a Luna -Hola Looney, ¿qué te trae por aquí?- pregunté. -hola Alas- respondió ensoñadora. -Nadie me trata bien o se preocupa por mi...- Dijo como si nada, dejándome abstraído por su tranquilidad para declarar semejantes cosas. -...así que quise darte las gracias.- musitó, mientras miraba distraídamente hacia el interior de mi dormitorio, probablemente a mis dos Kneazels que dormitaban en la alfombra. -No tienes nada que agradecer, eres mi amiga. ¿Quieres pasar?- ofrecí, mientras señalaba hacía dentro -Claro Invi, me encantaría.- respondió y se adentro en mis aposentos. -Así que, ¿cómo va todo?¿ya no te desaparecen las cosas? ¿la aldaba ya no se confunde Looney?- le pregunté, queriendo saber si los abusos hacia ella se habían detenido -Oh, ya no... Parece que los duendes se asustaron de ti y Lil cuando se pelearon con nuestros compañeros- dijo ella, con su característico todo afable -así que ya no me molestan.- finalizó, y yo me removí en mi lugar incómodo -Lu, no eran los duendes, eran nuestros compañeros de casa que te molestaban.- le dije, porque no quería mentirle a la chica. -¿Y por qué lo harían?- pregunto confundida y con un poco de tristeza en su semblante -Porque...- suspiré y me froté la cara. No quería decirle "porque creen que eres rara". ¡Eso sonaría horrible! Aún así, no quería decirle una mentira... -...porque no todos pueden ver lo genial que eres.- le respondí y ella me abrazó efusivamente. -¿Puedo pedirte algo Invitus?- me inquirió. -Claro que si. Sí está dentro de mis posibilidades, lo cumpliré encantado.- contesté, logrando sacarle una pequeña sonrisa -¿Podría pasar la noche aquí? Estoy un poco triste, y no podría conciliar el sueño sin un abrazo.- Dijo, bajando la cabeza y mirando sus pies, lo que me dio una imagen de ternura, a la que me fue imposible resistir. ¿Cómo podían ser tan crueles con alguien tan bondadosa como Luna? Era algo que no podía comprender.
Me prepare para dormir. Tuve un deja vú de las noches en el caldero chorreante con Lil, pero esta vez, era diferente, la calidez de Luna me hacía sentir plenamente calmado, así que me coloqué unos shorts y una camiseta y me metí a la cama. Acostumbraba a dormir desnudo, pero no iba a hacerlo con Luna en mi cama, mucho menos cuando la chica había dejado claro que se sentía mal y solo quería un abrazo para dormir. Inmediatamente después de meterme en la cama, volteé a verla, para, con muchísima sorpresa encontrarme con que se quitaba toda la ropa con excepción de una pequeñísima tanga de encaje plata -¡¿Qué haces Lu?!- solté alarmado por la deshinibición de mi compañera. No negaré que era una vista hermosa, pero, pero... ¡¿Por qué demonios mis amigas tenían la mala costumbre de desnudarse en mi cama?! Ella me miró con ojos enormes -¿Qué? Así duermo, es incómodo dormir vestida ¿no lo crees?- me respondió como si nada -Bueno si, pero... ¿No te incomoda dormir así... conmigo?- pregunté, haciendome a la idea de que sería difícil conciliar el sueño con ella así. -Bueno, me pareció que te resultaría incómodo si me acostaba completamente desnuda, así que mantuve mi ropa interior.- soltó como si le sorprendiera mi reacción -¿No te gusta que este así?¿o es mi ropa interior lo que no te gusta?- dijo con cara de decepción. Sentí que se me rompía el alma, -Estás hermosa, pequeña Looney. Ven.- Dije, y abrí las mantas para que ella pudiera entrar en la cama. Ya debajo de las mantas, se acomodó contra mi, dandome la espalda.
Al rato de mantener esa incómoda posición, Luna volvió a hablarme -¿Podrías abrazarme por favor? Así me duermo más fácil.- preguntó -Ok, lo haré.- dije intentando mantener mis pensamientos en otro sitio, y pase mi brazo por sobre su estómago pegando su espalda a mi pecho -no necesitas dormir vestido si te incomoda, no me molestaré por eso- afirmó, con su tono tranquilo -Estoy bien así Luna, no te preocupes.- le dije, intentando no pensar en que la tenía entre mis brazos sin nada más que su pequeña ropa interior. Pero por más que intentaba, no podía dormirme, o siquiera controlar la erección creciente en mis shorts, Luna se removía inquieta, refregando su pequeño trasero contra mi pene, y eso me estaba volviendo loco -¿Por qué duermes con tu varita en tus shorts Invi?- preguntó inocentemente. Moví mis caderas ligeramente hacia atrás. -Eer... esa... esa no es mi varita... Luna- le respondí algo incómodo -Oh, ya me parecía que era muy gruesa para ser una varita, así que debe ser tu pene... pero... ¿por qué está tan duro? ¿tienes una erección?- volvió a preguntar, y nuevamente recostó sus caderas contra mi. -Si, Looney. Porque tu trasero está contra mi, y no lo dejas quieto- le dije, riéndome un poco por su reacción -Lo siento Invi.- dijo volteando a verme -Si quieres puedo hacer algo por ti- soltó mientras su mano se movía hacia mi miembro. -Realmente no es necesario Luna- dije sosteniendo su mano antes de que llegara al elástico de mis shorts que ya se parecían a una tienda de acampar. -Ya se pasará sola. Duerme tranquila.- Musite, pero pareció no importarle lo que decía, y colocó su mano dentro de mis boxers acariciando lo que había dentro. -Debe ser muy incómodo dormir así, además... Siempre quise ver y tocar uno.- afirmó afable -Solo he podido leer y ver ilustraciones sobre ellos, y supongo que sienten lo mismo que cuando yo me toco. Y eso se siente muy bien. ¿O te sientes incómodo porque yo te estoy tocando y tú a mí no?- preguntó mientras acariciaba con más energía mi pene. -Puedes tocarme si quieres.- musitó, y tomo mi mano para llevarla a su entrepierna, que ya se encontraba húmeda. -Lo hago por las noches para dormir mejor ¿tu no?- soltó como si nada. Me reí. -A veces si. Pero la verdad es que esperaba que durmieras conmigo... como mi amiga.- dije. -Somos amigos, tonto.- me dijo con una sonrisa -Pero los amigos hacen sentir bien a sus amigos. En especial si los han hecho sentir incómodos antes ¿no?- dijo aún sosteniendo mi mano.
Deslicé mis dedos bajo su braga y comencé a masturbarla. Ella se retorció levemente y continuó con lo suyo bajo mi boxer. Las manos iban y venían, acariciando cada parte de nuestros cuerpos, para este punto, Luna ya me había sacado la ropa, y había quedado en boxers únicamente, aunque mi compañera quería sacármelos, con la excusa de ver más de cerca mi miembro. Con la excitación del momento, terminé cediendo en medio de un jadeo. -Ya Luna, puedes desvestirme.- casí rogué. Entonces ella arrojó mi boxer y su tanga y se acercó a él. -Es muy bonito.- dijo sorprendida, mientras lo acariciaba y se lo llevaba a la boca sin que pudiera hacer nada para detenerla, unos segundos más tarde, dejó su tarea para mirarme: -Oh, que descortés de mi parte, supongo que tú también querrás ver mi vulva.- musitó, mientras se colocaba a horcajadas sobre mi pecho y volvía a meter mi pene entre sus labios, en la posición conocida por los muggles como 69, regalándome una gran vista de sus partes, coronadas por una pequeña mata de pelo plateado. Ya no me podía contener, Luna estaba volviéndome loco con su boca, así que le devolví el favor. Ella gimió tiernamente, haciendo que yo profundizara en mis atenciones. Besos y lenguas iban y venían por nuestras partes, haciéndonos gemir y suspirar de placer. Quién diría que la tierna y distraída Luna tuviera un lado tan salvaje. -Wow Invi, con razón tienes a tantas chicas visitando tu dormitorio, o los armarios...- dijo Lu, parando un rato la actividad -Me alegra que te guste.- le respondí, sonriendo con perversidad, en parte por el cumplido, pero principalmente por su cara descolocada por el placer. -¿Quieres continuar?- preguntó como si nada. Pueden creer que soy un idiota, yo también lo pensé. Pero es que no comprendía a qué se refería, así que me quedé allí con cara atónita, por lo que ella insistió, esta vez más explícita: -¿Quieres tener sexo conmigo?-. Para este punto, estaba tan caliente, que la idea de continuar se me hizo fantástica -Claro Lu, continuemos- le respondí, e inmediatamente ella salto a horcajadas sobre mi, plantándome un extenso beso que comenzó una batalla de lenguas.
A media guerra por el dominio de la boca del otro, comenzó a introducir mi miembro en ella con movimientos rítmicos y lentos, que poco después de acostumbrarse aumentaron la velocidad hasta estar galopando desenfrenadamente sobre mi. Una vez que ella había acelerado el rítmo, comencé a acompañar sus movimientos con los míos. Mientras tanto, acariciaba todo su cuerpo, deteniendome para jugar con sus pequeños pezones, o simplemente para deleitarme con sus caras y gemidos. Esta era una sensación nueva. Nunca me había sentido así, si bien ya había tenido sexo, las anteriores veces no pasaron de un mero medio para obtener placer o quitarme el estres de las clases. Esas veces solo pensaba en mi, y mi compañera, solo pensaba en ella, porque seamos realistas: para mis anteriores compañeras sexuales, yo tampoco era más que un medio para un fin. Ahora era diferente, había ternura, un sentimiento de cariño que no había obtenido con mis anteriores encuentros. Sentía que estábamos a punto de llegar al climax, y le hice señas para que se bajara de mi, pero ella no lo hizo, solo sonrió y continuó galopando sobre mi. -Tranquilo Invi- dijo entre gemidos -Tomo la poción desde el principio de este año. Papá dijo que este año seguramente ocurriría, así que comencé a cuidarme, solo por si acaso.- finalizo, y continuo con sus movimientos cada vez más rápidos, hasta que retorciéndose por haber acabado junto a mi, se desplomo sobre mi pecho. -¡Eso fue grandioso! ¿Cuanto tiempo demora en volver a ponerse duro?- inquirió con los ojos grandes. -Humm... Luna, ¿qué tal si ahora dormimos?- dije un poco sorprendido por la pregunta.
-Es que fue...- volvió a decir, intentando recuperar el aire que le faltaba a sus pulmones -definitivamente, mucho mejor que lo que mis dedos pueden hacer por mi.- soltó con una sonrisa que me pareció tierna y divertida -Lo sé, eso fue simplemente increíble- dije, y la bese en la frente -¿Las personas se besan en la frente después de tener relaciones?- preguntó confundida -Lo hacen, si se quieren.- le conteste. Ella lo contempló un momento, aún con su cabeza en mi pecho. -¿Tu me quieres?- preguntó de pronto como si se sobresaltara ante la posibilidad -Pero... soy rara, y... nadie quiere ser amigo mío, salvo tu y los merodeadores...- dijo extrañada, haciendo que se me estrujara el corazón. Me miré el brazo de donde aún pendía la pulsera de corchos hecha por ella. Los demás merodeadores solo la habían usado el día en que nos reunimos, e inmediatamente que habían llegado a sus habitaciones se las habían quitado. Yo no. -Si, te quiero.- dije -¿Quisieras salir conmigo?- pregunté dejando que los sentimientos que habían aflorado en nuestra actividad tomaran el control. Ella me miró como si hubiera perdido la cabeza: -Invi... estamos desnudos, no podemos salir así.- me dijo, haciendo inevitable que me riera -no me refiero a eso... pregunté si quisieras ser mi pareja, mi novia.- Ella me miro con sorpresa, luego con gratitud y al final con mucho cariño -Gracias Invi, pero no necesitas hacer esto para que me sienta mejor. Si quieres dejarlo solo como sexo casual o de una vez, por mi esta bien.- respondió, dejándome sin palabras por un momento -No te lo pido para hacerte sentir mejor, Lu. Sé que estaría bien si dejamos esto como cosa del momento. Pero realmente quisiera que fueras mi novia.- finalice y le planté un beso cariñoso en los labios que fue correspondido inmediatamente. -Eso me gustaría.- dijo ella, luego se acurrucó y se durmió sobre mi brazo. Aunque me hubiera gustado salir a estirar mis alas por la ventana, y tal vez fumar un cigarrillo en algún lugar apartado, me quedé allí, jugando con los mechones de cabello de Luna que seguían revueltos sobre mi pecho.
...
Era domingo, día de descanso de las clases, pero para mi y los merodeadores eso significaba pasar todo el día en la sala de los menesteres aprendiendo sobre distintas cosas. Sin embargo, cuando me dirigía allí, una lechuza voló hacia mi y dejó caer una nota con la caligrafía ganchuda y prolija de papá. -Lil, ¿Podrías venir a la mazmorra? Necesito hablar contigo.- escribía. Suspiré. Garabateé una respuesta en el dorso de la nota que me había enviado y encaminé mis pasos hacia la sala común. -Hola Lil.- dijo Luna saliendo por la puerta de la aldaba. Me volteé y vi a Invi salir detrás de ella. -Hola, buenos días.- respondí sin ganas. -Papá dijo que necesita hablar conmigo...- le notifiqué a mis amigos. -así que los veré en la sala de los menesteres más tarde.- solté. -Está bien, Luna y yo iremos para allá luego de desayunar.- respondió mi amigo. -Si, después del ejercicio físico es necesario reponer energías.- dijo ella, lo que hizo que Invi se sonrojara. -¿Ejercicio físico? ¿Acaso ustedes...?- en mi compungida sorpresa no llegué a terminar la pregunta. Luna se encogió de hombros -¿...tuvimos sexo?- terminó. -Si, prácticamente toda la noche. Pero eso es lo que hacen las parejas, ¿no?- respondió sin cohibirse en lo más mínimo ante mi cara de repugnancia -Uggh, ¡qué asco! No importa. Luna, puede que eso sea algo que hacen las parejas, pero no van por la vida comentándolo.- solté a medio camino de un reproche. -Oh, ¿no lo hacen? Es una lastima... de verdad podría hablar del bonito pene de Invitus todo el día.- dijo ella con una afable sonrisa. Abrí mis ojos tanto que creí que iban a salirse de mis cuencas, pero eso no pareció afectarla. Invi pasó su brazo por los hombros de la chica. -Err, bien, ¿por qué no vamos a desayunar y tu vas con tu padre? Nos veremos más tarde en la sala.- dijo el chico algo incómodo. Yo solo quería gritar. "Eres mi amiga" ¡patrañas! Invitus me había rechazado no porque fuera su amiga, sino porque no me quería de ese modo. Y no había tenido los huevos de decirlo mirándome a la cara. Si mi nombre fuera en realidad un título, me aseguraría de enviarle a todos y cada uno de los demonios de mi estirpe a atormentarlo. Se lo merecía. Farfullé una respuesta que no estuve segura de que comprendieran, me di vuelta como un autómata y caminé por el pasillo, intentando mantener cierto aplomo.
De más está decir que no conseguí dejar la historia de Invitus y Luna fuera de mi cabeza. Cuando llegué a la puerta de las mazmorras, papá ya estaba esperando por mi. -¿Va todo bien?- pregunto al ver mis ojos rojos contener las lágrimas. -Si.- respondí en un tono que pretendía ser menos agresivo. -Ven, tenemos que hablar.- dijo invitándome a pasar a la sala. Nos dirigimos a sus aposentos privados, donde me senté en una mullida butaca. -Bien, ¿qué querías hablar conmigo?- solté sin rodeos. -Bueno, primero quería felicitarte por tus excelentes logros académicos este año.- comenzó. Asentí. -No solo me has sorprendido gratamente, sino que has hecho más de lo que la gran mayoría de los estudiantes logra en años en el castillo.- siguió él jugando con un extremo de su capa. Casi parecía nervioso. Se aclaró la garganta: -Cómo sabrás, Madamme Bones vino a verme hace un tiempo: la famila Prince tiene un lugar hereditario en el Wizengamot, y le he explicado a Amelia que mi trabajo es educar, no hacer política, pero al parecer, causaste una impresión en la junta que las familias sostuvieron con nosotros sobre el reestablecimiento de nuestro apellido familiar, y... ella ha insistido en que podrías ser tu la representante de la familia Prince en el Wizengamot.- finalizó por fin. -¿Estás ofreciéndome un puesto político en el ministerio?- pregunté algo sorprendida. -Bueno, si te interersara... Y crees que no afectará tus estudios.- dijo volviendo a tironear de su túnica. -¿Sabes que solo tengo 11 años?- pregunté sarcástica. Él se encogió de hombros: -los mágicos nos desarrollamos más pronto que los muggles, por un lado, y por otro, nada le impide a un Lord que destine a un representante a ocupar su sitio.- soltó dándose aires.
-Está bien. ¿Eso es todo?- pregunté. -Eer, no.- dijo visíblemente más incómodo. -Quisiera saber... ¿qué pensarías si yo... estuviera saliendo con alguien?- preguntó cauteloso. No era mi intención, pero estallé de frustración -¡¿Hoy es el día de presentarle la novia a Lilith o qué demonios está pasando?!- chillé. Mi padré mudó su expresión por una de genuina preocupación. -¿Todo está bien con Draco?- preguntó. Ya no pude evitarlo, las lagrimas comenzaron a salir sin permiso. -Si, todo está bien... No es Draco. Es...- me corté en seco, quitando los restos de las lagrimas de mi cara. -¿Invitus?- preguntó mi padre alzando una ceja. Asentí sin decir una palabra. -Lil... Draco te quiere, ¿por qué te afecta tanto lo que hace Invitus?- preguntó con un tono afable. -No lo sé...- sorbí -...probablemente porque Draco no me quiere tanto como parece.- dije desinflada. -¿Qué quieres decir? ¡El chico fue desterrado por quererte!- dijo. Sonreí. -De hecho, el chico fue desterrado por ser diferente a su familia, pero es que existe una pareja que sería incluso peor para sus padres que yo, y es precisamente la que está constantemente en su cabeza...- dije de mala gana. -¿Quieres decir que quiere a alguien más?- Preguntó consternado. Yo resoplé -No estoy segura de que sea consciente de ello siquiera. No estoy diciendo que me esté usando para salvar las apariencias o nada por el estilo, pero se que tarde o temprano eso se acabará... y él... tendrá el valor de ir por quién de verdad quiere.- sentencié finalmente.
Podría sonar fatalista, pero no hay que olvidar que yo literalmente podía sentir lo que los demás sentían, y entendía perfectamente la confusión en la cabeza de mi novio. Desafortunadamente no era tan simple comprender mi propia confusión. -Me agrada Luna, e Invi me dejó claro que solo me quiere como amiga. Antes de venir aquí, yo... creí que nos gustábamos, e intenté besarlo.- mi papá reaccionó con conmoción a mi confesión. -Pero, él me rechazó, y desde entonces las cosas han estado cada vez mejor, como amigos. Pero ahora él tiene una novia, y me resulta sumamente difícil aceptarlo. Porque dijo que no quería perderme como amiga, y ahora está precisamente de novio con una amiga. ¡Es totalmente falso!- lloré- El parpadeó. -Bueno... yo... no sé como decir esto. Tendrás que disculparme, no tengo experiencia con esto, y tendrás que ayudarme un poco a convertirme en un padre decente para ti. Pero lo que si creo es que deberías hablar con Draco sobre lo que sienten ambos. Y en cuanto a Invitus... Sé lo que duele un amor no correspondido, pequeña, pero no puedes tener otra relación para cubrir ese dolor. O culparlo por no quererte del mismo modo. Créeme. Lo he intentado. No funciona.- dijo con una mueca significativa. -Solo le haces daño a quien te preocupa, y a ti misma.- afirmó mi padre desde la experiencia. Yo lo sabía, y ello me dio mucho que pensar. -Gracias papá.- dije intentando componer una sonrisa. -Ahora, ¿vas a contarme quién es la afortunada?- pregunté cómplice. -Es...- se rascó la nuca con gesto de bochorno -...Amelia. Amelia Bones.- Parpadeé un par de veces para sacudirme el shock inicial -¿Madamme Bones? ¿La directora de la aplicación de la ley mágica? ¿La única bruja más estirada y estricta que Minerva McGonagal en el mundo?- pregunté con los ojos como platos. Papá asintió divertido. -Si, bueno. Definitivamente son tal para cual.- dije sin recuperarme. Luego volví a sonreír. -Estoy feliz por ti, papá.- afirmé viendo que sus ojos denotaban felicidad. -Gracias, pequeña. ¿Entonces puedo decirle a Amelia que irás al Wizzengamot?- volvió a preguntar. Asentí. -Y supongo que Amelia podría orientarme en las primeras sesiones.- respondí batiendo mis pestañas mientras decía el nombre de mi nueva madrastra. Él rió. -Si, exacto. De hecho, tenía pensado comenzar a llevar a su sobrina a las sesiones para iniciarla como su sucesora, para poder... tener más tiempo libre.- contestó. -Oh, claro... ahora que tiene un galán, necesita tiempo libre, y supongo que ejercer la ley y la política a la vez no debe ser una buena combinación para alguien que pretende tener tiempo para citas.- dije mofándome. Papá rió conmigo. -Bien, ahora... iré a mi habitación, ¿si?- papá movió sus manos con gesto hacia la puerta, -Gracias por confiar en mi.- dije finalmente. -De verdad, espero que esta vez resulte para ti.- Nos despedimos con un abrazo y volví a subir. Pensé en ir a la sala de los menesteres, pero no me sentía con ánimos, así que preferí ir directamente a mi habitación y hacer la tarea.
...
Ya era pasado el medio día cuando empecé a extrañar la ausencia de Lil. Cuando llegó la recién creada parejita de merodeadores, nos informaron que ella llegaría más tarde porque debía reunirse con el jefe de mi casa, su padre, para discutir ciertos asuntos familiares... Pero no la había visto en el gran comedor a la hora del almuerzo ni había regresado a la sala de los menesteres, o como la habíamos llamado: el refugio merodeador, después tampoco. -¿Hermione, es posible enviar un mensaje por el mapa a una sola persona?- pregunté esperando una afirmación, porque no tenía permitido entrar en la torre de Ravenclaw para buscarla. -Si, solo dices su nombre, y luego el mensaje.- Le agradecí sus indicaciones y me aparté un poco con mi mapa y varita: apunté a nuestro método de comunicación y dije: -Lilith.- no recibí una respuesta. Así que volví a intentarlo. -Lilith: ¿dónde estás? ¿por qué no has venido al refugio? Si dices mi nombre antes del mensaje, solo yo lo recibiré. - unos minutos mas tarde obtuve mi respuesta. -Hola, lo siento. Tengo mucha tarea, y no estoy con ánimos de convivir con personas. Preferí quedarme en mi habitación.- noté el frío en su elección de palabras. -Te extraño.- respondí, olvidando completamente decir su nombre antes. -Oww, ¡yo también te extraño, corazón!- dijo Ignatius tirando besitos al aire. Me sonrojé y luego, cuando todos se hecharon a reir, yo también lo hice. Volví a mirar mi mapa. -Lilith: ¿Podemos vernos? Te extraño y me gustaría intentar levantar tu ánimo, si me lo permites.- El mapa se mantuvo en silencio. Supuse que o estaba realmente ocupada o lo estaba considerando. -Lechuzario, en media hora.- respondió finalmente. Sonreí. Al menos podría verla.
Aguardé unos minutos y luego salí del refugio hacia la torre donde habitaban las lechuzas del colegio. Cuando llegué, me encontré con mi novia, estaba dando de comer a Fíle y acariciando sus plumas con la mirada perdida. -Hola bonita.- saludé. Ella no mudó su expresión perdida, levantó una mano y saludó casi al aire. -¿Qué ocurre?- pregunté. Cuando me acerqué pude ver que estaba llorando. -No lo sé, solo me siento mal.- respondió evasiva. -¿Y ese "no lo sé" lleva por nombre "Luna está en pareja con Invitus"?- pregunté un poco indignado. Lilith siempre había tenido estrellas en los ojos cuando miraba a mi amigo del pelo azul. Él me había dejado claro que no competiría conmigo por ella, pero lo que no estaba claro es qué estaría dispuesta a hacer ella por él. -¡No lo sé!- respondió de mala gana. -Wow, eso es nuevo... ¿desde cuando los amigos se celan? A menos claro, que se trate de otra cosa y no de un amigo.- Dije cruzándome de brazos. No estaba acostumbrado a estar en la posición de perder, y no me gustaba para nada que últimamente fuera la única posición que ocupaba. Primero mi familia, mi dinero, y ahora mi novia. Ella me miró con resentimiento. -Oh, ¿de verdad quieres hacer eso? ¿De verdad quieres indagar sobre lo que siento es o no es una amistad? ¿Necesito recordarte que yo puedo sentir lo que tu sientes? Porque en esta relación, no soy la única que tiene sentimientos confusos, ¿o si?- soltó con ira. Me quedé de piedra esperando que el vendabal explotara en mi cara, pero no lo hizo. Volvió a darme la espalda y mirar por una de las diminutas ventanas del lechuzario. -¿Te sientes confundida?- pregunté intentando encarar el problema de manera diferente. -No.- respondió enjugandose los ojos. -Nunca he tenido las cosas tan claras.- respondió filosa. -¿Y qué es lo que tienes claro?- pregunté. Ella se volvió una vez más. Sus ojos destilaban ese brillo que tienen los corazones rotos. -Tu no me amas. Ni lo harás. Me quieres, me has dado un lugar en tu vida y disfrutas de mi compañía, y eso es lo que ha hecho que quieras tener una relación conmigo, aunque en lo profundo de tu ser, sepas que estás enamorado de alguien más. Y para mi eso está bien, porque yo tampoco te amo. ¿A quién engañamos? Tenemos 11 y 13 años, y yo también llegué a este castillo enamorada de alguien más, pero luego apareciste tu, y me dedicaste tus gestos, tu ternura, y disfruté de tu compañía. Si quieres seguir con esta relación, mientras este mutuo acuerdo nos funcione, sé que estará bien, porque de verdad disfruto de estar contigo. Pero si vas a hacerte el moralista y reclamarme por cosas que sabías de antemano, y que además tu también haces, entonces, también estará bien si tenemos que ponerle fin aquí y ahora.- respondió con tanta madurez que me costó ver a la niñita efusiva que solía ser, en aquella mujer que me encaraba firmemente, haciéndose cargo de lo que sentía, pero también obligándome a responsabilizarme por sentimientos con los que me estaba más cómodo enterrando. -Lo entiendo. Es fácil olvidarse de tu don cuando finges todo el tiempo que esas cosas dentro de tí no existen. Pero tienes razón. Una parte de mi no te ama, y es la misma parte de mi, que está enamorada de otra persona. Pero aún así, no quiero perderte. De verdad, esta relación ha sido lo mejor de mi vida. Nadie me ha entendido o escuchado como tu. Eres la única que no llegó a mi con un preconcepto de lo que debería ser por el simple hecho de nacer en la familia en la que nací. ¿Que dices si comenzamos esta charla de nuevo, tal vez de una manera mejor?- ella me miró intrigada. -¿Qué propones?- grité al aire: -¡Dobby!- con un chasquido, el elfo apareció a mi lado. -¿El amo Draco ha llamado a Dobby?- preguntó la pequeña criatura haciendo una reverencia. -Dobby, no me llames amo, y deja de hacer reverencias, por favor, no soy un noble. Al menos ya no. ¿Podrías por favor traernos dos conos de helado de florean? Uno de choconuez y menta granizada y uno de chocolate amargo y cerveza de mantequilla.- El elfo asintió, desapareció y un momento después volvió a aparecer con el encargo cumplido. -Gracias Dobby, puedes irte.-
Me acerqué a ella y le entregué su helado de sabor extraño que recordaba a la pasta de dientes, pero que ella parecía disfrutar. -Gracias.- dijo. Le sonreí -Ahora, sin juzgar y sin culpabilizar. ¿Te gustaría contarme qué te angustia?- Ella suspiró. -Me angustia tener un novio maravilloso al que por mucho que intento no puedo amar. Y me angustia tener una relación en la que he llegado a aceptar que nunca seré la chica con la que él desearía estar, aunque me trate bien. Me angustia reprimir mis sentimientos por alguien que usó la excusa más cliché del libro para despacharme, y luego me restriega su vida sexual y felicidad en la cara como si fuera simple superar su rechazo. Me angustia tener que ser su amiga, porque los quiero a ambos, y no puedo culparlos por enamorarse.- concluyó. Yo suspiré. -Lil yo no...- ella me dedicó una mirada recelosa -Por favor, no intentes negarlo. Veo como la miras, siento como la piensas. Y sí, se que me quieres y disfrutas conmigo, y que el sexo es grandioso. Pero yo no soy Hermione, y eso es algo en lo que tu mente no deja de pensar.- terminó dejándome sin habla. -No tienes que ser Hermione. Tienes que ser Lil: mi niña Lil. La primer amiga de verdad que tuve en el castillo, la chica perversa que hace que el sexo sea la experiencia más increíble de la vida. La chica del cabello de fuego que hace que me ria, que me hizo recapacitar sobre toda mi vida, y ser una mejor persona. Yo no me enfrenté a los valores de mi familia ni a todo lo que un día creí cierto, por Hermione. Lo hice porque quererte fue lo más bonito que me ha pasado. Porque no importa lo que diga tu estatus de sangre, eres una bruja hermosa, poderosa, compasiva, sorprendente, fuerte. Y yo quiero pasar mi tiempo contigo.- dije. Ella se lamió el labio para quitarse un poco de helado con un gesto sexi. La atraje por la cintura. -¿Estamos bien pequeña succubi?- Ella pasó la lengua por la comisura de mis labios. -Tal vez. ¿Ya no estás enojado?- la besé -No, no lo estoy.- respondí. Entonces ella puso su mano en mi nuca y me atrajo a un beso lento e intenso que me dijo que todo estaría bien, al menos por ahora.
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