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Capítulo 27: Charming Prince

La fecha finalmente estaba aquí, y yo casi saltaba de la emoción: papá me había dicho que me había excusado por el día, y que podía no llevar mi uniforme de Hogwarts, así que había seguido los consejos de Invi: me mantuve en una estética discreta: Pantalones negros ajustados, una blusa blanca y mi capa morada por encima. Recogí mi pelo en un moño con un listón rojo y me preparé para la salida. Era temprano cuando mi padre me encontró en el comedor. -¿Lista?- preguntó. -Iremos a Hogsmade y desde allí nos apareceremos.- Eso era genial. Al menos podría echar un vistazo al pueblito del que todo el mundo hablaba. Terminé de tragar mis tostadas y me puse en pie. -¿Ya nos vamos?- Mi padre me sonrió. -Claro.- respondió. -Sabes que hay una posibilidad de que digan que no, ¿verdad? el linaje Prince lleva muchos años perdido.- dijo intentando refrenar mi emoción. -No te preocupes papá: se exactamente qué decir para que nos permitan volver a ser Prince.- dije segura. Él resopló, pero no dijo nada más. Salimos de los terrenos de Hogwarts y tomamos rumbo al pueblito.

Cuando llegamos a las calles de Hogsmade, pude ver la apariencia encantada de cuentos que tenía el pueblo. Con razón los chicos de tercero estaban fascinados con él. Contuve un suspiro cursi. Realmente deseaba llegar a tercer año para poder venir cuando todos los negocios y pequeños locales estuvieran abiertos... Justo ahora, con la primera luz del día, todos estaban cerrados, y daba la sensación de que el pueblo entero contenía la respiración antes de un día de movimiento. -Bien, se que no es cómodo, pero tendrás que soportar otra aparición.- dijo papá tendiéndome una mano. La sujete y volví a sentir la horrible sensación que todo mi cuerpo se retorcía y estrujaba en un espacio minúsculo, siendo empujada por una fuerza invisible pero igualmente imparable. Salimos por el otro lado del hueco, estabamos en medio de una calle empedrada. Respiré profundamente intentando que mis costillas se abrieran nuevamente, y así dejar de sentir mi pecho y mi espalda pegados uno con otro. Cuando volví a sentirme tridimencional, miré a mi al rededor: no había nada más que una cabina telefónica desvencijada. -Por aquí.- me indicó papá abriendo la puerta de la cabina. Fruncí el ceño, pero lo seguí. Papá marcó un numero en el teléfono y entonces escuchamos una voz femenina: -Bienvenidos al Ministerio de Magia. Indíquen sus nombres y asunto por favor.- Papá se acomodó la túnica incómodo. -Severus Snape Prince y Lilith Snape Lock. Tenemos una audiencia con el Wizengamot.- respondió. -Bienvenidos, señor Severus Snape Prince y señorita Lilith Snape Lock. Por favor, usen las placas identificatorias en un lugar visible de su ropa. Una vez en el atrio, por favor preséntense para una revisión de varitas de seguridad y registro de su visita.- dicho esto, el teléfono comenzó a moverse. No, no era el teléfono. ¡eramos nosotros, estábamos bajando como si se tratara de un asensor! -¡Wow!- exclamé. Papá se rió. Bajamos por un largo rato. Cuando finalmente se detuvo, la voz dijo: -Octavo Piso: Atrio. Por favor, no olviden presentarse a su revisión de seguridad. Bienvenidos al Ministerio de Magia. Que tengan un buen día.-

Papá me condujo hasta la caceta de seguridad donde un joven con aspecto aburrido tendió la mano para solicitar nuestras varitas. Papá le entregó la suya. El hombre la revisó y tomó algunas notas antes de devolvérsela. Luego tomó la mía. -¡Por las barbas de Merlín!- chilló el chico. Muchas personas miraron curiosas. -¿Es una barita extrangera? Las varitas con Cabello de Veela se dejaron de fabricar aquí.- dijo mirando con fascinación a Wandine, que rezumaba de puro poder y orgullo. -Pues.. Si, es de Uruguay, pero Olivander la ha inspeccionado y ha permitido que la use.- expliqué, notando lo nervioso que se ponía mi padre. -¿Son extranjeros?- preguntó el chico con curiosidad. -No, somos de aquí. Pero tenemos amigos en Uruguay. Amigos que amablemente han obsequiado a mi hija una varita de su propia manofactura, cuando ésta demostró fidelidad a la joven bruja. ¿Ha terminado con la inspección?- soltó mi padre tajante. -Claro, si. Pueden pasar.- respondió el joven. -¿Y mi varita?- pregunté alarmada. -Lo siento, no puedo permitirte pasar con ella. Es un núcleo inapropiado y no estan permitidas en las oficinas, en especial ante el Wizengamot. La recogeras a la salida.- Respondió. Yo estaba indignada, pero algo en el apretón de Severus sobre mi hombro me hizo entender que no debía protestar. -Está bien.- respondí.

Vamos. Primero debemos pasar por la oficina de servicios administrativos del Wizengamot a por nuestra documentación, luego, directo a la sala de audiencias en el noveno piso. Llegamos al segundo piso y caminamos hasta la oficina de administración del wizengamot. En ella había una pequeña sección con un cartel "registros familiares" y una especie de punzón. Papá extendió su mano y dejó que la aguja pinchada su dedo índice. Una fina gota de sangre tan roja como mi pelo callo dentro del colector que había debajo y se perdió en el aparato que sonó como si varios engranajes se movieran lentamente. -Severus Snape: mestizo: hijo de Ilene Prince Sangre pura, última heredera conocida de los Prince. Y Tobías Snape. Muggle. Registro confirmado.- Del aparato surgió una carpeta con el expediente familiar de papá. Luego fue mi turno, con desconfianza, estiré mi mano y dejé que mi dedo fuera perforado. Me ardió, pero para mí sorpresa, cuando quite mi mano, no había rastro del pinchazo, mi piel estaba intacta. -Lilith Lock: Muggle Born. Madre: Jana Lock. Muggle. Padre: desconocido. Reconocida por Severus Snape. Cambio de nombre a Lilith Snape Lock. Status actual: Mestiza. Registro completo.- resoplé mientras la máquina buscaba mi carpeta. -Ahora hasta las máquinas de ven en la libertad de juzgar nuestra historia familiar.- solté con frustración. Severus soltó una risa corta y colocó una mano en mi hombro. -No importa lo que diga la gente, o lo que diga en un trozo de papel. Tu eres mi hija, yo soy tu padre. Y ambos somos herederos de la familia Prince. Y si todo sale mal y no podemos recuperar su apellido, nada nos impide recuperar sus símbolos y tradiciones. ¿Qué opinas pequeña?- le sonreí. Intentaba poner la mejor cara ante algo de lo que claramente no teníamos las mejores posibilidades. Aún así estaba ahí conmigo... Realmente, estaba haciendo un gran rol de padre. Y eso me alegraba.

-Bien, ahora estamos listos para nuestra audiencia.- dijo con una sonrisa. -¿vamos?- preguntó, más como si intenara ganar coraje él mismo, que para mi. -¡A la carga!- dije. Volvimos a subir al asensor que estaba plagado de personas que subían y bajaban en diversos pisos, y de lo que parecían aviones de papel encantados para ir de una oficina a la otra. -Noveno piso: departamento de misterios.- dijo la voz femenina que hacía las veces de guía para los visitantes del interminable y por momentos laberíntico ministerio de magia. -¿El wizengamot atiende en el departamento de misterios? ¡¿Son inefables?!- pregunté entusiasmada. Papá rió. -No, el wizengamot está formado por representantes de las familias más importantes del mundo mágico, el ministro o un representante y quién lo presida, aunque éste no necesita presentaciones...- dijo misterioso. Pasamos por un pasillo que nos alejaba de la puerta del departamento de ministerios y tomamos una escalera hacia otro pasillo más estrecho que daba a la sala de sesiones del Wizengamot. -Buenos días- dijo papá a los magos y brujas presentes, y se acercó a una mujer que recibió nuestros documentos. -Severus Snape, y Lilith Snape, sobre el caso de reestablecer el apellido de la casa de mi madre.- nos presentó. -Bienvenidos.- dijo la mujer de pie en medio de la congregación de magos. Tenía pinta de estricta, pero amable. -Su caso nos resulta extraño, señor Snape, ¿por qué después de tantos años, y de labrarse un nombre propio dentro de la comunidad mágica, ha decidido cambiar su apellido, por el materno?- Papá hizo una mueca. -Madame Bones, siempre he sido un hombre solitario. Como comprenderá, me ha importado muy poco cómo sea conocido. Si como Severus Snape, como el último heredero Prince, o como el profesor con aspecto de murciélago gigante y cara de pocos amigos.- dijo esto dándome una mirada cómplice. -Pero hoy, soy padre, y mi hija me ha hecho ver una verdad: en lugar de perpetuar el apellido de mi madre, la bruja que me enseñó quién era yo, perpetúo el de mi padre: un muggle que tenía repulsión a todo lo que el mundo de la magia representa.- dijo con cierto recelo en la voz

-Pero supongo que ella, podrá presentaros mejores razones.- dijo haciendo una reverencia y dándome paso. Me pare al centro de la habitación y miré a los presentes mientras tomaba aire para intentar calmar mis nervios: -Señores del honorable wizengamot. Hasta hace unos meses, jamás imaginé que conocería a mi padre, y aprendería de mi familia, viviría entre personas con magia como yo o sería capaz de estudiar en un colegio de magia. Hasta hace algunos meses, yo era una chica viviendo una vida muggle con mi madre. No se trata de un odio hacia los muggles lo que profesamos al intentar cambiar nuestros apellidos.- me expliqué antes de ir de lleno a lo que había pensado como el mejor argumento. -Imagínense que en cuanto tuve contacto con mi padre, todo lo que quería saber era del legado de mi familia: no hablo de cuánto dinero había en sus arcas. Siempre viví con lo poco que ganaba una mesera en el mundo muggle, y tuve una vida decente. Hablo de quiénes eran, de dónde vengo, quiénes fueron mis abuelos... Imagínense mi sorpresa, cuando descubrí que mi recién estrenado apellido me viene de un hombre violento y maltratador, que despreciaba todo lo que hacía a mi padre y a mi abuela las personas extraordinarias que eran, y que seguramente despreciara también a mi persona. ¿Cómo se sentirían ustedes de llevar ese apellido? El apellido Snape es una mancha no solo en mi familia, sino, para toda la comunidad mágica que permite que se perpetúe en sus propias narices, dentro de los mismos mágicos, el apellido de un hombre que odiaba la magia, y que era capaz de castigar física y brutalmente a quienes se supone que debió proteger y amar, por el simple hecho de poseer magia. Por eso, les imploro, señores del Wizengamot, permitan que mi familia regrese a sus mágicos orígenes: permitan que el legado de Ilene no se pierda por el simple hecho de haber cometido un error y confiar en el muggle incorrecto. Permitan que esta familia, se establezca nuevamente como la sangre mágica que corre en nuestras venas dicta: como la siguiente generación de los Prince.-

Para cuando terminé, Severus tenía algo parecido a los ojos aguados (¡claro que no estaba llorando, Severus Snape no llora, las cebollas lloran al mirarlo a él!) y las personas que habían asistido a mi discurso se dividían entre los que se habían quedado en silencio y miraban un punto fijo en el suelo, pensando en lo que acababa de decir, y los que cuchicheaban entre ellos. -¿Me gané mi helado?- susurré a mi padre en un momento de distracción de todos. Papá sonrio -Por supuesto que si. Y creo que más de uno de los miembros del consejo está pensando que te ganaste mucho más que eso... ¿has considerado una carrera en la política?- preguntó con el mismo tono de broma que había usado yo. Hice una arcada y una mueca de asco. -¿No te lo he dicho? Seré una inefable.- respondí segura. Papá asintió. -Serás la inefable más joven de toda Gran Bretaña. Y probablemente la más reconocida.- Lo consideré un minuto -No es como que los inefables sean personas con mucha publicidad.- respondí. él rió -Bueno, tienes razón; pero de todas formas estoy seguro de que lograrás cosas grandiosas. Y allí podrás estudiar el vacío tanto como gustes.- Le sonreí. Estaba a punto de decir algo más cuando una voz conocida carraspeó para llamar la atención y comenzó a hablar: -Ah, siempre es refrescante oír una voz joven en medio de tanta senectud. Los jóvenes siempre están dispuestos a defender lo que piensan, si se está dispuesto a escuchar y desoxidar un poco la mente.- Albus Dumbledore, con su túnica borravino que recordaba a la ropa de un cardenal católico, estaba de pie y me dirigía una amplia sonrisa. -Aquellos que estén a favor de reestablecer el apellido Prince, pónganse de pie.- solicitó, mientras el mismo permanecía parado. Hubo un momento de consideración. Poco a poco, los miembros que consideraron justo mi discurso comenzaron a pararse. No fueron todos. -Gracias.- dijo Dumbledore contando aquellos que estaban de pie con él. Luego tomó asiento y desde su comida butaca volvió a indicar: -Aquellos que decidan negar la solicitud: ahora ponganse de pie.- algunos magos y brujas duvitativos y sin mirar a Dumbledore se pararon. El director, oficiando de hechicero supremo contó los votos. -Pararece que... por un pequeño margen, el wizengamot determina la restauración del apellido Prince. Cornelius, deberías dejar constado en actas lo brillante del discurso de la joven Lilith Prince. Me ha recordado a varios de mis más brillantes estudiantes de todos los tiempos.- y golpeo su martillo en la tarima mientras seguian divagando. Amelia Bones se acercó al borde de la tarima que separaba al consejo de nosotros y llamo la atención de mi padre. -Por favor profesor, diríjase nuevamente a la oficina de administración de servicios del wizengamot para registrar su nueva identidad. El acceso a la bóveda de su familia, deberá ser tratado con los duendes en Gringot's llevando la documentación actualizada.- finalizo dedicandonos una sonrisa. -Han hecho algo bastante formidable este día. Severus, espero verte ocupando tu butaca en el Wizengamot. Es tuya por derecho ahora.- dijo. -Gracias Madame. Pero prefiero mantenerme tan alejado de la política como me sea posible. Mi labor es la educación.- respondió conciso el hombre que claramente no reconocía un coqueteo aunque las intenciones le golpearan en la cara. -Bueno, siempre puedes enviar a tu joven hija en representación. Es claro que tiene talento para la política, y sería bueno un golpe de aire fresco no me opondría a escuchar su voz en una reunión de vejestorios. Y estoy segura de que generaría un revuelo tremendo.- dijo cubriéndose la sonrisa con una mano. -Lo consideraré.- respondió mi padre sin pisca de intención de hacerlo de verdad.

Salimos de la sala del consejo y nos encaminamos al segundo piso -definitivamente te ganaste ese helado- me dijo papá con una sonrisa -después de resolver el acceso a la bóveda Prince, iremos por Florean Fortescute por el- exclamo mientras me acariciaba la cabeza -genial, me pediré un helado de menta granizada tan grande como mi cara- le informé riéndome -Debemos recoger a Wandine primero. Solo por curiosidad, ¿qué esperas encontrar en esa bóveda?- le inquirí intrigada -sinceramente no espero dinero, aunque realmente no sabría decirte si hay o no, pero muchas familias mágicas guardaban reliquias y libros en sus cámaras, y el conocimiento es la verdadera riqueza- me respondió pensativo -y además, los duendes sabrán si aun queda alguna propiedad bajo el apellido Prince y donde se encuentra.- finalizo -Eso es muy idealista de su parte, profesor Prince. Por mi parte, si hay algo de dinero, te llevaré de compras antes de regresar al castillo. Es un ritual de iniciación a la paternidad que aún no has cumplido- solté con una sonrisa. -¿Wandine? ¿Nombraste a tu varita?- río mi padre por lo bajo. -No. De hecho ella se presentó.- respondí haciendo que la cara de mi padre cambiara a una mueca desencajada.

Después de recoger nuestros documentos actualizados y a Wandine, salimos del ministerio, nos aparecimos en el callejón diagon y pusimos rumbo al banco mágico. Al llegar, nos dirigimos hacia el mostrador y solicitamos hablar con el administrador de las bóvedas Prince. El duende detras del mostrador nos miro despectivamente antes de hablar -Para acceder a los registros de dicha bóveda, debe pertenecer a la familia.- y acto seguido papá le extendió la carpeta que nos habían dado en el ministerio -Buenas tardes señor ¿Cómo está?- dije procurando sonar tan melosamente amable como fuera posible. -No quisiéramos ser una molestia, pero recién nos dieron el permiso para restaurar el apellido de la familia de mi abuela, que estaba desaparecido desde su casamiento y el fallecimiento de los abuelos maternos de mi padre, y queríamos saber el estado de las cuentas Prince, y si hay alguna propiedad o acciones en alguna empresa.- El motivo de tanta amabilidad se debía a que recordaba una charla que tuve con Invitus en la que me había explicado que los duendes en Uruguay no trataban de estafar a los magos porque recibían un trato amable y cordial de los magos que no los consideraban "criaturas con intelecto semi humano" sino como seres sumamente inteligentes y dignos. Explicación que, claramente, tenía sentido: medir todo con la varita de un mago era un insulto de plano para cualquier otra criatura, en especial para las inteligentes. Los duendes eran más propensos a brindarte un trato justo y acelerar los procesos burocráticos por ti si sentían que el mago o bruja los trataba con el respeto que ellos consideraban se les había sido negado en el momento en que se había reducido su existencia a una "criatura humanoide". Ellos no eran humanos y no pretendían serlo, reconocerlo y tratarlos con el respeto que merecían, hacia que uno se ahorrará más de un trámite. Y además, era lo correcto. El duende me dio una sonrisa que era macabra aunque sin intención de serlo -Claro señorita Prince, inmediatamente ire por Gallzai, que es el administrador de sus bóvedas y propiedades- declaró, mientras se bajaba de la tarima y se dirigía hacia el fondo del banco.

El duende al que el otro había llamado Gallzai nos recibió por una puertecilla y nos indico el camino hacia su despacho. -Así que, estoy en presencia de los últimos Prince, ¿Verdad?- inquirió de modo desagradable. Papá le tendió la carpeta con los documentos del ministerio. -Bueno, ya era hora de que alguien viniera a hacerse cargo de este caos.- replicó el pequeño ser. Yo intentaba mantenerme serena y tratarlo con amabilidad, pero había que reconocer que Gallzai me lo ponía difícil. -Bien, los Prince tienen dos bóvedas. Tres, si consideramos la suya personal como docente de Hogwarts, la cual ahora anexaremos a las cuentas de la familia. La boveda principal lleva al menos 50 años sin abrirse, luego está la de Ilene. El señor Prince, su padre la abrió para ella, evitando que el Muggle desagradable con el que se casó, tuviera acceso a toda la fortuna familiar. Solo una mínima parte fue a dar a la cuenta de Ilene, y eso fue todo a lo que ella y el pudieron tener acceso, pero, supongo que, no habiendo otros Prince vivos, usted se hará cargo de la bóveda principal, verdad?- preguntó. Severus parecía de piedra. -Si. La bóveda personal de Severus continuará recibiendo sus ingresos anuales como docente de Hogwarts. Nos gustaría cambiar la bóveda de Ilene a mí nombre, si no es mucha molestia, de modo que pueda ser controlada por la cuenta superior y mi padre obtenga el control sobre las finanzas pero yo tenga cierta independencia sobre mis compras, ¿Qué opinas?- Snape Asintió con la mirada perdida. -Me parece una excelente idea. Gallzai: ¿es posible visitar la bóveda principal de los Prince?- el duende intento darnos una sonrisa -Por supuesto. Además tengo un recuento de todo lo presente en la bóveda y una lista de propiedades en gran Bretaña registradas bajo el apellido Prince, al que supongo querrá hecharle un ojo.- Respondio el duende tendiendo un trozo de pergamino.

Luego de ojear el pergamino, y descubrir que teníamos un pequeño chalet a las afueras de Londres, nos dirigimos hacia una puerta que conducía a un pequeño andén dónde un carro de minero nos esperaba. El carro andaba a toda velocidad por las vías y se dirigía hacia una cascada -griggots tiene sus formas de proteger los tesoros que guarda... Está cascada elimina cualquier hechizo, maldición o poción que un ladrón podría usar para colarse a la zona de bóvedas.- explico nuestro administrador y guía con una sonrisa macabra. Pasamos sin problema ninguno, y cuando llegamos al final del recorrido, habíamos descendido muchísimo. Hacia nuestra derecha había un gran dragón custodiando unas cuantas cámaras, pero para mí suerte, nos dirigimos hacia la izquierda dónde habían enormes puertas que por su inexpugnable apariencia no necesitaban un custodio tan fiero -algunos clientes prefieren otros métodos de protección para sus bóvedas... Así que mucho cuidado al entrar a su cámara- nos dijo Gallzai. El comentario del duende nos causó un escalofrío, pero, ignorando lo, nos adentramos en el pasillo lleno de puertas, al llegar a una enorme puerta negra, que parecía de hierro, Gallzai colocó la palma de su mano en ella, haciéndola desaparecer -las bóvedas más antiguas no son abiertas con una llave, sino que necesitan de la mano de su administrador para hacerlo- explico el pequeño ser a una duda que no había sido planteada, pero rondaba por mi mente -a partir de este punto, recomiendo que entre primero usted, señor Prince y luego de que las protecciones lo hayan identificado como el heredero de su casa, de la autorización a quienes desee- continuó nuestro administrador y guía. Papá me miró un instante -Lil, espera aquí hasta que te avise que es seguro pasar- me habló, dándome una sonrisa que intento ser tranquilizadora, pero que costaba salir de alguien que no lo había hecho en años, después de eso se dirigió hasta la cámara, y segundos después de que se perdiera dentro, se escuchó un estruendo como si alguien hubiera caído sobre su trasero. Entré inmediatamente viendo una escena aterradora, arriba de mi padre había una enorme esfinge, una criatura con el cuerpo de un león, y la cabeza de una hermosa joven con rasgos egipcios -¿Qué está pasando aquí?- pregunté confundida, intentando ocultar mi temor -parece que estas son las defensas de las que hablo Gallzai, y le erre al acertijo, así que la esfinge se debate entre devorarme como dicta su naturaleza, o perdonarme por ser el señor de esta bóveda- explico papá, con un poco de dificultad debido a tener a la gran criatura encima -Así que acertijos...- dije meditabunda -,¿Qué tal si me dejas intentarlo a mi? Si acierto dejas libre a mi padre, y nos concedes el acceso a las cámaras de esta bóveda- continúe mirando las tres puertas detrás de la criatura -¿Qué opinas?- me miró un instante antes de hablar -acepto, pero si pierdes niña, te devorare a ti y a tu padre.- La cara de Snape se puso más pálida de lo que podía ser, pero no le quedó más opción que asentir en aprobación hacia mi -A pesar de no estar vivo, crezco. Puedo ser tu amigo o tu enemigo. No tengo pulmones pero necesito aire. Y aunque no tengo boca, el agua puede matarme- dijo la esfinge, con una sonrisa macabra. Comencé a pensar, y mientras lo hacía, caminaba de lado a lado. A pesar de no estar vivo crece... Puede ser... Espera Lil, esto es de vida o muerte, piensa bien... Puedo ser tu amigo o tu enemigo... Así que... Depende como se use es uno u otro... Necesito aire... El agua me mata -¡Ya se!- grité extasiada -¡El fuego! No vive, pero crece, puedes usarlo para ayudarte, pero también te daña, sin aire se apaga, y el agua lo mata ¡Soy genia, oh sí, soy una genia, ajá!- finalize, mientras hacia un baile sin darme cuenta, en ese momento papá carraspeó -lo siento- dije avergonzada. -Parece que hay nuevo amos en la casa Prince... Así qué... Ustedes dos serán los que tengan acceso a esta bóveda ¿Cierto?- preguntó la esfinge mirándonos -Si... Yo soy el nuevo señor Prince, y esta es mi hija... También está Gallzai, quien podrá acceder para hacer los depósitos o transacciones de dinero.- le respondió papá -ahora Lilith, ¿Quieres revisar las cámaras?- me preguntó, a lo que yo le asentí afirmativamente. Nos dirigimos a la primera, en la que únicamente encontramos dinero, una muy buena cantidad de dinero -Gallzai- gritó papá -¿Si señor?- le respondió el duende -quiero que deposites mil galeons en la cuenta que era de mi madre, la cual pasará a ser de mi hija ahora- continuó mi padre -delo por hecho señor- dijo el duende -y cobrate una comisión desde esta cuenta.- Con eso hecho, nos movimos a la siguiente, que estaba llena de reliquias, desde ropas y varitas u otros tipos de focos antiguos, hasta espadas, hachas, escudos y armaduras vikingas. -Wow, ¿Así que nuestra familia tiene ascendencia escandinava? Genial, me encantaría aprender a usar alguna de estas armas- dije con una mirada soñadora -si, nuestra casa proviene de los fiordos antiguamente habitados por los vikingos, pero de ninguna forma te dejaré llevarte algo de esta cámara, habría que catalogar todo, y comprobar que no estén malditos o que tengan algún encantamiento que resulte peligroso- me respondió mi padre -nadie me deja divertirme- dije haciendo un puchero. La última cámara tenía aspecto de biblioteca, y estaba súper organizada por orden cronológico. Los primeros tomos databan desde el año 800 -vaya, aquí hay libros realmente viejos ¿Serán todos sobre magia?- pensé en voz alta -parece que no, también hay de historia, y por suerte están sus traducciones a nuestra lengua de hoy en día, porque leer nórdico o inglés antiguo es algo que no se hacer- continúe, inmersa en toda esta información a mi disposición -tendremos que venir en otro momento con más tiempo para revisar todos estos ejemplares- me dijo mi padre, mientras me indicaba la salida

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