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capítulo 14: Torposoplos, confusión y oscuridad.

-¿Tienes todos tus libros? ¿Tus uniformes y algo de ropa extra? ¿Chequeaste la lista una vez más antes de cerrar el baúl?- puse los ojos en blanco -Por millonésima vez si, papá.- respondí. Ahora ¿podrías llevarnos a King's Cross o piensas hacer que nos perdamos el expreso a Hogwarts? Dije mientras me ponía la capa morada por encima de mis holgados pantalones y top. Severus nos llevó a una salida de una calle muggle, subió nuestros baúles en la cajuela de un taxi y nos despidió mientras nos subíamos en la parte trasera. -A la estación King's Cross, por favor- pidió Invitus. -¡Te veré allá!- gritó Severus Snape mientras se despedía con la mano. -¿Lo habías imaginado así?- pregunté asombrada. -¡¿Que?! ¿Imaginar a Severus Snape con un corazón latiendo en su pecho? ¡Eso sería sacrilegio!- dijo Invitus llevándose las manos a la cabeza. -Al principio creí que no era diferente de un infieri.- dije con algo de pena. -Tal vez no le di la oportunidad de ser más que eso en nuestro primer encuentro.- susurré. Invitus puso su brazo sobre mi y me acurruqué en su pecho. -Fue un shock para ambos, y los dos tuvieron que ajustarse a las circunstancias lo mejor que pudieron. Al menos, ahora tienes a alguien que se preocupa por ti, y te quiere.- lo miré desde su pecho -Te refieres a dos personas que me quieren y se preocupan por mi... Y yo por ellos.- el bajó la mirada para encontrar mis ojos -Si, pequeña reina del Inframundo, yo también te quiero.- pude malinterpretar la situación, pero en ese momento mi corazón y mi cuerpo me rogaban que lo hiciera, acaricié su cuello y cerré los ojos atrayendo su cara a mi. De pronto el ambiente se enfrió de golpe. Invitus había puesto una mano en mi pecho para detenerme. Se acomodó en su asiento y apartó la mirada sin decir nada. Llegamos a la estación en completo silencio. Yo quería chillar, gritar, exigirle una explicación, tal vez incluso lanzarle un hechizo aturdidor, pero todo lo que tenía era silencio. Atravesamos la pared de los andenes 9 y 10 y llegamos al andén de salida del expreso Hogwarts. Comencé a alejarme en silencio -Escucha Lil... Lo que pasó en el taxi...- me di vuelta exigiendo a mis ojos que se aguantaran solo un momento más. -No hay nada que explicar. Soy tu alumna, y tu amiga. Eso pasó, fue incómodo y lo superaremos. Eventualmente.- dije tratando de sonar lo menos afectada posible. -Pero Lil. Eres.. una niña. Y si, te quiero. Pero en este momento, mi cabeza es un caos, y tu calidez, y la bendita pared entre las camas. Y yo... No sé que está pasando. Pero se que eres una niña a la que adoro, y no quiero perder a mi amiga por el caos que hay en mi cabeza.- intenté sonreír. No tuve éxito, en su lugar debo haber soltado una mueca de arlequín triste. -Está bien. Soy una niña. No lo suficientemente madura para tus incursiones a los armarios de escobas, pero si para ser tu confidente y amiga. Eso... Eso está bien. Gracias por tu sinceridad.- dije dándome la vuelta. No quería abordar el tren llorando y si está conversación se prolongaba, era exactamente lo que ocurriría. Dejé mi baúl, y la jaula de Fíle en un compartimento en el que no había nadie. Cerré las cortinas y puse en cerrojo. Ahora sí podría llorar en paz. -Estúpido nombre de la estúpida lechuza de campanario del estúpido Uruguay, del estúpido Invitus del culo.- Wandine, siempre dispuesta a cooperar me pedía que hiciera volar el techo del tren. Pero asumí que eso sería contra las reglas. Dejé mi capa y a Wandine con sus malas intenciones en el asiento del frente y me acomodé en el otro. Cuando el tren comenzó a moverse, yo aún lloraba un poco. Ya no tan amargamente. Ya no culpaba a la pobre Fíle por la situación. -Lo siento amiga.- dije mirando al ave que respondió picoteando uno de los barrotes blancos de su jaula. -Lo se, no es tu culpa. Tu eres excelente.- Si, así de sola estaba. Estaba conversando con mi lechuza en un compartimento trancado. ¡Gran augurio para el primer año!

Alguien intentó abrir la puerta. Como estaba trancada, golpeó insistentemente. La niña rubia de Ravenclaw, Luna, apareció usando unos anteojos extraños. -Oh, lo siento. No quería interrumpir tu llanto, pero es que he seguido un enorme rastro de torposoplos y me ha guiado a tu cabeza ¿te has sentido confundida ultimamente?- preguntó bajandose los léntes para mirarme a los ojos. -Pff... ¡No tienes idea de cuanto!- la niña parecía feliz con mi respuesta -¡Fantástico! Quiero decir, no es fantástico que te sientas confundida, pero es fantástico poder probar la influencia de los torposoplos...-se acercó a mi como si quisiera contarme un secreto -...la mayoría de las personas creen que son un invento, pero eso es precisamente un pensamiento confuso causado por su influencia.- Lo contemplé un segundo, amor, torposoplos, ¿qué mas daba? le seguí la corriente. Si algo como el amor una fuerza tan poderosa que podía romper maldiciones, salvar vidas, hacer protecciones de sangre, o hacer llorar a una chica que no había derramado una sola lágrima en el funeral de su madre, podía existir, ¿por qué no existirían los torposoplos? -¿Por qué no pasas y me cuentas más sobre ellos? Si están en mi cabeza, quisiera comprenderlos mejor.- dije intentando sonar amable. La chica ladeó su cabeza. -No suelen invitarme a los compartimentos. Más bien la gente tiende a evitarme. A la gente no le gusta escuchar la verdad. Gracias.- dijo, y se acomodó en el asiento de enfrente al mío y de Fíle.

Cuando estabamos llegando a la parte interesante del relato de Luna sobre los Snorkanks de cuernos arrugados, volvieron a llamar a la puerta. Un chico enorme, que perfectamente podría ser de tercero y una menuda chica con un cuerpo espectacular, bronceado y un cabello lacio del color de la arena estaban en la puerta. -Los demás compartimentos están llenos.- dijo el chico con cara de pena. -O eso nos dicen para no darle lugar a dos nuevos...- remató la chica con más actitud de frustración. -¿Les molestaría dejarnos pasar?- volvió a preguntar el chico. -¿Así que eres un nuevo?- pregunté mirando al fornido muchacho que se acomodó junto a Fíle. No era tan alto, más bien, de estatura promedio y cara bonachona y redonda, pero tenía unos enormes brazos musculados, que sobresalían bajo su camiseta. -Si. Soy Thadeus Smith, de la herrería Smith. Mi papá es un herrero muggle, pero mi madre es una bruja. Talla runas y elabora encantamientos sobre los trabajos de mi padre. Así que tenemos una herrería en el mundo mágico y otra en el mundo muggle. Me gusta ayudar en el taller, pero pienso en grande. Me gustaría expandir el negocio familiar...- contó el chico. Asentí algo asorada. -¿Tu también eres nueva?- me preguntó la chica del color de la arena -Si, Soy Lilith Snape.- Ambos abrieron los ojos pero la chica pareció entusiasmada -¡Eres otra hija de un profesor!- dijo encantada. -Soy Juliet Diggs. Mi padre es Charlus Diggs, trabajará en el castillo.- puso los ojos en blanco -Oh, ¿así que será el nuevo maestro de defensa contra las artes oscuras? Juliet negó. -La verdad es que no quise averiguar demasiado, en cuanto dijo que iría a Hogwarts conmigo me fastidié tanto que ya no quise tocar el tema. ¡Imaginate esperar una vida por Hogwarts, para enterarte que tu padre vendrá contigo! Es un desastre... Seré la hija del profesor toda la vida.- dijo estirandose la piel de la cara hacia abajo con fastidio. -No será tan malo. En cuanto empieces a formarte una reputación propia, la gente dejará de verte como la hija del profesor. Creeme.-

Sentimos un golpe seco y el tren se detuvo de golpe. -¿Qué está pasando? ¿No hemos llegado a Hogwarts aún?- dijo Luna mirando por la ventana. -¿Te refieres a que esta no es una parada normal del tren?- preguntó Thadeus. Juliet hizo un sonido de exasperación -¿A qué te suena la palabra expreso? Y por favor, no respondas café.- Thadeus se encogió de hombros. -¿Por qué de pronto hace tanto frío?- dije y tome mi capa para ponerla encima de Fíle y yo. Un chico bajito y algo rellenito entró al compartimento de golpe y puso el cerrojo. Se dio vuelta para encararnos y vió cuatro caras que lo miraban completamente desconcertadas. -Algo abordó el tren. Son como espectros gigantes. Dicen que buscan a un asesino. Pero se ven como si ellos mismos pudieran ser los causantes.- dijo con gesto aterrorizado. Juliet y yo parecimos llegar a la misma conclusión: -Dementores.- dijimos a la vez. -¿No se supone que guardan azkaban?- preguntó Thadeus extrañado. -Supongo que ahora estarán más ocupados en encontrar a ese asesino de la casa Black.- dijo Juliet. Recordé lo que me había contado Invi sobre mi tatuaje. Se alimentan de todo lo bueno, pero los pensamientos felices pueden también crear una barrera que los aleja, se alimentan de ese... ¿patron? ¿patronum? como fuera... y no de tu alma... -Escuchen todos. Intenten aislar sus sentidos del frío y el miedo, cierren los ojos y tengan pensamientos felices. Tan felices que hagan que sus pieles se ericen y olviden por completo el frío.- Todos lo hicieron, aunque dudaba que el recién llegado pudiera concentrarse completamente. Temblaba parado junto a la puerta. Me puse de pie, aún con mi capa en los hombros y apoyé una de mis manos en él. Me concentré en todo lo que Invitus me había enseñado sobre manipular mi mente. No quería enredar la mente del chico, pero si ayudarlo a aislar su miedo. Su aura se convirtió de inmediato en un color turqueza, acuamarina. Sus recuerdos de la vida muggle junto a sus perros fue justo lo que necesitaba. Lo ayudé a visualizarse sentado en un parque, con un perro adulto y un cachorro bonitos y rubios. Jugaban con él y le lamían la cara. -Eso es, susurré en su mente. Mantente aquí.- Lo solté, su aura aún destellaba, Juliet parecía no tener problemas, su aura resplandecía de un fuxia intenso y su cara se veía plácida. Luna parecía rodeada un un círculo de luz de luna plateado y hermoso. También parecía en calma. Thadeus brillaba como el sol con un aura más intensa que la de cualquiera, amarilla chillona, y aunque su expresión no era precisamente de calma, parecía concentrado y feliz. Bien, mi turno. Apoyé mi cabeza contra la jaula de Fíle. No sabía si los dementores podían afectar a los animales, pero estaba dispuesta a protegerla. Cerré mis ojos. La casa Prince vino a mi mente, mi padre en el caldero chorreante contándome toda la verdad, la marca tenebrosa que desaparecía dejando en él una marca de amor... Amor. Invitus invadió mis recuerdos, su respiración detrás de mi al dormir, la calidez de la pared que dividía nuestras camas en la casa Prince. Su mirada tierna. Sus consejos. ¿Su voz? -Invitus Perit estás en mi cabeza?- chillé -Por supuesto que lo estoy. No esperabas que te dejara sola. Gran trabajo con el chico aterrado. Sería carnada de dementores. ¿por que tu compartimento parece una fiesta electrónica?- suspiré resignada -Estas viendo lo que yo veo. Son sus auras. Cada uno concentrado en uno o varios recuerdos felices... Cuanto más se concentran, más intensas sus auras.- sentí su sorpresa -¿Puedes ver eso todo el tiempo?- parecía que no había escuchado nada de lo que le había contado sobre mi poder -Ahora, solo si quiero, pero antes, si, todo el tiempo.- Los dementores parecieron pasar de largo por nuestro compartimento. Por un momento dudé, cuando las auras de Thadeus e Ignatius parpadearon y yo misma perdí la concentración, la voz de Invitus me trajo de regreso a mi lugar feliz. -Estás en la casa Prince. Tu padre te ha dicho que es tuya, ahora tienes un lugar a donde volver, y puedo volver contigo, si aún me quieres.- por supuesto que lo quería, idiota. ¡Había intentado besarlo! Pero eso daba igual: La casa prince, la casa prince, la casa prince...

El frío se fue tan repentinamente como llegó y poco a poco todos los presentes en el compartimento fueron volviendo de sus recuerdos felices. Ignatius parpadeó: ¿Cómo hiciste eso con mi mente?- preguntó extrañado. -Encantada, soy Lilith Snape, y soy legeremante. Es una habilidad nata (aunque también se puede aprender) lo que significa que puedo meterme en tu mente, a menos que seas un oclumante del nivel de mi padre.- El chico se sacudió. -Soy Ignatius Wall. Lo siento, todo esto es nuevo para mi. Hasta hace un mes, pensé que iría a al colegió "Big art for little artists" de la galería Walker Art. Y luego recibimos la visita de una mujer de aspecto estreñido que informó a mis padres de un antepasado lejano mágico, ¡y que su magia se había manifestado en mi! Así que aquí estoy, en vez de arte, magia. Y todo aquí es muy extraño. Ni siquiera puedo hacer una historia para instagram. -Los aparatos tecnológicos no funcionan en el mundo mágico.- dijo Juliet con tono agrio. -Otra de las maravillas del mundo mágico es que parece haber quedado atascado en el 1800.- agregué yo.

Cuando llegamos, Luna se apartó de nosotros, los de primer año irán con Hagrid. Dijo apuntando al semigigante. Juliet, Ignatius, Thadeus y yo caminamos juntos, -¿compartimos un barco?- pregunté. Los otros asintieron. Nos subimos a un bote y magicamente comenzó a moverse hacia el castillo, era una imagen digna de ver. Las luces encendidas y la figura del castillo recortada en lo alto sobre el lago negro era espectacular -¡¿Qué fue eso?!- dijo Ignatius sacudiendo la embarcación para mirar más de cerca al agua. -Hay criaturas viviendo en el lago.- respondí. -¿Criaturas? ¿Como sirenas y tritones?- preguntó emocionados... -Y grindillows, y un calamar gigante...- enumeré. Eso no pareció remover la emoción de su rostro. -Yo que tu no me emocionaría por las sirenas...- comentó Juliet. -Esa bonita imagen muggle de mujeres con cola de pez, hermosas y seductoras... no está ni remotamente cerca de lo que son en realidad. Y su canto es hermoso solo bajo el agua, fuera de ella, suena como un chillido espantoso. Yo prefiero el aire.- Soltó. -¿Te gusta volar?- preguntó Thadeus ahora emocionado. -¿Conoces las nimbus?- preguntó Juliet con cara de superioridad. El chico asintió. -El marido de mi mamá es quien las fabrica. Practicamente crecí encima de una escoba.- El muchacho de brazos fuertes parecía asombrado. -¡Yo adoro volar! Escuché que levantaron la prohibición de que los alumnos de primero estén en los equipos de quidditch de sus casas. Haré la prueba este año.- Juliet lo miró con detenimiento. -Seguramente serías un golpeador estupendo.- reconoció. El chico pareció orgulloso del cumplido. -Después de usar un martillo de herrero, un bat y una bloodger no serán ningún problema.- Una vez más, Ignatius parecía perdido. Resoplé -Quidditch es un juego mágico, bastante tonto, si me lo preguntas. Hay golpeadores, que usan bats para enviar unas pelotas salvajes que como su nombre lo dice, buscan sangre, para derribar a los rivales. Hay cazadores, que son los que intentan atrapar otra bola llamada quaffle, que debe pasar por uno de los tres aros del enemigo para ganar puntos. Hay un guardián, que cuida los aros y evita que las quaffles entren, y el jugador y la bola con menos sentido de todo el juego: el buscador, intenta atrapar una botita de ping pong dorada con alas, que se mueve endemoniadamente rápido, y en caso de que la atrape, el partido se termina y el jugador recibe 150 puntos para su equipo. Todo ello, sobre escobas voladoras.- Ignatius solo asintió. Pasados unos segundos dijo entusiasmado -¡Suena genial!- Volví a resoplar y puse los ojos en blanco. No, en este barco no había un solo ravenclaw.

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