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Capítulo 13: La casa Prince.

El barrio no era la cosa mas linda que hubiera visto, y la casa tenía cierto aire de descuido, dentro se sentía exactamente lo mismo: los muebles estaban pasados de moda y raídos, no es como que Severus pasara demasiado tiempo aquí, pero uno pensaría que intentaría mantener su casa en un mejor estado. -Lilith, se que la casa no es lo más bonito que has visto, pero es tuya ahora. Es decir, es mía, y por lo tanto tuya. Si quieres, puedes arreglarla a tu gusto. Yo casi no vengo por aquí, y si viniera, sería por tí... así que, tomate la libertad de hacer con ella lo que gustes.- dijo entregandole una llave de la casa, y una copia de la llave de su bóveda de Gringot's. Me dio una mirada: -¿Qué dices? ¿Hacemos un viaje de compras?- suspiré -¿tengo otra opción?- se encogió de hombros. -Supongo que puedes quedarte encerrado aquí, y leer tus libros en compañía de papá.- dijo intentando implicar que eso era claramente una peor alternativa... -Oh, sololock, que poca atención me pones... Me quedo aquí.- Ella me gruñó -Es Snape Lock.- dijo orgullosamente. -Y vendrás conmigo.- Miré a Severus en busca de apoyo. Él levantó sus manos en el aire. -Es una Snape. Consigue lo que quiere, y su carácter... bueno, has tenido clases en las mazmorras, ¿verdad?- dijo divertido. Me resigné a mi viaje de compras sabiendo que no quedaba alternativa -Y mientras están de compras, podrían traerme una copia de el profeta. Quisiera cerciorarme de que no me han tergiversado.- Prometimos hacerlo y partimos hacia Londres.

Pasamos el día escogiendo muebles y pintura en el lado muggle de Londres y solicitamos el envío a la casa de la calle de la hilandera. Pese a no estar en Londres, una buena propina nos aseguró que los envíos se harían en el día. A decir verdad, Lil tenía un muy buen gusto en lo que a decoración de casa refería. Esperaba colores chillones y muebles de gustos peculiares, sin embargo, escogió un bonito juego de living claro con cuadros coloridos, una pequeña mesa de hierro, una biblioteca de estantes con los colores de los cuadros y una mesa de comedor negra y elegante con sillas a juego. La casa resultaría bastante bonita una vez pintada y limpia, con los muebles nuevos. También escogió tres juegos de dormitorio, aunque insistí en que era mejor un dormitorio neutral, para invitados, ella se empeñó en escoger un diseño más personalizado para mi. Tenía la impresión de que ella consideraba esa casa como un refugio para ambos cuando no estuvieramos en Hogwarts o en Uruguay, con lo que ese dormitorio, sería mío. No creía que Severus estuviera tan de acuerdo sobre eso, pero él le había dado poder absoluto sobre la casa, con lo que ella podía hacer su voluntad.

Cuando llegamos a la casa con todas las cosas, Snape parecía de muy buen humor, tirando fuera todos los muebles que un día habían pertenecido a su familia. Yo no entendía por qué, pero ella parecía comprenderlo, y eso resultaba conmovedor en cierto sentido, Lilith se paró sobre una silla y descolgó un cuadro feo y grisáceo donde se veía a un pequeño Severus en medio de una mujer de aspecto triste y un hombre severo y amargado. -Lo siento abuela, pero te lo buscaste.- dijo arrojando el cuadro a la pila de basura. Severus sonrió al ver la escena. -Podríamos pedir que nos tomen una foto y enmarcarla para ponerla aquí, en su lugar, ¿qué opinas?- sugirió. El hombre no parecía particularmente interesado en los retratos, pero, tal vez por complacerla, asintió. Encantamos los pinceles y la pintura se movió de un lado a otro dejando la casa con las paredes pulcramente pintadas, el comedor con un bonito tono pastel que hacía de la mesa negra de hierro el centro de la atención. El living tenía una pared pintada de verde esmeralda, un guiño a su casa en Hogwarts que Lil pensó que Severus disfrutaría, pero con el resto de las paredes blancas y los muebles claros se veía bonito.

Ya habíamos terminado con las áreas comunes y los dormitorios cuando Severus se fue a deshacer de todas las cosas viejas que habíamos sacado y Lil bajó al sótano. -Tengo pensado limpiar esto para hacerlo nuestro rincón de pociones. ¿qué opinas?- preguntó. Como siempre, imaginé que la pregunta era más capciosa que otra cosa, así que asentí. Mientras seguíamos quitando basura, Lil encontró algo que pareció llamar su atención. -¿Conoces algún encantamiento de limpieza?- dijo mirandome. Saqué mi varita, apunte al objeto que Lil sostenía y mucité -Fregotego.- Ante nosotros apareció un escudo familiar. Era plateado con una P negra en el centro y una serpiente al rededor que alcanzaba a morderse la cola justo arriba. Al emblema lo acompañaba un lema que no podíamos leer: "De svake ber til Gud. Djevelen står overfor de sterke." -¿Qué significa?- preguntó Lilith. -No tengo idea.- respondí. -Es noruego para: "A Dios le rezan los débiles, el diablo enfrenta a los fuertes." El lema familiar de los Prince. El lema de la familia de tu abuela, mi madre. No queda mucho de ella, pero supongo que ese escudo significaba algo, por lo que debió mantenerlo aquí seguramente escondido de Tobías.- respondió Severus desde la escalera. -Nos hemos deshecho del retrato familiar, pero ¿podríamos colgar el emblema en la sala?- preguntó con delicadeza. -Nuestra magia nos viene de los Prince, no de los Snape. Así que, supongo que estará bien.- dijo asintiendo. Cuando la pequeña Lil se paró en una silla para colocar el escudo en el centro de la pared verde esmeralda, gritó con satisfacción: -Señoras y señores. El legado de Tobías Snape ha sido profanado. De ahora en más ésta será La Casa Prince.-

La casa estaba irreconocible. La puerta lijada y pintada con un pomo nuevo y las ventanas limpias daban la impresión de una casa nueva. Dentro, las paredes claras y el color verde esmeralda, hacían relucir el emblema Prince. El comedor era minimalista, espacioso e iluminado a causa de las nuevas ventanas abiertas al patio. Los dormitorios habían sido renovados al estilo de cada uno de sus nuevos dueños (Lilith no me había dejado ver cómo había quedado el suyo) Pero había ayudado a acondicionar el Snape y debía admitir que era espectacular. Una cama de hierro con una serpiente de bronce recorriendo la cabecera, cortinas color bronce que bloqueaban el paso del sol, pero que ahora se encontraban recogidas para que se viera iluminado, las paredes blancas y en una de ellas, Lilith me había pedido que transportara imagenes de libros hacia la pared, con lo que había conseguido un montón de criaturas mágicas pintadas en ella. El sótano se había convertido en nuestro salón privado de pociones, y habíamos bajado los libros del tema hasta allí donde los habíamos acomodado en el librero con estantes de colores y habíamos colgado los cuadros que combinaban. La biblioteca del ático fue lo único que casi no tocamos, con excepción de cambiar los raídos sillones, por tres cómodas butacas de colores: Una verde, una azul y una naranja. Estaba claro a quién pertenecía cada una, había algo cálido en el hecho de que tanto Lil como Severus me consideraran parte de la casa y no un mero visitante.

Severus se veía tan vivo que casi no parecía el mismo profesor de pociones de Hogwarts. De alguna manera eso me alegraba. Nos sentamos en la mesa del comedor y Severus buscó su nota en el periódico. La leyó comparándola con la nota que había enviado. Con excepción del dramático encabezado, y la introducción más histriónica aún hecha por el propio editor en jefe, sus palabras estaban intactas. Lo que lo tranquilizó. Cerró el diario y entonces algo llamó su atención. La portada anunciaba que el asesino en masa Sirius Black había escapado de Azkaban. El profesor frunció su ceño. -¿No se supone que nadie escapa de Azkaban?- pregunté intrigado. El hombre parecía tan confundido como yo. -Hasta ahora nadie lo había hecho.- respondió secamente. -¿Asesino en masa? ¿Se escapó un asesino en masa y todo lo que hacen es anunciarlo en un periódico?- pregunto Lil alarmada. -Es un asesino en masa, si. Pero lo buscan por un crimen que no cometió.- dijo misteriosamente. -¿A qué te refieres?- preguntó impetuosa. -Aquí no.- dijo el hombre y se dirigió a la biblioteca. Sacó su varita y musitó -Muffliato-.

...

Podía sentir la magia a mi al rededor pero no comprendía qué estaba pasando. -Es un hechizo contenedor de sonido. Nadie fuera de esta habitación puede escuchar lo que les diré.- dijo papá respondiendo la pregunta que no había formulado. -Supongo, Invitus, que Lilith te ha puesto al tanto de mi historia...- ambos negamos con la cabeza. -Nada de lo que me contaste en el caldero, salió de mi boca. El hecho de que no haya jurado mi lealtad, no me hace menos leal.- respondí indignada. Él sonrió y suspiró. -Señor Perit. Está en presencia de un ex mortífago.- dijo con calma. Invitus no mutó su expresión. -Lo se, señor. Los juicios contra los mortífagos están registrados en un compendio en la biblioteca de mis padres. Junto a la fiera defensa de Albus Dumbledore por usted.- respondió. Mi padre pareció algo sorprendido de que tanto el chico como sus padres estuvieran en conocimiento de su previa filiación oscura y aún así él concurriera como estudiante a sus clases sin el menor pero. Continuó con un profundo suspiro... -La lealtad más alta de un mortifago, se jura cuando obtiene su marca tenebrosa, la insignia del señor oscuro...- comenzó con su relato, pero Invitus lo volvió a interrumpir - un cráneo cuya lengua es una serpiente que se enrosca en un nudo.- dijo asintiendo. -Exactamente,- continuó papá. -Cuando pertenecía al ejercito de mortífagos, una profecía se creó al rededor de quién podría derrotarlo. "Nacido de los que lo han desafiado tres veces, vendrá al mundo al concluir el séptimo mes..."- recitó con pena. -En mi ceguera, le conté a mi amo lo que había oído, y él creyó que se trataba del niño Potter. Habían al menos dos niños más que cumplían con esa condición, pero al elegir a la familia Potter, marcó a Harry como el niño de la profecía, y ligó sus destinos para siempre. Lo que ni él, ni yo, sabíamos es que había escuchado solo la mitad de la profecía, y que al marcar a Harry como el niño elegido, le daría las armas para su propia destrucción. Así que el señor oscuro apuntó contra la familia de Harry Potter. Al saber que Voldemort los buscaba, los Potter se escondieron en una casa en Godric's Hollow, bajo el encantamiento Fidelio.- Mi cara debió delatar que no tenía idea de qué hablaban porque Invitus se volvió hacia mi: -Fidelio es un conjuro que esconde algo aunque esté a plena luz del día. Si el guardián del secreto no te dice dónde está, no podrás verlo.- Asentí comprendiendo. -Así que ¿Cómo Voldemort encontró a los Potter bajo ese encantamiento?- Mi padre suspiró. -El guardián del secreto debía ser Sirius Black. Era el mejor amigo de James. Eran inseparables, como hermanos. Hasta cuando me hacían la vida miserable en Hogwarts, siempre estaban los dos. -contó con algo de rencor en la voz. -Y estoy seguro de que habría muerto antes de revelar el secreto. Pero decidieron que también sería la opción más obvia, y harían a Sirius un objetivo demasiado fácil. Por lo que a ultimo momento, tomaron la opción menos sospechada: Peter Petigrew. Un chico cuya magia era bastante mediocre, pero que siempre estaba en su grupo junto a Remus Lupin (el único de los cuatro con algo de cerebro, si me lo preguntan).- nadie lo había preguntado, pero estaba bien. No podía reclamarle algo de rencor por aquellos bullies que lo habían torturado durante su estancia en Hogwarts. -Lo que ellos no sabían es que Petigrew se había pasado al lado de Voldemort. Así que en cuanto James hizo el encantamiento fidelio con Peter como guardián, selló sus destinos. El muy mezquino salió inmediatamente a contarle a Voldemort dónde se encontraban, así el señor tenebroso recibió la información del guardián del secreto.-

Todo el mundo creía que Sirius era el guardián. Así lo habían dispuesto los Potter, incluso Dumbledore se mantuvo en la oscuridad de este cambio, así que lo acusaron de ser un mortífago y revelar el escondite de los Potter. Sirius estaba devastado de dolor, así que persiguió a Petigrew, y cuando lo encontró, no controló su ira, y lanzó una bombarda que lo borró de la existencia. El problema es que también mató a 12 muggles que presenciaban lo ocurrido.- Todos nos quedamos en silencio después de aquel relato. -Pobre Sirius. ¡Yo también habría lanzado esa bombarda!- dije indignada. -Si lo hicieras, ganarías un boleto expreso a azkaban sin mediar juicio.- respondió Snape con un poco de preocupación en su voz. -Creí que habían trabajado en el manejo de tus emociones.- dijo dando a Invi una mirada de reojo. Él se encogió de hombros. -He hecho lo que puedo, pero en cuanto a su carácter... he estado en clase de pociones.- respondió el muy caradura. Snape soltó una especie de risa espeluznante. -¡Pues más vale que lo que puedas sea mucho más que esto! Si mi niña va a azkaban por una bombarda, te haré responsable, Perit.- dijo en tono bromista (definitivamente esa era la segunda vez que lo había escuchado bromear).

Deberíamos ir a la cama, sugerí. No quería que la conversación derivara en una hermosa charla sobre mi temperamento. Además tenía planes que necesitaban de cada uno por su lado. Cuando cada uno se encontró en su dormitorio me dirigí al de mi padre. Toqué la puerta y esperé. Él aún traía la túnica puesta y un libro en las manos, suponía que prefería las horas de la noche para leer en tranquilidad. Otra cosa que teníamos en común. -¿Puedo hablar un minuto contigo?- pregunté. No sabía por donde empezar, en realidad. -Es que estaba pensando... Tobías Snape era un muggle malvado, que te maltrató a ti y a tu madre. Y que probablemente considerara que yo también era una aberración. ¿Por qué conservamos su apellido?- pregunté intentando llegar al punto. -¿Quisieras reclamar el nombre de la familia Prince?- preguntó extrañado. -Bueno, solo si tuviera sentido para ti también.- Él lo pensó un segundo. -No hay herencia familiar que reclamar, al menos no creo. Tobías Snape se encargó de despilfarrarla toda, después de que los usureros de los duendes se quedaran con el 70% de todo, cambió lo restante a libras y lo convirtió en licor con la misma velocidad.- No esperaba que mi padre me dijera que eramos secretamente ricos ni lo hacía por la herencia económica. Pero la verdad es que no me hacía ninguna gracia ir por la vida perpetuando el nombre de un borracho golpeador. -¿Qué hay de la herencia cultural? ¿El emblema de la casa? ¿El respeto de la familia Prince en Hogwarts? ¿De verdad prefieres mantener el legado de Tobías Snape?- pregunté. Él sonrió. -Lo cierto es que nunca lo había pensado. ¿Qué tal suena Severus Prince?- preguntó -Suena bastante real para mi.- dije asintiendo. Él se frotó las cienes -Requerirá un montón de papeleo en el ministerio, y no creo que esté listo en poco tiempo, pero aún así, podríamos intentarlo. Si me ayudas, claro. Al menos así desterraríamos al viejo Tobías al olvido.- Sonreí. Me alegraba de que al menos lo intentaríamos. -Gracias, te dejaré descansar ahora. Buenas noches.- dije saliendo. -Buenas noches, pequeña Prince.- me dijo con una sonrisa antes de cerrar la puerta.

En lugar de ir directo a mi dormitorio, fui al de Invitus. Golpeé la puerta e inmediatamente él la abrió. El dormitorio de Invi había sido pintado de un azul pálido que daba la sensación de relajación, luego encantamos el techo para que mostrara el cielo, los muebles eran de madera maciza, robustos, de diseños simples, que hacían del techo el centro de atención, y la cama había sido tendida con un edredón verde, que esperaba le recordara las praderas de su hogar. -Ya creí que te habrías olvidado de mi. Desde este dormitorio podemos subir al techo.- dijo con una sonrisa de suficiencia. -Por ello lo escogí. ¿Vamos?- preguntó señalando la ventana, salimos por ella, y nos sentamos en el tejado negro. Saqué mis cigarrillos, mientras él se armaba su tabaco. Ambos los encendimos y fumamos un momento en silencio. -Le pedí a pap... quiero decir, a Severus, que intentemos cambiar su apellido, y por consiguiente el mío a Prince. Es su apellido materno. Su padre los maltrataba, ¿sabes?- comenté mientras exhalaba el humo. -Puedes llamarlo "papá". De hecho, es tu padre, lo sabes. Y no es tan malo como lo imaginabas ¿verdad? Es una buena idea, por cierto. La del apellido, digo. Así que ahora llevarás el nombre de la reina del inframundo, madre de los demonios, esposa de Lucifer, y un apellido de la realeza. ¿Deberé inclinarme cada vez que entres a la sala?- dijo jocoso. Estuve a punto de darle un golpe y tirarlo del techo pero un fuerte -crack- sonó detrás. Severus Snape se había aparecido en el techo justo a nuestras espaldas. -Parece que no soy la única ave nocturna...- dijo mirando con reprobación nuestras manos. -No diré que son demasiado jóvenes para envenenarse con esas porquerías muggles. A la edad del señor Perit yo estaba haciendo amistades del todo cuestionables. Así que no tengo autoridad para decidir por ustedes cómo quieran morir. Solo les agradecería que no intenten tomarme por tonto. Pueden fumar en el techo, o en la vereda. Donde prefieran, solo no a escondidas.- dijo en un tono más de pedido que de regaño. Los dos asentimos, entonces se sentó a nuestro lado con su libro en la mano. Me fumé un cigarrillo más a la luz del cielo nocturno, y luego Invitus y yo bajamos por la escalera, mientras Severus aparecía. Cuando llegamos allí, él golpeó la puerta del dormitorio. -El no tomarme por tonto, va para todo: si pasan la noche en el dormitorio el otro, lo sabré.- dijo con una mirada seria. Los dos asentimos. Luego nos encontramos solos: Me metí entre sus brazos y susurré en su oído -Extrañaré dormir a tu lado.- No era ninguna novedad que él no extrañaría verme semi desnuda y tener que domar una erección cada mañana. Pero de todas maneras, sabía que encontraba muy relajante dejar que su magia y la mía se fundieran, cuando los dos bajábamos la guardia. Definitivamente extrañaría eso. -Nuestros cuartos están juntos, y puse mi cama junto a la pared, si te extraño demasiado, intentaré encontrar tu mente.- dije sonriendo, esperando que él también quisiera encontrarme en su cama como yo. -Yo te buscaré también.- prometió, me besó la frente y me despidió. Pensé que era una tontería haberlo mencionado, pero aún así, lo oí mover su cama contra la pared. -Dulces sueños.- susurré a la pared y me pegué a ella. Algo cálido emanó de allí. Casi podía dibujar el contorno de su cuerpo en la pared. cerré los ojos y la cálida sensación de Invitus en mi cama vino a mi. Me concentré aún más. Deseando que el me sintiera también. Dejé que su sensación me invadiera y me dormí como si me estuviera abrazando.

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