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Capítulo 12: La hija de Snape

-Es importante que recuerden que algunas de las cosas que les contaré ahora, no aparecerán en el profeta mañana. Sencillamente porque de saberse que tu madre sabía que yo era un mago, terminaría en Azcabán de por vida por violar el estatuto del secreto. Pero como ya sabes, Jana sabia de mi naturaleza mágica, y de mi trabajo en Hogwarts. Así que, esta es la historia de cómo fui tu padre, sin saberlo hasta 10 años después:- dijo y comenzó a escribir mientras narraba.

Siempre he sido un hombre solitario. No puedo contar demasiados amigos en mi vida, salvo por uno, uno solo, y al que le fallé terriblemente, su nombre era Lilly Evans, o como el mundo la conocería después de la caída del señor tenebroso: Lilly Potter. Cuando el señor tenebroso eligió a los Potter como su siguiente objetivo, yo no pude hacer nada por protegerla, y tuve que sentir su muerte, después de la última discusión que tuvimos, en la que me dejó en claro, que yo, no era digno de su amistad. En ese momento tenía razón. Quisiera que me viera ahora, y entendiera lo mucho que he cambiado desde entonces.

Yo estaba devastado por su muerte, en el verano de 1999, estaba sentado en la barra de un bar muggle, solo, como siempre, intentando no pensar en todo aquello, cuando una mujer bonita y elegante pese a su uniforme de barista, se me acercó. No pude evitar suspirar. Era la segunda vez en mi vida que veía una mujer tan hermosa. Y cabe destacar que soy un hombre demasiado juicioso y selectivo para mi propio bien, por lo que encontrarme cautivado por alguien resulta casi imposible. Pero la sonrisa de aquella chica y su mirada tierna, me cautivaron por completo. Durante el resto del verano continué visitando a Jana Lock en su casa. Ella me llenó de felicidad aquel hueco que la muerte de mi única amiga me había dejado. Comprendió mi sufrimiento, fue compasiva, amorosa, y yo, me enamoré profundamente. Pero entonces el verano acabó y yo tuve que regresar a Hogwarts.

-Aunque ella lo supiera, los muggles no tienen como comunicarse con el castillo, por lo que pasé 10 meses lejos, y sin saber nada de ella, lo que obviamente, no relataré al profeta.-

Como Jana era una muggle, no tuvo forma de ponerse en contacto conmigo. Y aunque yo pensé en ella durante todo el año escolar, decidí que una lechuza no sería el medio más apropiado de mantener las apariencias con una muggle. Con lo que durante ese año, Jana esperaba al fruto del amor, engendrado aquel verano y yo no lo sabía. Cuando llegó el verano del 2000 todo lo que quería hacer era ir a verla, así que volví al mundo muggle. Pero ¿qué explicación podía darle para haber desaparecido por meses sin una llamada, una carta, una sola visita? Cuando llegué a su apartamento, estaba completamente vacío. Sus vecinos me dijeron que se había mudado, y yo supuse que me había olvidado, como el amor de verano que realmente había sido. Solo yo había fantaseado con sus caricias un año entero. Ella, una mujer libre, independiente y bella, había seguido con su vida, o eso suponía.

Jamás la olvidé, pero el dolor de su partida se apaciguó hasta que diez años después el Ministerio de Magia me comunicó que debía hacerme presente en un juzgado muggle, por un tema de urgente consideración. Fue entonces cuando supe que Jana se había mudado a un departamento con dos dormitorios, para alojar a nuestra pequeña hija, de la que nunca supe. Tuve que probar mi sangre para demostrar que era su legítimo padre, y me permitieran hacerme cargo de ella. Pero lo cierto es que Jana había hecho un excelente trabajo criandola sin mi. Mi hija era tan hermosa como su madre, aunque tenía la determinación, el mal genio y la predilección por los libros propia de mi. La quise desde el momento en que la vi, pero eso no iba a hacerla quererme, cuando había crecido con la impresión de que su padre la había abandonado. Por eso, y porque su magia jamás había sido educada, le pedí al señor Perit que la tutelara. Lilith Snape Lock es mi legítima hija, engendrada con amor, y aunque no fui un padre presente, ello no la hace una bastarda. Y desafío al que quiera llamarla así, a enfrentarse conmigo primero. En cuanto a Invitus Perit, es un estudiante excelente y un gran tutor, que ha demostrado ser caballeroso, atento con mi hija, así como poseer una mente y unas habilidades que lo predisponen a las tareas de un docente. Gracias a él, en estos pocos meses, mi hija ha logrado adaptarse al mundo mágico con facilidad, y aunque sus métodos no siempre respondan a mi criterio, es por algo que le pedí a él que la tutelara, en vez de encargarme personalmente: entre ellos no hay un conflicto generacional, y probablemente sus métodos sean más adecuados que los míos para acercar a mi hija a este mundo tan distinto del que la vio crecer.

-Esa es tu historia.- Dijo soltando la pluma. Lilith tenía los ojos aguados y se abrazaba fuertemente sentada en la cama. -Eso aparecerá en el profeta mañana.- dijo la niña sorbiendo. -No me importa. Me expone a mi, no a ti. Y tal vez, deba exponerme un poco más, no ante el mundo de la magia, pero si ante ti.- Aproveché ese momento para tomar mi mate, mi termo y salir de allí. Aunque ambos me tuvieran confianza, no consideraba apropiado que estuviera allí mientras hablaban. Creo que era la primera vez que veía a Snape ser absolutamente vulnerable. Tal vez, la vez que lo acusé de no haberla consolado, lo había puesto a pensar, o tal vez simplemente necesitaba hacerse a la idea de que tenía una hija, después de todo ¡vaya sorpresa que sería esa para un hombre tan solitario!

...

Miré a mi padre con extrañeza: -¿Puedo preguntar lo que sea?- Él asintió. -¿Por qué tu única amiga murió creyendo que no eras digno de su amistad?- solté incisiva. Si iba a contarme todo, sería todo. El se desabrochó la manga de la túnica y se la remangó, dejando ver un extraño tatuaje: un cráneo del que salía una serpiente. -He cometido muchos errores en mi vida. Imagina que creces viendo a tu padre muggle golpear y someter a tu madre, una bruja poderosa, pero sumisa, que no hace nada por defenderse ni defenderte. Entonces no conoces el amor en casa, y lo descubres en la mirada de una amiga, una niña de magia igual a ti, que te sonríe, y te protege escondiéndote cuando tu padre está particularmente violento... Esa niña era Lilly Evans. Muggleborn, pero excelente bruja. Cuando nuestras cartas de Hogwarts llegaron, yo estaba feliz. Al fin iría a un lugar donde encajaría. Ella fue sorteada en Gryffindor, donde conoció a un niño bonito, rico, de familia poderosa y además carismático, con un talento para el vuelo que poco a poco se convirtió en el niño popular de la escuela. Y aunque siempre fue mi amiga, su mirada siempre estaría eclipsada por el brillo de James Potter. En cambio, yo fui sorteado en Slytherin. Mientras los Gryffindors encontraban divertido colgarme de cabeza o hacerme bromas pesadas, ponerme apodos chistosos o maltratarme por el hecho de ser retraído, en mi casa, mi talento mágico y en especial para las pociones, me hacía ganar amigos. O eso creí. En secreto, se hacían llamar mortífagos, ellos volvieron a alimentar mi odio por los muggles, un odio que se había incrustado en mi pecho con cada golpe recibido por mi padre. Entonces comencé a seguirlos. Ellos llamaban sangre sucia a aquellos mestizos y muggleborns. Fue como en mi tercer o cuarto año cuando Lilly me confrontó: yo llamaba sangre sucia a todos los que eran como ella, pero nunca a ella, entonces, me llamó un mortífago. Y dijo que ella y yo jamás podríamos ser amigos.

Los mortífagos fueron los servidores de Lord Voldemort. Y si en algún momento regresa, él no estará feliz con lo que hice. Yo lo traicioné: sabía de sus planes de atacar a la familia Potter y le rogué a Dumbledore que la protegiera. Así que a cambio, me volví su doble agente. Me mantuve entre las filas de Voldemort, mientras secretamente trabajaba para Dumbledore. Él no pudo hacer nada para salvarla, porque ella entregó su vida a cambio de la de Harry voluntariamente. Eso evitó que él muriera esa noche. Pero para mi, siempre ha sido una espina que Lilly muriera por mi culpa. Yo me uní a los mortífagos. Yo llevé (y como verás, llevo) la marca tenebrosa.- Lloré amargamente. Mi padre había elegido el camino equivocado y lo había pagado caro, con un juramento de lealtad que lo ataba a un mago oscuro. -¿Dónde está tu lealtad ahora, Severus? ¿Si Voldemort regresara, tendrías que volver a su lado, por llevar eso en tu brazo, o elegirías a Dumbledore?- él negó con la cabeza. Se puso de rodillas frente a mi, mientras yo me mantenía sentada en la cama. Tomó mis manos entre las suyas: -mi lealtad está donde esté mi hija.- respondió. Me deslicé hacia abajo para quedar a su altura y lo abracé. No creo haberlo abrazado nunca hasta entonces. -Entonces, me aseguraré de estar del lado del bien.- Respondí. El me miró a los ojos con mi cara entre sus manos -Juro que mientras viva, te daré mi lealtad, mi protección, y hasta mi propia vida si es necesario. En el mundo no habrá fuerza más poderosa que la lealtad que tendré para ti, y que mi sangre se pudra en mis venas, si algún día te fallo de nuevo.- pronunció la maldición sobre si mismo con los ojos llorosos. Realmente se acababa de maldecir: si me era desleal, su sangre se pudriría dentro de su cuerpo. Wandine comenzó a brillar dentro de mi túnica. Había olvidado que la tenía ahí guardada. En cuanto la tomé, supe lo que debía hacer. Toqué el tatuaje de mi padre con mi varita, el tatuaje mutó en dos lirios y una pluma. Ya no había marca tenebrosa, en su lugar, la huella de las tres mujeres que había amado en su vida, un lirio por Lilly, otro por Lilith, y una pluma por el fugaz amor de Jana.

El hombre me miró extrañado. -Dumbledore no pudo borrar mi marca tenebrosa ni romper el maleficio que me vinculaba a él. ¿cómo lo hiciste?- Yo negué con la cabeza. -Maldijiste tu sangre si algún día me eras desleal. Mi varita tiene cuarzos rosas, reaccionan a la magia del amor. Tu rompiste el maleficio vinculante con Voldemort, al vincularte para siempre conmigo por amor; en nombre de las unicas mujeres a las que amaste: Lilly, Jana y...- mi padre lloraba -...Lilith. El amor más inmenso de mi vida.- dijo mirando su nueva marca. -Es un bonito tatuaje.- comenté con una sonrisa. El asintió y se secó las lagrimas con un pañuelo. -Tu me has dado libertad.- dijo lleno de felicidad. -Y tu me devolviste una familia.- respondí. Tal vez el señor murciélago gigante no sería tan mal padre.

-Estaré en mi casa unos días antes de que comiencen las clases. Tal vez tu, e incluso el señor Perit podrían venir. No tengo mucho que enseñar al señor Perit en lo que respecta a Pociones, pero estoy seguro de que disfrutará la experiencia de igual modo. Y puedes practicar tu legeremancia y oclumancia. Además, al estar bajo mi guardia, podrán hacer magia sin que el ministerio meta su nariz en medio.- Dijo con un guiño. -Podría venirte bien la practica.- lo pensé un segundo. -¿Por qué no le preguntamos?- dije señalando la puerta. El se puso de pie, y bajamos juntos al bar, donde encontramos a Invi tomando su mate y leyendo. -¿Qué clase de poción bebe señor Perit?- preguntó mi padre a medio camino entre regaño y preocupación. -Oh, no papá. No es una poción es una bebida muggle. Se toma en Uruguay y sabe horrible al principio, pero luego te acostumbras a lo amargo y se vuelve rico.- él frunció el seño, invi vertió agua en el mate y se lo ofreció, -¿gusta?- mi padre frunció la cara en una mueca de asco, pero lo aceptó. Al principio saboreó su amargor y arrugó la nariz, pero luego le fue tomando gusto. -No está tan mal. ¿Es una especie de té colectivo?- preguntó. Invi inclinó la cabeza. -Podría decirse.- Yo estaba ansiosa por contarle de la invitación de Severus a Invi, y ellos dos se ponían a charlar sobre un té muggle. Puse los ojos en blanco y los interrumpí -¡Invi, te gustaría terminar el verano en casa de Severus?- solté. Invi me miró con el ceño fruncido. Tragó el mate que le había quedado en la garganta, y miró lentamente a mi padre. Él asintió -Es una casa grande. Tendrán un dormitorio para cada uno, y una biblioteca sin sección restringida.- dijo hechando un ojo al compendio sobre artes oscuras que leía Invitus. -Claro, profesor, será un placer. Gracias por extender su invitación a mi.- El hombre asintó complacido. -Has sido un buen amigo con ella. Y yo solo puedo agradecerte por no dejarla sola.-

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