Capítulo 10: No solo las varitas sienten.
Presionamos los ladrillos y esperamos a que la entrada al callejón Diagon se abriera. -Primero necesito ir a Flourish & blotts por mis libros. Te dejaré los míos para tu primer año si no te molestan mis anotaciones.- ella estuvo de acuerdo. -aun así puedes comprar tu propio tomo de animales fantásticos y algún otro libro que te guste.- sugerí. Sabía que le encantaba leer, con lo que la librería sería como dejarla suelta en una dulcería. Compré todos mis libros, no sin recibir algún comentario sobre el honor que era recibir un Perit allí. El hecho de que fuera usual no lo hacía menos molesto. Pero Lilith tenía sus propios problemas. Una señora mayor con aspecto severo se había visto en la libertad de agredir a la niña -¡Una bastarda sin apellido que se atreve a entrar a una librería respetable como si tal cosa! ¡Debería darte vergüenza de pasarte por aquí en tus ropas muggles e intentar robar!- chillaba. Lilith no tardó en responder -¡Si tengo un apellido. Soy Lilith Lock. Hija de Jana Lock y Severus Snape, y pienso pagar por estos libros!- se defendió. La mujer hizo una mueca de asco -¿Pagar por ellos? Cómo si una bastarda tuviera derecho a una bóveda en gringot's.- respondió más afilada. -Tal vez los duendes sean tan mezquinos como usted, madam, pero Lilith si puede permitirse esos libros. Y todo lo que necesite para el colegio.- interrumpí poniendo mi mano sobre el hombro de Lil. Era todo un éxito que no hubiera hecho volar a la vieja prejuiciosa en pedazos. Con su capacidad, tal vez yo lo hubiera hecho. La mujer pareció ver un fantasma -Pero si tú eres...- asentí antes de que terminara la frase. -Invitus Perit. Descendiente de Artifex Perit, jefe de del GoMaCoUy y tutor de la joven Lilith.- dije sacando a relucir todos los títulos en los que pude pensar. Supuse que era seria suficiente para apagar la intolerancia de la vieja con pinta de sapo enfundada en rosa. La mujer pareció tragarse sus palabras, y aproveché para sacar a Lilith de allí y pagar por sus libros.
-Proxima parada: Madam Malkin, túnicas para toda ocasión- Dije señalando el letrero. Lilith se resigno y entró arrastrando los pies. La señora Malkin diligentemente paró a Lilith en un banco mientras su cinta métrica encantada tomaba las medidas del cuerpo de Lil. -¿Primer año de Hogwarts, verdad?- ella solo asintió sin pizca de emoción. -¡Anímate un poco, bonita! Pronto estarás aprendiendo cosas con las que jamás soñaste.- dijo intentando sacar una sonrisa de la chica. No lo consiguió. Está vez me miró a mi con intención -tal vez tu joven compañero pueda conseguir que sonrías- dijo y salió por una puerta mientras la cinta continuaba tomando medidas a Lil. La señora Malkin asomó la cabeza por la puerta que había desaparecido un minuto antes y me chistó para que me acercara. -Esto acaba de llegarme. Es seda de acromántula de la más alta calidad, y lo mejor es su iridiscencia natural. Puedo confeccionar un vestido por el que tu novia sonreiría con cada fibra de su ser. Tuve que estar de acuerdo con que se veía hermosa. -me gustaría pagar por todas las túnicas y uniformes de la señorita. Además, quisiera que confeccionara un qipao de esa seda, con bordados verdes y azules. Y para mí, un traje tang con la misma seda y bordados. La mujer me miró un poco sorprendida. -No será barato.- respondió algo shockeada. -No lo esperaría. La seda de acromántula es difícil de extraer y más difícil de tejer en una tela. Yo lo sabria. Apuesto a que esas telas provienen de mi comunidad.- la mujer comprendió inmediatamente con quién estaba tratando, las noticias de un Perit en Londres debían haber volado. Así que tomó el pedido, me extendió una factura y pagué por todo. -Bien muñeca,- dijo acercándose otra vez a Lilith, -ya tengo las medidas que necesito. Puedes bajarte.- hizo un ademán. -Señor Perit, si fuera tan amable- señaló la banqueta. Entonces me puse de pie en ella y el proceso de medición mágica comenzó otra vez. -Tendré todo listo para la noche. ¿Les gustaría que se los enviara a alguna parte o prefieren recogerlos en la mañana?- lo pensé un momento. -Los recogeremos mañana. También añada un par de túnicas de trabajo, dos pantalones de uniforme y una túnica de abrigo con la insignia de Ravenclaw en mi medida. Debo renovar mi atuendo, o terminaré paseando por Hogwarts con mis calcetines a la vista.- dije percatándome de que debía haber crecido unos cuantos centímetros en el año. Le pagaré la diferencia cuando vengamos a retirarlo. Madam Malkin asintió satisfecha. Dudaba que alguien hubiera desembolsado tanto dinero en una sola compra en largo tiempo.
-Bien, ¿por qué no vas a Olivander's ahora? Yo compraré tu caldero, tengo un pequeño asunto que atender, y juego podremos ir a la botica por los ingredientes para pociones, ¿de acuerdo?- Ella movió su cabeza con algo de disconformidad en su rostro. Dominar la magia sin varita era algo que a los magos experimentados les llevaba muchísimo tiempo y entrenamiento, pero años de experimentar con su magia sin una de ellas, le había dado la capacidad de simplemente manifestar su magia. Aunque usualmente requería un gran poder de concentración, Lilith simplemente lo hacía, sin más. De todas formas, si quería sobrevivir en Hogwarts necesitaría una, aunque solo fuera para salvar las apariencias y aprobar sus exámenes. ¿Qué más daba, a fin de cuentas, si una vez completados sus estudios decidía no volver a usarla? Hice una parada en la tienda donde compré el caldero de peltre del número 2, y la balanza de latón. Luego, me dirigí hacia donde de verdad me interesaba ir. Quería hacer a lilith un regalo especial. No se me había ocurrido qué hasta que pensé en mi casa y en mi familia. Lil se había vuelto muy apegada a mi, tanto quizás como yo a ella. Algo que nos permitiera mantenernos comunicados sin importar a qué casa fuera, sería extraordinario. En la tienda de mascotas me costó mucho que el hombre comprendiera lo que quería. No era un simple búho. Quería una lechuza de campanario, una preciosa ave autóctona de mi país. Cuando por fin encontramos lo que buscaba, ambos convenimos en un precio justo (sabía que no sería barato un animal traído del otro lado del planeta, pero el hombre estaba loco si pensaba que pagaría 10 galeones).
Con la lechuza en su jaula me encaminé a Olivander's donde vi a Lilith, de espaldas al ventanal con una pila de cajas en frente. Decidí pasear por el callejón mientras alguna varita escogía a Lil, debería ser una varita poco convencional. Después de todo, se trataba de una bruja excepcional. Mientras caminaba, un hombrecito de aspecto repugnante me chistó. Normalmente no ponía atención a esa clase de "vendedores ambulantes" que solían ser ladrones que intentaban vender reliquias de familias caídas en desgracia, pero algo en su improvisado puesto captó mi atención: un dije de piedra azul turqueza con una triqueta calada en ella. Recordé su afición por la búsqueda de referencias mágicas en la mitología muggle. Y en la cultura celta antigua, la triqueta representaba los tres planos: el físico, el espiritual, y lo que los muggles llamaban el del poder de la mente, para nosotros: simplemente la magia. Era el regalo perfecto. Saqué a la lechuza de su jaula y até la triqueta por el cordón a su pata. Lilith tardó al rededor de una hora, o más en salir de la tienda de varitas, no traía buena cara, pero aún así decidí sorprenderla, solté al ave que se posó delicadamente sobre el hombro de la chica. Ella miró su pata y vio el colgante atado de ella, entonces levantó la mirada en la dirección en la que la lechuza había volado para encontrarme sonriendo. Me acerqué aún con la sonrisa en la cara. -Te he conseguido un medio de mensajería que funciona en el mundo magico. ¿Soy el mejor amigo del mundo, o qué?- Ella estaba concentrada desatando el cordón del collar de la pata de su nueva mascota. Lo miro fascinada y luego se lo pasó por la cabeza y lo dejó caer dentro de su ropa, junto a las otras cadenas con piedras en ellas. -¿Me compraste un búho?- preguntó extrañada. -No. Te compré una lechuza de campanario, autóctona de Uruguay. Y de las más bonitas, si me permites decirlo. ¿Cómo la llamarás?- Ella lo pensó. -Bueno, no puedo ponerle el nombre de una diosa. Tus dos kneazels Atenea y Artemisa se pondrían celosas, y claro que no podría ponerle Minerva si no quiero tener problemas con McGonaggal. ¿Qué tal Fíle?- Miró al ave y se lo preguntó a ella: -¿Te gustaría ser llamada así?- El ave respondió con un cariñoso golpe de su pico en la mejilla de Lil. -Fíle, será, entonces. ¿Qué significa?- La niña rió -Amigo, en griego.- no sabía si el nombre era para la lechuza o para mi, pero por un momento sentí la calidez de que hubiera pensado en esa palabra de entre tantas otras. La lechuza podría haberse llamado "Merlina" o "Zaratustra" siempre que Lil la tratara con respeto, ella respondería bien. Pero había mirado a mi obsequio, y había pensado en la palabra amigo. Eso era algo.
-¿Qué tal te fue con Olivander?- pregunté. La mirada de Lil volvió a gruñirme desde debajo de sus cejas espesas. -¿Tan difícil ha sido encontrar una varita?- Resopló con indignación -¿dificil? El hombre ha tenido que reparar su techo tres veces, y de las mil millones de varitas que me hizo probar las pocas con las que pude conectar causaron estragos. El viejo dijo algo sobre que "los dragones no se llevan con personas que quieren lanzar más fuego que ellos". Hablaba sobre las varitas como objetos pensantes y temperamentales. Quiero decir... Una criatura mágica, lo entiendo, tienen voluntad y deseos que puedo escuchar o sentir a través de su magia. ¿Pero un palito con una ínfima parte de una criatura mágica?- Me causó gracia el comentario de Olivander. Claramente Lilith no había mesurado su carácter allí dentro. -Todo hacedor de varitas sabe que tanto las maderas mágicas como los núcleos tienen voluntades. Y si, son sentipensantes como las criaturas mágicas a las que un día pertenecieron. Pero si Olivander no pudo ofrecerte nada, puede haber algo en mi baúl para ti.- dije pensando exactamente en qué varita ofrecerle. Algo tan temperamental, tan sensible a la magia de los demás. Una varita tan quisquillosa que se había negado a hacer magia con nadie, ni siquiera con mi padre. Y casualmente, tenía incrustaciones en una de las piedras que lil portaba en su cuello: Cuarzos rosas. Si esa varita no era para ella, entonces estaría condenada a mi baúl por siempre. Pero podría apostar todo el dinero en mi bóveda de Gringot's a que las dos estaban destinadas a estar unidas. -Vayamos a la botica antes de regresar al Caldero chorreante, estoy un poco cansada.- dijo. El sol comenzaba a descender cuando alcanzamos la tienda. Lilith me tendió la lista de lo que pensaba comprar (solo como una precausión para evitar que comprara ingredientes prohibidos. Le tendí al boticario la lista de Lilith luego de revisarla y tachar algunos ingredientes, y también la mía. Sabía que no tenía sentido comprarlos pudiendo simplemente pedir a mis padres que me los enviaran, pero sabía que ambos tenían trabajo, y además, para eso me habían dado la bóveda en el banco. Para que no tuviera que estar molestando por cada pequeña compra.
-¿Lista para regresar?- Ella asintió somnolienta. -Necesito cruzar la posada, pararme en tierra muggle y encender un cigarrillo cuanto antes. Olivander me ha llamado dragón, la señora con cara de sapo me ha llamado bastarda sin apellido, y Madam Malkin me llamó muñeca. No se por cual de todas estoy más molesta. Pero de todas formas, necesito fumar antes de poner en orden todas mis cosas. ¿Te gustaría acompañarme?- preguntó con una ceja levantada. -¿Por qué no? Tal vez prepare un mate mientras estamos de pasada por la posada y pueda enseñarte cómo funciona la infusión.- Pedí agua caliente a Tom, y la coloqué en mi termo, volqué un poco de la yerba mate que había comprado, solo hasta a penas rebasar la mitad del cuenco cerámico en el que preparaba la infusión. Mezclé un poco de agua fria y caliente en un vaso a parte para entibiar la yerba y dejar que se hinchara, entonces enterré la bombilla en la parte menos profunda, dejando una pequeña montaña de yerba seca a un lado. Lilith miraba con atención -¿Estas seguro que no es una poción?- terció desconfiada. -No, es una bebida muggle como el café o el té- No pareció completamente convencida -¿Y como es que nunca oí hablar del mote?- Puse los ojos en blanco -Es MATE, con A. Y estoy seguro de que nunca has estado en ningún país rioplatence, con lo que es dificil que conozcas una bebida típica, que cambia su preparado de región en región, pero en esencia, es una calabaza ahuecada y seca (que yo sustituí por un cuenco de cerámica en este caso), con yerba mate y agua. ¿Ahora, vas a probarla o no?- pregunté un poco indignado de que lo llamara mote. -¡Por supuesto que voy a probarla! Lo probaría aunque dijeras que sabe a cucarachas licuadas. Una vez que lo pruebe, puedo decidir que no me gusta.- respondió con cierta lógica. Con mi mate preparado salimos a la vereda muggle. El atardecer se veía pacífico, y nosotros nos veíamos como dos simples adolescentes que fumaban y compartían una bebida. -Ew, ¿tengo que tomar del mismo sorbito que tu?- dijo señalando con extrañeza y asco la bombilla. -Si. El punto del mate es que todos toman del mismo cuenco, y con la misma bombilla.- respondí. El mate históricamente había sido un sinónimo de reunión y comunión, de alguna manera, había hecho a los hombres juntarse a compartir historias, y algo en él, fuera la mítica, fuera la tradición de prepararlo, fuera el hecho de que crecimos viendo a nuestros adultos beberlo, había hecho que sobreviviera años. -Por favor, de seguro has compartido tu saliva antes, no creo que sea tan grave que bebas de la misma bombilla.- Ella pareció indignada. Se había refugiado del frío bajo mi chaqueta, entre mi brazo y mi torzo. Me miró con ojos brillantes. -Si te refieres a besar. No, de hecho.- respondió cortante. Luego tomó el mate y se lo bebió. Tuve que contener la risa cuando su cara mutó, primero por el calor del agua, y luego por su sabor amargo, pero admiré el coraje con el que se lo tragara hasta oír el sonido del final, devolverme el cuento y entonces si, chillar -¿Todos los uruguayos están locos, o solo tu? ¡¿Qué clase de bebida del infierno es esa?!- Tuve que reírme. -Si ya no quieres, no volveré a darte. Pero no, prácticamente todo el mundo la bebe en Uruguay.- Ella puso los ojos en blanco -Deberían al menos ponerle azúcar, como al café. ¿Has intentado beber café sin azúcar?- preguntó algo raviosa por mi diversión. -En algunos lugares lo hacen. Agregarle azúcar, quiero decir. Y para los puristas del café, agregarle azúcar es sacrilegio. Pero yo prefiero el mate amargo. ¿Ya no te doy?- no lo pensó un segundo -¡Por supuesto que si! Necesito acostumbrarme a esto si quiero ir a Uruguay en algún momento. Y creeme: quiero ir.-
Volvimos a nuestra habitación y, de paso, Lilith renovó su sugerencia mental de que todo estaba bien con Snape sobre que durmieramos juntos. Solo por si acaso. Lilith abrió su baúl y comenzó a ordenar casi obsesivamente sus compras. Algo de ropa muggle que se rehusó a dejar atrás, sus cigarrillos, el maquillaje que ahora tenía el destino de instaurar un pequeño negocio, mis viejos libros, a los que puso su nombre con su nueva pluma, y los que había comprado solo por gusto, los rollos de pergamino, los guantes de cuero de dragón que habíamos encogido con un poco de magia, la tinta y plumas y los ingredientes de pociones. Luego se acercó a mí. -Bien, si tienes una varita que realmente funcione conmigo, es tu momento de brillar.- dijo poco convencida. Abrí mi baúl y extendí una bandeja deslizable con muchas varitas hechas por mi familia. -extiende tu mano y deja que una te elija.- dije. Ella obedeció. Primero una pareció llamarle la atención: 25 cm de largo, muy flexible, madera de aliso y núcleo de pluma de fénix. Con incrustaciones de rubíes. La tomó casi con miedo pero se negó a agitarla -No, definitivamente no. Absolutamente no- dijo volviendo a ponerla en su lugar -¡Ni siquiera la probaste!- protesté. -puedo sentirla odiando cada segundo de mi tacto. Creeme, si las varitas son sentipensantes, esa varita no quiere tener nada que ver conmigo. Además podía sentir el fuego fluir por mis manos. Ya cree un orbe de vacío; ¿De verdad quieres ver lo que puedo hacer con fuego?- no. No quería. Las varitas de fénix tienen el clamor del fuego en sus genes, una niñita con tendencia a la ira y un dolor enorme en su pecho por la perdida de su madre, no sería una combinación saludable para nadie que estuviera cerca. Estuve de acuerdo en que la dejara -No te des por vencida- dije poniéndome detrás de ella. Tomé su brazo y lo extendí sobre la bandeja contenedora. -cierra tus ojos- susurré en su oido. No eres tú quien decide. Deja que te sientan y te evalúen.- la varita en la que yo había pensado comenzó a latir. La mano de Lilith se libero de mi agarre. Aún sin abrir los ojos comenzó a acercarse a ella, entonces la tomó. Yo ya había visto la comunión entre varita y amo, pero nada que se comparara a eso. Lil la alzó en el aire y la varita soltó chispas blanco azulado que pronto se convirtió en una especie de flujo rosa pálido que la envolvió como un chal brillante. Mi primera idea había sido correcta. -Acabas de hacer contacto con una varita muy especial. La hice yo mismo, y se ha negado completamente a hacer magia con nadie. Supongo que esperaba por ti: es extremadamente temperamental y necesita alimentarse de amor y respeto. Es madera de acebo, 36 cm, apenas un poco flexible, tiene cuarzos rosas, como el que llevas en el cuello, incrustados, y núcleo de pelo de veela.- ella asintió con fascinación. -su nombre es Wandine.- afirmó con seguridad. -es la primera vez que siento algo así con un objeto mágico. Es como placer y fuerza a la vez.- omití el comentario de que parecía que hablaba de sexo y no de sujetar un "palito" como se había referido a las varitas antes de ella. -Bueno, las Veelas usan magia sexual. Utilizan el poder del mago o bruja para embarazarse y con su poder pueden volver locos, incluso esclavizar a los hombres a través de la magia del amor. Solo tenía sentido con una maga que puede conectar con la magia de los demás. Tratala con respeto.- ella asintió feliz con su nueva amiga.
-Deberíamos dormirnos ya. Mañana temprano debemos ir por nuestros uniformes a Madam Malkin, probarnoslos por si hubiera que hacerle algún ajuste, luego podemos buscar un lugar donde comer, y tendremos la tarde libre para pasear. ¿Qué opinas?- ella asintió y comenzó a quitarse la ropa sin menor reparo por mi presencia. Cuando solo le queda una tanga rosa chicle hice mi mayor esfuerzo por ver hacia otro lado. Parece que esta noche volvería a dormir en mis jeans. A menos que encontrara una buena excusa para dormir en el suelo, lejos del cuerpo casi desnudo de Lilith. -¿Te molesta si tomo prestado eso?- dijo y sin esperar respuesta, se enfundó en una de mis camisetas. Cómo le llevaba unos 20 o 30 cm de altura, se le veía como un bonito vestido, o en este caso, un camisón. -claro, es un regalo, de mi, para ti.- dije con gesto teatral. Comencé a preparar una especie de cama con mantas en el suelo. -No necesitas dormir ahí.- dijo ella extrañada. -Yo prefiero que sea así. No quiero que nos acostumbremos a dormir juntos y luego me reemplaces por una compañera de Gryffindor con la que compartas dormitorio.- dije como chiste. -No iré a Gryffindor.- dijo completamente segura de lo que afirmaba. Rebuscó entre sus pertenencias perfectamente ordenadas y sacó el libro Una Historia de Hogwarts. Buscó algo en el y leyó: -"puedes pertenecer a Griffyndir donde habitan los valientes, su osadía, temple y caballerosidad, ponen aparte a los de Gryffindor". Si soy valiente y osada, pero vamos... ¿Templada y caballerosa? Lanzaría a cualquiera (menos a ti, posiblemente) a un volcán activo si tuviera que hacerlo.- soltó con tranquilidad. -Ok, entonces no Gryffindor. ¿Que hay de Hufflepuff? Sus dormitorios están cerca de las cocinas...- la chica continuó leyendo -"puedes pertenecer a Hufflepuff donde son justos y leales. Esos perseverantes Hufflepuff, no le temen al trabajo pesado."- lo meditó un segundo. -no me asusta un buen reto, y tu cerebro sabe que soy perseverante hasta el agotamiento. Pero el trabajo pesado... Solo si no hubiera una opción más rápida. Y ya no tengo a nadie en el mundo a quien ser leal, aunque si lo tuviera, lo sería. Hasta la muerte.- asentí pensativo, Lilith podría haber tenido a su madre completamente bajo su control mental, pero prefirió hacer un acuerdo con ella, ambas partes cediendo en cierto punto. Y ella se mantuvo leal a ese pacto. Eso era algo digno de un Hufflepuff, sin embargo, no parecía cuadrar completamente allí. -definitivamente, la ruta fácil no es para un hufflepuff.- dije meditando un poco. -Bien, "tal vez en Slytherin harás tus verdaderos amigos, esa gente astuta utiliza cualquier medio, para lograr sus fines." Eso se parece mucho a mi.- dijo casi indignada. -¡No quiero volver a las mazmorras!- Definitivamente, Lilith era una Slytherin en el mejor de los sentidos (en especial si tomábamos en cuenta su relación sanguínea directa con el propio jefe de la casa), pero así como Hermione Granger era una Ravenclaw de pura sepa y había acabado con los gryfindumbs... -¿Por qué no sigues leyendo?- pedí intentando animarla. Ella resopló aparentemente intentando hacerse a la idea de regresar a vivir con su padre. -"o talvez a la antigua sabiduría de Ravenclaw, si tienes una mente dispuesta porque los de inteligencia y erudición siempre encontrarán allí a sus semejantes."- terminó. -bueno, eso también se parece a mi, un poco.- le sonreí -¡Genial! Entonces podemos descartar a Gryffindor y a Hufflepuff, ahora puedes elegir entre Ravenclaw y Slytherin.- ella lo meditó. Supongo que su perfil encajaba más con una Slytherin, pero eso implicaría vivir 7 años bajo la sobra de su padre. Aunque no dijera nada, di por hecho su destino. Ella se metió completamente en la cama, lo que agradecí en silencio. Sus piernas desnudas causaban estragos en mi cerebro. -Si te empeñas en dormir ahí por tu erección matutina. Que sepas que lo tomo como algo perfectamente natural y no me ofende, ni creo que tengas la más mínima intención para conmigo.- dijo de la nada. Hice mi mejor esfuerzo por no ponerme del color de los tomates. No lo conseguí. Pero al menos mi oclumansia mantenía seguros mis pensamientos perversos a los que prefería no acceder ni yo mismo. Una niña dos años menor, hija de un profesor, y mi responsabilidad durante todo el verano. Ahora que lo pensaba, Snape había sido negligente al creer que un chico de 13 años podría encargarse de su rebelde (y un poco sexi) hija sin tener... Pensamientos incómodos. -¡Quítate esos absurdos pantalones y ven a la cama!- exigió. Mantuve mi boxer y mi camiseta. Prefería dormir desnudo, pero por nada en el mundo lo haría compartiendo la cama con ella. Me metí en el rincón más apartado de la cama. Evitando que nuestros cuerpos se tocaran. Pero su magia me atraía, era como una veela en miniatura. Ni tan alta, ni tan fuerte, pero tal vez, debido a su humanidad, incluso más atractiva. Ahora que sentía su magia palpitar dentro de mi, solo deseaba sentirla. Y los lobos dentro de mi batallaban entre rendirme al deseo o hacer lo debido. ¡Qué batalla más difícil! Ella parecía divertida con mi sufrimiento, que probablemente se notaba en mi cara. Oh... Aguarda un segundo -¡Lilith! ¡Sal de mi cabeza ahora mismo!- grité. Había bajado la guarda preocupado por mi cuerpo y el suyo, olvidé su legeremancia. Ella se encogió de hombros -¡Está bien!- dijo haciendo un puchero y se dió media vuelta. ¡Fantástico! Ahora tendría que preocuparme por mantener mi mente cerrada, evitar entrar en contacto con su cuerpo, no ceder al deseo de mezclar mi magia y mi cuerpo con el suyo, y no mirar su culo redondo como una manzana esperando ser mordida. ¡Gracias a Merlin que no consideraba la erección como algo agresivo, o tendría que dormir en el suelo, pero de la taberna, porque mi pene se negaba a bajar sin importar las imágenes desagradables que intentara poner en mi mente!
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