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Capítulo 4: Las profecías de Signore Buonafede.

LILITH

El desayuno había estado delicioso, pero empezaba a lamentar haberme comido esa tercera tarta. La mañana del señor Perit había estado paticularmente movida, y me había costado trabajo no tragarme la hoja que tenía adherida al paladar. No veía la hora de terminar el proceso de animaga... la fecha estaba cerca, pero eso no significaba que fuera a terminar pronto, porque necesitaba una tormenta para mi primera transformación, y no es como que pudiera controlar el clima. -Los criadores de Dragones necesitan su firma, señor Perit.- dije, aprovechando que tenía un momento libre. -Importarán un cazal de Ironbelly desde Rumania y Charlie Weasley ha estado enviando lechuzas toda la mañana, sin la firma de consentimiento, no pueden embarcarlo. Me temo que si no habla con él, lo próximo que recibirá será al jefe warlock rumano en su chimenea.- El papá de invitus rió con ganas. -Tienes talento para leer entre líneas. Eso te abrirá muchas puertas en la política.- comentó. No sabía si me interesaba un puesto en la política, en realidad... Me gustaba ser parte de las grandes decisiones, pero la mayoría de las veces, la política involucraba a centenarios y centenarias hablando sin parar de temas risibles y nimios. Si no fuera porque estaba allí como representante del jefe, y no por mi cuenta, les habría lanzado un maleficio de lengua atada a más de uno.  -Gracias.- me limité a decir. -Bien, ¡accio papeles rumanos!- dijo, y los pergaminos volaron a él. -Debería aprender eso.- dije. El jefe del GoMaCoUy sonrió. -Solo levanta tu varita, concéntrate en algo que sepas dónde está, di ACCIO y el nombre del objeto, tan claro como puedas, y evita las ambiguedades. Lo más difícil es mantener la concentración hasta que el objeto llegue.- explicó. Estaba a punto de responder cuando un búho entró por la ventana, y se posó en el escritorio de Artifex. La nota que tenía en la pata, tenía mi nombre así que la desaté y la leí. -

Hoy saldremos a pasear y comeremos fuera. Encuéntrenme en la puerta de la herrería después de trabajar. Invitus.

  Artifex me entregó los papeles con una bonita firma estampada al final. -Envíaselos a Charlie. No queremos que el Jefe Vorbăreț se aparezca aquí por un simple negocio. Luego puedes irte.- afirmó. -Fantástico.- dije enrollando los documentos y acercándome al perchero donde Katy, la lechuza, estaba dormitando con la cabeza metida bajo un ala. Até el rollo a su pata y le indiqué su destino. La lechuza picoteó al aire como protesta, pero se alzó al vuelo y salió presta. -Señor Perit...- dije un poco incómoda. -¿Podría ayudarme con el encantamiento? Tengo una idea de lo que necesito. Debo ver a Invi en la herrería. Me vendría bien mi escoba.- Él rió. Parecía complacido. -No te esperas para aprender algo nuevo ¿verdad?- dijo, frotando los lentes de montura fina en el dobladillo de su capa. Pude ver el gesto de Invi tras los años y el cansancio del jefe. Artifex era una versión mayor, aunque bien conservada y sin el pelo de colores, de sus dos hijos. Era un hombre extremadamente metódico, elegante y delicado, en ese sentido, el parecido con sus bestiales e imprudentes hijos mermaba, pero su apariencia física no podía negar el parentesco, en especial cuando sonreía.  -Vamos afuera. Te mostraré como se hace.- 

...

JULIET

Cuando Fabian nos permitió marchar, tiré el horrible gorro de visera, que decía mi nombre con una espantosa luminiscencia naranja neón. Las letras resplandecieron en la vacía sala de empleados: Juliet, Cadetería. Ginny corrió para alcanzarme -¡Vamos Juls! Invitus dijo que hoy pasearíamos. Nos esta esperando en la herrería.- Dijo blandiendo una nota en mi cara. Asentí y montamos nuestras escobas. Sobrevolábamos los invernaderos cuando pensé Neville. -Te veo en la herrería.- Grité a Ginny, al tiempo que descendía hasta las puertas de vidrio. Para mi suerte, encontré a quien estaba buscando nada más entrar, porque el lugar era inmenso, mucho más de lo que aparentaba por fuera. Neville estaba ataviado con un mono marrón y un cinturón lleno de herramientas de herboristería, tomando notas en un pergamino encajado en una tablilla. -Hey Nev ¿Recibiste la nota de Invitus?- pregunte, llamando la atención de mi amigo -Hola Juls. Si la recibí.- Me dijo, mientras miraba a una piscina gigante -Solamente estaba revisando las branquialgas antes de irme.- explico dejándome un poco estupefacta -¿No se supone que solo crecen en el Mediterraneo?- pregunte confundida -Ciertamente, por eso esta piscina esta llena de agua de allí... Hay muchos espacios del invernadero así. Con agua de distintos mares y océanos, o grandes espacios con tierra de varios lugares del planeta. Este es el invernadero mas completo del mundo, ¡creo que tienen aunque sea una planta de cada que existe en el planeta! Y por supuesto, algunas creadas aquí.- Explicó con mucho entusiasmo, que claramente estaba en su elemento. -Deja que me de un baño y me cambie y nos vamos.- Me dijo, mientras se dirigía a una puerta que anunciaba era los vestuarios de los empleados.

Después de que Nev estuviera listo, nos fuimos caminando hasta la herrería ya que estaba relativamente cerca, y porque él se negó a subirse a la mía -Ya se que el trabajo te queda cerca, pero... ¿por qué no vienes en tu escoba? es más rápido así.- Le pregunté al chico -No soy el mejor volando... y además, aprovecho para ponerme en forma trotando, ya que hay algunas plantas que necesitas algo de resistencia y agilidad para tratarlas, o pueden intentar matarte...- me respondió él, como si no fuera la gran cosa -¿Cómo va todo por la cadetería?- preguntó y yo bufé -El uniforme es espantoso, no combina con mi piel y le faltan brillos.- Comencé y el chico río -Pero por lo demás es muy entretenido, y hemos recorrido varios lugares... Ya sabes... Para llevar distintos paquetes a los lugares de trabajo, o las casas... pero luego de una ardua jornada tienden a agarrotarse mis músculos y paso un buen rato estirándolos.- dije. 

...

GINNY

La herrería era un lugar oscuro y caluroso, de todas partes provenían golpeteos y sonidos chirriantes. Los fulgores de llamaradas de varios colores me encandilaban por momentos... -¿Thad?- aventuré con un grito. La voz de mi amigo salió de detrás de un enorme pedazo de metal al rojo vivo. -¡¿Ginny?! ¿Qué haces aquí?- preguntó cuando me acerqué. Tomó un trapo muy sucio del bolsillo del mandil que tenía puesto. Se veía como un bombón recién salido del horno. Los músculos de sus brazos adoptaban un brillo dorado a la tenue luz del fuego. -¿No recibiste la nota de Invi?- dije intentando salir del estado estúpido en el que me encontraba. -Las lechuzas no entran aquí. Se quedan allí afuera.- comentó, haciendo un gesto con un martillo en la mano, como si moviera una pluma. -Y no he salido.- Miré hacia el pequeño patio que me indicaba, donde un grupo de duendes y magos se agrupában. Algunos de ellos con cigarrillos o pipas en la boca. -Bien, pues... Invi quiere llevarnos de paseo... nos dijo que lo encontráramos aquí fuera.- informé. Él sonrió, y con ese gesto, perdió el aspecto fiero que sus pintas y mirada concentrada le conferían. -Deja que tome una ducha y saldré.- dijo, soltando el martíllo y quitándose, con una mano el mandil. Cuando se quitó la camiseta y la usó para secarse el sudor, mis ojos recorrieron las líneas que la musculatura del enorme chico dibujaba en su piel. -No está mal, ¿verdad?- dijo, doblando sus brazos y dándome la espalda. -Siempre he sido grande, pero... El trabajo aquí me ha hecho mucho más fuerte.- comentó con una sonrisa. -¡Vaya que si!- comenté, alarmada por mi ridículo tono.

Salí y afuera estaban Invi, Ignatius y Luna riendo. Los gemelos Weasley y Draco se acercaban por la derecha, y al otro lado caminaban hacia nosotros Juls y Neville. Lilith apareció justo encima de ellos con su Nimbus y una cara de alegría en su rostro. Desmontó al llegar a los tres y se unió a las risas. -¿Vamos?- dijo la voz de Thad. Me había puesto una mano sobre el hombro y un repentino estremecimiento me recorrió la espalda. ¡Contrólate Ginebra! pensé fastidiada. -Solo faltan Harry y Ron.- musitó Invi, mirando a la concurrencia. -Ron no vendrá. Nosotros iremos a él. Hoy es el partido de los Galeones contra los Colonos del Sacramento, y Ron está haciéndolo de maravilla... Los colonos eran el peor equipo, pero parece ser que nuestro amigo tuvo un haz bajo la manga... ¡Los ayudó a llegar a la semifinal del campeonato!- Comentó. En ese momento, Harry desmontó junto a nosotros. Tenía una sección del pelo chamuscado y varios arañasos y cortes, pero por lo demás, parecía haber ganado masa muscular y varios centímetros. ¡¿Qué demonios tenía el aire de Uruguay que tenía un efecto tan agradable en los chicos?! -No es el aire.- dijo Invi mirándome divertido. -Es el trabajo. Harry está entrenando con la seguridad mágica. Y creeme, ellos no tienen piedad. Ignatius está lidiando con criaturas peligrosas, Neville se entrena para tener agilidad para tratar con plantas mortales y Thad... no creo que haya soltado el martillo desde que Esmeralda se lo entregó.- dijo riendo -¡Fuera de mi mente!- chillé indignada. El imbécil se encogió de hombros -Deja de pensar tan alto.- respondió, y sentí que me ruborizaba.

Comenzamos a caminar. De pronto Luna y Lil se detuvieron de golpe, haciendo que Harry, Invi y Draco que se habían enfrascado en una discusión sobre quidditch, las chocaran. -¿Qué pasa?- preguntó Draco. -¡Miren!- dijo Luna apuntando con un dedo -¡¿Tenemos tiempo de entrar?!- chilló Lil con fascinación. El letrero decía "Signore Buonafede: profecías, lectura de las hojas del té y los huesos, piromancia, runas y cartas. Todos los medios de pago.- Hermione bufó. -La Trelawney uruguaya- comentó con sorna, lo que aumentó el frenesí de Lilith. -Es bastante buena. Predijo el matrimonio de mis padres antes de que se conocieran.- dijo Invi misterioso. Todos lo miramos sorprendidos. -Atravezando el océano se encuentra un corazón palpitante. Su amor por la aventura la hará la esposa de aquel que se haga con el poder.- repitió fingiendo una voz gutural y moviendo los dedos de sus manos, alzadas por encima de la cabeza. Luego, bajó las manos y se encogió de hombros, metiéndolas en los bolsillos, restándole importancia. -Cuando la familia Regnantis desembarcó, papá, que se estaba preparando para ser el nuevo jefe, la reconoció inmediatamente. Podría decirse que fue amor a primera vista. Un año después nació Histrio, y lo demás es historia.- terció. -¡Tenemos que entrar!- chillé emocionada. -Allá vamos.- suspiró Invi. Y seguimos a Luna hasta las puertas de cristal cubiertas por gruesas cortinas púrpura.

...

HARRY

El salón de Signore Buonafede era oscuro. Estaba alumbrado con velas. Los chorretes de cera se contaban por montones, y el olor a incienso me hacía sentir mareado. Mi cicatriz ardía como si me quemara. Me recordaba a la sala de la profesora Trelawney, cosa que Hermione ya había notado. Se pegó a mi lado con una mirada incómoda, pero curiosa. -Bienvenidos. Los estaba esperando.- dijo una voz áspera detrás de una mesita en la que estaban acomodados una bola de cristal, un puñado de huesos tallados, dos mazos de cartas y, para mi sorpresa, un lector de tarjetas de crédito. -¡Si, como no!- murmuró Herms. -Ah, Hermione Granger. Aún estás exceptica, ¿verdad? No te culpo. La adivinación es un don, y no todos lo poseen. Muchas veces las personas se aprovechan de la credulidad de otros, pero... No nos juzgues a todos con la misma vara. Algunos de nosotros realmente somos capaces de penetrar el velo del tiempo.- afirmó. Hermione cerró la boca de golpe y abrió los ojos como platos. -¡Invitus, querido!- dijo, rodeando la mesa para plantarle un beso a nuestro anfitrión. -¿Cómo están tus padres?- Invi sonrió -Bien, gracias Carmina.- respondió el peliazul. -¿En que puedo ayudarlos?- preguntó echando una mirada a nuestro variopinto grupo. -Las chicas quieren una lectura... pero supongo que será mejor una lectura conjunta, al grupo... ¿qué opinas?- la instó.

La bruja se adentró en la oscuridad de su tienda, y nos hizo un gesto para que la siguiéramos. Llegó a una especie de estufa gigante y encendió el fuego con la varita. -Piromancia. La adivinación en las llamas.- explicó. -Arrojen una hebra de cabello al fuego.- ordenó. Todos lo hicimos y nos sentamos cerca, en las raídas alfombras de colores vibrantes. Las llamas comenzaron a danzar y se tiñeron de colores, de pronto, escuché a Luna gritar -¡Wow, miren, somos nosotros!-. Miré hacia donde señalaba, pero solo veía llamas de colores. -Esta niña tiene el don.- comentó la adivina con una sonrisa. -Veamos...- se interrumpió un momento y nos dedicó una mirada de preocupación. -Niños... están... en peligro.- comentó con la voz ahogada. -¡Ya vamos a empezar...!- protestó Hermione poniendo los ojos en blanco, pero Luna la hizo callar con una autoridad inusitada. -Se aproxima una guerra. Pronto las pérdidas se contarán entre las personas que más quieren. La oscuridad crece y se expande. El mundo estará cubierto por un manto negro y la serpiente blanca se alzará para devorarnos. Uno de ustedes gobernará una oscuridad que peleará para que la luz gane. Uno de ustedes porta la oscuridad en su interior. Uno de ustedes se enfrentará a la decisión que le obligará a definirse. Uno de ustedes aprenderá a dominarnos. Solo uno de ustedes podrá guiarnos al camino correcto. Uno de ustedes sabrá destilar la vida y la muerte. Tres de ustedes poseen ya lo que necesitan. Uno de ustedes cabalgará el fuego, uno de ustedes despertará los poderes dormidos en madera y piedra. Uno de ustedes aleará fuerzas. Uno de ustedes hará las paces con la locura. Y uno de ustedes será cubierto por la tierra. Tengan cuidado. Las personas que conocen hoy serán las que entierren mañana, y la traición se cierne sobre todos nosotros. La esperanza se teñirá de sangre. Cuando el castillo y la mansión sean una, sabrán que ha llegado el tiempo.-

El silencio se apoderó de la sala. La bruja, se hizo hacia atrás con cansancio. Dedicó una mirada cargada de angustia a Invi. -Siento ser la portadora de malas noticias. Las peores que puedo dar. Es el precio que pagamos por la visión.- dijo. -Las profecías solo se cumplen cuando intentamos evitarlas.- dijo él, con la mirada aún clavada en el fuego. -Las profecías siempre se cumplen, cariño. Cuando intentas evitarlas, solo las aceleras.- respondió ella. -¿Podrías guardarla? quisiera llevarla conmigo.- pidió invi. La bruja arqueó una ceja. -Sabes que eso te costará.- replicó. Invitus rió. -Si de todas maneras vamos a morir, podrías hacernos un descuento del fin de los tiempos.- terció. La bruja se puso de pie. -Ustedes los Perit no pueden dejar de regatear. ¡Si pudieran lo harían con la misma muerte!- contestó y fue hacia la luz. - Tomó su varita y una bola de cristal translucido. -Ricordum Salvate.- dijo, golpeando la esfera con la varita. Luego, volvió al fuego y arrojó la bola que absorvió las llamas y se volvió de un color naranja ígneo. Metió la mano en la chimenea, y se la entregó a Invi. -¿Cómo vas a pagar?- preguntó. -Con tarjeta.- respondió él, mirando dentro de la bola. -Bah, no quiero tu dinero, Perit.- Invi se removió. -¡Qué quieres Carmina?- preguntó. -Una gota de sangre... respondió. E Invi se arremangó la camiseta. -de ellos.- concluyó la mujer, señalándo con el dedo a Ginny, Luna, Lilith, Hermione y, para mi sorpresa, a mi.

-¿Pa... pa... para qué quiere nuestra sangre?- tartamudeó Hermione con la voz atenazada. Signore Buonafede se encogió de hombros. -Me gusta estar preparada, en caso de necesitarlo. Colecciono sangre de seres poderosos.- dijo por toda respuesta. -¿Qué tienes que perder, Herms? Es una gota. Invitus casi se la da sin rechistar.- terció Lil, que, como Luna ya le ofrecía a la bruja su dedo, para que ella lo pinchara con la punta de una daga y recogiera la sangre en un vial. -Porque se puede hacer rituales con la sangre...- respondió mi amiga angustiada. -Sigue viva, ¿no es así?- preguntó Lil con sorna. La mujer se irigió confundida y asintió. -Invi, ¿qué le pasa a los magos oscuros aquí?- preguntó e Invi rió. -Tienen como premio, una bonita cena con una criatura de nuestra elección. El platillo principal incluye... bueno, a ellos mismos.- La chica del cabello rojo miró a Herms, como si hubiera probado su punto. -Si te sirve de algo, preciosa, puedo darte mi palabra de que no usare la sangre de ninguno, con fines oscuros, aunque no pueda decir lo mismo de ti misma.- terció misterosa. -¿Qu... qué?! ¡Yo jamás lucharé para la oscuridad!- chilló indignadísima, y entregó su dedo como prueba. La bruja, recogió su sangre y mientras lo hacía, clavó sus ojos en los de Herms. -No has estado poniendo atención, aveces, la oscuridad pelea para que la luz prevalezca.- susurró. No muy convencido, me puse a un lado de ella y entregué mi mano. Las manos de Buonafede estaban frías. Recogió mi sangre y observó con intriga mi frente. Luego nos dejó marchar. 

...   

INVITUS

Salimos nuevamente al sol y me sacudí la ropa, deseando que el olor a incienso se fuera rápido de mis fosas nasales. -Bien, deberíamos ir a comer si queremos hacerlo antes de el partido. ¿Quién tiene hambre?- pregunté, con ansias, intentando infundir alegría en mi voz. Todos me miraron como si hubiera perdido un tornillo. -Acaban de decirnos que habrá una guerra...- dijo Neville. -Pagamos una profecía ¡con sangre!- añadió Ginny. -¡¿Y tu quieres ir a comer?!- chilló Draco. Ahora fue mi turno de mirarlos como si hubieran perdido el sentido. -Pues... tengo hambre. Y... hay una canción de mi país, muy sensata y dice "con hambre no se puede pensar." Además, no creo que nadie quiera combatir a la oscuridad con el estómago vacío-  dije y Lil se acercó dando saltitos -¡Si vamos a morir, mejor comer todo lo que podamos antes!- dijo con una sonrisa. Draco suspiró abatido, negó con la cabeza y la siguió. Harry caminó detrás de él, pero los demás no se movieron, había terror o cuando menos incomodidad en sus caras. 

-Chicos, el señor tenebroso ha estado intentando resurgir desde que me estampó su autógrafo en la frente. Es cuestión de tiempo que lo logre, y aunque no lo hiciera, lean la historia de los muggles: siempre hay un psicótico que intenta hacerse con el poder y termina desatando caos. ¿Sabíamos que lo íbamos a vivir? Tal vez no, aunque seguro que todos los sospechábamos en algún punto. Así que, ¿podríamos disfrutar de estas vacaciones? La profecía solo decía "pronto". Podría ser mañana, el año que viene, o en 5 años. No tenemos idea, y por mi parte, si se desatara la guerra hoy, quisiera saber que pasé hasta mi último momento de paz con las personas que considero mi familia, y disfruté. Porque si la guerra se desata y estoy a punto de morir, no me preguntaré si debí haber entrenado más duro o si debí estudiar más. Me preguntaré si pude tomar un último helado en Florean, si pude volar otra vez en mi escoba o si...- hizo una pausa y se sonrojó. -o si tuve el valor de decirle a quien me gusta que la quiero.- sentenció. -¡¿Ahora podemos ir a comer?!- exigió, y, como si de un hechizo convocador se tratara, todos se pusieron en marcha sin hacer comentarios. 

Caminamos hasta mi restaurante favorito. -13 chivitos, por favor.- pedí. Me volví para encontrar unas cuantas caras de espanto. -¿Chivito? ¿Como un chivo pequeño?- preguntó Hermione espantada. Me reí. -En otros países si se come. Pero aquí significa otra cosa. Es un sánguche de carne de res. Y es delicioso.- expliqué -Invi que es un... Cho.. Choripan?- preguntó Ginny haciendo un esfuerzo por pronunciar correctamente. -Otro sánguche: lleva una salchicha asada, a la que nosotros llamamos chorizo, chorizo al pan. Chori-pan.- expliqué. -¿Y qué es el asado?- preguntó Luna con los ojos paseando por el cartel de precios. -Costillas de res a la parrilla.- expliqué nuevamente. -¿Por qué venden ensalada rusa? ¿No debería ser uruguaya?- terció Thad confundido. Me reí. -¡Ya, fuera de aquí! A la mesa.- ordené, alejando a mis amigos del tablón de precios. Cuando estuvieron suficientemente lejos como para leerlo me volví hacia el enorme slytherin. -Se llama ensalada rusa, y es un invento uruguayo, inspirado en una ensalada proveniente de Rusia. Pero ahora van a comer papas fritas y chivito, así que dejen de preguntar por otras comidas. Nuestra gastronomía no es tan original como sus nombres podrían sugerirlo.- La mesera nos llevó los platos a la mesa en dos enormes bandejas sostenidas con magia una encima de la otra, levitando levemente por encima de su cabeza. Cuando se fue, le echó una significativa mirada a mi amigo rubio, y le dedicó una sonrisita que a Lil no se le escapó. Echó chispas por los ojos, haciendo que tanto él, como yo nos atragantáramos con la bebida.

Después de comer, Ginny estaba eufórica, probablemente no debí dejarla beber red bull. Caminamos hacia el estadio. A unas cuadras el ruido de las tribunas y los cánticos comenzaban a oírse. Varios chicos, ataviados de verde y blanco nos pasaron corriendo emocionados. -¡Podemos ganar!- decía emocionado uno de ellos. -Son del equipo de su hermano.- les comenté a los gemelos que caminaban junto a mi. -Pensé que eran uno de los peores de la liga.- dijo Fred. -Si, como los Chudley Cannons del Uruguay.- añadió George. -Así eran...- asentí. Nos metimos por la puerta del lado oeste, por donde todos los demás estaban vestidos de verde y blanco. Juliet se apartó de nosotros y compró un gorro de lana con el escudo de los colonos. -¡Apoyemos a nuestro amigo!- nos ordenó. Y varios se acercaron al puesto a comprarse gorros, bufandas y banderines. -¿No vas a comprar nada?- preguntó mirándome. -No, soy fan de las abejas.- expliqué. -Pero, visto que los colonos juegan contra los galeones, nuestros históricos rivales... estaré alentando por Ron y los Colonos.- añadí, ante la furibunda cara de Juls.

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