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Capítulo 3: Tareas peligrosas y tramposas.

LUNA

Cuando llegó la hora de comer, salí del bosque encantado, donde había estado ayudando a los magizoologos a entretener a los bowtrakles para extraer madera de sus árboles para el taller de varitas y báculos, dándoles de comer cochinillas. El bosque encantado era un lugar sin par. Había unicornios, y thestrals, y hadas, y duendecillos de cornuales, y algún que otro pixy, también había gnomos que correteaban por ahí ruidosamente, zazis que saltaban por todas partes en un pié, y árboles tan altos que sus copas se perdían de la vista. Pese al frío, hacía un bonito día, me acerqué a las enormes verjas de metal encantadas del recinto de grandes reptiles, al ver a Invy e Ignatius que charlaban animádamente con otro chico. Él, era el más alto de los tres y tenía un cabello muy parecido al de Invi, pero negro y con un solo mechón de un color verde tan intenso que refulgía. -Hola.- saludé con mi mano a la distancia. Cuando llegaron junto a mi, Invi me plantó un bonito beso y luego me presentó. -Ella es Luna, él es mi hermano Histrio. Normalmente no esta aquí, pero ha venido porque los huevos de Vipy están por eclosionar.- explicó. -¿Qué es un Vipy?- pregunté. Los tres rieron. -Es una dragona Vipertooth peruana, que mi hermano Invitus se empeña en tratar como su mascota.-  respondió el chico del mechón verde. Era alto, más delgado y más musculado que Invi y guapo, tenía las mismas facciones de Invi, pero más oscas. No era tan bello con Invitus, pero era atractivo a su manera. 

-¿Un día dificil?- pregunté al ver las chamuscadas puntas del cabello de Ignatius, los moretones y cortaduras que aparecían en sus manos y parte de su cara. Él se sonrió complacido. -Un galés verde me ha hecho volar con un golpe de su cola, y el hocicorto ha intentado preparar mago rostizado para la cena. ¡Si, trabajar con dragones es genial!- dijo contando con los ennegrecidos dedos. -Me encanta este chico.- comentó Histrio. -¿Ya has pensado en dedicarte a esto cuando salgas del colegio?- preguntó con intensidad. A Ignatius le brillaron los ojos, pero Invi se atravesó entre los dos. -Histrio, apenas ha salido de primer año, aún puede descubrir mil trabajos más que le gusten. ¿Te importaría no intentar hacer que lo maten, gracias?- Parecía contrariado. -Les pedí a los magizoologos que los mantuvieran lejos del recinto de los dragones y basiliscos, pero llegó Histrio y...- se explicó con frustración -Llegó Histrio e hizo las cosas más divertidas e interesantes para tu amigo.- sentenció a su vez, el propio Histrio. -¿Por qué no le preguntaste a dónde quería ir? Sabes que los que se encargan de los dragones nunca tienen ayuda suficiente.- sentenció -¡Porque tiene 12 años e intento devolverlo con vida y en una sola pieza, cuando regrese a su casa, en un mes!- gritó Invi. Pero Histrio no le hizo caso, descartó su comentario con una mano y se volvió hacia Ignatius. -No le hagas caso a Invi, se olvida de que con 6 años se escapó de la escuela y se metió en el recinto de los  quetzal... y que aún está vivo y en una sola pieza.- lo pinchó. -Un quetzalcoatl no atacaría a un mago que no le ha hecho daño, Histrio.- dijo con ferocidad. -Hasta un niño de la escuela lo sabe. En cambio un dragón...- Pero su hermano no lo estaba escuchando, se había enfrascado en una anécdota sobre un Ironbelly, e Ignatius lo escuchaba con absorta fascinación.

Invi suspiró y se frotó las cienes. -¿Qué tal ha sido tu día?- preguntó pasando su brazo por mi hombro -¡Fantástico!- He alimentado bowtrakles, recorrido el bosque siguiendo las luces de las hadas y ¡me ha mordido una doxy!- relaté emocionada enseñando un dedo con unos pequeños puntitos rojos. -¡Luna! Debemos curarte eso antes de que se te inflame...- terció con preocupación -¿Inflamarse? ¡Oh no, Invi! ¡Es de buena suerte que una doxy te muerda!- expliqué, pero él ya había sido contaminado de las creencias rudimentarias sobre las pobres e inofensivas criaturas. -No será de buena suerte si te envenena. En cuanto lleguemos, le pediré a mamá un antídoto.- Yo no quería empeorar el humor de mi novio así que suspiré y asentí, aunque era consciente de que lo que vendían como "antídoto para el veneno de doxy" era en realidad orina de snorkank, la cual no tenía ningún efecto.  

...

HERMIONE

Entré a la cocina arrastrando los pies. En el ambiente se respiraba tensión, Invitus parecía de mal humor, Harry agotado y embarrado, Ron estaba enfurruñando murmurando algo ininteligible, Lilith tenía la silla alejada de la mesa, en la que apoyaba la cabeza  formando una especie de puente con su espalda y sus brazos colgaban inertes hacia abajo. Luna dejaba que Invi aplicara un unguento en un dedo que comenzaba a ponerse azul con la mirada angustiada. Y Juliet contemplaba con odio un gorro de visera que tenía en la mano. No vi por ninguna parte a Neville o a Ginny. Tampoco estaban presentes Fred, George y Draco. Cuando tomé asiento, la cabeza de Lil se levantó y miró al rededor desorientada. -Bonito cabello.- comentó con una ceja arqueada. -Gracias. Los encantadores niños de 4 y 5 años decidieron que necesitaba un cambio de look. Bonitas ojeras.- comenté en su mismo tono. -Gracias. Los encantadores niños de 400 y 500 años decidieron que necesitaban tres días para decidir sobre un caso de reproducción ilegal de cierta planta mágica. ¡Han sido tres días de lo más interesantes!- afirmó tirando sus pómulos hacia abajo, y estirando sus párpados inferiores. 

Una escandalosa risa nos sacó del sopor en el que el mal humor nos había sumido. La señora Perit entró en la cocina escoltada por Fred, George y, para sorpresa de todos, Draco. Todos soltaban carcajadas y se enjugaban los ojos. -¡Cuidado con las madrágoras cantarinas!- dijo la señora Perit, y los tres se doblaron por la mitad, desternillandose de risa. -¿mamá?- preguntó Invi poniéndose en pie. -Oh, Invi, ¡tus amigos son maravillosos! Nunca había visto tanta inventiva en un caldero, como con éste par. Y Draco... ¡qué deleite! Posee el toque de un pocionista de renombre. Lo digo en serio, niños, si después de terminar la escuela, quisieran regresar, mi laboratorio estará esperando por ustedes.- sentenció embelezada. -¡Gracias, Tinax!- reverenció Fred con una familiaridad que nos descolocó. -Pero, como te lo comentamos, tenemos planes para el futuro.- terció George imitando la reverencia de su hermano y componiendo una sonrisa de emoción. -¿Qué planes?- preguntó Ginny desde el umbral de la puerta -Espero que no estén hablando de Sortilegios Weasley. Si mamá los escucha mencionarlo de nuevo...- interrumpió la frase con un fingido estremecimiento. -¡¿Sortilegios qué?!- preguntó Harry. -Weasley, Harry...- terció George hablando lento, como si Harry fuera tonto. -Si, ya sabes... como el apellido de nuestra familia...- añadió Fred haciendo un gesto que abarcaba a Ron, Fred y Ginny junto a sí mismo.

-¡Comprendo la palabra!- dijo Harry divertido, apartando la cara de George de un manotazo. -Quiero decir que... no sé que es "sortilegios Weasley", par de gárgolas tontas.- se explicó. -Mamá les confisco cajas de dulces experimentales y listas de pedidos. Se habían pasado el año creando golosinas mágicas y artículos de broma.- explicó Ron. -Y estamos por desarrollar nuestro mejor invento...- añadió Fred con emoción -¡El caramelo parlamenti!- dijeron los dos. Ginny bufó, Harry e Invitus miraron con interés, -¿qué mantícoras es el caramelo parlamenti?- pregunté. Ellos me miraron con una sonrisa torcida en sus idénticas caras. -Pronto lo sabrás Hermione.- dijeron los dos. -Pero mientras tanto, Tinax, Draco, recuerden que juraron por su honor mantener el secreto.- añadió Fred. Vi a Lil levantar la cabeza con interés y mirar con intensidad a su novio. El Rubio evitó sin discimulo su mirada, probablemente porque no quería que ella lo leyera. -¿Confías en que evitar el contacto visual evitará que lo lea en tu mente?- pinchó con sorna. Un pálido rubor lo recorrió. -No, claro que no.- respondió nerviosamente. -Oh, ya veo...- dijo ella. Pero no era una respuesta a su novio, sino más bien, una exclamación. Draco se tapó la cabeza con las manos, como si ello lo protegiera -¡Lilith! Privacidad, por favor.- resongó. Pero ya era demasiado tarde. -¿Y bien? ¿Qué has visto?- preguntó Ron debatiendose entre la emoción y el rechazo. -Ya lo sabrán. Será cosa de Fred y George cuando decidan contarlo.- terció ella con una sonrisa. -Si, además ya habíamos previsto que eso pasaría.- dijo George. -Gracias por guardar el secreto Lil.- añadió Fred.

Cuando Thad llegó de la herrería, finalmente nos sentamos a almorzar, y entonces Invitus se puso en pie. -¡Sáquen sus varitas y pónganlas en este jarrón por favor!- sentenció pasando un feo florero celeste que parecía pintado a mano. -¿Para qué?- pregunté. -Porque estoy cansado de levantarme a diario a preparar el desayuno. De ahora en adelante, tomaremos turnos para hacerlo, y para que sea justo, nos sortearemos.- explicó hubo un murmullo de indignación. -¿No tienes elfos domésticos?- exclamó Draco horrorizado. -Si, claro. Si gustas hacer tu su trabajo, yo encantado traeré a uno aquí para que prepare el desayuno.- explicó él con una sonrisa. -¿Y a qué trabajo te refieres?- preguntó el rubio. la cara de Invi se torció en una sonrisa malvada. -La mina de abono, ordeñe de acromántulas y otros animales venenosos, extracción de seda de acromántulas... elije la que quieras y feliz te cambiaré por un elfo.- respondió, haciendo que Draco cerrara la boca de golpe.

-Entonces...- dijo moviendo las varitas en el florero. -mañana... Juliet y Draco nos prepararán el desayuno.- anunció. Los chicos cruzaron miradas de alarma, lo que no auguraba nada bueno para nuestros estómagos. -Y el viernes...- continuó invi -Harry y... ¿de quién es esta varita?- preguntó sujetando en alto la varita que había salido junto a la de mi amigo. -Es mía Invi.- dijo Ignatius, poniéndose de pie para recuperarla. -Fantástico. Entonces, el sábado es el turno de... ¡Lilith y yo!- dijo mostrando las varitas. Draco levantó su mirada verde un segundo, y luego volvió a lo que estaba haciendo -Y el domingo... Hermione y...- volvió a mostrar la varita que no reconocía. -Y yo.- dijo Neville levantando una temblorosa mano, le sonreí para trasmitirle confianza. -La semana que viene... ¡no se quienes son los dos afortunados que nos cocinarán!- dijo riéndo y mostrando las dos varitas. -¡Esa es mía!- dijo Thad y atrapó en el aire una de ellas. -¡Y la otra es mía!- dijo Ginny, con un guiño.  -¡Esperen un segundo... Debería haber cuatro varitas aquí!- terció Invi frunciendo el ceño. Levantó la mirada a los que estábamos sentados a la mesa. -Nosotros no pusimos las nuestras.- admitió Fred con calma. -Si, nos negamos a participar del sorteo, porque somos un equipo intransgredible.- explicó George, entrelazando los dedos. Invi resopló. -Está bien. Les toca después de Thad y Ginny. Prepararán el desayuno el martes. Lo que significa...- dijo mirando a los únicos dos que aún no habían sido sorteados. Luna sonrió y se puso de pie. -¡El miércoles Ron y yo haremos el desayuno! ¡Será genial, haremos panecillos de grindillow y tartas de unicornio!- sentenció aplaudiendo y dando saltitos. Ron no parecía ni la mitad de emocionado. -Humm... Invi, estás seguro de que no puedo hacer otra cosa... Como fregar, o... ¿qué tan espantosas son las minas?- Invi rió. -De todos los trabajos, escogiste el peor: lo usamos como trabajo comunitario... ya sabes, para quienes infringen las normas. ¿Quieres apestar el resto del mes a estiércol de dragón?- preguntó. Ron hizo una mueca y negó con la cabeza. -Entonces no quieres acercarte a la mina.- afirmó.

-¡Todo muy lindo, pero hasta ahora, ha sido trabajo, tareas de hogwarts, todos los hechizos que Herm se empeña en que aprendamos y los libros que insiste en que leamos,  y ahora también tendremos que preparar el desayuno! Invitus: me prometiste vacaciones. Y esta tarde,  tendré vacaciones. Tu elijes: o me llevas a la playa, o me llevas de compras. Si tengo que volver a hacerle un hechizo a tus hoodies para que al menos tengan un color bonito, voy a prenderlos fuego.- Miré a Juls resentida. -¡Los niños de la escuela hacían hechizos que yo aprendí en mi tercer año! ¡y algunos que ni conocía!- me excusé frustrada. -¡Invitus Perit! ¿Aún no los has llevado de compras?- chilló la señora Perit. -No. Les conseguí ropa en el depósito.- se explicó el chico. -Pues esta tarde, toma tu dichoso auto y lleva a  tus amigos. Puedes llevarte a uno de los elfos para que lo conduzca.- Invi arrugó la nariz -Yo puedo conducirlo.- murmuró, pero Pertinax no lo escuchó, salió de la cocina saludando a su nuevo equipo de trabajo y deseándonos a todos una linda tarde. Cuando terminamos de comer, Harry y yo recogimos los platos y Ginny apuntó con la varita al fregadero y musitó -¡Fregotego!-. En un instante, la vajilla comenzó a lavarse sola, y con un práctico movimiento, la chica la fue apilando junto al fregadero. -He visto a mamá hacerlo un millón de veces.- explicó, y, luego de lavarnos, seguimos a Invi al auto y nos fuimos.

...

DRACO

Me levanté temprano, con un poco de espanto por tener que preparar el desayuno: jamás en mi vida había preparado una comida, nada, ni una sola, no tenía ni idea de como hacerlo, y mi compañera de equipo, que había tenido una vida similar a la mía en muchos aspectos, seguramente tampoco lo había hecho alguna vez. Me reuní con Juls en el pasillo, listos para nuestra tortuosa primera tarea del día, me parecía más complicado que las pociones que Pertinax nos hacía elaborar, y eso que estaban a un nivel muy superior a lo que hasta ahora había aprendido en Hogwarts. Caminaba de un lado a otro en la cocina, viendo todo sin saber qué hacer. Había un montón de ollas y utensilios que no sabía para que servían. Saqué ingredientes de los gabinetes y la heladera pero, salvo armar unos sánguches, no me salía nada más. Me estrujé el cerebro intentando pensar si en algún momento había visto a alguien preparar huevos, tocino, o al menos un capuchino, pero nada vino a mi mente. Desesperado, miré a mi compañera, que estaba sentada limándose las uñas y riéndose de mi -¿No piensas ayudarme juls?- pregunté con enfado. -Ay, Draco... para ser un noblete ricachón, no piensas mucho como uno...- Dijo ella y esbozó una sonrisa. -¿A qué te refieres?- Inquirí pasando mi mano por el pelo que se me había puesto en picos. -¿Quién cocina en tu casa?- Preguntó, como si fuera lo más obvio del mundo. -Pues... Dobby, o Kreacher.- Respondí, e inmediatamente dos elfos domésticos se aparecieron. El más joven se adelantó con reverencia en sus ojos -¿En qué puede serle útil Dobby,  amo Draco, señor?- preguntó la criatura, inclinandose tan profundo, que su larga nariz barrió el piso de la cocina. -¡Dobby! Te dije que me llamaras solamente Draco.- sentencié frustrado. El elfo me sonrió y volvió a inclinarse. -¡Por supuesto, amo Draco! Dobby se ha equivocado!- Y se arrojó a la puerta del horno. Imaginando que pretendía castigarse, lo detuve. Suspiré -Te prohíbo que vuelvas a castigarte, Dobby. Ni ahora, ni nunca.- le espeté, y el elfo asintió.

Kreacher se adelanto. -¡Buenos días, joven amo Black, perdone usted al tonto Dobby, y díganos, ¿en qué podemos ser de ayuda?- miré a Juls en busca de ayuda, ella se inclinó para quedar a la altura de la fea cara del elfo viejo. -Buenos días Kreacher, ¿podrían tu y Dobby preparar un desayuno para 16 personas por favor?- Pidió ella, dulcemente. Kreacher me miró con recelo. Cuando yo asentí, él se incorporó, sacando el pecho e inflándolo con orgullo. -Por supuerto, señorita.- respondió educadamente. Y ambos elfos pusieron manos a la obra. Con chasquidos y rápidos movimientos de sus manos, los ingredientes aparecieron, los utensilios se movieron y las hornallas se encendieron. Dobby envió una treintena de huevos en fila, que partieron su cascarón en el filo del sartén y calleron con un sonido sibilante agradable, las frutas salieron de sus cáscaras, se cortaron y calleron sobre un bowl, el azucar glas las sobrevoló y las cubrió de una fina capa blanca, como copos de nieve. Después, comenzó a sacar tartas de melaza del horno, batió crema para montar y vertió leche y jugo en jarras. Cuando escuchamos los primeros movimientos en la planta alta, Kreacher se disponía a llevar la tetera y la jarra del café a la mesa y Dobby acomodaba un bonito centro de mesa floral. -¿Podemos ayudarlo en algo más, amo Black?- preguntó el más anciano. -No, eso es todo. Gracias.- dije, y ambos me dedicaron una reverencia. -¡Kreacher, Dobby!- los llamé antes de que se desaparecieran. -Esto... ¿los elfos comen?- pregunté. Era una pregunta extraña, porque en realidad jamás había visto a un elfo comer. Dobby rió pero Kreacher pareció alarmado. -No como los magos, amo Draco.- explicó el primero con su voz chillona. -Podemos comer si algo nos agrada, pero no lo necesitamos para vivir.- sentenció -Excelente, entonces tengo algo más que pedirles.- dije y ambos se inclinaron con diligencia. -Vayan a casa, preparen algo que les gustaría comer, y coman.- sentencié. Los elfos asintieron sonriendo y con un chasquido abandonaron la estancia. 

 Cuando todos bajaron a desayunar, las caras de sorpresa no esperaron ni un segundo en aparecer. Era probable que todos esperaran encontrar la cocina en fuego, o una masa informe y grumosa en sus platos de desayuno. Carraspié y pensé que si no fuera por Dobby y Kreacher, realmente hubiera pasado. Lo que, definitivamente no se esperaban mis compañeros y amigos, era que nosotros hubiéramos preparado un desayuno que realmente les apeteciera comer. Pensé en dar credito a los elfos, pero entonces oí a Juliet -¡Qué puedo decir, soy una chica de muchos talentos!- hizo una reverencia y dejó la lima de uñas sobre un estante. -¡Wow! Yo... no me esperaba esto...- Dijo Hermione pasmada -¡Siiiiiii, ya extrañaba un buen desayuno inglés!- Espeto Ron emocionado, colocando tanta comida en su plato como era capaz. -Hummm... que extraño.- Murmuró Lil, perspicaz. -¿Qué es lo extraño, amor?- pregunté inocentemente. -Lo extraño es que hay un típico desayuno inglés en mi mesa, preparado con un nivel envidiable... y con ingredientes que claramente no encontrarían en la cocina de mi casa.- Dijo el peliazul. Un sudor frío me recorrió la espalda. Parecía que nuestra treta estaba a punto de ser descubierta -¡No se de que están hablando!- Chillo indignada Juliet. -¡Ja! Como si me fuera a creer que esto lo hicieron ustedes.- Espeto Invi mofándose. - Fabian nos enseñó el encantamiento convocador y traje algunos ingredientes extra.- explicó. -¿Con esta varita?- preguntó Ginny que acababa de bajar del dormitorio que compartía con Juls, con su varita en la mano. -No, con la mía.- intenté cubrirla. -Además, si no fuimos nosotros ¿quién lo hizo, entonces?- Pregunté, intentando impregnar algo de furia en mi voz, pero claramente ya nos habían descubierto.

Lil me miró. -Harry ¿podrías hacerme el favor de llamar a Dobby?- Dijo, juntando sus dedos siniestramente. -Claro... ¡Dobby!- dijo el chico y el pequeño traidor vino, dispuesto a hacer lo que Harry le pidiera, incluso aunque no fuera su amo. Era tal la idolatría de Dobby por él, que respondía a su llamado. -¿El venerable Harry Potter ha llamado a Dobby?- Chilló entusiasmado. Yo resoplé. Ahí se iba nuestra última posibilidad de ser creídos. Miré al elfo, que aún relamía migajas de la comisura de su boca y empecé a lamentar haberlos premiado. -Si, Dobby. Tal vez quieras ayudarme: Me preguntaba quién realizo este desayuno. Es que está delicioso y quisiera felicitarlo. ¿tienes alguna idea de quién pudo ser?- le  dijo, halagueño, a la pequeña criatura. Dobby pareció hacerse inmenso de orgullo -¡Si! Si, oh grandioso Harry Potter. Dobby y Kreacher lo hicieron para ustedes, a pedido del amo Draco.- respondió el elfo. -También prepare las tartas de melaza que tanto le gustan a Harry Potter, señor.- Explicó extasiado por serle de utilidad a Harry. Lilith me miró con una mueca, mezcla de satisfacción y saña. -Muchas gracias Dobby, ya puedes irte.- lo despidió y él se marcho luego de una senda reverencia, infundida de un orgullo que pocas veces se le veía a un elfo doméstico. -Dobby le dirá a Kreacher lo feliz que se ha puesto Harry Potter, señor- informó antes de irse. Todos nos miraron entre divertidos y enojados -¿Qué?- preguntó Juls enfurruñada. -Ok, tal vez no lo preparamos con nuestras manos, pero nos aseguramos de que tuvieran el desayuno servido. ¿No? Además... ¿de verdad preferirían comer algo que hubiéramos preparado nosotros?- preguntó alzando una de sus perfectas cejas. -Porque si es así puedo desaparecer...- dijo, alcanzando su varita de la mano de Ginny -¡No!- chilló Ron, y abrazó la bandeja de tocino. Hubo un momento de risas y todos tomaron asiento y se sirvieron la comida.

Cuando Pertinax y el señor Perit aparecieron, la sorpresa se dibujó en sus rostros. -¿Quién ha preparado todo esto?- chilló con espanto. -Tu consentido Draco.- respondió Invi, a medio comer una tarta de melaza. -¡Vaya, talentoso pocionista y chef!- respondió ella encantada y se sentó a la mesa con una sonrisa. Invitus suspiró. -¡¿Cómo es posible que no hagas nada mal?!- terció poniendo los ojos en blanco. Yo me recliné en mi silla, más pomposo de lo que realmente me sentía -Es uno de mis muchos dones.- respondí guiñando un ojo -¡Qué puedo decir, soy un chico de muchos talentos!-. Todos volvieron a reír. -Seguro que si.- respondió él a su vez.

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