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Capítulo 18: Azul Y Plata

HARRY

Por primera vez desde que había empezado a entrenar, tuve tiempo para bañarme a gusto. Después del duelo con Invitus, Tinax había sido igual de exigente, pero yo me dediqué a todas las tareas con renovado ímpetu. Sabía que no habría sido capaz de enfrentar a Invi de no ser por el trabajo que hacía con mis entrenadores; aunque no me hubiera dado cuenta, me habían hecho más listo, más fuerte y más ágil. A media tarde, cuando se suponía que debía entrenar de nuevo en el terreno me despedí de Lupin y bajé a encontrarme con Pertinax. -¿Qué haces aquí?- me preguntó sorprendida. -Correr, supongo.- respondí preparado, pero ella negó con la cabeza. -Hoy en la cena anunciarán cuándo será la primer prueba: ¿por qué no te bañas y te tomas un tiempo para verte presentable?- me sugirió. -¿Va a darme tiempo libre?- pregunté sorprendido. Ella asintió sonriendo -¡Pero no te acostumbres!- añadió con el seño fruncido, que luego suavizó para dejar paso a una sonrisa nuevamente. Cuando sonreía, casi podía imaginarla como una madre, y no como el comandante de un ejército. Asentí y me di la vuelta para regresar por donde había llegado. 

Salté y me  colgué a la cuerda: ya había dejado de usar mis pies para escalar y subía por la sola fuerza de mis brazos, Tinax me contempló satisfecha. Me metí al baño de la casa del árbol. Mis prendas eran un mugroso montoncito en el rincón. Después de disfrutar de una media hora generosa de agua caliente y jabón perfumado, cortesía de Sirius, salí de la bañera y comencé a vestirme con mi antiguo uniforme de pantalón y camisa. Parecía que llevaba años en pantalones deportivos y buzos con capucha. Para mi sorpresa, los pantalones me quedaban algo cortos y apretados. Supuse que había crecido unos centímetros sin darme cuenta. La horrible confirmación de que en éste tiempo, mi cuerpo había cambiado, fue cuando intenté ponerme la camisa, que antes me quedaba holgada, y que en ese momento tuve que forcejear con los botones para prenderla.

Limpié el espejo empañado y me miré. Parecía que había confundido mi uniforme con el de un niño de primer año. ¿Había crecido tanto? No, no era posible. Seguramente los elfos domésticos habían confundido mis prendas con las de alguien más. Busqué el bordado que Madamme Malkin le ponía a todas las prendas: Potter. Ahí estaba mi apellido. ¿Entonces era cierto? Supongo que las pociones de calcetines sucios si funcionaban. Me asomé a la puerta -Ptss, ¿Sirius?- llamé en un susurro. Me sentí nervioso. ¿Qué tal si ya se habían ido al comedor y tenía que salir en calzoncillos? ¿Qué tal si me encontraba a la señora Perit en esas condiciones? -¡¿Sirius, Remus?!- volví a llamar. 

Mi padrino apareció en mi campo visual. -¿Llamaste, cachorro?- preguntó sonriendo. -Humm... si... Creo... Creo que hace demasiado tiempo no llevaba mi túnica. Y...- comencé a explicar mi dilema con la cabeza asomando de la puerta del baño -¿Y ya notaste los efectos de la poción que tan desagradablemente rechazaste esta mañana?- preguntó, recordándome lo odioso que había sido. -Si. Lo siento por eso. ¿Puedes ayudarme? Los pantalones no están tan mal, pero, necesito una...- un sonido como de desgarrón se oyó a mis espaldas. -¡Necesito una camisa ya!- dije desesperado. -Necesitas todo un uniforme completo.- se rió. -Por suerte, Amelia pasó por Madamme Malkin justo a tiempo para recoger ésto.- dijo. Y levantó un paquete de la mesa. -Creo que te irá bien.- añadió mientras me lo pasaba.

Me volví a encerrar en el baño y desaté el paquete. Dentro había una camisa azul marina con ribetes de plata. El pantalón y la capa eran negros, y tenían un león bordado, similar al de Gryffindor, pero plateado, y sosteniendo una P en un estandarte. Me probé mi atuendo. Se veía genial. Salí emocionado -¡Tengo un uniforme personalizado!- dije -Y se te ve fabuloso.- añadió mi padrino con un guiño. -¿Por qué no me lo diste antes de entrar al baño?- pregunté. -¿Y robarte la experiencia de ver por ti mismo los efectos de tu trabajo?- preguntó. Había un brillo en sus ojos, que no era el habitual, divertido. No. Estaba orgulloso, y... ¿nostálgico, tal vez? -¿Está todo bien, Sirius?- pregunté. -Te ves como un joven James. Él estaría muy orgulloso si te viera.- dijo. Sonreí. -Gracias. Pero al menos estará feliz de que seas tu quién me vea.- respondí.

Cuando bajamos, mi comitiva me esperaba al pie del árbol. Todos llevaban azul y plata en sus prendas. Me sentí reconfortado. La señora Bones, llevaba un vestido azul con ribetes plateados y una capa negra. La señora Regnantis traía una falda y sombrero negro con costuras plateadas y una camisa azul. Lupin y mi padrino estaban de traje negro, con capas azules iguales. Todos ellos, además llevaban un botón azul con el león de plata y la P en sus prendas. -¿Listo?- preguntó el profesor Lupin. Asentí con la cabeza y les sonreí a todos. -¡Abran paso al campamento Potter!- gritó mi padrino. -¡Y al futuro ganador del torneo de los tres magos!- añadió la señora Regnantis. Y luego sonrió y se corrigió. -Siempre y cuando no tengas que ir mano a mano contra mi niña, Harry. Si es así, espero me perdones, pero estaré deseando que Ferox te aplaste.- soltó con un guiño. Me reí. -Está bien, señora Perit. Después de todo lo que ha hecho por mi, y lo desagradable que he sido... Estaría bien si no me alentara en lo más mínimo.- respondí -¿Y ver todo mi trabajo yéndose por el drenaje? Oh, no, cariño. Estaré en el palco de profesores gritando que arrases con todo lo que tengas en frente.- afirmó a medio camino entre un regaño y un comentario divertido. No costaba nada imaginar a Pertinax gritando desde el palco de los profesores. Era una mujer muy competitiva. Así que, si llegaba a pasar, sabía que me reiría, aún si terminaba muerto, moriría con una sonrisa.

...

IGNATIUS

Llegué temprano al banquete. En la mesa de los profesores, el profesor Newt charlaba alegremente con el profesor Dumbledore. Me quedé de pie esperando a Hagrid. Cuando su inmensa y peluda figura apareció buscamos sitio y nos sentamos juntos. Se veía contento -¿Qué pasa Hagrid?- pregunté. -¡Nada!- respondió evitando mi mirada. -¡¿En serio quieres que te crea?!- pregunté riendo. -¡Ey, tengo algo que contarte!- dije emocionado, recordando por qué lo había estado buscando. -Ah, ¿si?- preguntó Rubeus, aliviado de cambiar de tema. -Si. Pero tienes que jurar con tu vida y tu nueva varita que no dirás nada.- pedí. Hagrid se aclaró la garganta y se acercó asintiendo. -¡He visto dragones!- solté emocionado, pero intentando mantener mi voz en un susurro. Hagrid estuvo a punto de atragantarse con su jugo de calabaza -¿Cómo?- preguntó con los ojos como plato -¡Shhh!- lo regañé -El profesor Scammander me los ha mostrado. Creo que los trajeron para el torneo.- murmuré. -Dijo que quería compartirlo porque sabía que me apasionan las criaturas mágicas y...- entonces comprendí lo que eso implicaba, y sonreí... -¿A ti también te los mostró, verdad?- pregunté. Hagrid comenzó a jugar nerviosamente con sus dedos. -Yo... yo no... ¿entiendes? no podía...- balbuceó. -¡Hagrid! Lo entiendo. Dumbledore arriesga mucho al admitirte como alumno nuevamente. No estoy enojado.- afirmé y Hagrid suspiró aliviado. -De todas maneras es un alivio tener con quién hablarlo.- dijo sonriendo bajo su barba. 

-¿Entonces, tú también crees que se trate de algo relacionado al torneo?- pregunté. -Bueno, no nos van a dar clases con dragones de verdad...- razonó Hagrid. Me reí. -¿No lo harías?- pregunté. Hagrid se sonrojó bajo su barba. -Tal vez...- reconoció. -Pero el profesor Scammander no lo haría.- dijo a la vez. -¿No crees que tengan que pelear con uno de ellos, verdad? ¡Hay uno por cada participante!- Hagrid cambió el gesto. Sus ojos se ensombrecieron. -El profesor Scammander ha hecho una carrera sobre la base de respetar a las bestias y protegerlas. No creo que permitiera algo así. Pero a manos de Fudge, no me sorprendería que tuvieran que sacarle el corazón a las pobres bestias.- respondió. Nuestra conversación, como todas las que se llevaban en el salón comedor se interrumpió cuando vimos llegar a Harry. Él y su comitiva estaban distinguidos por los colores azul y plata. Era fácil detectarlos en el abarrotado comedor. Definitivamente éso era lo que buscaban. Cuando pasó por nuestra mesa, nos dedicó un saludo con la mano, y nosotros le respondimos. -¡¿En serio lo saludan?! Si fuera ustedes, evitaría ser visto socializando con Potter.- dijo una chica pecosa sentada junto a nosotros. -Al menos se dignó a quitarse el uniforme de Hogwarts.- murmuró otra. -¿Por qué no te metes en tus propios asuntos Camille?- Soltó Susan Bones. Su tía estaba entre la comitiva de Harry. La chica la miró con gesto de asco y nos dio la espalda. 

-Disculpenla.- dijo Susan. -Habitualmente son dos chicas lindas, pero desde que Harry y Cedric fueron seleccionados se volvieron locas. Son las "presidentas" del comité de apoyo a Cedric, lo que significa que son las principales detractoras de Harry.- explicó. -Lo entiendo.- dije, pero Hagrid cerró un puño del tamaño de un huevo de dragón. -¡Yo no!- rugió. -Alguien le ha hecho una jugarreta muy sucia a Harry, ¿y ahora tiene que soportar que su propia escuela se ponga en su contra?- protestó mirando al rededor. Todas aquellas caras de odio que le dedicaban a Harry en cuanto pasaba. -¿El mundo se ha vuelto loco o son todos estúpidos? Quién le haya hecho esto a Harry merece ser alimento de los dra... De dragones... En general. Porque no hay dragones en específico. Quiero decir, ¿de dónde sacaría un dragón para... No debí decir eso.- balbuceó. Susan lo miró desconcertada. Pero pareció no darle importancia. Negó con la cabeza y desvió la mirada. -Mi tía lo está investigando. Dice que no pudo ser un estudiante.- explicó. -¡Claro que no pudo ser un estudiante!- Intervine. La chica a la que Susan había llamado Camille hizo un ruidito despectivo. -Oh, seguramente nuestra nueva amiga Camille tiene una brillante idea de cómo engañar un artefacto mágico milenario... Adelante, chica... explícanos tu teoría, soy todo oídos.- solté con una sonrisa sarcástica. Ella cerró la boca y volvió a darnos la espalda. Resoplé, poniendo los ojos en blanco. -Como sea, por antiguo y poderoso que sea el cáliz, claramente no era infalible...- continuó Susan. -Pero debió ser alguien muy poderoso.- añadí yo. -O algún tipo de magia desconocida.- añadió bajando aún más la voz y lanzando una significativa mirada a la mesa de Ravenclaw. -¿Magia desconocida? ¿Te refieres a...?- no conseguí terminar la pregunta, ella asentía con la cabeza. -Hay un rumor: una chica de primero dice que la vio antes de que llegara aquí, que hizo explotar las vitrinas de medio callejón diagon antes de caer desmayada. Y que la admitieron antes en Hogwarts para mantenerla controlada.- susurró. Hagrid abrió y cerró los ojos fuertemente, como si intentara sacudirse un mal sueño.

-E... eso... no es... Eso no es exactamente así.- conseguí afirmar, pero ella me apartó con un gesto de la mano. -Eso es exactamente lo que un amigo suyo diría, pero piénsenlo.. ¿por qué se habrían esforzado tanto por emparejarla con alguien como Invitus Perit. Quiero decir.. él no es exactamente material de niñera, y mucho menos la pareja ideal que papi Snape habría elegido, sin embargo, allí estaba el profesor, pidiéndole que fuera su "tutor".- fingió aclararse la garganta como si aclarara un punto con ello. -Supongo que no esperaba que el tiro le saliera por la culata, y que su propio favorito se entrometiera en sus planes... y en la cama de su hija, medio bicho.- sentenció. Hagrid se ruborizó.  -Estás hablando de tu futura hermanastra... ¿no creerás que ella tiene algo que ver, verdad? ¿Qué motivos tendría?- Me miró con profundo desprecio. -Amelia no es mi madre, es mi tía. Y aunque se case con Severus, Lilith y yo no tenemos nada que ver. En cuanto a sus motivos... Eso es lo que intento averiguar. Tu estuviste junto a ellos este verano... ¿sabes de algo que hiciera Harry que pudiera molestarla?- arremetió. -¡No! Lilith y Harry son amigos, todos somos amigos...- respondí molesto. Ésta conversación ya no me gustaba nada. 

...

HARRY

Mientras caminábamos por el gran comedor, muchas miradas se posaron en nosotros. La mayoría fueron de desagrado e ira, ya que pensaban que había hecho trampa. Pero sinceramente, no me importaba lo que pensaran los demás. Yo sabía que no había ingresado al torneo voluntariamente, y eso era todo lo que importaba.

Después de que mis auto proclamados profesores y directora se dirigieran a la mesa de profesores del gran comedor, yo me senté en la mesa de Gryffindor, junto a Hermione y los demás merodeadores de dicha casa, salvo Ron y Ginny. Mione sostuvo mi mano bajo la mesa y sentí su calor tan cercano calmar mis nervios como un hungüento. -Te extraño.- susurré. Ella me sonrió -Yo también.- respondió y apretó mi mano. Miré a lo lejos a mi mejor amigo y su hermana, que se dedicaban a comer y hablar entre ellos. Me dolía que de todos los merodeadores, fuera Ron quien eligiera no creerme. Fred captó mi mirada y sonrió -Relajate Harry, ya se le pasará.- Negué -No, no lo hará. Está celoso. Y no quiere escuchar razones.- George miró a Ron y luego a mi -Ronald siempre está celoso de alguien, únete al club.- murmuró. -Hey, Harry, todo estará bien. ¿De acuerdo? Tu mantente enfocado y sobrevive.- añadió Fred. Juliet me sonrió del otro lado de la mesa y Neville asintió dándome seguridad. Miré a la mesa de profesores y vi a Sirius sonreir desde ella, me dedicó un guiño y alzó su copa. Todo lo que necesitaba era el apoyo de las personas que me querían, y allí estaban.

Después de que todos se acomodaran en las mesas, la comida apareció de inmediato en los platos. Como teníamos invitados de muchas partes del mundo, la comida que había en las mesas también era de las regiones de donde venían los estudiantes. Había platillos de toda Europa para los estudiantes de Beauxbatons y Durmstrang, de América por los estudiantes de Castelobruxo e Ilvermorny. Y también platillos Africanos por los estudiantes de Uagadou. La mayoría de los estudiantes de Hogwarts solo comían lo que ya conocían de toda la vida, pero yo, junto con los merodeadores y los gemelos Weasley nos dimos a la tarea de probar cuanto platillo extranjero pudiéramos. -Me pasas la putanesca?- pidió Hermione. George llevó una escandalizada mano a su pecho -¡¿Cómo me llamaste?!- chilló. Mione rió -La pasta, que me pases la pasta, ¡mente retorcida!- insistió. La comida continuó sin sobresaltos. Cuando los postres llegaron Juls y Neville se adueñaron de una enorme bandeja de bolitas dulces procedentes de Brasil -Creo que le llaman brideros-. murmuró Neville con la boca llena -BRIGADEIROS.- lo corrigió Juls con los ojos llenos de lagrimas por contener la risa. -Y son celestiales.- añadió.

Todos estábamos llenos hasta el borde, cuando Dumbledore se puso de pie para anunciar la fecha de la primer prueba. Esperaba que también nos diera alguna pista de a que nos íbamos a enfrentar, pero no albergaba demasiadas esperanzas. La señora Regnantis y la señora Bones me habían dicho que la primera prueba, era una prueba para demostrar mi valentía e ingenio, y que para ello era necesario que la enfrentara a ciegas. El director de Hogwarts esperó a que todo el gran comedor quedará en silencio antes de aclararse la garganta y comenzar. -Espero que hayan disfrutado de la cena.- dijo con su afable sonrisa de abuelo de siempre. -Nos reunimos hoy en especial, para informarle a los campeones y a las demás personas presentes, que, dentro de una semana, el quince de este mes de octubre, asistiremos a la primera prueba del torneo.- anunció, levantando murmullos de todos los presentes. Luego de que el silencio volviera a reinar, continuo con el aviso. -Los campeones serán dirigidos al lugar donde será la prueba por sus profesores, mientras que los demás estudiantes serán llevados desde aquí, el gran comedor, por los prefectos, a los que se les mostrará el lugar el día anterior.- Luego palmeó las manos. - Sin nada más que decir, les deseo buenas noches.- dijo el director, antes de dar final a la cena.

...
JULIET

-¡Una semana! En una semana tendré que demostrar mi valentía e ingenio. Sea lo que sea que signifique.- soltó Harry con preocupación. -Jovenes, buenas noches.- dijo una voz detrás de nosotros. Me volví para encontrar al mismísimo Albus Dumbledore detrás de mi. -He notado que, algunos estudiantes son... buenos amigos de el señor Potter. Visto que el mismo debe pernoctar fuera del castillo quisiera extender la misma cortesía a quienes lo deseen. Si alguno de sus amigos desea trasladar su residencia temporalmente al campamento Potter, solo infórmenselo a los jefes de sus casas. Serán, por supuesto alumnos de Hogwarts, pero se les permitirá portar los colores de su amigo, y acompañarlo en su residencia.- Informó. Nosotros miramos a Harry al mismo tiempo. -Harry, ¿te gustaría que...- no pude terminar la pregunta, Harry había recibido aquella noticia como un bálsamo que curaba todos los pinchazos de miedo y soledad. -¡Por supuesto!- dijo casi saltando de su silla. -Deberíamos avisarle a los demás.- dijo Mione y corrió en dirección a la mesa de Hufflepuff. Me di vuelta y busqué el cabello azúl de Invitus y corrí hasta allí. 

Algunas horas después Fred, George, Neville, Hermione, Draco, Thad, Ignatius, Hagrid, Luna, Invitus, Lil y yo habíamos arrastrado o levitado nuestros baúles a la casa del árbol. Los adultos del campamento habían recibido nuestras cosas, pero nos habían impedido el paso. -La entrada para estudiantes está por allí.- dijo Sirius con una sonrisa macabra, apuntando unos 6 metros de cuerda que colgaban con un movimiento soso. -¡Tienen que estar bromeando!- chillé. -Las reglas, son las reglas, señorita Diggs.- dijo Madame Bones. -Harry no tiene permitido ingresar por la puerta, por lo tanto, ninguno de ustedes lo tiene.- explicó simplemente. -¿Van a quedarse ahí protestando o van a subir?- gritó Invitus apurándonos, desde más de media cuerda de altura. Arriba, de pie sobre una plataforma de madera, Harry nos animaba a subir. -Oh, bien, al mal paso darle prisa.- Dije remangando mi camisa, me colgué de la cuerda y comencé a trepar. En cuanto Invitus y yo estuvimos arriba, Fred y George se subieron detrás. Draco miró hacia los terrenos. Se cercioró de que no estaba siendo observado, y tomó su forma animal. La serpiente reptó al rededor de la  cuerda a toda velocidad y al llegar a la plataforma volvió a tomar su forma humana bajo la capa que le tendió Harry -Yo tuve que hacerlo sin magia, pero te doy puntos por recursividad.- murmuró. Detrás de Draco, Neville se colgó. Se balanceó miserablemente y calló de espaldas en el piso. Entonces, entre risas, movió su varita mágica. Las hojas del sauce comenzaron a bajar lentamente trenzándose entre sí, él las sujetó con una mano mientras las dirigía con la otra, depositándolo suavemente en la plataforma de madera.

-¿Es una maldita broma? ¡Dije sin magia!- chilló Harry al ver la facilidad con la que todos lográbamos vencer la prueba de la entrada.- ¡Yo tuve que entregar mi varita!- murmuró enfurruñado. -Hey Potter, obsérvame.- dijo lilith echándose a correr hacia la cuerda. En medio de un salto, se transformó en una pantera que se perdió en la oscuridad. Sus ojos brillando como dos faroles escalaron el tronco. Daco, que ya se había vestido, la cubrió con la capa pero para nuestra sorpresa, cuando volvió a transformarse, la cabeza de Hermione salió de bajo la capa junto a la suya. -¡¿Pero qué...— chilló Draco apartandose. -Tooth- respondió ella suscintamente, y sonrió. Thad fue el siguiente y al trepar por la cuerda con su varita entre los dientes, lo hizo parecer fácil. Detrás de él subió Ignatius, no tan fácilmente, pero aun así logró sortear el desafio. Entonces todos miramos a Luna. -No se preocupen por mi, los hikipunks del árbol me ayudarán a subir cuando estén listos. Ya se los he pedido.- dijo sonriente, mientras se acostaba en el frío cesped. -¡Pero Luna....- comenzó a decir Hermione. -No,- la interrumpió Invitus negando con la cabeza. - déjala.- Luego sacó su varita y musitó - Wingardium Leviosa-. La rubia comenzó a levitar con los ojos cerrados y una sonrisa etérea en los labios - Lo ven, todo lo que hay que hacer es pedirlo con amabilidad y cerrar los ojos.- explicó mientras el hechizo de Invi la depositaba lentamente en la plataforma. - Claro, Luna-. Asentí con una sonrisa. Cuando todos se alejaban le susurre a Invi - Es muy dulce que quieras proteger sus fantasías.- Invitus me miró como si me hubiera golpeado la cabeza. - ¿Dulce? Se habría pasado la noche ahí esperando por los hikipunks. Solo velo por nuestro sueño.-

...
INVITUS

Cuando entramos a la casa, mamá nos estaba esperando junto al resto de los adultos del campamento Potter. - ¿Y bien?- Preguntó a Harry. El chico se encogió de hombros. -¿y bien qué?- preguntó. El profesor Luppin se adelantó -Observaste a tus amigos cumplir la misma tarea que tú. ¿Qué aprendiste? — A Harry se le tiñeron las orejas de rojo. - Yo no diría que todos... - pero mamá lo interrumpió. - Tenían una ventaja sobre ti, no les quite sus varitas, ¿y?— apremió. Suspiré, si Harry no hacia algún progreso, no dormiríamos pronto. -En el torneo, todos tendrán ventajas y puntos fuertes...- expliqué. Los adultos asintieron.

Hermione se acercó a Harry: -¿Cómo pondrías a competir a Thadeus conmigo, o con Lilith si deben subir la cuerda a base exclusiva de fuerza bruta?- Harry lo pensó. -No es posible. Cada uno lo hizo diferente.- Concluyó Harry. Ella asintió mirándolo. -Las pruebas del torneo tienen reglas estrictas.- Explicó Madamme Bones. -Pero son lo suficientemente abiertas para que cada uno haga uso de sus puntos fuertes.- continuó Sirius. Entonces el profesor Lupin volvió a hablar. -Cada uno de tus amigos uso fuerzas y conocimientos propios. Y cada uno trazó una estrategia que lo favorecía en esa circunstancia. Tu cuerpo desarrolló músculos a base de perseverancia y esfuerzo, pero cuando estás a segundos de una prueba, debes resolverlo con lo que tienes a la mano y lo que sabes hacer.- Harry nos miró y asintió -Sé que estas semanas han sido duras para tí, pero nos aseguramos de darte herramientas, mágicas, físicas y mentales, para que tu arsenal sea el más amplio posible. De ésta manera, tendrás más opciones para elegir lo que mejor se adapte: a la prueba, a tus habilidades y al momento en el que te encuentres.- añadió mamá.

 -Esta semana nos enfocaremos en el trazado de estrategias.- continuó Sirius -Pero para eso, necesitamos saber cuales son tus puntos fuertes, así que, meditalo con la almohada.- Harry nos miró, abrió y cerró la boca como un pez y cuando habló, su vos sonó dubitativa y temblorosa. -¿Habilidades y puntos fuertes?- Chilló. -Si, de acuerdo, me han preparado bien, pero no he hecho nada que otros contrincantes, no puedan hacer. Estoy seguro de que Ferox es capaz de hacer todo lo que yo, en menos tiempo. ¡No tengo habilidades!- Todos nos volvimos hacia él. -Harry, eres el jugador de quidditch más joven del siglo...- dijo Ignatius, mirándolo como si fuera estúpido. -Sin mencionar que te enfrentaste a quien tu sabes 3 veces...- contó Lilith con los dedos. -La primera vez cuando eras solo un bebé.- añadió Thad. -Me enfrenté a Voldemort sin saber lo que estaba haciendo. Eso no fue habilidad, fue suerte. ¡Tu lo has dicho, Thad! Ni siquiera era capaz de limpiar mi propio culo la primera vez que lo hice, mucho menos hacerle frente a él.- respondió frustrado. -¿Qué hay del quidditch? Si eras consciente cuando lo hiciste por primera vez. Espero que fueras capaz de limpiarte el culo con 11 años. Sin mencionar lo has repetido en muchas ocasiones.- Apunté. Él rió con desgano. -¡No puedo usar una escoba para las pruebas!- respondió. -Oh, no.- se adelantó Sirius con una sonsira torcida. -No puedes llevar tu escoba. Hay una sutil diferencia.- añadió. -¿Ah si?- preguntó Harry sin comprender. -¡Claro que si la hay!- chilló Mione con emoción. -Puedes llevar tu varita, Harry!- Comprendí inmediatamente qué quería decir y sonreí viendo que Sirius, Remus, Mione y yo habíamos arribado a la misma conclusión. -Si puedes llevar tu varita, puedes usar lo que quieras.- añadí asintiendo.

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