Capítulo 16: Los hilos invisibles.
HARRY
-¡Tienes que estar bromeando!- chilló Ron. -Oh, ¡por favor! El grandioso Harry Potter no podía esperar a ser el centro de atención otra vez, ¿verdad?- bufó ridículamente. -¡¿Qué quieres decir?!- exclamé. Me fastidiaba que insinuara que yo quería ésto. -¡¿No se supone que no te interesaba ésto?! Claro, no te interesó hasta que viste cuanta gente había en el castillo. No podías dejar pasar la oportunidad de ser importante para todo el mundo mágico.- soltó levantando un dedo acusador. Jadeó. Estaba tan molesto que toda su cara se había puesto como un tomate. -¡Ron! Soy Harry, tu mejor amigo. ¿De verdad crees eso de mi?- exclamé. -¿Y qué es lo que hay que creer? ¡Tu nombre fue elegido! ¡Tuviste que ponerlo de alguna manera!- me acusó. -¡Ron, ésto es ridículo! Ya escuchaste a McGonnagall, Harry no tiene alternativa, mas que participar. El torneo es un duelo de habilidad, y todos sus contrincantes son mayores y más preparados que él.- Ron puso los ojos en blanco -Por supuesto que ibas a estar de su lado.- arremetió contra Hermione. -¡No estoy de su lado!- me echó una mirada y sus mejillas se colorearon. -Quiero decir...- lo pensó un momento. -Lo estoy, y tú también deberías estarlo. ¡Todos aquí deberían estarlo! Harry no puso su nombre en el cáliz de fuego. Ya lo oíste, y si no lo hizo, quien se aseguró que su nombre estuviera allí, no es su amigo.- Ron no la miró. -Claro, Dumbledore y tú le creen. ¡Qué grandes referencias!-
Hermione se hizo hacia atrás, consternada -Vaya, gracias por la confianza en mi. Pensé que eras mi amigo.- dijo dolida. Ginny se adelantó y puso su mano sobre el hombro de Ron. -¡Vamos Hermione! No puedes esperar que le creamos a Harry basados en el hecho de que Dumbledore y tu le creen. El director siempre ha tenido un favoritismo claro por Harry, y tu... bueno... ya sabes...- Hermione miró a Ginny, que se había puesto del lado de su hermano. Era raro, ya que generalmente cuando peleaban, que era habitual, ella siempre tomaba partido por Hermione. -¿Ya sé? Pues la verdad es que no. No lo sé. ¿Qué quieres decir?- exigió Mione. Puse mi mano en su hombro, intentando apaciguarla. Podía adivinar lo que se avecinaba. -¡Que te acuestas con él, Hermione! Todo el mundo lo sabe.- asestó Ginny. -Tu opinión sobre Harry no es, ni de cerca, imparcial.-
Ésta vez le tocó a Hermione ruborizarse. Tembló levemente y cerró la boca de golpe. En la sala común se escucharon algunos cuchicheos y risitas. Juliet, que había estado sentada junto al fuego con los gemelos puso los ojos en blanco y resopló. -Claro, avergoncemos a una chica por su vida sexual, porque eso es taaaaan adecuado.- soltó mientras se ponía de pie. Ginny no se ofendió. -No lo hago, por mi puede acostarse con cada uno de los chicos del colegio, pero que no pretenda que le creamos a Harry solo porque ella lo hace. Convengamos en que tiene más de un motivo para asegurarse que Harry es inocente. Motivos, a los que, por fortuna, nosotros no estamos atados.- dijo casi con sutileza. Luego echó una significativa mirada a Hermione y asestó -Y por "motivos" me refiero a su varita.- exclamó con suficiencia, echando por tierra las sutilezas.
Juls caminó hasta nosotros, me miró a los ojos y asintió. No necesitaba decirlo, pero aún así lo hizo: -Pues yo le creo. Y no me acuesto con él, ni tampoco tengo favoritismos de los que me puedas acusar. Solo creo que es mi amigo, y que si hubiera roto las reglas, los merodeadores seríamos los primeros en saberlo.- se enfrentó a Ginny y Ron con su intensa mirada, el pelo lacio y castaño le enmarcaba la cara, confiriendo más determinación a su gesto. -Yo le creo a mis amigos.- sentenció. Fred y George se pusieron de pie, y abrazaron a su hermana, intentando evitar lo que podría estallar en un duelo a muerte. -Harry no nos dejaría hacer el ridículo si hubiera encontrado la manera de engañar la línea de la edad.- dijo George. Su hermano terció el gesto -Hum, en realidad, George, si, lo habría hecho. ¡Yo lo hubiera hecho!- soltó con desparpajo, pero inmediatamente volvió a endurecer su gesto todo lo que pudo. Se aclaró la garganta. -Pero aún así... Harry no lo hizo. Estoy seguro.- sentenció con una sonrisa de satisfacción dirigida a mi. -Gracias.- dije mirándolos.
Ron y Ginny compusieron muecas incómodas, se dieron la vuelta y fueron a sentarse en las butacas que Juls y los gemelos habían dejado libres. -¿Y bien? ¿Cual es el plan?- dijo Juls. -¿El plan?- la miré desconcertado. -Bueno, McGonnagall dijo que no tienes opción más que participar del torneo, y ya viste a tu competencia... la hermana de Invitus, Victor Krum, ¡incluso el chico de Hufflepuff está más adelantado que tú¡ Con tres años más de clases en Hogwarts, debe tener algún truco bajo la capa, estoy segura. ¿Qué planeas hacer tú?- se explicó. -¡No lo sé! Sobrevivir, supongo.- dije con aire confundido. Comenzaba a sentir náuseas. -¡Esa es la actitud!- dijo Fred. -Apostaré a que sobrevives en los juegos, aunque... ¿crees que perderás alguna extremidad? De seguro pagarían mejor si acertamos en eso.- añadió George. Hermione los golpeó en la parte de atrás de la cabeza con un grueso libro y ambos se quejaron. -¡No herirán a Harry! ¡Es Harry Potter! Yo apostaría a que ninguno de esos chicos querría hacerle daño, es famoso.-
-Si, ese soy yo, el famoso Harry Potter. Sería más simple si me pintara una diana en la espalda.- solté con desesperación. Juliet tenía razón, toda mi competencia era peligrosa, Margani, la chica de uagadou era una trasfiguradora experta, la había visto en el patio transformarse en una especie de cocodrilo enorme, que daba miedo, como si tal cosa fuera lo más normal del mundo. Fleur Delacour era una veela. ¿Podría ponerse a bailar y obligarme a ayudarla a ganar? ¡No, yo era inmune a la magia de las veelas, gracias al ritual del gomacouy! ¡Gracias Invitus! Había escuchado que Ashanti, de ilvermorni, era una cambiapieles, y fuera lo que fuera no sonaba bien para mi. Viktor Krum, perfectamente podría dispensar de su varita y aún así ser amenazador. ¡El tipo era una mole de músculos ágil y veloz: podría fracturarme la cara si se lo propusiera!
Ferox Perit, era alguien con quien no querrías cruzarte. Había estado en su ciudad, y si había aprendido algo de su familia es que no solían tomarse las cosas con calma. Ni siquiera querría enfrentarme a su hermano menor. No quería saber de lo que era capaz una Perit que había sido educada desde los 5 años en magia, con un gusto levemente sádico por las plantas carnívoras y el apoyo de una escuela que hacía énfasis en la herbología. Y luego estaba Cedric: puede que no pareciera tan feroz como contrincante, pero aún así, qué podría hacer yo contra un estudiante avanzado, que además era dedicado, un prefecto, que sabía volar tan bien como yo y que, como cereza del pastel, contaría con todo el apoyo del colegio, al ser el campeón oficial de Hogwarts. Se me encogió el estómago al pensar que, de pronto, podría no contar con el apoyo del colegio.
...
THADEUS
Por la mañana, me encontré con Draco en la sala común. -Buenos días Crawler.- saludé con la mano. Me devolvió el gesto y cerró su libro con desánimo. -Si vas a desayunar, te acompaño. Me vendría bien poner algo en el estómago antes de clases. Oí que Ilvermorni dará una demostración sobre magias nativo americanas, y quiero ir a verla.- dijo. Hice un gesto de incomodidad. -¿Como vudú y esas cosas?- pregunté un poco incómodo. Él rió, luego negó con la cabeza y sonrió con suficiencia. -No, el vudú tiene raíces europeas y africanas. Llegó con los emigrantes... Aunque hay una fuerte corriente en el sur de Norte América, las artes nativoamericanas provienen de sus culturas autóctonas. Deberías esforzarte un poco más en Historia de la magia... Y no me refiero a las guerras que Bins insistía en repetir, me refiero a la verdadera historia, dónde y cómo surge la magia que usas hoy.- sentenció. -¿Quién es Bins?- pregunté. -Claro, tu estatura suele hacerme olvidar que no tienes el disgusto de haber asistido a una clase con Bins. Creeme, sería más divertido ver el pasto crecer.- Me removí incomodo. -Nunca me ha gustado la historia.- murmuré. Draco negó con la cabeza divertido -De cualquier modo, la demostración es sobre las artes de los pueblos originarios; los skin wallkers y toda esa maravilla.- explicó en tono de fascinación: -claro, toda esa maravilla...- repetí como atontado.
Mi estómago gruñó como una respuesta. Necesitaba poner comida en mi pancita antes de que me explicaran cosas tan complejas. Draco se me quedó mirando y entonces soltó el libro sobre el sofá y se puso de pie fluidamente, desperezando y estirando su larga espalda, verdaderamente era como ver el movimiento de una serpiente, pensé que habíamos sido muy tontos al no atisbar sus similitudes antes del ritual -Entonces vamos.- dijo. Por el camino el tema de Harry salió a relucir, ya que muchos de nuestros compañeros de casa habían decidido usar una especie de botones que decían "Apoya a Diggory, Potter apesta.". -Vaya, nunca he visto tanto aprecio por Hufflepuff en estudiantes que pertenecen a ésta casa.- comentó con sorna -¿Apoyarás a Harry?- pregunté mirando las insignias. -Si, lo haré.- respondió tajante. -Pero... hizo trampa. ¡No tiene 17 años!- Draco me miró. Ya no quedaba atisbo de su sonrisa, ahora su gesto era adusto, casi oscuro -Harry Potter me apoyó cuando casi nadie lo hacía. Me recibió en su familia... Lo apoyaría aunque hubiera hecho trampa, y además, dice que es inocente. Y yo le creo.- respondió con el seño fruncido. Entonces su semblante volvió a relajarse -Además, ¿para qué querría arriesgar su vida contra estudiantes que claramente lo demolerán?-. Lo medité un segundo. -No lo sé ¿notoriedad? Está acostumbrado a ser la estrella del circo.- respondí. Él se echó a reír. Parecía que lo encontraba divertido. -Haga lo que haga, siempre será el niño que vivió. El chico que se enfrentó a la maldición asesina y vivió para contarlo. ¡Se enfrentó a un basilisco con 12 años, y demostró la inocencia de Sirius! ¿En verdad crees que necesita más notoriedad?- negó con la cabeza. -No, Harry Potter detesta ser ese chico del que todo el mundo comenta. Creeme, no lo haría. No por esa razón al menos. Si lo hizo, tendrá motivos de peso. Y sino, alguien quiere verlo muerto.- respondió.
Nos quedamos callados el resto del desayuno, pese a que varios Slytherin intentaron llamar nuestra atención -Hey, Malfoy, ¿te gusta mi broche? ¿o lastima tus sentimientos?- dijo Flint. Draco apretó la mano al rededor del tenedor, hasta que sus nudillos se pusieron blancos. Estaba seguro de que quería incrustar su puño en la cara de Marcus, pero se mantuvo callado y con los ojos fijos en su plato -¡Basta Marcus, no te metas con Draco, o el chico de segundo año saltará en su defensa.- dijo Crabbe entre risas. Levanté mi cara con ira, pero Draco estiró su mano y la puso sobre mi pecho -No.- murmuró aún sin levantar la cabeza. -O peor aún,- dijo Goyle. -te acusará con el mugrosa sangre sucia de su suegro.- murmuró sonriendo. Mi amigo se puso de pie y me miró. -Vámonos.- dijo, constricto. Me paré a su lado. -¡Oh, no vas a darme la espalda, asqueroso, traidor a la... ¡aaaah!- Todo pasó demasiado rápido, Flint se había puesto de pie, sacando su varita detrás de nosotros pero antes de que pudiera hacer nada, un destello de luz había aparecido -¡Atacar por la espalda, ¿eh?! ¡Es eso lo que te enseñan en casa! ¡Sabandija, despreciable!- El profesor Moody sacudía su varita mientras una lagartija se estremecía por el aire. -¡Alastor! ¡¿Qué estás haciendo?!- chilló la profesora McGonnagall corriendo para alcanzarlo -¡Educando!- chilló éste a su vez, sin quitar los ojos de encima de la lagartija.
El profesor Prince se acercó también, pero a diferencia de la profesora, éste lo hizo con sádica parsimonia, como si no tuviera prisa por detenerlo. -Fue suficiente, Alastor.- dijo entonces. El profesor de defensa contra las artes oscuras liberó entonces a la lagartija, que se escabulló entre los platos hasta que el encantamiento de la profesora McGonnagall lo alcanzó, y entonces, Flint se encontró a cuatro patas en medio de la mesa de slytherin. Me contuve para no reir, pero el resto de estudiantes que desayunaban no lo hicieron. -¡Alastor, aquí no usamos las transfiguraciones como castigo!- dijo la profesora, ayudando a Marcus a bajar de la mesa. Tenía restos de huevo frito en el cabello y una cara de espanto que yo podría haber usado como talismán para el buen humor. -¡Lo ha insultado, profesor! ¡Marcus y sus amigos han estado molestando a Craw... a Draco.- me corregí justo a tiempo. El profesor nos miró y luego a Crabbe, Goyle y Flint. -Lo ha llamado sangre sucia.- dijo Draco por lo bajo, con los dientes apretados y la mirada clavada en el piso, como si hiciera un esfuerzo sobre humano para no explotar. -Hm, comprendo.- dijo Severus. Una chispa se iluminó en los ojos del profesor. No era alegría, ni emoción. Era desagrado, tal vez ira. Era difícil decirlo, porque el profesor era tan expresivo como un ladrillo. -¿No tienen clases?- dijo entonces, cambiando radicalmente el tema, pero su mirada estaba ya fija en los otros tres. Comprendimos que era nuestro pie para irnos, y salimos de allí como alma que lleva el diablo.
Llegamos a la puerta del comedor, pero antes de que la cruzáramos, la cara de la mamá de Invitus se nos atravesó en el camino, miré hacia atrás: el profesor Prince seguía parado donde lo habíamos dejado. Me sentí como un cerbatillo atrapado entre dos leones, hasta que la señora Perit miró a mi amigo y se le iluminó la cara -¡Draco, cariño! ¿Cómo estas?- dijo plantándole un beso en la mejilla a mi amigo -¿Has puesto en práctica los trucos que practicaste durante el verano? ¡Estoy segura de que te va muy bien en clase de pociones!- dijo dándole un abrazo. Crawler pareció olvidar su ira y se relajó en aquel gesto tan reconfortante. -Gracias, Tina. Estoy bien.- mintió, pero con una sonrisa tan radiante, que hasta yo le habría creído. -¿Pero, qué hace aquí?- soltó desconcertado. -No es importante, querido.- respondió ella, y entonces se encaminó hacia la mesa de los profesores. Al verla, el director se puso de pie, y luego volvió la vista más allá de nosotros, hacia la puerta nuevamente, me di la vuelta, la novia del profesor Prince, había entrado también al gran comedor y caminaba a paso veloz detrás de la señora Perit. Sin perder un momento, caminamos detrás de ellas, buscando entre las cabezas de nuestros compañeros, a algún otro merodeador. Cuando encontramos a Lilith nos sentamos junto a ella. Invitus estaba al frente. -¿qué hace tu madre aquí?- murmuré. Él se encogió de hombros. -Ni idea,- respondió con la boca llena. -Creí que ustedes lo sabían, a mi no me ha saludado.- añadió luego de tragar.
Crawler alzó una ceja, suspicaz-Claro, un día Harry es misteriosamente seleccionado para un torneo en el que tiene altas probabilidades de morir, y al día siguiente tu mamá, que casualmente es la esposa del jefe del GoMaCoUy, aparece en el colegio. ¿Por qué esos dos sucesos estarían relacionados?- dijo, rascándose el mentón. Invitus bajó la voz y se acercó por encima de la mesa. -Anoche les escribí contando lo que había pasado, pero no creí que vendría.- explicó. Entonces, el señor Black entró al comedor y corrió a la mesa de profesores con el profesor Lupin pisándole los talones. Miré hacia la mesa. Parecía que estaban discutiendo, pero no alcanzaba a oír nada. Estábamos demasiado lejos. -¡Ey, miren!- susurró Lil con una sonrisa. Apuntaba disimuladamente a un pequeño ratón que se había quedado estático, viendo la conversación que se llevaba a cabo desde detrás de una pata de una mesa. -¡Hermione!- murmuró Invi con satisfacción.
Vimos al ratón desaparecer por el pasillo, y, de algún modo, todos supimos que hacer. Recogimos nuestras cosas y salimos del comedor. Cuando estuvimos seguros de que nadie nos veía, saqué mi mapa y lo abrí -juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.- le dije, entonces vimos a los medoreadores correr por los pasillos en grupos pequeños. -Vamos a buscar a Luna.- me dijo Invi, señalando el único puntito que representaba a un merodeador, que se había quedado en el comedor. -¿Por qué no vas tu?- dije confundido. Invitus me sujetó por la muñeca y tironeó. -Nos vemos en la sala.- dijo, guiñando un ojo divertido, y volvió al salón comedor tirando aún de mi.
...
DRACO
Tomé a Lil de la mano y comenzamos a caminar, tan rápido como podíamos sin que fuera sospechoso. Sin darme cuenta, me había quedado con el mapa del merodeador en la mano, y caminaba sujetándolo delante de mi. Si alguien lo hubiera visto, tendría que dar demasiadas explicaciones, pero justo cuando dos chicas de Hufflepuff estuvieron a punto de verlo, Lilith tiró de mí, haciendo que rotara mi cuerpo y el mapa quedara oculto entre el suyo y el mío.Recorrió mi cuello con su mano, mirándome a los ojos, como si no hubiera nada más que nosotros en ese momento. Las chicas solo habrían visto una pareja excesivamente cariñosa, pero nada memorable. En cuanto las vimos doblar por el pasillo, Lil usó la misma mano para empujarme lejos de su propio cuerpo. -Lo siento.- dijo ella, fría como el hielo. Apartó la vista y me soltó. -No hay problema.- dije sonriendo. -¡No seas idiota!- dijo ella, pero también sonreía. -¿Hasta cuando vamos a seguir con ésto?- dije. -¿Con qué?- me miró desafiante. -Peleamos, me mandas a estar con quién sabe quién, coqueteamos, volvemos a estar juntos, y luego se repite el proceso sin que lo hablemos jamás. ¡Me gustas Lilith! Me gusta estar contigo. Pero mi mundo entero se vino abajo hace relativamente poco, y me entantaría tener una relación levemente más estable que un paseo en hipogrifo. ¿Quieres estar conmigo?- solté exasperado. -Porque honestamente, no puedo seguir dejando que me aceleres el corazón, me mires como si no existiera nadie más, y luego me apartes y te disculpes. Me gustaría que si decides acercarme, me quieras cerca, y si me apartas, que decidas hacerlo permanentemente.- afirmé. Sin darme cuenta mis manos habían ido a dar a mi cabeza, confiriéndome un aire profundamente trastocado. Finalmente, mi exterior reflejaba el caos que había en mi interior.
Ella miró al rededor y me empujó a un pasadizo. -¡Claro que quiero estar contigo, idiota! Lo que no quiero, es que cada vez que hable con Invitus, te entren ganas de volver a ser el imbécil Malfoy. Lo que no quiero, es volverte a oir decirme Mestiza, como si mi ascendencia fuera un insulto, y por último, lo que no quiero es verte la cara de lelo cada vez que estás a solas con Hermione Granger.- me espetó. Tragué saliva. -Mira, Hermione me gustaba, ¿ok? ¡Y mucho! Es verdad, pero luego... luego me gustaste tú, y entonces empezamos a salir, y mi familia me desconoció, pero yo no...- tomé aire, sabía lo que debía decir, solo esperaba que no sonara como un patán engreído. -¡No me arrepentí! Y tuve que cambiar mi apellido, mis creencias, mi status...- comencé a explicar. Ella frunció el seño y se cruzó de brazos. -¿Debería darte una medalla por no ser un mortífago como papi?- espetó. -¡No!- trastabillé con mis palabras. -Lo haría de nuevo. Todo de nuevo. Lo que quiero, es que entiendas. Puede que Hermione fuera una especie de... debilidad.- dije, escogiendo mis palabras con cuidado. -Pero a la hora de la verdad, yo la veía así, como si mis creencias flaquearan cuando estaba cerca. Como si fuera menos Draco Malfoy por su culpa. En cambio, cuando te conocí a ti... tu no me causabas debilidad. Contigo era fuerte. Fuerte para enfrentarme a mi familia, a lo que toda mi vida acepté como válido y verdadero. ¡Y yo volvería a hacerlo todo de nuevo!-
Ella abrió los ojos como si acabara de darle una cachetada. -Además... tu, con Invitus... tienen tanto en común.- ella puso los ojos en blanco. -¡Entre Idiotus y yo...!- comenzó a decir, pero no pude contenerme. -No. No es verdad que no hay nada. Siempre habrá algo. Fue tu primer contacto con éste mundo, tu primer contacto real. Él te enseñó a dominar tu magia, estuvo en tu cabeza y tú en la suya. Siempre habrá una conexión especial entre ustedes. ¡Pelean como un matrimonio de viejos!- dije y me reí de mi propio chiste. -El hecho es que, si, Hermione ha sido mi gran debilidad, e Invitus será siempre tu ancla. Pero eso no quiere decir que quieras amarlo ahora,- di un paso hacia ella -no como a mi.- acomodé un mechón de su cabello tras la oreja y sostuve su mentón para que me mirara.
-Dime que no lo amas.- casi le rogué. Ella volvió a poner distancia entre nosotros y se abrazó el torzo -Él me rechazó.- dijo de pronto. Me quedé en silencio, observándola. -Él me gustaba. Pensé que yo también. Pero cuando intenté besarlo, me dijo que era su amiga, y nada más.- dijo sin mirarme. -Fue antes de que llegara a Hogwarts. Después empezó a salir con Luna.- Entonces levantó la cabeza. -Lo sé.- atiné a decir. -Dime que no lo amas.- insistí. -Que te quede clara una cosa: Entre Invitus Perit y yo solo hay una amistad. Es todo lo que ha habido y es todo lo que habrá- dijo firmemente. -Igual a lo que hay entre Hermione y yo.- dije con una sonrisa y rematando cada palabra con un golpecito de mi índice en su nariz. Ella sonrió. Volví a acercarme y ella cerró la distancia, haciéndose hueco en mis brazos. -¿Puedo besarte?- pregunté, rozando su nariz con la mía. -Solo si dejamos de pelear por ésta estupidez.- me pidió, acerqué mi cara a la suya nuevamente, podía oler su aliento a hierba buena. Cerré mis ojos ante su agradable sensación y entonces... -¡Perdonen, parejita, pero tenemos prisa!- la voz de Thadeus nos sacó de aquel momento de intimidad. Asomé la cabeza desde el pasadizo: Thad, Invi y Luna estaban fuera, el peliazul sostenía el mapa del merodeador en una mano y la varita en la otra. Alzó las cejas con picardía al mirarme. Me volví al pasadizo, Lil ya caminaba por él e iba unos metros más adelante. Corrí para alcanzarla y le tomé la mano, ella la movió, como si se acurrucara dentro de mi palma. Se sentía cálida y suave. Por fin, pensé.
...
HERMIONE
-¿Y bien? ¿Qué pasó?- preguntó Ignatius. Había sido uno de los primeros en llegar al refugio. -¡Hermione, eres brillante!- celebró Juls. -Nunca se me hubiera ocurrido usar mi forma animaga para espiar a las personas.- añadió. Ignatius la rodeó con un brazo -Y probablemente sea bueno, porque estoy seguro de que los profesores notarían si hubiera un mapache rondando entre sus pies.- ella rió. -Bueno, eso es verdad.- admitió. -¿Entonces, qué escuchaste?- insistió el chico de Hufflepuff. -Bueno, tal parece que Harry no fue elegido como el campeón de Hogwarts...- dije pensando como seguiría. -Ese es Cedric, si lo sabemos.- murmuró Ron con antipatía. -¡No! Es decir... bueno, si, es que... por lo que los profesores pudieron averiguar, alguien confundió al cáliz para que creyera que había una escuela más, y Harry fue el único inscrito por esa escuela. ¡Fue una jugada muy inteligente para quien quisiera que Harry participara del torneo! Y tiene a los profesores consternados.- expliqué. Ginny bufó -"quien quisiera que Harry participara del torneo"- repitió, haciendo comillas en el aire con sus dedos -¿por qué no lo felicitas directamente y ya está? ¡Está aquí! Y no engaña a nadie.- soltó y Ron asintió con vehemencia. -¡Yo no lo hice!- estalló Harry poniéndose de pie. -Y si alguien cree lo contrario, entonces no sé qué hacen aquí. ¡Estarían mejor ahí fuera, usando un estúpido botón, y apoyando a Cedric, que probablemente tiene muchísimas más chances que yo de ganar, o, por lo que vale, de salir vivo de ésto!- soltó, dejando explotar toda la frustración y el miedo que se acumulaba en su garganta.
Ron y Ginny se pusieron de pie y salieron del refugio. Nadie más se movió. -¿Ustedes me creen?- preguntó Harry. Había una nota de sorpresa en su voz. -¡Por supuesto!- dijo Juliet. -¿qué motivos tendrías para querer participar?- dijo Draco -Además de un patológico deseo suicida.- añadió Lilith. Todos hicimos muecas de dolor, excepto Harry. -Es verdad. Es probable que muera.- respondió él. -Y no, no tengo un deseo suicida.- añadió rápidamente. -¡No digas eso!- solté aterrada -Dumbledore no lo permitirá.- dije intentando calmar los aires. -Mione, Dumbledore no puede hacer nada. Escucharon lo que dijo: poner su nombre en el cáliz es un contrato vinculante. Una vez elegidos como campeones, estamos solos.- dijo Invi con seriedad. -¡Pero no saben a qué vino tu mamá!- recordé emocionada. -la señora Bones dice que como Harry no es, técnicamente, un campeón de Hogwarts, tiene derecho a un equipo de docentes que lo preparen, por fuera de Hogwarts.- informé -¿Qué? ¡¿quieren sacarme de Hogwarts?- se alarmó Harry -No pueden ayudarlo durante las pruebas.- añadió Neville con nerviosismo. -No, claro que no. No van a sacarte de Hogwarts, ni van a ayudarte con las pruebas, como se supone que ningún docente hará con sus campeones, pero puedes tener otros profesores que se aseguren de que estés preparado para las pruebas. Al menos lo mejor que puedan.- expliqué. Se hizo el silencio en la sala. -¿Mamá quiere preparar a Harry?- soltó Invi de pronto. Asentí. -No solo ella, la señora Bones, Sirius, Remus... todos ellos.- Invitus rió. -No querría estar en tus zapatos amigo; tendrás suerte si llegas vivo a las pruebas.- Harry pareció tan espantado, que la perspectiva de las pruebas se hizo pequeñita en su mente.
Lilith le dió un codazo al peliazul -Harry puede superarlo. Si entrenó con los aurores uruguayos, seguro podrá con las clases de tu mamá.- dijo convencida. -Si, además es una maestra excelente.- añadió Draco. -Claro... siempre y cuando no saque su varita.- puntualizó Invitus. Miró a Harry fíjamente, como si tratara de darle un consejo de vida o muerte. Tal vez así lo sintiera. -Si saca su varita: corre.- Harry tragó saliva y asintió.
...
HARRY
Debí darme cuenta de que éste no sería un año tranquilo. Debí esperarlo después de lo que había pasado en el mundial. Cerré los ojos y rememoré las escenas. El terror de lo vivido: había empezado como una de las mejores tardes de mi vida. Estaba con mis amigos. Hermione bailaba y cantaba las canciones alegóricas que Ginny le había enseñado. Vimos a Viktor Krum hacer el amago de Wronski, y atrapar la snitch. Ya estaba agotado. Estaba a punto de ir a la cama, cuando la mano de Hermione encontró la mia con disimulo. Entonces se desató el pánico. El señor Weasley había aparecido, seguido de Sirius. -Tomen sus varitas y corran.- No sabíamos qué estaba pasando, pero fuera el infierno estaba sobre la tierra. Los tenderos muggles que nos habían rentado los espacios de campamento se retorcían en el aire. Los gritos y las explosiones se mezclaban con las risas y los cánticos que nada tenían que ver con las alegres tonadas irlandesas. Entonces los había visto: llevában máscaras y capas negras pero en mi pecho no quedó ninguna duda. -Mortífagos.- murmuré. Draco corrió junto a mi. -¡Potter, ¿sabes aparecerte?!- Estaba completamente loco si esperaba que me desapareciera, aunque supiera como hacerlo. Había mirádo a Hermione y la había sujetado por los hombros. -¡Eres hija de muggles y amiga de Harry Potter: Transfórmate en Tooth y corre tan lejos como puedas! ¡No dejes que te atrapen, por nada del mundo!- le ordenó. Hermione lo obedeció.
Draco corrió con Ron. -Organiza la salida. Hermione estará bien. Protege a Harry.- ordenó, luego había corrido hacia el tumulto, con su varita en la mano, lanzando encantamientos escudo. Ron, por su parte, había puesto una cara seria, me había echado la capa de invisibilidad por encima y me ordenó mantenerme siempre junto a alguno de los merodeadores más jóvenes. -Si nos ven, sabrán que estas cerca. Pero no saben de ellos.- dijo señalando a Ignatius y Thad. -Corran al bosque. Manténganse juntos, y no llamen la atención.- les indicó. -Mézclense con la multitud.- ordenó. Los dos asintieron. -¡Fred, George, busquen sus escobas! Ginny, Juls, suban a ellas, y vayanse lejos. En cuanto todo esto pase, encontraremos la forma de juntarnos, pero seremos un blanco fácil si nos quedamos todos juntos. Si les es posible, encuentren a Hermione o a Thad e Ignatius- dijo. -Me llevaré a Luna.- dijo Ginny sin pensarlo, y la sujetó por el brazo. -Y yo a Neville.- dijo Juls y tiró del chico. Gracias a Ron y Draco habíamos llegado al bosque. Gracias a ellos habíamos visto al hombre conjurar la marca tenebrosa con mi varita. Aunque nadie más me creyera, aunque hubieran acusado a aquella pobre elfina. Los mortífagos habían causado un gran revuelo, y al menos uno de ellos podía conjurar su marca. Eso quería decir que... al menos uno de ellos era un mortífago de los de antes, del tiempo en el que Voldemort había matado a mis padres. ¿Era posible que aquél incidente estuviera vinculado con la aparición de mi nombre en el cáliz? No tenía forma de estar seguro, pero no me cabían dudas. Lo que había ocurrido allá fuera, y lo que estaba pasando aquí, estaba conectado, aunque aún no pudiera ver los hilos y los nudos que unían los dos eventos.
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