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Capítulo 15: La selección.

INVITUS

Había pasado una pésima noche. Por alguna razón estaba inquieto, me dolía la cabeza y tenía los músculos de la espalda tensos. -Buenos días.- saludé a Lil cuando tu mata de pelo rojo se atravesó en mi campo visual. -Hola.- respondió secamente y sin voltearse. -Deberías cuidarte- comenté al notarle la voz tomada. -parece que estás por resfriarte.- dije. -¿Yo? ¿Te has visto en un espejo?- se mofó ella. Lo cierto es que no lo había hecho, así que me acerqué a una ventana en la que podía ver mi reflejo. La imagen que me devolvió aquel me hizo dar un respingo. Estaba pálido y ojeroso. Y tenía los ojos surcados de finas líneas rojas. -¿Será una gripe estacional?- pregunté a nadie en particular, pero ella dirigió su mirada hacia más allá de la pared donde las escaleras separaban los dormitorios, de la sala común -Más bien una epidemia.- respondió con frialdad y salió por la puerta. Me moví detrás de ella. 

-Hola Invi.- saludó Luna. Estaba de pie junto a la estatua de Rowena, la fundadora de nuestra casa. -Era una bruja sorprendente. ¿No crees?- dijo con admiración. -Supongo que si.- respondí, -No particularmente dada a las relaciones personales, pero si brillante.- añadí después. -Bueno, por algo estamos aquí.- dijo ella sin inmutarse. -Un intelecto brillante, una mente singular, no son la receta perfecta para alguien muy popular.- dijo con una mueca sarcástica, un poco rara en ella. -Pero yo jamás dejaría a mi hija creer que soy mejor, hasta el punto de volverla loca. En especial, si aquello que ella cree que me hace superior, proviene de un objeto que poseo, y no de mí mismo.- respondí fastidiado. No me gustaba lo que estaba implicando. -Que no sea la persona más popular del mundo no significa que... que no tenga amigos.- dije. -No he dicho eso. ¡Claro que tienes amigos! ¡Tienes mucho más que eso! Tienes familia, tienes amor... Pero la gran mayoría de las personas que nos rodean son, trenes en la estación de nuestras vidas. Están aquí ahora, pero eventualmente partirán en distintas direcciones. Nuestra mente nos permite saber que la mayoría de estos vínculos no durarán, y eso está bien. Porque hay otros vínculos que si se quedarán para siempre. Para ellos, la nuestra es la última estación.- soltó pensativa.

Pensé un momento en las noches en el caldero chorreante. Yo no había tenido amigos hasta Lilith. -Yo incendiaría este mundo por las personas a las que quiero.- murmuré, y Luna puso su mano, compasiva, en mi hombro. -Y por ello nunca serías un buen héroe. Pero si un buen Ravenclaw: Gryffindor incendiaría lo que más ama, para salvar al mundo, Slytherin incendiaría el mundo, con todo lo que aman en él, para salvarse a sí mismos, pero nosotros... Nosotros sabemos que hay personas, por las que destruiríamos al mundo, porque un mundo sin ellos es impensable.- dijo casi en un susurro. -¿Qué hay de Hufflepuff?- pregunté, sacándola de su ensoñación. -¿Hufflepuff?- repitió poniendo sus enormes ojos como dos lunas llenas en mí. -Si, Hufflepuff. ¿Qué harían ellos?- Ella rió -Hufflepuff jamás tendría que escoger. Ellos aman al mundo, comprenden y dejan al mundo ser tal y como es, así que la dicotomía "mundo o amor" simplemente no tiene sentido para ellos. Jamás dañarían a nadie. Eso los distingue.- respondió. -¿Comprendes por qué te digo esto, Invi?- preguntó y su semblante se hizo serio tan de golpe que me sobresalté. -No particularmente.- respondí sincero.

Ella irguió su cuello, orgullosa. -Pronto tu tren partirá. Y quiero que sepas que mi estación lo comprende.- dijo sin ápice de dolor en la voz. -Siempre seremos amigos, Lu, ¿de qué estas hablando?- pregunté preocupado -¡Por supuesto que si, tonto! Pero pronto querrás que dejemos de ser más que eso. Y cuando ese momento llegue, quiero que sepas que estaré perfectamente bien. De ese modo no pensarás en mí, y podrás abrirte camino al fuego.- me explicó, como si fuera lo más obvio del mundo. -¿Estás terminando conmigo?- pregunté sin comprender. Ella se encogió de hombros. Me dolió. -Mis sueños me han dicho que será mejor así.- Parpadeé, perplejo. -¡¿Estás terminando conmigo por algo que soñaste?!- exclamé. Ella sonrió, me besó la mejilla y susurró -Mis sueños no se equivocan, Invi. Nunca lo hacen.- luego salió de la sala dando saltitos, dejándome plantado, con cara de idiota y preguntándome qué demonios acababa de pasar.

Salí de allí golpeando los pies. No sabía exactamente como sentirme. Me arrojé en la mesa de Ravenclaw y me serví el desayuno. Luna comía sentada junto a Ginny. Busqué a Lil con la mirada. Estaba sentada en un rincón con un gran libro y bebía sorbitos distraídamente de su copa. Cuando encontré a Draco y Thad en una enfrascada conversación en la mesa de Slytherin, decidí tomar mi plato de tocino y huevos e ir hasta allí, me senté a un lado de Draco. Ambos me miraron inquisitivos. -¿Todo bien, Invi?- preguntó el rubio. Suspiré y me froté los ojos cansinamente. -Si alguna vez vuelvo a tener novia, arrójenme de la torre de astronomía, ¿está claro?- dije por toda explicación. -¿Has roto con Luna?- preguntó Draco sorprendido -No estoy demasiado seguro de qué mierda ha pasado, de hecho.- dije resignado y pasé a contarles lo acontecido. -Lo siento.- dijo él -¿Lo sientes? ¡Es genia..l! Estás soltero en un castillo lleno de brujas de 5 escuelas de magia diferentes.- Soltó Thad. 

-Tu también estás soltero, y no veo que hayas visto demasiada acción, niño.- pinchó Draco. -Lo dices porque tu novia tiene la temperatura corporal y mental del mismo infierno. Pero no todas las brujas son así, algunas necesitan tiempo para ser seducidas.- dijo el chico. Me reí con ganas, pero Draco bajó la mirada a su plato. -Si, sobre Lilith...- comenzó a decir. De pronto lo comprendí todo, no estaba enferma, había estado llorando. Me sentí un imbécil por segunda vez en lo que iba de la mañana. El día solo seguía poniéndose mejor. Lil la había pasado mal y yo le había dicho que se cuidara de la gripe. Me golpeé la frente. ¡Estúpido! Pensé. -¿Las cosas siguen mal?- pregunté como si no le pusiera demasiada importancia. -¡No! Eh... es decir... oficialmente nunca volvimos después de... Uruguay. Pero...- dijo él. Y luego me dedicó una mirada cargada de rencor. -Por momentos parece que pronto las cosas se solucionarán, y luego por momentos me rechaza. A veces creo que me extraña,  veces creo que no me soporta. Siento que voy atado de pies y manos en la montaña rusa de las emociones de Lilith. No te pongas a celebrar aún, Invitus. Lilith y yo solo estamos... pasando un mal momento.- explicó. 

-Oh, vamos... Estoy seguro de que unos besos apasionados le cambiarán el ánimo.- dijo Thad. El codazo de Draco y su cara de alarma no fueron lo suficientemente rápidos para alertarle al chico que se callara. Para cuando terminó de hablar, Draco había hundido su cara en una gran jarra, y yo había bajado la mirada hacia mi plato. El profesor Prince estaba allí. -Es una interesante forma de expresarse sobre sus compañeras del otro género, Smith.- dijo con su voz susurrante. -Cinco puntos menos para Slytherin.- sentenció, y se alejó. Draco le asestó un golpe en la nuca. -¡Genio!- murmuró. -¡Auch! ¡¿Y yo que hice?!- protestó. -Que tal... sonar como una mula misógina.- propuse. -Soy un caballo, no una mula.- respondió indignado. -Por lo que el profesor Prince oyó, da igual qué bestia de carga seas, sigues siendo una bestia. Y deberías dar gracias a Merlin que no ha asumido que hablabas de su hija, o estarías siendo el deleite de Filch colgado por los pezones en una masmorra.- susurró Draco, acercándo su cabeza por encima de la mesa. Instintivamente, Thad se abrazó el torzo a la altura de los pezones. -¿Que no los colgaban de los pulgares?- balbuceó con cara de espanto. -Es el siglo XXI, Thad, hasta Filch debe actualizar sus métodos de tortura de vez en cuando.- respondí intentando no reir.

Me puse en pie y me despedí. -Tengo Cuidado de criaturas mágicas. Te veo en encantamientos.- le solté al rubio y comencé a caminar hacia la salida del castillo. -¡Hola hermanito!- dijo una voz cuando pasaba por una mesa. Ferox estaba rodeada de chicas y chicos con los uniformes coloridos de Castelo  Bruxo. -¿Te veré en la clase especial de herbología? Asistiremos a la profesora Vera. Será divertido ver qué puede hacer ñoñogarts con nuestra vipervid.- soltó. -Paso. La herbología no es lo mío.- respondí, intentando retomar mi camino. -Es una pena.- dijo una chica sentada a un lado de mi hermana, tenía la piel negra brillante e hizo una especie de puchero al pronunciarlo. Unos rizos brillantes le caían hasta perderse detrás de su espalda y la boca carnosa se apostó en una media sonrisa pícara. Me encogí de hombros. ¡Al diablo! Si estaba soltero, mas valía aprovechar la ocasión. -Tal vez me de una vuelta por allí.- asentí imitando su mueca de satisfacción y clavando mis ojos en los de ella. Ensanchó su sonrisa. -Eso está mejor.- me contestó. Mi hermana puso los ojos en blanco. -Bien, si terminaron de hacerse ojitos, creo que mi hermanito tiene clases.- cortó. Entonces volví a enfilar hacia la puerta de salida.

...

LILITH

¡¿Es que este día no podía ponerse peor?! Me había pasado el día con los ojos hinchados y me constaba que ya había quién cuchicheaba sobre ello. En la clase de pociones con Hufflepuff, papá nos había puesto por duplas a hacer un preparado dificilísimo "para ver qué recordábamos". ¡¿Quién demonios recordaba cómo se cortaba correctamente la piel del nabo dirigible?! Claramente, yo no. Estaba cansada y distraída, y mi caldero había soltado una nube morada y apestosa que se había propagado por toda el aula. El profesor me había quitado puntos de mi casa y había sugerido que volviera a pedirle tutorías a Draco. -Si, como no.- había murmurado, pero aún así, supe aguantar con entereza y respondí -Si profesor.- haciendo un esfuerzo para que la voz no me temblara. Pero entonces lo había visto llegar a la clase de Encantamientos riéndo por el pasillo, caminaba con los merodeadores de gryffindor de cuarto, y en mi pecho se formó un globo de mal estar, que amenazaba con explotar en cualquier momento, al contacto con cualquier comentario o risa que mi cerebro a toda máquina pudiera mal interpretar. Cuando los de Gryffindor siguieron por el corredor dejándolo solo, me metí en el aula casi a las corridas, para evitar toparme con él en la puerta. Me senté en un rincón, tan apartada de su sitio como me fue posible, pero para mi disgusto, Invitus se había sentado junto a mi con una sonrisa boba. -¿Por qué la cara larga?- preguntó. -No es asunto tuyo.- respondí. Él se encogió de hombros. 

Al cabo de un minuto arremetió. -Draco me dijo que no han arreglado las cosas. ¿Quieres hablarlo?- me reí tristemente -¿Querrías hablar conmigo sobre cómo tu novia está enamorada de otro? ¿O qué tal sobre que aunque está enamorada de otro te hace escenas de celos inverosímiles con un amigo idiota por quien no sientes nada?- dije clavando mi mirada en él llena de ira -¡¿Estás enamorada de alguien más?!- preguntó con asombro. -¡¿Qué?! ¡No! Yo... no. ¡Él si! Parece un cachorro perdido cada vez que la sigue con la mirada.- dije. -¿Por qué haría eso?- dijo él. -¿Tu por qué crees? Porque no tiene oportunidad. Ella a penas lo tolera.- dije. -¡Vamos Lil! ¿No estarás exagerando? El chico ha hecho todo lo que puede por recuperarte...- dijo sin mirarme. Luego bajó la voz y susurró -¿Es Pansy?- Esta vez me reí de verdad. El profesor nos hizo callar, y Draco se removió inquieto, pero no volteó a vernos. -¿Parkinson?- susurré. -Daría su mano por que Draco la notara. No, no es ella. En verdad los chicos no ven lo que tienen en frente a sus narices.- murmuré. -¡Tienes que perdonarlo, o terminarlo! Está desesperado... Y tu tampoco estás muy bien...- añadió.

El profesor Flitwick nos llamó la atención, ésta vez llamándonos por el nombre, con lo que toda la clase nos miró, incluído Draco. Irónicamente, no me veía a mi, sino a Invi. Nos callamos por un rato y nos dedicamos a practicar el movimiento con la varita. -De cualquier manera, yo ya no tengo una novia de la que preocuparme.- dijo. -¿Que qué?- repetí alarmada. Unas miradas reprochantes me hicieron bajar la voz -¿terminaste con Luna?- él negó con la cabeza. -¿Por qué todo el mundo asume que yo la he dejado? No. Ella terminó conmigo. Dijo que sus sueños le dijeron que mi tren debía irse de su estación y... ¿hacia el fuego? No lo sé...- relató. Me quedé pasmada, y luego reí y levanté una ceja. -Ya, estoy segura de que disfrutó mucho de que tu... tren visitara su estación en más de una ocasión. ¿Estás seguro de que no hay otras estaciones involucradas?- pregunté, mirando significativamente al peliazul. -¡No!- se aclaró la garganta visiblemente incómodo por la intimidad de la pregunta. -Mi tren ha visitado solo una estación desde que lo hicimos oficial.- murmuró.

Asentí con la vista perdida, si Luna había hecho que Invitus Perit dejara de disfrutar de los beneficios que su apellido y apariencia le reportaban en el departamento femenino, seguramente él estaría dolido por su ruptura. -Lo... lo siento.- Él se encogió de hombros. -¿Has visto dónde estamos?- dijo con un gesto abarcativo de los brazos -Estamos en el colegio con más estudiantes magos y brujas del mundo en este momento. Actualmente vives, comes y duermes en el lugar con más personas mágicas de tu generación que has visto en tu corta vida. Es un banquete al que has sido invitada, y sin embargo aquí estas, llorando porque no hay fish and chips.- Lo miré con cierto rencor. -Perdón por querer estar con la persona a la que quiero.- Él muy idiota puso los ojos en blanco. -Mira: por lo que veo, tenemos dos opciones: o nos sentamos en un charco de nuestras propias lágrimas y protestamos por un amor adolescente que no resultó, o salimos de éste pozo tan pronto como nos sea posible, y empezamos a probar todo lo que éste banquete multi cultural tiene para ofrecer.- afirmó sonriendo. 

Hizo un gesto apreensivo hacia el frente de la clase. -Quiero a Draco pero si es tan idiota como para estar en pareja con alguien a quien no ama, entonces es mejor que no estén en pareja. Ninguno de los dos merece un premio de consolación. Él es mi amigo, tu eres mi amiga, ambos merecen más que eso.- dijo con gesto apaciguador. -Si no quieres perdonarlo, no lo hagas... ¡Anímate! Los muggles tienen un dicho divertido... "mientras no aparece el indicado, disfruta del equivocado."-. Terminó con un guiño. -¿Sugieres que termine con él?- Pregunté. Él se encogió de hombros -Sugiero que hablen. Si se aman, arréglenlo, y si no están bien juntos, tomen la decisión correcta, sepárense en buenos términos, y diviértanse, antes de que alguno de los dos dañe al otro de forma irreparable.- 

 Cuando la campana sonó me encaminé hacia la torre. No miré a Draco y traté de no cruzarme con él, aunque creí ver que me buscaba entre la estampida de estudiantes que salían de los salones. Entonces el azul intenso del cabello de Invi se juntó con la silueta de Draco, y el chico comenzó a hacer aspavientos y muecas. Me paré en seco y me los quedé viendo. Draco estaba furioso, pero Invi parecía divertidísimo. Cuando Draco se detuvo, Invi dijo algo más, rió, y luego comenzó a hablar en un tono más calmado. Me moví para no quedarme allí como idiota viéndolos a ambos. Una sensación fría me bajó por la espalda. ¿Estaría aconsejándole lo mismo que a mi? ¿Sería él lo suficientemente fuerte para terminar conmigo? Como ví que el peliazul levantaba la vista hacia mi, me dí la vuelta y salí disparada a contracorriente. -Lilith, ¡Lilith! ¡Lil!- me llamó moviéndose entre el resto de los estudiantes, hasta alcanzar a sujetarme por la muñeca. -¡¿No bajas?! Es el banquete de selección.- dijo con una sonrisa amable. -No tengo hambre. Luego me cuentas.- dije. Liberé mi brazo de su agarre. Me pareció notar que me dejaba ir con una suavidad que no era natural, y le di la espalda. De seguro se compadecía de mí. O tal vez Draco había dicho algo. O tal vez solo le estaba dando vueltas en mi cabeza. Llegué hasta mi habitación jadeando. Me perdería la selección, pero daba igual, ninguno de mis amigos tenía la edad suficiente para participar del torneo, y dudaba que papá quisiera participar de algo como aquello. Así las cosas, no había mucho que me importara sobre el evento, excepto  la cena. 

Mi estómago lamentaba que viviera aquel mini episodio de pánico justo a la hora de la cena, pero el resto de la noche tendríamos que soportarlo. Me acosté intentando no pensar en ello, pero entonces recordé algo: -¿Dobby?- susurré. Se produjo un crack, y entonces allí estaba de pie el elfo. -¿Llamó, Lilith?-  dijo con sus grandes ojos como pelotas de tenis fijos en mi. Suspiré.  -Dobby, podrías traer algo de comer?- pregunté. El elfo asintió con orgullo. -Si, lo que guste.- no lo pensé, -Traeme algo de cenar, lo que sea.- pedí precipitadamente. Con su ansia por servir, el elfo chasqueo los dedos, desapareció y cuando regresó, balanceaba dos bandejas llenas a rebozar de comida, sostenía bajo el brazo una botella de zumo de calabaza y balanceaba sobre la cabeza una tarta de limón entera. -Gracias Dobby.- dije ayudando a la criatura a colocar todo sobre el escritorio. -¿Te gustaría comer conmigo?-. El elfo me miró desconcertado. -Soy un elfo.- respondió, como si tuviera todo el sentido. -Y yo una bruja.- respondí siguiendo la no lógica de aquella conversación. -Los elfos no necesitan comer.- agregó. -¿Pero pueden hacerlo?- insistí. Parpadeó intentando quitarse la cara de desconcierto, no funcionó -Si, pero no lo necesitamos. ¿Por qué lo haría?- Me incliné con un sánguche en la mano. -Porque es delicioso.- respondí entregando el bocadillo al elfo. El queso fundido se pegaba a la costra del pan y desprendía un aroma fabuloso. -¡Pruebalo!- le animé, él elfo le dio una mordida. Sus ojos se encendieron, los cerró y dejó caer sus orejas hacia atrás en una mueca de inconfundible placer.  -¿Qué opinas Dobby, cenarás conmigo?- dije sonriendo. El elfo asintió con la cabeza sin abrir los ojos y engulló el trozo de sánguche que aún sostenía.

...

INVITUS

Algo grande había pasado en el comedor. Algo gordo. Y todo el colegio lo sabía, aunque no todos llegaran a calcular las proporciones del desastre aún. Corrí a escribir a casa, y entonces me percaté de que mis kneazels no estaban en el cuarto. Garabateé una nota apresuradamente: -Algo ocurrió en la selección. Aún no se lo que significa, pero estoy seguro de que no es coincidencia. Te enterarás en las noticias. IK está aquí.- lo doblé con cuidado y lo coloqué en el bolsillo de la capa. Debía ir a la lechucería, pero preferí pasar antes a ver a mis mascotas. Me acerqué a la escalera que se dirigía a los dormitorios de las chicas... "Los dormitorios de las chicas están prohibidos para los chicos" había dicho uno de los prefectos cuando llegué a Hogwarts, pero varias chicas habían estado en mi dormitorio, y nunca había pasado nada ¿qué es lo peor que puede pasar? ¿Que Marcus me regañara o me quitaran algunos puntos? Me sacudí ese temor y subí unos cuantos escalones. De pronto, una luz intensa brilló en las escaleras, un pitido terrible se escuchó en toda la torre y la escalera se estiró hasta tocar el techo. Alcancé a cogerme de un escalón que tenía a mano y entonces me encontré colgando casi a la altura del techo de la torre, viendo lo que antes había sido el recorrido de la escalera, como una especie de corredor, sin los escalones que debían estar allí. Las puertas de los dormitorios se abrieron y las pocas chicas que ya estaban allí aparecieron como siluetas recortadas en la luz que emitía el corredor -Buenas noches, señoritas.- saludé con descaro -¿Idiotus, qué haces ahí?- dijo la voz de Lilith. -Es una linda noche para hacer ejercicio, ¿no crees?- dije mordáz. -No te quedes ahí y busca ayuda.- me miró señuda desde abajo. -Por favor.- bufé. Entonces la puerta de la aldaba trinó y Turner entró precediendo una masa de curiosos compañeros de clase. -Finite.- musitó varita en mano, y la escalera bajó lentamente hasta dejarme a cuatro patas en el suelo. Las risas femeninas no se hicieron esperar, pero Marcus no reía, ni un poco.

-¿Te importaría decirme qué hacías intentando entrar a los dormitorios de las chicas, Perit?- dijo el prefecto cruzando los brazos. -Ejercicio. Aparentemente.- respondió una voz que ya conocía. Comprendí que para Marcus eso no significaba lo que yo había querido decir, el chico se ruborizó levemente y miró a las chicas que se amontonaban en las puertas. Algunas de ellas estaban ya en bata, o peor aún, en camisón. Miró a Lilith que había respondido, levantó las cejas y me miró como si fuera a convertirse en un dragón y escupir fuego por toda la habitación. Por un segundo, olvidé que estaba frente a un compañero de casa, y sentí la presencia de Pertinax Regnantis. -Será mejor que vengas conmigo a la oficina de Filtwik.- dijo, aún intentando contener el rubor. -¡Fue una estúpida broma... Yo solo lo dije porque estaba colgado, como si hiciera barras, ¿entiendes?- intenté defenderme, moviendo mis brazos por encima de la cabeza, como si colgara de una barra invisible. -Quería ir al cuarto de Lilith por mis mascotas.- añadí. El chico me miró incrédulo. -Creí que Lilith andaba con Malfoy.- respondió de pocas pulgas. -Es Black.- tercí. -Y si, ellos son novios. Yo solo quería ir por mis mascotas.- insistí. Me estaba acalorando y el hecho de que media torre estuviera escuchando a Marcus insinuar que quería meterme en el cuarto de Lil, no era especialmente cómodo. 

Bueno, en realidad si quería meterme en el cuarto de Lil, pero solo para recuperar a mis Kneazels. -Lilith. ¿Están Artemisa y Atenea en tu dormitorio?- pregunté, intentando que participara de la conversación y me sacara de ese lugar tan incómodo. Ella sacudió una mano. -Si. Una de ellas me dejó un recuerdo cuando intenté meterme en la cama.- Dijo, mostrando su mano. Tenía tres cortes poco profundos pero bastante ensangrentados en ella. -Oh, así que... claro, estabas diciendo la verdad.- dijo Marcus con pinta de confundido. -Bien... humm... Lilith, ¿podrías traer a las kneazels para que Invitus pueda ir a su propio dormitorio? Y demos este asunto por terminado. Y si algún listillo quiere intentar esto de nuevo, deben saber que el pasillo está encantado para reconocer la procedencia del hechizo. Solo el profesor Filtwik, los prefectos y delegados podemos lanzar un Finite efectivo a esa escalera.- añadió antes de darse la vuelta y salir de la sala común. 

-Ven conmigo, te curaré eso.- dije a Lilith cuando las criaturas la siguieron de regreso de su habitación. La comitiva se desbandó rápidamente. Lil me siguió a mi habitación, y detrás de ella, mis dos mascotas y, para mi sorpresa, un muy azucarado Dobby. -No le hagas caso. Se comió medio pastel de limón y ha estado haciendo morisquetas desde entonces.- El elfo tenía merengue en una de sus orejas y al rededor de la boca, los ojos, como dos pelotas de tenis estaban más grandes y desorbitados que habitualmente, temblaba ligeramente y hacía muecas por la acidez del pastel. -Dobby se debe ir.- dijo, y se desapareció. Me reí ante semejante imagen mientras buscaba el díctamo entre mis cosas. -Tengo que limpiarte eso o se infectará. ¿O prefieres que te lleve a la enfermería?- pregunté. Ella negó con la cabeza. -No. No quiero salir de la torre.- respondió. Le  sujeté la mano para examinarla y me dispuse a curarla. Ella se estremeció -¿te hace daño?- pregunté. Pero entonces me percaté de que lloraba y quité la botella de encima de la herida. -Lo siento.- dije, intentando limpiarla con una hoja de papel absorbente. -¡No creí que ardiera tanto!- Ella negó con la cabeza y se secó las lagrimas con la mano sana. -No, no. No es eso. ¿Ves?- me mostró la mano cuyas heridas comenzaban a cerrarse. -Soy una idiota. Lo siento.- dijo.

Mi mano aún sostenía la suya. Se sentía cálida y pequeña, tan indefensa como nunca había visto a Lil, o quizás, como ya la había visto. Cuando dormirmos juntos en el caldero, cuando lloró por su madre, cuando fui consciente de que aún era una niña que había perdido todo. ¿Qué había dicho Luna? "para que puedas abrirte camino hacia fuego". Su melena siempre me había recordado al fuego ¿Se refería al pelo de Lil? ¿Luna lo habría previsto? No. Me sacudí esas ideas de la cabeza, y volví a concentrarme. Pasé mis dedos por la piel que había terminado de cerrarse y coloqué su cabeza en mi hombro.  

-¿Qué te pasa?- preguntó interrumpiendo el hilo de mis pensamientos. -¿Qué pasa con Harry?- puntualizó. Las lagrimas ya no estaban, pero aún dibujaban surcos sobre sus mejillas. Abrió mucho los ojos y buscó los míos. -¿Urgando otra vez en mi cabeza?- dije, aunque no me molestara en realidad. Estaba agradecido de tener una excusa para hablarlo con ella; se encogió de hombros. -No es mi culpa que tengas baja la guardia.- respondió suscintamente, con una sonrisa. Quise protestar, decirle que en realidad, si era su culpa, pero preferí ir al grano. -Harry fue elegido como campeón.- dije, oscurecido de pronto por la preocupación. -¡¿Qué?! ¡Pero si no tiene 17!- soltó. -¡Piensa Lilith! La línea de edad es la menor de mis preocupaciones. El director de Durmstrang fue un mortífago, lo se porque su juicio está relatado en los documentos de papá. Y nadie deja de ser mortífago, a menos que deje de respirar.- afirmé con urgencia. Necesitaba que alguien entendiera, pero ella hizo una mueca espantosa, y me miró con reproche. Claro, Severus... No lo había pensado. -Lo de tu padre es diferente, era un doble agente.- respondí. -Pero fue un mortífago pleno durante un tiempo- insistió ella, -hasta que comprendió que estaba mal.- añadió.  -Pero eso da igual ahora, ¿crees que él puso el nombre de Harry en la competencia?- se llevó las manos a la boca, alarmada. -Es la única explicación que se me ocurre. -¿Quién más querría verlo muerto?- respondí. Lil le encontró el lado cómico -seguramente todos los estudiantes de Slytherin menos dos.- terció. -Y ahora, seguramente toda la casa hufflepuff.- añadí con pesar. -¿Hufflepuff?- repitió ella extrañada. -¡Claro, no lo sabes! Es que Harry no es el campeón de Hogwarts. Ése es Cedric Diggory, de hufflepuff. Harry fue seleccionado como una especie de campeón independiente.- expliqué.  -¿Y creen que Harry les intenta robar el protagonismo?- soltó con indignación -Seguramente, eso es exactamente lo que muchos van a pensar.-

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