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Capítulo 1: Hombre muerto caminando.

FRED

El viaje a Uruguay se nos había hecho eterno, pero relamente lo habíamos pasado genial. Habíamos jugado gobstones y ajedrez mágico, Juliet, que era muy buena, nos había cantado y se había montado una especie de show de talentos en el que, además, Ginny había encantado a una de las Kneazels de Invitus para que cambiara de color, Luna, había jurado que había hecho desaparecer los torposoplos de la cabeza de Harry y Lilith había adivinado la carta que, al azar habíamos sacado todos de un montón, sin equivocarse nunca, con excepción de cuando, había tenido que enfrentarse a Invitus, que había cerrado su mente como una fortificación, según ella misma. En cuanto tocamos el piso, el vehículo se deslizó con tranquilidad, por lo que parecía hierba congelada, era de madrugada, el sol se asomaba perezosamente, haciendo brillar una extensión verde vibrante que iba hasta donde alcanzaba la vista. Oí a mi padre y mi hermano suspirar con asombro antes de gritar hacia nosotros -¡Hemos llegado!- La puerta se abrió e Invitus, que llevaba 3 años sin poner un pie en su país se bajó con la energía de un cachorro de perro muggle, pero no había alcanzado a poner los dos pies en el piso cuando un chorro de luz que solo podía provenir de una varita le asestó justo en el pecho, Invitus quedó tan duro como una tabla y luego, con otro estallido de luz comenzó a flotar con los pies hacia el cielo. Me asomé con cautela y una mujer bajita con cara de fiera, que recordaba a no otra, sino la mismísima Molly Weasley, apuntaba a mi amigo del cabello azul, mientras que, otro ser, que no podía ser sino un semigigante, corría detrás de ella, hacia nosotros. Oí a mi hermano menor chillar -¡Arranca papá!- y a Ignatius proferir -¡Estamos bajo ataque!- pero Lilith comenzó a reír como si le hicieran cosquillas. -¡No estamos bajo ataque. Son los padres de Invitus!- explicó ahogadamente. -¡¿Los padres de Invitus?!- Coreamos varios de nosotros. 

Me volví en mi butaca para mirar. La criatura que, en un principio había creído que era un semigigante, era en realidad, un hombre, corpulento y alto, si, pero, un hombre en fin. Debía medir al rededor de dos metros, pero, parado al lado de Hagrid, habría parecido un alfenique. La bruja bajita ni había reparado en nosotros. Miraba señuda a Invitus, que forcejeaba aún colgado de los pies por invisibles cuerdas. -¡Mamá, si me permitieras explicar!- chillaba consternado. -Pertinax, querida. Tal vez deberías dejar que Invitus recibiera a sus invitados, antes de hacerlo el platillo principal de Vipy.- Terció. -¡Sabes que esa lagartija no me comería, por mucho terror que le infundas!- protestó el chico. -¿Estamos seguros de que queremos pasar aquí el verano?- susurró Ron, pero Lilith ya se bajaba del vehículo. En cuanto la vio, la madre de Invitus lo dejó caer con un ruido seco y corrió hacia la puerta del auto -¡Lilith, cariño! ¿cómo estas? Invitus nos contó que te adelantaron de grado para que cursaras con ellos, ¿cómo te fue en tus exámenes?- Nuestra amiga de la cabellera roja sonrió y comenzó a contarle de su casi fiasco en el examen de herbología, y lo bien que lo había hecho en defensa contra las artes oscuras. Cuando las vimos alejarse por el camino, con los brazos enganchados, Invi asomó su cabeza. -Ya es seguro.- me dijo aún frotándose justo donde un chichón comenzaba a nacerle.

-Tu mamá es encantadora.- dijo Ginny bajándose detrás de mi. Una brisa helada nos recibió. -¡No quiero saber el frío que hace aquí en invierno!- se quejó Juliet -De hecho...-respondió una voz masculina y cálida, -aquí está por empezar el invierno.- explicó pausadamente. -¡¿Qué?! Nadie se molestó en decirme que haría frío.- Hermione, que se estaba abrochando una pesada campera de peluche resopló. Thadeus se ajustaba unos guantes de cuero forrados y comentó -Juls, estamos en otro hemisferio, ¿qué esperabas?- Juliet levantó su nariz furiosa -¡Calor! Eso esperaba.- protestó. Pero no era la única que no se había traído ropa de la estación correcta, mis hermanos y yo estábamos vestidos únicamente con camisetas de manga corta y jeans, y Neville tenía puesta una colorida bermuda. -¿Olvidé mencionarles que vendríamos al invierno uruguayo?- preguntó el peliazul rascándose la nuca. -¡Si!- chillamos todos. -Bueno, será mejor que vayamos adentro antes de que empiecen a temblar. Aún no hace tanto frío, de todas formas.- dijo el padre de Invi, con un gesto, indicándonos el camino por el que ya habíamos perdido a Lil y la señora Perit. Papá se bajó del auto y saludó con la mano al señor Perit que se mostró agradable e incluso interesado en el auto mágico. Había una chispa de locura y diversión que recordaba por momentos a Xenophilius Lovegood, el chiflado de la otra colina, y padre de Luna, pero sin su excentricidad.

Cuando alcanzamos la casa, la señora Perit ya estaba sentada en el jardín riendo con Lil. Luna se adelantó, sacó su varita y, sin mediar palabra, elevó por los aires a la mamá de Invitus que chilló con furia y dejó caer su mote, derramando agua caliente sobre la pierna de Lilith. Un momento más tarde, la chica liberó a la señora perit de su encantamiento y la dejó caer con un fuerte ¡plum! El señor Perit e Invitus se miraron horrorizados y corrieron a ayudar a la mujer que se encontraba tan desmadejada como perpleja en el suelo del jardín, mientras que Lil se esforzaba por contenerse para no gritar de dolor, mirando su pierna colorada. Unas feas ampollas comenzaban a aparecer allí donde el agua caliente le había escocido. -¡¿Luna, qué te pasa?!- chilló Ignatius con pavor. -Oh, no...- dijo Luna abriendo los ojos muy grandes, como si acabara de darse cuenta de lo que acababa de hacer. -¿Es que ése saludo está reservado para personas de la familia? ¿o solo lo deben hacer los mayores? Es que no estoy muy familiarizada con las costumbres del GoMaCoUy.- se explicó un poco nerviosa. -¿sa... saludo?- repitió Hermione sorprendida. -¿co-costum-costumbres?- tartamudeó Thadeus, que casi no podía contener la risa. -Si, he visto que su mamá lo recibía así y ya saben lo que dicen... si vas al país de las maravillas, has como los naipes.-  Nadie dijo nada, aunque estaba seguro de que nadie, nunca había dicho eso, con excepción de Luna y, probablemente, su extraño padre. -Luna, la señora Perit no estaba saludando a Invitus...- explicó Juliet con algo de ternura en la voz. No podía negar que se había reído, pero aún así, era bien sabido que Juls tenía un aprecio único por la rara chica ravenclaw, a la que encontraba peculiarmente inocente y adorable, como si se tratara de una hermanita pequeña, incluso aunque Luna fuera un año mayor.

Levanté la cabeza y miré como Draco, que había corrido hasta Lil, le curaba la piel que asomaba bajo la falda. La madre de Invitus ya estaba en pie, y aunque había mirado primero la mano de Draco sobre el muslo de Lil y luego a Invitus con las cejas muy arqueadas, insistió en que Lil y Draco entraran a la casa. Invitus los dejó marchar junto a su padre y se volvió hacia nosotros-¿Luna? ¿Por qué has atacado a mi madre?- inquirió Invitus con los ojos como platos. -¿Atacarla?- chilló Luna con nerviosismo. -¡No Invi!- dijo Ginny interponiéndose entre él y la chica. -Ella ha creído que tu mamá te saludaba así, y pensó que... era una costumbre uruguaya.- explicó perdiendo poco a poco el volumen de la voz, porque entendía lo ridícula que sonaba. -No ha tenido intención de atacarla. Creyó que estaba respetando sus costumbres. Ella intentaba ser cortés.- Añadió Juls con tenasidad. -Les creo, pero...- miró por encima de su hombro, negó con la cabeza y suspiró, aparentemente resignado a lo que le esperaba. -veremos que dice mi mamá.- completó por fin. -Te entiendo amigo.- dije dando una palmada en su espalda. -Si, Invi te entendemos. Si yo llegara a casa con mi novia...- empezó George. -y ella atacara a mamá....- añadí -sin importar sus nobles intenciones. Probablemente mamá me mataría.- concluyó mi gemelo. Y tras un minuto de silenció, añadí -O peor... Porque si Molly contara con tantas criaturas como las que tienen aquí...- pensé. George negó con la cabeza y suspiró. -Nadie nunca encontraría nuestros cuerpos.- Invi tragó saliva ruidosamente y nos condujo adentro. No pude contenerme, así que eché una mirada a mi hermano, y comprendí que, como de costumbre, teníamos la misma malévola idea. -¡Hombre muerto caminando!- grité en cuanto Invi cruzó el umbral de la puerta. -Abran paso al condenado.- añadió mi hermano. -Muévanse o serán los próximos en la línea.- coreamos los dos. El papá de Invitus rió, pero a Invi no le hizo demasiada gracia. 

Luna se adelantó antes de que cualquiera de nosotros pudiera sujetarla por el brazo. Se escurrió adelante de la comitiva del hombre muerto y se plantó delante de la madre de Invi. Si era cierto que allí tenían dragones, hubiera preferido estar delante de uno de ellos, que en los zapatos de Luna. -Señora Perit.- dijo Luna haciendo una pronunciada reverencia. -¡Mis más sinceras disculpas!- soltó con una voz lívida. -Yo... no... Yo jamás.... No era mi intención atacarla. Es que... la he visto recibir a Invitus así, y he pensado... he creído... que era su costumbre saludarse así. Solo intentaba ser respetuosa.- dijo finalmente, por el tamaño de los redondos ojos de Luna, habría cabido la señora Perit completa. La mamá de invitus se puso en pie. -¿Creíste que así nos saludábamos?- dijo con voz autoritaria. -S-si..- dijo la chica con un hilo de voz. De pronto la sala se llenó de unas profundas y ruidosas carcajadas. Luna levantó la cara y se encontró con la señora Perit con los ojos inundados de lágrimas de risa. -No, querida. He recibido así al idiota de mi hijo, porque recibirlo con un Cruciatus sería ilegal.- dijo sin parar de reír, aunque le dedicó una significativa mirada a su hijo, que dió un minúsculo paso atrás. -Sin mencionar un poco drástico, ¿verdad mamá?- preguntó. Ella pareció meditarlo. -Tal vez... solo un poco... aunque te lo mereces porque además de haber gastado el dinero de tu padre y mío sin nuestro permiso, ¡no les has explicado nada a tus amigos sobre la comunidad mágica de Uruguay! ¡Eres tan tonto como un cangrejo de fuego!- chilló. -Oh, no pongas esa cara....- dijo viendo que su hijo se enfurruñaba. -¡Ven acá Idiotus! ¡Tres años sin volver a casa! ¡Deja que te vea! ¿Cómo has viajado? ¿Estas bien?- Ante el radical cambio de humor, la señora Perit no hizo sino volverse más igual a mamá, en ese momento, hasta papá miraba a la señora Perit con extrañeza. Vi a Lilith escabullirse con su pierna ya curada. -¿Idiotus?- le susurró en cuanto su mamá lo soltó. -No lo repitas. Jamás.- murmuró él de velta. Ella no respondió, pero una sonrisa de malicia brotó en su cara. Claro que lo repetiría, y nosotros también.

...

INVITUS

Después de las debidas presentaciones (y de que mi madre me ordenara comprarle ropa de abrigo a quienes no habían traído), todos se habían ido a dormir excepto el señor Weasley y yo, que nos quedamos en la sala con papá y mamá para hablar del negocio que pretendía poner en marcha. -Bien, Invitus Praecipitem Perit Regnantis, te escucho. ¡Pero debes saber...- dijo mi madre belicosa, a voz en cuello. -que si algo no me gusta, trabajarás en la mina de fertilizante por el resto de tus días.- Su sentencia me tomó desprevenido. Hice una mueca de asco. La mina de fertilizante, era como le llamábamos a la enorme montaña de excremento de Dragón que había que ablandar, diluir y esparcir por ciertos cultivos. Era un trabajo tan asqueroso, que solía usarse como condena de trabajo comunitario, y si trabajabas el tiempo suficiente, el olor se terminaba por impregnar en tus fosas nasales, de manera que todo lo que olías, tenía una pequeña reminisencia al excremento. ¡Fantástico! Mi mamá pensaba torturarme físicamente o tratarme como un criminal. Me aclaré la garganta, hice un gesto al señor Weasley para trasmitir una seguridad que no tenía, y saqué un rollo de pergamino en el que había estado trabajando. -Bien, les presento el futuro de los viajes mágicos: Magic Drive.- sentencié, comenzando mi exposición, como si fuera un hombre de negocios versado. Tal vez había sido mala idea que Lil me mostrara El lobo de Wall Street, porque por mi mente circulaba una leve pena de no llevar un traje. -Los viajes largos, como el que hicimos, para los magos son horribles: los trasladores requieren permisos ministeriales, la red Flu debe ser conectada chimenea a chimenea, la aparición requiere cierto nivel de experticia para que no sea peligrosa y, seamos honestos, la aparición conjunta es horrible. ¡Peor que horrible! ¿Quién quiere ser embutido por un tubo de varios kilómetros de largo y pocos milímetros de ancho, siendo tirado por el ombligo mientras otra persona se retuerce sobre tí?- pregunté histriónicamente. -Ahora, los transportes mágicos son anticuados o no son accesibles para todos, o requieren gran habilidad. Quiero decir... Imagina que necesitas viajar frecuentemente a Inglaterra; aquí no hay un Hogwarts Express que te lleve, y si tienes un carruaje o un thestral, es bastante anticuado e incómodo, ahora, puedes hacer el viaje en una escoba, pero eso si no llevas a nadie contigo, sin mencionar que si eres como mi amiga Lilith, no te atreverías a cruzar el océano en una... De hecho creo que Lil no debería intentar remontar a más de dos metros de altura.- tercí con una sonrisa. 

-¡Déjate de tanto teatro y ve al grano! ¡Ya te pareces a tu hermano Histrio!- urgió mi madre, aún con el seño fruncido. -Bien, de acuerdo. ¿Cuántos magos estarían dispuestos a pagar por un medio de transporte, preparado para recorrer grandes distancias volando, o distancias medias y cortas, por el suelo, confundirse con los vehículos muggles, y viajar cómodamente y seguros? Los autos que quiero vender, estarán equipados con una selección de encantamientos dependiendo de las necesidades del mago y su presupuesto. Los encantamientos están anclados con runas para que los hechizos no se pierdan con el tiempo. Lo más básico incluye un encantamiento levitador, encantamiento locomotor para darle velocidad, hechizos desilucionadores, antimuggles y de invisibilidad, pero además de ellos, ¡el cielo es el límite! ¿Quieres un auto pequeño, compacto, pero en el que entre una familia numerosa? Hechizo de expansión indetectable en los asientos. ¿Quieres un superdeportivo, pero necesitas una cajuela muy amplia? ¡El maletero se puede aumentar de la misma manera! Lo que intento decir es que casi cualquier mago podría tener un auto encantado, desde un vehículo económico, con encantamientos básicos, hasta un vehículo de super lujo, con tantos encantamientos como pueda solicitar. Geolocalización, interiores de lujo, ¡Los señores Weasley crearon una sala, con butacas reclinables, estufa, gabinete para golosinas y refri en el que encantaron como prototipo!- exclamé, con lo que  el señor Weasley asintió complacido de su trabajo. 

-¿Es ese auto en el que llegaron? ¿Para eso compraste... quiero decir, compré...- dijo papá y mamá gruñó -un auto?- Yo asentí. -Podemos ir a verlo, si quieren...- sugerí. Sabía que si mamá se recostaba en las butacas de aquella sala con el fuego encendido, habría ganado el caso. -Heem... ¡si! Quiero decir....- papá miró a mamá -...¿Te gustaría Perti, querida?- mi mamá asintió con cierta curiosidad y pude ver la chispa de emoción en mi padre. Si no se hubiera dedicado a la política, para mi estaba claro que habría sido inventor, y mi nuevo juguete lo entusiasmaba. -Pero quiero saber una cosa, antes...- dijo mamá y todos nos quedamos como petrificados. -Si, mamá, lo que quieras.- dije tan meloso como fui capaz. -¿Qué esperas conseguir de nosotros? Además de retirar tu sentencia, quiero decir.- suspiré. -Bueno... La firma de papá, un sustancioso préstamo y permiso para llevarme mano de obra...- dije como si tal cosa. Mi mamá, que era muy bajita, de pronto pareció enorme. Comenzó a golpear mi cabeza con una mano abierta, acentuando cada palabra con un golpe. -¿Tienes-la-cara-de-pedirnos-más-dinero-después-de-lo-que-hiciste?- chilló escandalizada. -¡Solo si creen que la empresa vale la pena!- tercí protegiendo mi cabeza. -Si ves el auto, y no estas maravillada, prometo trabajar en... la mina de fertilizante... hasta que haya saldado la deuda por el auto.- dije -¡más intereses!- añadí al tiempo que mamá se volvía a hinchar para gritarme. -Está bien.- dijo desinflándose. -¡Veamos ese dichoso auto tuyo!-.

Cuando alcanzamos el auto, Arthur tomó el mando, y comenzó a relatar todo lo que había hecho con el maravilloso Phantom que descansaba en nuestro patio trasero. Cuando abrió la puerta y mamá entró a la sala, observé su cara con una sensación de victoria. -La familia de mi madre cambiaría la mitad de lo que tienen en Gringotts por viajar en un auto así, y que la gente lo comente!- dijo ella fantaseada. -El señor Weasley puede presentar la documentación en el ministerio, pero no puede hacerlo a su nombre, porque sería su oficina la que se encargaría de analizar el caso, y habría un conflicto de intereses. Pensaba labrar un contrato con el Señor Weasley para que trabajara para Magic Drive, pero creo que será mejor esperar a que la documentación sea aprobada, porque de ser trancada, el señor Weasley podría quedarse sin su trabajo, y no queremos eso. Por ello, una vez que magic Drive sea aprobado, él será libre para renunciar y convertirse en el jefe encantador. Tenía pensado pedir a los profesores de encantamientos, runas antiguas y aritmancia que nos presentaran una lista de estudiantes destacados, o exalumnos a los que podríamos ofrecer trabajo al salir de la escuela. Sirius y el señor Weasley estarían a cargo de controlarlos y enseñarles el trabajo con los vehículos y, en cuanto comenzara a haber ganancias, podría empezar a devolver el dinero. Tal vez en un año... dije emocionado -Tal vez en menos tiempo... Escuché a mi hermano comentar que la escuela de magia del norte está buscando transporte mágico para... Bueno, Arthur, siendo usted un trabajador del ministerio, ya sabrá lo que pasará en Hogwarts.- interrumpió mi padre. -¡Oh, si claro! Requerirán al menos un vehículo de lujo.- dijo Arthur. -Bien, intercederé por ustedes, tal vez, y con un poco de suerte, no solo pidan un vehículo, sino una cantidad considerable. A los americanos les encanta presumir.- sentenció mi padre.

-¿Qué pasará en Hogwarts? ¿Para qué Ilvermorny querría autos?- odiaba estar por fuera de las conversaciones. Acababa de presentar un plan de negocios al jefe del GoMaCoUy, y aún así me trataban como a un niño. Era frustrante. -Lo sabrás a tu tiempo.- dijo mi padre misterioso, pero me sonrió. -¡Prometo que valdrá la pena la espera!- añadió. -Le escribiré al tío Ambitio.- aventuré. Él me ignoró. -Por lo pronto...- comenzó, y noté que no buscaba a mi madre con la mirada, lo que anticipaba una buena noticia. -Tienes mi firma, mi apoyo, y el dinero que necesites. Por la mañana haremos los papeles, y Arthur podrá regresar con su esposa, si gusta. Pero esta noche...- agregó dirigiéndose a él -insisto en que se quede con nosotros.-   El señor Weasley le sonrió y agradeció y volvimos adentro -¿Vienes mamá?- pregunté buscandola. -Si, cariño, en un momento.- respondió con la voz aterciopelada. Me volví a acercar a la puerta del auto y la vi casi derretida sobre una butaca masajeadora. Definitivamente, había ganado.

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