UNO
PONTO LEVIATÁN
—No hay rastro de ellos aún mi señor. —Dijo Wade desde la cubierta del barco. —Es como si hubieran desaparecido.
—Una flota entera no solo desaparece muchacho. —Contestó Tyburn desde el puesto de mando junto al viejo Colm.
—Pues esta si que lo hace.
Thorn caminaba tambaleante entre extremo y extremo del barco observando de vez en cuando por el borde como si pudiera ver a través de la neblina, con el arco a su espalda y su carjack. Parpadeó buscando entre la neblina vespertina algún tipo señal de vida aparte de ellos.
Pero cuanto más veía, menos seguro estaba de lo que observaba. Durante generaciones los mares de Gehenna habían sido conocidos por albergar grandes criaturas marinas —Krakens, Leviatanes, y serpientes gigantes— eran comunes en esos mares. Y aquel no era la excepción.
Por algo ha de llamarse Ponto leviatán ¿No?
Una especie viento marino recorría las velas del navío Llanto del Hueso, y hacia estremecer a Thorn aún bajo su abrigo de lana negra. A pesar de estar en pleno verano Gehenna siempre parecía ser víctima del mal tiempo. Y en cierta forma así era.
De vez en cuando se podía visualizar los icebergs que llegaban hasta el fondo del mar y sobresalían del mismo. En una ocasión creyó haber vislumbrado a uno moverse antes de sumergirse y desaparecer entre el oleaje. Como la enorme aleta dorsal un pez o criatura de gran tamaño, pero fue tan fugaz que creyó que lo había imaginado.
La nave deambulaban sin esfuerzo sobre el oleaje mientras el resto de tripulantes y la guardia negra que los acompañaba, se posicionaban en sus puestos escudriñando el horizonte. Unos cuantos buscaban por estribor; otros inspeccionaban a babor y otros más se dedicaban a escudriñar el cielo y las estrellas buscando su posición actual.
Wade apuntó al cielo.
—¿Cuánto crees que nos falte?
—No lo sé, llevas haciendo esa pregunta desde que zarpamos.
Wade soltó un suspiro largo y teatral.
—¿No me digas que tú no extrañas estar en Castillo Penumbra? La comida, las fiestas, las doncellas y sirvientas que siempre suspiran al vernos.
—Es mejor que trabajar en los establos.
A babor una ola tronó estampándose contra la parte frontal del barco. Thorn se sujetó a la barandilla apretando los dientes e ignorando la sensación de mareo y frío.
De cualquier forma, esto del océano no era lo suyo, Thorn podía ser bueno cazando y rastreando, pero ninguna de esas dos cualidades servían mucho en mar abierto. Podía cazar un conejo a más de 100 metros de distancia, pero aún eso estaba lejos de ser útil en el mar.
Nada de eso. —El oleaje, el mareo y las ganas de saltar por la borda. —No eran habituales en su tierra natal, el bosque de Herne. Pero eso era pasado, el no volvería jamás. Había escapado, él y su padre eran forajidos. Su lugar era ahora Gehenna con su familia. Y su hogar era ahora las tenebrosas negruras de Castillo Penumbra.
Wade sujeto el mástil del barco para mantener el equilibrio.
—Llevamos una semana en esta tina de ultratumba buscando navíos desaparecidos.
—Más respeto par de trolls. —Llamo El viejo Colm desde el puente de mando. —¡Este es el majestuoso navío Llanto del Hueso! Nombrado así en honor a todos los árboles del Bosque Árbolhueso que fueron cortados para construirlo, es la joya de la Casa Sombra.
—Y adivinó ¿Lo de llanto es por el olor a muertos vivientes?
—¡Que ignorantes sois!
—No es ignorancia. —corrigió Wade. —es pestilencia.
Otra ola tronó y salpicó agua empapando a Thorn y Wade en el proceso.
—Odio este barco. —se quejó Thorn.
—Ya, aunque creo que pronto habrá que volver. —Wade se puso recto e hizo una reverencia a Thorn como si fuera alguien de la nobleza. —todo el mundo desea conocer al valiente héroe que derrotó a Tejedor y salvó a Gehenna de la amenaza de las arañas joya.
Thorn miró a su amigo con ojos cansados.
—No exageres, No lo hice yo solo. Dott también ayudó y de no ser por Lily todos los dormidos nunca hubieran despertado.
Wade pasó un brazo sobre el hombro de Thorn.
—Y en cima es modesto. Debes ser ahora toda una leyenda entre las damas mi querido amigo.
—Ni tanto
Wade se separo y se dio unos golpecitos en la frente.
—¿Cómo se me pudo olvidar?. El valiente Thorn solo tiene ojos para nuestra joven gobernante. Lady Sombra.
Thorn fulminó a su nuevo capitán con la mirada. Desde que Lily lo había besado delante de todos los escuderos, a pesar de que ellos habían jurado guardar silencio, eso no impidió que Wade aprovechará cada oportunidad que tenia para hablar sobre el tema. Tanto así que Thorn consideró la opción de lanzarse por la borda.
—En fin... —prosiguió Wade, claramente desilusionado con el silencio de Thorn. —¿Te has enterado de las nuevas? Se dice que Lady Sombra por fin escogerá a su caballero personal. ¡Aquel debe ser la persona más leal de toda Gehenna! Alguien en quien su Señora Sombra tenga total confianza como para cubrirle la espalda.
—Lo sé, lo escuché. Pero no tiene ningún sentido. Para que necesita un caballero personal si ya tiene a Tyrbun.
—Son las reglas Thorn, no lo entenderías.
¿Por que soy un simple campesino?
—Además es necesario. Todos los príncipes llegarán a Castillo Penumbra escoltados por su caballero personal, es de esperarse que Lady Sombra también tenga el suyo.
Thorn no quería admitirlo pero sabía que Wade estaba en lo cierto. Si los cinco representantes se reunían con Lily en Castillo Penumbra ella debería de estar acompañada por alguien de total confianza. Todo podía pasar cuando se trataba de la nobleza.
—Aún así no me agrada la idea.
Wade sonrió.
—¿No te agrada la idea o solo estás celoso de que Lady Sombra escoja a alguien más mientras tú estás en esta tina?
—¡Yo no estoy celoso! Y aunque estuviera ahí tendría mejores cosas que hacer. Cosas como...
—¿Como limpiar los establos y dar de comer a las mulas?
—¡Exacto!
Wade lo miró un momento como si no supiera si estaba bromeando o hablaba enserio.
—A veces me pregunto si llevas cerebro dentro de esa cabeza plana que tienes.
—¿Más que tú? Sin duda.
Wade no le entendía ¿Y como sería capaz de hacerlo? El nunca estaba en los verdaderos momentos de necesidad para Lily, nunca estaba cuando más lo necesitaban. Hace 9 meses, cuando Thorn le dijo que los trolls no eran los responsables de las desapariciones de los habitantes de Gehenna. Este no le escuchó. Solo se fue a pelear con su padre, el Barón Sable, a una guerra contra los trolls. Wade no lo entendía, simplemente así era su forma de ser.
Para el resto de los habitantes de Gehenna era igual, para ellos ella era Lady Lilith Sombra, la gobernante de Castillo Penumbra, tan diferente de él como el sol y la luna.
—¡Humo a babor! —gritó el vigía.
Thorn y Wade giraron hacia la izquierda. Allá en la lejanía se podía distinguir una línea de humo que sobresalía del mar.
Para Thorn el ver humo sólo podía significar una cosa... un incendio.
¿En el mar? ¿Un incendio?
—Ve a buscar a tu padre muchacho. —dijo Tyburn, Thorn y Wade pegaron un brinco, ni siquiera habían visto bajar al verdugo.
Por los seis... A Thorn le hubiera gustado ponerle una campanita a Tyburn alrededor del cuello para saber donde estaba. El Sayón tenía la mala costumbre de quedarse callado en un rincón, confundiéndose con las sombras.
Wade le dedicó una última mirada amistosa a Thorn antes de desaparecer y dejarlo solo con Tyburn.
—Sígueme. —dijo.
Tyburn era el Sayón de la Casa de los Sombra, era un verdugo. Su trabajo consistía en eliminar cualquier posible amenaza a la familia real, desde externa como interna. Era un asesino a sangre fría. Y sin embargo él le debía todo a Tyburn. Su posición en Castillo Penumbra, su amistad con Lily, incluso la vida. El Sayón lo había rescatado de una vida de esclavitud y lo había traído a Gehenna. El era como su mentor, lo respetaba aunque nunca sería capaz de admitirlo.
—¿En qué piensas Thorn?
Tyburn estaba recargado contra la barandilla, sus ojos fijos en el horizonte, fumando su pipa.
—Es mal asunto. —opinó este. —¿Crees que hayan sido piratas?
Tyburn negó con la cabeza.
—No eran piratas.
—¿Como estás tan seguro?
—Hace más de dos décadas que no se han visto piratas en estos mares. Lord Caronte Sombra se encargó personalmente de ellos.
Supongo que el hecho de quemar a la gente viva en una hoguera tienes sus beneficios.
—Tal vez encontraron algo de valor.
Tyburn soltó una bocanada de humo.
—Tal vez...
Thorn miro el horizonte: los restos que se desplazaban en todas direcciones, el martilleo del oleaje contra el casco del barco, el olor del humo que volvía el aire tan seco y árido que te resecaba la garganta. Algo no encajaba.
—¿Como es posible que una flota entera terminase en llamas?
—Debió de haber sido la bodega de pólvora, los mercantes navegan muy armados.
—Tal vez, pero como decía mi abuelo: donde hay humo hubo fuego.
—¿A dónde quieres llegar?
—Me refiero a que, si hubiera sido la bodega de pólvora sería solo en un barco, pero el resto estarían intactos. Basta con que uno de la alarma para que la flota esté en sobre aviso. Además hubieran verificado las demás bóvedas en busca de errores.
Tyburn miró a los escombros nuevamente.
—¿Entonces crees qué hay algo más detrás de este desafortunado accidente?
—No lo sé, Déjame buscar.
—Vamos lo más rápido que podemos, pero tenemos el viento en contra.
—Yo me encargo.
Thorn silbo y un alarido mefistofélico le contestó.
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