OCHO
—Bueno pudo ser peor. —Mary blandía su cepillo a diestra y siniestra mientras peinaba el cabello blanco de Lily.
Lily se encontraba de pie sobre un banquito, con los brazos extendidos a cada lado lado como un espantapájaros mientras tres criadas, con alfileres entre los labios, hacían los últimos ajustes para su vestido de gala.
—Si claro. ¿Por qué no le pedimos al pregonero que diga eso en la reunión de esta noche? —dijo Lily. —Y ahora presentamos a Gabriel y Angela Solar. A todos nos pudo haber ido peor.
—No debería de preocuparse por los Solar mi señora. Gabriel no podrá decir ni hacer nada durante la reunión y según he escuchado de oídos de todos, Lady Angela Solar no es como el patán de su hermano.
—Iba a casarse con mi hermano, Mary. —dijo Lily. —Dudo mi padre no le hubiera buscado a Dante una pareja desdeñosa como lo fue Gabri... ¡Auch!
—Lo siento mucho mi Señora. —dijo una de las criadas.
Lily le sonrió.
—No es nada Iris.
Las otras dos chicas eran Clare y Dot, las amigas de Rose. Las tres chicas se alborotaban y daban vueltas alrededor de la habitación, juntaron listones e hilos; cada una estaba más emocionada que la otra.
Lily sonrió, sin embargo una discreta y repentina lágrima recorrió su mejilla. Rose había sido la mejor amiga de Lily, mucho tiempo atrás, en la que no era más que Lily Sombra, aún niña sin esperanza alguna de volverse gobernante de Gehenna. Las dos chicas había jugado y reído juntas, se podría decir que habían sido como hermanas. Pero esos tiempos nunca volverían, Lily era ahora Lady Sombra y Rose había muerto a manos del tío Pan por que Lily había convencido a Rose de usar su ropa para irse a divertir con Thorn y K'leef a la feria. Su tío pensó que era ella y terminó ahogándola. Aunque prácticamente la mato ella por un capricho infantil.
Su muerte fue culpa tuya, nunca podrás remediarlo.
—¡Auch! —Lily se alejo de Mary. —¿Que haces?
—Silencio. Ya casi termino. —dijo Mary desenredando un nudo de cabello.
—Eso dijiste hace una hora. —dijo Lily, aunque discretamente estaba agradecida con Mary por haberla sacado de aquel recuerdo horrible.
—Por cierto, ya vio la lista de candidatos para su caballero personal.
A Lily se le secó la boca; bajó la mirada y se encontró con la feroz y acusadora mirada de Mary.
—Me lo imaginaba. —dijo Mary. —Así que le pedí al joven Tenebrae que viniera lo más rápido posible.
Lily gimoteo.
—¿Lynch Tenebrae? Pero Mary, su familia siempre ha estado en contra del clan Sombra.
—Y ya es hora de olvidar esas viejas rencillas familiares, sin mencionar el hecho de que todavía no ha elegido marido. Lo más sabio sería buscar una pareja cerca de casa.
Iris, Clare y Dot soltaron unas cuantas risitas mientras trabajaban en los dobleces de su vestido. Mary les lanzó una mirada asesina para hacerlas callar.
Lily se sonrojó.
—¡Por los seis, Mary! Tienes una mente retorcida.
Mary se cruzó de brazos y le lanzó una miraba fulminante.
—Bueno pensé que sería una buena idea, después de todo tiene a todos los hijos de las seis grandes casas reunidos aquí. ¿No le parece que esas ya son bastantes rencillas?
Lily simplemente suspiro. No tenía ningún sentido discutir con Mary. No cuando se ponía en plan reina de hielo. Permaneció quieta mientras su nana le cepillaba el pelo y las doncellas agregaban unos cuantos alfileres más a los dobleces. Cerró los ojos y recordó las palabras que le había dicho Thorn un año atrás cuando se sentía triste y sola.
Podríamos irnos para no volver. Tú y yo.
Se limitó simplemente a imaginar cómo sería la vida del campo, posiblemente ella y Thorn hubieran buscado una pequeña cabaña al lado de un lago. Habrían tenido una sencilla granja, con borregos extras para Hades, habrían bailado todas las noches a la luz de la luna, e incluso habrían tenido hijos.
Mary rompió el silencio incómodo con un chasquido de manos.
—Esta mañana recibimos un murciélago de Tyburn: dice que encontraron la flota perdida, estaba totalmente destruída.
—No soy experta en barcos, pero estoy segura de que una flota entera de barcos mercantes no termina destruida así por que si.
—Tiene razón, no es normal. —Mary se encogió de hombros. —También dijo que Thorn resultó herido mientras exploraba la embarcación. Pensé que eso le interesaría más.
Lily se giró tan rápido que pensó que se le partiría el cuello.
—¿Cómo está? ¿Fue grave? ¿Dónde fue? Es posible que él... ¡ay!
—Perdón, ¿Le hice daño con este alfiler? Oh, cielos. Mi vista ya no es como antes.
—Eres una anciana malvada.
Mary se acerco a la mesa del tocador, sacó dos collares, uno de perlas negras y otro de rubíes, ambos obsequios de la Casa del Coral y del Sultanato.
—Escoja uno, mi niña.
Lily sabía la respuesta antes de ver los dos collares.
—Ya sabes cual uso.
Mary soltó un suspiro.
—Como olvidarlo, lo usa día y noche, juraría que duerme con él.
Mary sacó un pequeño amuleto de madera y lo agitó en el aire.
Lo colocó en la palma de Lily, pasó sus dedos por el delicado diseño en forma de bellota, el papá de Thorn lo había tallado; era un trozo único de madera, su superficie brillante por el roce constante, Thorn se lo había dado el año pasado antes de escapar de Castillo Penumbra junto con K'leef. Justo antes del baile de Halloween.
Lily recogió su cabello.
—Por favor Mary, pónmelo.
Mary hizo un nudo en el hilo. El amuleto descansaba justo debajo de su cuello donde todos pudieran verlo.
Un remolino negro de tela cubrió su piel, la Túnica de los Lamentos se deslizó sobre ella como un abrigo de cuello alto. El frío de la prenda la hizo estremecer. Esta noche, esa sería su arma más valiosa.
—Una verdadera reina de las sombras.
—No. —Le corrigió Lily. —Una bruja.
Lynch Tenebrae esperaba en el pasillo, con movimientos inquietos. Vestía su ropa más fina para la ocasión: una túnica de terciopelo tachonada de perlas negras y un cinturón bordado con hilos de plata. La espada que llevaba en la cadera era un arma noble; la empuñadura estaba forrada de cuero con incrustaciones de ónix.
—Lady Sombra. —hizo una reverencia.
Lily respondió tomando el borde de su vestido de gala y flexionándo.
—Me honra que me eligiera a mi como su caballero personal mi señora. —Continuó Lynch.
Si claro, hazte el agradecido.
Lynch tenía esa mirada, Lily la conocía bien; como diciendo te comprendo pero igual morirás. Su falsa empatía.
Lily respiró lentamente, tranquila, fuerte. Sus ancestros habían sido vampiros y demonios —La Casa más temible de los seis reinos era la de ella. —y eso se debía en parte a que nunca perdían los estribos. Si un Sombra quería matarte te enterabas hasta que sentías la sangre correr por tu cuello.
—Joven Tenebrae, cuento con usted esta noche para protegerme con su vida ¿Puedo contar con usted?
—Para mi será un honor. —Lynch le ofreció el brazo y ella lo cogió.
Caminaron hacia el Gran Salón. Cuando llegaron Lynch abrió la puerta. El espacio era enorme, más grande que cualquier otra habitación en Castillo Penumbra, las paredes de piedra negra tallada a mano y sin ventanas evitaban ver la zona alta del techo y el suelo bajo ellos era de mármol oscuro que refulgía como si alguien hubiera tallado en él miles de veces.
En medio del salón había una larga mesa de madera con sillas en los lados y un espléndido festín de frutas, carnes y pastelitos en el centro.
Además de dos mayordomos, ellos eran los primeros en llegar. Lily Se sentó en la cabecera de la mesa mientras los dos sirvientes le ofrecían una copa de vino y comida.
Lily mordisqueó un pastelillo y observó que no había cuchillo en la mesa. Lo cual le pareció bastante tonto teniendo en cuenta que todos los caballeros tenían espadas.
Las puertas del salón se abrieron y Ying entró. El Caballero Águila no tenía una compañía personal, él era su propio guarda espaldas. Saludó a Lyle con una ligera inclinación de cabeza.
—Lady Sombra, me alegro de ser el primero verla en tan hermoso vestido.
Lily sonrió.
—Muchas gracias señor, espero que su estancia aquí sea placentera.
—Mucho de hecho, las cosas en el Consejo Emplumado se han estado tornando... un tanto tensas últimamente.
Ying se dejó caer en su asiento a la derecha de Lily Y acercó más la silla.
—¿Enserio? Lamento mucho escucharlo.
Ying asintió.
Las puertas del salón se volvieron a abrir e emergió Angela Solar seguida de Gabriel. La chica sentó a la izquierda de Ying.
Ying se levantó e hizo otra reverencia.
—Lady Angela, Supongo.
—En persona. —dijo Angela mirando alrededor. —¿Y dónde están el resto de invitados? Pensé que...
Una voz llamó desde el pasillo continuo.
—No tendrá que espera tanto Lady Angela.
Ariel portaba su armadura de cuerpo completo, a excepción del casco que había desaparecido dejando ver su único ojo color ámbar y su cabellera negra.
—Anfibius Coral, ha llegado.
Anfibius entró tranquilamente al salón, su piel aceitada y brillante por la humedad.
—Buenas noches a todos —dijo mientras apartaba una silla y se sentaba en la cabecera opuesta de Lily. —¿Y el resto de invitados?
—Aún no llegan. —contestó Angela.
Anfibius miró a la chica.
—Lady Angela Solar, después de tanto tiempo esta más hermosa que nunca.
—Cuanta osadía de un hombre pez que carece de aire en sus pulmones.
Lily los miró a los dos.
—¿Ya se conocían?
—Fue hace mucho tiempo. —dijo Angela con un gesto de fastidio. —En uno de mis muchos viajes a las Islas del Coral.
Anfibius sonrió.
—Una visita que jamás olvidaré.
Detrás de él Ariel hace un pobre esfuerzo por amortiguar el sonido de su risa con el dorso de su mano.
Angela ignoró el comentario con una sonrisa, aunque es tan tensa como una postura militar.
Gabriel se inclinó hacia ella.
—Oye hermanita, que bueno que papá me hizo venir, alguien tenía que cuidarte la espalda.
Ella simplemente volvió la cabeza hacia él. Sus ojos eran tan fríos como el viento.
—No nos des razones a mi y a mi espalda para arrepentirnos de incluirte, hermano.
Pronunció la palabra hermano como si fuera un insulto o deshonra. Gabriel cerró la boca de golpe.
—Bueno. —dijo Anfibius mirando de reojo a Ying. —Supongo que nosotros podemos empezar.
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