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Hogar Dulce Hogar
Todo ha cambiado de la mejor forma en la vida de Tae, jamás se imaginó que tendría la vida que lleva pero al mismo tiempo le encanta, su tienda ha atraído más personas desde la visita de la madre luna y se hizo algo famosa por el aroma a flores y su bonito dueño, su amable trato y sus lecturas certeras y hechizos eficaces.
Seguía evitando un poco los amarres, a menos que su intuición le indicará que podía ser algo real y siempre hacia una lectura antes privada, pidiendo permiso y guía de madre luna antes de comprometerse a algo.
Por su parte, aún cuando sentía muchas veces temor de que alguna de sus lunas se alejaran de él o algo pudiera pasar, sintió que era algo inadecuado hacer un amarre para él mismo, y de algún modo le gustaba sentir que si estaban en la relación era por voluntad y amor y no por que hubiera algún otro vínculo forzandolos, pero como buen zorrito listo y descendiente de familia mágica, no resistió la tentación de al menos hacer un pequeño ritual para la abundancia y felicidad para sus dos lunas y él y dejarlos simbólicamente juntos en su altar, rodeándolo sutilmente de un círculo de pétalos de rosas rojas.
Había colocado tres pequeños envases de vidrio, previamente limpiados con humo de palo santo y bañados de rayos de luna llena, un poco de mirra, una pequeñita pepita de oro, romero, canela y miel, y jengibre, con el nombre de cada uno en un papelito escritos en una bella caligrafía.
Los selló visualizando como la abundancia era parte innerente de su día a día y siempre felices y queridos mientras recitaba afirmaciones positivas y pedía bendiciones a madre luna.
Tae se sintió mimado, inocente y satisfecho al captar el aroma a flores, era como su señal de que su oración había sido aceptada.
En días pesados Hobi le decía que si alguna vez necesitaba un descanso o darse un tiempo de sus obligaciones, él podía respaldarlo, cada vez le iba mejor en la agencia y podía darse el lujo de sostener a sus lunas si lo necesitaban.
Su pequeño conejito también le decía que él podía aportar ahora pues había recibido nuevos contratos y le estaba yendo bien.
En casa desde hace un par de semanas le esperaban sus dos lunas y eso le hacía sentirse feliz y protegido. Para él era suficiente, le gustaba ganar su propio dinero, pensó incluso en retomar sus estudios, pero se decidió por seguir con su tienda y tomar un curso de fotografía, es algo que siempre quiso.
Aún había algunas cajas sin desempacar, pues luego de varias discusiones, llegaron al acuerdo de mudarse a casa de Tae, siendo la más cercana a sus lugares de trabajo.
Al llegar tenían una rutina a la que habían llegado con el paso de los días.
Jungkook que era el primero en salir llegaba al super por lo necesario para la cena, llegaba y dejaba preparándose el arroz, de ahí tomaba una ducha y se ponía a hacer tarea, al cabo de un rato llegaba Tae que empezaba la cena y se duchaba luego de saludar al menor casi siempre dejándolo un poco sonrojado y feliz luego de decirle algún piropo.
Al final llegaba Hobi que revisaba la comida rápidamente, luego de saludar a sus dos lunas, se daba una ducha rápida y bajaba a poner la mesa, en lo que Tae terminaba la cena y llamaban a Jungkook para cenar juntos y luego quizá ver algo de televisión mientras comentan sus días.
Entre semana era su pequeña rutina, el fin de semana procuraban darse un día juntos, aún si sólo estaban en casa y otro día que dedicaban a sus amigos o familia.
Dejaron una habitación como un pequeño estudio y otra como cuarto de ensayo, había una pequeña habitación con sólo una cama y un buro, desde que hablaron de las reglas de la casa Tae lo propuso como un espacio en el que podían tomar tiempo a solas si les era necesario.
Pero, curiosamente ninguno parecía necesitarlo, siempre buscaban estar juntos y los mimos que se daban.
A veces casi inconcientemente, empezaban a ver algo en la Tv y para cuando se daban cuenta Hoseok ya tenía a Tae recargado en su pecho y Jungkook descansaba su cabeza o sus piernas en el regazo del castaño mientras esté le hacia piojito y le daba besitos en la nariz a su sol.
De cierto modo todos ponían su granito de arena para hacer sentir cálido su hogar.
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