—Viniste, hermoso mío —Yoo recibió con una sonrisa a Jungkook— estaba seguro que lo harías. Siéntate, ordené por ti. Sé que todo esto te debe confundir, pero yo también lo estoy. Ver a ese chiquito a tu lado....

—Jimin —dijo, Kook que no había emitido sonido hasta ahora.

—¿Qué?

—Se llama Jimin.

—Cómo se llame, no me importa, pero cuando lo vi a tu lado, me di cuenta que no quiero que otros te toquen. Quiero que seas mío de nuevo.

—¿Por qué haces esto Yoo? ¿Y Taemin? ¿No te importa Tae? Me dejaste como a un perro por él.

—Él solo fue mi amante momentáneo, Jungkook, yo te amo a ti. Verte con otro me hizo recapacitar y darme cuenta que aún te necesito. Si quieres puedo romper los papeles del divorcio ya mismo y retomar nuestra relación. Haz que ese niño salga de nuestra casa y yo regreso contigo en el acto.

—¿Tú amante momentáneo, maldito? —detrás de Yoo, la voz grave de Taemin no pidió permiso para interferir. Él había sido convocado por Jungkook y se había posicionado detrás de Gong para escuchar cada detalle desde el comienzo del diálogo.

—Dime en la cara que yo no soy el amor de tu vida, vamos, dime sílaba por sílaba que quieres volver con Jungkook.

Gong Yoo clavó su mirada de odio profundo a Jeon antes de que éste se retirara silenciosamente dejando atrás los gritos de una acalorada discusión entre esos dos hombre que alguna vez formaron parte de su vida y que hoy, gracias a los cielos, están fuera.

Llegó corriendo hasta su casa para abrazar a su Mimi y contarle que por fin su vida había dado un vuelco. Que junto a él quería compartir todo lo que su destino le deparara. Estaba feliz y exultante, quería gritar a los cuatro vientos que se había enamorado y no de alguien común sino del ser más alucinante que haya conocido.

Recordó la frase iluminada aquella mañana de tanto dolor que él se encomendó a su padre en el cielo:

Ser feliz es una decisión.

Ahora lo comprendo papá, siempre estuvo en mis manos esa decisión. Ahora lo sé, ahora sé que he decidido ser feliz.

¡Mi pequeño gato hermoso, te amo!

Él desconocía los planes de Curry, no tenía idea que en contados minutos él olvidaría a su amor para siempre.

Abrió la puerta a los gritos
—¡Jiminshii! —Recordó de golpe que Curry se había escapado corriendo de la casa y sintió terror de que se hubiera perdido.

—Jimin, amor, ¿Dónde estás?

Curry había preparado todo para que cuando Kook ingresara al cuarto, cayera en ensoñación para ella poder cumplir el ritual calicó que se le había designado al nacer.

Ella escuchó a Jungkook que llamaba a su parte humana pero debía ser fuerte. Jimin luchaba desde adentro de su ser gatuno para manifestarse y correr a los brazos de su amado.
Pero Curry fue más fuerte.

Cuando Jungkook entró a la habitación, cayó en un sueño profundo y Curry se acurrucó en sus pies.

Jimin pegaba alaridos dentro de ella para que su parte animal lo dejara permanecer al lado de su amor.

Pero Curry volvió a ganar.

Sus ojos bicolor se hicieron profundos y la habitación se oscureció, el fornido chico de cabellos oscuros comenzó a levitar y a girar en sentido opuesto a las agujas del reloj.

Un olor a sándalo dulce y mirra invadió el ambiente y un destello enceguecedor iluminó el cuarto.

Para cuando Jungkook comenzó, lentamente a descender, Curry supo que la magia calicó se había producido con éxito.

Agotada y llorosa se quedó dormida sobre el pecho del humano.