Luna Azul

     Perdida en el camino de regreso, de la ausencia de estrellas en el cielo en el que me encuentro. Me sacuden recuerdos inconexos de momentos y rostros desfigurados de tantos amigos perdidos en el laberinto del tiempo, me llaman, me hablan, no les entiendo; elevo mi mano, estiro mis dedos intentando atraparlos, acariciarlos, escapan en el reflejo de un lago.

     De qué sirvió tanto dolor, tato sufrimiento, tanto esfuerzo, tantos sacrificios. El sonido de un arpa que me rescata.

     Ordeno los pensamientos, recolocando los recuerdos en un rompecabezas inacabado. Regreso entre sudores fríos y un grito ahogado, mis ojos están vacíos, mis párpados cosidos.

  Observo con los ojos del Búho, Bardo que tañe el arpa. La hermana menor recostada sobre mi regazo, el hada enredada en sus cabellos, entre sus manos una semilla, en su interior el latido de un corazón acompasado con el de la vida que atesoro, mi niña sigue con vida. Despierto. 

     −Mira hermana, hemos cumplido tu encargo, todas las semillas están bien guardadas en el almacén de la cueva, ya conozco sus nombres y sus propiedades, el hada me lo enseñó, pero desconocemos que puede ser esto, parece un huevo.

     Lo palpo, en su interior un nuevo Dragón se va desarrollando. Parece conectado íntimamente al ser que llevo dentro, sus espíritus diferentes pero puros se entrelazan en paz, ausencia de miedo o maldad.     −Cómo le llamaremos- pregunta la hermana.

     −Cómo...- repite el hada.

     −Esperemos hasta que nazca –respondo con ternura.

     La hermana mayor llega precipitada, se ha corrido la voz de mi regreso, gritos de júbilo y cantos la preceden. −Hermana...

     Intento incorporarme con gran esfuerzo, me caigo.

     −Ven hermana, ayúdame, sola no puedo.

     −Deberías descansar, todavía estás muy débil.

     −Llévame a las almenas, necesito aire fresco.

     La hermana mayor me coge del brazo, salimos despacio. El búho revolotea intranquilo a mi alrededor, con sus ojos puedo ver como todos me miran con admiración y respeto, les correspondo con sonrisas. Muchos rostros nuevos, la mayoría heridos en el cuerpo y en el espíritu. Quisiera llorar, pero no me quedan lágrimas, mis ojos están secos. El viento refresca mi rostro desde lo alto de las murallas, alivia el dolor de heridas profundas.

     −Infórmame hermana, qué de nuevo ha ocurrido.

     −Todavía es pronto, quizás cuando descanses un poco...

     −Dime hermana, no tenemos tiempo. −Le increpo imperativa.

     −Todavía no sabemos mucho, tan solo lo que nos han contado los heridos y otros que han conseguido llegar. Cuentan que el choque de los ejércitos fue tremendo, una carnicería para ambos bandos. Fuimos derrotados, pero ellos también tuvieron muchas bajas, dicen que Rey Demonio y Dragón también han caído. El nuevo rey es solo un niño y muchas tribus se le han revelado, se dedican al saqueo incontrolado de nuestros pueblos y en el frenesí de la sangre luchan entre ellos. Aún así el nuevo rey está montando un gran ejército con los más fanáticos, tienen la intención de arrasar éste nuestro último bastión.

     Muchos de los nuestros que pudieron escapar se han hecho fuertes en un castro, Joven Guerrera ha salido con una guardia a su rescate. Cuentacuentos ha marchado con ellos, dijo que por nada se perdería tal aventura, iba tocando la flauta. Hombre Lobo también se ha ido, conoce bien el terreno y a muchos jefes tribales, quiere dialogar con ellos, ha hecho buenas migas con la guerrera, detrás de sus máscaras no son más que un par de tortolitos.

     Sonrío, ellos son mis ángeles valientes. −Dime hermana: ¿Cómo puedes soportar tanto dolor, brutalidad y violencia? la locura de tanto miedo y odio. Lo he visto en sus ojos, son solo niños perdidos, ¿por qué he de luchar contra ellos? Dime hermana... ¿Cómo puedes mantenerte firme ante todo eso?

     −Porque tú estás con nosotros, tú eres Mariposa de piedra, tú eres el escudo que nos protege, eres nuestra esperanza. Tu espíritu es inquebrantable, así lo dijo la Diosa en aquella noche sin estrellas, yo estaba allí y la vi compartiendo con tu alma, lo comprendí al verlo. Sé que lo harás, lo harás de la mejor manera, no me cabe duda. Y yo estaré a tu lado.

     −Pues preparaos, se acerca un ejército. –Silva un águila sobrevolando las montañas.

     −Estamos preparados y dispuestos para sus órdenes mi señora.

     Retumba el suelo, tiemblan las montañas, se acercan los demonios por los desfiladeros, escalando las paredes de las montañas, vienen en frenesí de sangre, los cubre una densa niebla de demonios y fantasmas en hambrientos de almas. Hechiceros negros los guían, enervándolos en la destrucción de cualquier atisbo de vida. Rey Niño, viene serio en su trono, con los ojos cerrados, a su lado Maestre le acaricia el pelo.

     −Disparad con las máquinas de guerra.

     Las piedras de fuego corren por la ladera de la montaña, abrasando todo lo que encuentra a su paso. Olor de seres humanos calcinados. Los salvajes escalan los muros de la fortaleza entre una nube de flechas.

     −Levantad el muro de protección.

     Se extiende con rapidez un escudo entrelazado de Parra y Hiedra con el que golpean los demonios y fantasmas, atrapando y aplastando entre sus lianas a las bestias que encolerizados descargan contra ellas todo su ira, poco a poco el escudo se va resistiendo. Entre la red de ramas las lanzas de mis guardianes van ensartando salvajes. Algunos enemigos llegan atravesando la línea defensiva. Los hechizos de las curanderas del Oráculo protege el repliegue de los últimos defensores. Me mantengo firme en el centro de la fortaleza, rodeada de un puñado de niños y de las notas de un arpa. Puedo ver a través de los ojos de todos ellos, de los que defienden y de los que atacan, de los que matan y de los que mueren.

     Desde el castro se acerca un pequeño ejército presto a nuestra ayuda, mis ángeles los alientan. Golpean con dureza al ejército enemigo, desprevenido por la retaguardia. Mis aliados se ven frenados por una masa que se revuelve lanzándose contra ellos, trabadas ambas líneas en fiero combate.

     Poco a poco van retrocediendo mis guerreros, cerrando el círculo defensivo, algunos van cayendo. Rodeada de salvajes, demonios y fantasmas, defendida por un puñado de niños con lanzas y unas curanderas. La hermana mayor sostiene mi brazo para que no decaiga la esperanza, la pequeña agita su vara, agarrada a sus pelos el hada la carga de magia, a mis pies un huevo de Dragón. Sonido del arpa que nunca detuvo la melodía. El búho ulula, el águila calla.

     Sonrío, yo soy la Piedra contra la que se estrella la oscuridad. Me mantengo firme ante tal jauría que se arremolina alrededor nuestra, el fin está cerca, la derrota inevitable.

     De la cueva llega Niña Luna, viene en mi búsqueda, su luz deslumbra en la oscuridad de la noche, no tiene miedo, nada puede vencerla, ella es el reflejo de una diosa. Los demonios y fantasmas retroceden aterrados. Muchos salvajes caen de rodillas adorándola, otros corren en desbandada precipitándose entre las murallas.

     Niña de Luna, acaricia el huevo del dragón y mi vientre, cada uno con una mano. −Que no apaguen su luz, son seres extraordinarios. Resistid, nunca os rindáis y volveré en el tiempo de una vida.

     Y asciende en un haz de luz para posarse en el cielo rodeada de estrellas en luna de frío.

     Regresan mis ángeles con su pequeño ejército, marchando al compás de una flauta. Atendemos a los heridos y celebramos como hermanos la primera luna de la estación invernal, al ritmo de nuestras tradiciones. Colocan los guerreros sus mantas frente al gran fuego, cantando y contando sus nuevas chanzas. Se agolpan los niños entre las notas del arpa y las historias de Cuentacuentos de leyendas de duendes, genios, gnomos, elfos y hadas que habitan en el Nemat.

Ya llegará mañana...

Por el tiempo de una vida

Espiral: Comprensión cíclica del Universo en ciclos sin fin 

Saúco: (25 noviembre - 23 diciembre) Renacimiento, regeneración, renovación, curación.

Luna Azul: Momento para la revisión de los fallos y errores cometidos y proyectar objetivos a futuro.