CAPITULO 56
El silencio ahogaba y pugnaba el aire en el ambiente tenso y gélido del palacete. Los sirvientes y guardaespaldas caminaban de un lado a otro con la cabeza baja y las feromona agrias.
Habían intentado matar a Hürrem.
Un suceso que rápidamente despertó el enojo y la furia en el clan, especialmente encaminada hacia los embusteros que habían estado en boca de todos; posibles traidores y asesinos en espera del juicio.
Yeon Jun, el amir, se veía muy alejado de ser una excepción en todo el caos que había pintado el día.
Lanzando con fuerza los papeles y la carpeta de su escritorio, llevando consigo cosas de vidrio que impactaron en el suelo, gruñó sonoramente.
Tae Hyun apretaba la mandíbula tenso, las manos le temblaban de la misma forma en que el cuerpo de Yeon Jun lo hacía. También estaba enojado.
Los resultados del veneno en la comida habían llegado, con una confirmación que ya era esperada.
El olor en la habitación sería insoportable para cualquier alfa, con ese nivel de furia y enojo, Yeon Jun incluso podría entrar en un estado agresivo. Pero el latino ya estaba acostumbrado a niveles extremos de ataques de este tipo.
—Dámelos —brama el turco con tono áspero. Tae Hyun extiende una mano y le da el frasco.
Yeon Jun tiene que hacer un esfuerzo para no romperlo al abrirlo y agarrar una pastilla de color amarillo opaco.
Eran supresores, con una pequeña dosis de calmante, para evitar el episodio que solo desencadenaría más desorden. No, Yeon Jun necesitaba estar cuerdo y consiente.
Lo suficiente para poder destruir a los que le han intentado profanar.
—Los miembros principales del Öğüt se han reunido. La noticia llegó rápido —la voz de Tae Hyun suena como atornillador en la mente dispersa de Yeon Jun —. Los miembros principales ya han llegado.
—¿Y las mafias?
—Ya se les ha enviado el mensaje que hemos preparado.
Yeon Jun se vuelve hacia la ventana de la oficina del palacete.
Su lobo exhalaba caliente y estaba enojado.
Si el supresor no hacía efecto rápido, podría perder el control.
No quería hacerle daño a Soo Bin, ni a su gente, pero especialmente a él.
El recuerdo del cuerpo frágil y débil mientras susurraba en su pecho "Te amo" solo hacia un torbellino más grande en sus sentimientos.
Yeon Jun no podía recordar la ultima vez en que sintió su corazón temblar, sin exageraciones, no desde que era un niño.
Sus manos arden de la fuerza ejercida en ellas, y su frente se frunce una y otra vez. La cantidad de feromonas gamas que se podían producir en momentos así eran insoportables incluso para él.
Después de un silencio largo, habla.
—Vamos.
La mezcla de olores con toques agrios y amargos en la sala grande hacía que los omegas presentes se pusieran nerviosos. Las personas presentes con burkhas enteras sumidas en un lenguaje desconocido para los omegas hacían temblar incluso a personas entrenadas en entornos turbios de su clase.
La enormidad del lugar solo hacia dar un espacio libre al miedo que les consumía. Estas personas... La Roja no era un chiste.
—¡Diikkat, hürrem Soo Bin burada!
El anuncio llegó como un trueno. Una especie de dejavú en su primera reunión con el hürrem no pudo evitar abordarse en los recuerdos de Won Woo una vez que vió al omega castaño entrar con paso firme y duro. Sus ropas tenían rasgos más orientales de los que había visto en los medios—en una previa investigación de su familia—y la diadema de joyas que usó el día que lo conoció solo hacía resaltar el velo que le cubría detrás.
Aún así, Won Woo notó que sus ojos estaban apagados, sus labios eran casi amarillos y su rostro lucia gélido.
Sin embargo, a diferencia del escepticismo que provenía de él en su primera reunión, las feromonas de ahora eran más intensas y casi insoportables. Viendo alrededor, cualquiera podría notar la incomodidad en los rostros de los hatuns.
Había visto las miradas de odio y desdén de los trabajadores en el lugar camino aquí. Siendo ellos los que están en el centro de la habitación, el mensaje era claro.
Cuando Soo Bin se sienta en el lugar principal frente a ellos, Won Woo nota que sus ojos grises permanecen en él.
En un movimiento torpe se da cuenta que era el único que no estaba en posición de reverencia, moviendo su cuerpo rápidamente se apresura a inclinarse con sudor frío en su cuello. Esperaba que eso no se mal entendiera.
Soo Bin, por su parte, no concentró su atención en la torpeza del omega Cariporsi, sino en su olor.
Girasoles.
Sus ojos se cerraron débilmente, su mente pensando en silencio el nuevo dato que había captado del ambiente. Su dedo giró el anillo esmeralda en su dedo antes de dar el gesto para que volvieran a sus posturas normales. Sería mejor terminar esto.
Sentía que apenas podía permanecer de pie. Había debilidad en su cuerpo, lo sabía. Más aún cuando la dificultad de separarse del cuerpo dormido de Jabir con un mero beso en su pelaje opaco le había consumido. La preocupación por la estabilidad del tigre sólo había hecho un trabajo más agotador para sus banyalar a la hora de vestirlo y bañarlo, una acción de la que apenas pudo estar consiente. Había sentido el pesar en la mirada de las mujeres incluso cuando se retiró camino aquí.
Este sufrimiento... les haría pagar.
—Anne —susurra a la mujer a su lado. Belma lo mira con una expresión indescriptible, su respiración no denotaba la tensión con la que siempre le recibía la alfa al verlo. Soo Bin espera un rechazo a su saludo después de unos segundos en silencio, pero Belma inclina su cabeza para después acomodarse en su silla.
Le había prohibido la entrada a los asuntos del harem. Pero la amenaza y la falta a Jabir iba más allá de esas prohibiciones.
Sus ojos viran al asiento vacío a su lado. El taht lucia mas grande en persona ahora que Soo Bin lo veía.
Sus labios se cierran, recordando las palabras que hace una hora habían salido de su boca. Yeon Jun no respondió nada después de eso, pero Soo Bin realmente no lo esperaba, ser sincero consigo mismo había sido suficiente.
Una llave que había posibilitado la libertad a sus siempre prisioneros sentimientos de vida.
«Ojalá hubieran sido mejores circunstancias», vuelve a pensar amargamente. El rostro dormido de Jabir le inunda en creces.
Ver el taht y pensar en eso para distraerse de este lugar y la situación parecía más fácil que controlar la furia en él. Sus ojos se cerraron después de un momento, su alrededor se sume en silencio, esperando algo de él, una orden de su hürrem.
—Ustedes —Soo Bin abre los ojos cuando la voz de Belma hace eco en el lugar grande—. Están acusados de intento de asesinato y violación a uno de los nuestros, ¿cómo responden a eso?
La respuesta es inmediata, las reacciones variadas y las fermonas también.
—¿¡Violación a quién!? ¿¡Asesinato!? —Ye Ji Cariporsi se mueve inquieta en su lugar del centro.
Belma alza una ceja cuando la omega le dirige las palabras de manera grosera. Una falta de ese estilo no tarda en causar una respuesta de enojo.
—¡Como se atreve un omega a alzar la voz aquí! —un miembro del consejo alza la voz fúrico al fondo, Soo Bin guarda silencio incluso cuando los susurros empiezan a murmurar en acuerdo—. Büyük valide, esperemos a la presencia del Amir.
Nuevamente hay un acuerdo común entre las opiniones de todos los miembros del Öğüt.
—¿Por qué necesitas la presencia del Amir cuando tú Hürrem está aquí?
Soo Bin se endereza y vuelve su mirada a los omegas frente a él, espera a que los presentes digieran sus palabras.
—Bir omega...! [¡Un omega..!] —vuelve a empezar otra persona del otro lado de la sala.
—Un omega es quien tendrá voz aquí —le corta Soo Bin, sus ojos permanecen al frente—. Si no les parece, vuelvan a hablar.
Soo Bin vuelve a mirar alrededor. Observa como algunos alfas quieren volver a refutar incluso después de su advertencia. No cambian sus expresiones hasta que guardias y alfas de la eve que permanecían en silencio en las esquinas se plantan detrás de sus asientos. El castaño ve tragar a los alfas una y otra vez antes de voltear su cabeza y asentir.
—Como ordene, hürrem. Perdone nuestra grosería —la voz de una mujer se escucha cerca de su izquierda. Soo Bin solo se hunde de nuevo en su silla y les ignora.
Él tenía presente que desde hace unas décadas la presencia de los Hasekis—o en su caso posterior Hürrem—había dejado de tener más importancia frente a alfas de grado grande. Especialmente después de la caída del Imperio Otomano, los vestigios de un poder como los de la Sultana Kösem se habían evaporado justo después de la muerte de Eylem; el mate de Anek Hasmet, fundador de este nuevo imperio que regía en este complicada sociedad globalizada que ponía siempre en jaque el papel de su casta en ella.
Soo Bin sabia que los omegas no podían tener una voz hasta que se hicieran a gritos su presencia. Con los cambios que había traído Yeon Jun al subir al poder sabía que, como su mate, no podía quedarse atrás.
Captando el olor disgustado entre los alfas del consejo, sabía que ya iba por buen camino.
Belma carraspea la garganta después de unos segundos.
—El respeto a los animales en el Islam es fundamental. Alá vendrá en el día del juicio y castigará a los que no respeten la existencia de todas las criaturas que Alá ha puesto en esta tierra —la alfa se asegura de ver a cada uno de los omegas con severidad—. Uno de ustedes no solo daño a uno de los animales más importantes en nuestro clan. Han roto una de las reglas principales... ¡El intento de asesinato al Hürrem de La Roja no puede ser más que calificado como haram!
Won Woo abre los ojos sorprendido. Voltea con pánico a su lado, donde está su hermana, su mente y cuerpo rogaba para que Ye Ji no fuera tan estupida.
Los Hasmet era una de las familias con más control del mundo, su poder era respetable incluso en sus aguas.
Un crimen así... destruiría a su familia, llegando a niveles de venganza extremos, podría entrar una crisis en su país.
Su corazón da un respiro ligero cuando observa el rostro de Ye Ji, cubierto de la misma confusión y miedo qué hay en el suyo.
Por más distancia que exista entre ellos, Won Woo la conocía, una parte de él era de ella, al igual que algo de ella había en él.
Su hermana, por lo menos, aún tenía algo de conciencia.
—Hablen —Soo Bin frunce los labios, sus ojos se entrecierran y sus manos se tensan—. Tal vez muestre misericordia.
El castaño observa con detenimiento los signos corporales de los omegas. Algo que delate la mínima señal.
Su impaciencia se apacigua cuando—si no recordaba mal su nombre—Mirka Nerit da un paso al frente. Soo Bin la ve con atención cuando la mujer se arrodilla.
—Si hürrem lo permite, quiero confesar.
Soo Bin gira la cabeza hacia Belma, quien asienten afirmativamente cuando ve su expresión.
—Habla.
Mirka alza la cabeza con lentitud, el lobo de Soo Bin se mueve inquieto ante tal tranquilidad, pero decide esperar a las palabras de la omega antes de reaccionar.
—En estos últimos días, en la madrugada, acostumbro despertar una hora antes del Fajr. Relajarme en la sala común de la ala que nos posibilitó me permite tener una mente más tranquila antes de rezar...—Mirka habla con neutralidad, sus ojos siempre conectados al frente— Pero me he dado cuenta que no soy la única despierta a esa hora.
La mujer junta sus manos en su pecho, su labio tiembla ligeramente y sus ojos se vuelven tristes. Todos en la sala se inclinan con interés y el silencio se vuelve a expandir lentamente entre las paredes.
—Hürrem, ¿por qué razón Won Woo Cariporsi estaría saliendo de nuestras alas en la madrugada si no esta encomendado a Alá?
Las voces explotan.
Won Woo abre los ojos con sorpresa, su cuerpo punza cuando todas las miradas se dirigen hacia él y empiezan a hablar.
Su mirada de pánico se dirige de nuevo al frente cuando siente la intensidad de los ojos alrededor.
Cuando Soo Bin Claire clava su atención en él, su cuerpo suda.
—¿Es eso verdad? —Belma sube el tono de su voz con tintes exigentes, la conmoción solo se eleva en la sala mientras los alfas vuelven a reclamar la presencia de Yeon Jun.
Soo Bin observa el terror sincero en los ojos azules del pequeño rubio. Sus manos se contraen con fuerza cuando el omega empieza a negar con manos y cabeza. Su mirada se vuelve a dirigir a Mirka.
—¿Qué pruebas tienes?
Mirka se endereza, pero la expresión de culpa no se retira de su hermoso rostro. Su mano se levanta y señala a su derecha.
Los criados personales de los hatuns—retraídos en su lugar y traídos como culpables de complicidad—, se tensan cuando su mirada permanece en ellos.
Soo Bin alza una ceja cuando una de ellos empieza a caminar al centro.
Won Woo no puede controlar que un suspiro tranquilo se cuele entre sus dientes cuando ve a Hela dar pasos dubitativos frente a Mirka. Ella sabía de sus rezos, de la razón de sus escapadas nocturnas, si los convencía y funcionaba como traductora, un castigo por falta de respeto a la religión sería más digerible que uno por asesinato.
—Hürrem... Büyük Valide —el nerviosismo se deja marcar en las palabras de la beta mientras se inclina con exageración en movimientos raros, sus manos tiemblan con algo parecido al miedo—. Me gustaría tener el permiso de testificar.
La madre de Yeon Jun se mueve con impaciencia su lado, su expresión no decía nada, pero Soo Bin sabía que había un sentimiento de escepticismo en ella. También se sentía así.
—Habla entonces, niña —demanda Belma.
Soo Bin permanece callado junto con los miembros del Öğüt, sus dientes chocando con intranquilidad por una respuesta pronta. Su mano permanecía en su muslo, donde debajo de la ropa permanecía el arma que Yeon Jun le regalo.
Se había visto disparar a las figuras frente a él innumerables de veces desde que dio un paso en la sala.
—Soy Hela, acompañante personal de Won Woo Cariporsi desde hace cinco años, vine con él desde el núcleo de nuestro clan con el fin de guiarlo correctamente para nuestro fin a con la familia Hasmet...—su lengua se traba ligeramente en el pronunciamiento del apellido—. Sin embargo, le soy fiel al pacto entre las mafias que ha mantenido a los continentes en paz en los últimos años. Por tal razón, no puedo mentir cuando la reputación de la Ndrangheta se ve manchada.
Won Woo pellizca la tela de su brazo con ansiedad, había querido dar un paso al frente pero sabía que ya había armas apuntándole por la amenaza que ahora representaba.
—Won Woo, mi amo, es culpable de tales crimines. Le ha intentado asesinar.
Won Woo observa alrededor cuando los olores agrios y amargos se empiezan a mezclar, detrás de las telas negras puede sentir el veneno que se manda en olas grandes hacia él.
Sus ojos se dirigen hacia su hermana, sintiéndose aún más miserable cuando solo ve reproche en su mirada fría
En medio de la desesperación, ve a Mirka dar otra reverencia larga.
—Como miembro de La Roja, mi lealtad permanece al clan ¡No podría mentir y tampoco no investigar cuando mi gente es amenzada! —la omega gira su cuerpo hacia donde está Soo Bin y con movimientos ásperos lo señala—. ¿Por qué otra razón estaría acercándose a Min Gyu Mikaol, uno de los bajás principales de nuestro clan?
Un temblor frío recorre a Won Woo de pies a cabeza.
Su boca se abre una y otra vez, pero son solo sonidos ásperos los que puede expresar. La mirada de Soo Bin solo se vuele más pesada sobre él.
—Onu öldür [¡Mátenlo!]
—Yaşamayı hak etmiyor! [¡No merece vivir!]
—Onu cezalandırın! Yak!
[¡Castíguenlo! ¡Quémenlo!]
Las peticiones fúricas no tardan en llenar el aire, el olor se vuelve casi insoportable por el mensaje que transmiten las feromonas.
Soo Bin siente la mirada de Belma y de los alfas de la eve entre el caos que se va formando; están esperando.
Su lengua se siente áspera cuando ve las piernas del omega Cariporsi perder su fuerza y desplomarse.
Sus ojos vuelven a recaer sobre Mirka, quien sigue en posición sumisa. El dedo de su mano gira una y otra vez el anillo en su mano cuando las voces aumentan.
—El juicio tendrá una pausa para comprobación de pruebas. Si las acusaciones son ciertas...—la seriedad y rigidez se filtran en su voz mientras todos guardan silencio —. Won Woo Cariporsi sera empalado antes de que salga el Sol de mañana. Después de tres días su hermana podrá llevar su cuerpo de regreso a Italia. A partir de este momento, la Ndrangheta solo existirá por nombre.
La suplicante mirada de Won Woo se ve abatida por la glacial de Soo Bin. Los guardias y alfas de protección lo rodean y jalan hacia abajo.
—Assalaamu Álaikum [La paz esté contigo].
Soo Bin se recuesta sobre el lomo de Jabir con la mirada perdida. El sonido del monitor cardiaco le consumen su tranquilidad casi inexistente, y al igual que su estado demacrado, su lobo estaba en un estado casi vegetal.
Aún podia sentir el olor presente de los miembros del consejo en el aire. Reunidos y retraídos aún en la habitación de juicio para la entablación de lo que significaría el corte de lazos entre La Roja y la Ndrangheta.
Soo Bin tenía que volver, pero no podía reaccionar.
El toque en la puerta junto con voces bajas son casi inexistentes para sus oídos sordos.
No reacciona hasta que siente una cálida presencia detrás suyo, su cabeza gira para ver el cuerpo de rodillas ante él.
—Déjenos solos —susurra con voz débil.
—Hürrem...—empieza a exclamar Choi con necedad.
—Háganlo.
El hombre, al igual que el resto de los otros alfas, muestran expresiones complicadas. Con la confesión reciente en el juicio, la lealtad de Min Gyu también había sido puesta en duda.
Sus compañeros de lucha parecían tener una confusión marcada sobre cómo deberían tratar al ahora posible traidor.
Sin embargo; todos terminaron acatando las órdenes de Soo Bin, quien ignoró deliberadamente los ojos tristes en el rostro de Choi antes de irse con el rastro de feromonas amargas.
Cuando todos se van, la casi soledad es inundada solo por su presencia y la de Min Gyu.
—Levanta la cabeza.
El alfa no reacciona, y tampoco dice nada.
Soo Bin camina hacia él y lo observa desde arriba.
—Min Gyu —la voz de Soo Bin tiembla a pesar de su esfuerzo por evitarlo—. Por favor, mírame.
El hombre muerde sus labios y aprieta sus manos antes de alzar la vista. Soo Bin frunce los labios cuando ve las lagrimas en los iris opacos de su guardia.
—He venido a confesar, hürrem —su voz es apagada y sólida, arrebatada de la vida que siempre le acompaña—. He cometido traición.
La intranquilidad empieza a llenar a Soo Bin por completo, su garganta se seca y sus hombros empiezan a temblar.
—¿Qué traición, Min Gyu?
El alfa vuelve a agachar la mirada.
—He faltado a mis votos con La Roja, y he omitido una de las reglas de nuestro clan —Min Gyu aparta sus lágrimas con frustración, su tristeza se opaca con la rigidez en sus ojos rojos—. Aprecio al joven Cariporsi, le estimo y quiero al punto de que ha nublado mis sentidos y razón de sobra. Y es por eso mismo que después de que me deje argumentar a su favor le ruego a hürrem que me de el arma que elija para que yo mismo acabe con mi vida por el pecado por el cual me he dejado consumir.
Soo Bin siente la sensación de perdida que el alfa exhala por sus feromonas, su vista recae sobre la figura encogida y mortificada.
Pensar en matarlo solo debilita aún más su estado. Jamás podría.
—Tú hürrem te da permiso de hablar.
La expresión de Min Gyu se inunda por el alivio, su rostro recupera color y vitalidad.
La determinación envuelve sus orbes cuando se vuelve a dirigir al omega.
—Es inocente, hürrem —el tono del alfa no tiembla—. Las salidas nocturnas no son para aprovechar las ligeras fracturas en nuestra vigilancia, ni para conspirar en su contra.
Soo Bin frunce el ceño.
—¿Cómo lo sabes?
—Porqué yo soy quien le escolta por las noches —ante Soo Bin, Min Gyu parece dudar un segundo antes de continuar—, él es católico, antes del primer rezo va a la mezquita del palacete, yo lo he vigilado.
—¿Confías en él?—Soo Bin relame sus labios por la sequedad en ellos. Min Gyu inclina aún más su cabeza.
—Lo hago, hürrem.
Soo Bin cierra los ojos con pesadez ante las palabras sin duda del alfa.
Con eso, no había nada más que comprobar.
—Y yo confío en ti con mi vida, Min Gyu.
El alfa alza la cabeza con destellos de esperanza, su lobo se mueve dentro de él sin cuidado alguno.
—Won Woo no será castigado... y tú tampoco —Soo Bin extiende un brazo para que Min Gyu se pare.
—¿Hürrem?
—Negare cualquier contacto previo de ustedes, mantendré en secreto sus reuniones —el omega toca el hombro del otro con la esperanza de calmar a su inquieto lobo—. Yo te protegeré, de la misma forma en que ustedes lo han hecho.
Con ese simple gesto Min Gyu vuelve a temblar cuando Soo Bin le toca; sus piernas se vuelven a flexionar y arrastrar cerca de él. Con la felicidad reflejada en lágrimas nuevas su labios se reposan en la tela de la ropa de Soo Bin en agradecimiento melancólico.
Soo Bin se abstiene de llorar con él, no estaba seguro si alguna lágrima podría deslizarse de su rostro. No cuando se sentía tan drenado.
Min Gyu permanece de rodillas por minutos y el omega no hace nada para moverlo, un acto de piedad ante lo que parecía ocultar el alfa.
No hay ningún movimiento entre ellos. No hasta que el ajetreo vuelve a comenzar.
—¡Hürrem, hürrem!.
Min Gyu se levanta enseguida y se pone frente suyo. Dos trabajadoras abren la puerta y entran despavoridas.
Al ver sus rostros, Soo Bin decide no reprenderlas por abrir así.
—Ne oldu? [¿Qué sucede?] —pregunta algo alarmado.
—¡Amir! —exclaman las dos agitadas—Amir, hainin kafasını getirdi! [¡Amir ha traído la cabeza del traidor!]
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Este capitulo ha sido una montaña rusa de emociones, ¿qué les pareció? Ahora con más exactitud, ¿quién es el verdadero culpable?
Nos vemos pronto, gracias por su apoyo!! ❤❤
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