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★ | Capítulo 44

La mano de Minho se traslada hacia su espalda, sus ojos se mantienen sobre los de Jisung con un brillo ligero de amatividad. Jisung queda mudo ante cualquier sonido que pueda salir de su boca mientras el alfa hace caricias suaves en forma de círculos que provocan un estremecimiento involuntario en Jisung, causando que la ligera sonrisa de Minho se ensanche un poco más.

Sus dedos juegan con las ropas ligeras y suaves de Jisung, la tela parece casi inexistente con el toque severo del alfa.

— Te ves bien usando esto, oglan — susurra Minho inclinándose hacia el oído de Jisung, quien retrocede ligeramente por el cosquilleo del aliento caliente del alfa. Jisung de repente se dio cuenta que no sabía contestar a un coqueteo directo. Años de inexperiencia e indiferencia estaban trayendo consecuencias negativas de las que arrepentirse.

Cuando pensaba en una respuesta rápida sin verse más cenutrio y apenado de lo que ya se veía, la mano fría de Minho traspasa su ropa con un movimiento parsimonioso.

— Pero ciertamente disfrutó más verte sin ella.

Jisung respinga cuando Minho lo encierra en un beso demandante e inesperado, no hay picoteos o vergüenza alguna en el acto por parte de Minho. Jisung se ve inmovilizado y trata de seguir el ritmo de los labios del otro hombre, pero la experiencia de Minho se hace difícil de superar. La lengua del alfa hace cosquilleos en la suya, los toques de la mano debajo de su ropa hace lo mismo con sus nervios. Minho pone una mano sobre su nuca y profundiza el beso aún más, el aire desaparece de los pulmones de Jisung cuando siente el latido del pecho de Minho sobre el suyo. La tela delgada y los pantalones a la medida de Minho le hace consiente de la parte que se encuentra debajo del cinturón negro del alfa.

Jisung no sabía que tipo de relación tendrían una vez que Minho se fuera a América, no habían establecido nada después de todos sus encuentros. Pero de alguna manera el último celo en el que estuvieron juntos había dado un indicio de parteaguas en su relación.

Jisung ya había admitido desde hace mucho que había extrañado al alfa, cada día parecía haber recibido una estaca de hambre por él y su presencia, que ahora, al verlo y sentirlo, no podía más que diluirse con el aire caliente a su alrededor.

Estaba abierto a posibilidades, más aún cuando tenía más claros sus sentimientos. No era necesario cuestionar al alfa sobre los suyos, no cuando las acciones de Minho hacia él no eran nada indiferentes. Si estaba equivocado con algo, por lo menos tendría esto.

Y era por eso que estaba ahí, dejándose ver tan vulnerable como nunca nadie lo había visto; permitiéndose ser libre entre las suaves caricias y los besos excitantes de Minho, que parecían querer consumirlo aún más.

No pudo sentirse más que fastidiado cuando la punzada del recuerdo de la foto de Minho y Vernon Yilmaz volvió a restablecerse en el fondo de su mente, su cuerpo se tensó ligeramente y sus labios retrocedieron en automático.

Minho lo observa con ligera confusión. Sus ojos se apagan en vacilación.

— ¿Te he incomodado? — pregunta con un matiz preocupado. Jisung niega rápidamente con la cabeza, su respiración aún se estaba acostumbrando a la proximación de su rostro contra la del alfa.

— No, no, es solo que... — su voz se apaga cuando se da cuenta que no sabe cómo explicar la inseguridad de su lobo. No quería llamar ese tipo de emociones con la palabra celos, pero realmente no sabía cómo plantear la situación.

Minho se acomoda ligeramente sobre él.

— Hay algo que no me has dicho — Minho no pregunta, es una acusación segura de su parte. Jisung tuerce la boca, y después de unos segundos largos asiente en afirmación. Minho vuelve a un rostro serio y neutral — ¿Qué pasa?

Jisung baja su cabeza, la camisa blanca de Minho parece ser una distracción satisfactoria para sus pensamientos inquietos.

— Hace unos días recibí un mensaje sin remitente. Era una foto.

Minho lo observa con duda, y después de un momento hace un sonido para que continué — ¿Qué tenía en ella?

El castaño alza la cabeza, enfrentándose a la mirada severa de Minho.

— Era una foto tuya y de Vernon Yilmaz, frente a un hotel.

El rostro de Minho cae ligeramente, sus cejas se fruncen y su expresión vuelve completamente a la normalidad gélida de siempre.

— ¿Puedo verla?

— La rompí — responde Jisung firme, tal vez sonando demasiado irritado. Minho truena los dientes y pasa una mano sobre su frente en un signo de exasperación. Después de lo que parece ser un sonido molesto, responde.

— No es falsa, Vernon y yo nos encontramos brevemente — murmura el alfa, haciendo que el estómago de Jisung se apriete momentáneamente —. Pero él fue a verme, llegó a mi hotel, no fue una reunión planeada. Duro menos de cinco minutos antes de que se retirará, estoy seguro que el ángulo de esa foto tampoco mostró a mis hombres presentes ahí.

Jisung abre los ojos en realización, debía suponerlo con la burla del omega gama en ese día que se lo encontró frente al hospital. Minho lo veía con veracidad en sus iris, ademas, Jisung sabía que el alfa era demasiado directo y sincero para cualquier situación. Si hubiera estado con alguien más, y se lo pusiera en cara, el alfa lo admitiría sin mentiras de por medio.

Jisung entierra sus uñas se en su palma, ahora se sentía completamente avergonzado. Hablaron de confiaza en el kis y con los sucesos recientes parecía tener todo menos eso.

— Entiendo, te creo. No se por que pensé demasiado en eso.

Minho busca su mirada y toma su mano, sus topacios examinan con cuidado la sangre en sus manos, Jisung no se había dado cuenta de la fuerza que ejerció sobre él.

Jadea en sorpresa cuando Minho chupa con su lengua la herida minúscula, sus ojos permanecen con avives sobre los grises de Jisung, causando otro estremecimiento en su omega.

— Puedo ser muchas cosas, oglan, pero siempre soy firme en mi palabra — Minho extiende el brazo de Jisung hacia él, manteniendo un camino húmedo sobre la piel interna de este. Jisung muerde la parte interna de su mejilla para no soltar un sonido del que definitivamente se obligaría a no hacer —. Aunque debo de admitir que la abstinencia de semanas después a cuando te marque fueron difíciles de abordar para mi lobo. Pero no dudare en cobrarte cada uno de esos días.

Jisung grita cuando Minho da una ligera mordida en su piel, haciendo que retraiga su brazo molesto. La expresión casi burlesca de Minho vuelve a aparecer. — ¿Desde cuando te volviste ta desvergonzado? ¿No es algo que prohíbe el Corán?

Jisung no había aprendido todo lo que establece o prohíbe, las enseñanzas de sus banyalar habían sido muy breves conforme a ese tema, no les gustaba la idea de imponer una religión sobre Jisung, así que no eran tan explicitas en ello. Aún así, quería intentar poner en línea a Minho.

— Nunca he sido un hombre religioso, ni siquiera hago ayuno en Ramadán. No hay ninguna limitación que aplique conmigo — responde Minho simple.

Bueno, eso era cierto, Jisung había visto a Minho beber, y fumar —en exceso—, el asesinato posiblemente estaba también dentro de uno de sus rangos en contra del
Islam. Si lo pensaba bien, el respeto a los animales y la prohibición de su sufrimiento era lo único que seguía Minho.

Nuevamente se sentía algo mediocre frente a sus palabras. Pero no tenía tiempo para pensar correctamente cuando el rostro del alfa volvía a estar cerca del suyo.

Minho pasa una mano sobre su cabello, un movimiento que apenas se siente contra los adornos sobre la cabeza de Jisung. El peso de la corona que le habían dado se liberó, el alfa debió haberla retirado.

Antes de que Minho se inclinará hacia los labios de Jisung, se detuvo abruptamente, sus músculos se tensaron y retrocedió sin una respuesta. Jisung quería preguntar por qué había tenido de nuevo una expresión seria en su rostro, pero el toque ligero en la puerta y el olor a mar debajo de ella lo alertó.

— Amir, Hürrem, lamento molestarlos pero hay un asunto importante que requiere la atención de Amir en la compañía.

Era la voz de Changbin, calmada y con el toque feliz de siempre. Jisung quiso responder pero Minho puso una mano sobre sus labios, callándolo. La acción
desubico a Jisung.

— Anhyorum, birazdan gidecegim [Entiendo, iré en un momento] — responde el alfa con ese sencillo frío tono de siempre. Es como si hubieran roto la burbuja que los rodeaba y Minho se mostrara como el hombre frío de siempre.

Jisung le hace una seña para que lo libere, pero Minho lo ignora y se agacha.

— Será mejor que descanses, una vez que todos sepan que estás despierto querrán venir preocupados a verte. Vuelve a dormir — susurra en su oído, volviendo a causar causando cosquillas en Jisung.

Estaba cansado, mucho, el peso del día era bastante fuerte sobre él. La rehabilitación que trajo Minho consigo se esfumaría una vez que saliera de la mansión. El castaño odiaba eso, pero después de un periodo prolongado de separación era normal ese tipo de consecuencias.

Después de un momento de duda, toma el brazo de Minho cuando este se levanta.

— ¿Tardarás? — no puede evitar preguntar.

— No, será rápido. No te preocupes, vendré después a... cuidarte — Minho hizo entonar cada vocal de la última palabra. Jisung chasquea la lengua con molestia fingida y voltea la mirada. El alfa pone una mano sobre su cabeza —. Jabir estará contigo todo el tiempo, habrá dos hombres más de los que había afuera de tu puerta cada noche.

Minho mueve el rostro de Jisung hacia un lado, específicamente la zona de vegetación dentro de sus alas. Ahí, acostado con indiferencia y lamiendo sus patas con parsimonia, la presencia de Jabir llega en balde de agua para Jisung.

— ¿Estuvo ahi todo el tiempo? — exclama Jisung pasmado.

— No quiso irse de aquí, ni siquiera me obedeció a mi. Lo has domado envidiablemente — el gama vuelve a redirigir sus ojos hacia él — ¿Debería ponerme celoso?

Jisung palmea su mano irritado.

— Deja de delirar y apresúrate — el rojo vuelve a teñir sus mejillas. Minho no dice nada por unos segundos. Después, se inclina hacia él dubitativo y da un ligero beso en la sien de un atónito Jisung.

— Volveré pronto — dice Minho por último antes de caminar hacia la puerta e irse.

Minho sale en silencio de las alas de Jisung, sus movimientos se detienen brevemente cuando observa a Changbin recargado en una de las columnas. Cuando el otro alfa lo ve se inclina en una reverencia corta.

Minho lo observa por un momento y le hace una señal para que lo siga. Changbin empieza a caminar a su lado; sien embargo, el turco se percata que el otro hombre ve insistentemente hacia atrás, hacia las puertas de Jisung.

— Está dormido, será mejor dejarlo descansar toda la noche y no molestarlo — habla Minho con la vista enfrente. Changbin se tensa ante sus palabras y se toca el cuello incómodo.

— Si, lo se Amir, es solo que todos estamos muy preocupados por él — murmura Changbin en un tono inquieto. Minho siente un ligero cambio de feromonas alrededor, ademas de la auténtica preocupación también hay el vestigio del olor de un sentimiento que solo el percata. Sus facciones se endurecen inmediatamente.

— Tal vez la preocupación de tu parte roza otros límites Changbin.

El latino detiene sus pasos inmediatamente y Minho se gira verlo. Los iris del gama muestran la misma indiferencia de siempre, pero Changbin conoce demasiado bien a su Amir para saber que estaba enojado con algo.

— Amir..

— A partir de ahora, incluso si lo hayas hecho por instinto natural de consolación, no quiero que vuelvas a perfumar con tus feromonas a Jisung nunca más.

Changbin muerde su lengua, el sabor de la sangre inunda rápidamente su boca. Traslada sus manos detrás de su espalda y las presiona en forma de puños.

Minho ve un ligero brillo en los orbes de su hombre, irritándolo aún más por la veracidad de sus suposiciones. Su lobo gruñe debajo de su piel, pero retrae el sonido antes de que se presente.

— Entiendo, Amir.

Es lo único que dice Changbin después de unos segundos largos en silencio. Porqué así era la realidad, el era leal, el tenía que ser siempre así y cumplir sin la mínima vacilación a su clan.

Changbin era un soldado fiel, de anhelos profundos, pero un soldado. Y eso jamás cambiaría.

Minho lo observa por un momento antes de girar sobre si y continuar su camino por el pasillo de mármol.

— La próxima vez no habrá un aviso.

Félix tiembla.

Sus manos se retraen asustadas sobre su pecho y su frente llena de sudor empieza a arruinar su maquillaje. Muerde sus labios fuertemente para aprisionar su respiración irregular que hacía eco en las grandes paredes a su alrededor.

Cada que escuchaba un paso o la voz de uno de los sirvientes, sus piernas temblaban agresivamente.

Se había escondido detrás de una de las tantas columnas de ahí. Ese lugar era horrorosamente enorme, ni siquiera en Italia su familia tenía propiedades así de grandes y extensas.

Se maldijo por no haber dado una negativa cuando los arrojaron fuera de las alas donde se supone que deberían estar el y los otros omegas. La indiferencia no extraña de su hermana solo había causado una presión mayor en su pecho de la que tenía ahora.

No quería espiar, había caminado un poco y tenía pensado volver después de un tiempo para inventar algo que satisficiera a los otros. Pero solo unos pasos de su parte fueron suficientes para encerrarlo en una desesperación por no encontrar el camino de regreso.

Ahora sería expulsado, o peor, castigado. Una vez que se pisa el territorio de la Roja o de otra mafia se tenía que respetar las costumbres y reglas ahí. Sabía que su familia no le daría importancia a lo que sucediera con él, y era por eso mismo había querido tomar el papel pasivo e imperceptible en su estadía ahí.

Las fuertes voces del pasillo a la vuelta lo alertaron, desde el ángulo que estaba definitivamente lo verían. No eran sirvientes comunes, tenían olores fuertes, debían ser alfas, los hombres que custodiaban aquí.

De punta a punta en los continentes era bien sabido la destreza de los hombres de Minho Hasmet para asesinar y torturar. Sus manos no temblaban nunca ante ninguna orden, siempre eran rectos y firmes a lo que establecía su Amir.

Mientras las voces se acercaban más, sus ojos empezaron a arder por la contención de sus lágrimas. No tomaría mucho tiempo para que los alfas notaran su olor. Todo se torno en una situación sin salida cuando sus pies cedieron por el miedo.

En la oscuridad del atardecer, una mano salió rápidamente hacia él. Su mudez no le permitió reaccionar con palabras asustadas cuando fue arrastrado hacia esa figura. Ramadán es el nombre árabe del noveno mes del calendario islámico. Se considera uno de los meses islámicos más sagrados.

También es uno de los cinco pilares del Islam. Estos son cinco principios que los musulmanes creen que son actos obligatorios ordenados por Dios.

Los musulmanes creen que algunos de los primeros versículos del libro sagrado islámico, el Corán, fueron revelados al profeta Mahoma durante el mes de Ramadán. Se pone especial énfasis en recitar el Corán en este momento. El ayuno se considera un acto de adoración.

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