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50













El cuerpo de Frenkie tembló, su respiración se sentía pesada y sus ojos viraban por toda el área que le permitía ver el pequeño espejo. Las risas alegres de las omegas apenas eran perceptibles para sus oídos apagados debido a la sorpresa en su interior. Tenía razón, se sentía diferente.

Una de sus manos se extendió hacia su nuca, el movimiento quedó en el aire, un temor inconsciente de hacer que el color desapareciera. No había una marca gris insalubre y apagada, no era un omega indeseado por las consecuencias de una unión imprevista y no querida.

De repente, recordó la satisfacción en los ojos de Marc al ver sus glándulas más temprano en la mañana, él también...él estaba cómodo con ese tipo de cambio.

Sus banyalar estaban emocionadas, felices por decir menos, el olor dulce en el aire era empalagoso incluso para él. El comienzo de lágrimas se veían en sus ojos con vestigios de deslumbramientos de alivio.

Frenkie las observa, incapaz de apagar su empatía con ellas, los omegas suelen ser más perceptivos a todo, por lo que rápidamente se vió contagiado con el orgullo en los ojos de las mujeres.

Alá bizi dinledi[Alá nos ha escuchado]

Las palabras de Katrine le dan una paz desconocida, su omega se sentía pleno y realizado, un sentimiento ajeno en años de soledad y presión pasada.

Un toque en la puerta detuvo las risas alegres con la rapidez de un chasquido. Frenkie perfuma el aire, pero es incapaz de reconocer la presencia al otro lado de la puerta, no cuando el olor a sándalo y lluvia se impregnaba con tanta fuerza en cada poro de su piel que era imposible para él notar otra esencia.

—Es Robert —Anna le avisa cuando nota la confusión en sus ojos grises. Frenkie asiente.

—Viene con otros alfas —expresa Katrine después de ayudarlo a incorporarse, sus piernas estaban entumecidas —. Amir debió mandar una escolta para ojos indiscretos en los pasillos

Frenkie se encogió.
¡Los alfas olerían todo!

Con una ligera inhalación sabrían todo lo que ha acontecido en el pequeño espacio privado de Frenkie. Su vergüenza parecía flotar en cada momento a tan pocas horas de que comenzara el día.

—Vamos hürrem —Mikky señala la puerta con un gesto de cortesía, Frenkie suspira y con ayuda de Katrine y Anna camina hacia la puerta, no sin antes dirigir una mirada al cuadro escondido bajo los rayos que se proyectaban a través de las ventanas. Una sonrisa se extendió en su rostro.

Lo terminaría después.































La comida y el agua caliente en sus músculos se habían sentido con una satisfacción tan desbordante dentro de él, y por primera vez, no puso objeciones a las vestimentas que habían elegido las mujeres para que usara ese día. Incluso permitió el uso de adornos en sus manos. Simples, pero hermosos brazaletes y anillos resaltaron la luz que parecía desprender su persona, según a palabras de Anna.

Cuando Mikky propuso el uso del cubridor como cada día, Frenkie dudo.

Independientemente de si se trataba como una acción natural omega a mostrar su mordida en presencia de omegas ajenos a su territorio, Frenkie tenía la sensación de que ahora no tenía que ocultar nada, sus dedos jugaron con la tela de su blusa de satin.

El sonido del pie nervioso de Robert al otro lado de la habitación no le permitía pensar con claridad, el ruido se escuchaba incluso detrás del biombo que los separaba del alfa. Frenkie inclina la cabeza y da una inhalación profunda, el baño había permitido que pudiera tener su olfato más libre.

Robert tenía el vestigio de un olor floral, dulce. El olor de un omega—claramente—era apenas perceptible, pero notorio.

—¿No huelen...a girasoles?

Sus damas parpadean confundidas; después, alzan la cabeza para poder oler más a su alrededor.
Katrine niega con la cabeza después de un intento fallido.

—No hürrem, solo noto las magnolias y crisantemos en su jardín —dice Anna con tono seguro. Frenkie alza una ceja y se incorpora, sus omegas retroceden.

—Terminaré de arreglarme yo mismo, necesito hablar con Robert.

Los bellos rostros de las omegas se contornean en curiosidad, pero respetuosas como siempre, no dicen nada. Después de una reverencia larga y una sonrisa discreta, se retiran de las habitaciones de Frenkie.

—Robert —el castaño llama después de largos segundos —Puedes ver.

Frenkie siente los pasos del rubio mientras se acerca, su figura se detiene un momento antes de asomar su cabeza con duda sobre el biombo. Frenkie le sonríe y le da un gesto para que pase.

Niños, siempre tendrán esa imagen.

Hürrem —el alfa inclina la cabeza, Frenkie camina hacia él y lo levanta por los hombros.

Sus ojos dan una mirada rápida abajo suyo. El alfa estaba descalzo, era algo que había notado desde que Robert se encontraba esperándolo afuera de su estudio junto a otros guardaespaldas. Mikky había hecho gestos de regaño hacia él, pero Frenkie la detuvo. Quería creer que había tenido una noche agitada por el trabajo ordenado, pero con el olor dulce sobre él tenía sus dudas.

Aún así, decidió no decir nada.

—Robert, ¿qué encontraste?

El alfa tiene un cambio de expresión, el antes reverente rostro se vuelve a matices serios.

—Después de investigar cada uno de los últimos contactos de los omegas en las últimas semanas logre tener una identificación constante con un hombre —las palabras de Robert se vuelven casi mecánicas —, no es alguien simple, su nombre es Juslem Arrez, ya se encuentra en...—la voz del alfa duda—, ya no significa ningún peligro para hürrem, me he encargado.

Frenkie abre los ojos sorprendió, aprecia el cuidado que los alfas de la eve mostraban cuando tienen que mencionar ciertos asuntos o acciones en su presencia. Frenkie tiene una ligera incomodidad, pero no es causada por el significado qué hay detrás de esa información, sino por la normalidad que ha llegado a sentir cuando la escucha.

—¿Quién era este hombre?—cuestiona mientras vuelve a sentarse frente al espejo.
Robert da una larga exhalación.

—Lo conocía, la mayoría de los miembros de nuestro clan llegaron a tener un breve encuentro con él —el alfa baja la cabeza y tuerce la boca, Frenkie lo observa atento a través del espejo—. Era uno de los guardias personales de Joshua Yilmaz.

El omega presiona los dientes.

Pasa un momento más hasta que recarga su espalda sobre la silla de plata y observa el techo, las pinturas de la miniatura otomana logran acomodar sus ideas dispersas en ocasiones.

Su cabeza gira hacia el reloj dorado sobre la pared a su izquierda. Tenía tiempo hasta su reunión con la madre de Marc.

—Llama a Dani, indícale que hoy tendrán un día libre de trabajo en la galería, Sol galeri permanecerá cerrada por hoy.

Robert parece realmente pasmado cuando parece captar las intenciones de Frenkie.

—¿A dónde planea ir, Hürrem?

Frenkie abre una de las cajas sobre el tocador. Su mano toma la tela transparente y la pone alrededor de su cuello.

—Planeó hacer una visita de negocios.

























































Pablo suspira observando los mosaicos coloridos y brillantes, el sonido del agua corriendo por la fuente frente a él lo relaja a niveles grandes. El movimiento de la hamaca hace que quiera cerrar sus ojos con cada arrullo; pero su atención se encuentra sobre sus pies, sus talones chocan y se mueven de arriba hacia abajo. Una sonrisa alegre se extiende mientras toca su mano derecha, la mano que apenas había tenido un mínimo contacto con el bajá de La Roja.

El alfa lo había llevado hasta la puerta del ala común y se había inclinado respetuosamente ante él para despedirse. Pablo jamás había visto que un alfa hiciera tal acción con un omega, ni siquiera los que trabajan para su familia tenían la consideración de tal gesto.
No podía estar más que sorprendido por la diferencia de imagen que había tenido de la cultura antes de llegar aquí.

Su estado tranquilo se corta cuando escucha pasos cerca, su primer instinto es bajarse de la hamaca y ocultarse detrás de las plantas. Si era uno de los sirvientes se mostraría escéptico al verlo despierto.

Sus cejas se alzan y su boca se abre al ver a Emilia caminar tranquilamente hacia el pasillo que da a su habitación. Se supone que desde hace horas debía estar ahí, el acceso de alimentos o agua estaba a la mano con un gesto suyo—a excepción de para él—, por lo que no había razón para que siguiera deambulando tan tarde.

Retiene su olor nervioso hasta que la puerta de la omega se escucha cerrar. Pablo se despabila dándose toques en sus mejillas, sería mejor dormir.
















































Süreyya Operası, una casa de ópera construida en 1927, siendo una de las primeras en el lado asiático de Estambul, las entradas a cualquier función tenían que comprarse con meses de antelación.

Frenkie había llegado al distrito de Kadıköy con un ligero desbalance de emociones; esta vez no había dos camionetas siguiendo el Maserati donde viajaba, eran cuatro.

Hürrem, me temo que esta vez será imposible para mi hacer que esto no llegue a oídos de amir. Visitar uno de los territorios de los Yilmaz es...difícil de ocultar.

Frenkie observa el edificio tranquilo, repasando las palabras que Robert ha dicho.
Cuando Christensen le abre la puerta, se da cuenta de que es demasiado tarde para retroceder.

—¿Has hecho la llamada?— pregunta mientras ajusta su abrigo blanco. Christensen asiente a su lado.

—El joven Yilmaz ha aceptado verlo.

Frenkie da un ligero vistazo a los hombres que bajan de las camionetas que les acompañaban, otros permanecen dentro, seguramente para cubrir la delimitación del edificio. Logra identificar algunos rostros conocidos, como el de Tristán y Ajak, le alegraba tenerlos cerca.

Joshua Yilmaz había tenido la consideración de una plática sincera, aceptando sin alguna objeción le invito a Frenkie a su campo de trabajo. Por supuesto, al igual que la medicina y el área de salud, los omegas solían especificarse en campos artísticos por la percepción aguda de los sentimientos y su ambiente. Por lo que no era una sorpresa que el omega gama cantara...ópera.

Frenkie casi ríe por la obviedad de la actitud teatral que parecía tener el hombre de ojos morados.

Su atención se ve interrumpida cuando cuatro hombres salen de las puertas de cristal. Los alfas alrededor de Frenkie inmediatamente se ponen en guardia.

—Joven Claire, mi señor lo espera —un hombre rubio y alto de un paso dubitativo al frente al ver la amenaza latente que pintaba el entorno. Frenkie asiente y hace una seña para que los hombres de su lado retrocedan, todos obedecen en automático.

Los betas al frente dan pasos hacia atrás y abren las puertas para él. El castaño apenas puede respirar mientras empieza a caminar dentro.

Estaba solo, había una o dos personas caminando, pero nada más. Habían cerrado la ópera por la visita inesperada.

Frenkie dirige su mano en uno de los bolsos de su abrigo, donde el arma que Marc le había dado se encontraba cargada, tocarla constantemente le daba una especie de seguridad.

Sus cejas se mueven juntas cuando pasan dos puertas grandes, el hombre rubio que lo había recibido había estado dirigiendo el camino por los ostentosos pasillos.
Frenkie sentía la presencia constante de sus guardaespaldas a un pelo de distancia tras de él.

Después de bajar unas pocas escaleras, una enorme puerta de vidrio es abierta para él a medida que se acerca. El beta que lo guiaba retrocede y le hace un gesto para que pueda pasar. Frenkie lo mira escéptico, pero decide mantener su paso seguro.

Su mano agarra con fuerza el arma cuando identifica una figura conocida sentada en un largo sillón rojo, al igual que él, había alfas protegiéndolo a su espalda.
Frenkie casi tropieza cuando logra captar con más detalle a la persona frente a él.

La piel blanca y tersa estaba mallugada y morada, sus dedos estaban cubiertos de vendas y gasas, al igual que la extensión de su cuello.
Cuando Joshua alza la cabeza, Frenkie apenas es capaz de mantener su expresión neutral.

Había una cicatriz en la frente del omega, no era muy grande, pero se veía profunda y en curación.
A pesar de la fealdad que debían mostrar los hematomas y la nueva marca en el rostro del gama, Frenkie se siente ligeramente deslumbrado por la belleza tan desbordante del otro hombre, como si las imperfecciones fueran más que esporas en la nieve blanquizca y perfecta.

—Hola, hürrem —la voz de Joshua es baja y tranquila; apenas da una mirada hacia Frenkie ya que su atención está absorta en la taza de té en su mano. Después de unos segundos, le hace una señal para que se siente en el sillón al lado del suyo.

Frenkie da dos pasos y se sienta con parsimonia, algunos de los alfas que lo acompañaron le siguen y se sitúan detrás—como Christensen y Robert—, otros permanecen en la puerta.

Joshua alza la cabeza y sonríe ligeramente.

—Alfas, tan protectores como siempre.

A pesar de los ojos apagados del omega, Frenkie capta la chispa de agudeza que había notado en Joshua desde la primera vez que lo conoció. Aún se mantenía ahí.

—He venido por un asunto, tú ya deberías saber cuál —Frenkie decide atacar directo, la pesadez entre los dos bandos se siente con más ahínco. Joshua le da un vistazo, pero no deja de tomar su té, incluso con pequeños movimientos y ligeros temblores en sus dedos, sus acciones se veían elegantes y hermosas.

—Tengo mis sospechas — Joshua frunce su nariz, el olor a sándalo y lluvia estaba impregnado por todo el cuerpo del castaño. Su lobo se había movido incómodo, pero retuvo el sonido lamentable dentro de su boca—. También deberías saber que Juslem ya no trabaja para mí.

—Tengo mis sospechas —Frenkie imita al omega de cabellos rubios. Joshua sonríe con burla, después extiende su taza y uno de sus hombres la toma. Christensen y Robert dan un medio paso cuando Joshua se incorpora y camina hacia Frenkie.

Retrocedan.

Frenkie respira incómodo al notar el cambio en el lugar. Da una mirada a su espalda, dándose cuenta que sus guardias parecían en un estado pasmado. Sus muñecas temblaban y la estabilidad de sus armas era tambaleante.

Así que la voz en los omegas gamas no era un mito.

Se decía que era casi tan poderosa como la de los alfas; sin embargo, mientras la voz en ellos era causante de acciones llevadas por el temor y la dominancia, la voz de los omegas gama era irresistible y apaciguadora.
Casi como un veneno de efecto lento.

Frenkie saca la pistola en su abrigo y apunta sin dudar hacia el omega que se dirigía a él. El efecto fue casi inmediato, dado que los hombres de Joshua también le apuntaron.

El omega Yilmaz no tropezó ni un centímetro, y cuando estuvo a menos de un metro de Frenkie, con la pistola casi sobre su frente, hizo un gesto hacia uno de los betas a su lado. Un sobre amarillo fue a sus manos, para acabar sobre el regazo de Frenkie.

El castaño no retrocedió hasta que Joshua volvió a sentarse. Todos guardaron sus armas en un chasquido inseguro.

Frenkie se siente escéptico, pero aún así decide ver lo qué hay dentro de la carpeta amarilla. Eran fotos.

—Juslem era mi escolta principal desde que era pequeño, durante años jamás se había puesto en duda su lealtad hacia mi —la voz del omega se corta, Frenkie nota un atisbo de dolor en sus ojos—. Eso fue hasta que llegaron esas fotos.

Frenkie estudia las imágenes, donde el hombre de nombre Juslem estaba reunido con otra mujer alta y castaña, posiblemente alfa. Frenkie identifica ligeramente el fondo del lugar donde estaban, pero no estaba seguro.

—Esa es...

—La Catedral de Notre Dame, Francia — Joshua le completa, esparciendo las dudas restante en Frenkie—. La mujer en la foto es Elaska Beran, mate del líder de la Corsé.

Era la hermana de Bruno, los iris grises de Frenkie no fallaban. Había reunido suficiente información antes de que los omegas llegaran a Estambul, sabía ese tipo de datos.

Frenkie estaba empezando a poner las piezas juntas, una sonrisa de suficiencia se extendió por su rostro serio.
Esto estaba yendo más fácil de lo que esperaba. Sus ojos vuelven hacia Joshua con un pique de confusión.

—Si te traicionó, ¿por qué no...?—el castaño dejó las palabras al aire.

El otro omega se acomodó en su asiento.

—Si uno de tus hombres más cercanos te traiciona ¿Tendrías el valor de matarlos, hürrem?

Frenkie se movió incomodo, no se acostumbraba a que el otro hombre lo llamara así, el tono de burla no estaba implícito en su voz, pero era extraño. Aún así, las palabras de Joshua le hacen pensar profundamente, por lo que no puede mantenerse recto y no dar una mirada atrás suyo.

No podría, incluso cuando el sentimiento de furia y traición le carcomiera la sangre, no sería capaz de siquiera dar una orden indirecta.

—Se que usarás esta información sabiamente, pero no te confíes — Joshua vuelve a llamar su atención.—Los mellizos no te serán un problema, Andrea no es más que una noble con cabeza hueca y Pablo prefiere ser parte de su sombra. Bruno es inteligente, pero no más que Emilia.

Frenkie frunce el ceño, la había colocado como la más débil, al ser parte de La Roja esperaba que tuviera claro su lugar.

—Ha sido la más educada —confiesa en una extraña confianza, había estado manteniendo su guardia baja. Joshua ríe ligeramente.

—Por supuesto que lo es, pero te aseguro que es la persona con más deseos de matarte.

Frenkie escucha la respiración irregular de Christensen, la mención de la muerte de su hürrem había provocado un olor ácido en las feromonas de todos los alfas que lo acompañaban.

—No tiene ninguna oportunidad —responde Frenkie seguro.

—Su familia está encargada en la creación de armas biológicas y toxinas naturales del clan, toma lo que te digo como una advertencia amistosa — Joshua hace un movimiento de desdén con su mano. Frenkie frunce los labios, pero no dice nada—. Me temo que no puedes permanecer más tiempo aquí, mi padre y hermano ya deben saber que estás aquí. Será mejor que te vayas.

Frenkie asiente en acuerdo, se levanta cansado y acomoda la prenda sobre él. Es hasta que avanza a la puerta que nota los ojos de Joshua sobre su cuello.

Un suspiro de olor amargo pasa rápidamente, apagándose tan pronto como vino. El omega de cabellos rubios aparta la mirada y rodea sus hombros con sus propias manos.

—¿Él está bien?

Frenkie no tiene que preguntar a quien se refiere.

—Lo está, me he encargado de eso yo mismo —contesta sin ningún tono de reproche. La figura triste y demacrada del otro omega ha logrado calarle en sus nervios—Gracias, Joshua.

El omega no responde, Frenkie le da la espalda y empieza a caminar por el mismo lado por el que llegó.



Cuando Joshua vuelve a perfumar el aire se da cuenta que el omega castaño ya no se encuentra en la casa de ópera. Definitivamente sería castigado por esto.

—¿Lo has notado?— pregunta al aire, todos saben bien a quien se dirige.
Ibrahim da un paso al frente, su mirada permanece respetuosamente sobre el piso.

—Lo he notado, mi señor —responde con su voz automática.

—Cualquier omega hubiese vomitado por la presión de mis feromonas, un desmayo no me hubiese sorprendido — Joshua toca su cuello, una mirada triste pasa por su rostro cuando le arde. Era más razonable, no estaba en un punto donde las peleas innecesarias entre omegas le interesaran—o con nadie en general—, ya no sentía tener las fuerzas o el interés para eso.

Aún así, su instinto actuó de inmediato al captar la presencia de otro omega en su territorio, por lo que no pudo contener su olor. Sin embargo; no había tenido un efecto perceptible en el castaño, por lo que era imposible no encontrarse extrañado con tales resultados.

Definitivamente había algo que ha cambiado en Frenkie Claire.
































Miniatura otomana: La pintura miniatura es un arte otomano que se desarrolló en la edad de oro del imperio turco.

Voten♥️

A partir de este cap agarrense :).

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