13
Con la mano en el cristal y su omega agitado dentro suyo, Frenkie se sintió extrañado a su comportamiento impulsado por la inseguridad. Una parte de él sabía que era su omega queriendo remarcar su lugar como el mate de Marc, con su deseo sexual en aumento no era una actitud poco común que tendría en ese momento; sin embargo, la otra parte le confirmaba que cierta duda si provenía de él y no tenía nada que ver con su segundo género.
El alfa le había hecho una promesa y habían negociado. El problema era que él había roto su parte del trato y no garantizaba la fidelidad de Marc.
No tenía nada de que quejarse, se recordó. Pero sería más complicado para su omega si no imponía el lugar que le correspondía, más que nada por instinto.
Con decisión abrió la puerta, ya había interrumpido en el espacio de Marc más de una vez, otra no empeoraría su situación.
El desagrado en su interior no se hizo esperar.
No los había encontrado en ninguna posición comprometedora, pero la cercanía entre ellos hizo a su omega rugir. Marc estaba sentado, revisando en el escritorio de cristal unos papales que el pelirrojo inclinaba sugestivamente hacia el alfa. La posición del pelirrojo era casi indecente y Frenkie no pudo evitar el enojo ante la poca discreción en su objetivo. Lo peor era que Marc parecía acostumbrado a eso.
—Ah, eres tú —habla Marc mientras volvía su vista de nuevo a la información en sus manos—. Es la segunda vez que irrumpes en mis oficinas sin tocar, ¿a qué se debe esta vez?
La agresividad de su omega se apacigua y es remplazada por el sentimiento de aflicción. Frenkie siente un nudo en la garganta.
—Y-yo...—carraspea para enderezar su voz—. Termine con los datos y el trabajo de hoy.
No estaban haciendo nada malo frente a él, pero no podía seguir observando el descaro del otro omega y como Marc no hacía nada para evitarlo.
—No era necesario que viniera hasta aquí, hürrem. Mi oficina siempre estará abierta para usted —dice Marco con el mismo tono falso de la mañana. Frenkie tuerce la boca ante el gesto burlón del ojicarzo.
—Está bien, déjalos aquí —señala el alfa un espacio en la mesa. Frenkie aprieta las hojas y se acerca, Marc no le dirigiré ni una mirada cuando los deja frente a él—. Ya puedes irte, uno de mis hombres te acompañará al coche que te estará esperando abajo, te llevará a casa. Yo aún tengo que ver unas cosas con Marco en la empresa.
El nudo en su garganta se vuelve más grande, y el castaño no ve más opción que asentir. No da una mirada atrás mientras se retira de la habitación.
Ya había un alfa esperándolo en el marco del elevador para llevarlo de vuelta a la mansión.
Mantiene su postura tranquila en todo el transcurso de regreso; cuando llega a la mansión, Mikky, Katrine y Anna ya lo están esperando en la puerta.
Les contesta tranquilamente a todas las interrogantes
de su día y niega cuando le preguntan si necesita algo ahora que ha llegado. Lo acompañan hasta sus habitaciones para preparar su baño.
—¿Qué le gustaría cenar, hürrem? —pregunta Katrine mientras prepara la enorme cama. Frenkie reacciona y se sienta en la orilla de esta.
—Agradezco sus cuidados, pero... me gustaría estar solo —confiesa mirando la vegetación en la otra ala. Ve en la orilla del cuarto las pinturas, el lienzo y el caballete. No se emociona tanto como pensó que lo haría.
Las omegas se miran entre ellas preocupadas, sintiendo la sensibilidad y el quebranto en el castaño. Pertenecían al mismo género, no les habían asignado su trabajo por nada. Sus sentidos les indicaba que algo estaba mal.
—¿Podemos ayudarle en algo hürrem? —pregunta Mikky acercándose a Frenkie, el castaño niega.
—No, estoy bien. Tampoco quiero cenar, solo quiero descansar por favor —suspira Frenkie. Las mujeres inclinan la cabeza y se dirigen a la salida. Era la primera vez que recibían una orden directa del castaño, no podían objetar.
—Llámenos si necesita algo—insiste Anna, el omega no contesta y cierra la puerta.
Cuando la soledad lo envuelve por fin, Frenkie se dirige al espejo frente a él. Estaba atardeciendo, por lo que no había mucha iluminación en la habitación, pero al omega no le podía importar menos, así que se dejó ser en la oscuridad.
Se fue desvistiendo poco a poco, observando su figura en el reflejo. Se puso las prendas para dormir y dirigió su mirada al cubridor en su cuello. Sin ninguna duda se lo arrancó, rasgando la tela fina.
Las lágrimas se juntaron en sus ojos y cayeron libres al ver el color gris en la mordida. Sin vida y color, solo una simple mordida horrible lo adornaba.
La avalancha de todas las emociones que se habían arremolinado en su pecho explotaron en un segundo. Sintió el desamparo que había vivido toda su vida en su máximo punto. No tenía familia, no tenía a donde ir o qué razón usar para seguir escapando. Sentía todas sus acciones destinadas al fracaso. Durante años soportó las exigencias de su padre, el ausentismo de su madre y la soledad extrema; sin embargo, sentía que no sólo su persona había sido rota.
Su omega, en el fondo de él y aunque quisiera evitarlo, sentía que tampoco tenía alfa.
El dolor no mermó ni un poco al siguiente día, sentía las lágrimas secas en su rostro y si las omegas notaron las ojeras en su rostro, no dijeron nada.
Sin embargo, lo levantaron aún más temprano de lo usual, no era como si el cambio o unas horas menos de sueño le importara, pero se encontraba muy curioso del porqué, esperaba que no fuera un plan de Marc, se encontraba demasiado cansado para lidiar con él, su omega estaba muy resentido.
—¿A qué se debe esto? —cuestiona Frenkie cuando le dan ropas más casuales que las del día anterior. Las mujeres se miran cómplices entre ellas.
—Bueno, creemos que hürrem se encuentra muy agobiado últimamente, ser omega puede ser duro a veces y es algo que los alfas jamás entenderán, lo sabemos. Así que avisamos al amir y él accedió a darle el día libre a hürrem —responde Mikky acomodando los nudos en el cabello del castaño. Frenkie alza una ceja y reprime un sonido sarcástico.
Ahora también sentía que había fallado trabajando, ha ido a trabajar un día para descansar el siguiente. Él omega cierra los ojos con pesadez.
El olor distinguido a lluvia y océano lo alerta, inmediatamente Frenkie dirige su mirada a la puerta. No se había percatado de la presencia ahí, ni de los toques a su puerta gracias al desastre de sus pensamientos
—¿Puedo pasar, hürrem? —la alegre voz de Ronald lo saluda. Se veía bien, no lucia cansado o lastimado más allá de las vendas en su brazo que Frenkie pudo ver bajo el traje.
—Ronald, ¿no deberías estar descansando tu herida? —él omega le da una señal de entrada al alfa. El moreno mira su brazo y suelta un sonido de alardeó.
—¿Esto? Es solo un rasguño, hürrem. He tenido heridas peores —responde con su usual y radiante sonrisa. El omega hubiera seguido la broma ligera, pero su humor no estaba para seguir la amabilidad de Ronald. El alfa pareció notarlo cuando el castaño solo da una mueca como sonrisa. Las omegas le dirigen una mirada nerviosa, ahora sabía por que estaban tan preocupadas. Carraspea y decide continuar—. Tus bayanlar me dijeron que estabas preocupado por los chicos.
La luz de interés en los ojos del omega se enciende.—¿Su recuperación ha ido bien?
—Bueno, éramos cinco contra aproximadamente quince alfas armados, pero le aseguró que ellos quedaron peor —dice Ronald con un guiño, intentando relajar el ambiente melancólico de la habitación. Puede ver duda en el rostro de Frenkie.
—¿No están enojados conmigo? —murmura bajo el castaño—. Resultaron heridos por mí.
Ronald voltea a mirar a las omegas con vacilación. Ellas asienten y Katrine habla.—Hemos terminado de prepararlo hürrem, ¿necesita algo más?
El castaño niega con la mirada baja, cualquiera en el lugar podía adivinar que algo malo estaba sucediendo con el omega, estaba muy perdido.
—Bien, nos retiramos si nos permite, Ronald le dirá sus planes para hoy —se inclina Anna con la demás siguiéndole. El castaño no contesta, sabía que probablemente sólo lo dejarían pintar alrededor de la casa o estar con los animales, esos eran sus días comunes de siempre en ese lugar.
Cuando la puerta se cierra tras las mujeres, Ronald se acerca al lado de la cama donde se encuentra Frenkie sentado.
—No estamos enojados con usted hürrem, es un honor servirle y velar por su protección —por fin contesta Ronald, el castaño quiere objetar algo, pero el moreno se adelanta—. Sabemos también que no es su culpa, es humano después de todo.
En su situación yo haría lo mismo.
El alfa no tiene que explicar con detalle para identificar a qué se refiere. El castaño sonríe ante el intento del alfa para aliviar sus feromonas preocupadas, algo típico en los instintos de cualquier alfa. Frenkie decide ayudarlo cambiando de tema.
—¿Es necesaria tanta formalidad después de haber usado tu voz en mí y salvarme de un fuego abierto? Ya te había dicho que no me dijeras hürrem, Ronald. Creo que ya hemos pasado esa etapa —acusa el omega con un tono divertido. Puede ver nervios en las expresiones usualmente aliviadas del alfa, es la primera vez que lo ve tan inquieto—. Puedes tutearme cuando estemos a solas, no quiero causarte problemas. Cuando te sientas cómodo ten la libertad de decirme Frenkie.
Él omega estaba divertido por el manojo de nervios que era el alfa, ver el rojo en sus orejas solo aumentó la diversión de Frenkie.
—S-sí, agradezco la confianza dada —se recupera el uruguayo, volviendo a su postura. El omega opta por dejar de molestarlo, el color rojo en el cuello del alfa realmente lo estaba preocupando, así que se adelanta a preguntar.
—Bueno; ¿A dónde me llevarás?, ¿los jardines, la piscina, el cuarto de música? Estoy emocionado por conocer más la arquitectura de esta mansión —Frenkie suspira sarcástico, Ronald rió divertido.
—No, no, hürrem. Hoy no nos quedaremos aquí —expresó mientras se dirigía a la puerta y le abría para el omega. Frenkie no pudo evitar la mirada sorprendida.
—¿A dónde iremos? —cuestionó mientras se bajaba de la cama, acomodo lo más posible el cubridor en su cuello.
—Iremos con mis compañeros —declaró Ronald manteniendo la curva en su boca.
Frenkie no pensó salir tan pronto, no sin la presencia de Marc por lo menos. Ver las calles de Estambul y la alegría de las personas sin la presencia indiferente del turco fue algo gratificante. Pensó que se dirigían al hospital, pero Ronald le mencionó que habían dado de alta a los dos alfas que salieron con heridas peores que los otros en el intercambio y que tenían el equipo necesario para su recuperación en el eve.
—Muchos no tienen un hogar al que volver o familia a la que visitar —explicó Ronald con la vista en el camino, Frenkie había insistido en ir en el asiento de copiloto del auto y el alfa no pudo negarse, así que escuchó claramente todo lo que el uruguayo le decía—. Así que el amir hizo uno para nosotros, construyó un complejo entero si no teníamos un hogar o un lugar donde volver. Yo tengo mi propio departamento en Estambul y mi familia sigue en Uruguay; pero el complejo también es un lugar donde entrenamos, así qué pasó la mayor parte de mi tiempo ahí cuando no estoy trabajando.
—Y yo que creía que pasabas tus días libres con tus diferentes omegas —bromeó Frenkie observando el camino boscoso. No era ciego, con esa apariencia, el alfa era indudablemente un cazanova, lo comprobó ese día en la tienda de cubridores.
—Aún no he conocido a alguien que llame mi atención, a diferencia de mis compañeros que consiguen alguien nuevo cada que vamos a uno de los clubs de la familia Hasmet, yo prefiero simplemente concentrarme en mi trabajo —responde el moreno después de reír por la acusación del castaño, Frenkie asiente en comprensión, él también quería esperar por un alfa que valiera su interés, alguien que lo cuidara y protegiera.
Decide quitar esos pensamientos y seguir sus ojos en los árboles.
Fueron solo unos minutos hasta que llegaron a una gran estructura. Tenía un aire elegante, pero sencillo, acogedor era la palabra correcta.
—¿Sabían que vendría? — pregunta Frenkie saliendo de la camioneta antes de que Ronald abriera la puerta por él.
—Démosle una sorpresa —guiña Ronald, mientras se acerca al portón y pone una clave en un aparato extraño a su derecha. Apenas lo abre, el olor intenso de feromonas sorprende a Frenkie, era un lugar lleno de alfas.
Los tonos grises y oscuros no eran deprimentes, le daban un ambiente cálido y serio al lugar. A pesar de cómo pensaba Frenkie que sería un lugar lleno de alfas, todo estaba limpio y ordenado, Ronald lo guió por el camino.
Pasaron por cuartos con ventanales enormes, salas de entrenamiento diferentes. En uno había varios instrumentos de pesas donde vio a varios alfas levantar tres veces su peso, había en conjunto uno donde vio sacos de boxeo y un espacio donde se encontraban otros peleando cuerpo a cuerpo. En el lado contrario había una sala más grande que hacía elución a un campo de tiro, el sonido de las balas no se escuchaba y Frenkie iba a preguntar del por qué no se habían dado cuenta de su presencia a través de los cristales.
—Nosotros podemos verlos, pero ellos no a nosotros, es para no distraernos. Si hubieran sabido que venía este lugar hubiera sido un caos de nervios, también decidí evitar uno que otro infarto al elegir esta hora que es cuando usualmente entrenamos —dice Ronald al lado ante la pregunta sin decir de Frenkie, ahora él omega entendía la falta de personas en los pasillos. Pasan otros cuartos más antes de llegar a un espacio más cerrado—. Aquí es nuestra "revir". Tenemos un equipo completo y necesario para cada emergencia.
El castaño realiza que posiblemente ahí estaban los dos alfas que estaban en estado grave, la culpa lo vuelve a llenar.
Ve a un hombre albino alto salir de una de las puertas, puede reconocerlo rápidamente, era uno de los alfas que estuvo con él cuando salió a comprar el equipo de arte. En su traje que Frenkie dedujo cómo el uniforme que todos los hombres de Marc usaban tenía una placa de color plata que lo identificaba como Robert. Ronald tapaba la figura de Frenkie por su altura así que no se había dado cuenta de su presencia.
—Ronald, omega kokusu aldim sandīm[Ronald, creí oler a un omega]—se dirigió al moreno con una sonrisa burlona—. Sonunda yanında bir şeyler atıştırdın mı? [¿Finalmente trajiste algo que comer?] —le dijo con un tono divertido, Frenkie no entendió nada y decidió salir detrás de Ronald. El alfa se volvió pálido y Ronald reprimió una carcajada.
—H-hurrem—tartamudeo nervioso el alfa, se inclinó rápidamente y le dio una mirada acusatoria a Ronald— Lamento mis modales, nadie sabía que vendría hoy, le aseguro que habría tenido una bienvenida correspondientemente correcta.
Frenkie negó rápidamente—No te preocupes, vine a verlos para saber cómo estaban, no es necesaria tanta formalidad.
El rubio da un gesto en comprensión y Frenkie puede ver la sorpresa en su expresión.
—Ellos están mejor, no hay de que preocuparse hürrem ¿Necesita algo, ya ha comido? —pregunta esta vez el alfa, Frenkie vuelve a declinar con un gesto.
—¿Están despiertos? —Ronald se dirige a Robert señalando la puerta negra.
—Si, acaban de levantarse, vine a ver como estaban después de que el doctor los revisara esta mañana. Ya sabes cómo son, quieren volver a entrenar de inmediato.—contesta Robert, Ronald da un asentimiento y abre la puerta invitando a Frenkie.
—Si necesita algo en lo que podamos servirle no dude en decirnos hurrem, avisare de su presencia —expresa apresurado el alfa rubio, antes de que el omega pueda responder el hombre da otra inclinación y sale corriendo por los pasillos. Frenkie se rinde y decide entrar en la enfermería.
Era un espacio bastantemente grande, si no fuera por el color gris en las paredes, el castaño hubiera jurado que se encontraba en un piso de hospital. Había varias camas individuales, en el fondo pudo divisar dos figuras hablando. Su pecho se tensiono cuando identifico a Tristán, el alfa de barba que lo salvó chocando el bugatti contra el grupo de alfas. Cuando se dieron cuenta de su presencia, el mismo color que se drenó del otro alfa se pasó a sus rostros.
—¡Hürrem! —gritaron los dos al unísono.
—¡Oh no, no!, no se paren —se apresuró el castaño cuando los alfas hicieron el ademán de incorporarse. El otro hombre al lado de Tristán era un alfa de facciones europeas, los dos asintieron robóticamente—¿Cómo se encuentran?
—Estamos mejor que nada hürrem, no son más que solo rasguños—habla Tristán, el omega no pudo evitar una sonrisa, es la misma cosa que le dijo Ronald cuando preguntó por su brazo.
Realmente eran algo serio esos hombres.
—Hey Ronald, pásame mi placa por favor —susurró el otro alfa lo más bajo posible, señalando una silla a su lado que no podía alcanzar. El moreno alcanzó la placa que tenía "Christensen" inscrito en ella y se la puso sobre la bata médica.
Frenkie elevó una ceja en cuestión al ver que Tristán también se ponía una.
—Esas placas me hubieran servido mucho cuando los conocí —confiesa el omega señalándolas.
—Estás placas las mandamos a hacer después del accidente hürrem. Usted mencionó que sería más fácil identificarnos si las teníamos —declara Tristán, Frenkie lo mira confundido y voltea hacia Ronald, el moreno asintió en confirmación.
—¡Oh! Realmente lo decía en broma, no pensé que lo tomarían enserio —carraspea nervioso.
—Si es algo que hürrem dice no se tomará en broma —responde el otro alfa asiático, la expresión seria en su rostro parecía que hablaban muy severamente. Frenkie sintió su pecho calentarse.
—Gracias, realmente lo aprecio. Lamento todo lo que cause —murmura bajo Frenkie, los dos alfas en las camas empiezan a negar rápidamente con las manos, pudieron oler las feromonas tristes en el omega.
—Nuestro deber es proteger a hürrem, siempre lo haremos y estamos felices de hacerlo —asegura firmemente Tristán y Frenkie da un suspiro en alivio. Realmente estaba preocupado por que los alfas guardaran cierto rencor con él, sería más difícil su estadía ahí.
Se sumen en un silencio incómodo y Frenkie siente demasiada sensibilidad en el ambiente.
—¿Por qué no estás usando una placa? —rompe el silencio Christensen con un tono acusatorio hacia Ronald, el moreno sonríe con suficiencia.
—Es porque yo soy especial, hürrem no necesita una placa para identificarme. Hay niveles, ya sabes —espeta Ronald burlón.
De repente el silencio se vuelve una mezcla de ruidos molestos y sentidos hacia el moreno. Frenkie ríe por él intercambió y siente a su omega relajarse.
Una parte de él se pregunta por qué no puede ser así con Marc.
Eve: Casa, así se refieren al complejo de los alfas.
Revir: enfermería.
Cuando pienso en los hombres de Marc siempre me imagino a alfas súper fuertes y amenazantes que son una bolita de azúcar por dentro.
Poniendo en contexto, digamos que...él omega de Frenkie está muy lastimado, siente que ha sido rechazado y desplazado. Puede que "no sienta" nada por Marc, pero es su alfa, también va de la mano el instinto. Cuando pienso en los hombres de Marc siempre me imagino a alfas súper fuertes y amenazantes que son una bolita de azúcar por dentro.
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