12
El tiempo entre la noche y esa mañana era muy difuso para Frenkie. Después de que Marc lo dejara en los baños con mil y un pensamientos en su cabeza revisó su herida por sí mismo, y efectivamente se percató que era solo un rasguño con poca profundidad. No tenía casi ningún problema al caminar.
Mikky, Katrine y Anna llegaron después con la cena y medicinas—incluyendo los supresores—no dijo nada cuando Katrine le sugirió no tomarlos para poder tener un köpek yavrusu pronto. Había escuchado la conversación entre inconsciencia de Marc y el viejo doctor, no sabía si sentirse aliviado o presionado por la falta de un bebé en su vientre.
También preguntó acerca de la salud de los hombres de Marc. Las omegas le contestaron que estaban bien y que los dos alfas que estaban en el hospital estaban libres de riesgo, se recordó visitarlos cuando pudiera, quería resarcir de alguna forma sus errores.
Cuando su cuerpo tocó la suave cama fue un soplo de calma para el ajetreó que había tenía todo ese día, apenas cerró los ojos su cuerpo se sumió en el cansancio de emociones.
Al otro día lo levantaron a la misma hora, desayuno y le dieron unos cubridores para tapar la mordida como había querido, era cuestión de tiempo para que se tornara. Recordó sus compras del día anterior y se sintió hipócrita al preguntar por ellas, Anna le dijo que habían recomprado sus cosas y que cuando llegara en la tarde los tendría en sus habitaciones. Apenas podía controlar sus manos para dejar de temblar al recordar la promesa de Marc de convertirse en su vigilante número uno. Era claro que el alfa era una persona de carácter acérrimo, sería difícil objetarse a sus órdenes. Ya se había arriesgado demasiado.
Las omegas no le dieron ninguna ropa como usualmente lo hacían y siguió con su bata de pijama, rezaba porque fueran ropas más casuales. Iba a preguntarles cuando un toque en su puerta los alertó.
Cuando dio el paso, el rostro del hombre anciano que casi no había visto desde que lo recibieron por primera vez en esa casa se asomó por la puerta. Era Berat si no recordaba mal su nombre, el abuelo de ese omega recesivo pelirrojo que había estado fuera del ojo de Frenkie.
—Hürrem, buenos días —anuncia el beta entrando por completo, en su mano llevaba un traje.
—Buenos días —contesta aun viendo las telas en la mano del viejo.
—El amir ha mandado esto para usted, es una ropa adecuada para el trabajo en la empresa —anuncia mientras lo extiende hacia él, Frenkie lo toma en sus manos y lo examina. Era elegante pero casual, una simple camisa blanca con unos pantalones de vestir azules, en la otra mano del beta vio unos zapatos elegantes que casi le hacen soltar su desayuno al identificar la marca. Siempre había pensado que ese tipo de ropa era para esnobs ricos que desechaban su dinero por un par de pieles. Y ahora él la estaba usando.
—¿Te ha dicho algo más? —pregunta el omega refiriéndose al alfa, intenta ocultar el temblor en su voz.
—El amir lo estará esperando abajo cuando termine de arreglarse —sonrió el beta. El castaño dudó por un momento si era verdad que era un familiar de ese pelirrojo; ya que, la calidez de la mirada de Berat contrastaba mucho con la fría que le daba su sobrino. Decidió no darle muchas vueltas y apurarse.
Cuando estuvo listo bajó para encontrarse con el alfa. Frenkie casi duda en sus pasos al ver al turco. Siempre vestía elegantemente, pero con un toque casual y verlo usar un traje de cuatro piezas realmente agitaba a su omega por el atractivo de este. Haciéndole casi ignorar la mirada tosca que le dirigía el turco.
«Qué diablos», pensó Frenkie. Los deseos sexuales de los omegas recién marcados incrementaban casi al doble, tenía eso en cuenta, sin embargo, no pensaba que iban a mostrar presencia tan pronto. Negó con la cabeza intentando apartar tales pensamientos. Era obvio que su omega se sentía atraído a Marc; pero tenía demasiados problemas en ese momento para hacerle frente a su despertar sexual, se sentía como una pequeña dama virgen.
Subió al auto, observó que Marc estaba prácticamente al extremo del asiento. No le había dirigido ninguna palabra y parecía esmerarse a poner distancia en ellos. Frenkie no tuvo que tener su olfato agudo para oler el enojo en el ambiente.
El auto arrancó y otros lo siguieron, por alguna razón el omega no se sentía tan bien como pensaba al probar un poco de libertad. Su omega estaba en un estado melancólico y la marca en su cuello ya no palpitaba más debajo del cubridor. No dijeron ni una palabra en todo el transcurso del camino.
El tamaño de la estructura hacia incrementar la inseguridad de Frenkie por su altura. Incluso sin ser un experto en diseño pudo apreciar la belleza de la arquitectura del edificio, sus dedos hormiguearon con la necesidad de pintarlo.
—Vamos —llamó Marc trayéndolo a la realidad. Su tono aún era serio, pero Frenkie no le dijo nada cuando bajaron del coche.
Había otros hombres acompañándolos, diferentes a los que encargaron para su cuidado. Se preguntó cómo estaba Ronald, le mandaría un mensaje o una llamada, pero su celular también había sido decomisado cuando llegaron a Turquía. Marc no espero ni un segundo a que estuviera completamente afuera del auto para empezar a dirigirse al edificio. Se apresuró a seguirle el paso, pero no sabía exactamente en qué posición debería estar junto a los otros hombres.
El interior no era muy diferente a la belleza que caracterizaba el exterior del edificio. La explosión de olores diferentes lo inundó apenas dio un paso a la entrada, había personas pertenecientes a los tres géneros.
Había un ligero silencio, pero con el sonido de susurros permaneciendo a su alrededor. Al pasar, todos inclinaron ligeramente su cabeza en saludo, Marc no se molestaba en responder, pero Frenkie sentía su cabeza doler al sí hacerlo.
—Señor Hasmet —saludaron las betas que estaban en el centro del piso, encargadas de la recepción. Sus miradas se dirigieron a él—. Señor Claire.
Frenkie no pudo evitar su sorpresa, era obvio que en un ambiente fuera de la familia de Marc y con más carácter "normal" no le llamarían hürrem, pero por alguna razón se sintió extraño a la falta del sobrenombre.
—Hola —contesta rápidamente, siguiendo al alfa en su camino al elevador. Frenkie se da cuenta que los alfas que lo acompañaban se quedaron parados a su alrededor.
—¿Subirás o no? —cuestiona el alfa al ver que el omega se quedaba en su lugar sin entrar con él. Frenkie inseguro se adelanta en vergüenza.
Las puertas se cierran y empiezan a subir. El omega ve en los botones que son cuarenta y ocho pisos, en los cuales el trayecto se le hace imposiblemente largo. Agradece a los supresores por controlar el calor en su espalda.
Estar en un lugar tan cerrado y pequeño con su alfa volvía avivar el libido que se había suprimido con la marca en los últimos días. El celo de un omega se "apaga" una vez que es mordido, sin embargo, es solo un efecto de una vez ya que era prácticamente obvio que alfa y omega empezarían una vida sexual muy activa.
Algo que claramente lo ponía como una excepción.
Por la esquina de su ojo empieza a estudiar al alfa de manera discreta. No era ciego para no haberse dado cuenta del atractivo en Marc, pero eran circunstancias diferentes.
Era terriblemente guapo; hombros anchos, facciones maduras y varoniles, músculos definidos y altura correcta. Era la definición perfecta de un Alfa Gama en toda la palabra, la cúspide de la sociedad. Frenkie se preguntó cuánto le costaba seducir a alguien, estaba seguro de que una mirada y caerían a sus pies.
Su estudio fue interrumpido cuando se percató que el alfa lo miraba de vuelta, sintió sus orejas calentarse y volvió su vista al frente. Frenkie estaba seguro de que había visto el indicio de una sonrisa en el rostro del alfa.
Cuando el elevador se detuvo y las puertas se abrieron, un elegante espacio se mostró a frente a él. No había paredes, solo ventanales enormes que mostraban la belleza de Estambul. En su estupor casi ignora a la otra persona ahí.
—Buenos días amir.—saluda el omega. Frenkie recordaba al chico, Marco. Por alguna razón la sonrisa amable en su rostro hizo que olvidara la advertencia de sus bayanlar sobre el pelirrojo.
—Él es Marco, está remplazando a mi secretaria que se encuentra en licencia de paternidad. Al igual que tú está ganando experiencia en el campo de trabajo. Te ayudará en lo que necesites—se dirige Marc al castaño, Marco extiende su mano.
—Un honor conocerlo... hürrem. Ya nos habíamos visto antes, pero era un momento poco adecuado para las presentaciones —se presenta, Frenkie de inmediato contesta el gesto.
—Igualmente, gracias por tomarte la molestia —contesta con el mismo tono amable, Marco solo extiende su sonrisa y se separa.
—Mi oficina está al fondo, detrás de la puerta grande de allá —señala con la cabeza Marc. Frenkie estudia el lugar y asiente. De repente, la tensión en el ambiente aumenta y la mirada del alfa se vuelve más oscura—. No estás en la seguridad de la casa, espero que demuestres tu seriedad a tu profesionalismo. Es tu última oportunidad.
Susurra el alfa más cerca de Frenkie, él decide no contestar a la implícita conminación y solo asiente. No dejaría que su desesperación ganara sobre su razón, la próxima vez se encargaría de hacer las cosas bien.
El alfa no dice nada más y empieza a caminar al fondo, desapareciendo en las puertas opacas. Frenkie dirige su mirada a Marco, tal vez un compañero con quien hablar en este lugar no sería tan malo.
—Eres sobrino de Berat, ¿no? —empieza Frenkie con un tono amable—. Es agradable que...
—No se confunda —interrumpe el pelirrojo, la amable sonrisa en su rostro había desaparecido por la misma mirada estoica y furiosa cuando vio al omega por primera vez—. El amir fue muy claro con sus palabras, no se encuentra en su casa. Puede que siga siendo su mate, pero tu situación ha cambiado, has perdido su favor.
Frenkie se queda sorprendido a la rudeza de palabras en tan poco tiempo, el chico no solo lo atacó groseramente, sino que también insinuaba el valor de su unión. Era claro que todos en la casa pensaban que se habían unido por amor y que en un país donde antiguamente residía el sultanato interpretaban las acciones de Marc como un desfavorecimiento a Frenkie. No le sorprendería al castaño si pensaban que también ya estaría en busca de otro omega.
—Escucha, no sé qué es lo que piensas que está pasando entre tu
amir y yo, pero...
—Y ciertamente no me importa —vuelve a interrumpir el pelirrojo, Frenkie respiro profundo para calmar sus feromonas molestas. Su omega gruñía debajo de él, detectando una amenaza—. Subiste miles de puestos por tu posición, espero que sepas seguir el ritmo de los que si se han esforzado por llegar a donde están.
Termina el ojicarzo, el castaño sostiene su mirada por unos segundos más. Marco le empuja dos documentos grandes.
—Cambia las fechas y haz correcciones en las cuentas de las sedes de la empresa, ese es tu escritorio —señala una puerta en la esquina del lugar. —En la computadora de ahí encontrara lo que necesites, aunque los archivos están un poco revueltos, pero estoy seguro de que lo resolverás por ti mismo.
A pesar de ser un omega sin olor, la pesadez en el ambiente se había vuelto competitiva. El lobo de Frenkie no estaba contento con la presencia de Marco.
—Claro —Frenkie espera que el tono sarcástico en su voz se escuche perfectamente. Marco entrecierra los ojos y se retira para desaparecer en la puerta conjunta a la oficina de Marc. La filis en sus movimientos hace que Frenkie quiera vomitar.
El desorden en los archivos que le había advertido Marco no era una broma. Algunos se encontraban incluso en la papelera, a nada de ser borrados completamente. Eran muchos datos y tantos números revueltos que no había sabido por dónde empezar a trabajar.
Su trabajo era constantemente interrumpido por la ola de pensamientos que tenía, especialmente dirigidos a los sucesos de ayer y a ese pelirrojo molesto. Su omega detectó la amenaza en segundos, era claro que la rudeza en las palabras del otro no eran más que por un amor no correspondido. Frenkie soltó una risa seca al tratar de descifrar en qué clase de drama se había metido.
Su orgullo no le permitió pensar en decirle al alfa. No era un pobre omega que a la mínima grosería correría a los brazos de su pareja a quejarse. Él lidiaría por sí mismo con el de cabellos rojos.
La oficina que le asignaron era pequeña, pero tenía todo lo necesario. El último piso estaba extrañamente vacío y había muy pocas personas trabajando en él. Llegaron tres personas después de que Frenkie se instalará completamente en su espacio. No hablaban entre ellos y todos eran alfas, tampoco había visto indicios de negocios ilegales en la computadora que le dieron. Era obvio que no le darían acceso a dichos documentos.
Levantó la mirada cuando tocaron la puerta de su ahora oficina. Era una de las tres alfas que estaban trabajando en las oficinas junto a él.
—Buenas tardes señor Claire, espero no interrumpirlo —dice asomando su cabeza.
—No, no, pasa —se incorpora rápidamente el castaño. La castaña asiente y desaparece otra vez por la puerta, Frenkie se confunde cuando ve que la alfa abre por completo la puerta para entrar con un carro de comida.
—El señor Hasmet pidió que le trajéramos el almuerzo, no estaba segura de que le gustaba así que compre varias comidas —señaló la alfa a la variedad de platillos frente a él. Frenkie se quedó mudo, la castaña empezó a soltar un olor preocupado—¿No le gusta? Puedo traer algo más.
El castaño reaccionó de inmediato—. No, está bien, muchas gracias.
—Si necesita algo más, mi oficina está enfrente de la suya —sonríe la mujer mientras se retira, Frenkie inclina la cabeza en agradecimiento.
El omega estudia toda la comida, era cierto que ya era medio día y su estómago había empezado a gruñir, pero no esperaba que Marc se molestara en mandarle de comer.
Bueno, seguramente tenía que mantener la imagen frente a sus empleados, porque ¿qué clase de alfa no le daría importancia a su omega?
Suspiro estresado, tomando un plato de sushi siguió trabajando mientras picaba la comida.
Marc no fue a verlo en el resto del día.
Eran las 5:20 pm cuando terminó de organizar todo, había más errores de los que esperaba, pero Excel era un milagro en la humanidad. Imprimió todo y los metió en un folder, salió de la oficina y se dirigió a la de Marco para entregarle todo, esperaba que no estuviera para simplemente dejarlos en su escritorio y empezar a explorar el edificio para buscar salidas de emergencia fuera del ojo de los guardias.
—Marco no se encuentra en su oficina señor Claire, en este momento se encuentra con el bay Hasmet —le avisa otro de los alfas mientras pasaba por ahí. La mano de Frenkie se queda en el aire a punto de tocar la puerta.
—Gracias —responde con una sonrisa al hombre de color, este la responde inclinándose y se retira.
Frenkie hace el amagó de abrir la puerta del despacho del otro omega para cerrarla nuevamente. Dirige su mirada a la puerta de al lado, se muerde los labios ante la agites de su omega.
Era su mate, no tendría que dar explicaciones de nada si no tocaba, ¿verdad?
köpek yavrusu: cachorro/bebé.
BayHasmet: Señor, jefe, tú patrón pues.
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