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El sonido del disparo sonó por todo el lugar, haciendo eco en las paredes del sótano. Con el olor de la cordita y la fría temperatura del invierno en Canadá, el escenario se volvió más lúgubre de lo que era ya.

La sangre empezó a correr rápidamente por el suelo sucio, las personas presentes ni se inmutaron con el cadáver frente a ellos, esa imagen era tan común como el desayuno de cada día. E incluso si el desborde de los órganos les había causado una mínima incomodidad, optaron por guardar sus propios pensamientos para sí mismos.

Guardando su pistola y quitándose los guantes manchados del líquido rojo, Marc hizo un gesto desinteresado que le excluyó a sus hombres para levantar el cuerpo.

—Señor —llamó uno—. La reunión con el señor Claire es en dos horas.

— Cancélala —respondió el alfa mientras percibía un cigarrillo. Mientras exhalaba el humo, observó cómo sus chicos intentaban no ensuciar sus trajes al cargar al hombre muerto. Era prácticamente imposible, porque la cabeza había quedado destrozada.

—Señor, esta reunión es importante...tante— se trabó cuando el turco le dio una mirada irritada. —Está bien, déjeme encargarme.

El hombre que pronto se convertiría en un cadáver más en el mar tenía una deuda de más de tres años con ellos y había escapado de Europa a Canadá para no pagarla, usualmente el turco no tomaría gran importancia a ese tipo de situaciones, pero el hombre había matado dos de los suyos en el proceso de huida, cosa que no tenía perdón para Marc bajo ninguna circunstancia.

Dando una última mirada al cuerpo, tarareó las opciones en su cabeza con tranquilidad.

—Encárguense de la familia también —ordenó mientras se retiraba del lugar.

Al salir se detuvo un momento para estudiar la nieve en el aire. Cerro los ojos disfrutando el frío en su cara y la frescura en el ambiente, sus subordinados también se detuvieron, esperando cualquier orden de su parte. Con un suspiro cansado entro al Bentley con sus hombres siguiendo el paso. Cuando el auto comenzó su transcurso, el alfa se percató de la sangre seca en sus manos.



















El omega miraba nervioso de un lado a otro, poniendo especial atención en las esquinas o los lugares abiertos en el aeropuerto. Los nervios le carcomían, provocando que sus feromonas tuvieran un olor ácido; haciendo que las personas a su alrededor noten su nerviosismo palpable. Estaba seguro de que su padre mandaría gente a buscarlo apenas se haya dado cuenta que no estaba, Frenkie podía imaginar su rostro colérico provocado por las "insuficiencias" de su hijo como omega.

Se supone que esa misma noche conocería a su prometido, el cual era incomparablemente millonario y absolutamente prepotente, dado que había pospuesto su reunión más de tres veces. Sin siquiera conocerlo Frenkie aseguró que era una persona de carácter zafio y no pensaba enredarse con tal falto de modales.

"¿Qué se creía?"

Con el corazón latiendo a mil y su mano temblando al entregar su boleto de un vuelo sin regreso a Inglaterra, Frenkie sintió que respiraba una vez sentado en el avión; había dado un gran paso a su salvación de un matrimonio que claramente no lo haría feliz.

Como era costumbre en las familias de alta sociedad, los matrimonios arreglados no eran una cosa del siglo pasado. Su padre no dudó un segundo cuando encontró el perfecto Alfa para su querido y único hijo.

El perfecto Alfa que los salvaría de la bancarrota que estaban viviendo.

Las malas jugadas de su padre y las apuestas diarias llevaron a su familia en declive, a punto de perder todo en corto tiempo, el hombre tuvo que buscar opciones de último momento, ofreciendo a su hijo a sus socios más grandes. Cuando su padre le anunció sus planes para levantar el nombre de su familia, se sintió enfermo. Habían vivido toda su vida tratando de complacer a su papá para cubrir las imperfecciones de no nacer como alfa para hacerse cargo de los negocios familiares; sin embargo, no estaba dispuesto a casarse con un viejo millonario al que no se le pararía en cuatro años.

<< ¡Que le den!>>

Una vez llegara a Inglaterra tenía que encontrar un lugar seguro donde quedarse, no tenía amigos o familiares confiables ahí, así que tengo que ir con cuidado.

Agarrando seguramente el asiento empezó a sopesar sus opciones.

















— He canceló la reunión señor —.

— ¿Qué respondió? No dudo que su paciencia haya terminado después de tantas posiciones. Debió ser un problema, Ronald—contesta el alfa mientras miraba el trago dorado en su mano.

—Extrañamente...se escuchó aliviado de posponer el encuentro—.

—¿Aliviado? La propuesta no era segura, personas como esas buscan una solución inmediata a sus problemas, no les importaría tener que vender incluso a sus mates para salvarse. Los caracterizan la estolidez en cada decisión que toman —murmuró Marc.

La mecánica voz del avión anunciando el próximo despegue se hizo presente, con un asentimiento de su jefe para dejar la plática para después Ronald decidió sentarse en su lugar.

Mientras transcurría el vuelo, los pensamientos de Marc volaron hacia la situación de su familia. La guerra contra los Yilmaz lo había hecho enojar lo suficiente para ver una paz lejana, el conflicto parecía no tener fin y su paciencia tenía un límite. Se tocó la frente con estrés.

—¿Necesita algo más antes de aterrizar señor? — preguntó una azafata interrumpiendo sus pensamientos, por su inexistente olor Marc pudo ver que era una beta. La cual deliberadamente había dejado a la vista su pecho al inclinarse hacia él. Si estuviera de humor se la habría cogido en el baño...o incluso pedirles a sus hombres abandonar la primera clase para dejarlo jugar un rato. Marc estaba considerando la propuesta sin decir de la mujer cuando vio una figura delgada sentarse frente a él.






























—¡Malditas turbulencias! — Frenkie se encontró hiperventilando cada vez que el avión temblaba, las personas a su alrededor lo miraron molestos por el escándalo que estaba haciendo. Agradecía que no tuviera ningún acompañante en los asientos o ya le hubiera dado un golpe en respuesta.

—Disculpe señor, faltan menos de treinta minutos para aterrizar, ¿querría ir a la primera clase en los minutos que restan del vuelo? — los rostros de las personas se tornaron aún más molestos cuando escucharon la propuesta de la empleada. Frenkie asintió de inmediato, ignorando las feromonas molestas de las personas a su alrededor.


















Como siempre, la diferencia entre la primera clase y la estándar era enorme, el joven omega no se podía dar ese privilegio debido al poco dinero en efectivo que tenía, estaba seguro de que si usaba la tarjeta su padre la rastrearía de inmediato. Al entrar a la nueva sección se sorprendió a la soledad de esta, normalmente la clase especial tenía poca gente, pero está vez era muy poca.

Había cinco hombres, dé trajes oscuros y mirada pesada, todos alfas indudablemente. Frenkie no se sintió intimidado, experimentó toda su vida rodeada de alfas y jamás se había sometido a ni uno solo, no tenía la intención de comenzar ahora.

Lo que llamó su atención fue ver que los cinco hombres estaban sentados estratégicamente alrededor de un hombre de traje azul que le daba la espalda, miró con curiosidad la escena cuando otra turbulencia hizo que su atención se desviara y mirara a la azafata asustado.

—Por favor, por aquí —le indica la beta, haciendo que Frenkie se siente de inmediato en el lugar disponible. Si necesita algo más, no dude en decirme.

La joven beta estaba a punto de retirarse cuando uno de los hombres de traje negro la llamó.

—Disculpe, pero se reservó exclusi...—estuvo un punto de quejarse cuando una seña de su jefe lo paró. >Está bien< Ronald asintió extrañado.

Frenkie estaba completamente ajeno a todo mientras batallaba por asegurar su cinturón, sus manos temblaban con miedo.

—Maldición, ¿cuántas veces tengo que pedir un lugar sin ventana? — murmuro para sí mismo con las manos temblando. Marc frunció el ceño curioso.

Había un pequeño atisbo de un olor dulce, claramente controlado por supresores. Para cualquier alfa podría haber sido difícil encontrar ese olor único que identifica a las personas, pero no para un alfa de primer calibre como lo era él. Sabía que las feromonas eran un punto aparte, no tenían nada que ver con el olor que percibía del omega frente a él.

—¿Señor? — la beta de intenciones desvergonzadas volvió a llamar su atención.

—Estoy bien, puedes retirarte—contesto seco el alfa, provocando una mueca de la beta mientras se iba. Había encontrado algo más interesante.

Al alfa no le interesaban mucho los omegas, ni siquiera los de clase OG; incluso preferiría evitarlos a toda costa. Estudio curioso al omega, le pareció interesante como es que se perderá tan tranquilo al estar rodeado de alfas que evidentemente no transmitirían una buena imagen; pero, se encontraba temblando por unos ligeros temblores en el avión. Marc no sabía si era muy estúpido o muy intrigante.

El omega ni siquiera le dirigió una mirada ni una sola vez, algo que al turco le hizo gracia, estaba acostumbrado a ser el foco de atención a todos los lugares que iba.

—¡Dios! — grito asustado Frenkie cuando una fuerte turbulencia hizo temblar al avión. Sin darse cuenta aferró su mano sobre la de Marc mientras apretaba sus ojos, sosteniéndose fuertemente a cualquier lugar que lo mantuviera a salvo en caso de que (en sus pensamientos) el avión se cayera o algo. Marc hizo una mueca de dolor cuando las uñas fuertes se enterraron en su piel, su instinto alfa lo dejó pasar y decidió agarrar la delgada mano de manera de soporte.

Era cálida y con dificultad pequeña con la de él. Sus hombres se alteraron y se pusieron en guardia, Marc los tranquilizó con una mirada.

La mano a pesar de delgada tenía una fuerza poco característica de un omega, Marc no pudo evitar que su interés aumentara; puesto que, no se operaron ni siquiera de un OG.

Durante el tiempo restante del vuelo, el alfa no pudo apartar sus ojos dorados del joven castaño. 
















Mirka: 

Emocionada por que inicia :)

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