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El eco de los pasos pesados de Assaf resonaban contra el piso de madera del largo pasillo, la mujer de origen asiático frente a él dirigía el camino en el elegante restaurante japonés, sus caderas se movían con protuberancia con dobles intenciones a las que el alfa no les prestó la mínima atención.
En otros días antiguos tal vez la circunstancia podría considerarse diferente.

Hubiera jalado a la beta por una de las puertas shoji y deslizarla por el tatami bajo su cuerpo, no hubieran pasado más de dos minutos para que sintiera el aliento caliente de sus suspiros contra su cuello. Pero ahora, incluso tratando de imaginar la escena de sus días experimentados, dentro de su cabeza solo se formaba un rostro en particular, donde la transparencia de ojos grises reflejaban el rostro de Assaf contorneado en placer.

Suspira fuertemente, tratando de evitar ese tipo de recuerdos del castaño que se reproducían una y otra vez dentro de su cabeza. No era ni el lugar ni el momento para complacer a su alfa con el recuerdo de Ethan.

—Aquí es, señor Hasmet —la mujer indica cuando llegan al último cuarto.

—¿Y los cuartos alrededor?

—Completamente vacíos, señor Hasmet —asegura la mujer con una ligera sonrisa. Assaf había reservado todos los cuartos que le antecedían, queriendo la máxima privacidad posible. Sus hombres rodeaban el restaurante, alertó a cualquier posible ataque exterior. Si algo pasaba en el transcurso de la su reunión, el mismo podría sobrellevar su protección sin problema alguno.

—Bien, puedes irte —el alfa pasa un fajo de billetes canadienses a la beta, un mensaje para que nadie se acercara a esta zona.

—No dude en buscar mi servicio la próxima vez que venga —dice ella con una reverencia larga, asegurándose de mostrar el pecho visible bajo su kimono mal puesto. Assaf no responde nada y espera a que se vaya.

Dirige su mirada al shoji y desliza la puerta corrediza fácilmente. La persona sentada sobre el cojín se incorpora rápidamente.

—Señor Hasmet —murmura mientras da una reverencia apresurada—. Es agradable verlo de nuevo.

El gama cierra la puerta tras de si, inclina ligeramente la cabeza ante el deja vu de la situación. El rostro viejo y nervioso de Jackson Claire nunca se había visto más despreciable que en ese momento.


























Ethan observa la pintura de la mujer ahogándose en el mar, la sangre deslizándose por sus piernas no se había sentido tan real hasta ahora, sus ojos revolotean sobre el sentimiento de anhelo que este retrato trae, junto con una confusión profunda en él.

¿Cómo salvarse a uno mismo? Era el título de la obra.

La no conocida respuesta a esa pregunta parecía florecer un sentimiento de melancolía en Ethan cada mañana que se detenía a observar la pintura.

Habían pasado tres días ya de la noticia, y también de la última llamada de Assaf. Después de su encuentro no amistoso con Marco, y el conocimiento de su infertilidad expuesto, los sirvientes de la mansión apenas si levantaban la mirada para verlo, daban reverencias apresuradas para después desaparecer nerviosamente por los pasillos dorados. Kenia había explicado que la inseguridad en los empleados no se debía a un tipo de negación hacia él, sino que era más una preocupación profunda. La omega no dio más detalles, no queriendo decirle a su hürrem que el núcleo de esa inquietud se debía a todo lo que enfrentaría en un futuro, todos sabían que tiempos difíciles se venían para el castaño.

Los alfas de la eve habían estado más apegados a Ethan de lo normal, al principio él estaba recio a ese tipo de exagerada protección, pero al ver los rostros intranquilos de los hombres decidió no reclamar nada.

Suspira bajamente, recordando el cambio palpable dentro suyo que se había obligado a formar. Si dejaba que el consejo tomara ventaja, todas esas personas que habían procurado por él sufrirían inminentemente. Muchos de los omegas que trabajaban en la familia Hasmet habían empezado a estudiar, la libertad de sus derechos se verían opacados por el  Öğüt, y al igual que los alfas de la eve, que tenían deseos de formar familias, vivirían siguiendo las órdenes de los que estaban arriba suyo. Ethan había realizado hasta ahora el poder y la complejidad de la dinastía Hasmet, eran más que una mafia cualquiera. Eran un imperio escondido entre las sombras, su influencia iba más allá de la comprensión a la que él podía recurrir, y era por eso mismo que nadie pondría una negación a cualquier orden que se les de.

Ethan trataría de evitar ese ligero derrumbamiento, ahora tenía personas en las que confiar, personas que le dieron una visión diferente de lo que podría ser su vida, era su turno de protegerlos, más allá de las propias creencias que podía tener.

Dando una última mirada a la pintura frente a él, hace su camino hacia la oficina principal de la galería, desliza el celular de su bolsillo y observa la última y única llamada registrada. A pesar de la ausencia de contacto del alfa a con él, todas las mañanas de los últimos días Ethan recibía una rosa azul, como si tuviera algún mensaje de remplazo para las que empezaban a morirse. En todos esos torbellinos oscuros que habían provocado las palabras de hace unos días, el detalle azul de los pétalos siempre parecía poner de mejor humor a su omega, el cual parecía más ausente que en toda su vida.

Ethan apenas si podía sentir a su lobo deslizarse bajo su piel, nunca le había pasado eso, era como si su omega se hubiera encerrado en una caja de melancolía, saliendo únicamente cuando un estimulante exterior era suficiente. Por supuesto, el estimulante siempre era algún mínimo indicio de Assaf.

Comprendía el desasosiego de su lobo ante la ausencia del gama, sabía que una vez que llegara y se enterara de la noticia habría un parteaguas en la situación de la familia, y posiblemente en su relación, haciendo su instinto omega más ausente de lo que ya estaba. Definitivamente estos días habían sido un increíble entendimiento del mundo que le rodeaba; sin embargo, también le habían permitido detenerse a pensar en lo que realmente sentía.

Extrañaba a Assaf.
Había puesto muchas negaciones para convencerse de que se trataban de puros instintos bajos, pero ya no estaba con el pie en la página de suposiciones. Todavía no sabía cómo sentirse con ese nuevo descubrimiento, pero esperaba que el tiempo con el alfa lo ayudara a entenderlo mejor.

Antes de que pudiera tener la oportunidad de sentarse y comenzar con el análisis de las nuevas secciones en la galería, un toque apresurado en su puerta lo distrajo. No había dado el pase cuando el rostro nervioso de Mariam se asomo hacia la oficina.

—¿Qué pasa Mariam?—pregunta Ethan.

Hürrem, mis disculpas por interrumpir de esa manera. Pero tiene una visita importante.

El omega frunce el ceño confundido, las reuniones con los omegas artistas para la entrada de sus obras en la galería empezarían hasta la siguiente semana. Para que su asistente se comportara así de inquieta sólo podía haber un grupo reducido de personas que podrían haber llegado. Afortunadamente, Ethan no tuvo que detenerse a reducir sus opciones.

—No es necesario anunciar mi llegada, no estamos en esos tiempos.

La figura alta, el traje de marca y la musculatura única de los benditos genes Hasmet confundió a Ethan por un segundo, haciendo que su corazón palpitara agitado en su pecho. Sin embargo, los rasgos duros pero amables en el atractivo rostro le hizo darse cuenta que no era quien pensaba.

Pues Assaf no era el que estaba frente a él, sino Kulem, su hermano.

Hürrem —saluda el hombre amablemente. Ethan apenas si puede recordar la última vez que alguien de la familia Hasmet lo nombró así—.¿Puedo?

El omega se obliga a salir de su ligero trance y da un movimiento con su mano para darle el paso

—O-oh si, disculpa. Pasa, por favor.

Kulem asiente y da una sonrisa de despedida a la omega que permanece tiesa en la puerta. Ethan se da cuenta del tambien momentáneo shock de la omega.

—Mariam —llama suavemente, haciendo que la mujer reaccione en seguida.

—¿Si, hürrem?

—Puedes retirarte.

Mariam parpadea una y dos veces, dándose cuenta que ha estado como roca en la entrada de la oficina.

—¡Oh! ¡Claro, claro! Si necesita algo no dude en llamarme, estaré en el primer piso de todas maneras —tartamudea la mujer con una sonrisa apenada. Da dos reverencias rápidas y desaparece cerrando la puerta tras de si.

—Que gente tan noble te rodea. Incluso los guardaespaldas en la entrada eran recios a dejarme pasar —dice el alfa mientras observa el cuarto, deteniendo su mirada por más tiempo en los ramos azules. Ethan se dio cuenta de su marcado acento, que a diferencia del de Assaf, se notaba aún más al hablar inglés.

—Si, tienes razón —responde el omega caminando hacia los sillones frente al escritorio. Señalando uno para que el hombre tomara asiento—.¿Puedo ofrecerte algo...té?

¿Qué clase de etiqueta debía tener para el hermano de la cabeza de la familia? Sus banyalar jamás le hablaron de eso, ¿había que comprar algún tipo de bebida? Los Hasmet eran tan especiales en ciertos aspectos.

—¡Oh, no! Es una visita corta —Kulem pareció ver su conflicto interno, así que se apresuró a explicarse. Su sonrisa se desvaneció y por primera vez desde que Ethan lo conocía sus ojos se volvieron serios, si el omega no supiera la diferencia entre los dos hermanos, podría jurar que el que estaba frente a él era Assaf—. Vengo por órdenes de mi madre.

Ethan tenso sus hombros, e intento suprimir la mueca molesta que se quería formar en su rostro. Ya intuía la razón de su inesperada visita.

—Ya veo.

El hermano de Assaf se reacomoda en el sillón, y sus movimientos detonaban cierto nerviosismo. Nada propio de los alfas en su familia.

—Hubiera querido que nuestro primer encuentro privado hubiera sido por otras razones —Kulem saca un archivo de su elegante ropa, extendiéndoselo a Ethan. El omega lo toma y observa el documento enrollado con un sello, con el mismo símbolo que Assaf tenía tatuado en su pecho. Al parecer era el sello de su familia—. Se han elegido a los omegas.

Ethan cierra los ojos pesadamente, no esperaba que fueran tan rápidos. Trata de mantener impasible sus movimientos mientras desenrolla el papel. Muerde la piel interna de sus mejillas y lee cuidadosamente el texto que está en turco.

"El consejo unánimemente ha decidió—y por las circunstancias que le acontecen—el llamado a la ley No.55 de la dinastía Hasmet. Debido a la incapacidad del actual Hürrem para procrear, se ha vuelto como máxima preocupación la necesidad pronta de herederos que puedan continuar con el linaje hasta ahora inquebrantable del imperio. Cómo está establecido, el Hürrem debe manejar el harem y criar a los hijos de efendi como los suyos. Si existe una negación por parte de este, se despojará del título inmediatamente, transfiriéndole a una nueva propiedad alejada, por lo que se buscará a un nuevo mate para la cabeza familiar.

La decisión del consejo es inquebrantable.

La Roja solo está sobre la Roja"

Detrás del documento hay otros papeles más, Ethan da una hojeada rápida, dándose cuenta que son fotografías . Eran cuatro.

Cuatro problemas, cuatro omegas y cuatro circunstancias de las que tendría que encargarse.

No dejaría que estos hatuns tuvieran alguna ventaja para dejar que el consejo se aprovechara de su situación. Tenía a quienes proteger, no quería que su vida se volviera en un infierno arcaico.

Viendo los rostros bellos, y los colores de sus iris, se dio cuenta que no había ningún omega gama, las feromonas de dominación podrían ser las más difíciles de soportar, y estaba preocupado por eso. Pero lo que más le sorprendió, era la falta de eso mismo ¿estaba su retrato escondido entre los demás?

—Ali Yilmaz no formará parte de ningún asunto en la familia Hasmet —vuelve a hablar el alfa frente a él. Ethan alza la cabeza, apenándose momentamente de lo rápido que podía ser leido.

—Creí que era el prometido de Assaf, la opción más fuerte para un remplazo —confiesa Ethan. Kulem parece aún más incómodo ante la palabra directa de "remplazo".

—Como sabrá, estamos en una guerra, no sería inteligente tener al enemigo tan cerca, y mucho menos cerca de usted. Además las circunstancias de mi primo tampoco son favorables.

Ethan frunce el ceño ante eso. ¿No favorables? Es un omega gama, una fuente fertilidad, ¿qué no es favorable?

—Entiendo —es lo único que responde, bajando su mirada de nuevo a las fotos. Todos eran muy bellos, eran dos mujeres y dos hombres.

—Mi madre insistió en decirle a mi hermano una vez que llegue al país. Pero en este tipo de decisiones, tu palabra es importante.

—¿Mi palabra?¿Tuve alguna vez una?

El alfa hace un rostro de comprensión. ¿Él sabría las circunstancias de su unión con Assaf?

—Entiendo, mi familia tiene costumbres que pueden no ser comprensibles. Es la misma razón por la que me aleje considerablemente, y Assaf es el que maneja todo. Pero hay algo que puedo decirte —hace una pausa—. Puede haber docenas de concubinas, pero sólo hay un hürrem.

El alfa da un vistazo fugaz al anillo verde en la mano de Ethan, sonriendo ligeramente.

—Se muy bien que Assaf puede ser una fórmula incomprensible, incluso para mí siendo su familia es difícil entender muchas de sus acciones. Pero trajo un nuevo comienzo a la dinastía, si hay algo que puedo reconocerle es su increíble frialdad y estrategia a la hora de dar un cambio  —Kulem se levanta del sillón, acomodando la manga de su traje. Ethan copia su acción —.  Sin embargo, se que incluso alguien así de poderoso necesita un remanso de tranquilidad en su vida, no solo para él, sino para todos en el clan.

Ethan lo observa impasible mientras el alfa da una ligera inclinación con su cabeza hacia él.

—Tal vez tú puedas ser esa base y paz en la oscuridad de mi familia, Ethan Claire —sonríe el hombre alto haciendo su camino hacia la puerta. Ethan aún permanece en su lugar cuando la puerta se cierra, estudiando las palabras del alfa que se ha ido.



















—Todos son omegas de clase alta.

Ethan respira lentamente mientras ve su reflejo en el espejo dorado. Edith quita una a una las ropas que ha llevado ese día, el creepúsculo del día se asomaba con parsimonia a través de las ventanas, Assaf aún no llamaba.

—Son más que eso —Elit responde a las palabras de Kenia, las dos mujeres observaban detenidamente el documento que se le fue entregado a Ethan en ese día.

—¿A que te refieres Elit?—el omega pregunta mientras se desliza en su pijama de seda.

—Son familiares de clanes poderosos, hürrem.

La omega responde señalando dos fotos.

—Alexander y Andrea Cariporsi, mellizos —Elit le muestra las imágenes juntas. Los dos tenían cabellos dorados, y ojos azules, Ethan ahora podía entender la similitud, si se pudiera rescatar una diferencia entre ellos serían las facciones; ya que las de Andrea eran más gélidas, y las de Alexander de aspecto más amable—. Son sobrinos lejanos de Franco Ricci.

Ethan ahora entendía a lo que quería referirse Elit. Había conocido a Franco Ricci hace poco, en el kış, era la mano derecha del líder de la Ndrangheta.

—No estás hablando en serio —Kenia toca su cabeza con cansancio, Ethan se acerca y le señala los otros dos retratos.

—¿Qué hay de ellos?

La morena alza la cabeza y los observa detenidamente, haciendo una mueca pequeña después de un momento.

—Él es Bruno Beran, hermano de Elaska Beran —Ethan también la había conocido en el baile, era la mate del jefe de la Corse. Y al igual que ella, su hermano parecía tener el mismo rasgo de avaricia en su rostro. ¿Qué clase de guerra se estaba volviendo esto?—. Y esta es Emilia Nerit, no la conozco pero el apellido me suena a una de las familias políticas allegados a los Hasmet, debe ser algún familiar de un miembro del consejo.

Era una omega de cabellos negros y ojos verdes, viendo todas las opciones, ella podría considerarse la más fácil de sobrellevar.
Sus banyalar tenían razón, el  Öğüt arrinconaría a Assaf de una forma u otra, y aprovecharían la brecha para dar rienda a su egoísmo.

Puesto que la mayoría de los omegas elegidos como hatun, eran parte de las mafias compañeras del continente con los que la familia Hasmet tenía una unión.



































Hatun: Concubina/o



Voten ♥️

Ando medio cansadita, así que el otro cap se publicará este Jueves o Viernes.

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