Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

V E I N T I U N O

Aaron Moore

01 de Julio, 2016

Soy un completo idiota.

Vaya que tarde me doy cuenta, mafioso de porquería que se deja atrapar tan rápido. Suelto un bufido acercándome a los hierros que me sumergen aquí dentro. Es una parte relativamente espaciosa para sólo dos personas que sinceramente, el hombre me tiene un odio tan enorme que golpeó mi parte íntima desde que llegué.

— ¡Hey, tú! —el gran policía que se encuentra paseándose por las celdas me observa con una ceja levantada y con un enojo tan grande a través de sus ojos, se acerca bufando.

— ¿Qué?

Su tono de voz me da migraña, ¿Antes he mencionado que los policías me irritan? El hombre bufa.

— Deje de joder, pronto será su condena.

— Saldré de aquí cueste lo que cueste.

— Eso dijo el hombre que lo acompaña en la celda, ¿Adivina qué? Lo condenaron a estar aquí dentro por un tiempo.

El hombre se aleja farfullando cosas hirientes hacia mi persona, giro encontrando al hombre con el que comparto celda.

Aprieta sus dedos a no más poder golpeando mi rostro, caigo al piso mientras no se detiene, al hacerlo la sangre inunda mi cavidad bucal. Escupo a un lado.

— He escuchado tantas cosas de ti que lo mío es un juego.

— ¿Qué hiciste tú? ¿Jugar con muñecas? Deja de joderme.

Se agacha apretando su mandíbula: — Mi hija estaba siendo perseguida por un acosador, lo maté. Prefiero que ella me visite a la cárcel y no yo a ella al cementerio. ¿Tú tienes hijas? La verdad que pena por ellas tener un padre cómo tú.

Respiro forzado al recordar a Afrodita y Candy, ambas estarán devastadas al enterarse de lo que me está sucediendo... O quizás no, nadie sabe. Mi camino es imprescindible y no andaré mencionando cosas sin sentido. Recuerdo lo que le hice a Candy en su niñez y odiándome por no tener las agallas necesarias para construir fuerte también a Afrodita.

Afrodita es una débil, sin fuerza y que prefiero ni acordarme que ella la engendre.

[...]

10 de Julio, 2016

Quizás el tiempo va muy rápido o muy corto, pero ya aquí me encuentro, sentado esposado siendo interrogado por un juez. Fui negado a un abogado, ya que, mencionan que sí o sí estaré dentro. Entre el medio de todos logro ver el rostro de una mujer lo suficientemente conocida para mí, ¡Perra culpable, me las vas a pagar!

Alana, posada tranquilamente en medio del gentío tratando de pasar desapercibida. El juez capta de nuevo mi atención, ya que, un hombre con traje comenzará sus preguntas.

— ¿Promete hablar con la verdad y nada más que la verdad? —muchas fotografías son tomadas contra mí, sonrío con burla para mostrarles más altanería de mi parte. En una esquina del tumulto de gente está Jacob Steele sonriendo de medio lado, ¡Es su culpa también, maldito!

— Lo prometo —informo al fin. El juez inicia las preguntas del hombre trajeado.

— ¿Nombre completo a la mafia?

— Mafia Moore.

— ¿Tenía más cómplices? —quisiera decir ¡Sí! Mi hija, el chico enmascarado que estuvo en el suceso de mi hija con nombre Jhony, mi mujer muerta, muchas más personas, pero sólo asiento— ¿Tiene hijas?

— Sí —respondo. Sí yo me hundo, ellas también— su nombre es Candy Moore.

— ¿Alguna más?

— Y una insignificante que me odia de por vida de nombre Afrodita.

— ¿Quieren seguir sus pasos?

— Una sí —indica que prosiga— Afrodita no quiere estar en estos líos, ¿Se nota lo insuficiente que es?

— ¡Es lo mejor de esa familia, cerdo! —grita una mujer entre el medio de todos, el Juez proclama silencio.

— ¿Su esposa?

— Muerta.

Más preguntas vienen y muchas que me dejan en desventaja, cuando creo que voy ganando es cuando cometo el error más grande. El juez comienza a opinar sobre lo susodicho y, tiempo más tarde escucho lo que va a ocurrir conmigo.

— Aaron Moore es el más buscado por la milicia, policía, CIA y todo lo que deba contener leyes en cada país del mundo; por vendedor de drogas, causante de varias muertes macabras en el mundo, secuestros, trata de Blanca y... —sigue enumerando—. Lo que nos lleva a concluir de qué, el señor Aaron Moore será...

Todos aguardan lo que debe mencionar el juez, ruedo mis ojos, de esta yo saldré cómo quiera.

— Será condenado a estar bajo a resto hasta morir, tendrá la seguridad más alta que puede haber en el mundo y estará solo en una celda oscura.

Toca con su martillo dos veces, todos gritan de felicidad al escuchar eso. Los medios de comunicación estarán estallando y lo último que veo antes de ser llevado hasta otro lugar es la sonrisa macabra de Jacob. Hipócrita.

[...]

Elliot Lennon

Mis piernas duelen de todo lo que he hecho en los últimos días, lanzo mi cuerpo a una hamaca siendo sorprendido por Lola que llega sonriente. Si Candy la ve le borra del rostro la sonrisa con unos golpes. Se la ha pasado enojada con todos desde que se enteró de que su nombre está en cada lugar de comunicación menos su rostro que es lo bueno.

Lola suelta el aire contenido yendo hacia la hamaca restante meciéndose con tranquilidad.

— ¿Qué tienes? —pregunta de repente, sus ojos se conectan con los míos.

— Nada importante, Lola —el grito desde lejos de la rubia me estremece. Debe estar peleando cuerpo a cuerpo con algún escolta. Saco mi celular hablando unos instantes con mis padres antes de entrar a mi cuenta de Instagram.

La chica cerca de mi trata de aligerar el ambiente contando algunos chistes ridículamente graciosos, rio nasalmente antes de detenerme con el grito de la rubia.

— ¡¿Es que trabajo con idiotas o qué?! —su grito está más cerca, santísimo, apenas tiene diecinueve años y tiene más autoestima junto con superioridad que una persona de treinta.

— Fin a mi hora de descanso—informo levantándome de a poco, el grito de Candy está más cerca. Lola me sonríe guiñándome un ojo, cuando paso por su lado agarra mi antebrazo anteponiendo más mis pasos y abrazándome. Por lo que me he enterado es una chica solitaria que perdió a sus padres a sus once años en un trágico accidente dejándola a ella con su hermana de cuatro años que ahora ella misma está buscando los recursos necesarios para mantenerla bien, segura y alimentada. Le devuelvo el abrazo.

— Que bonito, una guerra afuera y ustedes abrazándose, desprendiendo un cariño inmenso —ironiza la rubia, me separo de Lola al instante— En el campo de entrenamiento ambos, junto a los demás.

Lola asiente alejándose a pasos apresurados, por mi parte quedo frente a la rubia que desprende ira hasta por los poros. Trato de acercar mi boca a su mejilla, pero se aleja repudiando mi cercanía.

— En el campo de entrenamiento, escolta.

— Rubia.

— Ahora, escolta —señala la dirección por dónde debo ir. Asiento pasando por su lado, pero antes me detiene— Mérida estuvo escribiéndome, preguntando por ti.

— ¿Qué le dijiste?

— Nada importante, sólo mencioné que estabas ocupado consolando a una chica y que si desea la podría buscar—se aleja lentamente.

— ¿No puedo?

— No podías, pero es tu vida —su fachada de frialdad vuelve—. Sí quieres tener un amorío con una de ellas, adelante escolta.

Se aleja tanto que toca gritar; — ¡tus celos y enojo se sienten hasta aquí!

Un escolta se atraviesa en su camino hablándole en los oídos, ella asiente alejándose junto al canalla.

[...]

No puedo dormir más, son las ocho de la mañana y me encuentro dando vueltas en la cama sin parar, decido levantarme e ir a tomar una ducha para despejar mi mente de los pensamientos que los ahondan. Cuando me alisto vuelvo a la cama pensando aún más.

Algunas cosas van tomando sentido e incluso, ya entiendo porque tantos nervios o revoltijos en el estómago cuando estoy cerca de Candy Moore.

Esa mirada penetrante, esos ojos grises tan hermosos, esa sonrisa irónica formada por esos labios que me encantan. ¡Joded! ¿Cómo no me di cuenta? Es tan absurdo que ahora me dé cuenta de que estoy enamorado de la rubia de ojos grises.

Quizás sí hubiéramos seguido cómo escolta y protegida eso no hubiera pasado, pero él hubiera no existe.

Las tantas veces que me dije a mi mismo no caer en las garras de ella y terminé enamorado de ella tan locamente.

Mi puerta es abierta por una chica desprendiendo alegría que al instante espanta mis pensamientos. Mérida, ¿Cómo llegó hasta aquí? Luego recuerdo lo que mencionó la rubia con respecto a que la iba a traer.

Mi mejor amiga me abraza le correspondo y nos ponemos al día, con nervios en mi ser le cuento cada detalle de mi gusto hacia la rubia de ojos grises. Mérida sorprendida piensa algo.

— ¿Y sí sé lo mencionas?

— Tengo miedo a que me rechace y que yo termine paulatinamente devastado. Creo que lo mejor sería no decirlo.

— No seas idiota —me zarandea—. Sí dices que es fría con todos y contigo se coloca en plan amor y paz, entonces no creo que te vaya a ignorar —rasca su barbilla— ¿Y sí intentas un discurso de lo que le vas a decir?

Cuenta con detalle de cómo hacerlo, lo pienso bastante antes de asentir. Coloco mi cara seria tomando las manos de Mérida entrando a la actuación pensando que es la rubia que yace frente a mí.

— No sé cómo pasó, no, eso suena estúpido y no te gustan las cosas tan cursis. Bien, me enamoré de ti y aunque suene masoquista, lo hice, no hay un momento en el que no quiera estar cerca de ti sin querer besarte. Ya sé lo que se siente tener las jodidas mariposas y aunque esté sonando cómo un tonto enamorado, sólo me queda decir; te quiero.

Llevo mi vista a la puerta abierta percatándome de la presencia de la rubia de ojos grises, ella hace una extraña mueca en sus labios antes de asentir y alejarse.

Mérida se percató de la acción y me zarandea: — Si serás idiota, ve por ella.

Cómo un resorte me levanto siendo seguido por Mérida, ella se queda junto a las chicas del clan, mientras yo busco con la mirada a Candy Moore. Pero no hay rastros.

¿Cómo alguien puede desaparecer tan rápido? Recuerdo el lugar donde me llevó y con temor camino hasta allá, aprieto el botón y me lanzo. Ya ahí percibo su aroma, está en una esquina tecleando en su teléfono con un tazón de papas fritas y soda al lado. Me acerco con rapidez plantándome frente a ella.

— ¿Cómo rayos recuerdas el camino? —lleno mis pulmones de oxígeno, por su parte frunce aún más su ceño.

— Lo de la habitación —trata de hablar, pero la corto— fue un malentendido.

— ¿De qué hablas? Ah, ya, lo de Mérida y tú.

— Mérida no me gusta —rueda sus ojos tomando una papa frita entre sus dedos y llevándolo a su boca, luego comienza a beber de su refresco—. Me gustas tú.

El refresco lo escupe tosiendo sin parar, incluso baja por su nariz. Asco. Le doy palmadas en la espalda, ella busca una servilleta y limpia la mucosidad de su nariz.

— Cada palabra que escuchaste se dirigió a ti.

— Cállate, hombre —detiene su tos—. No escuché nada, sólo el "te quiero" y por eso me alejé.

Mierda. No escuchó mi discurso y casi hago que se ahogue a base de refresco. Me observa con detenimiento provocándome estremecer.

— ¿Qué sucede, rubia?

Se levanta recogiendo todo y saliendo del lugar, la sigo hasta que se detiene frente a la puerta de su habitación.

— Es recíproco.

Se encierra en su habitación, Afrodita que va pasando se asombra al escuchar la palabra y por mi parte estoy tan quieto que podrían confundirme con una estatua.

[...]

Es hora de entrenar, por lo tanto, me visto acorde a la situación y bajo yendo hasta la zona de entrenamiento. Las mejillas de Candy están de un color carmesí en todo momento mientras que, por mi parte, sigo haciendo los entrenamientos. Lola se acerca a mi observando de reojo a la rubia.

— Hola —devuelvo su saludo. Seguimos con los entrenamientos hasta que llega el momento que nunca quería que pasara. Pelea cuerpo a cuerpo.

El que gana pasa al segundo nivel y cómo gran perezoso que soy, llego hasta ahí, ¿Qué esperaban? ¿Qué me dejara ganar?

Cuando los entrenamientos acababan voy hasta una botella de agua bebiéndola de un tirón aliviando la sequedad que habitaba en mi garganta.

El lugar queda solitario, sólo con Candy revisando algunos datos en su teléfono. Me acerco cuidadosamente asustándola.

— Idiota —vuelve su vista a la pantalla del celular, luego las chicas del clan entran a entrenar que siempre lo hacen después de los simios para tener privacidad absoluta.

Entrelazo mis dedos junto a los de ella soltando un suspiro pesado, por su parte, rodea mi cuerpo con un brazo.

— Esto es jodidamente extraño —asiento de acorde a eso. Beso su coronilla.

— Es la forma más extraña de expresar los sentimientos, rubia —desenredo nuestros dedos y llevo mi mano a su barbilla para luego besarla.

Un flash nos separa, las chicas del clan ríen antes de comenzar con un shipp para ambos. Están locas.

Mérida y Lola llegan, pero no me alejo de la rubia que yace acariciando mis cabellos. Pero una de las recién llegadas se acerca con una palidez en el rostro hasta nosotros.

— Jefa, —hace entrega de una memoria USB, mi acompañante la toma con rapidez alejándose al instante de mí. La chica se aleja un poco permitiendo que Candy pase por las grandes puertas a grandes zancadas. Esta gira sobre sus talones para hacerle un llamado a Afrodita y el clan— ¡Vayan con la Jefa, es importante!

Ellas corren hasta afuera y por mi parte pienso ir también, pero la voz de Mérida me mantiene en el mismo lugar. Ambas chicas hablan sin parar, por mi parte les presto atención en todo.

Lola comienza a hablar al respeto de lo que ha encontrado dejándome atónito de inmediato... ¿Qué rayos?

Con las chicas detrás de mí voy en busca de la rubia y su clan, pero me detengo encarándolas.

— Lola, recordé algo —me agacho un poco para estar cara a cara—. Debes comenzar a trabajar junto a los escoltas allegados y tú Mérida, no sé, ve a mi habitación y espera ahí.

Acatan la orden, con rapidez voy al lugar secreto de la rubia presionando el botón y bajando a una velocidad impresionante. Allí se encuentran todas colocándose unos audífonos. Me acerco tomando unos para escuchar con claridad, sentándome al lado de Mimi que tiene el ceño fruncido.

Candy le da clic al video haciendo que nos quedemos rígidos en el sillón. Una rabia invade todo mi ser, cada célula de mi cuerpo quiere explotar y mis puños queriendo impactar en el rostro de un chico en específico.

— El desastre de mi cumpleaños —susurra Candy, Afrodita está junto a ella tensa.

Carolina tiene las manos temblorosas y en sus ojos habita un enojo palpable.

Mimi está agarrando un cojín apretándolo tan fuerte que podría destruirlo.

Toda la historia del cumpleaños de Candy es cierta, está todo grabado dándome repulsión de Aaron Moore junto con el odio insólito hacia Jhony Stevens.

En el video se escuchan los gritos, la desesperación de Candy siendo una niña y la sonrisa cínica de los que habitaban en el lugar. Aaron no deja de dar órdenes de lo que deben hacer y el que más daño le hace a la rubia es Jhony.

— Quiero agarrar su rostro en este preciso momento y golpearlo contra una pared —menciono con la voz cargada de ira total, cuando está culminando esa parte del video se muestra otra donde Candy sale bañándose.

El crujir de algo romperse se escucha cerca, fijamos todos nuestra vista ahí encontrando a la rubia con un vaso roto por implementar la fuerza con su mano.

Más partes aparecen y una nos deja intranquilos, esto está más fuera de lo normal, todo este tiempo han estado vigilando a la rubia sin que ella se percate de nada, pero lo que aún no se supera es que Jhony fue el desgraciado que la...

La pantalla se apaga al acabar el video, la chica se levanta sin importarle los vidrios rotos ni la sangre en su mano, diferente a esto, toma un arma en mano subiendo una parte del lugar. La sigo mientras las chicas se quedan dentro.

— ¡Candy!

Ella no voltea, sólo va a su habitación, se cura a una velocidad impresionante la mano para después tomar algo con lo cual se abrigue bastante. Sube en un carro encendiéndolo al instante, entro siendo sorprendido por su rostro rojo de la ira.

— ¡Sal!

— ¡Azúcar! —no es momento para hacer chistes, lo compruebo al ser sacado del carro a la fuerza y ella marcharse de la gran vivienda.

Con nervios dentro de mi ser vuelvo dentro, recibiendo la cara preocupada de la ama de llaves. Ella, trata de pedirme explicación, pero lo único que recibe es una ignorada y aunque no quiera hacerlo, lo hago. Subo a mi habitación en busca del rastreador conectando una parte a mi celular.

El brazalete que tenemos nos da el lugar exacto de dónde está, por el cuál, no es tan difícil saber hasta dónde se dirige. Oh, no, lugar no muy lejana a la APR.

— Ilot, ¿Qué sucede?

— Muchas cosas, Mér —le respondo buscando mi chaleco antibalas y colocándolo en mí. La chica que yace en mi escritorio se gira ante mi dejando de prestarle atención a su clase virtual—. Vuelvo enseguida, Mér, no salgas de la habitación si no es importante hacerlo, traerán a unos perros más grande que tú.

— De acuerdo, no saldré.

Le doy un beso en la mejilla y emprendo la huida hasta un carro disponible, la voz del GPS resuena en el auto dándome la dirección correctamente. Suspirando con pesadez acelero, las vueltas que está haciendo la rubia son impresionantes, toco cómo puedo el brazalete para poder comunicarme.

— ¿Te has vuelto loca, mujer? —su respiración acelerada se escucha del otro lado.

— Quédate en la casa, Elliot, tengo deberes los cuáles hacer.

— ¡No! —grito de golpe— ¡Devuélvete que estás entrando a un terreno peligroso!

Pero la rubia no presta atención, con pesadez apresuro mi andar hasta dar con ella estacionándose frente a una fraternidad.

— El que tenga miedo a morir que no nazca.

Me bajo de prisa tomándola del brazo, se zafa deteniéndose a ver mis ojos, sus manos están formando unos puños que si golpea a alguien lo dejará mal. Tomo su barbilla al tiempo que intento hacer que se detenga. Pero esto no es una de esas películas clichés donde la chica ruda se deja llevar y le hace caso al chico, al contrario, Candy se vuelve a zafar y caminar con decisión hasta la fraternidad más cercana.

Toca la puerta con fuerza dejando que una chica abra con absoluta extrañeza dejándola pasar enseguida.

— Paradero de Jhony —la toma del cuello, la chica se asombra por el repentino tacto. Niega incontables veces.

— ¡No sé! —Candy la suelta con brusquedad bufando, se aparta un poco tomando el arma entre sus manos.

— La dirección o te verás afectada.

La chica sin nombre tiembla desde el suelo, mientras titubea mencionando la dirección, por mi parte sigo el ruido que está a escasos pasos de aquí. Tres chicos comiendo tranquilamente en la cocina con audífonos en los oídos se paralizan al verme. Logan Black y dos chicos gemelos más me miran perplejos.

— ¿Qué demonios? —murmura uno de los gemelos— ¡Maciel, ¿Quién es este tipo?!

— Elliot Lennon —menciona Logan levantándose con lentitud, retirando sus audífonos de los oídos.

— ¡Eres una mentirosa, ¿Qué calle se llamará "la Cruz manzana banana del jamón"?! —ahí se percatan de los gritos de la sala. Van hasta ahí encontrando lo que está sucediendo.

— ¡¿Quién es esta loca?! —grita otro de los gemelos.

Siento un tirón en mi brazo llevando hasta afuera en un santiamén, el pelirrojo está de brazos cruzados buscando alguna explicación.

— ¿Qué mierda buscan aquí? Esto no es territorio de ustedes seres repugnantes.

— Estaba intentado que la rubia con nombre Candy no llegara —una mirada fugaz se planta en mi rostro—. Sí crees que sacándome lograrás algo, entonces, sigue soñando.

— Saca a esa demente de aquí, no la quiero cerca y cuando Dakaria se entere...

— ¿Qué harás? ¿Le dirás "Candy Moore vino a la fraternidad y amenazó a mi amiga"? Ándate a la...

Un golpe de su parte me hace callar, se lo devuelvo de inmediato. En sus ojos hay odio incrustado. Se voltea llamando a la patética de su novia contándole todo, gruño de inmediato apartando el aparato y bloqueando la llamada.

— Me llevo a Candy Moore, pero tu novia y tú no mencionaran ni una palabra de lo que saben —otra llamada entrante de Dakaria llega. Él se aleja hablando con ese ser que repudia Candy y cuando vuelve extiende su mano derecha.

— Haremos de cuenta que esto no pasó —tomo su mano apretándola con fuerza. Candy sale con el rostro enrojecido— Llévate a esta loca de aquí.

— Loca la vieja de tu... —le cierro la boca a Candy alejándola del inepto de Logan Black.

Nos marchamos del lugar, yendo cada uno en un carro para ir a la vivienda. Al llegar y bajar, ella recibe la bienvenida de un Rottweiler que la sigue con altanería.

[...]

19 de Julio, 2016

— Te inscribí a una universidad de Rusia —informa Candy con voz fuerte y clara desde que entro a su oficina. Analizo bien sus palabras.

— ¿Q-Qué? —carraspeo, alejando el titubeo de mi— ¡¿Cómo que Rusia?!

— Podrás tomar tus clases en línea e ir a dicho país cuando se amerita tu presencia en la universidad —me observa— he enviado a tu correo electrónico todas tus materias y horas de clases.

— Te volviste loca, mujer —Lola nos interrumpe, Mérida ha regresado a Rusia por asuntos personales.

— Jefa, llegó el Señor Armando.

— Dígale que pase.

Lola asiente yéndose tras el supuesto señor, me acerco a Candy con los dientes apretados a no más poder, ¡Todavía no iba a entrar a la universidad!

Besa fugazmente mis labios creyendo que con eso mi humor de perros bajará, ríe con soberbia incluida antes de indicarme con "gentileza" que me marche. Reviso mi correo percatándome de que es cierto, ahí yace mi horario junto con link de grupo de mi grupo de la carrera "Letras".

Me uno. Ahí se encuentran las personas hablando sin parar sobre vayan a saber qué y un número telefónico dándose cuenta de mi entrada.

«Nuevo integrante, ¡Al fin! Ya vi su foto y está bien guapo».

Dios, ¿Qué clase de personas son estás?

«Chico misterioso, ¿Cuál es tu nombre?»

«Mejor déjenlo, después lo espantan»

«Hoy es el segundo día y ustedes se olvidan de mi tan rápido, ¡Soy el chico más genial de la clase!»

Leo cada mensaje que va llegando, silencio el grupo hasta que yo lo decida, me doy cuenta de nuevo en mi horario de que tengo clases a esta hora.

Voy hasta la cocina encontrando a Carolina en Instagram stalkeando gente.

— ¡Elliot! —me detengo a observarla— ¿Cuál crees que se ve mejor? —muestra dos fotos de ella, elijo una y sonríe agradecida. Candy llega entregándome mi laptop.

— Ve a clases, hombre.

Subo las escaleras con pasos firmes, Afrodita me saluda antes de bajar de estas con el frasco de sus pastillas en mano.

Cuando llego a mi habitación, reviso nuevamente el grupo encontrando un link para entrar a Matemáticas. Esto debe ser una broma, odio esa materia, gracias a esta reprobé un año escolar en Rusia y atrasándome en clases por viajar de un país a otro.

Pido acceso a la videoconferencia manteniendo mi cámara y micrófono apagado. Cuando entro está un profesor dando la bienvenida a los integrantes. Según lo que investigué, esta universidad es online y sólo tienes que ir a dicho lugar si es para algo relativamente importante.

— Bueno alumnos, antes de comenzar nos presentaremos encendido nuestras cámaras y micrófonos para conocer nuestros rostros —el idioma ruso sale con fluidez de él, mientras yo dejo de lado el inglés para comenzar a comunicarme con mi idioma natal.

Él me menciona y yo, acato la orden que dio haciendo lo pedido, cada información que él quería escuchar:

— Mi nombre es Elliot Lennon, estoy actualmente en Inglaterra, soy un fiasco en matemáticas y quiero dar lo mejor de mí en esta carrera.

Mi conciencia me grita que no estuviera presentándome si no fuera por dicha chica de ojos grises, el profesor asiente complacido a lo que he mencionado hablando sobre "el fiasco en matemáticas" da un discurso conmovedor y luego, la tortura comienza.

Reviso mi escritorio encontrando cuadernos, lápices, lapiceros, marcadores, borradores, resaltadores... etc. Tomo uno al azar comenzando a escribir lo que el hombre calvo explica, ¿Qué son todos esos números y letras? No puede ser, me perdí.

— Les explicaré nuevamente, así que, dejen sus apuntes a un lado y presten atención.

Cada mísero segundo y minuto, le presto la suma atención al profesor y la asignatura, entendiendo al fin de lo que trata todo. ¡Aleluya!

Cuando termina la hora y salimos, el grupo del curso no deja de hablar al respecto de cada integrante.

— ¡Boo! —me sobresalto al escuchar la voz de Candy en mi oído. Ríe recostándose en mi cama con su celular en mano, luego recuerdo perfectamente del porque estoy en clases.

— Está no te la perdono, Candy.

— Que lastima, niño bonito —habla con sarcasmo incluido. Otra clase está pautada para ahora, entro por otro dichoso link y ahora con la cámara apagada.

— Muy bien jóvenes, el día de hoy entablaremos diversos temas importantes donde deben hacer un ensayo de diez páginas con sus propias palabras y conocimientos. Después, con cada hoja esté firmada con sus nombres. Sí ningún tema les llama la atención pueden escoger uno de su agrado.

El profesor habla con fluidez y con rapidez, tenemos que encender por obligación la cámara, Candy extrañada lanza una hoja de papel en forma de pelota dándome en el lado derecho de la cara.

«No entiendo ni pío, pero... ¿Un caballo recompone en lo que te he entrado?»

Un caballo, ¿Para qué quiero un caballo? La voz del profesor no me deja responderle. Cuando la clase está por culminar un chico decide opinar.

— ¿No sería mejor hacer el trabajo en grupo de dos? Así nos conocemos nosotros mismos.

— ¿Crees que esto es una escuela? Mejor póngase a describir y redactar con sus propias palabras, Antonio...

El zoom se cierra dejando al profesor con las palabras en la boca. De nuevo, el grupo está hablando hasta por los poros. Mandan un sticker y lo guardo.

— ¿Quieres el caballo o no? —vuelve a preguntar Candy, ahora de brazos cruzados justo a mi lado. Niego— ¿Entonces que quieres?

— Vuélvete mi pareja —un color carmesí cubre sus mejillas, ¡Se ha sonrojado! Gira su cabeza a otra dirección, pero ya he visto lo suficiente— No quiero caballos, sólo eso.

Suspira: — Tienes claro que podría volverme loca y quemar el mundo si así lo quisiera.

— Lo quemamos entre ambos.

— Y que sí algún día te vuelves un escritor conocido daño tu reputación.

— Eso no importa.

— Y...

— ¡Deja de poner tantas excusas, mujer! —gritan las chicas desde el umbral de la puerta están hasta más nerviosas que yo.

Candy respira incontestables veces, hasta que con un ademán de manos ordena a las chicas que se vayan. Hacen caso cerrando la puerta.

— Entonces...

Mi respuesta llega de inmediato, me besa, con lo atónito que quedo tardo unos segundos en contestarle al beso. Unos gritos se escuchan ahora cerca, cuando nos separamos vemos las chicas con cámaras en mano y saltando de alegría.

— ¡DyEll es real! —la mirada aburrida de Candy les basta para callarse y cada una marcharse.

No obstante, los días en la vivienda no son fáciles incluso la rubia me ha llevado a una reunión con Dakaria Steele, los días estresantes con la universidad y clases en línea. Mi tatuaje ha sido ocultado por uno más dinámico según Candy es para que todos podamos salir sin tener miedo, pero ella es la única que queda con el tatuaje. Lo único que la mantiene un poco tranquila es que su rostro aún no ha salido en las noticias, nadie conoce a Candy Moore y es lo mejor.

— Sonríe, rubia —me observa rodando sus ojos y luego, se fija en la cámara sonriendo poco a poco. Cuando lo tengo, capto la foto. Ella toma mi celular enviándose las fotos ya tomadas.

Cuando iba hablar unos gritos se escuchan cerca, los escoltas corren de un lado a otro siendo perseguidos por los perros. ¿Es enserio?

Candy logra tomar dos de sus correas mencionándoles un bajo y tranquilo "no" a lo que ellos acatan lo que ha dicho. Tres perros vienen contra mí, hago lo mismo que Candy teniendo la misma reacción.

Escolta que va captando lo que su jefa ha mostrado lo utilizan dándole a entender a los perros que eso no deben hacer contra nosotros.

[...]

1 de Agosto, 2016

Mi familia se despide de mi con lágrimas en los ojos antes de marcharse, sólo quedando Candy con una capucha en su cabeza.

— ¿No vas a llorar?

— Ni que te fueras a ir para siempre, sólo es un mes. —se encoge de hombros tratando de no darle importancia. La acerco a mi cuerpo dándole un abrazo, ella besa mis mejillas antes de apretujarlas.

Estamos ahora mismo en el aeropuerto internacional de Inglaterra, yo con destino a mi país natal a causa de la universidad. Debo entregar unos ensayos y proyectos que han pautado. Casi es hora de que aborde el avión.

— Rubia, cualquier problema, llámame —susurro en su oído, asiente y continuo a eso la beso. La voz a través del micrófono nos interrumpe cuando llaman a mi vuelo.

Antes de girarme, ella toma mi mano insertando un anillo en mi dedo, guiña su ojo.

— No te lo retires, niño bonito.

Me permite alejarme. Con decisión camino, cuando estoy en mi asiento pautado observo por la ventana, desde aquí puedo ver cómo la rubia se queda estática en su lugar.

A la hora del despegue las turbulencias me colocan nervioso, respiro hondo y desde arriba puedo estar tranquilo.

Mi destino es directo a Moscú lo cual las horas de viaje leo un libro, duermo, continúo leyendo y por último vuelvo a dormir y comer.

A la hora de aterrizar y hacer todos los trasmite, una chica escandalosa me recibe bailando ridículamente. Río por su actuación de bienvenida.

— Bienvenido a Rusia, caballero.

— Gracias, bella dama.

Nos abrazamos y luego le cuento de mi relación con dicha chica, ella se sorprende, pero al instante cambia de tema. Abordamos su auto, aquí mis padres tienen una casa que está habitada por mis abuelos por parte paterna.

En el trayecto, Mérida cuenta alegremente lo que es tenerme aquí, aunque sea un mes, unas canciones ahondan el auto y con entusiasmo llegamos a mi hogar; en el patio delantero está mi abuela regando unas plantas con una mano en la cintura.

Al percatarse del auto que se ha estacionado, arruga aún más su frente con el envase de la regadera en mano. Cuando me ve casi grita tan alto que los vecinos salen, corro hasta ella, abrazándola con cariño.

— Mi bebé Elliot, te extrañé pequeño —apretuja mis cachetes antes de llamar a mi abuelo que sale con un bate en mano.

— ¡Elliot, dichosos son los ojos que te ven! —hace lo mismo que hizo la abuela, los abrazo con aún más cariño. Cuando ven a Mérida abren sus ojos al tope.

— Trajiste a la gritona de Mérida —ríe la abuela. La chica recién nombrada sonríe hacia ella.

Entramos al hogar, voy hasta mi habitación dejando las maletas a un lado e informando a mi familia que llegué.

«Me alegro mi niño, cuídate». Mamá.

«Me saludas a mis padres, te quiero hijo, cuídate». Papá.

«¿Cómo le niegas un caballo a alguien? Debes de tener problemas. Bueno, cuídate hermanito, yo estaré feliz con mi nuevo regalo enviado por Candy, si, el caballo que rechazaste». Hermana.

«Ok». Novia.

«Recuerda no retirarte el anillo, niño bonito, cuídate». Novia.

Alzo la vista a mi abuela que yace sentada en mi cama esperando alguna palabra de mí, comienzo a contar el porqué de mi llegada a Rusia, su semblante es feliz.

Cuando es hora de ir a la dichosa universidad, me en rumbo junto a mi mejor amiga que conoce bien el camino, ya que, estudia en ese lugar. Con trabajo impreso en mano, mochila en hombro, pasos seguros, mirada al frente y cabeza en alto es lo que hago al poner un pie en el lugar.

Dos universitarias se acercan a mi amiga preguntándoles sandeces, comienzan con el famoso chisme hasta que se percatan de mi presencia.

— Vaya, Mérida, no sabía que tenías pareja.

— No tengo pareja —una mueca surca de su rostro.

— Entonces... ¿El quién es?

— Oh, cierto... —Mér carraspea— él es mi mejor amigo Elliot Lennon. —saludo general a las dos chicas— Ellas son Samira y Samara.

Ellas sonríen y luego me alejo un poco para contestar mi celular que no deja de vibrar. Hablo unos momentos con Coraline tranquilizándola, ya que, el caballo ha hecho que se caiga. Grandioso, ¿No?

El momento de ir al aula que imparten la asignatura, me presento y tomo asiento en el rincón de la clase. El profesor recibe cada trabajo y, con supremacías informa sobre el nuevo ensayo que pondrá ahora en grupo de dos.

Me toca con un chico con lentes excesivamente grandes y una timidez abordar su cuerpo.

— ¿Qué tal todo? —pregunta mi mejor amiga con la boca llena, ahora estamos en una cafetería comiendo algo delicioso.

— No fue tan mal, —le resto importancia— ¿Cómo te fue a ti?

— Todo muy bien, así que... yo pronto me gradúo.

Ella al entrar a la universidad a sus diecisiete años ya puede decir con orgullo que saldrá de la universidad y seguirá su sueño. Al culminar de comer e ir cada uno a sus hogares —que, por cierto, no están tan lejos—; me baño y hablo con mis abuelos antes de ir a la cama revisando mis notificaciones. Bloqueo la pantalla cuando un bostezo surca de mí, una llamada de Candy entra, pero no le presto atención, ya que, me dejo vencer por el sueño.

—————————

¡Hola, personitas del misterio!

¿Cómo les trata la vida?

Los capítulos los siento muy relax... que extraño.

Bien, aclaro, aquí hay una parte "específicamente cuando DyEll va a la fraternidad de Logan", en ESDD no está escrito, ya que, Logan estaba más preocupado por su cumpleaños y pensando otras cosas. Esa historia es un borrador el cuál pronto lo arreglaré.

Qué bonita forma de mencionarse que se gustan, Ay Elliot, casi matas a Candy a punta de ahogamiento de refresco.

Aaron Moore preso, imbécil. Sorry, ese fue mi lado lector.

El anillo que tiene Elliot pronto lo sabrán, bueno, literalmente en el próximo capitulo.

Más dudas se resolverán más adelante, vuelvo a decir, esto está muy tranquilo... eso debería de dar miedo.

Sí, Mérida oculta muy bien sus sentimientos.

Este párrafo bardea a Jhony, seré la primera en hacerlo.

Aquí insultan a Aaron.

Aquí den amor a la belleza de Mimi, Carolina y Afrodita...

Recuerdo cuando Perséfone estaba viva, Okay, no es momento de llorar.

¡DyEll es real!

En fin, hasta aquí mi reporte.

Con amor: este intento de Escritora🐅🖤🐅

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro