
U N O
Candy Moore
Corro lo más rápido que puedo hasta lanzar un golpe al robot de entrenamiento, grito, gruño y en menos de quince segundos el robot está en el suelo destrozado.
El sudor recorre mi frente, paso el antebrazo por esa zona para apartar todo rastro de sudor. Coloco el cronómetro otra vez para volver a entrenar con otro robot.
— Candy, ya basta —Me distraigo unos segundos provocando que el robot golpeé mis piernas lanzándome al suelo. La irritación llega a mi destruyéndolo en tres segundos.
Giro encontrándome a mi padre de brazos cruzados frunciendo las cejas, jefe de la mafia Moore, podría decir que es mi ejemplo por seguir. Aunque mi madre se niega a que tome el cargo.
— Sí no traes comida puedes irte —Giro para tomar una Catana que se encuentra cerca, a pasos rápidos practico con Jhony Stevens mi más leal seguidor. Luchamos, estoy siendo débil a la hora de atacar.
En un movimiento rápido envío su catana a volar, provocando que la mía también. Tomo su cabello entre mis manos para llevar su cabeza impactándola con mi pierna. Cae.
— ¡Candy, ya basta! —Mi padre me aleja. Gruño para seguir mi camino, tomo una toalla colocándola alrededor de mi cuello.
— Revisen sí está bien, bueno, debe estarlo. Mis compañeros espero y no sean débiles —Ordeno antes de salir del pequeño salón de entrenamiento.
Los pasillos de la enorme mansión me reciben, las fotos colgadas de mi familia como también, mías desde la infancia hasta ahora. Algunos adornos la rodean y, ese es el toque de mi madre, trata de hacer que una mansión llena de mafiosos luzca pulcra.
Subo las escaleras lentamente, al alcanzar el último escalón visualizo más pasillos por el lugar. La derecha e izquierda tomo hasta llegar a mi habitación.
Abro la puerta lanzando la toalla para algún lugar, vislumbro mi celular encima del escritorio y camino hasta ahí para tomarlo. Nada interesante, gente presumiendo su bonita vida, algunos.
Tomo una ducha rápida para colocar en mi cuerpo una ropa negra, ¿Que puedo decir? El negro y el rojo son mis colores favoritos, hacen que me sienta viva.
Visualizo mi cuerpo completo en el espejo detallando cada atributo que se me marca, la ropa me queda demasiada pegada a mi cuerpo y es lo que más me agrada. El cabello rubio reluce aún más, está brillante provocándome sonreír de medio lado.
Vuelvo a tomar mi celular encontrándome con que hoy tendremos visita, ruedo los ojos, odio las visitas.
— Candy, —Entra mi madre, Carmen— hay alguien esperando abajo.
— ¿Quién? —Mi rostro no muestra emoción alguna, Carmen suspira mientras se acerca hacía mí.
— Baja y verás.
Gruño, tengo cosas importantes que hacer esta noche y no deseo que nadie me moleste con inútiles visitas que no me generarán nada en la vida.
Llego hasta la gran sala encontrando a mi padre riendo con su gran amigo, Jacob Steele, ¿Por qué el bien y el mal se tiene que unir? Es como la policía liándose con delincuentes. Me acerco posándome frente al señor forzando una sonrisa.
— Cada día creciendo más —Extiende su puño, de mala gana lo choco—, y malhumorada como siempre.
— Creo que no ha comido nada.
Tomo asiento en el brazo del sillón de mi padre observando a Jacob. La plática de ambos me da jaqueca, sólo hablan de cosas sin sentido o querer que su hija y yo nos llevemos bien. Eso ni loca, a menos que sea para algún beneficio.
Sin esperar respuesta alguna me levanto siendo detenida por mi padre, me fulmina con la mirada obligándome a tomar asiento otra vez. Continúo ahí, le presto más atención a mis uñas que a su conversación.
— Bueno, debo irme. —Se levanta Jacob, se despide de ambos hasta perderse entre la puerta.
Vuelvo a levantarme para caminar hasta la cocina, preparo algo de comer tratando de disfrutar mi manjar.
— Niña irrespetuosa, —Mi padre hala mi oreja provocando que manoteé su mano— la hija de Jacob y tú deben de llevarse bien.
— Sí, ajá.
— Candy, esto es serio.
— No lo es desde que decidieron colocarme el nombre "Candy", —hago comillas al aire— sabiendo que dulce no iba a salir.
Frota su frente una y otra vez antes de salir de la cocina, me levanto al terminar mi manjar y con prisa subo a tomar objetos necesarios.
Llego hasta la sala de encuentros verificando todo, agarro una gorra colocándola en mi cabeza para después irme con diez de mis mejores escoltas.
Me respaldan por delante y por detrás mientras voy conduciendo por las calles de Londres, llego hasta un búnker lo más lejano de la zona y por donde nadie transita por temor a ser robado.
Freno visualizando las motos que han llegado al mismo tiempo que yo, bajo al tiempo de mis escoltas con armas en mano. Doy dos pasos al frente dejándome ver por mi contrincante en este momento.
— No quiero niñas en este lugar, ve a jugar con Barbie —Saco mi Glock apuntándole sin tambalear—. Niña, cuidado con lastimarte.
Aprieto mi mandíbula cada vez más, me acerco sin dejarle de apuntar para tomar el bolso que me extiende. Su sonrisa cesa cuando se percata de que no estoy para juegos, lanzo el bolso hacía uno de mis escoltas logrando que aterrice en sus grandes manos.
— Falso —Quito el seguro de la Glock, su rostro palidece mientras su gente nos apuntan.
— ¿Dónde está el dinero? —Trata de bromear, en una maniobra coloco mi arma en su sien haciendo que me apunten y que mis escoltas alcen aún más sus armas. — Lo repetiré, ¿Dónde está el dinero?
No responde. Lo más rápido que puedo chasqueo mis dedos haciendo que mis escoltas se libren de cada miserable ser que me trataba de intimidar. El hombre que aún sostengo agarrado tiembla sin cesar, lo llevo hasta una camioneta colocando un sedante.
— Revisen donde vinieron esta gente de porquería, quemen los cuerpos y —Ruedo los ojos— lleven lo más rápido que puedan a este imbécil con mi padre.
Asienten sin rechistar, abordo la Hummer siendo escoltada por dos camionetas. Al llegar a mi hogar los escoltas que tenían permitido seguirme traen consigo el cuerpo sedado.
— Tú, ¿Y el señor Moore? —Su rostro se torna rojo mientras sujeta con fuerza el cuchillo.
— ¡Te he dicho un millón de veces que me digas mamá! —Palmeo su hombro tratando de aligerar el ambiente, niega repetidas veces— en su oficina.
— Ok, Carmen.
La dejo discutiendo en la cocina, reprimo la risa irónica que trata de salir de mí, sin detenerme llegamos hasta la oficina de mi padre lanzando el cuerpo sedado en el frío suelo. Alza su cabeza rojo de la ira antes de fulminarnos con la mirada, mis escoltas salen dejándome con la bestia que ha comenzado a sobresalir.
Alza una ceja en mi dirección y sólo me encojo de hombros dejándolo solo con el cuerpo sedado; camino hasta mi habitación pensando en las tantas ideas que saldrán de la cabeza de mi padre con el traidor.
"Nunca creas que un mafioso será idiota, es más inteligente de lo que crees y puede destruirte si se les antoja. No te unas porque sufrirás si tratas de sabotearlo, sigue sus órdenes, un mafioso es más poderoso de lo que crees y no se dejará vencer tan fácil. Si eso sucede, créeme nunca tuvo el honor de llamarse mafioso en sí". Con estas palabras me voy a dormir no sin antes comer algo, cierro mis ojos cayendo en un profundo sueño.
[...]
Escucho en este mismo momento un sonido molestoso, no aguanto más para tomarlo en mis manos y destruirlo. Acomodo mi cuerpo para ir cayendo poco a poco en un sueño profundo.
No sé cuántos minutos logro dormir antes que mi padre me alce en brazos para arrojarme en la alberca. Subo sintiendo los cabellos pegados a mi cara, aparto cada uno con un gesto de fastidio.
— ¡Al instituto, ya! —Salgo malhumorada escuchando como me regaña desde atrás, sin prestarle la mínima atención llego a mi habitación. Tomo una ducha rápida antes de alistarme con la ropa que me encanta lucir. Negro totalmente.
Un Jean roto en las rodillas junto a una blusa corta con un pequeño estampado de Luna en la parte izquierda, como de costumbre llevo mi chaqueta de cuero y mis botas.
Salgo con una pequeña mochila en manos caminando por el largo pasillo de la mansión, algunos escoltas me saludan recibiendo una total sonrisa fingida. Cruzo el umbral de la cocina recibiendo de lleno el olor del desayuno, me acerco aún más a mi madre asustándola por detrás.
— Joder contigo, —Pasa una mano por su pecho— si me matas quedará en tu conciencia. —Me encojo de hombros haciéndola rodar los ojos, hace entrega de mi desayuno permitiéndome irme al comedor.
— Pero miren a quién tenemos aquí, —Jhony hace su entrada, visualizo su rostro conteniendo la carcajada que trata de sobresalir— la chica que casi me mata ayer.
— No jodas, Jhony —Carmen se acerca hasta mí golpeando mi nuca.
— Date prisa, tienes clases.
Ruedo los ojos terminando mi desayuno para subir a lavarme los dientes y volver a bajar. Me acerco a Carmen besando su mejilla y, golpeo la mejilla de Jhony provocándole gruñir. Salgo.
Abordo mi moto Kawasaki ninja provocándola rugir antes de salir a toda velocidad de mi hogar, las calles de Londres las conozco de pies a cabeza por lo que no me importa andar a toda velocidad.
En un tiempo récord llego al instituto rugiendo mi hermoso bebé, algunos me observan con miedo y otros deciden alejarse lo más que pueden de mí. Estaciono en mi sitio habitual percatándome del Lamborghini que acaba de llegar al lugar. Típico instituto de niños ricos.
Del Lamborghini baja la hija de Jacob Steele junto a su hermano Axel, dejo de prestarles atención para fijarme en la moto que acaba de estacionar cerca de mí.
— ¿Espiando, Moore? —Elliot Lennon, el idiota que trata de imponer miedo en este estúpido lugar, cabello negro junto a sus ojos color verde y una sonrisa ladeada en su rostro. Río irónica para después bajarme de mi moto, camino sin responder nada llegando a mi casillero.
Nadie se acerca, todos tienen el mismo temor creyendo que maté a un chico de este mismo lugar. ¿Qué puedo decir? En parte es mentira... en otras partes no.
No es mi culpa que haya saltado de la azotea mientras yo estaba en una esquina tomando refresco y sintiendo los rayos de sol en mi cara, mientras no hacia nada por detener al chico. No es mi culpa, ¿Verdad?
Camino sin prisa alguna hasta el salón de matemáticas, ya hay varios estudiantes aquí que me observan entrar desviando la mirada de inmediato. Mi mirada fría y cortante aleja a las personas de mí, tampoco es que quiero una amiga en este repugnante lugar, o tal vez esperando que las idiotas con las que me juntaba decidan volver. La mayoría es lo mismo, máscaras llenas de hipocresía y otros simplemente prefieren quedarse sin nadie cerca por temor de que le hagan daño. En mi caso es que nadie me agrada, todos me caen mal y tampoco quiero a alguien pegada de mi como un chicle, aunque hay cuatro chicas que pudiera tolerar pegadas como un chicle, pero eso no lo diré en voz alta.
— Buenos días, bellezas —Una chica, no recuerdo su nombre, aparece en el salón con sus secuaces detrás. Su voz chillona me da migraña, a sinceridad prefiero escuchar al idiota del estacionamiento que a esta.
Minutos después entra la hija de Jacob, ¿Cuál era el nombre?
¿Dominica?
¿Dasha?
¿Daniela?
¿Akira?
— ¿Puedo? —La llamaremos Akira. Señala el asiento libre que queda a mi lado. Me encojo de hombros, hago una mueca en mis labios percatándome de que sí toma asiento.
— Antes de que comiences a hablar, —Masajea su sien— trata de no respirar cerca de mí, me estresa.
— Trata de cerrar la boca, dijeron que eras callada por eso estoy aquí, —La chica tiene carácter— trato de tener tranquilidad por cinco minutos, ¿Okay?
Fijo mi vista en todo el salón percatándome de personas de todo tipo de carácter, algunos están durmiendo o comiendo, otros están bromeando y, por último, están jugando. Llega la profesora interrumpiendo el alboroto que me tiene con migraña.
— Hoy trabajarán en grupo con la persona que tienen al lado. —Levanto mi mano, niega— No se permite individual.
Maldigo una y otra vez, ¿Para qué debo hablar con un agente mientras hacemos un trabajo? Es tan estresante trabajar en grupo, lo puedo hacer sola.
De mala gana copio los ejercicios pautados para trabajar en grupo de dos, fijo mi vista en el cuaderno acariciando el puente de mi nariz. La niña bonita de mi lado, que, al darme cuenta, tiene el mismo color de cabello que yo. Está haciendo los ejercicios sin preguntarme nada.
— Listo, — Señala los ejercicios restantes— te tocan esos.
Termino casi de inmediato, le entregamos nuestros cuadernos dejando que nos corrija. Sin nada más que hacer tomo mi celular mensajeando con el muy golpeado, Jhony. El sonido de la campana anuncia el intercambio de clases.
Dejo que los animales salgan del curso a tropezones para después salir yo, llego hasta la siguiente clase sentándome atrás.
[...]
La brisa fresca golpea mi rostro mientras avanzo por el estacionamiento solitario. Hace aproximadamente quince minutos el instituto ha sido despejado por cualquier estudiante o no, mientras yo me encuentro aquí, caminando tranquilamente sin ninguna prisa de llegar.
Subo a mi moto percatándome de que aparte de mí hay alguien más, rasco mi barbilla observando con atención como teclea en su teléfono.
— ¿No tienes nada que hacer? —Levanta la mirada de su teléfono sonriendo de medio lado, alzo una ceja.
— Ten, —Tomo entre mis manos la bolsa que me entrega— hoy es mi turno.
— ¿Y para que me entregas esto? —Despeina mi cabello ganando un puñetazo en su mandíbula, escupe la sangre a un lado.
— Mi turno, —Frota el lugar afectado— es contra ti.
Río sin poder creerlo, este idiota quiere morir; — ¿Tan deseoso de morir quieres?
— Moore, no es broma. —Chasqueo mis dedos— Diez y media, en el lugar pactado.
Me deja en medio del estacionamiento. Definitivamente este chico quiere morir.
————————————
HOLAAAAAA
¡Una nueva forma de saludar, por favor!
Este primer capítulo me produjo migraña, okno, la actitud de Candy es algo difícil de crear, aunque no imposible.
Desde mi corazón pondré el mejor desempeño en esta historia, puede llegarles a enojar un poco con algunas cosas, pero después anden contentas. Tantas emociones en un mismo capítulo.
Está historia estará formada de acción pura, tal vez las ideas que me creo puedan llegar a enseñarles que hacer o que no en plena pelea. Mentiris, no hagan nada de lo que está aquí.
Sin más nada que decir, hasta aquí mi reporte.
Con amor: este intento de Escritora🐅🖤🐅
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro