
O N C E
Narrador omnisciente
La noticia que lanza Aaron Moore deja pálido a Lennon, se levanta tembloroso del lugar y, pasa sus manos por su rostro.
— Dejad de dar vueltas. —Menciona Candy. Pero el chico no presta atención, parpadea atónito a todo, a pasos apresurados sale de la habitación bajando las inmensas escaleras. Suspira con pesadez cuando atraviesa las puertas.
Una mano se posa en su hombro deteniendo su andar. Gira sudoroso, aunque la nieve ha comenzado a caer encima de ambos.
— Te acompaño. —Abordan una Hummer yéndose a toda velocidad. Se les dificulta un poco por la intensidad de la nieve que ha comenzado a caer.
Reducen un poco hasta visualizar la editorial a unos metros. Pero se detienen un poco al ver a la policía y varios cuerpos de la milicia no muy lejos.
— Ten, —Le hace entrega de un abrigo rojo y unos guantes por el frío. Sin protestar se lo coloca para después fruncir el ceño— el tatuaje. Ha salido una noticia.
Suelta una maldición. Bajan del auto caminando lentamente, un policía los detiene pidiendo unos datos.
— Soy hijo de los dueños de este lugar. —El policía asiente dejándolo pasar, el cruza, pero cuando la rubia Moore trata de seguir el camino el mismo hombre la detiene. Lennon se gira—. Es familiar.
El policía se aleja dejándola pasar.
Cuando llegan a una parte de la editorial en una esquina se encuentran los padres de Lennon juntos.
Él se acerca hasta sus padres chequeando si todo está en orden.
— ¿Que sucedió? —Pregunta, preocupado.
— ¿Un atentado? —Responde la madre nerviosa.
— En la salida trataron de asaltar a unos empleados, los de seguridad los detuvieron, pero fueron vilmente acuchillados.
Un silencio se forma en el lugar, siguen debatiendo de lo que sucedió hasta que la madre de Elliot se percata de la rubia que observa la fachada de la editorial.
— Candy, que alegría volver a verte. —observa su propio cuerpo— Aunque no son en unas bonitas situaciones.
— Cándida, hola. —Por cortesía la saluda. No vuelven hablar hasta que un militar se acerca.
— Hemos visto las cámaras donde nos damos cuenta al hacer zoom, de que, fueron varios maleantes con ropa oscura y en el brazo derecho de uno de ellos se apreciaba el famoso tatuaje de tigre.
La rubia se remueve un poco, mientras Lennon la observa de reojo. El militar sigue hablando hasta marcharse. Segundos después cada militar y policía se aleja yéndose lentamente.
— Estos maleantes de hoy en día, —El rostro del señor Lennon se torna rojo de la rabia— cuando encuentren al dueño de todo este caos, espero con ansias que lo destruyan.
Exacto, los padres de Elliot no saben que su hijo protege a una de esas maleantes anónimas que andan buscando. Sólo la hermana del chico se percata de todo, porqué, no es difícil darse cuenta de las cosas.
Pasa el tiempo hasta que cada uno se marcha de la Editorial.
— ¿Elliot? ¿No vienes? —Pregunta su madre con cautela.
— No, buenas noches. —Junto a Candy sube a la Hummer dejando a sus padres subiendo al auto.
Se lleva a la rubia de la editorial, gira en varias calles hasta comenzar a conducir en concreto hacia el nuevo hogar de la pequeña mafiosa. En el camino ninguno habla, permanecen en un incómodo silencio que no piensan romper.
Después de tantas vueltas llegan al nuevo hogar. Bajan todavía en silencio hasta el interior, Aaron se encuentra chequeando algunos documentos, cuando se percata de las miradas de ambos, deja los documentos a un lado.
La rubia Moore toma camino con dirección a su habitación y, Lennon queda de vigilia.
Muchas cosas pasan por su mente, ¿Le quieren hacer daño? Esa era una de las tantas preguntas que retumban en su interior.
[...]
Otro mañana donde en esta Candy lleva como dirección a una gran tienda del centro comercial. El joven Lennon la sigue todavía con preguntas en su interior.
— ¿Blanco o Negro? —Menciona la chica con dos trajes en manos. El chico ladea su cabeza negando, señala el blanco.
— Existen más colores, ¿Sabes?
— Prefiero estos colores. —Lennon rueda sus ojos. Pasos detrás de ellos se escuchan bastante pronunciados, cuando giran se encuentran a la profesora de Literatura, Enola.
Ella saluda con una sonrisa ladeada, toma un vestido azul marino antes de detenerse.
— ¿Cómo estáis? —Le pregunta a Lennon. Él se encoge de hombros sin tener deseo de hablar con ella, no puede pegarse a Candy porque, ha ido a medirse el traje— Que buena respuesta, me encanta.
Candy sale después de medirse su traje. La rubia observa a Lennon, él con la mirada le pide ayuda. Ella capta rápidamente. Observa su reloj comenzando su actuación.
— ¡Oh, no! —Expresa con su nivel de actuación— Lo siento, Enola. Debemos retirarnos.
— Oh, que pena. —Lennon se pega a Moore como una mosca molestosa en un oído. Van caminando hasta que la profesora Enola le hace señas con la mano para que la llame.
— Tus amoríos son algo... extraños. —Opina la joven Moore ya cuando están dentro de la camioneta blindada.
— No son amoríos. —Acaricia el puente de su nariz.
La chica no vuelve a mencionar nada, hasta que recuerda algo, lo retiene unos segundos, pero lo suelta al ver la cara de frustración de Lennon.
— A veces nos preocupamos tanto por una persona que nos olvidamos de nosotros mismos.
— ¿Y eso que tiene que ver?
— Te estás comenzando a preocupar por la profesora de literatura, pero lo que no sabes es que te estás descuidando tú mismo.
El chico suspira varias veces hasta comenzar a hablar; — Mantente alejada de ella, por favor.
La rubia no opina, comienza a jugar en su celular sin darle importancia a lo demás. Cuando ingresan a la mansión Moore un chico sudoroso los recibe.
— El señor Moore los necesita en su oficina.
A pasos apresurados caminan a esa dirección por un largo y extenso pasillo con recuerdos grabados en las fotografías. Entran a la oficina detallándola.
El señor Moore se encuentra con sus compañeros, el psicólogo, el doctor y el agente. Los cuatro contienen unos documentos en sus manos, toman asiento recibiendo los mismos papeles que en el encabezado se encuentra el título en letras rojas.
"Cuidaos con la Mafia M. Lo han vuelto hacer"
» En la noche se produjo un tiroteo en una Editorial, donde los guardias de seguridad han terminado muertos y uno sólo grave herido. En la cámaras del establecimiento se apreció un encapuchado acribillando a los de guardia y en su brazo el famoso tatuaje de tigre.
» Los agentes policiales han comenzado a darle seguimiento a lo que está sucediendo, pero nunca obtienen respuestas, sólo cosas vacías que no llevan a ningún paradero.
» Varios muertos y un herido, eso hasta ahora, pero ¿Y sí no detienen la Mafia M? ¿Tendremos que permanecer encerrados en nuestros hogares por temor a hacer asesinados por esos corazones de piedra?
» Cuiden a sus niños e incluso, cuídense ustedes mismos, no tengan confianza en nadie.
Suspiran todos a la misma vez, los compañeros de Aaron no tienen los tatuajes por algunas cosas importantes. Mientras que Lennon en su brazo derecho tiene uno como los demás escoltas, pero el de él es diferente hasta puede andar sin cosas mangas largas, porque para los demás es un tatuaje normal. Tiene un tigre cuidando a uno más pequeño, esto refleja que lo están protegiendo.
Pasas segundos, que son interrumpidos por el sonido estrepitoso del celular de Candy, visualiza la pantalla antes de apagarlo.
«Esto debe de ser una broma, pero no me mantendré callada». Eso es lo que piensa la rubia Candy.
Al salir de la oficina de su padre cuando ya ha acabado lo que les iba a enseñar. Se dirige a la biblioteca qué hay en otra parte de la gran mansión. Es bastante amplia con cada categoría separada, nombres de escritores famosos y bastantes reconocidos. Y, una lámpara cuelga del techo iluminando todo a su paso. Un gran sofá en una esquina de color blanco y un pequeño refrigerador colocado a la izquierda del sofá.
Ambos adolescentes toman rumbo hasta la parte trasera de la biblioteca, donde aquí se aprecia un gran escritorio con sillas giratorias situadas detrás. Dos portátiles encima y unos libros cerca de lo recién nombrado. Toman asiento ambos cerca para así encender los portátiles, la joven comienza a hablar.
— Me ha llegado un mensaje de un número desconocido, rastrearé todo para dar con susodicha persona. —Se fija en los ojos verdes de su escolta— Quiero que me ayudes.
— ¿Que puedo ir haciendo? —Pregunta colocando la contraseña correcta al portátil.
— Del libro enmarcado de color rojo buscaras la página doscientos cuarenta y cuatro, en unas pequeñas letras estarán una forma fácil de descifrar un código. —Dice la rubia, esperando que el chico llegue a dicha página, cuando encuentra lo que ella pidió, prosigue hablando—. Lo introducirás en la carpeta que tiene mi nombre. Después intentarás desbloquear todo.
— De acuerdo, —El chico sigue cada paso al pies de la letra— ¿Después?
— Ahora trata de dejarme que yo acceda a los campos que estoy enviando, coloca bloqueos para que no nos encuentren a ambos.
El chico se concentra, la rubia Moore se mantiene callada antes de hablar; — Ahora debes de presionar la letra C —Él cumple con lo requerido— Ahora T.
Cuando logran obtener unas informaciones las llevan hasta una carpeta y cierran todo, bloquean a su paso y vislumbran la información que han obtenido.
» Coordenadas del teléfono/celular.
» Nombre de dicha persona, Enola.
Se detienen, se observan antes de escuchar una nota de voz que había. Al principio era un silencio incómodo y después se escucha la voz de la profesora de Literatura.
— James, tranquilo, todo saldrá bien. Sólo debes tener en cuenta de lo que harás, no te puedes detener en ningún momento. Ya he accedido al instituto y estoy acercándome más a ellos, sí obtengo a Elliot Lennon me podré acercar a Candy Moore —Un silencio nuevo se instala, luego prosigue—. Recuerda lo que nos indicaron, si no logramos lo pactado tomará medidas crueles contra nosotros y, —Solloza la maestra— sabes que no puedo dejar a mi pequeño bebé sin una madre. —Sorbe— Quiero que cumplamos, juntos, después nos marchamos de Londres si deseas. El talón de Aquiles de ambos hay que investigar, ya nuestro jefe les ha dado en el de Candy, pero se ha vuelto peor que antes. La abuela, el perro, la madre... Astrid no pudo hacer nada más, así que, yo conseguiré información grata de quien puede ser aún más el talón de Aquiles de Candy, sí ella cae, Elliot también.
El audio se detiene, la joven endurece su mandíbula con la vista clavada en el portátil. Alza su mano, pero la de Elliot la sostiene sin permitir que lance el golpe que quería dar. Segundos, minutos, tal vez horas pasan hasta que llegan a una conclusión.
«Deben comenzar a fingir algo y ser más indestructibles para no dejar que accedan a ellos».
— Yo no confiaré en nadie. —Dice Candy entre dientes.
— Yo no confiaré en nadie. —Repite Elliot.
Suspiran, tomando otra decisión.
«Sí no puedes con el enemigo, únete, pero en este caso. Sí no quieres ser amiga de tu escolta, tendrás que serlo para la seguridad de ambos».
[...]
Elliot Lennon
Ambos caminamos por los pasillos del instituto, sin importarnos qué íbamos a tomar los exámenes vía virtual. Tuvimos una charla con Aaron que nos propuso venir y tratar de sacar alguna información de la maestra Enola.
Candy abre la puerta de golpe con su máscara de hielo recibiendo una fulminada de mirada por parte de Enola, me observa sonriendo de medio lado. Tomamos asientos en puestos unidos.
Recibimos nuestros exámenes, lleno todo rápido porque, esto es fácil. De forma disimulada ayudo a Candy. Al culminar fijamos nuestras miradas en la maestra Enola que se encuentra digitado algunas cosas en su portátil.
De reojo observo a Candy, disimuladamente la codeo. Con la mirada nos hablamos hasta que escuchamos su voz.
— Joven Moore y Joven Lennon, ¿Ya culminaron sus exámenes? —Asentimos, ya en el aula de clases no queda absolutamente nadie.
Entregamos los exámenes y nos disponemos a salir, pero ella nos detiene.
— ¿Podemos hablar, chicos? —Le préstamos la máxima atención— Hay una fiesta de disfraces pronto en este lugar, será el mismo día que culminen los exámenes. —Nos entrega unas boletas— Os espero allí.
Y así fue, cuando culminamos todos nuestros exámenes de la semana, asistimos a un pequeño apartado de la Mafia Moore donde estaba lleno de ropas, disfraces, maquillaje, etc.
— Esto es una estupidez. —Digo, Candy asiente a eso. Luego toma un traje entre sus manos.
— ¿Que tal este?
— Uno, no eres un ángel —Menciono con obviedad.
Rebusca hasta encontrar un disfraz. Oh, no.
— Este está perfecto.
— ¿Por qué tienes un disfraz de Harley Quinn? —Pregunté todavía desorientado, vuelve a rebuscar antes de lanzarme algo a mí.
— Oh, no —Coloco una cara de repudio— no seré el Guasón.
— Será divertido, —Rueda los ojos— es lo mejor ir para ver qué trae entre manos Enola.
Arrugo mi nariz con la vista fija en el disfraz del Joker. A rabietas me mido el traje observando cómo se ciñe perfectamente sobre mi cuerpo.
— Joker tiene el cabello verde... —Giro de inmediato cuando capto a través del espejo a Candy con algunos productos de colorantes en manos.
— Vamos, después que laves tu cabello se irá el color.
Por mi salud mental, espero y sea cierto.
[...]
¿Fiesta de disfraces en Diciembre? Bonita moda. Cuando llegamos al instituto a eso de las nueve de la noche, debíamos enseñar las boletas cuando lo hacemos nos estacionamos.
Agarro la muñeca de Candy colocando un brazalete, ella hace lo mismo con la mía. Asentimos.
Bajamos de la camioneta, mientras la rubia entra mucho a su papel. Lleva perfectamente arreglado el disfraz y en su mano derecha trae consigo un bate, las dos colas que tuvo que hacerse en los cabellos con las puntas de rosa y azul. La blusa logra ocultar el tatuaje.
— ¿Y ahora qué hacemos?
— Entrar al gran teatro, —Menciona la rubia con obviedad arrastrándome, luego se detiene observándome— ¿Listo, Señor j?
— Más que listo. —respiro hondo antes de abrir las dobles puertas.
Adentro hay bastante personas con disfraces distintos, nos observan hacer nuestra aparición mientras a lo lejos veo a la maestra hablándole de cerca de un hombre de su misma edad posiblemente.
Vamos a donde han comenzado a repartir bebidas, la mirada fría de Candy no se despega de Enola. La escucho levemente gruñir.
— Ella me las va a pagar. —Dice entre dientes. La escuché perfectamente, ya que, estoy muy pegado a ella.
— Cálmate, rubia —Menciono— todo a su debido tiempo. Más piensa, mejor haces las cosas.
— Actúo, la golpeo hasta no más poder y pienso, Okay. —Trata de ir con el bate. La detengo tomando su brazo derecho.
Cuando iba hablar una voz de un chico nos interrumpe, llevamos nuestra vista hasta él.
— Permiso, —Me echa aún lado— que radiante te ves hoy, Candy.
— Sí, eso mismo me digo cada vez que me observo al espejo; que radiante te ves hoy. —Río nasalmente— Consigue otra forma de ligar.
El chico vestido de algo extraño agacha su cabeza y se marcha. Una canción en específico suena, Cancioncitas de Amor de Romeo Santos.
Aunque no lo crean, sé bailar perfectamente bachata. Aprendí a bailar bachata en unas vacaciones a Latinoamérica, no se donde aprendió mi acompañante. Algunas personas también se colocan a bailar con sus acompañantes y yo le ofrezco mi mano a Candy. La acepta.
🎶 San Valentín se ha convertido en un negocio
Y el carajito de la flecha me cae mal
Es un tabú ese supuesto amor eterno, aquel que se enamora siempre termina fatal🎶
Cuando la canción acaba unos aplausos se escuchan alrededor, ambos bufamos alejándonos del centro. Localizamos con la mirada a Enola todavía unida al hombre, ahora está hablándole al oído mientras finge que no nos está observando.
Candy da un respingo y toma su celular, se percata de los tantos mensajes que ha enviado Aaron, luego en el fondo se escuchan tiroteos. Genial.
Tomo la mano de Candy llevándola conmigo, mientras las personas del lugar sueltan gritos aclamando protegerse. Localizo la puerta de emergencia y salimos, afuera se encuentran hombres lo suficientemente armados, nos escondemos lo más que podamos.
— Elliot, tenemos un grave problema. —Susurra Candy.
— No me había dado cuenta, fíjate —Golpea mi brazo— busquemos forma de escapar.
— Realiza guardia.
Monitoreo todo, de mi disfraz sigilosamente libero el arma que siempre llevo. La rubia se está comunicando con Aaron pidiendo ayuda.
Coloco el silenciador y disparo a un hombre armado. Ven el cuerpo caer, llevan la vista hasta donde salió la bala.
— ¡Corramos! —Grita Candy. Disparo a toda persona que se presenta frente a nosotros. Hasta que, una mujer enmascarada golpea mi mano mandando el arma a volar. Llega a tomarla y Candy por impulso golpea el bate con su cabeza.
Recupero el arma, más personas van saliendo y del cuerpo de la mujer que ahora yace muerta, tomo la ametralladora. Cuando las balas de mi arma se agotan, afianzo aún más el agarre en mi nuevo juguete.
Vamos despejando el camino hasta lograr acceder a la camioneta. Candy como maneja aún más rápido tomó el asiento de piloto, salimos del estacionamiento a alta velocidad.
Las calles por rara vez están desoladas, unas motocicletas nos intercedan por ambos lados. Como puedo disparo, logrando derribar a los conductores. Las motocicletas caen llevándose a los que estaban tratando de sobrevivir.
Unos helicópteros sobrevuelan todo, disparos se escuchan aún más pronunciados. El enemigo va aumentando más, pero los helicópteros nos ayudan.
— ¡Esa vieja me las va a pagar! —Grito ahora yo. Un humo detrás se visualiza cuando Candy hace que se estrellen.
Una velocidad más pronunciada y a los lejos se visualiza las luces de la policía. Desde atrás tomo un gorro tapando el rostro de ambos, sólo dejando los ojos, boca y nariz afuera.
Las sirenas de la policía vienen detrás y la milicia nos están tratando de derribar. En una maniobra la rubia colocada a mi lado hace que un carro de la policía se vuelque.
Mi respiración cada vez está más que acelerada, respiro profundo antes de gritar.
— ¡Ahora! —Candy pega un frenazo haciendo sonar las llantas, da un giro y vuelve acelerar. Ya los únicos que nos siguen es la milicia disparando las llantas.
— ¡No lo pienses! —Grita la rubia.
Con fuerza saqué una granada para lanzarla hacia atrás, donde hay posiblemente, cientos de policías allegados y militares que perderán la vida con esto.
— ¡Acelera! —Digo, lanzo la granada con tal magnitud. Nos alejamos lo suficiente, cuando la explosión suena, el fuego comienza a carcomer y las partes de los autos a salir volando. Junto a los cuerpos inertes de esas personas.
Logramos tomar una carretera aparte, pero siento en mi cuello algo filoso. Observo a Candy de reojo, está concentrada en seguir conduciendo.
— Silencio. —Ahí ella escucha todo, de reojo observa, con las manos gachas explico lo que haré.
En un rápido movimiento alejo la navaja que trataba de enterrarse en mi garganta. Golpeo a la persona que siempre estuvo ahí detrás. La dejo inconsciente, me lanzo atrás para tomar una cuerda y amarrar su cuerpo semimuerto.
Logramos llegar a la mansión Moore, cuando bajamos arrastro el cuerpo pequeño de la chica.
Todos llegan a socorrernos, pero los apartamos. Al cruzar las puertas de entrada, el señor Moore se encuentra dando órdenes hasta que nos ven.
Fija su rostro en la pequeña chica que yace en mis brazos. Iba a hablar cuando Candy agarra y la toma.
— Candy, no hagas algo de lo cual te arrepientas. —Pero lo dice tarde, ya el cuerpo de la joven está bajo agua en la piscina. La ahora ahogada chica, pelinegra, tez blanca y que tenía ojos color azules.
— Señor debe de ver esto. —Dice Jhony cuando atravesamos de nuevo la sala.
El Señor Moore presta atención a las noticias, donde ahí, sale la placa de la Hummer y el atentado con anterioridad.
Candy permanece en silencio, pero no dura ni media hora cuando decide hablar; — A las ocho de la mañana iremos al CS —Campo de seguridad— hay asuntos que debo resolver.
[...]
Hoy el clima ha estado más frío que nunca, respiro hondo esperando que la rubia termine de colocarse unos objetos de seguridad. Al cabo de unos minutos salimos abordando otro auto, ya que, a la Hummer le cambiaran muchas cosas.
Tengo unas heridas superficiales al igual que Candy. No tan graves como las que obtendrá la chica que iremos a visitar.
El campo de mayor seguridad está resguardado por muchas personas, cuando accedemos vamos directo a nuestro objetivo. Astrid, la antigua cocinera.
— Que novedad ver a... —No sigue hablando cuando la rubia golpea con fuerza su mandíbula, Astrid aún lado escupe sangre sonriendo levemente.
— Y esto, —Le inyecta algo al cuello— es para decir la verdad.
La mujer ríe a carcajadas antes de comenzar a relajarse en el puesto. Ya se ha cumplido la primera fase.
— ¿Por qué querías matar a mi padre?
— Esa persona quiere mucho poder, —dice jugueteando con un peluche. Sí, la fase uno funcionó correctamente— dice que tú no serás una buena jefa.
— ¿Mandaste a matar a mi madre?
— No fui yo, fue otra persona.
— ¿Intentaste envenenar a Afrodita?
— Sí, —Confiesa— cómo también al San Bernardo.
— ¿Quién te da órdenes?
— No lo voy a decir. —El efecto va perdiendo fuerza. Candy no entiende esa parte y golpea su estómago logrando que la mujer lance sangre.
— ¿Me intentaste...?
— No. Esa persona a la que le rindo cuentas, quiere hacerlo con sus propias manos.
Y eso nos deja atónitos.
Luego mi cabeza va formando teorías locas y siento que en algún momento explotará.
——————————
¡Hola, personitas del misterio!
¿Cómo les trata la vida? A mi bien.
¿Algunas teorías?
Se vienen cosas fuertes
Debo aclarar algo, en cada capítulo puede haber un spoiler oculto, mantenga la mente abierta en cada momento.
Hoy no me extenderé, sigo manteniendo respeto hacia Carmen, la abuela dulce y los perros. Y descarten la opción de que resucitaran como Jacob, no pasara.
Pero también mencionarles que... ¡Ya hay BOOKTRAILER hecho por la poderosa de JimeAlvarezR !
Cómo a veces Wattpad tiene problemas con presentar el video en multimedia, entonces, pasen a verlo a su canal; Mafia Moore/ Booktrailer Wattpad. Usuario: Jime Álvarez.
No dejo de ver el video, me encanta.
En fin, hasta aquí mi reporte.
Con amor: este intento de Escritora 🐅🖤🐅
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