Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

C U A T R O

Narrador Omnisciente

Candy Moore, esa chica que es fría como el hielo, o incluso peor aún. Se queda perpleja al ver a esa persona que ya recuerda quién es.

Elliot que está lo bastante cerca detalla todo sin entender absolutamente nada. Por su deber protege a Candy de la figura que ha salido de entre los árboles, vestido de un traje negro con camisa blanca y corbata azul. Sonríe observando a Candy para luego posar la mirada en Elliot.

— Candy. —Es lo único que dice. Sin esperar, aunque sea un permiso se acerca abrazándola, Elliot al verla tan incomoda lo aparta posándose frente a Candy mientras lo señala.

— Pido que se retire lo más pronto. —El hombre de traje ríe— Llamaré al Señor Moore, lárguese.

Candy reacciona cacheteando una y otra vez al hombre de traje, grita en su cara lo idiota que él es para después separarse.

— ¡Te largas! —El grito de Candy hace que Jhony también salga hacia el patio, queda también perplejo o quizás asustado al ver al hombre.

— Rey —Susurra Jhony, a pasos apresurados se aleja del lugar. Candy roja de la rabia mientras Elliot la proteja apuntando al hombre.

Para nadie es un secreto que Candy tiene una rabia hacia su primo, Arnold Federico o el seudónimo «El rey» abandonó la familia para hacerse cargo de algo que nunca debió de caer en él. Ahora se ha vuelto obsesivo-compulsivo, manipulador, violador, vendedor... y algunas otras cosas horribles que es mejor ni mencionarlas.

Mientras Candy en ese tiempo quería que él volviera, él lo único que hacía cada vez era obsesionarse tanto con una chica que terminó dañándola por dentro y por fuera.

— Niño, baja eso. —Se carcajea el Rey, no tiene miedo, nunca lo tiene. O al menos eso piensan muchas personas.

— Te daré un minuto para que abandones mi hogar como lo hiciste alguna vez, —Candy presa de la ira, habla entre dientes— escúchame bien pedazo de mierda, ahora te irás y no recordarás en tu sucia existencia de que soy parte de tu familia. Hace tiempo dejaste de ser llamado mi primo, y hace tiempo que quiero acabar contigo.

Las palabras de Candy lo toman por sorpresa, trata de acercarse, pero Elliot lo detiene quitándole el seguro a la pistola. Sube las manos retrocediendo. En su mente sólo aparece el nombre de esa chica, como también piensa en el poder que puede tener si Candy aceptará hacer las paces.

— Volveré. —Menciona el Rey, Candy le arrebata el arma a Elliot para ahora apuntarle al intruso.

— Vuelves a tocar un pie en esta vivienda y te vuelo los sesos. —Candy amenaza. Él sonríe antes de comenzar a alejarse a paso lento.

La chica se desespera disparando cerca de su cuerpo, observa por encima de su hombro con los ojos bien abiertos. Vuelve a disparar logrando que ahora mismo comience a caminar más rápido llevándose consigo el roce de una bala.

Las horas se hacen eternas, el reloj marca las nueve y veintinueve cuando el jefe de la mafia Moore vuelve al hogar, luce cansado, pero ¿Quién no lo estaría? Camina a pasos apresurados mientras por su mente pasan inimaginables sucesos que podrían ocurrir si lo que está sospechando es cierto.

Carmen Lombardi solamente piensa en el bienestar de sus hijas y su esposo, aunque se haya casado por el inalcanzable amor que sentía por el jefe de la mafia, nada cambia que siente miedo por ellos. Sabe que tienen demasiados enemigos y, por ende, tiene en cuenta de que si Jacob Steele muere... todo se irá al caño.

Por otro lado, esta Jhony Stevens, en una esquina del lugar debatiéndose si ir hacia el Rey para romperle la cara a base de puñetazos o fingir que no sabe bien quién es. Pero es tarde, ya Elliot lo observa detenidamente y Candy sólo ignora lo anterior.

¿Quién podría resistirse a la inteligencia de un mafioso? Si no pudo Carmen, no creo que nadie más pueda resistir la magnitud de cómo piensan y actúan.

[...]

Candy Moore

Se dice qué hay una predicción, donde en esa guerra pueden morir muchos o alejar a los que estuvieron ahí para ti.

La predicción, algo que no creo desde mi ser más profundo. Pero, sé que algo pasará pronto, no es un cuento de hadas, todo lo del alrededor puede prenderse en llamas mientras salgo como un Phoenix —O Fénix, como le quieran llamar—de las cenizas.

Mi padre, madre, tutora —En este caso, mi hermana—y, por último, mi nuevo escolta. Quieren asegurarse a no más poder de mí, me observan como si fuera algún demonio escapado del infierno, o incluso, la misma Anabel.

La seguridad que han impuesto ahora en este lugar ha sido demasiado exagerada, o tal vez no, mi madre está más paranoica.

Suelto un sonoro suspiro antes de agarrar las llaves de mi moto, siento un manotazo provocando que las llaves caigan al suelo. Miro al inepto, baja recogiendo lo recién caído para después sonreír de medio lado.

— Sí vas a salir, —Coloca un brazalete en mi mano derecha— procura decirme.

— No. —Alza su ceja derecha.

— Hablaré con el jefe. —Intenta voltear e ir de chismoso.

— Vamos Elliot, no tengo todo el tiempo.

Busco mi moto en el garaje mientras subo en ella y salgo, Elliot sube detrás de mí, pero antes se arregla el arma que carga encima. Al igual que yo, pero en mi caso la tengo lo suficiente escondida.

«Más vale prevenir que lamentar».

Nos marchamos. Conduzco por las atestadas calles de Londres escuchando todo tipo de sonido, desde los pájaros, carros, niños en el parque más cercano gritar mientras corren, etc.

Llego hasta unos departamentos, el estacionamiento me recibe con luces encendidas y, algunos guardias transitando por el lugar. Según he escuchado, aquí vienen las bandas criminales más terribles de mundo, pero como todos perros deben tener un jefe, ese es mi padre.

Elliot baja de la moto visualizando el lugar con el ceño fruncido, bajo retirando el casco de mi cabeza. Aseguro todo antes de acercarme a un guardia.

— Moore, que alegría volverla a ver. —Me sonríe extendiendo su mano, correspondo para que me deje entrar sin problemas.

Cuando ya tengo ambos pies dentro de la residencia escucho como forcejean detrás, giro sobre mis talones.

— Hey, calvo —Me observa—. El niño bonito viene conmigo.

— Disculpe...

— No hay problema.

Elliot se acerca a pasos acelerados mientras gruñe con cada zancada que da, entro en el elevador con dos chicas en él. Mi escolta se coloca detrás de mí observando el lugar reducido.

Ambas chicas susurran viendo hasta mi dirección, levanto una ceja.

— ¿Se les perdió una igualita a mi o...?

— No.

Voltean la cara, enciendo mi celular verificando el mensaje recién llegado. Contesto y, al detenerse el elevador salimos, en la puerta V3029 se encuentra la persona indicada abriendo los brazos, corro hasta ahí fundiéndome en un caluroso abrazo.

— Creo que es mejor que busque unos lentes. —Mi escolta restriega sus ojos una y otra vez, me alzo besando la mejilla de la persona que adoro y que trato de proteger lo más que pueda.

— Nonna, mi sei mancato —Sonríe antes de dejarnos pasar. El departamento huele a flores, arrugo la nariz.

«Nonna, mi sei mancato: abuela, te he echado de menos».

— Ha un accento russo —Dice mi abuela fijándose en mi escolta. Mi abuela tiene la capacidad de diferenciar cada acento de las personas sólo con escucharlas mencionar una palabra.

— ¿Tú abuela sólo habla italiano? —Niego levantándome en busca de algo, lo encuentro y vuelvo.

— Niña irrespetuosa, te he dicho que no...

Comienzo a estornudar. Suelto el gato endemoniado mientras sigo estornudando, voy rápidamente a lavarme las manos para ni siquiera tener un olor de ese gato cerca de mí.

En la sala se escuchan risas mientras yo sigo aquí, estornudando sin parar.

[...]

— Vuelvan pronto. —Se despide mi abuela, besa mis mejillas con el gato en las manos. Me alejo comenzando a estornudar, Elliot me pasa el noveno pañuelo.

— El anillo de seguridad sigue impuesto por todo el lugar, ahora con más fuerza —estornudo otra vez—. No te confíes ni en tus sombras, cualquier duda niega todo. —estornudo otra vez—. Y aleja ese gato de mí.

Dejo a Elliot plantado frente a mi abuela, me voy al elevador, mi escolta entra y así con las manos nos despedimos. Al salir él sube queriendo conducir, estornudo.

— Quítate, vas atrás.

Rueda los ojos, así empiezo a conducir a alta velocidad, cuando llegamos vamos hasta la oficina de mi padre entregando unos documentos.

— ¿Por qué estás roja y por qué tienes ronchas? —voy hasta el espejo lo más rápido posible encontrándome con la cara roja y el cuerpo con ronchas. Oh, no.

Esto tiene que ser una broma, estornudo por milésima vez en el día. Mi padre toca un botón logrando que llegue mi madre.

Me observa antes de arrastrarme con ella, tomo algunos medicamentos para este caso y me escabullo en mi habitación para tomar un baño relajante.

Cuando estoy lista entro en mi cómoda cama tomando mi celular entre mis dedos tecleando algunos mensajes confirmativos a la reunión que se llevará a cabo mañana en Italia, donde se arreglarán algunas cosas y otras se darán a conocer.

Los medicamentos van haciendo efecto mientras me dan sueño, apago el celular logrando colocarlo en el escritorio para después volverme un ovillo y caer en un profundo sueño.

Al despertar me levanto como una bala, retiro la ropa de mi cuerpo para después emprenderme del agua artificial. Me relajo durando unos cinco o diez minutos bajo el agua, al salir cepillo mis dientes y salgo.

Reviso hasta la última prenda de mi armario, encuentro una camisa blanca ajustada con un pantalón de vestir, enfundo mis pies en unos tacones altos y maquillo mi rostro levemente. Mi cabello cae hacia atrás, lo dejo así antes de tomar mi celular y cartera de mano.

Bajo llegando a la cocina encontrando a mi familia desayunando, tomo asiento recibiendo mi plato.

— Creo que en la educación hay una parte donde dice, cuando llegas a un lugar y hay más personas es por cortesía decir "Saludo" aunque sea. Mal educada. —acribillo a mi hermana, sonríe inofensiva continuando con su plato.

Al terminar la delicia, me levanto seguida de Afrodita. La ama de llaves entra con Elliot siguiéndole los talones.

— Candy, por obligación a la seguridad deberás llevar contigo a Elliot.

— No.

— Me importa poco lo que digas, o te vas con él o te quedas aquí y marchas hacía tus clases.

Aprieto mi mandíbula caminando a paso apresurado hacia la puerta, salgo abordando la camioneta que me espera. El idiota de mi escolta sube observando por la ventana.

— ¿Cómo eres mi escolta si te dejas vencer tan rápido? —llamo su atención, frunce el ceño— en el ring, parecías un niño.

— En el ring soy una persona completamente diferente a cómo actúo en mis responsabilidades.

— Tus responsabilidades deberían ser no dejarte vencer en un ring por alguien mucho menor que tú.

— No inventes —suspira acomodándose el chaleco negro—. Sólo dejé que ganaras para no herir tu orgullo.

— Mi orgullo no se herirá por idioteces, —me encojo de hombros— pero tú niño bonito, perdiste por no usar la inteligencia.

— ¿Por qué sale este tema a relucir?

— Quería recordarte lo perdedor que eres, no sirves para ser alguien en el ring, ni en las carreras, mucho menos para ser mi escolta. Así que, no quiero poner mi vida en riesgo por alguien incompetente como tú.

Veamos si esta listo o no. Me encanta intimidar a mis nuevos escoltas, sirve como ejemplo para darme a conocer si callan o lloran como idiotas.

— Que hayas hecho trampa en las carreras es una cosa, —iba a replicar, pero me calla— que despotriques mi forma de actuar es un claro ejemplo de que nunca entenderás mi situación en esto. —al llegar al jet bajamos. Al adentrarnos tomamos asiento uno frente al otro— Y deja tu inmadurez, pareces niña de tres años que siempre hay que corregir.

»» Por muy escolta que yo sea no dejaré que hables cosas que no son, mi forma de actuar podría ponerte a salvo o en riesgo en cualquier situación. Así que, rubia, cierras la boca una vez en tu vida dejando de hablar de cosas que no sabes. Recuerda algo, el que ríe de último, ríe mejor.

Si sirve para ser escolta.

— Pero —Alza la mano recibiendo el vaso de agua. Me la entrega.

— Cálmate, tú y yo estaremos demasiado cerca por un tiempo indefinido.

Levanto mis manos alejándolo lo más lejos de mí, vuelve a su lugar reposando la cabeza en el sillón. Dejo el agua de lado.

Reviso los documentos que llevo conmigo leyendo algunas cosas y resaltándolas, tomo un bloc de notas redactando lo necesario. La conversación anterior aún truena en mi cabeza, aunque tiene razón en una parte no la diré, nunca lo haré. Y sí, aunque eso suene un poco inmaduro de mi parte sé que Elliot podrá con esto. O eso espero.

—————————

¡Hola, personitas del misterio!

¿Cómo les va?

Paso por aquí para hacer unas pequeñas preguntas, ¿Por el momento que Team son? Yo #TeamCandy o #TeamElliot

Ay no sé, estoy confundida, mejor soy #TeamPerséfoneYAfrodita yes JAJAJAJAJAJAJ

Bueno, sí leyeron «El Secreto De Dakaria (ESDD)» sabrán muy bien quién es el Rey, bueno, sin hacerle tanta larga al asunto sólo me queda agregar un... Elliot 🛐

En multimedia se encuentra Candy Moore.

En fin, hasta aquí mi reporte.

Con amor: este intento de Escritora 🐅🖤🐅

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro