MAFIA : TWO
❝ EL AMOR ES UNA PÉRDIDA DE TIEMPO ❞
( ... )
Ju Myoung no quería casarse, odiaba la idea de entregarse en cuerpo y alma a una persona, y mucho menos si esa persona era alguien a quien jamás, ni en sus más locos pensamientos, podría amar. Desde joven se rehusó al compromiso al que sus padres le advertían como un final intermitente, era su obligación como hija mayor tomar la responsabilidad a la que ellos la conducían. Aquel día de primavera vio frente a ella a un hombre de mirada dura, con anillos en sus dedos y unas cejas pobladas metidas en un fruncimiento intimidante. Sabía que él era su futuro marido.
Por el rabillo del ojo vio a su progenitor, en busca de respuestas. ¿Por qué él? ¿Qué tiene de especial? Jamás ha oído hablar de un tal...
—Mi nombre es Jeon JungKook, seré quien te despose. —le dijo, entonces vio su expresión cambiar a una más liviana— Es un gusto haberte conocido al fin, oí cosas muy buenas de ti.
'... oi cosas muy buenas de ti.' Realmente no le fue difícil deducir que sus padres la habían estado un gran tiempo proponiendo ante ese individuo, y aunque siempre supo que llegaría su tiempo de casarse, ellos esperaban un buen pretendiente. Al parecer, ese era él. No conocía su trayectoria, su supuesta fortuna o que tan educado era. Verlo es como ver a algún modelo sacado de las revista más costosas, modelando ropa interior y exponiendo un fuerte abdomen marcado que haría suspirar a las chicas. Parece ser de ese tipo de hombres, el que la haría suspirar.
Claro, si no estuvieran en ese contexto, donde es una carne en muestra frente a un depredador hambriento.
En una habitación rodeada de personas, sus padres, su guardaespaldas, y él, no puede evitar tener cierto temblor en la pierna izquierda. El golpe de su madre abajo de la mesa la hace replicarse a sí misma la conducta que está tomando, no debería ser tan dura, ha tomado muchas clases de modales para ser una buena chica, una verdadera esposa. Traga saliva antes de sonreír, sus comisuras se elevan en una falsa señal de coqueteo, la cual el hombre frente a ella percibe.
Una chica callada, sin apariencia extravagante, cubierta de pies a cabezas, ¿Es una buena esposa? El tipo de mujer que necesita es todo lo que Ahn Ju Myoung le ofrece en bandeja de plata, para tomarla y hacerla suya. Su corazón palpita a toda prisa emocionado ante la idea de tenerla.
—Nuestra hija ha estudiado con las mejores maestras de modales, tiene todo lo necesario para serle útil en el futuro y educar unos buenos niños.
Su maestra le decía que tener hijos a una edad temprana era una gran bendición, pues le daba mucho tiempo de criarlos y verse bien al mismo tiempo, sin perder el interés de su futuro esposo. Alegaba qué con su rostro tal vez no llegaría tan lejos, y que ningún joven millonario daría mucho por ella, pero que con un poco de sexo lo solucionaría. Las palabras dichas por su padre la hacen recordarla a flor de pie, volviendo con la imagen de sus manos machacadas por los golpes de la regla estrellándose una y otra vez por no cocer adecuadamente, ni preparar buenos platillos en la cocina.
Preferiría arder en llamas del infierno antes que continuar con la farsa a la que su familia la obligaba a mantenerse.
Ve por el rabillo del ojo al guardaespaldas a un costado suyo, con los brazos atrás de su espalda y una expresión fría en su rostro. Este baja la vista, y sonríe, dándole la fuerza suficiente para ser capaz de ver a JungKook, él nunca perdió los ojos de ella. Lo cual la atemoriza.
—Nos llevaremos muy bien, Ju Myoung. Lo aseguro.
Y no sabía si eso era honesto de su parte.
( ... )
Las mujeres en su familia se casan en Hanbok, era uno diseñado hace muchos años atrás y del cual estaba segura que jamás podría deshacerse. Lo odiaba, la hacía verse gorda y se sentía incómoda con cada movimiento corporal, los cuales en realidad no eran muchos debido a lo controlada que estaba bajo la mirada de los presentes, frente a ella tenía a quien sería su futuro marido, el hombre que le arrebatará todo tipo de libertad. Con las manos sobre sus rodillas ve a JungKook, él no sonríe, solo la observa fijamente, anunciando lo que sería su condena eterna. Cuando la hora de besarse llega, un acto no tan tradicional en su cultura pero que al parecer el Jeon pidió pactarse, ella puede visualizar una sonrisa ladina arrogante formándose.
Cierra sus ojos, y lo besa. Los labios de JungKook sabían a fresa, a cigarrillo de fresa y a bálsamo de fresa, ¿Era su fruta favorita? Puede que sí, durante el tiempo que convivió a su lado en las cortas citas de presentación, siempre tenía un frasco de fresas y bananas. Al menos él no besaba mal, aunque nunca besó a nadie antes, era ella quien lo hacía mal. A la hora de separarse, el pelinegro hizo su cuerpo hacia atrás mientras los aplausos se escuchaban por todo el lugar. Ju Myoung giró la cabeza para ver a sus padres, ellos no podían aguantar más su felicidad, ¿Acaso él tenía tanta fortuna? ¿Sacaría de la quiebra a su familia? Oh, ella era la carta para el triunfo.
Horas después, se vio obligada a subirse a una limusina en silencio, tras despedirse de sus padres y hermanos se fue como el viento sin disfrutar mucho más de la fiesta, el resto se quedaría allí, y ella... iría a la luna de miel. En el vehículo, vio a NamJoon sentado en los asientos de enfrente, con el guardaespaldas de su marido, el mismo, ahora subía a su lado. La joven le sonrió al moreno, era bueno saber que tendría al menos a un conocido cerca, estaría más segura de las feroces garras del Jeon.
( ... )
'Las mujeres deben engendrar, por ello existe la noche de miel, es donde tú...' niega, asqueada. Lo que menos quiere hacer es tener a ese hombre sobre ella, es tan desagradable. Pero, en realidad, no puede negarse a su deber, y aunque su madre le dio muchas clases jamás supo complemente de que se trataba tener relaciones sexuales. Vamos, hasta hace unas horas nunca besó a alguien. ¿Cómo pretendía satisfacer a su esposo? Ansiosa camina de un lado a otro en la lujosa habitación. Ve a su guardaespaldas inmóvil, de brazos cruzados a un lado de la entrada.
—Señorita, estaré afuera en lo que viene el Señor Jeon.—avisó, abriendo la puerta.
—¡Joon, espera! —lo detuvo a media acción, obligándolo a retroceder— Necesito tu ayuda. —él asiente, entonces ella sonríe, sentándolo en la cama— Joon, tú me conoces desde que soy una adolescente, ¿No? —asiente— Y también, sé que has tenido unas cuantas novias...
—Señorita, yo... —intentó decir.
—¡Shh! No vengo a juzgarte, es más, ¡Quisiera tener tu experiencia! Nunca he estado, bueno, ya sabes, con un chico.
—Señorita, lo lamento, yo no puedo... —entendiendo por donde va el asunto, el hombre intenta levantarse de la cama y quitarse las manos de ella de encima.
Más, Ju Myoung es rápida al abalanzarse sobre su cuerpo y hacerlo caer en el mueble, con ella por encima. Su bata comienza a caer, revelando la tela de encaje que su madre le compró hace unos meses atrás para la ocasión. NamJoon es un hombre único y tan bueno que cubre sus ojos avergonzado, en su cabeza se réplica que está mal desear a su Señorita. Oh, Dios, si él la viera ahora...
Sus manos tientan a pasarse a la cintura de la mujer, pican por manosear cada parte de su esplendoroso cuerpo virginal. Las quita de sus ojos, y se mueven con una única intención.
—Yo no lo haría, tengo un francotirador ubicado especialmente en tu cabeza. —la ronca voz de JungKook los detiene, y giran a verlo. Estaba allí en el marco de la puerta, de brazos cruzados y sonriente— Así que, ¿Está es mi sorpresa de bodas? Woah.
NamJoon temblando al instante la quita de encima y se coloca de rodillas con ambas manos a modo de súplica.
—¡Señor, por favor, perdone mi vida! ¡Y-Yo no lo hubiera hecho, la Señorita es como una hermana menor para mi!
—¿Hmmh? No hay nada que perdonar, NamJoon. Eres quien cuido de mí preciada esposa tanto tiempo —sus ojos suben a ella, quien cubre su cuerpo con el ceño fruncido, se sentía humillada—, estás más que perdonado. —la mueca satisfecha del Kim no duró más que una ráfaga de viento. Cuando su cabeza impactó contra las botas del Jeon, ella gritó, y él suspiró- Una lástima, planeaba dejarlo para más tarde.
—¡T-Tú... —sus labios tartamudear, lo ve acercarse cada vez más hasta tenerlo en los pies de la cama— J-Joonie...
—Te diré esto una vez y espero que lo entiendas, cariño. —su mandíbula es tomada por sus esqueléticos dedos llenos de anillos seguramente costosos— Eres mía, y siempre lo seras. No dudaré en matar a todo aquel que ponga una mano sobre tu cuerpo, ¿Bien? —y la besó, tan fuerte que sus labios sangraban con cada mordida.
Y aceptó que, más bien, JungKook era el Rey que necesitaba una Reina, y ella podía serlo.
— Este one-shot fue realizado para: yeeesssjk
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