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꒰ Epílogo.

Años después.

Nueva Zelanda, 2026

— Jaemin, ¿dónde están tus zapatos? Tu papá me va a matar.

— No lo sé.

— Mierda.

Jeno tapó su boca sorprendido por aquella mala palabra que había dicho su padre, y es que Doyoung había tenido que ir a comprar antes de ir a dejar a los niños a la escuela.

Pero Jaehyun no sabía dónde estaban los zapatos de Jaemin, el hijo mayor por solo unos segundos, quien había resultado ser un lindo omega.

— Papi, creo que están debajo de la cama. —Le habló Jeno, el menor, había salido un gran alfa como su padre.

Tampoco es que tenía alguna preferencia, pero él también siendo alfa se entendían mejor, al igual que Jaemin con Doyoung.

Jaehyun buscó debajo de la cama y efectivamente ambos zapatos estaban ahí, se los puso al niño y los tomó a ambos para bajar y darles su desayuno.

— Volví.

— ¡Papi!

Doyoung besó la cabecita de ambos niños en cuanto corrieron a abrazarlo, Jaehyun también corrió por un besito que Doyoung le dio gustoso.

— ¿Qué tal te fue?

— Bien, el señor de la tienda me dio esto para mis bebés.

Doyoung sacó de la bolsa dos paletas y se las entregó a los niños, Jaehyun sonrió viéndolos felices por sus dulces.

— ¿Por que Jeno tiene zapatos distintos?

— Es que solo encontré uno.

— ¿Revisaste detrás de la puerta?

— Sí y no está.

— Revisa bien.

Jaehyun sabía que ahí no estaba, había revisado como tres veces. Se paró de la silla y fue a revisar detrás de la puerta, maldijo cuando vio el otro zapato ahi.

— Juro que no estaba.

— No revisas bien, amor, no puedes mandar a nuestro hijo con zapatos distintos.

Jaehyun formó un puchero y le cambió el zapato a Jeno, quien ya estaba terminando su paleta manchando un poco su rostro.

— Vengan, los limpiaré y se irán a lavar los dientes, ¿entendieron?

— Sí, papá. —Dijeron ambos niños al unísono.

Jaehyun abrió su boca sorprendido.

— Me tomó como veinte minutos poder vestirlos y tú solo hablas y ya.

— Es porque te relajas demasiado, por más que sean niños debes ser duro.

— Lo haré.

Doyoung levantó su pulgar y sonrió, ambos niños volvieron mostrándole sus dientes a su padre y este los felicitó.

— Bien, a clases.

Jaehyun tomó ambas mochilas y Doyoung tomó las llaves del auto, los niños se subieron tatas abrochando sus cinturones y Doyoung y Jaehyun en los asientos de adelante haciendo lo mismo.

Doyoung esta vez iba a manejar así que dio en marcha hacia la escuela mientras que Jaehyun ponía algo de música en la radio.

En cuanto llegaron, Doyoung besó la mejilla de cada uno, esperó a que entraran a la escuela y se fueron nuevamente a la casa. Apenas quedaban solos Doyoung se dedicaba a cocinar y Jaehyun a trabajar en los papeles que le enviaba Mingyu desde Corea, que hablando de aquel alfa...

El timbre sonó y Doyoung frunció su ceño sin saber de quién se podría tratar.

— ¡Mingyu! —Doyoung apenas lo vio lo abrazó y sonrió feliz de verlo después de tanto tiempo. — Mira lo guapo que estás, ¿por qué no me dijiste que venías?

— Es que no vine solo.

Yuta y Sicheng aparecieron como sorpresa, Doyoung los abrazó a ambos con una gran sonrisa. Hace más de dos años que no sabía nada sobre ellos, y es que con la crianza de los niños, el cambio de casa, comprar las cosas otra vez.

Todo era un caos.

— Tanto tiempo sin saber de ustedes, ninguno es capaz de escribirme o de avisarme que vienen, ¿saben qué? Se quedarán afuera por malos amigos.

— ¿Qué?

— Es broma, pasen, hay suficientes habitaciones para que se queden todo lo que quieran. Los niños ya están en la escuela, pero salen temprano, ¿quieren algo de comer? La comida no se demorará mucho...

— Hey, cálmate. —Dijo mingyu tomándolo de los hombros.

— Es que los extrañé tanto.

A Doyoung se le fue inevitable no llorar, los extrañaba tanto y como había dicho anteriormente no le daba el tiempo de siquiera tomar el teléfono, había hablado un par de veces con Mingyu por teléfono pero nada más que eso.

— ¿Cómo está Hana? ¿Y su bebé?

— Están bien, es una niña.

— ¿En serio? Me alegro mucho por ella. —Doyoung sonrió.

— ¿Y tu alfa? —Preguntó Sicheng.

— Jaehyun y yo terminamos hace dos meses.

— No es cierto. —Dijo Yuta sorprendido.

— Le arrancaré el corazón. —Dijo esta vez Mingyu.

— Y yo te arrancaré la lengua. —Habló esta vez Jaehyun bajando las escaleras.

— Mentiroso.

Doyoung rió.

— Ustedes no serían capaces de terminar.

— Claro que no. —Jaehyun pasó su brazo por detrás de la cintura de Doyoung. — Es bueno verlos otra vez chicos.

— Lo mismo decimos. —Habló Sicheng.

— No, yo no.

Jaehyun le mostró su dedo del medio a Mingyu.

— Siéntense, ¿quieren algo de beber? Tengo jugo en caja.

— ¿De qué sabor?

— Manzana.

— ¡Yo quiero! —Dijeron Sicheng y Yuta al unísono.

— ¿No tienes cerveza?

— No criando niños.

— Ven, vamos a comprar.

Jaehyun y Mingyu salieron de la casa yendo al supermercado más cercano, apenas salieron mingyu le preguntó.

— ¿Cómo lo haremos con la sorpresa? Me dices que lo lleve a algún lugar, pero no sé a dónde.

— Algún parque o algo, hay uno cerca de aquí, solo llévalo para allá. Tiene que ser esta tarde, Yuta y Sicheng me ayudarán con la decoración y todo eso, los niños también quieren ayudar así que está todo listo.

Mingyu asintió de acuerdo.

Listo para la gran sorpresa para su amigo.


— ¿A dónde vamos? Tengo que recoger a los niños.

— Ya están en casa, no te preocupes, te llevo a un lugar para pasar tiempo juntos.

— No sabes ni a dónde estás manejando, Min, no conoces nada de Nueva Zelanda.

— No, pero conozco este parque y es lindo y perfecto para que conversemos.

Mingyu se estacionó y se bajó primero para abrirle la puerta a Doyoung, quien con una sonrisa caminó junto a él hasta una de las bancas para sentarse.

— ¿Has pensado en que estarías haciendo sin los niños?

— No lo sé, creo que trabajando aún en Corea como el asistente de Jaehyun.

— ¿Y sin Jaehyun?

— Estaría destrozado y probablemente cayendo en depresión, Jaehyun es toda mi felicidad ahora junto a los niños.

— ¿Eres feliz?

— Sí, estoy feliz aquí, sin el miedo constante de que alguno de nosotros muera por ir a un supermercado. Yo sé que si aún estuviéramos en Corea ni siquiera enviaría a los niños a la escuela, venir aquí nos hizo bien a todos. Jaehyun ya no es parte de la mafia, yo ya no estoy involucrado en eso y ahora estamos felices.

— Eso es lo principal, tu felicidad está ante todo.

— Ellos me hacen feliz, yo sin ellos no soy nada.

— Me gusta verte así, que seas feliz junto a Jaehyun y ahora junto a sus hijos, eres una persona que se merece todo lo bueno del mundo, ¿sí? Jamás lo olvides.

Doyoung asintió con una sonrisa.

— Listo, vamos a casa.

Doyoung se subió nuevamente al auto junto con Mingyu y no se demoró más de cinco minutos en llegar nuevamente a la casa.

— Quiero que sepas que te amo mucho y eres un excelente mejor amigo.

— ¿Por qué me dices esto?

— Y que lo que más quiero, es que seas feliz.

Doyoung no entendió el porqué de lo que Mingyu le estaba diciendo, el alfa abrió la puerta y Doyoung comenzó a ver borroso debido a las lágrimas.

Había un camino de rosas con algunos globos a los lados, un corazón con rosas rojas y velas alrededor de este.

Adentro había una pregunta.

— ¿Quieres casarte conmigo? —Dijo el alfa detrás suyo y arrodillado con el anillo en sus manos.

— Si prometes que le pondrás bien los zapatos a Jeno.

— Haré mi mejor intento.

— Me sirve.

Doyoung se agachó para abrazarlo y besarlo, le susurró un claro que sí haciendo que Jaehyun limpiara sus mejillas y le pusiera el anillo.

— Te amo, te amo tanto.

— También te amo amor.

Jeno y Jaemin llegaron para abrazarlos, Doyoung besó la cabeza de cada uno con sus mejillas empapadas.

— ¿Ustedes ayudaron a papá?

Ambos niños asintieron.

— Mis bebés.

Y a pesar de que uno de ellos era el alfa más temido y el otro solo era su asistente, ambos supieron cómo crecer tanto como novios a como una familia, tras años de conocerse ambos supieron como juntar sus amor y enamorarse fuertemente el uno al otro.

Hoy en la actualidad eran felices junto a sus dos hijos.

El jefe de la mafia y su asistente.

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