Capítulo 8
César caminaba por el frío corredor, tal vez saber que ahora todo era más complejo que hace unas semanas hacía la diferencia. Y era admirable como una sociedad se podía descontrolar en unos pocos días.
Khalé caminó hasta quedar frente a la puerta donde se albergaba la oficina de Columba, y el alfa tocó, el golpe no fue suave, era alguien que hacía saber que estaba ahí, la puerta se abrió casi de inmediato, César sonrió para sus adentros, la paloma sabía con quién trataba, el alfa no era alguien a quien quisieras hacer esperar.
—Pase alfa, y ¡que sorpresa César!, Es un enorme gusto verte.
Khalé saludó con un abrazo a Columba, mientras César lo hacía con un apretón formal de manos, —por favor tomen asientos, —Columba sacó una carpeta y se la extendió a Khalé, —veo que, si viene con César es porque él ya sabe lo que se está tratando aquí, entonces podré hablar libre de la situación.
—Claro, él ahora es mi asistente y también se hará cargo de mis hijos, —la seguridad con que Khalé se refería a los cachorros, como si estos ya fueran suyos, causó admiración a César.
Columba sonrió, —Entiendo, el consejo está pidiendo que usted se case, es la única manera en la que le podrán dar la custodia total y legal de las crías. Ellos me llamaron y me preguntaron si yo tenía alguna idea sobre si usted cumplirá con el requisito, si no para que yo agilice los trámites para transferir a los cachorros, —Columba observaba a Khalé que leía las hojas que esta le extendió, mientras ella seguía hablando observando de César a Khalé, —yo respondí que usted cumpliría con ese requisito.
César sintió una extraña agitación, no se sentía cercano al alfa, antes pensaba que a este le desagradaba, aunque ahora no estaba seguro de eso, su trato era amable y educado, parecía alguien que se preocupaba por él, a pesar de que su conducta en las últimas horas fuera un poco desconcertante, pero no se lo imaginaba emparejado con alguien más, o tal vez no quería imaginárselo con otro ser.
Columba observaba al alfa quien se veía concentrado, debería encontrar la respuesta, debería tener una salida para esos cachorros que tanto habían sufrido, César esperaba con todas sus fuerzas que sea de esa manera, porque Khalé Renning había logrado posicionar a la manada en la mira de las demás manadas y ahora era considerado un maldito héroe, además de que su gente lo apoyaba al cien por ciento, pues toda ella estaba conformada por seres de todas las especies, algunos solteros, otros emparejados, pero entre los habitantes no había quien se negara a apoyar al alfa. Así que, a juicio de César, si alguien era apto para criar cachorros de otras especies, ese era su alfa, y esa posesión le asustó.
—Cumpliré Columba, antes de tres días estaré aquí con mi pareja, llevándome a mis cachorros a casa, así que prepara los papeles, y —Khalé se puso de pie, César lo siguió, —Saluda a Marcel por mí, espero que tengan todo listo para su tratamiento.
Columba suavizó por mucho su mirada, ella sabía que le debía mucho al alfa, —yo le daré sus saludos, alfa, muchas gracias y todo está listo para que empiecen los estudios, nada más esperamos la fecha que ya nos debe llegar.
Khalé sonrió, César se despidió con un asentimiento y Columba sonrió débilmente.
—César por favor en el teléfono busca el número de Altaír Dunhill y Brandon Swarts, llámalos diles que les espero alrededor de las diecinueve horas en mi oficina.
César con movimientos rápidos y gráciles de sus esbeltos dedos, encontró los números que se requerían y sin problema marcó dando el recado.
—Buen muchacho, —Khalé estiró la mano y apretó el hombro del joven lobo que lo miraba expectante, desde el secuestro de Yelaím, el alfa había evitado tocar a César, no siempre lo lograba, pero hacía su esfuercito, así que al sentir el firme apretón César se estremeció, pero no bajó la mirada. Y por alguna extraña razón la alabanza le hizo sentir como que César haría cualquier cosa por el alfa, si este le diera otra mirada de aceptación como la que le estaba dando.
Aclarando su garganta, César se escondió detrás de su fachada segura, —revisé los documentos, —César podría sentir como su corazón latía tan fuerte, que por un momento estaba seguro de que Khalé podría escucharlo.
—Bien, haré unas llamadas y nos reuniremos en vídeollamada con otros alfas, necesito saber cómo está el clima social y político en sus manadas y si es necesario proporcionar alguna ayuda.
Si la amable y eficiente secretaría de toda la vida se sorprendió al ver entrar al alfa cuya mano descansaba en la parte baja de la espalda del hermoso joven que caminaba delante de él, ella no dijo algo. El alfa presentó a Khalé como su asistente y que este lo estaría acompañando en sus salidas, la secretaría era una antílope fantasiosa y bonachona, cuya mente hiperactiva ya sé imaginaba algo romántico como en sus novelas, sí ella sería feliz de forma imaginaria, con las sucias escenas que implicaban al guapo e imponente alfa, y al bonito y joven lobo que lo acompañaba.
—Alana, él es César Brito, será mi asistente, por favor ayúdale en todo lo que necesite, él estará trabajando con nosotros.
En la oficina del alfa, César estuvo trabajando, su secretaria le miraba con curiosidad y eso hacía sentir incómodo al lobo, se sentía juzgado y hasta rechazado, provocándole ansiedad, una ansiedad que disimulaba de la mejor forma posible, con su silencio.
—César voy a salir un momento, dijo Alana, —la secretaría rolliza se acomodó la falda que estaba arrugada por las horas de permanecer sentada, —por favor si el alfa pregunta, solo dile que fui a la farmacia, —la cambiaformas miró su reloj, —debo de tardar menos de 10 minutos.
César en silencio vio a la secretaría salir de la oficina, para luego ponerse a leer todo el documento que hablaba sobre las legislaciones, en ellas en efecto se pedía que se aceptaran y reconocieran legalmente a las parejas interespecies de los cambiaformas y sus familias, y que estas pudieran acceder a las prestaciones que daban los trabajos. También se abogaba por la adopción interespecie, pero se pedía que las parejas solicitantes, independientemente de su sexo, estuvieran casadas. César estaba en total acuerdo, pues se buscaba que las crías estuvieran en hogares estables, sobre todo en aquellos cambiaformas que argumentaban que por sus especies no podían ser fieles, mientras leía bajó la vista un poco más y pudo tener una idea de todas las manadas que tenían la intención de aceptarlas o modificar sus leyes a favor de un buen cambio, eran muchas y eso llenó de un orgullo a César, mientras los dos enormes guardaespaldas miraban en silencio a César hacer su trabajo.
Era curioso como tú vida podía cambiar sin previo aviso, haciendo que de la noche a la mañana necesitaras escoltas para resguardar tu vida. Los cambiaformas parecerían felices de estar cerca del alfa Renning, como cualquiera que recibiera un poco de atención, César ya se empezaba a sentir de esa manera.
Alana no tardó en regresar, mientras César seguía leyendo los documentos, y esta se acomodó en su escritorio, —¿Sabes qué?, Estar embarazada no es divertido.
César dejó de leer, y su vista se clavó en la cambiaformas, —me lo imagino, —esa fue toda su respuesta, pues en verdad no sé imaginaba más allá del vientre hinchado.
La cambiaformas sin tomar en cuenta la evasiva respuesta continuó como si fueran compañeros de trabajo de toda la vida y César tuviera muchas ganas de saber más del tema, —no solo es el vientre hinchado, es la acidez de estómago, el estreñimiento, es la ansiedad, el sueño, —suspirando fuertemente la secretaría dijo, —definitivamente no es divertido, pero volvería a tener otro cachorro, eso es seguro.
César sonrió, y siguió su lectura, mientras Alana se ocupaba de escribir documentos en la computadora, —Alana, —la varonil voz del alfa sonó desde la puerta, —César miró de reojo y siguió en lo que estaba, —por favor llama a mi madre y dile que llevarán unos documentos, que voy a necesitar que los ponga en mi escritorio.
—Sí alfa, Alana rápidamente tomó el celular.
—César ven, —el alfa se hizo a un lado de la puerta para darle paso, mientras César tomaba el celular y algunas carpetas.
—César ¿has revisado los documentos con las legislaciones?, —César rápido abrió la carpeta, y le señaló justo en donde se hablaba de los cambiaformas que eran aptos para adoptar.
—Aquí, señor, ¿qué sucede con los cambiaformas que están solteros, que no tienen deseo de unirse, pero sienten el impulso de formar una familia?, ellos también son candidatos idóneos para la adopción, ¿no es así?
Khalé tomó la carpeta, y leyó punto por punto mientras César le observaba esperando no haberse propasado.
—Tienes toda la razón muchacho, —Khalé extendió la mano y acarició el suave cabello de la coronilla de César, mientras este se sentía ridículamente satisfecho como un cachorrito feliz.
—Le diré a Alana que rehaga el documento, gracias, eres muy brillante, —Khalé se estaba asegurando de cultivar la autoestima del joven lobo, —¿alguna otra cosa más que hayas descubierto?
Tragando visiblemente, César respondió, —no señor, eso es todo.
—Bien, nos pediré comida, dile a Alana que llame al lugar de Dunhill y que pida para nosotros, siéntete libre de pedir lo que sea que desees.
César miró persistentemente a Khalé, imaginando cómo pedir un alfa desnudo en una cama, suspiró por lo constantes que ya se estaban volviendo estos pensamientos, hasta que decidió que su mente estaba en contra de su lengua. —gracias señor, —el joven lobo tomó el picaporte de la puerta y salió para darle a Alana las indicaciones del alfa.
—Hola Alana, el pedido llegó, —Yelaím estiró la delgada mano para entregar la pesada bolsa.
—Hola Yelaím, ¿y tú intimidante oso?, Alana fue hecha a un ladito mientras César tomaba el paquete.
—Oh, hoy está atorado con una toma de agua en las nuevas viviendas, de hecho, hoy, el malhumorado grizzli está feliz, ya pudo contratar personal y está a punto de abrir su ferretería.
Alana se carcajeó, —no sé qué me da más gusto, si el que Brandon esté contento o el que ya tenga personal permanente, el teléfono sonó con una llamada externa y la secretaria con señas se despidió del venado, para poder atender.
Para César fue agradable ver a su amigo Yelaím repartiendo, —¿eres el repartidor ahora?, —César tomó la bolsa con contenedores de comida, mientras Alana pagaba por el servicio y obviamente por indicaciones del alfa, esta daba una generosa propina.
Yelaím sonreía, tan típico ahora de él, muy lejos del venado asustadizo que había llegado, —el repartidor no asistió hoy, y me ofrecí, así que hoy estaré ganando un poco más, —el guiño travieso de Yelaím hizo sonreír a César; —¡wooow!, por cierto, que genial que ahora seas el asistente de Khalé.
—sí bueno, espero terminar todo mi servicio comunitario, vivo, —César incomodo se rascó la nuca.
Yelaím tomó del codo a César y lo alejó un poco más, lejos de oídos curiosos, —¿te trata mal?, Yelaím estudiaba, el rostro de su amigo, ya que sabía de la ansiedad de este.
—¡No, no, por favor no me malinterpretes!, —ahora un César ansioso se limpiaba la frente, —es solo que por momentos parece que no le agrado y otras veces... —el cuello, las orejas y el rostro de César se cubrió de un intenso rubor y su mirada se dirigió al suelo.
Yelaím se sintió muy molesto, —¿otras veces qué, César?
El lobo ahora solo quería que el suelo se abriera y se lo tragara, para no digerirlo jamás. Y justo cuando César no creyó que las cosas se complicarían más, el alfa sonriente se apareció en la puerta.
—Hola Yelaím, es un gusto verte, —Khalé ajeno miró la bolsa con la comida, —¿tú la has traído?
—Sí, hoy estamos un poco cortos de personal, —Yelaím era todo un excelente actor, maestro de la diplomacia, que nunca mostró su enojo.
—Ya veo, bueno Yelaím espero que en la noche puedas acompañarnos a Brandon, Altaír, a Cesar y a mí, tendremos una reunión, —Brandon ya sabe, —Khalé miró a César quien fingió la más miserable demencia.
Ambos jóvenes se miraron, pero solo Yelaím asintió, —claro alfa, estaremos puntuales Brandon y yo.
Satisfecho, Khalé se despidió no sin antes indicarle a César que lo esperaba a comer.
Otra comida con el alfa y fue extraño, ya que este no dejaba de observarlo, César se sentía cansado de esa conducta, se sentía ansioso y no de una forma romántica, y él estaba recorriendo su propio camino como para terminar en una medicación por esa ansiedad precisamente, pero no quería enfrentarse con alguien del peso de Khalé Renning, el tipo ahora tenía fama mundial y tendría todo el apoyo de las manadas que simpatizaban con su ideología y con las reformas que estaba promoviendo, César sabía que él, un secuestrador, promiscuo, venido a menos, tendría una nula oportunidad para defenderse.
Las horas pasaron, y César continuó en lo suyo, Khalé le había asignado la tarea de hablar con varios compañeros de la universidad para que firmen una red de apoyo contra el acoso escolar, decir que el trato de sus compañeros para con él fue cauteloso, es solo decir un eufemismo, sin embargo las horas pasaron y el primero en llegar fue Altaír Dunhil, el guapo heredero león saludó coqueto a Alana que como era de esperar, se comportó como una colegiala, a César lo saludó con mucha reserva, como si temiera sobrepasarse con el joven lobo, unos minutos después llegaron Yelaím y Brandon Swarts, la pareja venía tomada de la mano, César se encogió un poco al ver al enorme oso, pero este lo saludó con algo así como agrado.
—César entra, la voz firme de Khalé se escuchó, César se levantó de su asiento para encaminarse y Alana aprovechó para despedirse. —Creo que no te veré hasta mañana Alana, descansa, cuida a ese cachorrito y hoy hiciste un buen trabajo.
César entró a la oficina, en dónde los demás y el alfa estaban sentados en la cómoda sala, en la mesa de en medio César vio los papeles de las propuestas a legislar.
—César por favor toma notas, —Khalé le señaló la costosa laptop y César de inmediato empezó a teclear poniendo la fecha y la hora.
—Bien muchachos, les cité hoy aquí porque el consejo me está negando la custodia de los tres cachorros, Froilán, Tobías y Lando.
—Sí, ya nos comentó tu madre y Columba llamó por puro formalismo para pedir referencias tuyas, —Altaír sonrió con picardía, —le dije que eres un excelente contrabandista.
Brandon Swarts bufó, —¿Puedes ser un hombre maduro solo por una vez?, —Yelaím Wordik miró ceñudo a Altaír, obviamente apoyando a su pareja.
Altaír se estiró con esa gracia y elegancia que solo un felino puede tener, y cruzó las piernas, sus negras botas de motociclista crujieron. —No, no puedo, estamos en medio de una situación de mierda, en dónde ahora la vida del alfa está amenazada, si no, mira esos mastodontes que ahora lo cuidan, así que lo menos que puedo hacer es manejar la tensión a mi manera.
—Por favor cálmense, —Khalé se quitó la corbata y la colocó junto al saco que estaba en un perchero, y con tranquilidad se enrolló las mangas, dejando ver ese par de musculosos brazos.
—En serio quiero resolver esto, en efecto, el consejo me está poniendo obstáculos para que yo adopté a los tres cachorros, hoy César me hizo ver qué en las nuevas legislaciones, no hay una que abogue por la adopción para cambiaformas solteros, ahí entraría yo, y como esa añadidura está entrando tarde en el proceso de reforma, el consejo me quiere casado en tres días, —Khalé miró su costoso reloj de pulsera, —para esta hora, es menos el tiempo con el que cuento.
—¿Qué propones?, —Brandon estiró el brazo para pasarlo por la delgada cintura de Yelaím que escuchaba atento.
Altaír tiró su cabeza atrás, su cabello rubio se esparció por el respaldo del mullido sillón, mientras sus manos frotaban sus cansados ojos. —Espero que no quieras que yo me case contigo.
Brandon y Yelaím dirigieron su mirada a Khalé y este se golpeó la frente con la mano.
—¿Es enserio Dunhill?, —la mirada que Khalé le dirigió a su amigo no tenía precio.
—No lo sé, el que necesita una esposa eres tú, no yo.
César miraba en silencio, si estuviera en la mesa con los amigos probablemente se destornillaría de risa, nunca se imaginó que el muy atractivo Altaír Dunhil fuera tan irreverente, pero como estaba de espectador, solo atinaba a mirar en completo y absoluto silencio.
Khalé ya se miraba desesperado y cansado, todo el día con llamadas y videoconferencias con otras manadas y organizaciones, lo tenían al límite.
—Altaír, Brandon y Yelaím, necesito una pareja y les informo que estoy seguro de que mi opción es la mejor para esas crías, para la manada y para mí.
César de pronto levantó la mirada, esperando al igual que los amigos del alfa.
—Creo firmemente que César Brito es la mejor opción.
Todos en la sala miraron a César que de pronto quiso desaparecer, no se sentía bien con la atención de los cuatro cambiaformas, seis si contaba a los dos fornidos guardaespaldas que también prestaron atención a lo último. Pero fue Yelaím quien no se quedó callado.
—Oye, ¿a qué estás jugando?, el que hayas pasado tiempo en el hospital con César no te da derecho para ahora creer que puedes disponer de él, y no me parece correcto que quieras usarlo para algo tan grande como ser la pareja del alfa, estamos hablando de un matrimonio, alfa, no de un traje que llevaras a un evento, —Bandon tuvo que apretar a Yelaím a su lado, en un muy vano intento de calmarlo, porque el joven venado estaba encabronado, por decir algo ligero.
Khalé frunció el ceño y miró a César, quien estaba apretando la mandíbula tan fuerte que el gorila casi pudo sentir como los dientes de este crujían por la presión y aquellos ojos tan azules y tormentosos miraban a la nada, llenos de lágrimas que se esforzaban por no salir derramadas como ríos que pierden el cauce.
—Yelaím, tú de todos en esta oficina debería saber que a veces el amor es en verdad un remedio, pero no un amor romántico y estúpido, de esos que parecen solo volutas de humo, que después de segundos ya desapareció, sino un amor que desea ayudar a sanar, que desea con todas sus fuerzas mostrar la valía de la otra parte, un amor que desea restaurar y estar ahí para que cuando esos ojos como el cielo te miren y puedan por fin ver a través de ti, —Khalé hablaba, pero en realidad miraba a César que respiraba profusamente aun con los ojos inundados.
—Todos en la sala hicieron un embarazoso silencio, solo se escuchaban las respiraciones que también intentaban pasar desapercibidas, así pasaron algunos minutos hasta que Yelaím fue el primero en levantarse e ir con su amigo, —César, —Yelaím tomó por los hombros a su amigo hasta que ligeramente lo sacudió como para hacerlo reaccionar del shock en el que se encontraba, —mírame, el alfa estuvo a tu lado cada día en el hospital mientras nosotros no sabíamos si lo lograrías, estabas muy mal, y él no se separó de ti ni un segundo, y al igual que yo, luchó con todo para que seas reintegrado a la manada, sabíamos que no sería fácil, pero él lo logró, y esto no quiere decir que tengas que pagar alguna deuda con él, solo es si tú quieres y estás de acuerdo.
César escuchaba a su amigo, pero su mirada estaba perdida en aquellos ojos cafés con betas doradas, aquellos ojos que en efecto le miraban con suma atención y fue entonces cuando todo tuvo sentido para César... el alfa estaba enamorado de él, a pesar de sus circunstancias, a pesar de sus errores y el pobre gorila no encontraba la manera de acercarse al huidizo lobo.
Tragando duramente, César habló, —si me permiten opinar, —todos los ojos seguían fijos en él, atentos, observándole, sin juzgar, solo esperando el final de esa diatriba y todos hasta los guardias cómicamente asintieron, —estoy dispuesto a casarme con el alfa, pero, —César miró a cada uno de los que estaban presentes, pues quería dejar en claro las cosas, —lo voy a hacer con la intención de formar una familia, no como un sentido del deber, no para quitar sobre mis hombros el mote bien ganado de puta, o revoltoso, o abusador, sino para cuidar a esos chicos y al alfa, quien no ha sido más que amable, no como un pago, no soy el caso de caridad de alguien.
Para variar fue el elegante Altaír Dunhill el primero en pararse y cruzar la sala, su elegante cuerpo se plantó frente a César y el lobo uso su postura defensiva, no sabía que esperar a esas alturas, pero lo que siguió lo sorprendió más allá de lo coherente, ya que el abrazo de Altaír se apretó como bandas de acero alrededor del cuerpo delgado de César quien en un principio se puso totalmente rígido, hasta que se soltó, con la confianza de que su empleador y uno de los cambiaformas más influyentes a nivel económico y social, no le haría daño.
Sin poder contener las lágrimas tercamente contenidas se derramaron sobre el hombro de Altaír quien paternalmente acarició la cabeza del joven lobo, —Shhh, querido, aquí en esta tierra de Dios, no hay quien pueda vociferar ser santo, tienes todo mi apoyo para lo que sea César, el que el alfa sea un hermano para mí, no quiere decir que lo solaparé y te prometo dulce cosa, que no será fácil asumir tu rol, pero estaremos ahí para apoyarte.
Brandon se levantó, sus pesados y toscos pasos resonaron e hicieron crujir la suave y fina duela, Altaír se apartó, pero al igual que el alfa, su postura fue de completa protección para César, Brandon miró a sus dos amigos y a su pareja y suspiró, en silencio abrazó a César.
—No fui el mejor, no tenía por qué ser cruel contigo y tratarte como te traté, y estoy agradecido contigo, joven lobo, porque antepusiste tu vida y tu seguridad a favor de Yel.
César no podía dejar de llorar, tal parecía que todas las lágrimas contenidas en esos largos meses fueron derramadas en unos minutos, pero de alguna forma, el ambiente se sintió ligero, como que todas esas palabras tenían que decirse si querían sanar realmente.
César solo asintió, sorbiendo sus mocos y limpiando sus lágrimas, se sentía ligero y también muy avergonzado por llorar como un cachorro. Khalé se situó a lado de él y cruzó su fuerte brazo por los hombros de César quien se mantuvo quieto, pero no se alejó.
—Bueno pues ahora hablemos de los preparativos de la boda, —Yelaím estaba muy emocionado, tal parecía que él era el novio, —mi amigo no tendrás una boda de emergencia. Todos los machos reunidos asintieron obedientes y de inmediato empezó la planeación de una boda, César escuchaba todo y parecía que era muy lejano, que era algo ajeno a él, pero era su boda, era su vida la que cambiaría, era su familia la que se estaba formando.
Dunhil, siempre tan generoso y solidario intervino, —si me lo permiten, yo ofrezco el banquete, ya sea que deseen hacerlo en el restaurante o en cualquier lugar de su elección, no importa, y no es por presumirles, pero llegará una chef de renombre para trabajar conmigo, así que estaremos a la altura del alfa.
—Gracias Altaír, gracias por esa muestra de generosidad, pero esto es algo que también debe aprobar mi prometido, —Khalé se giró para observar a César quien ahora estaba rojo como remolacha.
—Creo que me gustaría aceptar lo que ofrece el señor Dunhil, —dijo suavemente César.
—Nada de señor Dunhil, soy Altaír para ti, después de todo tú te fumaras a este espécimen, —Altaír abrazó a Khalé que sonreía al grado de que sus mejillas parecían globitos a punto de reventar.
—Pues a planear el banquete y ustedes por favor vayan a hablar con Gracia y con Danira, que en este momento todos deseamos ser las moscas en la pared para poder ver esa platica, —Yelaím sonaba tan feliz al dar las ordenes como si él estuviera a cargo lo que hizo sonreír a César, mientras devoraba con la mirada a su prometido, tan gallardo y hermoso, tan extraño y positivamente salvaje, que este feliz e inocente, platicaba con sus amigos.
—¡Vamos, váyanse ya!, Yelaím empujó a Khalé quien miró cauteloso a César, al percibir que el joven lobo le sonrió tímido, el alfa extendió su mano y con ella cubrió los largos y delgados dedos de César.
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