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Capítulo 12

—Dame a los niños, —Gracia tomaba a un somnoliento Froilán, mientras Danira preparaba la mochilita y cogía la mano de los otros dos niños.

—¡Váyanse ya!, —Yelaím empujaba a la pareja que recibió rechiflas y aplausos de parte de los invitados.

Brandon y Altaír abrazaron a su amigo y a su ahora esposo, —Vamos, sigan con la tradición, nosotros ayudaremos con los chavales.

Khalé tomó la mano de su esposo y le dio una sonrisa provocadora.

—Nos vamos, ya, por favor no duden en avisar si hubiera algún problema.

—Khalé lo que sea que surja el consejo pueden con ello, por ahora tomen ese momento para ustedes, —Brandon sonrió mientras veía a su prometido y a su futura suegra platicar animadamente con varios alfas aliados.

El chófer y la pequeña escolta llevó a la feliz pareja a la profundidad del bosque, César de inmediato reconoció el camino, la vieja cabaña de su padre, solo que esta ahora estaba bellamente decorada, casi rehecha, con coloridas flores, y en dónde había madera podrida y en mal estado ahora había madera pulida y piedra. Era realmente algo encantador de ver.

—¿Cómo lograste esto?, —César miraba sorprendido el hermoso espacio que en poco se parecía a lo que el recordaba. Khalé se sintió satisfecho de ver esa hermosa cara llena de asombro.

—Con un poco de la ayuda del nuevo contratista y empresario de la manada y mucha ayuda de tu madre quien fue la que me ayudó con la idea de la casita de tus sueños.

César no daba crédito, era simplemente preciosa, Khalé no perdió tiempo y cargó a su muy anonadado esposo para cruzarlo de forma tradicional por el umbral de la puerta. César observó esa sonrisa, era para él, era de él.

—Tienes que ver el interior, yo espero que te guste, porque me esmeré mucho.

César observaba los ojos de su esposo, arrugados por la sonrisa, y sintió la seguridad de aquellos fuertes brazos.

—Me parece hermoso, me parece único, y creo que, es más, mucho más de lo que merezco, —César no observaba la hermosa decoración del interior de la cabaña, solamente podía observar a Khalé y el alfa lo supo, sus ojos se cruzaron, se miraron como quien sabe que nunca podrían mirar a otro lado.

—A mí también me parece hermoso lo que veo, me parece excepcional y valiente, pero sobre todo me parece perfecto para mí.

La ropa quedó en el camino, los dos sabían que había un ritual por cumplir, la marca, ese vínculo que se formaba a partir de una mordida y que era el verdadero sello de su unión.

—Muchacho, eres tan guapo, eres tan jodidamente perfecto para mí que duele, y no me voy a disculpar por ser demasiado dominante, pero te prometo algo, yo voy a tomar tu mano, yo seré tu maestro, en todo. Voy a hacer que no tengas ojos para nadie más, voy a hacer que pienses en mí y que yo sea lo primero y lo último que recuerde tu mente.

Las manos fuertes de Khalé amasaban el par de globos blancos y perfectos que juguetones se retorcían al sentir como el alfa los maltrataba. César se retorcía mientras su muy delgado cuerpo era dominado. Los labios de Khalé eran exigentes y castigadores, haciendo florecer marcas rojas de cardenales. La polla delgada de César dolía y de forma instintiva el joven lobo se retorcía moliéndose en la pierna velluda del alfa.

—Por favor alfa, —César sentía hambre, sentía una necesidad abrumadora, Khalé no era su primera pareja, pero por cómo se sentía su cuerpo tal parecía que era así.

La gran mano de Khalé se estrelló en ese par turgente, y César sintió el escozor y el calor. —Espera cachorro, espera que no te vas a arrepentir.

César sintió sumisamente mientras todo su cuerpo ardía en llamas densas de deseo.

Khalé empujó suavemente a César en la gran cama, a la vez que sacaba una botella nueva de lubricante y un paquete de tres condones que estaban dentro de una canastita en el buró de la cama.

—Ahora muchacho, voy a querer que tus manos se aferren a la cabecera, las quiero ahí, no quiero que por casualidad las bajes. Yo te voy a demostrar a quien perteneces.

César tragó en seco, la mirada de César aquella dorada mirada era amenazante, era la de alguien que tenía el dominio total, y su lobo solo gimió dentro de él como un cachorro obediente.

—Sí señor. —César se recostó sobre su estómago y levantó las juguetonas nalgas, sus manos delgadas pero fuertes se aferraron a la cabecera, el mocoso era la viva imagen de la sensualidad, y Khalé solo gruñó mientras apretaba la base de su generosa polla.

—Me encanta como te ves, —dos manos tomaron el redondo y muy firme trasero, mientras abrían el par de nalgas, Khalé inhaló el aroma oscuro, rico a hombre a su hombre y sin dudar pasó la punta de su lengua por toda la raja y hasta las pelotas, solo para regresar en un viaje más lento.

César gimió como si fuera una tortura, como si estuviera siendo castigado y su cuerpo empezó a temblar y a jadear, sus piernas esbeltas y blancas se sintieron desfallecer toda vez que esa hábil lengua volvió a pasar una vez más por toda la raja mientras en su retorno empezó a apuñalar suavemente el fruncido ano, César gemía como si estuviera agonizando, o tal vez lo estaba y aún no lo sabía.

El deseo del joven lobo era ayudar al alfa para que este fuera más profundo con su lengua, César quería tomarlo de la cabeza y enterrarlo entre sus piernas, y sabía que eso no sería suficiente, sabía que necesitaría mucho más. Quería separar sus nalgas para que su esposo tuviera un mejor acceso a su interior, quería ser llenado, quería ser saturado de la esencia del alfa y sabía que aun así no tendría llenadera, sabía que pronto querría más, una y otra vez, sus piernas temblaban mientras sus pies se contraían por el placer reprimido.

Khalé empujó su rostro y como si estuvieran sincronizados en mente el alfa abrió aún más las turgentes nalgas, mientras se comía aquel culo delicioso. Su gorila quería golpearse el pecho en señal territorial, el lobo era suyo y estaba a una mordida de contactar con el lobo de César, de formar ese vínculo que muchas manadas retrogradas creían imposible.

Khalé escuchó los gemidos lastimeros y hambrientos de César y sin dudar dio una generosa mordida a uno de los globos, su fin era enfocar al lobo. —Shhh, lo tendrás, te voy a llenar, te voy a hacer mío, tu lugar es conmigo, —la cálida mano del alfa masajeo la dura verga de César, la cual estaba mojada, con profusas fugas.

César creyó en serio que el alfa lo torturaba de la mejor manera, no se quejaría, pero anhelaba más, el tipo era de los que no solo hablaban, sino que sabía que cada promesa que diera no sería al azar.

Khalé empujó un dedo dentro de aquel canal mientras su codo se apoyaba cerca del rostro rojo y sudado de César. Las lágrimas estallaban en sus ojos, lágrimas de deseo, de un hambre feroz, de un deseo que iba más allá de entregar su cuerpo, César sabía que entregaba el alma, entregaba su vida. Pronto otro dedo lo violó hasta que dos no fueron suficientes, habían pasado unos meses desde que el lobo estuvo con alguien y ahora el alfa era todo lo que necesitaba.

Khalé sintió el momento exacto en que su gorila dijo basta, su animal era violento, era territorial, era protector y paternal, pero también era tranquilo, observador y proveedor.

Con un gruñido que era más el de un gorila Khalé sacó sus dedos y los limpió en la sabana, el alfa ya no tenía el control, era pura bestia queriendo dominar, mientras debajo de él, un joven lobo agachó las orejas y lloriqueo ansioso, no sabía qué sucedía exactamente, pero algo en el alfa había cambiado.

Khalé era primitivo, era un gorila feral, pero era un alfa experto, y sabía que su compañero estaba ansioso, que el lobo solo no entendía que sucedía, así que gruñó una vez más mientras su mano derecha dirigía su dura y gruesa polla a la cálida entrada que palpitaba incitadora delante de él. Khalé empujó mientras el lobo se quedaba quieto, aunque su respiración hablaba a gritos de su necesidad.

El primer empuje fue cuidadoso, y César solo pudo empujar fuera y esperar, aunque su cuerpo se consumía en la más violenta agonía, Khalé empujó todo el camino, al tiempo que sentía la satisfacción apoderarse de su cuerpo. Su polla estaba envuelta en el canal cálido y el aroma de César era abrumador, con un rugido inhumano Khalé montó a Cesar de forma brutal, para un humano eso hubiera sido mortal, pero para César, un cambiaformas lobo era la gloria, se sentía amado, se sentía poseído, no era un cuerpo para lograr un fin, era el todo para ese cuerpo que empujaba y gruñía con posesión, Khalé montó al joven con la lujuria de su gorila, los cuales eran conocidos por ser animales muy sexuales y los lobos una vez vinculados eran fieles, honestos, obedientes y candentes, el alfa quería guiar a su pareja en cada nuevo paso que diera.

César solo pudo tomar, tomar y esperar a que su alfa, su compañero lo reconociera y en el tercer empuje, Khalé tomo la polla de César acariciándola al ritmo de los empujes, César de manera instintiva gimió y echó la cabeza para un lado, dejando descubierta la parte del cuello y el gorila lo olió, de manera precisa la bestia encajó los dientes perforando la piel dejando que el gusto de la sangre sature cada rincón de su boca.

César solo pudo quedarse quieto ante el asalto, su cuerpo generó un calor como si tuviera fiebre, era doloroso, pero no mortal, era la fusión. César vio claramente al cerrar los ojos al gorila de Khalé, era hermoso e imponente, el gorila lo observaba con la cara fruncida, pero no era de amenaza, el lobo de César aún tenía las orejas gachas, la cola entre las patas, esperando, esperando que el gorila lo reconociera.

El gorila se movió, mientras la cadera de Khalé empujaban en una lenta tortura y César disfrutaba de todo el viaje de esa deliciosa polla, pero en sus mentes era otra historia, la fusión sucedía.

César vio al gorila y esperó quieto, no alteraría a su pareja, y entonces el instinto se hizo cargo, el lobo poco a poco movió la cola de forma juguetona y el gorila gruñó feliz. Estaba hecho, eran uno solo, sus mentes, sus cuerpos, sus animales se reconocían y con ello la liberación de ambos fue abrumadora.

Khalé recuperó su control y besó el cuello que minutos antes había mordido, mientras César suspiraba feliz, entonces unos fuertes y velludos brazos rodearon su delgado y blanco cuello, y una barba rasposa le acariciaba la b nuca.

—Eres hermoso muchacho, eres mío y yo soy tuyo. —Khalé depositó un beso más y César correspondió sin sentirse cohibido, mientras sus labios recorrían uno de los densos brazos protectores.

—Gracias, —César quería decir más, quería manifestar que su felicidad iba más allá de una muy, pero muy buena jodida, que ahora se sentía que le pertenecía a alguien y era feliz, que haría lo posible por no defraudarle, pero no pudo, su garganta no cooperaba al sentirse espesa y cerrada, pero Khalé lo supo por su vínculo, y besó la coronilla llena de cabello negro.

—Eres más de lo que merezco César, eres mi todo.

Cuando César volvió a abrir los ojos supo que era el día siguiente, después de un vínculo las parejas necesitaban un sueño de varias horas para que el cuerpo y la mente tengan tiempo de asimilar todos los cambios que parecían desgastantes.

Khalé roncaba suavemente y César sonrió con ternura, era injusto que un tipo se viera tan sexi durmiendo, Khalé era la imagen del sexo mientras dormía, tal parecía que todo en él invitaba a César a pedir más, a explorar más, a rogar por más y vaya que lo quería, quería suplicar que su culo se sentía vacío, que su cuerpo necesitaba la picadura de dolor que solo la polla de Khalé saciaría.

Khalé frunció el ceño mientras sentía al lobo de su pareja algo ansioso. El gorila interior de Khalé gruñó satisfecho.

—Deja de verme así, te has ganado lo que estás rogando, —una fuerte mano azotó el redondo globo y César gimió.

—Oh, por favor, —la polla de César se empujó hacia el muslo de Khalé y este agarró la dura verga y dio unas cuantas caricias ásperas.

—Vamos cachorro, sobre tu espalda, te voy a montar, pero quiero verte llegar y quiero verte retorcer.

César sonrió, se sentía salvaje, se sentía primitivo y básico, así que abrió las piernas ofreciéndose sin pudor alguno, lo cual solo hizo que Khalé mirara con hambre su agujero que aún estaba tierno.

—Eres mío, lo entiendes, —Khalé marcaba un agresivo camino de chupones en el muslo interino, la tierna carne no tardó en hacer florecer las marcas que al ser de pareja no se recuperarían pronto.

—Sí alfa, tuyo, soy tuyo y tú, —César tomó de la nuca a Khalé que sonrió con malicia y orgullo al ver la posesividad de su pareja y confirmar el vínculo, —tú eres mío, —Khalé miró aquellos profundos ojos azules y el alfa llegó a dónde quería, a la rosada polla que erguida pedía atención, Khalé la engulló dejándola mojada, recorriendo con la legua cada vena.

Pronto César era otra vez una masa de absurda necesidad, que moría de inanición por ser llenado, y Khalé recorrió una vez más las pelotas hasta llegar al dulce agujero que aún seguía tierno, tierno y húmedo por la corrida de anoche, Khalé no se sentía especialmente caballeroso esa mañana, así que se arrodilló y se llevó las blancas piernas a los hombros mientras César no se perdía de ninguno de sus movimientos. Khalé guio su polla hasta el fondo, sin delicadeza, sin ceremonia, quería tomar lo que le pertenecía, lo que era suyo y lo que amaba, porque amaba a ese muchacho desenfocado, ruborizado y que parecía un ángel erótico.

Los dos gimieron y permanecieron quietos, el lobo y el gorila estaban frente a frente y ambos se sentían felices y plenos, entonces las caderas de Khalé empezaron un empuje fuerte y seguro pero sus labios besaron las blancas piernas.

—Tócate cachorro, quiero sentirte y quiero verte, —César era un alumno muy obediente y que ansiaba impresionar a su maestro, así que empezó una lenta caricia que Khalé sintió en la polla cuando el muchacho apretó el culo.

—Me vas a matar lobo, mírate, eres tan sexi, tan erótico, eres mío, y solo a mí abrirás tus piernas, nadie más podrá tenerte, solo yo, porque te amo.

César gimió y subió el torso para dar un beso, un suave, lento y húmedo beso que también cautivó a su pareja quien saqueó cada rincón de su boca.

Pronto ambos llegaron al éxtasis y se deshuesaron uno junto al otro, jadeando como si vinieran de un maratón y solo el hambre los obligó a levantarse. César descubrió que le gustaba mucho cocinar para su alfa que se comió sin rechistar cada bocado, platicaron e hicieron el amor una vez más.

Khalé acariciaba con las yemas de los dedos la espalda suave de César quien estaba ligeramente adormilado—Vamos cachorro, hay que regresar a la a manada, mañana tenemos cosas que hacer con los aliados y es necesario que yo me reúna con las otras manadas en unos días.

César se estiró perezosamente, su cuerpo estaba saciado, su corazón rebosante y su mente estaba en paz, pero también tenía hijos a los que cuidar y eso no lo podía negar a pesar de lo mucho que quería quedarse en la cabañita.

El joven lobo se vistió en silencio y recogió las cosas, también ordenó el lugar, y mientras lo hacía veía satisfecho que la pequeña cabaña nada era de aquel nido de rufianes, sino que ahora parecía el lugar perfecto para la nueva familia, y César estaba seguro de que sus hijos disfrutarían mucho de aquel lugar.

Mientras viajaban de regreso Khalé hizo varias llamadas, y por el vínculo César supo que Khalé esperaba problemas, César no sabía a ciencia cierta de que se trataba, pero estaba seguro de que era algo muy malo por la forma tensa del masivo cuerpo del alfa y por el ceño ferozmente fruncido, —Esta bien Altaír, ya vamos para allá, y por favor reúne al consejo y que Brandon se asegure de que la construcción esté terminada porque esperamos a un nuevo grupo de migrantes.

—¿Qué sucede Khalé?, —la mano de Cesar se entrelazó con la de Khalé, quien de inmediato se sintió reconfortado por el tacto y acercó su nariz para olisquear a su pareja que en todo momento le dio su espacio y no fue invasivo de manera alguna.

—Las manadas en conflicto están cerrando sus fronteras para evitar que sus habitantes salgan, y eso está provocando revueltas en las manadas, y los que alcanzaron salir están pidiendo asilo a las manadas aliadas, —Khalé movió el cuello de un lado a otro provocando que sus vertebras crujieran, —he alertado a las manadas aliadas para que den aviso, estamos abriendo nuestras puertas.

—Imagino que no todos están de acuerdo en nuestra manada, —César apoyó su cabeza en el hombro de Khalé quien al sentir el peso dio un suave beso en la coronilla, y de nuevo veía sus manos entrelazadas y amaba el contraste de estas.

—No, sobre todo los miembros más viejos del consejo que temen que nos saturemos, pero eso no sucederá, tenemos demasiada tierra, somos por mucho la manada que tiene más extensión territorial y no toda está habitada.

—Entonces creo que sería bueno que los miembros más viejos pudieran ver algún mapa si es que lo tienes, creo haber visto uno en los archivos de la manada y lo he ordenado en una carpeta y guardado en una nube, así que está disponible para cualquier dispositivo.

—¿Ves?, esa información de la manada estuvo muchos años sin ser ordenada, de hecho, creo nunca se había organizado, así que me gustaría si pudieras mostrarme a mí y al consejo y respaldar toda la información, para que nadie más excepto tu y yo podamos añadir las modificaciones que se harán. Y dentro de toda la felicidad de haberme vinculado a ti, lamento haber perdido por mucho, al mejor asistente, aunque creo que te conservaré, solo es cosa de que acomodemos a los chiquillos con alguna niñera.

César levantó la cabeza abruptamente y miró con el ceño fruncido a su pareja, —los cachorros son mi prioridad, así que eso no es negociable, tal vez pueda trabajar mientras ellos están en la escuela y mi madre o la tuya pueden ayudar con la crianza desde casa y solo contratar a alguna niñera para que las abuelas no se abrumen.

—Me parece justo y —Khalé miró a su esposo, este no parecía tímido ni inseguro, y tampoco parecía dispuesto a ceder sobre su paternidad, y eso le dio al alfa una entera satisfacción, —gracias por tener a nuestros hijos por primero.

César le dio al alfa un zape en la nuca, —claro que nuestros hijos son primero y siempre lo serán, tanto como te quiero, sé que no somos una pareja convencional y sé que estamos causando literalmente una revolución en las sociedades dentro de las manadas, así que hay que tener una organización casi militar en casa.

Khalé rio como pocas veces lo hacía, su pareja era joven, pero muy maduro, y tenía muy claras sus prioridades y deberes, así que cualquier golpe para acomodar su terco cerebro, sería muy bienvenido.

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