Miró su imagen reflejada en aquel lago durante un par de segundos y no pudo evitar caer de espaldas al contemplar aquel rostro que juraba no le pertenecía.

Mael estaba confundido. Su cabello había cambiado drásticamente. Ahora era mucho más corto y de una tonalidad grisácea opaca, su piel se había vuelto más oscura y ni hablar de sus ojos. Ya no eran azules y aquella tonalidad amarilla debido al símbolo de su clan tampoco estaba.

Era horrendo y eso lo hizo llorar de angustia.

Pero... ¿Por qué se veía así? ¿Cómo fue que su imagen había cambiado tan rápido? Lo último que recordaba era haberse encontrado con el mago Gowther y después de eso... ¿Qué había sucedido? No estaba seguro, pero pronto sus preguntas serían respondidas en cuanto se giró al escuchar la voz de alguien.

Y lo recordó todo... Pero fue en vano...

—Creo que aún no es suficiente —dijo Gowther, quién volvió a usar su maldito hechizo contra el pobre arcángel —Lo siento, pero esto era necesario... Espero no tener que verte pronto... —le dijo con una mirada vacía —Adiós, Mael... Y hola... Estarossa...