La mamá de Valentina le había comprado su primer brasier.

Valentina había estado usando formador desde que tenía 9 años, aun si no le gustaba, solo por el hecho de tener un sobresaliente busto para su edad según le había entendido a su madre.

Así que ahora, a punto de cumplir los 13, su madre había decidido que ya era hora de dejar los formadores y usar brasier. Ya que decía que ello le sentaba mejor a Valentina, además que estaría mucho más cómoda así.

Ella había visto esa prenda miles de veces gracias a su madre. Por lo cual, siempre lo asociaba a la madurez.

Y Valentina no quería nada que ver con eso, por eso pataleó y lloró. Realmente no quería usar brasier, no, no estaba lista. Quería sus formadores, no esos símbolos de adultez y de su futuro florecimiento como mujer. 

Aunque, después de mucho alboroto, se lo terminó poniendo. 

Valentina se sintió triste, porque ella realmente no quería crecer, no quería madurar aún. Sin embargo, las niñas siempre maduran antes. Y a ella le daba miedo eso. 

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En este caso me basé en mi propia experiencia para escribir esto. Sé que no todas hemos comenzado a usar brasier a esa edad pero ese fue mi caso y esa fue mi reacción.

Es lindo volver a esta historia después de tanto tiempo porque la escribía cuando tenía 14 y ahora tengo 17, casi 18, y me da un poquito de gracia revivir todos estos momentos.

¡Espero les haya gustado! Sé que no hay la misma cantidad de gente que leía esta historia en su tiempo (han pasado 4 años y no los culpo) pero para el que sigue ahí o descubrió esta historia por azares de la vida ¡Espero te haya gustado el cap! 

-Olen.