♡︎ O4
Años atrás.
Cuando Lisa tenía diecinueve años, se enteró que estaba embarazada, la prueba de embarazo descansaba entre sus manos, las lágrimas se deslizaban por sus mejillas; no sabía qué hacer en ese momento.
No sabía cómo podrían reaccionar sus padres y, sobre todo, Rosé, quien era su novia desde hace dos años.
Se espantó cuando escuchó que la puerta fue tocada, rápidamente se limpió las lágrimas y cuando estaba por esconder la prueba, fue muy tarde: Rosé ya había entrado a su habitación.
—Bebé, como no abrías, entré, espero no te-... —no pudo terminar de hablar, ya que su mirada cayó en la prueba de embarazo.
Rosé estaba sorprendida, pero a la vez preocupada. Cerró la puerta y se acercó a donde estaba Lisa para abrazarla.
—No llores, cariño —hizo una pausa—. No sé el resultado de esa prueba, pero si sale positivo y tú decides no tenerlo, yo te voy apoyar, y si decides tenerlo, también te apoyaré. —susurró con rapidez y dejó un beso en la frente la coreana, quien ahora lloraba más fuerte.
—No sé qué hacer, Rosie. —niega lentamente.
—Debes pensar todo bien, pero primero necesitas tranquilizarte. Ven, vamos a acostarnos.
Se echaron en la cama y Lisa lloró por unos minutos más hasta que se quedó dormida. Rosé se quedó ahí con ella ese día.
Cuando se enteró de que Manoban había decidido tenerlo, ella cumplió con su palabra de apoyarla, y así fue.
Y si les preguntaran que si fue difícil, ellas responderían que sí, fue muy complicado, más decirles a sus padres, aunque la que salió más regañada fue Rosé.
Cuando nació RyuJin, Lisa se dio cuenta que fue la mejor decisión el tenerla, también habían decidido no mudarse juntas hasta que RyuJin tuviera los cinco meses, pues al ser madres primerizas, no sabían qué hacer cuando su hija lloraba.
***
Año y medio antes del divorcio.
Lisa y Rosé habían tenido una pelea; las peleas se habían hecho más frecuentes.
Y qué decir de los celos. Lisa sabía que si seguían con sus discusiones y, sumándole a eso los celos, su relación ya no sería algo sano, y menos para sus hijos, que eran lo más importante para las dos.
Había tomado una decisión y, aunque fuera muy dolorosa, era por el bien de todos, por el bien de sus pequeños.
Ese día hablaron sin gritos y estuvieron de acuerdo en poner a los niños de primero.
De alguna forma podrían salvar su relación, pero querían darse su tiempo porque una de las cosas que hicieron mal fue casarse muy jóvenes y no haber disfrutado más de sus vidas.
Ellas tenían que hacer cosas que les gustaran por sí mismas y con eso, se cuestionaron fuertemente la posibilidad de separarse. Cuando le contaron a sus padres, ellos pensaron que era una locura, aunque las chicas no prestaron atención a sus comentarios.
Cuando por fin Rosé escuchó que Lisa le pedía -que ambas sabían que en algún momento pasaría-, ella lloró. Su orgullo de alfa se fue a la mierda. Y sin más, aceptó resignada, porque algo que siempre haría, era apoyar a Lisa en todo lo que esta decidiera.
Al pasar los meses, la Australiana se instaló en su nuevo hogar y se preocupó de que fuese apropiado para cuando sus hijos se quedaran con ella. Además de eso, se dio cuenta de muchas cosas, como que desde hace un tiempo atrás había estado dejando de lado a su familia y todo por su trabajo.
Esa noche lloró, y fue la primera vez después de su separación que se volvió a quedar a dormir en la casa donde había vivido ocho años y, al lado de Lisa, le pidió perdón cada que tuvo oportunidad.
Lisa la escuchaba y susurraba que las cosas estaban bien ahora, que ya no se preocupara.
***
Lisa despertó en medio de la noche. Ya se encontraban en Japón, los niños dormidos en una habitación mientras que Rosé en una y ella en otra.
La omega de Lisa estaba en un rincón llorando, y por el dolor que le causaba saber el por qué, se paró de la cama y se dirigió al cuarto de la australiana.
Esta se encontraba acostada, durmiendo plácidamente. Lisa se acercó lento para empezar a moverla.
Rosé, quien se despertaba -ya por costumbre- por cualquier movimiento, se levantó con un ojo abierto y el otro cerrado.
—¿Lisa? ¿Qué pasó? —cuestionó algo adormecida.
—Y-Yo me siento un poco mal, bueno, mi omega es la que se siente mal. —murmuró despacio.
Rosé soltó un suspiro y se hizo a un lado, dejando que se sentara en el colchón. La más baja comprendió y se sentó para empezar a jugar con sus dedos de las manos.
—¿Quieres contarme?
—No, es solo que se me fue el sueño.
—Entonces, cuéntame de esa mujer con la que has salido unas veces. —comentó Park, cambiando de tema.
Lisa hizo una mueca.
—¿Qué quieres que te cuente? Solo hemos salido unas tres veces. —soltó un suspiro pesado.
—¿Y, qué más? ¿Ya sabe que estuviste casada con una mujer muy guapa y que tienen a los mejores hijos? —inquirió en broma.
—No me dio tiempo, las dos primeras veces fueron interrumpidas, ya que a ella la llamaron del trabajo, y la otra me llamaste porque Jake se había enfermado. —contestó tranquila.
Lisa, como pudo, se posicionó sobre la cama, pero ninguna de las dos invadía el espacio personal de la otra, ya que el colchón era bastante amplio.
Rosé asintió y más dudas se le vinieron a la mente, mas, no las iba a decir, era mejor quedárselas para ella misma para no incomodar el momento.
—Pero siento que no va a funcionar. —retomó Lisa, rompiendo el silencio que se había formado.
La otra arqueó una ceja.
—¿Por qué piensas eso? —cuestionó, haciéndose la desinteresada.
—No lo sé, pero mi omega está insegura, creo. —se encogió de hombros.
—Está bien, ya platicamos mucho ahora y tengo que dormir un rato más, porque tengo que ir a una junta muy importante a primera hora. —dijo mientras soltaba un bostezo y se acostaba otra vez.
—Oh, lo siento, no sabía que te ibas a ir temprano. —se disculpó algo apenada.
—No te preocupes, solo voy a esa reunión y regreso para poder dar una vuelta y conocer más el lugar.
Lisa solo asintió y se quedó en silencio por unos segundos hasta que Rosé habló nuevamente.
—¿Te quieres quedar a dormir aquí? No sería la primera vez que dormimos juntas. —ironizó y Lisa soltó una leve risa para después asentir.
Se metió bajo las sábanas y se acomodó al lado de la alfa.
¡Gracias por leer!
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