❄️Capítulo 30(yaoi del pésimo-nada importante 😶)❄️
Rodeó su cuerpo con sus fuertes brazos, sintiendo el aire agotarse lo dejó ir, pero antes de que el otro dijera algo ya lo había vuelto a atrapar como una pantera hambrienta, Shura devoró sus labios hasta dejarlos rojos. Bajó por su cuello dando pequeñas mordidas mientras sus manos no estaban quietas, sus dedos acariciaron con suma delicadeza el contorno de sus caderas, delicadamente se extendía por su abdomen y ombligo, ni qué decir de Camus, reprimía cada sensación para recordarla por mucho tiempo, sus manos rodearon el cuello de Shura sin prisa, fue levantado por los muslos y llevado hacia la cama sin descuidar sus manos y labios. Ambos cuerpos mojados parecían ser uno solo en la habitación. El pelinegro tenía un sabor dulce, incluso su piel desprendía un aroma adictivo que prácticamente embriagaba todo su ser. Con la yema de sus dedos repasó algunas marcas de cicatrices en la espalda de Capricornio, lo hizo con tanta suavidad que incluso parecía hacerle cosquillas. Lo miró a los ojos y enredó sus delgados dedos en los cabellos negros, volvió a atrapar su boca despacio, besó su puntiaguda barbilla para mirar la manzana de Adán que se movía con algo de temblor. Camus la mordió con timidez.
Shura no pudo quedarse sin hacer nada, su garganta se había secado por ser mordido de esta manera, así que entrelazó sus manos con el acuariano y las subió sobre su cabeza, atacando su clavícula dejando marcas rojas.
El cuello blanco de Camus fue chupado hasta dejar moretones, sin embargo no dolía, le gustaba esa sensación que le provocaba ladear su cuello a un lado por más. Admitía que ser el sumiso tenía sus ventajas y la aceptaba con todo gusto. Mordió su labio inferior al percatarse de que uno de sus pezones había sido lamido y luego mordido, esto causó que su cabeza se inclinara hacia atrás y soltara un pequeño gemido. No creía que esa fuera su voz, delgada e infantil, pronto ya no pudo retenerlos en su garganta y los dejó salir conforme Shura succionaba las dos pequeñas perlas rojizas de su pecho, empezaba a sudar por el calor.
La pierna de Capricornio se encontraba entre sus piernas, de vez en cuando se presionaba a su ingle, haciendo que suelte uno que otro suspiro tierno.
Los labios húmedos y entreabiertos nuevamente fueron acariciados por los contrarios, temiendo que esa suavidad se vaya a ir en cualquier momento los besó sin piedad. La intromisión dentro de sus labios lo dejó sin aire, lijeros espasmos empezaron a hacer que sus ojos se cerraran independientemente. Shura soltó las muñecas de Camus dedicándose a repasar las líneas del delgado cuerpo en su debajo, los pectorales no pasaron por alto y menos sus delgados muslos que pronto fueron apretados en algunos lugares sumamente delicados y sensibles. Sus gemidos ahogados llegaron cuando Shura se inclinó un poco hacia atrás y besó alrededor de su miembro con premura, de hecho lo estaba torturando de una forma algo incómoda pero placentera, hizo que su cuerpo se arqueara y sus rodillas se levantaran para poder abrazar la espalda de Shura con ellas. Sus delgadas piernas atraparon al pelinegro y lo obligaron a seguir haciendo su labor, aún así, por más que se acercaba a su intimidad, solamente la rozaba o desprendía un aliento tibio que le erizaba la piel, no se atrevió a tocar al pequeñín por ganas de alargar el momento, Shura sonreía y le mostraba sus dientes caninos con travesura. Camus apenas y podía soportar tanto, llegar a correrse solo por algo tan simple lo haría sentir demasiado vulnerable bajo su pareja. Cerró los ojos con fuerza apretando sus labios para retrasar el placer culminante, Capricornio no pasó por alto las reacciones de Camus, a propósito usó una de sus manos para apretarle la intimidad. Acuario no esperó tal acción, entreabrió sus labios para regañarle y toda su voz ni siquiera se aproximó, la lengua de Shura fue un estímulo demasiado candente, la mano que lo sujetaba desde abajo se movía rápido y se detenía de pronto para apretar o aflojar, Camus no pudo soportarlo, sus caderas se levantaron unos milímetros bajo el cuerpo imponente de Shura, un gemido ahogado y algo femenino se le escapó, lo hizo, su esencia fue liberada en los dedos que lo torturaban complaciendo su necesidad, Camus se puso rojo al instante, la vergüenza lo inundó por primera vez, fue una vergüenza algo extraña, la sintió anteriormente, pero ésta se sentía de otra forma, como timidez entremezclada con algo de desahogo.
El pelinegro no puso soportar verlo en una situación tan comprometedora, mordió su labio inferior, esparció pequeños besos sobre su nariz, sus mejillas y parpados, culminó en su frente con un amor algo cursi, los párpados de Camus se levantaron con dificultad, un brillo hermoso que adornaba su belleza más de lo imaginado, sus cejas partidas al final le hicieron perder los estribos, esta clase de belleza no se encontraba en cualquier parte. Se acercó a su oído.
-Me dan ganas de comerte..-el aliento caliente causó que un hormigueo recorriera su cuero cabelludo, posteriormente la mordida en el lóbulo de su oreja le hizo soltar un grito despertando nuevamente su miembro que acababa de terminar. Shura lo volteó en una velocidad impresionante y lo sentó sobre sus piernas. Camus quedó aturdido por un momento, aún la sensación de haber sido liberado de "algo atroz" quedaba entre la línea inferior de sus ingle. Se estremeció al sentir el gran miembro de Shura bajo su tracero, quemaba y se sentió húmedo, parecía ser que el agua de la ducha había sido secada por las sábanas desordenadas. La palma de Shura sujetó su pecho moviendo la yema de sus dedos tan delicadamente como si tuviera miedo de que con cada toque, fuera a romperlo.
El peliverde apoyó sus manos sobre sus muslos y después fue empujado sobre una almohada, por poco y la muerde, pero Shura no fue tan cruel para golpearlo con esta, sino que lo apoyó con cuidado. Esas dos figuras redondas y totalmente simétricas hicieron que le corazón de Shura se sobresaltara, nunca lo había hecho por detrás, pero ahora su instinto de hombre le quería decir que lo hiciera suceda lo que suceda. No importó cuan tentado estaba, aún temía hacerse ver como un bárbaro en frente de su amado. Pero también uno de los obstáculos estaban en que Camus parecía esperarlo con ansias, moviendo sus caderas para rozar ligeramente con su miembro a la vez que se mordía los labios.
No aguantó más, hizo que tres de sus dedos fueran humedecidos en la boca del acuariano, ver esto lo excitó aún más, sus dedos fueron incluso mordidos despacio al final, su mente quedó en blanco por un momento.
La urgencia por ser uno con Shura lo agolpó desde hace poco, aún esperaba la intromisión dentro hasta volverse loco, pero se percató de que Shura aún seguía quieto.
-Solo hazlo de una vez.-pidió con la voz un poco ronca y entrecortada.
Quien sabe porqué, pero Shura sintió un cosquilleo en todo el estómago, como mariposas acariciando cada órgano suyo. Sus dedos aún permanecieron húmedos, primero insertó uno despacio. fue quizá algo incómodo para Camus quien hacía años no hacía esto, directamente lo hacían sin tanta vuelta, pero era como si en esta ocasión, lo hicieran por primera vez. El cuerpo de acuario se tensó cuando ingresó el segundo dedo mojado por él mismo, cuando ingresó el tercero comprimió su estómago y apretó las sábanas bajo sus manos sorprendiendo al pelinegro.
Shura los movió para que Camus se acostumbrara a esto, pronto, el acuariano pidió algo más con sus espasmos y delgados gemidos inquietos. Sacó cada uno de sus dedos con cuidado, su miembro duro había estado esperando por varios minutos y dolía, pero era un dolor soportable. El ardor en la punta curvada desapareció a medida que ingresaba por la entrada de Camus. Sus paredes fueron tan cómodas y suaves, tan estrecho seu le daba la sensación de irse ahí mismo, pero tal acción en Shura no lo describía para nada como un caballero. Camus se estremeció y empujó hacia atrás para terminar de tener algo tan grande dentro suyo, sus paredes se contrajeron instintivamente, su cintura fue rodeada por dos manos demasiado fuertes.
-Muévete.-Exclamó Camus contoneando un poco la parte inferior de su cuerpo. Shura obedeció, primero lento, como contando cada tres segundos para poder penetrarlo. De hecho fueron meses en que no lo había tocado como ahora, era como si su cuerpo se hubiera vuelto virgen una ves más, sus paredes contraídas lo hacían aguantar la respiración. Empujó hasta acostumbrarse, apretó la carne redonda hasta dejar marcado cada uno de sus dedos, el sonido de chapoteo se escuchaba por toda la habitación desenfrenadamente. El golpe de carne contra carne eran música para sus oídos, Camus no soportaba quedarse callado y mezcló cada jadeo con el de Shura. Al principio no pensaba morder la almohada, pero el placer descontrolado que iba y venía por todo su cuerpo le obligó a hacerlo, sus dientes se apretaron contra la funda, las venas tanto de sus manos como de su frente se notaron, era mucha presión, demasiado placer al tocar cierto punto dentro suyo que ocasionaba a sus oídos lanzar pitidos por algunos segundos. No podía abrir los ojos, si lo hacía la vista le era nublada o difusa, no podía pensar en nada más, cada movimiento que lo abalanzaba contra la almohada le impedía recordar incluso su nombre y signo. Inimaginable. Shura sujetó su miembro con su mano derecha sin detener sus movimientos y lo levantó con ayuda de su otra mano para estar completamente sentado sobre un mástil que lo llenaba hasta el borde. Se sentía profundo, apenas y podía respirar porque los golpes los sentía hasta la punta de sus cabellos.
No bastaba, sus lenguas danzaron en todo ese vaivén de emociones, la cama empezó a rechinar y daba la impresión de romperse en cualquier momento.
-¡Nhg! ¡Ah, ah..! Shura...-Eso era lo único que salia de su boca en todo ese movimiento, su miembro era agitado con fuerza y velocidad al mismo ritmo con el que Shura lo penetraba. Estar en esta posición lo había hecho ceder a la locura, sus manos a la altura de su cabeza hizo a un lado sus cabellos mojados y le permitió besar con mayor libertad al pelinegro.
De tantas embestidas sin descanso alguno por alrededor de media hora más, por fin llegó el momento en que su placer llegaba al final, sus cuerpos temblorosos seguían descontrolados, el interior de Camus quemaba, como un brasero por dentro. Sus piernas parecían no aguantar y temblaban para pedir a su anfitrión que se detuviera, los espasmos fueron muchos, Camus ya se había corrido un par de veces en tan corto tiempo, su vergüenza se representó en sus lóbulos y rostro de un color escarlata. Los últimos golpes fueron tan fuertes que parecían querer partir en dos al acuariano, sin embargo, antes de derramar unas cuantas lágrimas por el dolor y placer entremezclados, alcanzó su límite, el éxtasis contrajo sus paredes internas y shura con esta acción también llegó a su límite, su esencia llenó por completo el interior de Camus, sus pezones fueron acariciados y apretados por una última vez, el éxtasis fue maravilloso, su espalda y cuellos arqueandose al sentir la electricidad por poco y lo desmaya, Camus casi perdió la conciencia del cansancio, pero unos brazos fuertes lo sujetaron y lo recostaron. Aún temblaba, no mentía si decía que el adormecimiento se hallaba desde su cintura para abajo, además, sus nalgas fueron realmente muy maltratadas, las marcas de las huellas dactilares de Shura que anteriormente estaban rojizas, se volvieron moretones. El adormecimiento pronto de volvió como pequeñas agujas, impidiendo que se quedara quieto, Shura salió de dentro suyo, se limpió y fue a preparar la tina para bañar al acuariano, estaba tan exhausto que su vista no era tan clara, pero valía la pena, fue lo mejor en años, realmente ahora querría hacerlo por lo menos tres veces por semana. Aunque quien sabe, primero tendrían que mandar a kert a otro templo y no dejar que ingrese al suyo.
Descansaron hasta la noche, afortunadamente kert no había llegado aún, o se daría cuenta de que su mamá no podía caminar y que la sonrisa de Shura era anormalmente radiante.
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