Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

❄️ Capítulo 26❄️

Camus juntó las cejas al percibir nuevamente aquella pesadez que experimentó en Escorpio. Solamente que en esta ocasión, tenía la certeza de que el punto clave estaba en el pabellón. No esperó a que el tiempo avanzara en su contra y salió de su templo llamando a su armadura en el proceso, subía los escalones de a dos. La niebla aún no se desvanecía pero al conocer el santuario de memoria le era sencillo continuar.

Mientras que esto ocurría en el santuario, ciertamente Anteros aún permanecía en su habitación esperando respuesta de su hermano, el cual, ni siquiera se aproximó en más de cuatro horas. Salió, el Olimpo aún permanecía claro, como si apenas estuviera en pleno atardecer por las nubes coloradas en el firmamento. Tomó su arco en la mano derecha, su madre lo interceptó antes de que decidiera bajar al mundo humano para averiguar por su propia cuenta.

-Madre.-saludó tratando de sonreír.-Aun recuerdas que tienes un hijo, ha pasado tanto desde que no te he visto.-mencionó con incomodidad.-¿Algún asunto de importancia para tratar?

-Hijo yo...conozco sobre la persona en la que te has fijado.-Lo tomó en un abrazo que Anteros no respondió.-Quisiera apoyarte en compensación del tiempo en que me he alejado de ti, pero no te corresponde un humano. Existen tantas ninfas, semidiosas tan bellas y hermosas, esa persona a la que quieres no te corresponde en cariño, olvídalo. Puedes tomar a quien quieras, pero que sea alguien poderoso, que te ayude a lidiar con tus asuntos. Un humano no puedes hacerlo y por eso debes dejar tu obsesión por él.

-Ni pensarlo, no es ninguna obsesión.-La apartó con la menos rudeza posible.-Estos son mis propios asuntos, además, veo que te han contando algo que muy pocos sabían ¿quién ha sido? Habla. Puedo tomar mis propias decisiones desde que tuviste el favoritismo entre Eros y yo. O quizá, desde que me echaste de tu recinto por querer seguir a padre.
Hiciste que mi hermano fuera conocido por todos, eso no me molesta, estabas enfadada con tu esposo, ahora tampoco me molesta ese asunto.-Sujetó el brazo de su madre mirando el interior de su puño.-Pero el que hallas decidido querer matarme..¿no está fuera de lugar? No te importo ¿Cierto?
Abrazarme y querer clavarme ese puñal divino en la espalda...es realmente lo que quieres, y sé que tu posición como diosa no te lo impide. Querías abrazarme y hacerlo con un concejo suave y materno para que no me doliera todo esto ¿No?

Aphrodita sudó frío, fue descubierta tan rápido, las mangas de su vestido cubría ambos brazos que incluso no sé veía sus manos. Era cierto que ella quería herir a su hijo, probablemente también matarlo. Pero, también fue su error el aparecer tan repentinamente para distraerlo, de todas formas, ella no tenía nada que ver con lo que sucedía con sus hijos, pero Eros, su pequeño Eros le pidió ese favor, cómo negarse?

-Anteros..

-Es mejor que guardes silencio y que regreses a tus aposentos. No quisiera hacerte daño.

-Pero...no vayas al santuario de Athena. No lo hagas.-Amenazó apretando el puñal en su mano.

Anteros soltó su agarre no sin antes quitarle el puñal divino con tanta facilidad. Aphrodita no sabía luchar, por lo tanto le fue sencillo arrebatárselo y guardárselo en su cinturón.

-No voy a obedecer. Y quiero que me digas qué planeas con esto. Quien te dió la orden para que te pusieras en mi camino con tal actitud.
O este puñal madre, terminará en tu pecho por más que me duela el saber que eres quien me dió la vida.

La mujer tembló, ver a Anteros enfadado no era nada bonito, era tierno cuando sonreía o cuando estaba relajado, pero enojado sí cambiaba las cosas por completo. Sus ojos eran cortantes y transmitían la orden de huir o arrodillarse ante su presencia. Aphrodita había precenciando ese carácter un par de veces y aún no se acostumbraba.

-Responde madre, quién te ordenó que lo hicieras y qué ganas con matarme.

-Bien, bien, te lo diré.-exclamó al no tener otra alternativa.-Eros quiere al hijo de esos caballeros, y para tenerlo, hizo un trato con Zeus. Yo solo quería ayudar a Eros, sabes que tu hermano es caprichoso con lo que quiere. Cuando me contó que también le gusta alguien le dije que lo apoyaría. Me sorprendió que esa persona fuera la misma que a tí te atrae, por lo tanto la orden directa de Zeus fue que yo te lastimara y que te sellaría por algún tiempo. El trato fue que Eros tendría a esa persona para él, a cambio de los secretos que existe en pergaminos dentro del santuario y al caballero de acuario.

-Así que ambos unieron fuerzas.-susurró en desacuerdo.-Y pensar que mi hermano quería ayudarme para que yo estuviera con Kert.-Su rostro se volvió sombrío a pesar de que el nombre del hijo de Camus lo pronunció con extrema ternura.

-¿Se llama kert?

-Si.-Intercambió su arco a su otra mano echando un vistazo al lugar al que se dirigiría.-
Madre, no te metas en mis asuntos, o me veré obligado a olvidar quién eres y seré yo el que te encerrará por algún tiempo.

El peli-rubio le dió una última mirada y pasó por su lado acariciando el arco en su mano, admitió que estaba enojado con Eros, muy enojado. No por el hecho de que también le gustaba kert, sino porque estaba jugando sucio con algo así e incluso se puso al lado de Zeus. Y Zeus, fue conocido por todos como un infiel descarado que era capaz de conseguir lo que quisiera incluso en contra de los demás. Estuvo bien que halla apartado el trono a cronos, pero hubo ocaciones en que se metió con los humanos incluso para procrear. Iría en ese instante para buscar a su hermano, tal vez el muy traidor estaría moviéndose por su cuenta y lo más rápido posible pensando que Anteros ya estaría encerrado u herido a causa de su propia madre.

-Milo..-pronunció Camus al subir los escalones y toparse con la figura de Milo entre toda esa niebla.

-Camus.-sonrió.-Justamente iba a buscarte. Necesito que vengas conmigo. Y trae a Kert contigo.

Una petición sumamente extraña.

Se aproximó hasta estar a un solo paso de distancia. La sonrisa de escorpio era poco notable, pero era lo suficiente para que acuario retrocediera unos tres pasos en alerta.

-¿Ocurre algo?

-Tu no eres Milo.-Exclamó fríamente, desde la pelea con Milo, el tono de su voz era indiferente o siempre mantenía un orgullo hasta en la forma de dirigir la palabra, algo así quedó grabado en la memoria de Camus por mucho tiempo hasta ahora.-Di tu nombre ahora.

-Por supuesto que no.-resopló como si el momento fuera cómico.-No necesitas saberlo, no te serviría de nada. Hazme caso y ven conmigo junto con tu hijo.

-Eres un enemigo, ocupas el cuerpo de un caballero, debería matarte. ¡Eres tú el principal causante de los problemas del santuario, mataste incluso a guardias inocentes!

-Tsk, por favor caballero, hablas sobre romper reglas ¿Eh? No sabrías si realmente eran inocentes.
Tú tuviste un hijo cuando deberías de hacer sido decapitado por jurar proteger a la diosa athena sobre todo lo demás, déjame adivinar: Si una guerra se desatara en este momento apuesto todo a que preferirás proteger a tu hijo antes que a una diosa. La razón por la que estoy aquí es para llevarte a tí, y a tu querido hijo conmigo. No me obligues a usar la fuerza, tengo que llevarlos vivos. ¿De acuerdo?

Quiso acercarse y tomarlo de un brazo, pero el peliverde se apartó lanzando un golpe que lo empujó un metro y medio por detrás.

-Escucha acuario, reitero que mi intención realmente no es matarte, pero no me obligues. Yo solo vine por alguien que no eres tú en absoluto, alguien más te quiere solamente a tí y me encargó llevarte. Total, como ya estoy de paso, supongo que ahorraría trabajo.

-No irás a ninguna parte y menos con kert.-el brillo de su cosmos se extendió por todo su cuerpo, la voz profunda por poco y causa que los cabellos del rubio presente se ericen.

-Ah..-Exhaló ladeando su cabeza a un lado.-Me haces las cosas difíciles, en cualquier caso, te entregaré primero y después me llevaré al niño.

Dicho esto con la mirada cargada de pereza, en un instante apareció detrás de acuario y sujetó ambos brazos hasta doler, posteriormente, ambos desaparecieron de santuario dejando una pequeña onda de energía, causando que Shura elevara sus párpados con desconcierto. Se sentó sobre la camilla y llamó a su armadura de inmediato, se encontraba un poco aturdido, pero algo le decía que debía actuar sobre un posible problema lo antes posible a pesar de llevar unas vendas que envolvían su pecho.

El pelirrojo también tuvo un sobresalto y se sentó en la cama mirando la ventana abierta, aún la niebla se mantenía espesa.

Apartó las sábanas enredadas en sus piernas y se levantó preparado para ir a ver a Camus, tal vez ni siquiera había pasado mucho tiempo dormido antes de volver a despertar.

Dió unos pasos fuera de la cama cuando alguien apareció en frente suyo pegándole un susto de muerte.

-¡¿Qué...?!

La oscuridad en ese lado del cuarto no le permitió ver el rostro de la persona que lo espantó, sin embargo pudo deducir al instante que no era su madre.

-Kert, soy yo, Anteros.

La suave voz que provino de esa figura hizo que kert quedara petrificado, ese rubio ojiazul había tratado de hacerle "eso" sin su consentimiento cuando fue llevado al Olimpo, aún no habló de eso con nadie, sin embargo admitía en el fondo que le preocupaba cómo fuera la aptitud del otro a partir de ese momento.

-Así que...eres tú, entonces, por qué estás aquí?.-miró sin moverse, olvidando por completo el susto que se llevo hace un momento.

La persona en frente suyo pareció dudar, claramente bajó la mirada dando un paso adelante para tomar a un aturdido pelirrojo de su mano y acariciarla contra su propio rostro.

-Tengo que protegerte, extrañaba poder verte después de ese asunto incómodo, me disculpo yo, he actuado tan...impulsivo que simplemente no me reconozco.

-Primero, te pido que sueltes mi mano, y segundo, eso quedó atrás.-dijo con calma.-ya no tiene sentido regresar a esos momentos nada gratos. Anteros, me agradas pero..no sé si pueda salir contigo.

Trató de ser lo menos duro posible, bajando un poco la voz y mordiendo su labio inferior con nerviosismo, temiendo que el otro reaccionara de una forma negativa.

-Te entiendo, pero con el tiempo, al menos podrías dejar que nuestra amistad siga acrecentándose?.-Ambos quedaron en silencio.-Necesito protegerte ahora, no sé qué piensas de mi hermano, pero sea lo que sea, a él también le gustas y planeó dejarme encerrado para hacerte daño. Él se encuentra en el santuario por lo que sé, por eso...he venido a verte, advertirte a tí y a acuario hasta que me ocupe de él. 

La mirada asustada que le dió kert fue como una aguja para el pecho del Dios.

La presencia de Camus no la sentía, eso fue aún más aterrador.
En cuanto a si era su culpa, quizá se atormentaría por sí solo en un futuro.—esto quizá sea un rasgo que heredó de escorpio.—ahora, debía encontrar a su mamá.

Anteros pareció leer la mirada atemorizada del delgado pelirrojo y lo tomó del mismo brazo que había estado sujetando con delicadeza.
Apenas alcanzaron bajar las escaleras y un golpe aterrizó sobre el hombro izquierdo del Dios, quién perdido en sus pensamientos, no sintió la presencia de su hermano. Voló hacia la pared por esa flecha plateada incrustada en su hombro, al darse cuenta de su descuido, rápidamente se incorporó e invocó su arco y una flecha aún más brillante que la que tenía clavada.

Kert no supo que pasó, la mano que lo sujetaba desapareció en un segundo, aún no podía manejar la velocidad de la luz y tampoco podía verla, por lo tanto quedó en su lugar sintiéndose un completo tonto sin saber bien qué ocurría, al girar la vista, Eros conectó con sus ojos y sonrió cínicamente.

-¡Kert, aléjate!.-Ese grito resonó en todo el templo y causó un pitido en los oídos del pelirrojo, retrocedió unos pasos, pero la flecha de Anteros fue lanzada con una energía que lo lanzó al suelo.
Esa misma flecha, golpeó la esquina del cuello de Eros, quien elevó sus cejas en asombro y limpió la sangre que empezó a brotar.

Quién dice que los dioses no sangran. Fue el pensamiento que surcó la mente del Dios del amor correspondido. Hasta ese momento, Eros ya había abandonado el cuerpo que decidió usurpar anteriormente.
Sacó la flecha que lo incomodaba y tomó a kert de un brazo planeando retirarse. Al contrario de su suerte, algo más quiso cortarle la cabeza desde la entrada del templo. Si no se hubiera agachado quizá sería un cuerpo decapitado, ese era el papá de la persona a la que añoraba tener entre sus brazos costara lo que costara. Shura.

-¡Kert, aléjate de él!.-advirtió aumentando su cosmos, posteriormente miró a Anteros levantando su palma derecha dando la forma de una espada desde el codo.-Y tú..

-¡No, papá, él no quiere hacerme daño!.-exclamó. Luego miró hacia el lado de Eros y lo apuntó con su dedo índice despectivamente.-¡Es él!

Kert se portaba como una indefensa chica, incluso se atrevió a señalar con el dedo a un Dios nada inferior. Entonces Shura siguió el lugar hacia donde apuntaba, el pelinegro aún no entendía que hacían dos deidades reconocidas por muchos griegos en el templo donde habitaban su pareja y su hijo.

Un par de aplausos resonaron en todo ese silencio.

-Tsk, son de verdad tan molestos.-inquirió Eros.-No me dejan el camino libre y tampoco me lo hacen fácil. ¿Ven esto de aquí?.-señaló cerca de su corazón una herida cubierta por su vestimenta.-Acuario no fue amable para nada.

Al escuchar el nombramiento referido a Camus, Shura palideció. Dió un paso adelante con un rostro demasiado impotente.

-Dime en dónde está Camus.-Ordenó Shura con su voz cargada de ira contenida.

-Solo lo dejé en unas manos mejores, quizá allí goce de la inmortalidad y tenga el privilegio de ver a kert unas cuantas veces cada año. No esperaba que madre fallara con lo que le pedí.-Miró a su hermano.

-Anteros, confié en ti, y así me pagas..

La decepción estaba plasmada en el rostro del ojiazul.

-Oye, oye, hermano, no seas tan dramático. En parte yo sí quería darte una pequeña ayuda con kert, este pelirrojo es un idiota y no me cansaré de decirlo, aún así, confío en que será un buen pasatiempo. Tienes talento para discernir entre la belleza de muchos, a pesar de eso admiro tus gustos y deseo probarlos antes que tú. Al principio pensé en dejar todo este asunto y "madurar". ¡Quién pensaría que no puedo! El dejarte encerrado me serviría de mucho, tu arco pasaría a mis manos y mi poder se intensificará gradualmente, de esta manera creo poder ser la mano derecha de Zeus y compartir el trono.

-¡Eso es absurdo! Tus ideas siguen siendo tan precipitadas y ridículas Eros, confías en tus malos actos y aun así no comprendes nada. Pensé realmente que ambos podríamos tener una buena relación, pero con esto me demuestras que estuve equivocado una vez más, tu también tuviste algo que ver cuando por poco le hice daño a kert, desestabilizar mi energía no te funcionó demasiado, querer dominar mis impulsos te ha costado bastante poder. ¡Me las pagarás!

-Aquí te espero. Veremos quién obtiene los favores de padre después de que todo salga como quiero.

-Solo dices tonterías, tener el puesto de Dios del amor realmente ha hecho que tu ego y orgullo, además de la codicia te consuman. No entiendo cómo un trabajo tan sencillo te sea difícil de sobrellevar con tus emociones.

-Fue eso lo que me molestó desde un principio. Lanzar flechas a cualquier persona es sencillo, muy fácil que incluso puedo hacerlo con los ojos cerrados, pero tú, cuando naciste madre te prestó más atención, padre estuvo tan orgulloso diciendo que tú serías una gran deidad, pero conmigo no era así, madre me mimó por bastante tiempo y la he complacido con tantos regalos para que me dé la atención que tanto ansiaba, pero padre solo me ignoró por ver que dentro de mi corazón "habitaba la codicia". Jamás comprendía lo que hacia, mis emociones son muy humanas, lo digo porque he pasado tanto tiempo entre ellos que se volvió parte de mi.  Jugar en el Olimpo tampoco es tan divertido ahora, cientos de años haciendo lo mismo y llegaste tú con tu arco y flechas, para decirme que debemos repartirnos la mitad del trabajo. Pensándolo a fondo, controlar a los humanos debería ser solo mi trabajo con el famoso "amor".

-Tonto.-murmuró Anteros.-Hablas tanto quejándote de tus asuntos, no te importan acaso los demás? Actuaste tan filialmente conmigo que te creí por completo.

-Pura falsedad. Truco tras truco detrás de cortinas. En parte era divertido ver las cosas que hacías o cómo actuabas, pero también me daba un cosquilleo en la garganta que me obligaba a querer menospreciarte.

-Ya decía yo, que en algún momento nada sería bonito de ver, los consejos que me dabas aveces cambiaban o se contradecían dependiendo del tiempo, como fui tan tonto para no darme cuenta.  Estate seguro de algo, jamás te odiaré porque somos hermanos, pero una merecida paliza es la que te voy a dar.

-Aquí te espero, hermanito...

Mientras ellos discutían, padre e hijo se escabulleron del templo tratando de subir en busca del patriarca, él sería el único que podría ayudarlos de alguna forma. Al apenas avanzar el templo del dueño de rosas, notaron que el techo de acuario quedó hecho pedazos, pronto dos figuras chocaron sus puños en el aire y la niebla gris, empezó a esparcirse hasta quedar completamente fuera del refugio. Observar a dos dioses en una pelea no sucedía a menudo, por lo tanto, los demás caballeros también se percataron de la situación fuera de sus templos y salieron a observar, algunos, comunicándose telepáticamente y otros queriendo descubrir el fondo de todo esto.

-Kert, tranquilo, Camus va a estar bien, alguna vez él también supo tomar decisiones factibles, buscará la forma de regresar para verte, y yo me ocuparé de protegerlo y protegerte. Confía.

El brazo de Shura pasó por los hombros del pelirrojo, en parte fue un gesto reconfortante, pero la palabra "proteger" también se la había dicho Anteros. ¿Será que tuvo sentimientos encontrados?
Por ahora, importaba Camus, esa madre que aguantó el ridículo de ser humillado por desobedecer las reglas del santuario, soportar el dolor de ser golpeado en un estado delicado, cuidar de un ser que le hizo preocupar bastantes veces antes de que naciera. Camus era lo que necesitaba, y aunque los demás dijeran que solo era un simple caballero del hielo, nadie había visto a fondo sus verdaderos sentimientos más que Shura y él. Abrieron la puerta del salón privado del patriarca, al parecer, este último también planeaba abrir la puerta y quedó con los brazos extendidos.

-Tiene que ayudarnos.-dijo Shura.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro