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07- Incendiar autos en medio de la noche.


꧁ঔৣ☬✞ 7 ✞☬ঔৣ꧂

—¿Dónde estabas?

—Aquí, ¿no se nota?

—Es interesante porque yo también estaba por aquí y no te vi.

—Estaba aquí —afirné, me acerqué a Viper y pasé mis manos por sus hombros—. Con Viper, pero fui al baño, ¿quieres saber que hacía allí?

—Oh... ¿eras un fantasma?— murmuró Viper, lo miré mal.

Biel se relajó, era un iluso de mierda, no entendía cómo era un asesino. Mi mirada dio con Aestevan quien salía de donde lo había hecho yo, tenía una radiante sonrisa en su rostro.

—Las cosas aquí son peligrosas, solo estaba preocupado— aclaró en en un tono mucho más suave.

—Si fuera peligroso no me habrías dejado sola, supongo.

Volví a la barra sola, sinceramente no quería hablar mucho con él, sentía que lo odiaba y bastante razón tenía si lo pensaba. El estúpido no tardó en sentarse a mi lado sin invitación, observé con desinterés como pedía dos vasos de algún tipo de bebida mientras compartía algunas palabras con Viper quién tras eso se marchó.

Con los vasos en la mano, Biel se volteó ofreciendome uno.

—Bebe, seguro y te gusta.

Lo tomé sin  prisa, no era de beber pero le di un trago para saber si me gustaría de verdad, no fue así y creo que mi cara me delató porque ví a Biel sonreír. Fingi una mueca de asco e hice el vaso a un lado.

—Malisimo, parece agua de cloaca con alcohol de manos— mentí mirando hacía todos los lados menos a sus ojos.

—Que mal... creí que por tu expresión te había gusta-

—¿Cuántos años tienes?— pregunté de inmediato, sin dejarlo terminar.

Biel acomodó su cabeza sobre su palma observandome con esa profunda mirada de él.

—26— respondió vagamente, mirando por encima de mi hombro.

Volteé a ver para saber qué era lo que él miraba, y solo ví a Viper junto a un señor quiénes miraban a Biel como si lo esperarán.

—Ya vengo, no te muevas de aquí.

Lo ignoré por andar mirando que Viper miraba los traseros de quién por delante se le cruzase, hice lo mismo y no pude juzgarlo. Todos estaban más que buenos.

Mi felicidad al ver culos no duró mucho realmente, porque pronto vi al francés acercarse muy casual, pasó delante de mí y se puso a mi lado, pidiendo un trago.

De la nada deslizó un papel hasta dejarlo delante de mí.

—Sigamos en contacto.

Sonreí tomando y mirando la tarjeta con su número.

—Creo que me confundes, no soy una de las putas del lugar... Aestevan.

El solo tomó su trago y antes de irse se acercó y susurró:

—Lo sé, Dana.

El terminó yéndose y solo me quedé allí mirando la tarjeta, el estaba bueno, pero no quería más problemas de los que tenía. Con cuidado dejé la tarjeta dentro del vaso que antes había comprado Biel y me volteé de espaldas a la barra a esperarlo mientras seguía viendo culos.

Tras un largo rato se dignó a volver.

—Vámonos, fue lo que dijo.

—¿A dónde?

—Solo vamos.

Suspiré y salí detrás de él, ni Viper ni su hermano el raro estaban, así que se me hizo raro y mientras subía al auto pregunté:

—¿Dónde están los otros dos?

—Viven aquí— respondió sin interés.

No dije nada, era de esperarse al ver el sótano en el que había entrado Viper.

Pronto nos alejamos bastante del lugar, pasamos por calles normalmente concurridas, pero que en esos momentos estaban casi vacías.

—Ya dime qué haremos por aquí— pedí al ver que se metía por unas calles extrañas.

—Tengo demasiado estrés —afirmó—. ¿Te gustaría destrozar autos conmigo?

Frunci el ceño, no sabía que clase de propuesta desestrezante era esa.

—No creo que destrozar autos sirva para tu estrés, pero ya estoy aquí.

Hice una mueca al escucharlo reír, el pronto aparcó en una calle con varías esquinas. De nuestro lado izquierdo había un lugar amplio y verjado, lleno de autos abandonados.

Del otro lado habían una serie de locales y discotecas, todo para nada armónico si me lo preguntaban. Mientras miraba todo me di cuenta del cigarro todo estraño que Biel de repente encendió.

No sabía a qué olía la marihuana, pero eso olía a eso, y no era porque haya visto de reojo una funda con el producto, para nada.

Bajamos del auto y mientras yo arreglaba mi traje el rompía las cadenas de las puertas del lugar con una llave gigante. Tras eso se devolvió por un bate a su maletero y entró.

El empezó a romper vidrios y puertas con el bate de metal a diestra y siniestra mientras yo trataba de mantenerme alejada. Se le veía bastante enojado mientras se desquitaba rompiendo todo lo que se atravesaba.

En una soltó el bate de mala gana, paso sus manos por su cuello y se abajo en el suelo, su respiración era bastante agitada. Sacó el cigarro de su boca y me señaló.

—En la cajuela hay dos galones de gasolina, traelos.

—¿Porque no lo buscas tú?

Biel me miró, no tenía ningún rastro de expresión, no estaba enojado ni mostraba nada, simplemente soltó el humo que tenía retenido. Tragándome mi orgullo me di la vuelta hize lo que pidió en silencio.

Cuándo volvi él me dió a agarrar su cigarro y empezó a rocearle gasolina a un auto.

Mirando a los alrededores le di una calada al cigarrillo y me atoré, disimulé y cuando estuve bien volví a darle otra, se sentía bien.

Vi como Biel sacaba su encendedor para encender el maldito auto, soltó un grito de frustración que hasta yo a sentí, lazando el galón vacío a un lado.

Dio varías vueltas, ensimismado y luego caminó hacia un auto a mi lado, sacó dos tarjetas de su cartera y en una echó un polvo blanco que salió de su encendedor.

Me acerqué boquiabierta viendo como preparaba su cosa.

—Encima eres drogadicto...— murmuré viendo como inhalaba lo que sea que fuera eso.

—No lo soy, hago esto pocas veces, ¿sabes?

—No, no lo sé.

El volvió a pasar sus manos por su cuello y se apartó, limpió los restos de esa cosa de su nariz y volvió para sentarse sobre el auto.

—Mierda— lo oí murmurar.

—¿Que te pasa? Estabas bien hace rato— dije pasando un dedo por la droga.

Lo meti a mi boca de curiosa, sabía estraño así que tomé otro poco en mi dedo y lo acerqué a mi nariz.

Si moría de algo iba a ser por mi cuenta.

Sin miedo tapé un lado de mi nariz e inhale éso, al principio me sentí aturdida y con un malestar en la nariz, pero luego estaba normal, o medio normal, no sabía. Me tambaleé un poco, pero nada no controlable.

—Mi padre— dijo Biel.

Estaba a punto de volver a inhalar la droga cuando el leve chillido de una chica me espantó. La chica se encontraba más allá, en la calle intentando sacar algo de su cartera. Biel se levantó y salió del lugar.

Más rápido que lento volví a inhalr eso y medio tambaleante volví al auto con sus tarjetas que arrojé a un lado. Vi a Biel caminar hacía la chica con calma y su bate, la chica nos gravaba nerviosa.

Me pasé al asiento del conductor antes de sentir un mareo, volví a reír, sentía que solo podía escuchar el acelero de mis latidos.

Vi a Biel hablar con la chica quién intentaba mantenerlo alejado, me sentía eufórica.

Encendí y aceleré el auto, doblé en la calle, sentía que iba a mil por hora, doblé varías esquinas hasta volver a la calle donde ellos ahora me veían desde la acera.

—¡Nunca había manejado así!— grité volviendo a perderme en la calle.

En uno de los locales vi una cámara y con el freno pisado saqué la mitad del cuerpo, fue una tontería porque casi me estrello contra un poste, reí cuando frené.

Más adelante estaban Biel y la chica, quién gritaba amenazas de que iría a denunciarnos por exceso de velocidad y allamiento.

Los miré, Biel estaba con su brazo estirado apoyado de la pared mientras miraba hacia dónde estaba. Sonreí y aceleré, fue entonces cuando Biel se puso derecho y golpeó con fuerza la cabeza de la chica. Ella no tardó en caer hacia delante siendo atropellada por mí.

Me devolví una tres veces para mayor resultado en su muerte y luego me reí, no sabía por qué lo hacía, solo sentía una necesidad de hacerlo.

—¿Se te tostó el cerebro?— preguntó el apoyado en la ventana.

—Supongo que es tu culpa.

Él solo le dio la vuelta al auto mientras yo me movía, no esperamos a que nos descubrieran y nos empezamos a ir.

—Eres fascinante— lo oí murmurar.

No dije nada, estaba muy ocupada restregando mis ojos porque de repente toda esa adrenalina se había ido y me sentía relajada, casi como si fuera a darme sueño.

Pronto llegamos a su casa, sabía que estábamos lejos, pero el camino se me había hecho corto. Bajé del auto estirando mis brazos.

—Fue divertido, me gusta estar contigo y matar— dijo entrando a la casa.

—Claro, solo que la próxima vez tal vez el muerto seas tú...

Entré tranquila, no tenía prisa, subí a la habitación en la que me había bañado antes y me tiré en la cama. Él entró poco después directo al baño.

—¿Por qué haces esto exactamente?

—Creo que te lo dije, diversión y más cosas.

—No le encuentro sentido.

—No necesita tener sentido.

Resoplé acostándome boca arriba, sentía demasiada relajación mezclada con sueño.

—Ya tuviste diversión, ¿no me dejarías ir?

—Di por favor, entonces lo pensaré.

Reí a secas.

Por favor... Tenía tiempo que no decía esa palabra, no tenía por qué hacerlo.

—Nunca digo eso, no voy a decírtelo.

Dando por terminada la conversación abrí mis brazos y simplemente me dejé llevar por el sueño.

«★꧁༒☨༒꧂★»


Bajé las escaleras de la casa con pesadez, mi cabeza dolía, pero para ese punto ese dolor no se comparaba a otro que no hubiese sentido en esa maldita casa.

Caminé hacia la cocina dónde estaba Biel, no había ido con la intención de encontrármelo, así que dudé antes de finalmente sentarme frente a la isla de la cocina.

Él no me dio tiempo a reaccionar cuando dejó su teléfono frente a mí, miré lo que decía y cuando vi una foto mía en lo que parecía ser el titular de una noticia agarré el teléfono con ambas manos.

Allí estaba yo, en múltiples fotos de mala calidad dentro del auto y afuera también, cuando saqué la mitad de mi cuerpo del auto.

Y como si no fuera suficiente, todo estaba lleno de malos comentarios hacía mi como la responsable de la muerte de la chica, quién al parecer era la dueña del lugar con chatarras esas.

Era indignante.

—La gente está loca...

—Loca estás tú— afirmó tomando el teléfono y saliendo de la cocina.

«★꧁༒☨༒꧂★»


Estaba sola en la casa, me había cansado de mirar las habitaciones vacías, la televisión de la sala tenía todo el día encendida, transmitiendo noticias de asesinatos y estaba harta.

Resoplé estirando mis pies, en ese momento estaba sentada en las escaleras, me levanté y caminé hacia el baño de la segunda planta. Cuándo merodeaba había visto la ventana abierta, solo que en ese momento no quería escapar, no tenía hacía a dónde ir realmente.

Subí al inodoro y con cuidado fui saliendo de allí hasta salir por completo, solo empecé a alejarme de la casa. Realmente no tenía un sitio al cual ir.

Mi casa hacía tiempo que había dejado de serlo, además, sabía que andaba media policía buscándome.

Mientras caminaba pasé por el lado de un jeep negro, no le di importancia hasta que cuando iba algo lejos se encendió y empezó a moverse en mi misma dirección.

Seguí normal, sin haberme dado cuenta estaba cerca de la casa de mis hermanos, así que intenté devolverme cuando del Jeep en movimiento dos hombres se bajaron caminando hacía mi.

—¿Qué quieren hijos de perra?

Nadie me respondió, uno de esos tipos me agarró y entre los dos me alzaron, me metieron al auto y cerraron la puerta. Enojada golpeé la ventana.

—¡Los voy a matar! ¿Cómo se atreven? ¡Es ilegal esto, idiotas!

Iba a continuar gritando cuando una risa a mi lado me detuvo, volteé mi cabeza dispuesta a golpear a quién fuera cuándo unos ojos grises me recibieron.

—Hola— saludó Aestevan.

—¿Y a ti qué te pasa? ¿Eres un secuestrador? Dios mío, es que solo atraigo locos, esto no puede ser— murmuré desplomándome en el asiento.

—¿Estás en problemas, no?— preguntó él, de la nada.

—¿Te importa?

El estúpido asintió.

—Me interesas con todo y tus problemas y si está en mis manos me gustaría ayudarte.

—No me digas, una bella alma caritativa— dije con sarcasmo, volteándome completamente y quedando frente a él.

—Me llamas mucho la atención.

—¿Cómo exactamente?

—No lo sé, solo sé que de alguna forma me gustas.

Alcé las cejas, sin mucho interés, eran estupideces.

—Lo que digas, me tengo que ir.

—¿Pero estás bien?

Fruncí el ceño y me senté correctamente dejando de verlo, me crucé de brazos sin ganas de responderle.

—Toma esto— me ofreció un pequeño collar.

Tenía un anillo de dije, lo miré mal y continué en silencio. El estúpido entonces se movió y rodeó mi cuello.

—¿Eres imbécil?, quítate— lo empujé, pero solo se movió cuando terminó de ponerme el collar y ponerlo por dentro de mi ropa.

—Ese anillo tiene mi número, si necesitas algo no dudes en llamarme. Ahora vete de mi auto.

Abrí mi boca indignada, no supe hacia dónde mirar intentando contenerme hasta que lo vi arreglándose como si yo no estuviera.

—Nunca quise subir a tu mugroso auto —dije al fin, bajando, iba a irme, pero me devolví y lo miré mal—. Y aprende español bien.

No esperé a que me dijera algo y me fui de allí a paso rápido. Llegué a la casa rápidamente, entrando por dónde mismo había salido.

Cómo la casa seguía a oscuras, pensé que aún no había nadie, pero no, al pie de la escalera estaba Biel como un fantasma en pena, esperándome.

—¿Dónde estabas? ¿No sabes que esto es un secuestro?

—Un secuestro no parece, déjame decirte.

—¿Quieres que parezca un secuestro?

—Estaba por ahí, viviendo la vida sin dañar a los demás, deberías intentarlo— respondí a su primera pregunta con una sonrisa, una que él me devolvió.

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