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03- Electroshock.

«★꧁༒ 3 ༒꧂★»

Estaba en la sala, sola como era de esperarse, solo un día desde que mi familia se había ido había transcurrido. Tenía un programa de televisión delante de mí, pero no le prestaba atención porque jugaba con una cadena que me había puesto. Era de plata, con forma de rompecabezas que consistía en cuatro partes, las tres restantes la tenían cada uno se mis hermanos.

Escuché el sonó y me levanté caminando hacia ella, estaba tan distraída en mi cabeza que la abrí sin ser consciente de quién estaba detrás de ella.

—Hola de nuevo, Danya— dijo él, llamando por primera vez en el momento mi atención.

Al darme cuenta de que era él y que me miraba sonriente, intenté cerrarle la puerta en la cara, pero lo impidió agarrándola.

—Por favor, déjame tranquila.

—No puedo— dijo en un tono neutro.

Su voz era grave, pero mayormente solía ser suave, monótona o neutra, daba miedo.

—Inténtalo— pedí nerviosa.

Él negó.

—No hasta que consiga lo que quiero, Danya.

—¿Y qué sería eso exactamente?

—Tenerte a mi lado, volverte alguien igual a mí, ser el causante de tus ganas de vivir, quiero que seas como yo.

Temblé ante la mirada siniestramente decidida que tenía en sus ojos y sus labios ligeramente levantados en una sonrisa. Él aflojó un poco el agarre y sin pensarlo cerré la puerta con seguro, alejándome unos pasos.

Él no tardo en amenazarme diciendo:

—Escucha bien, tengo el video de la montaña, tengo grabaciones que ni te imaginas que existen y son tuyas. La noche en la que mataste a ese chico... ¿cómo se llamaba...? Bueno, no importa, sé donde lo enterraste, era cerca del estanque y yo tengo cámaras allí. Te tengo en mis objetivos desde entonces, puedo hacer que te pudras en la cárcel.

No dije nada y me alejé aún más, quería llamar a la policía, pero tenía miedo por si sus palabras eran ciertas o no.

Si era cierto que había enterrado el cadáver ahí.

O más bien había enterrado sus trozos ahí.

—Sé quienes son tu familia, déjame decirte que no te estoy amenazando, sino que advirtiendo —habló nuevamente—. Contaré hasta cinco y si no sales será mejor que vayas buscando unos lentes para poder reconocer los cadáveres de tus hermanos, en especial de Thamael.

Me estremecí ante la última mención del nombre de Tam, lo consideré, yo realmente no quería que ellos muriesen por mi culpa. Esa era la razón por la que prefería morir antes que hacerles daño.

Él ya había empezado a contar poniéndome los pelos de punta, no sabía si salir o no. No podía dejar que murieran, y lo creía muy capaz de matarlos sin remordimiento alguno.

Él iba por la cuenta de tres cuando decidí abrir la puerta.

—Camina— fue lo único que dijo caminando hacia el auto.

Le eché un vistazo a la casa, luego a él y nerviosa lo seguí.

El camino fue silencioso e incómodo, sentía que debía estar vigilándolo cada momento. Me sentía como en algún juego macabro con el diablo.

Cuando llegamos a la casa él se bajó sin decir nada, tuve que seguirlo cerca para entrar a la casa y llegar hasta la habitación de la última vez.

La habitación se encontraba impecable e igual, solo que los dos chicos que antes estaban, habían sido cambiados por una pareja nueva, estaba segura de que dormían gracias a que Biel les había dado algo.

Caminé detrás de Biel hasta la mesa, donde el silencio me senté, él sacó unas cosas y luego salió volviendo al rato con varias cosas como; Una cubeta llena de agua y una botella de Ron.

No perdió tiempo, le tiró el agua a la chica, quien despertó sofocada, se acercó y dejó la botella mientras buscaba dos vasos y servía, dejando uno frente a mí y tomando el otro.

—¿Tu nombre es Nicole, cierto?— le preguntó a la chica mientras se acercaba.

Ella solo lo miraba confundida, miró a su izquierda y vio al chico.

—¿Amor? ¿Ey?— lo llamó, su lengua parecía estar adormecida.

Yo tomé un trago de Ron al ver a Biel observarla totalmente serio. Me distraje viendo un sobre y lo abrí, dentro solo había información de parejas y jóvenes solas y solos, había mucha.

—Qué fastidio, si te digo que hables, hablas, si digo que ladres, ladras, zorra— dijo el enojado.

Solté los papeles de golpe y los miré. Biel se le acercó y pegó un encendedor en la frente de la chica haciéndola gritar. Empezó de inmediato a rajar y cortarle la frente, mientras ella solo gritaba con agonía.

⨮⨮⨮

Había pasado un buen rato desde que Biel había comenzado, la piel de la chica fue desprendida poco a poco. Los músculos se le notaban y había derramado tanta sangre que no entendía cómo seguía viva y con fuerzas.

Sentía los vómitos en mi garganta sin exageración alguna, sobre todo por el inquietante hecho de que Biel estaba tarareando una canción muy feliz. Incluso en más de una ocasión había comido su carne sin repulsión o asco.

Para mí eso era asqueroso y repulsivo.

Él se tomó una pausa, y con un trozo de la carne y músculos de su mejilla se acercó.

—¿Quieres? La carne de las mujeres suele ser más suave y sabrosa que la de los hombres— ofreció con una sonrisa a labios cerrados.

Negué de inmediato y el maldito tomó mi mandíbula con fuerza, dolía así que agarré su muñeca. Intenté incluso empujarlo, pero no sirvió de nada.

—¿No te gusta? —preguntó despacio—. Parecía que sí, cuando no sabías de qué era la carne.

Intenté hablar, pero totalmente de la nada, me besó. Lo sentí repulsivo, sus labios sabían a sangre pura, intenté apartarme con desespero, así que lo jalé del cabello y golpeé su cabeza logrando que me soltara al fin.

Él me miró sorprendido, incluso parecía emocionado, yo solo estaba inmersa en limpiarme los labios.

—¿Acabas de golpearme?— fue lo que preguntó.

Lo pensé unos segundos, ese desquiciado de mierda estaba loco, iba a responderle que sí, pero me callé al ver lo que tenía en su mano, un maldito colmillo ensangrentado.

Alterné la vista entre eso y un diente en su mano, no tenía ni idea de cuando se lo había quitado a la pobre chica de atrás.

Salí corriendo hacia la cocina, donde vomité todo lo que tenía en el estómago y lo que no tenía también.

Vomité tanto que mi garganta y entrañas dolieron.

—¿Nunca has visto un colmillo o muchos juntos?

Ni siquiera lo miré, solo escuché como abría la llave del fregadero, seguramente lavando el colmillo o sus manos.

—¿Dónde hay un baño?— cuestioné aun sin verlo.

No supe si me miró, solo que hizo un breve silencio en el que no me atreví a voltear.

—La segunda habitación por el pasillo en el que estabas— dijo al fin.

No lo pensé dos veces y caminé hacia allá, no quería ni tenerlo cerca. Entré al baño y abrí la llave de agua mojando mis manos que temblaban, enjuagué mi cara en el proceso, viéndome en el espejo.

Me costaba un poco respirar y no sabía si era por miedo o nervios. Me deshice del moño que tenía y volví a amarrarlo mojando un poco mi cabello y mi cara en el proceso.

Me mantuve viendo mi cara, tenía unas pequeñas ojeras debajo de mis ojos de un color marrón claro, al igual que mi cabello de un color bastante similar. Lo peor era que las ojeras se notaban un poco a pesar de mi piel acaramelada. Mi lunar debajo del ojo derecho incluso se camuflaba en las ojeras.

Enjuagué mi cara algunas veces más hasta que me sentí mejor y volví a mirar al espejo, quería morirme ahí mismo.

Biel subió después, acercándose demasiado.

—Quiero que veas el mundo de otra forma, ya verás como no habrá necesidad de matarte, Danya.

—No quiero ver el mundo de otra forma, ya ni quiero morir, solo déjame tranquila —dije y él sonrió, así que me apresuré a cambiar de tema—; ¿Cómo sabes mi nombre?

—Te he observado, desde hace dos años, pero ya te conocía— confesó.

—Necesitas un psicólogo— hablé en un susurro, nerviosa.

—No lo necesito para nada, en todo caso, tú necesitas uno. No creo que tus niveles de empatía sean muy normales, de hecho, dudo que tengas aunque sea un mínimo.

No era cierto, yo tenía empatía, por poca que fuera o que no la demostrara, ahí estaba. Nunca sería como él, porque yo sentía.

—Solo déjame en paz, yo solo quería suicidarme.

—No me importa.

Tragué en seco, tenía incluso ganas de llorar, él me daba miedo, pero a la vez quería insistir hasta que me dejara en paz.

—No voy a decirle nada a nadie— insistí.

Sus cejas se fruncieron y salió de la habitación, suspiré apoyándome en el lavamanos. Mis manos habían empezado a temblar aún más, escuché ruidos y levanté la mirada.

—Estoy harto de que no lo entiendan a la primera —dijo acercándose con un trapo en las manos—. No es tan difícil callarse y hacer lo que digo.

Con rapidez me agarró y puso esa cosa en mi cara, intenté luchar con él, pero fue imposible y en algún momento terminé inhalando aire. Todo empezó a darme vueltas y lo último que vi antes de que todo se volviera negro, fue la sonrisa de Biel.

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Mi cabeza dolía demasiado, a tal punto que mis ojos también lo hacían. Mis manos y pies estaban amarrados a una silla donde permanecía sentada.

Mi vista en un principio era doble y pañosa, pero tras un momento se volvió algo normal, permitiéndome ver dos cadáveres delante de mí. Los cuales reconocí como la nueva pareja que tenía en el sótano.

Pronto di también con Biel, quien, sentado delante de mí, mantenía un pie encima del cadáver del chico.

—Que bueno que despiertas, estaba pensando seriamente en despertarte con un cubo de agua fría— dijo él.

Intenté hablar, dándome cuenta de que me era imposible modular alguna palabra, era como si no tuviera el control sobre mi cuerpo, en especial de mi lengua.

—Ah, no puedes hablar por la droga que te suministré, fue excesivo, pero efectivo —admitió con una leve sonrisa—. Pero bueno, se me ha ocurrido algo, voy a cambiar tu mente desde la raíz.

Algo que sí sentí, fue cuando mis mejillas se sintieron húmedas y calientes, y mi vista comenzó a empañarse. Mi corazón martilleaba con fuerza en mi pecho y logré mover una de mis manos, en un fracasado intento de escapar de las ataduras.

—No dejaré que te vayas nuevamente, Dea— murmuró antes de salir del cuarto.

Por un momento sentí alivio, pero no fue por mucho, porque en las cuatro paredes de la habitación, se encendió un video que me mostraba a mí en el bosque cerca del riachuelo de los cocodrilos.

Cuando había dicho que tenía cámaras allí, no pensé que se verían tan mal.

Se veía poco, pero a leguas se notaba que era yo, haciendo un hoyo en la tierra húmeda con un palo, y enterrando las fundas en él.

Una funda se abrió y se pudo ver parte del cuerpo antes de que lo tirase al hoyo.

Intenté mirar hacia otro lado, no quería ver nada más de aquello, pero a donde mirara, mis ojos alcanzaban a ver ese video. Cerré los ojos, pero una descarga eléctrica me hizo abrirlos de golpe.

—Olvidé decirte que cuando cierres los ojos te electrocutaré— habló Biel, desde algún lugar no visible.

Quise hablar o decir algo, pero a pesar de que empezaba a tener el control poco a poco de mi cuerpo, no podía hacer mucho aún.

El video se repitió tantas veces, que esa escena que había conseguido medio olvidar, ya estaba fresca en mi mente.

Biel había vuelto a entrar, sentándose en la silla en la que antes había estado mientras más videos no dejaban de reproducirse. Tenía una Smart en las manos que no lograba ver que tenía allí.

—Al parecer reaccionas a los estímulos —dijo sonriente—. Estos métodos se utilizaron para volver a los soldados frívolos... según yo, claro.

No pude formular ninguna palabra, solo lo observé confundida, mientras él señalaba mi cabeza, no podía verme. Pero empezaba a sentir algo en mis sienes.

Los videos perturbadores continuaban reproduciéndose detrás de él, prefería verlo a él que esos videos repugnantes que mostraban el lado más podrido y perturbador de la sociedad.

—Te dejo sola, no cierres los ojos— advirtió volviendo a salir.

Sin él en la habitación, volví a tener que ver los videos. El que se reproducía ya iba por la mitad, donde un asqueroso y repulsivo señor hacía cosas con una señorita.

Biel, para nada menos repulsivo que él, mató a la chica de un solo golpe, al menos acabando rápidamente con su sufrimiento, para luego matar al hombre lentamente.

Él los había matado a ambos, pero teniendo en cuenta que él había estado ahí desde un principio y no había impedido nada, él era cómplice.

El ser humano era horrible.

El video se repitió cinco veces más, como los que le siguieron. Cada uno peor que el otro.

Otro video comenzó, solo que esta vez con alguien conocido, una antigua compañera de escuela llamada Sasha.

El video mostraba cómo mataban y descuartizaban a Sasha, el que lo hacía, era un encapuchado cuyo collar de colmillos era visible.

Cerré mis ojos para no ver aquello, pero una descarga eléctrica me recordó que no debía hacer eso. Ya mi cuerpo y huesos comenzaban a doler y mi cabeza a palpitar, como si mi corazón se hubiera movido hacia ahí.

En el video, Biel había comenzado a quitar la piel de los dedos de ella, mientras ella gritaba.

Tras unos largos minutos sus dedos fueron cortados uno a uno, la tez de Sasha, que era de un color acanelado, se veía pálida.

Biel tomó un alicate y sin decir ni una palabra comenzó a arrancar sus uñas, ella no podía hablar bien de tantos gritos que había soltado, pero susurraba que se detuviera.

Él no lo hizo, sino que en lo que pareció una arrebato de ira, cuando una uña no salió a la primera, empezó a desmembrarla parte por parte.

Intenté no ver más, pero una descarga eléctrica me volvió a recordar que no debía cerrar los ojos.

Mis ojos ardían cuando tras repetirse por lo que en mi mente parecieron horas, otro maldito video comenzó.

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No sabía cuánto tiempo había pasado, mis párpados pesaban. Las descargas eran tan constantes, que mi cuerpo ya no las sentía tan fuertes, aun así, mi cabeza dolía demasiado.

Me costaba mantener los ojos abiertos, cuando mis párpados se cerraban para pestañear era todo un esfuerzo para volver a abrirlos. Los videos continuaban. Mostraban tantas cosas terroríficas que ya no sabía ni que pensar.

Creo que empezaba a alucinar, porque en más de una ocasión, vi a las víctimas fuera de las pantallas. Empecé a reírme sola, intentando aligerar los nervios que esas alucinaciones me producían.

Mi cabeza era un caos en ese momento, cerré mis ojos en más de una ocasión, veía a una mujer delante de mí, observándome sin ojos en sus cuencas oscuras.

Le sonreí sin ganas de hablar, estaba segura de que podía hacerlo, pero mi garganta dolía y no encontraba las palabras, era como si mi cerebro, por ese momento, se hubiera olvidado de cómo hablar.

La figura de la mujer sin ojos, poco a poco y entre muchos pestañeos, fue tomando la forma de Biel, quien se bajó a mi lado dejando algo de lado.

—¿A quién le sonríes?— me preguntó.

Entendía lo que decía, pero mi cerebro no encontraba una forma en la cual responder con palabras, así que solo lo miré.

Él negó tras un momento y agarró mi mentón, entendiendo, abrí mi boca comiendo lo que dejo ahí. Mi mente estaba media ida, pero al verlo sonreír entendí todo y escupí la carne en mi boca.

—Come— dijo intentando volver a abrir mi boca, pero negué.

Me negué hasta que dimitió y se puso de pie.

—Muérete de hambre si es lo que quieres —dijo de mala gana, sentándose en la silla—. ¿Qué te generan estos videos?

Negué, no podía hablar, eso no le importo y dejó que una descarga eléctrica me azotara.

—¿Qué te generan estos vídeos?— volvió a preguntar.

Lo cierto era que esos videos me generaban asco, repulsión y odio, pero aunque no lo admitiera. Sabía que algo dentro de mí se sentía bien al ver las muertes.

Otra descarga volvió a mi cuerpo.

—Responde.

No dije nada y otra descarga volvió. Una tras otra le siguieron, él solo me miraba, ya sin decir nada.

No pude soportarlo más y me desmayé.

La gente está loka.

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