Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

16- Beverly & Taylor

*En multimedia la terraza del Chessire en Malibú

-----------

―¿Por qué solo las de último año? Es una norma estúpida ―se quejó Kendall, tras echar un vistazo a la lista de candidatas a Reina colgada en el tablón de anuncios del ECA.

Beverly no pudo evitar poner los ojos en blanco, la tontería de Kendall la sacaba de quicio.

―El Baile de Bienvenida siempre ha sido para coronar a las seniors ―contestó Cassidy―. Las demás nos podemos postular en el de Graduación.

―No estés triste, Dawson. En el hipotético caso de que no hubieses repetido curso, seguirías sin ser nominada ―Beverly le dedicó una de sus ensayadas sonrisas cínicas―. No te merece la pena el disgusto ―añadió encogiéndose de hombros con naturalidad.

Kendall frunció el ceño:

―Eso no es justo ―protestó―. Tendría tantas posibilidades de ganar como cualquiera de estas ―Señaló la lista, buscando un nombre al azar―. ¿Roxanne Weasley?, ¡si ni siquiera está en ningún taller! Por Dios, Ever, ¿cómo permite esto tu hermana?

―Sabes que Emma no elige a las nominadas, son votaciones abiertas ―Safary posó una mano en el hombro de Kendall, alejándola del tablón de anuncios para conducirla a la cafetería a desayunar.

Las cuatro animadoras, vestidas con sus uniformes deportivos, acaparaban casi el ancho total del acristalado pasillo, sin sentir el menor reparo cada vez que alguien se veía obligado a apartarse para no molestarlas.

Las puertas del comedor se abrieron automáticamente cuando las chicas se acercaron.

―De todos modos, Kendall tiene algo de razón ―Cassidy dejó su bolso encima de la mesa que las cuatro solían ocupar, mientras Kendall se acercaba la barra del buffet. Nunca habían tenido que preocuparse de que alguien les cogiera su sitio. Todo el mundo sabía que los lugares predilectos de Beverly Matthews, tanto en los jardines como en el interior de la cafetería, eran intocables―. Las tres inglesas de duodécimo están nominadas. Es algo raro, ¿no?

―En realidad no ―Beverly exhaló un suspiro―. Agatha, Dominique y Roxanne ya llevan aquí un par de semanas, han tenido tiempo de sobra para dejarse ver ―Dirigió una mirada de desagrado a la mesa ocupada por las amigas de Liber―.Y, nos guste o no, todos conocemos la fama de sus familias.

Kendall volvió a la mesa con cuatro cappuccinos tamaño XL que sus amigas recogieron ansiosas. Si había algo que las cuatro tenían en común era su amor por un buen cappuccino con hielo después de un duro entrenamiento.

―Pero Agatha está en el equipo, si sabe lo que le conviene, no se enfrentará a Zoey ―Safary dio un sorbo de su bebida. No era raro que más de una integrante del equipo de animadoras estuviese entre las candidatas a Reina, pero desde que Queen era capitana, las nominadas no se esforzaban lo más mínimo en hacer campaña. Ninguna quería competir contra Zoey por miedo a que su puesto en el equipo se viese amenazado.

―Las que se retiran por eso son completamente idiotas ―afirmó Beverly agitando una mano con desinterés―. Zoey puede ser toda una perra si se lo propone, pero no echaría a nadie del equipo por esto. Ganar los campeonatos le importa tanto como ganar la corona. Creo ―añadió tras un breve segundo de duda.

―Lo que está claro es que este año Taylor Van Der Veek no va a ser la única competencia real de nuestra querida capitana ―señaló Cassidy, recordando la reñida victoria por parte de Zoey dos cursos atrás.

El sonido del timbre indicando el inicio de las clases matinales provocó que las cuatro se levantaran de la mesa, al igual que todos los estudiantes rezagados en la cafetería.

―¿Alguna tiene Historia C ahora? ―preguntó Safary.

―Yo ―contestó Beverly.

Rubia y pelirroja se separaron de sus amigas y se encaminaron al edificio que les tocaba. Luke Anderson se unió a ellas en el camino, y se sentó en medio de ambas al llegar a la clase. Beverly no pudo reprimir un gesto de hastío cuando vio a Arlette Collingwood entrar en el aula acompañada de Scorpius Malfoy. El ECA había sido su reino durante los cuatro últimos años y, de repente, de un día para otro, una horda de aliados de Liber invadía su espacio personal. Le había costado llegar a la posición en la que estaba hoy, y no estaba dispuesta a perderla. Se sentía molesta, frustrada y, sobre todo, cabreada.

―Cariño, ese bolso es de hace tres temporadas ―Beverly no pudo evitar que su lengua se lanzase contra la rubia recién llegada―. Entiendo que en casa de los Blanchard ya casi parecéis un campo de refugiados, pero si estabas tan necesitada podías habérmelo dicho. Ahora somos compañeras, puedo donaros algunos de mis Gucci, será mi obra de caridad de la semana ―Se llevó una mano al pecho con falso dramatismo, mientras Safary reía por lo bajo.

―Tranquila, cariño ―Arlette imitó el deje irónico de su compañera a la vez que ella y Scorpius se sentaban en una mesa cercana―. Me encanta mi bolso y, en cualquier caso, puedo cambiarlo cuando quiera. Aunque no puedo decir lo mismo de esas arrugas que te están saliendo ―agregó chasqueando la lengua con fingida ansiedad―. Deberías dejar de preocuparte tanto por los demás, no creo que a tu cirujano plástico le agrade el trabajo extra, con lo que te hizo en la nariz debió de quedarse agotado.

Arlette conocía a Liber de toda la vida y, aunque esta no era de las que gastaban saliva en criticar, estaba al tanto de la tensa relación entre su amiga y Beverly. Ignoraba los detalles, pero sí sabía que la princesa rubia disfrutaba haciéndole la vida imposible a Lib. Ella misma había sido testigo de las constantes indirectas lanzadas por la menor de las Matthews en los pocos entrenamientos que habían compartido durante la semana que llevaba en el ECA.

Tanto Scorpius como Luke soltaron una carcajada, que al último le suscitó un fuerte codazo por parte de Beverly.

―Lo siento, Ever ―se disculpó el agredido, todavía entre risas―. Pero tienes que reconocer que la nueva sabe responder.

Arlette sonrió satisfecha y se giró hacia delante para atender al profesor que en ese momento entraba en el aula. No estaba dispuesta a pasarle un solo comentario más a Beverly Matthews. Quizás Liber prefiriera dejarlo estar, pero ella no era así, quien se metía con sus amigos, se metía con ella, y Arlette Collingwood no dejaba que nadie le pasase por encima. Era consciente de que se adentraba en terreno pantanoso, pero también sabía que Rose, Dominique y Agatha no dudarían en sacar las garras junto a ella.

---

The Cheshire Cat, o como lo llamaba todo el mundo, el Cheshire, ubicado en pleno muelle, y con salida directa a la playa, se había convertido en el café más frecuentado por la juventud de Malibú. Sus dueños habían tenido la habilidad de integrar en su carta toda la variedad de dulces y bebidas mágicas junto con gran cantidad de exquisiteces muggles, volviendo su establecimiento todo un ejemplo práctico de la integración por la que apostaba Emerald.

Para las chicas del equipo de vóley era tradición juntarse a tomar unos batidos después de los entrenamientos. Sin embargo, esa tarde, la mayor parte de las adolescentes que charlaban sentadas en los sillones de la terraza no eran integrantes del equipo. Estaban Nealie, Susan, que había ido con Lily, Taylor y Roxanne, quienes a pesar de haberse conocido apenas tres semanas atrás, parecían amigas de toda la vida y, por supuesto, Rose y Dominique con Liber, Agatha y Arlette. Las diez disfrutaban de una agradable merienda y jugosos cotilleos, amenizados por la brisa marina y la música acústica en directo.

―¡Vamos! ―Dominique le dio un codazo cómplice a Nea―. Necesito saber tu secreto, me dejas muerta después de cada entrenamiento.

―Y eso no es normal en Dom ―intervino Lily―. Cuando era pequeña, todos creíamos que era hiperactiva ―señaló con una expresión jovial al recordar como su prima mayor destrozaba la Madriguera cada fin de semana con sus juegos disparatados.

Nealie sonrió divertida y señaló su bebida, de un llamativo color verde:

―Zumo de espinacas, lechuga y pepinillo dos veces al día. Nada mejor para estar lleno de energía ―contestó.

―¿En serio? ―Una mueca de asco se formó en el rostro de la semiveela―. Si tengo que beber eso todos los días para seguirte el ritmo creo que voy a dejar el equipo...

―Te está tomando el pelo, Dom ―rio Taylor―. Es batido de helado de menta.

Dominique suspiró aliviada:

―Eso sí que puedo incluirlo en mi rutina.

Una carcajada coral siguió a la frase de la rubia.

―¿Tienes que irte, Rox? ―preguntó Rose al fijarse en su prima, que no dejaba de lanzar furtivas miradas a su reloj de pulsera.

―He quedado, pero todavía tengo una hora ―contestó la morena.

―¿Con Robert otra vez? ―intervino Dominique con un divertido juego de cejas.

―¿Estás saliendo con McClain? ―Susan Mendler abrió mucho los ojos―. ¡Qué hay con vosotras, chicas! Lleváis aquí tres semanas, y ya competís contra Zoey Queen para Reina, y os ligáis a los mejores bombones del insti.

―No estamos saliendo, solo hemos quedado una vez ―contestó Roxanne encogiéndose de hombros.

―¿Una vez? ―Taylor le dirigió una mirada guasona―. Habéis tenido al menos tres citas ―añadió con un golpecito cómplice.

―Entonces, eso debe de estar muy avanzado ya ―Esta vez fue Arlette la que intervino mientras le daba un mordisco a su cookie de chocolate.

―No creas ―La morena chasqueó la lengua antes de llevarse su cerveza de mantequilla a los labios―. Todavía no hemos llegado ni a la primera base.

Las que conocían bien a Roxanne y su historial con los hombres arquearon las cejas sorprendidas. Rose cogió el bol de palomitas que había sobre la mesa y se llevó un puñado a la boca.

―¿No os habéis liado aún? ―preguntó, mirando a su prima con curiosidad.

―No te sorprendas tanto ―rio Roxanne llevándose una mano al pecho con fingida ofensa―. Soy una dama, Rosie-Posey. A lo mejor estoy esperando al momento perfecto.

―No me llames así ―La aludida, divertida, le tiró una palomita a su prima, que enseguida contraatacó.

Tras detener la batalla de palomitas, las chicas volvieron a los cotilleos. Hablaron de chicos, de moda, de deportes y de fiestas, hasta que el tema del baile volvió a escena. Susan les hizo un pormenorizado resumen de las victorias por parte de Zoey en los Bailes de Graduación de los dos últimos años, y de cómo casi tuvieron que modificar el reglamento para el baile de Bienvenida el curso anterior porque los alumnos la votaron a ella en lugar de a las nominadas.

―La única vez que Zoey no ganó por mayoría absoluta fue en el de Graduación de hace dos años. Taylor hizo una campaña estupenda, solo perdió por siete votos ―terminó Susan, acompañando la explicación con un guiño a su compañera de equipo.

―Fue justo cuando acababa de dejar el equipo de animadoras ―añadió la rubia californiana―. Todo el mundo se lo tomó como una especie de levantamiento contra el reinado de Zoey ―explicó.

―¿Eras animadora? ―Agatha tomó un sorbo de su té helado con suma elegancia.

―Sí, incluso estuve con Liber en algún campeonato de verano, ¿verdad?

La aludida asintió con una sonrisa.

―Me sorprendió ver que lo habías dejado, eras muy buena.

Taylor se encogió de hombros.

―Creo que fue una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. Me gustaba mucho animar, pero no tanto como para aguantar el ambiente tenso con algunas animadoras. El equipo de vóley es otro mundo ―Dirigió una mirada cómplice a sus compañeras―. Nea es una excelente capitana, sabe hacer que todas nos sintamos indispensables.

―Todas somos importantes, por eso se llama equipo ―Asintió Nealie muy convencida, de acuerdo con Taylor. Volvió a mirar a las demás, retomando el tema anterior―. Pero, independientemente de que lo consideraran levantamiento o no, valió la pena por ver la cara de Queen cuando vio lo igualados que estaban los votos.

―No os lleváis muy bien con ella ―intervino Lily curiosa.

Taylor dibujó una sonrisa resignada.

―De pequeñas éramos muy amigas, las tres, Nea, Zoey y yo.

―¿En serio? ―Roxanne abrió mucho los ojos, sorprendida―. ¿Y qué pasó?

―Bueno, crecimos, dejamos de ser compatibles. A Zoey le gusta mandar, ser la reina y, desde luego, Nea no es de las que se dejan controlar por nadie ―contestó la rubia encogiéndose de hombros.

La capitana de vóley asintió.

―Tampoco le sentó bien que Tay empezara a juntarse con Robert y Edward ―añadió completando la historia de su amiga―. Queen pasaba mucho tiempo fuera de Emerald, haciendo modelaje infantil, y esperaba que al volver siguiésemos a su paso, como si el mundo se hubiese detenido mientras ella no estaba ―explicó―. Pero nosotras también hicimos nuevos amigos, teníamos otras aficiones, otros gustos... Dejamos de hacerlo todo juntas, de quedar...

―Nea y yo nunca dejamos de hablar, pero con Zoey fue más tenso. Apenas éramos unas crías, pero supongo que cuando las cosas se dejan pasar, se van acumulando ―añadió Taylor con cierta nostalgia al recordar los viejos tiempos. Cruzó sus largas y bronceadas piernas y negó con la cabeza suavemente―. No sé, simplemente llegó un momento en el que no podíamos estar en la misma habitación sin sentir cierta... fricción.

---

D

espués de las actividades extraescolares de las tardes, el ECA no tardaba mucho en vaciarse. Era durante esos momentos de calma cuando Marlene Dawson dejaba de sentir los bonitos espacios exteriores como un campo minado, plagado de estudiantes juzgándola y criticándola a sus espaldas, y comenzaba a apreciar la belleza del campus.

Desbloqueó la pantalla del móvil para mirar la hora. Era tarde, había tenido entrenamiento de vóley, seguido de una intensa hora de ajedrez, donde Robert McClain prácticamente había hecho que se le derritiese el cerebro... Ese chico era demasiado inteligente, no había manera de ganarle una partida.

A pesar de que era tarde, Marlene se dirigió a la piscina exterior, que en esos momentos debía de estar vacía. Siempre le había gustado, pero durante el horario lectivo, solo los miembros de los equipos de natación y waterpolo tenían permitido usarla, por lo que era ahora, o nunca. Cualquier cosa con tal de no volver a su casa todavía, donde la esperaba Kendall que, molesta por no haber sido nominada para Reina, no dudaría en pagar su frustración con ella. Valentine, su hermana mayor, ya había vuelto de San Francisco, pero, aun así, no podía protegerla constantemente, y tampoco quería abusar de la confianza de Mason, ya había pasado una semana entera en casa de su amigo. Tendría que volver a su casa y afrontar el problema, no le quedaba otra. Pero antes se permitiría el capricho de relajarse junto al agua.

Dejó su bolsa de deportes en uno de los banquillos de los jugadores y se acercó a la piscina. Tras quitarse los zapatos y los calcetines, vestida todavía con la falda y la camisa del uniforme escolar, se sentó en el bordillo dejando que sus piernas se sumergiesen hasta las rodillas. Todavía no había atardecido, pero el cielo ya comenzaba a suavizar sus tonos, tiñendo el agua de un cálido anaranjado.

Marlene quiso reprimir el sollozo que amenazaba con salir de su garganta, pero no lo logró. Solía hacer eso con Lucas, su novio, cuando todavía estaba vivo, se escapaban juntos a la piscina del campus cuando todos los demás alumnos desparecían, jugaban a ahogarse, echaban carreras o simplemente se quedaban sentados en el borde, disfrutando de la compañía, del silencio, del amor mutuo.

Casi sin darse cuenta había empezado a llorar en silencio.

―Ey, ¿estás bien?

Marlene se giró sobresaltada al oír la voz masculina, con tan mala suerte que el susto la hizo resbalar y terminar en el fondo de la piscina. Antes de que pudiera reaccionar sintió como una mano tiraba de ella, volviéndola a dejar sentada sobre el borde de piedra.

―¿Estás bien? ―La pregunta se repitió, esta vez adornada con un deje de genuina preocupación, al tiempo que unos fuertes brazos se posaban sobre sus hombros.

La morena, muerta de vergüenza, se obligó a abrir los ojos, encontrándose con la azulada mirada de Louis Weasley que escrutaba su rostro en busca de daños producidos por la caída.

―Estoy bien ―logró articular ella.

Casi pudo palpar el alivio del chico, que automáticamente esbozó una sonrisa.

―No pretendía asustarte ―dijo él―. Estaba en el vestuario, al salir te vi... llorando ―Se llevó una mano a la nuca, algo incómodo con la situación. Como casi todos los hombres, no sabía manejar las lágrimas de una chica. Pero tampoco se había sentido capaz de ignorarla. En cuanto la había visto ahí, tan sola, tan frágil... Solo la conocía de vista, nunca había hablado con ella, pero, aun así, algo lo había impulsado a acercarse.

Claro que, lo que menos esperaba, era darle tal susto que acabase con ella en el agua.

Louis se puso en pie y se acercó a su bolsa para sacar una toalla limpia. Volvió junto a la chica y, tras ayudarla a levantarse, le colocó la toalla sobre los hombros.

―De verdad, que no quería asustarte ―insistió el rubio.

―Ha sido culpa mía ―respondió ella mirando al suelo―. No debería estar aquí a estas horas.

―Yo tampoco, en realidad. El entrenamiento terminó hace más de una hora ―contestó él con una sonrisa conciliadora―. Soy Louis Weasley, por cierto. Tú te llamas Marlene, ¿verdad? Estamos juntos en Encantamientos ―Extendió una mano, que ella estrechó tras un breve segundo de vacilación, sorprendida de que el chico supiese su nombre.

Marlene se arrebujó en la toalla, con las mejillas encendidas por la situación.

―Gracias por sacarme de la piscina ―dijo―, y por la toalla. No tenías por qué...

―Al contrario, fue mi culpa que te cayeras ―Louis se sentía ridículo, pero relajado al mismo tiempo. Por alguna razón con Marlene no experimentaba la incomodidad que solía acompañarlo cuando una chica se le acercaba. Aunque estaba acostumbrado a la atención del género femenino (sin duda su apellido y sus genes veela hacían bien su trabajo) no tenía ni la labia de Albus, ni el encanto de Scorpius, simplemente no sabía cómo tratarlas, por lo que solía ponerse nervioso y terminaba alejándose de todas sus "admiradoras".

―Sobre lo de antes ―Marlene se mordió el labio inferior―. Solo fue un momento de bajón, normalmente no voy llorando por las esquinas.

―Tranquila, no soy nadie para juzgar. Todos tenemos derecho a dejarnos llevar de vez en cuando ―Louis encogió los hombros―. Si quieres puedo llevarte a casa, no deberías quedarte aquí sola a estas horas ―añadió cambiando de tema.

Gracias a un acuerdo entre los señores Blanchard y sus padres, todos, excepto Lily y Hugo que aún no podían conducir, habían recibido auto propio esa misma mañana. No había sido nada cómodo repartir todos los días a quince adolescentes en los dos coches que les habían regalado inicialmente, más el Audi de Liber (y desde esa semana el Camaro de Arlette) sobre todo, porque ahora cada uno tenía diferentes horarios de actividades... Ahora se repartirían en cinco, ya que Hermione, Ginny y sus nobles conciencias medioambientales habían dejado claras sus condiciones para tan elevado obsequio, pero, al ser el primer día, ninguno había podido reprimir las ganas de estrenar a sus nuevos bebés.

―Pensaba volver en bus ―respondió ella. Había llegado con Mason, por lo que no tenía su auto para regresar.

―Insisto ―Louis ensanchó su perfecta sonrisa, asombrado él mismo con su actitud―. No sería un caballero si te dejara volver sola a tu casa. Me apuesto algo a que no vives muy lejos de los Blanchard.

Una tímida sonrisa adornó el rostro de Marlene.

―Habrías ganado la apuesta. Vivo a dos calles.

―Perfecto, te invito a un helado por el camino ―Louis sonrió radiante.

-----------

¡Hola! :)

Espero que os esté gustando la historia hasta ahora, ¿todavía tenéis lío con los personajes o ya empezáis a reconocerlos?

Ya llevamos unos cuantos capis, pero no tengo ni idea de qué opináis, casi nadie comenta :(  (se va a llorar  a un rincón...). No jaja, puedo sobrevivir, pero de verdad me gustaría saber qué pensais de la trama, los personajes, ¿cuál es vuestro favorito?, ¿a quién odiáis más?, ¿tenéis algún ship?...

Cosillas de esas... Porfa, animaos a comentar y a votar, no muerdo, y en serio que me haría muy feliz conocer vuestras ideas y opiniones sobre la historia, los personajes y sus relaciones.

Besos :)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro