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06

les recuerdo que la temática es mafia, por lo tanto, BeomGyu y, en menor medida, TaeHyun tendrán comportamientos y actitudes cuestionables respecto a las drogas, la trata, la tortura y los asesinatos

... Él me ama con cada latido de su cocainómano corazón...

BeomGyu estuvo muy sobreprotector los días siguientes, pero TaeHyun no iba a quejarse por eso. Le gustaba tener la atención del Alfa en él.

— Hmm... papi...

El mayor besó su cuello mientras anudaba en su interior, enviándole escalofríos por todo su cuerpo. TaeHyun adoraba la forma en la que reaccionaba ante el toque delicado del Alfa.

Sabiendo que BeomGyu anudaba por lo menos diez minutos, estiró su mano para agarrar el móvil sobre el velador. Escuchó el gruñido de queja del de cabello negro, pero lo ignoró por completo, y vio la hora: las nueve de la mañana.

— De-deberías ir a trabajar — le susurró, sintiendo más besos en su cuello —, es viernes...

— Primero, quiero llenarte — replicó BeomGyu, amasándole las nalgas. — Por dios, hueles tan bien, mi niño.

El apodo le hizo reír. BeomGyu parecía un experto en encontrarle los apodos perfectos, como si ellos fueran pareja y pudieran ser felices. A TaeHyun le gustaba soñar que podía ser así.

— Papi — le dijo, llamando su atención —, ¿puedo salir hoy? Me he aburrido mucho estos días.

— No — la respuesta de BeomGyu fue categórica —, no quiero que nada malo te pase. Me deshice de Yong, pero podría ocurrir cualquier otra cosa. Prefiero saber que estás bien.

— Pero me aburro... — se quejó TaeHyun. — Por favor, por favor, puedo ir con JongSeong y otros guardias.

— TaeHyun... — BeomGyu suspiró, retirándose de su ano al notar que el nudo bajó. — ¿Qué es tan importante como para que quieras salir? Si quieres alguna ropa o joyas, puedo decirle a JungWon que vaya a comprarlas.

El chico se enderezó en la cama, sintiendo el pegajoso semen corriendo por el interior de sus muslos. Poco le importó, sabiendo que a BeomGyu también le daba lo mismo la escena.

TaeHyun puso esos ojos de súplica, con los que podía convencer a BeomGyu de muchas cosas.

— Quiero ir al club — dijo a modo de explicación, y vio enseguida que vendría la negativa. — ¡No voy a bailar, te lo prometo! Quiero ir a ver a Jin, ¡hace mucho que no lo veo! Por favor, BeomGyu...

— Es muy peligroso — replicó el Alfa, impasible. — Si algo te llegara a pasar, TaeHyunnie, no me lo perdonaría jamás.

— Pero, BeomGyu... — suplicó, su voz temblorosa —, por favor, te lo ruego. El club tiene guardias también, y puedes enviarme con todo un séquito detrás. Y... y te daré lo que quieras, ¡lo que tú me pidas! Pero me aburro tanto aquí...

— Lo que yo más quiero, Tae — dijo BeomGyu, con lentitud —, es marcarte y dejarte preñado. Pero no quiero que eso sea mediante un trato.

El Omega apretó sus labios en un gesto de claro enojo, pero que no inmutó a BeomGyu. Casi nunca se inmutaba cuando él se enfadaba, siempre solía mantenerse calmo y con la cabeza fría. Solo llegaba a enfurecerse si alguien tocaba a TaeHyun.

— Pídeme cualquier otra cosa — insistió el muchacho. — Papi, por favor, por favor — le dio un beso en la boca y pudo sentir como sus barreras de macho Alfa comenzaban a flaquear. — Seré bueno y lindo y complaciente contigo, en lo que desees, papi...

BeomGyu soltó un quejido, pero TaeHyun ya sabía que estaba comiendo de la palma de su mano. A BeomGyu le gustaba fingir que él controlaba toda su relación, sin embargo, el Omega sabía que las cosas no eran así.

— Irás con tres guardias —  le dijo BeomGyu —, y si llega a ocurrir algo, estarán autorizados para agarrarte y sacarte de allí, ¿entendido?

— ¡Claro, papi! — TaeHyun lo abrazó, riéndose. — Gracias, gracias, ¡eres el mejor, BeomGyu!

El Alfa trató de reprimir su sonrisa satisfecha.

Cerca de las once del día, TaeHyun se estaba subiendo a una de las furgonetas blindadas que BeomGyu tenía, pues el Alfa no quería llevarlo en algún auto desprotegido. El chico sabía que no era bueno reclamar, a pesar de pensar que BeomGyu solo exageraba. JongSeong, ChanGuk y MinHee, los Alfas guardaespaldas más grandes de BeomGyu, fueron con él, y TaeHyun se sintió un poco pequeñito entre ellos. Solo faltaba John Cena y el paquete estaría completo.

El viaje hacia el prostíbulo era de por lo menos media hora. A pesar de ser una casa de compañía, como solía decirle JaeSang, estaba en un exclusivo barrio bien acomodado. Resultaría muy raro que allí pasara algo con la mafia, aunque TaeHyun prefería irse con cuidado por si acaso.

Cuando se estacionaron fuera, se bajó primero ChanGuk para asegurar el perímetro. Una vez dio la confirmación, dejaron que TaeHyun se bajara, seguido de JongSeong y MinHee. Quiso rodar los ojos por todo eso, pero solo caminó hacia la puerta del club, donde un guardia lo miró con curiosidad.

— ¿TaeHyun? — saludó JongHo, un poco atónito. — ¿Te has convertido de pronto en presidente que estás tan protegido?

Se rio ante la mala broma del Alfa, sin embargo, eso no pareció hacerle gracia alguna a sus guardaespaldas.

— ¡No seas malo y déjame pasar! — le regañó, y JongHo se hizo a un lado. — ¿Están Jin y JaeSang?

— Claro — JongHo miró a los guardaespaldas que le siguieron. ChanGuk se quedaría cuidando la puerta. — Pero no creo que esto le haga mucha gracia al jefe. Sabes que su política es...

— ... nada de Alfas ajenos en horario de no trabajo — TaeHyun le guiñó el ojo. — No creo que pueda deshacerse de ellos, sin embargo. Choi los ha mandado conmigo.

JongHo suspiró, asintiendo en silencio, y los dos guardias entraron detrás de TaeHyun.

La entrada del prostíbulo era un pasillo que luego se abría en una sala enorme, con un bar contra la esquina derecha y tres escenarios de baile en el centro. TaeHyun, cuando trabajaba allí, siempre bailaba en el principal.

No le sorprendió encontrarse a JaeSang sentado detrás de la barra del bar, contando su dinero. El Alfa levantó la vista, sorprendido de verse interrumpido, y sus ojos se estrecharon al ver a los guardaespaldas de TaeHyun.

— Oye tú, Tae...

— Choi los ha mandado conmigo — le repitió TaeHyun, y con eso JaeSang se calló, aunque no parecía muy feliz.

El Omega tenía especial cuidado de referirse en todo momento a BeomGyu como 'Choi', pues así era como le conocían públicamente. O como Ben. De cualquiera de las dos formas, TaeHyun no debía usar su nombre tan a la ligera.

— Hace mucho no venías por aquí — comentó JaeSang, y TaeHyun se sentó en uno de los taburetes. — ¿Acaso Choi se aburrió de ti?

Soltó una risa al escuchar esas palabras, sacudiendo su cabeza. De reojo, vio a JongSeong y MinHee sentándose a unas mesas de él, dándole privacidad, pero con un ojo sobre el Omega.

— Claro que no — contestó TaeHyun —, he venido a verte a ti y a Jin, ¿acaso no puedo?

— Está probándose unas nuevas ropas, lo iré a buscar.

TaeHyun asintió con la cabeza, viéndolo salir del bar hacia el interior del edificio. En la parte trasera del escenario, cubierto por un telón, estaba el pasillo que conducía hacia las piezas de camerinos. El Omega se conocía ese lugar como la palma de su mano.

Sonrió cuando vio a SeokJin cruzar el escenario, tan guapo como siempre, y el Omega mayor le devolvió la sonrisa con emoción. TaeHyun sintió un poco de melancolía al recordarse dos años atrás, trabajando allí junto a SeokJin, que era su mejor amigo. Si bien ahora su vida era mucho mejor en varios sentidos, eso no quitaba que extrañara lo que tenía antes.

— ¡Por fin apareces! — regañó SeokJin, abrazándolo, y TaeHyun se rio. — Pensé que ya me habías olvidado, desgraciado.

— ¡Qué malo eres! — se quejó TaeHyun. — JaeSang, ¿me puedes servir una bebida, por favor?

— ¿Me vas a pagar por ella? — bufó el Alfa.

— ¡Viejo tacaño!

JaeSang le sacó la lengua, yendo hacia el refrigerador a sacar tres bebidas para ellos. El club estaba cerrado en la práctica, así que podían darse ese tiempo para ellos.

— ¿Cómo va todo por acá? — preguntó TaeHyun, mirando las mesas vacías.

— Aburrido, como siempre — contestó Jin, encogiéndose de hombros. — Alfas viniendo a follar y a divertirse, lo mismo de cada día. ¿Y tú? ¿Cómo va todo con Choi?

— Bueno, es por eso que vengo... — bajó la voz, mirando hacia los dos guardaespaldas a unos metros de él. No quería que lo escucharan, ¿y si le contaban a BeomGyu? — JongSeong, ¿podrían...?

— Ni siquiera termines esa frase — respondió el Alfa, impasible. — El Señor Choi ha dicho que debemos mantenerte siempre frente a nosotros.

— Se ve como un tipo controlador — exclamó SeokJin, sacudiendo su cabeza.

— Con lo que es suyo, sí — replicó MinHee.

JaeSang enarcó una ceja ante esas palabras. TaeHyun quería desaparecer de allí.

— Por favor — les pidió. — Choi no tiene por qué enterarse, ¡yo no le diré nada! Unos minutos, solo necesito un ratito a solas...

— TaeHyun, si alguien de aquí te ataca...

— ¡Nadie lo hará! — exclamó el Omega. — Por favor, ¿a quién le interesan unas putas?

Hubo un extraño silencio en el lugar. JongSeong y MinHee parecían ligeramente incómodos ante sus palabras, pero a TaeHyun no le importaba eso. Al parecer, lo que dijo pareció convencer a los dos guardaespaldas a ponerse de pie, caminando hacia el pasillo de salida.

— Diez minutos — dijo JongSeong.

Suficiente para TaeHyun.

Una vez que quedaron los tres solos, TaeHyun se volteó hacia JaeSang y SeokJin. Los dos le contemplaban con expresiones indescifrables.

— Choi quiere marcarme y preñarme — les soltó.

JaeSang se atragantó con su bebida. SeokJin enarcó una ceja, luciendo verdaderamente curioso ante sus palabras, y TaeHyun volvió a mirar hacia el pasillo para ver si no estaban los dos Alfas asomándose.

— ¿Lo rechazaste? — preguntó SeokJin.

— Sí, pero sigue insistiendo — susurró, sin mirarlos —, y estoy a punto de ceder. Creo que lo quiero...

— Eso es lo peligroso — suspiró SeokJin, sacudiendo su cabeza. — Deberías dejarlo, Tae.

— No es tan sencillo — y quien respondió no fue TaeHyun, sino JaeSang. — También estoy de acuerdo en que debería dejarlo, pero Choi no se lo tomaría bien, ¿cierto?

— No — TaeHyun bebió de su bebida. — Se enfurecería y no dejaría que me marchara de su casa. En el peor de los casos, lo haría, pero su ira caería en el club.

— ¡Qué desgraciado! — SeokJin lucía realmente indignado. — ¿Quién se cree que es?

— El hombre más poderoso de Corea — bufó JaeSang.

TaeHyun asintió con la cabeza, dándole otro sorbo a su bebida. Estuvo a punto de pedir algo con alcohol para poder seguir hablando sin entrar en pánico, pero quedaría envuelto en ese olor, y a BeomGyu no le haría gracia. Menos si se emborrachaba en el club, a pesar de que no hiciera nada malo. Además, TaeHyun no tenía muy buen aguante con las bebidas alcohólicas. Una vez, en una fiesta a la que fue con BeomGyu, bebió más de la cuenta y terminó vomitando en el viaje de regreso. BeomGyu se burló de él por semanas.

El recuerdo casi lo hizo sonreír, sin embargo, no debía pensar esas cosas en un momento tan serio.

— Pero ¿por qué demonios quiere marcarte? — preguntó JaeSang. — ¿Acaso dice que se ha enamorado de ti?

— Dice estarlo — suspiró TaeHyun. — ¿Debería creerle?

— ¡Claro que no! — saltó SeokJin. — Los Alfas no se enamoran de nosotros, TaeHyun, y menos de putas usadas. Debe estar encaprichado.

TaeHyun lo sabía, pero eso no evitó que doliera un poco. SeokJin tenía toda la razón del mundo, los y las Alfas jamás amaban a los Omegas machos, porque eran abominaciones. Llenos de lujuria, de ambición, de egoísmo, que siempre pensaban en sí mismos. Casi podía ver a sus viejos profesores decirles eso con una mirada despectiva, esa mirada con la que todas las personas le miraban cuando iba por la calle.

Aunque BeomGyu jamás lo miró de esa forma. Nunca, desde que lo conoció, le puso esa cara ni sus ojos se llenaron de asco. Al inicio era amable y considerado con él, no le insultaba ni le trataba de "puta" (fuera del sexo, por supuesto) como la mayoría de sus clientes hacían. Después, cuando comenzó a encapricharse con el Omega, era celoso y posesivo, y sus ojos eran fuego puro, llenos de deseo por él. Ahora, eran más dulces y suaves, y diría que incluso estaban empapados en amor.

TaeHyun quería ese amor, a pesar de que sabía que ese amor no era para él.

— No sé qué hacer — confesó TaeHyun —, no tengo manera de alejarlo, de cortar con esto. ¿Sabes cómo me llaman todas las personas en su casa? Como "Omega Choi" — hizo el gesto de comillas con sus dedos. — Me ha marcado como suyo, falta poco más que me orine encima.

SeokJin le miró con una expresión curiosa.

— No tienes ese fetiche, ¿cierto?

TaeHyun no sabía si la pregunta iba en serio. De todas formas, no la contestaría.

— No puedes hacer mucho — señaló JaeSang. — La única forma de que te suelte es que se aburra de ti. Incluso si se casara y sigue encaprichado contigo, te mantendría como amante, ¿no es así?

Esa idea venía rondando en su mente desde hacía mucho. No es como si BeomGyu fuera un hombre de matrimonio como tal, jamás en ese tiempo que llevaba con él, cedía a las solicitudes de boda que algunas personas hacían con él.

La única vez que habló de matrimonio...

— Me lo propuso — dijo, llamando la atención de sus amigos —, dijo que quería casarse conmigo.

SeokJin se atragantó con su bebida. TaeHyun tuvo la misma reacción cuando se lo propuso, tanto tiempo atrás.

— Le dije que no fuera un idiota — contestó, y JaeSang sacudió su cabeza en señal de reprobación —, y se enfadó tanto que me quitó la tarjeta de crédito por un mes, ¿puedes creerlo?

— Por dios, TaeHyun — habló SeokJin —, tú realmente tienes un problema con ese hombre.

Sonrió con fingida inocencia, sabiendo que SeokJin tenía razón con eso. TaeHyun estaba enamorándose de BeomGyu y eso no era bueno, para ninguno de los dos, porque no tendrían futuro alguno. Y el único lastimado sería el Omega.

No pudo decir algo más pues JongSeong y MinHee volvieron a entrar con expresiones de que no volverían a salir. TaeHyun suspiró, decidido a cambiar de tema y conversando acerca de cómo estaban las cosas allí.

Para mediodía, se despidió de sus amigos, quienes le dieron un abrazo y le insistieron en que los fuera a ver más seguido. TaeHyun no les dijo acerca de la sobreprotección de BeomGyu, porque de seguro se preocuparían. SeokJin en especial. Su amigo Omega le dijo que, por último, le fuera a hacer una visita al departamento para comer algo. TaeHyun prometió hacerlo.

Una vez llegó a la furgoneta se sentó y pensó en pasar su tarde en la piscina hasta que BeomGyu llegara. Sin embargo, JongSeong llamó su atención.

— El Señor Choi nos ha dicho que lo lleváramos a su oficina a comer con él — le dijo el Alfa.

TaeHyun hizo un mohín, mirando sus ropas. No se había puesto demasiado guapo ni llevaba tanto maquillaje, además de que sus prendas eran un poco... ordinarias. Se veía como un Omega normal, y eso le preocupaba, ya que le iban a mirar más feo debido a ello.

— ¿No puedo ir a ponerme guapo? — preguntó, haciendo un puchero.

JongSeong parpadeó.

— ¿Guapo? — preguntó, algo incrédulo —, TaeHyun, ya te ves bien así.

Sacó el espejo de su bolsito, mirando su reflejo allí. Por supuesto, era hermoso. Tenía esa belleza exótica que tanto atraía a los Alfas. Como mujer, habría sido muy bien cortejada.

Pero era un chico. Un Omega macho. Una puta de alta categoría.

Lamió sus labios.

— Si al señor Choi no le gusta mi aspecto, te echaré la culpa a ti — le dijo, pero JongSeong rodó los ojos, sin tomarlo en cuenta.

El viaje hacia las oficinas de BeomGyu tardó otra media hora más. Si bien TaeHyun no conocía a profundidad los negocios del Alfa, tenía más que claro que BeomGyu trabajaba en ese edificio (que le pertenecía) como CEO y accionista principal de la farmacéutica más grande de Corea del Sur. El mayor le había hablado algunas veces de que ese negocio (y el otro) era uno que su bisabuelo materno fundó muchos años atrás. El padre de BeomGyu había muerto en un enfrentamiento cuatro años atrás, mientras que su madre lo hizo hacía un año recién, así que todo eso le pertenecía al Alfa en su totalidad, ya que no tenía hermanos.

Sus guardaespaldas se quedaron afuera mientras iba hacia la recepción. Las secretarias le dirigieron un vistazo de disgusto.

— Vengo a ver al señor Choi — dijo.

— ¿Tiene una cita? — preguntó una pelirroja con el ceño arrugado.

Enarcó una ceja.

— No necesito una cita para ver al señor Choi — replicó él con tono duro.

Las secretarias compartieron una mirada. A TaeHyun no le extrañó que actuaran así, pues no estaba tan arreglado y tenía el rostro limpio de maquillaje, y la mayoría de Betas eran particularmente crueles con los Omegas cuando podían, felices de ejercer poder en ellos ya que no podían hacerlo ante los Alfas. Además, cada vez que iba allí, iba siempre del brazo de BeomGyu y ellas tenían especial cuidado de no mirarlo nunca a la cara.

— Dudo mucho que el señor Choi quiera recibir a un mendigo — dijo una de cabello negro.

TaeHyun miró ambos nombres en sus placas: Im YoonAh y Kim HyoYeon.

— Escúchenme, estúpidas — siseó TaeHyun, con tono golpeado y completamente agresivo —, como no llamen al señor Choi para anunciarle que estoy aquí, voy a hablar con mi papi y decirle que las despida esta misma tarde, ¿lo tienen claro o quieren que lo repita, idiotas?

Ambas Betas abrieron los ojos con fuerza, y al final la pelirroja, HyoYeon, marcó el número de la oficina de BeomGyu. TaeHyun no tenía paciencia para lidiar con ellas.

— No... no contesta... — barboteó HyoYeon.

TaeHyun bufó y no les dijo otra cosa, caminando directo hacia el ascensor. YoonAh tuvo el descaro de ponerse de pie.

— ¡No tiene una...!

— ¡Métete tu cita por el culo! — le gritó TaeHyun, sin importarle si estaba haciendo un espectáculo, y entró al ascensor.

Lo bueno: nadie se quiso subir con él, aunque probablemente se debía a que era un Omega macho y temían que los corrompiera con una mirada. Lo malo: su humor estaba de perros en ese instante.

Llegó al piso doce, donde estaban las oficinas de BeomGyu. Los otros eran los laboratorios donde trabajaban los medicamentos de la farmacéutica y a TaeHyun no le interesaba conocerlos.

Su mal humor solo empeoró cuando llegó a su destino y se dio cuenta de que BeomGyu no estaba allí. Tampoco JungWon. Solo gente estúpida haciendo su trabajo. ¿Qué demonios?

Se acercó a la secretaría de BeomGyu, que lo reconoció enseguida.

— Omega Choi — dijo ChaeWon —, el señor Choi me dijo que vendría, puede esperarlo...

— ¿Dónde está? — preguntó.

— Ha tenido una emergencia y ha bajado al piso once — explicó ella, poniendo una sonrisa agradable —, pero pase a su ofici- Eh, ¿para dónde va?

— A buscarlo — TaeHyun bufó.

— Pero, Omega Choi... — se espantó ella.

— Cargaré con las consecuencias, ChaeWon — dijo TaeHyun, e ignoró sus súplicas junto con las miradas de las personas que trabajaban en ese piso, yendo hacia las escaleras de emergencia para bajar por allí ya que, cuando llegó, otras personas se subieron al ascensor para ir a otros pisos.

Al llegar, supo enseguida que no tuvo que hacerlo. Era otro piso lleno de oficinas, pero a diferencia del otro, este se encontraba completamente vacío y con dos Alfas custodiando el pasillo principal. Alfas que jamás había visto y, por lo mismo, ellos tampoco lo conocían.

— ¿Qué mierda? — dijo uno de ellos, que tenía una cicatriz en la mejilla. — ¿Nos han mandado un Omega como regalo?

— Eeeeh... — TaeHyun retrocedió un paso —, perdón, me equivoqué de piso, voy a...

Se vio interrumpido cuando el otro guardia, que era calvo, lo agarró del brazo con fuerza.

— Vamos, no seas tímido...

— ¡Soy el Omega del señor Choi! — saltó, tirando de su brazo aunque sin lograr que lo soltara. — U-ustedes no deben...

— Espera, yo te conozco — habló otra vez el de la cicatriz —, tú eres una de las putas de JaeSang.

Miró al Alfa y fue cuando una imagen llegó a su mente: él diciéndole que no. Que no. Que no. Recogió sus cosas y quiso irse, pero ese Alfa (santo dios, ni siquiera recordaba su nombre) le pegó y luego lo violó. En esa época, él no tenía esa cicatriz pudo recordar.

Nunca más lo había visto. TaeHyun lo bloqueó de su teléfono y le dijo a JaeSang lo que había pasado, y a pesar de que esa situación ocurrió fuera de su club, su antiguo jefe lo metió en la lista negra del lugar.

Si te lo hizo a ti, puede hacérselo a cualquiera de mis Omegas — le había dicho JaeSang escuetamente.

— Yo... no...

— ¡Tu eres una de sus putas caras! — se rio ese tipo. — Recuerdo tu coño jugoso, claro que sí, y los gritos que pegabas. Mierda, voy a disfrutar follarte otra vez. Te vas a entretener con este Omega, Hyuk, te lo juro que nadie chillaba como esta zorra.

— ¿Es así? ¿Será un premio del señor Choi?

— ¡S-soy el Omega del señor Choi! — TaeHyun trató de volver a verse entero como con esas secretarias, pero su voz salió temblorosa y aguda ante los recuerdos.

— ¿El Omega del señor Choi? — se burló el calvo. — ¡Dios mío, qué puta más codiciosa, eh!

TaeHyun ni siquiera lo pensó cuando ahora el de la cicatriz lo agarró (su violador, su violador): su mano se cerró alrededor de uno de los jarrones que decoraban la entrada y golpeó al calvo en toda la cabeza, que le soltó y se tambaleó, empujando a su compañero. El otro agarre se relajó, pero fue suficiente para que TaeHyun se escapara y corriera hacia el pasillo.

Ese era su único pensamiento: debía escapar, como no pudo hacer esa noche.

— ¡Vuelve acá, perra! — escuchó que gritaron, sin embargo, no se atrevió a mirar hacia atrás. Al girar en el pasillo supo enseguida donde estaba BeomGyu, porque JungWon estaba fuera de una oficina: de pie frente a una puerta, el Beta le contempló con desconcierto.

— ¿TaeHyun? — preguntó, y recién se dio cuenta de que estaba llorando. JungWon lo sostuvo de los hombros. — No puedes entrar, el señor Choi...

— ¡Lo necesito! — chilló, histérico y fuera de sí, y empujó a JungWon también, que por la sorpresa retrocedió.

Una vez libre, TaeHyun abrió la puerta. Y se encontró a BeomGyu de pie frente a una persona amarrada a una silla, con otros dos guardias (a ellos si los conocía, HongJoong y YunHo). BeomGyu tenía los nudillos y la camisa ensangrentada, con una pistola con supresor en su mano derecha, y la persona (una mujer, una mujer, santo dios) amarrada lloraba y gemía, con la nariz rota.

Retrocedió.

— ¿TaeHyun? — preguntó BeomGyu, viéndose atónito un segundo, antes de que la furia llenara su rostro. — ¿Qué demonios haces aquí?

— Yo... Yo...

— ¡Jefe, perdón! — el de la cicatriz apareció y agarró a TaeHyun agresivamente del brazo. El Omega gritó. — Esta puta apareció de pronto y empezó...

— ¿Cómo lo has llamado? — gritó BeomGyu, más enfurecido ahora. — ¡Suéltalo, imbécil! ¡No te atrevas a tocarlo!

TaeHyun se estaba sintiendo mareado con tantos aromas Alfas, tan fuera de sí, en completo shock por la escena. No lograba comprenderlo del todo, y como si de un niño se tratara, se hizo preguntas sin sentido: ¿quién era esa mujer? ¿Por qué BeomGyu la golpeaba? ¿Qué estaba pasando allí?

— Pe-perdón, jefe, no sabía... Él agredió a MinHyuk y...

— BeomGyu — jadeó TaeHyun, ahogado, y el Alfa fue hacia él. Por la desesperación y el pasmo lo abrazó por la cintura, sin importarle la sangre en la camisa. — BeomGyu, BeomGyu, él me... él me vio-violó...

— ¿Qué? — BeomGyu lo observó como si no lo hubiera escuchado bien. — ¡¿Qué él hizo qué?!

Llorando a lágrima viva ahora, TaeHyun solo quería que BeomGyu lo consolara, abrazara e hiciera sentir mejor. Todo ese día había ido bien, muy bien, pero ahora estaba pasando eso y no entendía cómo pudo haber ocurrido este cambio tan brusco en menos de media hora.

— Años atrás, años atrás — trató de explicar TaeHyun. — ¡No quiero... no quiero verlo, échalo, échalo! — no podía evitarlo, pero repetía sus palabras dos veces, como si así hiciera énfasis en su mensaje.

BeomGyu tenía el rostro enrojecido por la ira, con los ojos completamente negros, y TaeHyun jamás lo había visto así. Nunca lo había visto tan lleno de cólera, ¿así era cómo se veía en sus negocios?

Oh, santo dios. Él estaba en medio de sus negocios. Esa mujer tuvo que haberle hecho algo y por eso la estaba golpeando, o interrogando, o matando, y se había metido allí sin dudarlo.

Dejó de abrazarlo cuando empezó a ser consciente de la escena por completo. Sin embargo, ahora BeomGyu lo rodeó por la cintura impidiendo así que se alejara. Si había parecido enojado con él segundos atrás por haberlo interrumpido, ya no parecía estarlo más. Por el contrario: sus feromonas indicaban protección.

— Jefe, no sé... no sé de qué habla este Omega...

— TaeHyun — habló el Alfa puro —, dímelo otra vez, por favor, ¿qué te hizo este tipo?

El Omega se derrumbó. Ya no importaba que lo hubiera interrumpido en sus negocios (luego aceptaría su castigo en silencio, qué más daba), pero ahora, necesitaba que BeomGyu le hiciera sentir protegido.

— Me violó, cuando... cuando te-tenía di-dieciocho — lloró TaeHyun, presionando su rostro contra el hombro de BeomGyu —, y a-ahora di-dijo...

— ¡No he dicho nada, señor Choi, está mintiendo! ¡No lo conozco!

— ¡Dijo que... que quería vo-volver a follarme!

— ¡No es así...!

El hombre se calló cuando resonó en la habitación un disparo ahogado por el supresor. TaeHyun levantó la vista y se encontró con BeomGyu, con su mano levantada y la pistola en ella, y la mandíbula apretada, su rostro era piedra pura. Al voltearse con lentitud, el rastro de lágrimas en sus mejillas, contempló el cuerpo de ese hombre: tenía un agujero en la cabeza y la sangre empezó a manchar la alfombra.

JungWon se asomó a través de la puerta, una expresión de disgusto pintando su cara. Rodeó el cuerpo para entrar al cuarto.

— Cambiamos la alfombra ayer, señor Choi — suspiró el Beta.

BeomGyu chasqueó su lengua.

— Mierda — BeomGyu bajó la pistola y se la entregó a JungWon, que la recibió en silencio —, esto es realmente un desastre. Tae...

— Pe-perdón — sollozó TaeHyun, volviendo a abrazarlo y sin importarle el muerto —, yo... yo que-quería de-devolverme cuando me di cuenta, pe-pero...

— Ya, ya, tranquilo... — BeomGyu lo consoló. — HongJoong, YunHo, ¿está esa perra inconsciente?

— Sí, señor Choi — dijo YunHo. — ¿Le ponemos el paño?

— Sí, mañana seguiré con ella. Ahora voy a cuidar de mi TaeHyunnie — le acarició la mejilla y eso era todo lo que necesitaba TaeHyun en ese momento.

Lo apretó en el abrazo, como si de esa forma, pudiera hacerle saber lo agradecido que estaba por sus palabras. Por el hecho de que dejara a un lado sus negocios, esos peligrosos asuntos en los que él no quería involucrarse porque implicaba torturas, muertes, drogas y trata, y se diera el tiempo de querer consolarlo.

— En cuanto a MinHyuk... — una pequeña pausa —, ¿te hizo algo?

Sorbió por su nariz, asintiendo con la cabeza.

— Se... se burló con él...

El Alfa movió su cuello y sus huesos resonaron. Parecía muy tenso y el Omega, casi de manera inconsciente, extendió sus feromonas a su alrededor.

— ¿Lo quieres muerto?

TaeHyun se quedó congelado ante esa pregunta. BeomGyu lo miraba con esos ojos devoradores y rostro quieto, y a pesar de la situación en la que se encontraba, con un hombre muerto a sus pies, una mujer golpeada e inconsciente atada en una silla, y él todavía algo histérico, no pudo evitar que su voz saliera tímida y nerviosa.

— ¿Tú... tú lo matarías por mí?

Una sonrisa siniestra. Sin embargo, TaeHyun solo pensó en lo hermoso que era BeomGyu sonriendo así, y ahí lo supo: se había condenado, porque estaba enamorado de ese Alfa.

— Oh, Tae, yo estaría más que dispuesto a matar por ti. Solo pídemelo y lo haré, cariño mío.

dios, yo también soy tu hija

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